Eros Ocio y Vicio

Pies, ¿para qué os quiero?

Fotograma de Les Amants de Louis Malle

«Pies, para qué os quiero si tengo alas para volar». Frida Kahlo

Paseando en verano es habitual ver un buen montón de pies… Delicados piececillos subrayados por elegantes sandalias de Gaultier, o infames peanas sudorosas cuyos pulgares asoman aprisionados por la tira de unas chanclas de playa. Incluso se puede uno topar con una de esas desconcertantes tiendas de ictioterapia donde una fila de pies en remojo es asaltada por peces devoradores de pieles muertas.

El verano es el momento ideal para ir descalzo. Me encantan los placeres sensoriales como pasear mis peludos pies de hobbit por las playas pedregosas de la Costa Brava, o remojarlos en la orilla del mar. Casi todo el mundo disfruta de la sensación placentera de un suave masaje en la planta de los pies… Y a veces la cosa va un poco más lejos: un fetichista de los pies sentirá excitación sexual al acariciar, lamer, chupar, cosquillear o besar los pies ajenos. No cualquier pie, por supuesto: no faltan los fans de los pies sucios, pero los más apreciados suelen tener curvatura elegante y buena pedicura. El pie no es una extremidad maloliente: ese es un prejuicio igual de estúpido que el que considera la vulva como órgano inmundo per sé. Un pie limpio no huele mal, unos genitales limpios tampoco.

El fetichismo por los pies (odio el cacofónico término podofilia) es particularmente frecuente en varones: circulan por Internet listas más o menos fiables de famosos con afición por los pies, desde Elvis Presley a Enrique Iglesias, Dostoyevsky o Andy Warhol, que conservaba un pie humano momificado entre sus trastos. Por supuesto, también hay mujeres que encuentran sexualmente estimulantes los pies y los zapatos, aunque el fetichismo podal femenino es un fenómeno aún poco estudiado, quién sabe si por influencia freudiana.

Fotografía de Alberto GarciaPara Sigmund Freud el pie es un símbolo del pene. Quién lo hubiera imaginado, ¿eh? En una nota escrita en 1910 Freud explica la podofilia sosteniendo que el pie representa “el pene de la mujer, cuya ausencia impresiona fuertemente”. En Fetichismo pone el ejemplo de un niño que ve por primera vez los genitales de su madre e interpreta la desconcertante ausencia de pene como una amenaza de castración. Para contrarrestar ese peligro, el crío se negará inconscientemente a aceptar ese vacío, adoptando como sustituto del pene materno lo último que hubiera visto antes de posar su mirada en ese traumático coño. Zapatos, pies, lencería: “la elección tan frecuente de piezas de lencería como fetiche se debe a lo que se retiene en ese último momento del desvestirse en el que todavía se ha podido pensar que la mujer es fálica”.

Lo lamento por los psicoanalistas clásicos que me estén leyendo, pero como explicación siempre me ha parecido poco convincente. Nunca he comulgado con la descripción freudiana de los genitales femeninos como un vacío, una ausencia, un tubo, un pene castrado; una visión que desprecia e ignora la vulva o el clítoris… Pero ese es tema para otro artículo.

Probemos con otro acercamiento: si el pie no simboliza un pene… ¿Qué simboliza?

El pie es el reflejo del alma

 «Soy ciertamente tu Señor, así que quítate los zapatos». Corán, Ta Ha 20:12

Muchas confesiones religiosas han exigido tradicionalmente descalzarse y realizar los ritos sagrados con los pies en contacto con el suelo. Pitágoras aconsejaba a sus discípulos que se quitaran las sandalias para ofrecer sacrificios a los dioses, y Moisés se acercó descalzo a la zarza ardiendo. El razonamiento parece ser no ensuciar con el polvo del camino los lugares sagrados, aunque me queda la duda razonable de si no será peor el remedio que la enfermedad en caso de llevar los pies muy sucios (y aquí me vienen a la memoria los tomates calcetineros de Paul Wolfowitz en una mezquita turca).

