Ciencias Faster than light

The songs of distant Earth

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En una red intergaláctica cada nodo está fuertemente conectado con sus vecinos. La conexión directa es más débil a medida que los nodos se alejan, pero después de un cierto tiempo todos los nodos están conectados asíncronamente entre sí. Mike Olfield suena en Terra X, pero la música de la Tierra distante (the songs of distant Earth) no llegará a la colonia hasta dentro de mil años.

A estas alturas, espero que todo el mundo esté de acuerdo conmigo en que, si la velocidad de la luz no puede superarse, viajar por la galaxia es complicado. No es imposible, sin embargo. A velocidades próximas a c una civilización —mucho más avanzada que la nuestra— podría, concebiblemente, explorar su barrio estelar, digamos que hasta un radio de algunos cientos o quizá miles de años. Por poner un ejemplo concreto. Si dispusiéramos de la tecnología para viajar a velocidades cercanas a c y quisiéramos explorar los planetas descubiertos recientemente en órbita entorno a la estrella Kepler-20, situada a unos 1000 a ños luz de la Tierra, y una nave zarpara mañana rumbo a ellos, nos costaría 2000 años recibir la primera señal de nuestra misión (el milenio que necesita la nave para llegar a Kepler-20 y el milenio que necesita la señal de radio para volver). O en otras palabras, si la nave hubiera zarpado en tiempos de Jesucristo, estaríamos recibiendo ahora la señal de ”hemos llegado”.

Un radio de 1000 años luz es la centésima parte de la longitud de la galaxia, pero da bastante de sí. La densidad de estrellas en nuestra región es del orden de 0,01 por año luz cúbico. El volumen de la esfera que podría explorar una civilización capaz de viajar 1000 años luz es (4/3) × π × r³, donde r es el radio de la esfera. Como r =  1000(10³) años luz entonces r³= 10 elevado a 9 (mil millones) de años luz cúbicos y el volumen que obtenemos, aproximando π ∼ 3, es de 4 × 10 elevado a 9 años luz cúbicos. Si ahora multiplicamos por el número de estrellas por año luz cúbico (0,01) nos sale la friolera de 40 millones de estrellas. Mucho que explorar.

Posiblemente las civilizaciones no se expanden de golpe, sino que lo hacen poco a poco, a lo largo de siglos, o quizá milenios, colonizando primero su sistema solar (volveremos sobre el tema) y expandiéndose después hasta las estrellas vecinas. En un radio de cien años luz de nuestro planeta hay 40000 estrellas. Concebiblemente alguna de ellas puede albergar planetas habitables a unas pocas decenas de años luz de la Tierra. Es posible entonces (en principio) viajar a estos y también establecer una red de comunicaciones. Si la siguiente colonia más allá del sistema solar (llamémosle Terra I) está, digamos, a 50 años luz, cada intercambio lleva medio siglo, con lo cual dudo que Twitter tenga realmente un mercado interestelar. Pero aún así resulta posible una red de comunicación asíncrona, pero continua. Si los colonos de Terra I envían todos los  días un informe, los habitantes de la Tierra lo reciben también diariamente, eso sí, con medio siglo de retraso. Los habitantes de Tierra se enteran cada lunes de lo que pasó en Terra I medio siglo atrás y viceversa. Si hubiéramos enviado las primeras canciones de los Beatles a Terra I, les estarían llegando ahora.

La fórmula es bastante aceptable. El mundo de 1962 no eran tan diferente del mundo de 2012, así que la comunicación entre la Tierra y su colonia, una vez que se digiere el retraso inicial  —cada uno de los que se comunica existe en el pasado del otro— podría ser bastante fluida y productiva. Junto con las noticias se intercambiarían descubrimientos, modas, tendencias filosóficas y culturales… en resumen, los dos planetas seguirían unidos formando parte de una civilización terráquea expandida.

Desde Terra I podría partir una nave a colonizar Terra II, a otros 50 o 100 años luz de distancia. Los comunicación entre Terra I y Terra II sería similar a la que existiría entre la Tierra y Terra I. Terra II también hablaría con Tierra, pero las noticias empezarían a ser un poco remotas en ambas direcciones. Si el Titanic se hubiera hundido en Terra II en 1912, las noticias nos estarían llegando ahora.

