Manfre e Iker Iturria han visto el futuro, y en ese porvenir han vislumbrado una humanidad que ha decidido dejar aparcadas en una esquina toda emoción y restricción biológica a cambio de una cómoda longevidad artificial y mecanizada. Un lugar donde el protector solar es una segunda piel, las personas subsisten bebiendo extraños nutrientes viscosos en probetas, los cerebros son tuneados con ayuda de un microprocesador que hace overcloking sobre las capacidades cognitivas, la esperanza media de vida ronda los 200 años y hace unos 50 que nadie muere. Ni nace.
Human Core es la propuesta que nos trae esta pareja de realizadores basándose en ese futuro profético y apuntalando la trama en una serie de experimentos científicos reales. Una micro-serie de ciencia ficción, artesanal en su concepción, que se presenta en once capítulos de diez minutos y donde juegan a convertirnos en espectadores de un programa de divulgación científica, ubicado en ese extraño futuro, en el que se experimenta con las emociones de cinco humanos de diferentes etnias. Como mezclar Redes con un Gran Hermano sádico patrocinado por Benetton.
Lo primero que llama la atención es el mimo insuflado a la producción. Manfre e Iturria han sudado lo suyo construyendo Human Core, en todos los sentidos: más allá de guionizar, editar y diseñar han llegado a arremangarse para lijar los escenarios y ponerlo todo en su sitio con una dedicación envidiable. El reflejo de tanto trabajo es evidente en pantalla: resulta muy loable que con cierto límite de medios hayan conseguido construir un mundo ficticio identificable y de un empaque tan preciso. Y es que casi todo lo referente al apartado técnico y de diseño —ya desde el detalle de la propia tipografía creada para la serie por Octavio Pardo— se antoja sobresaliente, algo sorprendente para una producción a pequeña escala. El tándem sonido/banda sonora forman una parte muy potente y de marcada personalidad en la obra y, al mismo nivel, se sitúan otros apartados como la fotografía —con planos que dan la sensación de haber sido milimetradamente estudiados—, edición y puesta en escena general, incluida la forma de aprovechar ese reducido escenario de bunker-hotel que parece construido por el minimalista arquitecto del Cube de Vincenzo Natali.
En la parte menos buena descubrimos que es en el propio argumento donde Human Core renquea y donde quizá llega a requerir más del espectador. Si bien los primeros capítulos gozan de interés gracias a la inquietante figura —algo clásica en los futuros ficticios distópicos— de un presentador del show que dictamina sin pudor la felicidad de su público y teniendo el añadido de que la trama de los episodio se anuncia construida alrededor de experimentos científicos reales —el experimento de Milgram, por ejemplo, es básicamente el primer capítulo—, según avanza la serie el atractivo inicial se diluye acercando el conjunto más al video arte (con pasajes pausados y reiterativos) que a la estructura narrativa de una serie al uso. Incluso despegándose un poco del paralelismo explícito con los experimentos reales. Detalles estos que parecen intencionados y planeados por los propios creadores a la hora de ofrecer su visión de la historia. Goza, a pesar de todo, de eventuales despuntes interesantes, como el final del capítulo Frustración donde el destino forzado (y de aires al Stanley Kubrick más mecánico) que sufre la protagonista pasa a convertirse directamente en el del propio espectador sin que él mismo se lo espere o pueda evitarlo.
Human Core se plantea como un proyecto curioso que puede presumir de una factura técnica impecable y cuya propuesta argumental arranca bastante bien en los primeros capítulos para debilitarse durante su recorrido hasta desembocar en un tramo final menos seductor que el inicial. Y sobre todo es una obra donde resulta innegable el mérito de Manfred e Iturria para atreverse a llevar a cabo una apuesta arriesgada y conseguir lograr un resultado con un acabado profesional.
Los capítulos de Human Core pueden verse en su página oficial: http://xtvlblocs.cat/humancore/
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