PiesPara los pies sucios hay un rápido remedio… lavarlos. En Oriente Medio el pediluvio se consideraba un deber de cortesía: tradicionalmente, el anfitrión recibía a sus huéspedes ofreciéndoles agua para que se lavaran los pies. En Lucas 7, 37-38 se cuenta cómo una pecadora (léase «prostituta») se arroja a los pies de Jesucristo para limpiarlos con sus lágrimas y secarlos con su propio cabello. La mujer «besaba sus pies y los ungía con ungüento», en una escena algo turbadora que oscila entre la humilde adoración y la podofilia sagrada. Como nota lateral: a raíz de una confusión del papa Gregorio en el siglo VI, se identificó a esta «pecadora» con María Magdalena, que de prostituta no tenía nada. Hay quien ve en esta maniobra un intento de desacreditar a Magdalena como predicadora para limitar el papel de la mujer en la Iglesia primigenia…

El propio Jesucristo dio muestras de humildad lavando los pies a sus discípulos tras la Última Cena. De esa escena siempre me ha hecho gracia la reacción de Simón Pedro, que aprovechó para pedir sin éxito que de paso le lavaran manos y cabeza. Tras los doce pediluvios, Jesús sentenció: «si yo, el Señor y Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros«; una hermosa comunión de pies limpios conocida como mandatum. Otras tradiciones como la hindú no llegan a tanto: para mostrar respeto les basta con inclinarse y tocar el pie en un gesto llamado pranāma.

Sucios o limpios, para muchas religiones los pies son un símbolo del alma, la base que mantiene erguido el cuerpo físico del mismo modo que el alma soporta el cuerpo astral. Esta asociación explica que existan tantos seres demoníacos representados en el folklore con pies deformes (¡las tradicionales pezuñas diabólicas!) o incluso invertidos: tanto el dios azteca del inframundo Xolotl como el vampiro femenino indio Pichal Peri o el duendecillo brasileño Curupira son representados habitualmente con los pies apuntando hacia atrás, lo que ponía comprensiblemente de los nervios a cazadores y rastreadores. Las huellas tienen su propio poder: la madre del fundador de la dinastía Chou se quedó embarazada al pisar una huella dejada en la roca por un dios.

Resumiendo: descalzarse es señal de respeto, lavar o tocar los pies es muestra de humilde adoración y el pie en sí mismo simboliza la base del alma. Necesitaremos más datos para entender la sexualización de los pies: tras la religión, acudamos a la ciencia.

Fotografía de Alberto Garcia Alix 2

El pie como insospechada fuente de placer

 «El pie humano es una obra maestra de ingeniería y una obra de arte». Leonardo Da Vinci

En 1950 un neurocirujano llamado Wilder Penfield empezó a practicar cirugías cerebrales a pacientes epilépticos. En este tipo de operaciones indoloras el paciente permanece consciente: debe ser una sensación extraña tener levantada la tapa de los sesos mientras un cirujano trastea con tus pensamientos. Penfield tomó nota de qué reacciones producía la estimulación eléctrica de diversas áreas del cerebro, y con esa información trazó un mapa del córtex somatosensorial, una franja de la corteza cerebral que procesa los estímulos procedentes de cada parte del cuerpo. La representación gráfica de este mapa es el homúnculo de Penfield: un gracioso monigote gracias al que se puede comprobar que las manos y la boca acaparan la mayor parte del córtex. Hablar y tocar parecen ser las especialidades humanas.

Todos los pacientes analizados por Penfield fueron hombres, una lamentable omisión corregida por Barry Komisaruk en un memorable experimento reciente: analizando las respuestas cerebrales de once mujeres mientras se masturbaban, pudo mapear en el córtex las zonas correspondientes al clítoris, la vagina y el cuello uterino.

Fotografía de Lucien ClergueAnalizando el mapa se observa algo significativo: las áreas cerebrales dedicadas a los pies y a los genitales están una al lado de la otra. Y aquí entra en escena el neurólogo Vilayanur Ramachandran, que con su estudio sobre el dolor de los miembros fantasma llegaría a conclusiones sorprendentes. Tras la amputación de una parte del cuerpo, la zona correspondiente del córtex cerebral deja de recibir información de esa extremidad, pero muchas veces sigue activa, haciendo creer al cerebro que el miembro amputado («fantasma») sigue ahí. Además, esa área del córtex suele acabar siendo reutilizada por las zonas adyacentes. Por ejemplo, al amputar una mano, la zona del córtex correspondiente se ve invadida por la más cercana, la de la cara. Así, estimular la cara del paciente hace que se alivie el dolor de la mano fantasma.