Así que la civilización se extiende como una red que se va expandiendo. Cada nodo está fuertemente conectado con sus nodos vecinos y la intensidad de la conexión va decreciendo a medida que aumenta el número de nodos intermedios. Los habitantes de Terra X posiblemente no envíen directamente se ñales a la Tierra, demasiado distante (y por tanto demasiado remota en el pasado), pero aún así, Tierra sabe de ellos, ya que Terra X se comunica con Terra IX que al comunicarse con Terra VIII envía un resumen de lo que está pasando en Terra X. Terra VIII a su vez cuenta a Terra VII lo que pasa en Terra IX y en Terra X y así sucesivamente. Finalmente las noticias llegan a Tierra. Con mil años de retraso en el caso de Terra X y con 50 o 100 años en el de Terra I, pero todas a la vez. Es decir, a partir de un cierto momento, los habitantes de Tierra tienen un flujo continuo de información de Terra X… o de la Terra X que fue mil años atrás.

La red de comunicaciones no es lineal, claro está. Desde Tierra y a un radio de 10 años luz tenemos acceso a 40 000 estrellas. Si nos instalamos en el uno por mil de estas, la primera generación de colonias, Terra I, tiene 40 nodos. Una vez que nos hayamos expandido hasta un radio de 1000 años luz, con 4000 millones de estrellas a nuestra disposición, el número de nodos, si mantenemos un uno por mil de colonizaciones es de 4 millones. Llega un momento en el que, utilizando el mecanismo que hemos descrito, todo el mundo sabe de todo el mundo. El sistema recuerda a Internet, excepto por su naturaleza asíncrona. Cuando observamos el cielo estrellado vemos una superposición de pasados, ya que la luz que nos llega (a la vez) de estrellas situadas a distintas distancias salió de esas estrellas en tiempos diferentes. En la futura civilización que estamos considerando, cada vez que encendiéramos la radio oiríamos las voces superpuestas de muchos pasados.

Mientras escribo estas líneas oigo las risas de mis hijos, jugando en el cuarto de al lado. Imagino un transmisor que las envía en este preciso momento hacia las colonias que ya existen en mi imaginación. Cuando los habitantes de Terra I oigan reír a mis hijos, ellos ya andarán rondando los sesenta. ¿Qué sentirán los habitantes de Terra X cuando les oigan?

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7 Comentarios

  1. Pingback: The songs of distant Earth

  2. Le llamaríamos «no-do» a estas transmisiones entre nodos?

    http://www.youtube.com/watch?v=HYXnJHpKpdo

  3. Q conste que no me rio del artículo, me ha parecido fascinante con todas las letras. He pensado muchas cosas en relación a ese tipo de comunicación asíncrona (yo no habia acertado a denominarla asi) porque estoy escribiendo un texto de ciencia ficción y esta «paradoja» de la tardanza en las comunicaciones tiene mucho peso en mi historia, pues va de colonos la cosa. Y claro, dramáticamente tiene mucho juego recibir noticias de acontecimientos q han pasado hace mucho tiempo.

  4. Yo en cambio me he reído a gusto con tu salida del no-do… Suerte con ese texto de CF!

  5. Fascinante el artículo. Está claro que en un área del universo así colonizada la noción de presente cobraría un nuevo sentido, lo mismo que cuando uno mira al cielo y ve tantos «presentes» a la misma vez.

  6. Exacto, es un presente integrado que posiblemente nos convertiría en menos provincianos.

    En ese sentido, la restricción «hard» que algunos nos auto-imponemos (respetar en nuestras especulaciones las leyes de la física y la energética, de la energética aún hay mucho que decir) da lugar, curiosamente, a escenarios mucho mas ricos que la aproximación «soft». Si aceptamos que se puede viajar por el hiperespacio y comunicarnos en tiempo real con Andrómeda, sin darnos cuenta estamos forzando nuestra visión provinciana de la realidad…. inventamos el viaje espacial a velocidades translumínicas o aprendemos a comunicarnos en banda de neutrinos (de eso ya hablaré) y lo usamos para pelearnos con los Killingons o cotorrear de banalidades con Terra X?

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