¿Qué consecuencias tiene que la zona adyacente a los pies en el córtex sea la de los genitales? Para empezar, que las reconexiones cerebrales tras una amputación son desconcertantes. Ramachandran narra cómo varios pacientes con un pie amputado refieren no solo haber aumentado la intensidad de sus orgasmos, sino también sentir placer sexual procedente del pie fantasma. En otro caso, un paciente al que se le tuvo que amputar el pene refiere cómo al cabo de un tiempo empezó a experimentar fuertes orgasmos cuando su esposa le masajeaba y lamía los dedos de los pies.

Para Ramachandran, esta plasticidad cerebral ayuda a explicar el fetichismo por los pies también en casos sin amputación alguna. Con un entusiasmo contagioso, sostiene que «tal vez todos tengamos un cierto cortocircuito entre estas zonas cerebrales, lo que explicaría por qué nos gusta tanto que nos chupen los dedos de los pies». A un amigo mío fetichista de los pies le fastidia una interpretación tan poco mística, pero a mí me hace gracia tanto que cada cual tenga su propio cableado cerebral de zonas erógenas como que los pies sean tan propensos a dejarse estimular.

Pero es inevitable preguntarse: ¿no será todo más sencillo? ¿No será que visualmente los pies pueden ser muy bonitos a pesar de su injusta mala fama? Tras el psicoanálisis, la religión y la ciencia, le toca el turno al arte.

El pie considerado como una de las bellas artes

Imagino que la diosa del Amor ha descendido del Olimpo para visitar a un mortal. Para no morir de frío en nuestro mundo moderno, envuelve en pieles su cuerpo sublime y se calienta los pies en el cuerpo prosternado de su amante”. Leopold Von Sacher-Masoch

En mis primeros años universitarios, un amigo me pidió que escribiera un guión para su primer cortometraje. Como siempre me ha fascinado el bondage, escribí una historia que empezaba con la protagonista medio desnuda y atada a la cama… Y como nadie del equipo de rodaje sabía manejar cuerdas, me ofrecí voluntario para atarla y desatarla en cada escena. El corto fue un fracaso, pero yo me lo pasé muy bien.

Fotografía de Elmer BattersLa moraleja es que para un cineasta es fácil disfrutar de sus fantasmas eróticos a la que sea un poco espabilado… Y Quentin Tarantino, entre otras muchas cosas, es un tipo listo. Reconocido fetichista de pies, el director se las ha arreglado para incluir planos de delicados piececitos femeninos en todas sus películas. Los momentos más recordados son el diálogo sobre masajes en los pies de Pulp Fiction, los obsesivos primeros planos del pulgar de Uma Thurman en Kill Bill y, sobre todo, la hipersexual escena de Abierto hasta el amanecer que Tarantino escribió para darse un homenaje: una bellísima Salma Hayek bailando con una pitón albina (¡mujeres y serpientes!) y embutiéndole el pie en la boca al propio Quentin en una peculiar forma de servir alcohol. No es la única vez que el director ha sido visto bebiendo de pies o zapatos ajenos: aquí podéis verle tomando champán a sorbitos de unos Louboutin.

Aunque ya décadas antes de Tarantino los amantes de los pies bonitos habían podido disfrutar de escenas tan inolvidables como el arranque de Lolita de Stanley Kubrick, con esa delicadísima y amorosa pedicura… En la versión de los noventa también vemos en varias ocasiones a la Lolita interpretada por Dominique Swain vacilarle a Jeremy Irons utilizando como arma sus sensuales piececillos. Otras veces, el fetichismo se ha usado como alivio cómico: me vienen a la memoria esta hilarante escena con las botas de Jamie Lee Curtis en Un pez llamado Wanda, el baboso papel de Chris Elliott en Algo pasa con Mary o toda la subtrama del “pisoteador de Baltimore” en Polyester, de John Waters.

En España tenemos a Luis Buñuel salpicando sus películas con referencias podófilas y fetichistas: los botines de piel que despiertan la pasión de un anciano en Diario de una camarera, la pierna amputada de Catherine Deneuve en Tristana (una presencia espectral que obsesionó a Hitchcock), y por supuesto las escenas de dominación y sumisión de la hermosísima Belle de jour. Aunque el cineasta español fetichista por excelencia fue sin duda Luis García Berlanga, cercano al mundillo del sadomasoquismo y reconocido fetichista del zapato de tacón: los botines, en particular, le sugerían agradables fantasías de dominación femenina. En sus películas los fetichismos aparecen como guiños más o menos explícitos (la Bárbara Rey masoquista de La escopeta nacional, la colección de zapatos de Gurruchaga en París-Tombuctú), o como parte central del guión en Tamaño natural, un estudio de los mecanismos del fetichismo y sus peligros en caso de obsesión.

Fotografía de Nina LeenEn 1999, Berlanga instituyó el Premio a la Mujer Mejor Calzada de España, entregado desde entonces en el Museo del Calzado de Elda. El trofeo es un zapato de tacón de aguja con alas (lo que vestiría el dios Mercurio si quisiera travestirse), y ha caído en manos, o más bien en pies, de mujeres tan dispares como Ana Rosa Quintana, Anne Igartiburu, Paz Vega, Marta Sánchez, Terelu Campos o Esperanza Aguirre (!).

En fotografía el primer nombre que viene a la cabeza es el de Elmer Batters, un genio especialmente activo durante los cincuenta y sesenta con muchísimo ojo para retratar piernas, pies y zapatos. Desgraciadamente en esa época pacata su fetichismo no fue comprendido, y como muchos otros fotógrafos de la época, sufrió el acoso de la justicia bajo acusaciones de perversión y obscenidad. Batters nunca entendió el porqué de tanta persecución: para él su atracción por los pies era limpia, lírica y sencilla. En sus propias palabras: “las piernas están para andar, bailar y amar. Pero también se dirigen a quienes se sienten fascinados por ellas, en un lenguaje tan elocuente como la poesía”. La mayor parte de su vida Batters pasó relativamente desapercibido en círculos artísticos, poco dados aún a bucear en la iconografía fetichista, hasta que en los noventa el avispado Benedikt Taschen publicó los recopilatorios From the Tip of the Toes to the Top of the Hose y Legs That Dance to Elmer’s Tune, que descubrieron al público la enorme calidad de sus fotografías. Más vale tarde que nunca: desde entonces su trabajo se ha expuesto en galerías respetables de Nueva York, Rotterdam, París o en el IVAM valenciano.

Otros fotógrafos han retratado pies, piernas y zapatos con maestría, aunque no de forma tan dedicada y meticulosa como Batters. A mí me gusta especialmente Nina Leen, una de las primeras fotógrafas de Life, que en sus retratos de mujeres americanas siempre prestó especial atención al calzado… O la fotografía erótico-podofílica de Lucien Clergue, o el talento avasallador de Helmut Newton y sus supermujeres vestidas solo con tacones. En España tenemos a Alberto García-Alix, un grandísimo retratista que siempre se ha sentido cómodo con las sexualidades alternativas. O, en estilos más abiertamente fetichistas, fotógrafos como Antonio Graell y popes del porno sadomasoquista muy aficionados a los pies, como el mítico José María Ponce.

Ilustración de Franco SaudelliEl sadomasoquismo erótico y el fetichismo por los pies se han entendido siempre muy bien. Y es que ante unos pies bonitos el fetichista no tiene por qué sentir solo el impulso de acariciarlos y lamerlos, sino también atarlos (como muestra Ipe Ray), azotarlos con una técnica llamada bastinado, hacerles cosquillas… Los fans del cosquilleo se hacen preguntas intrigantes cómo qué pasaría si se le hacen cosquillas a una bibliotecaria descalza, un escenario tierno y cruel (¡debería reírse pero no puede!) emparentado con el #readingissexy.

Casi todos los dibujantes de cómic erótico han representado pies apetecibles, especialmente los habituales de la temática sadomasoquista. Así a vuelapluma me vienen a la cabeza los taconazos de Guido Crepax en Histoire d’O o las preciosas botas altas habituales en Gwendoline de John Willie. Sin embargo, si hay que destacar un dibujante podófilo en particular, la elección está clara: Franco Saudelli. Este ilustrador italiano, habitual en magazines eróticos de los noventa, se especializó en dibujar damas en apuros bien atadas, casi siempre con sus delicados piececillos flexionados y a la vista.

Traigamos referencias literarias: evidentemente, uno de los principales fetichistas del pie es Leopold von Sacher-Masoch, que elevó a categoría de arte el acto de postrarse rendido y humillado a los pies de una mujer triunfante. También hay que mencionar al novelista francés Nicolas Edme-Retif, cuya pasión pionera por el calzado femenino hizo bautizar como retifismo a la adoración por los zapatos. Pero de quien querría hablar aquí con más detalle es del escritor, pintor y grabador polaco Bruno Schulz, cuyos textos delicados y pesimistas he admirado siempre muchísimo. Su recopilatorio de grabados El libro idólatra, publicado aquí por Maldoror Ediciones, es una intrigante maravilla. Sus imágenes expresionistas convierten el fetichismo en un ritual religioso en que la mujer-diosa es adorada por una multitud de hombres deformados y goyescos, alguno con los rasgos del propio Schulz. Estas femme fatales inalcanzables dejan sin embargo accesible una parte de su cuerpo: los pies que atraen al idólatra con un magnetismo erótico irresistible. Una estúpida disputa entre dos oficiales nazis le costó la vida a Schulz en 1942: espero que la diosa le haya acogido en su seno. O a sus pies.

Ilustración de Bruno Schulz

El pie es un caramelo cuyo envoltorio es el zapato

Envíame tus zapatos, ya desgastados de tanto bailar, para que tenga algo tuyo que estrechar contra mi corazón”. Johann Wolfgang von Goethe

Que el Príncipe no fuera capaz de reconocer a Cenicienta por la cara sino por la forma en que encajaba su pie en un zapatito de cristal siempre me ha resultado sospechoso de podofilia… Y tampoco acabo de entender por qué esos zapatitos no volvían a ser costrosas sandalias campesinas al llegar la medianoche. Sea como sea, hay muchas más versiones del cuento de Cenicienta que la insulsa de Perrault adaptada por Walt Disney: la historia es un antiquísimo arquetipo materializado en narraciones chinas, hindúes o egipcias con pocas cosas en común más allá de la intervención salvadora de un simbólico zapato como forma de identificar a la protagonista. En la versión de los hermanos Grimm las hermanastras de Cenicienta llegan a mutilarse un par de dedos y cortarse el tendón de Aquiles para encajar el pie en el zapato de marras, adelantándose un par de siglos a las operaciones de cirugía estética e inyecciones de bótox en los talones que se hacen hoy en día las fans de los Jimmy Choo con pies poco aptos para los tacones kilométricos.

Pies 2Y es que los zapatos de tacón tienen una innegable belleza que los convierte en fetiches eróticos por derecho propio, pero también resultan peligrosos para la salud si se llevan en exceso. Llevar taconazos constantemente puede provocar deformidades (juanetes, dedos en martillo), dolores crónicos o problemas en los tendones. De todas formas, basta con alternar los tacones con calzado plano durante al menos un tercio del tiempo que se permanece de pie para que el riesgo disminuya enormemente. Muchas mujeres que conozco hacen algo parecido: empiezan la noche llevando zapatos de tacón de aguja, pero traen bailarinas en el bolso para cambiarse a partir del momento en que los taconazos duelen demasiado o se vuelven incómodos.

La dificultad para caminar y el hecho de que los tacones resulten dolorosos los convirtió en enemigos naturales de la segunda ola del feminismo, allá por los setenta. Su tesis era que más que objetos embellecedores eran instrumentos de tortura creados para subordinar a las mujeres y objetificarlas ahogándolas en un canon de belleza opresor. Abundaron las comparaciones con la costumbre tradicional china de vendar y deformar los pies femeninos, un procedimiento horrendo y literalmente nauseabundo sobre el que prefiero no hablar. La feminista Germaine Greer llamaba a este tipo de zapatos “fuck-me shoes” o zapatos-fóllame, un semichiste que hizo bastante fortuna (una canción de Amy Winehouse se llama Fuck-me pumps, donde pumps es otra forma de llamar a los zapatos de tacón).

Más recientemente surgió con fuerza un feminismo sex-positive menos tremendista, en que los taconazos se usan en su justa medida como herramienta femenina de autoafirmación… Y la justa medida aplica aquí no solo a la necesidad de alternar tacones con zapatos planos, sino a casos como el de Carrie Bradshaw en Sexo en Nueva York, que sin ser millonaria acumula centenares de Manolo Blahniks y Jimmy Choos a unos 400-500 dólares de media por par. Esta tendencia a coleccionar zapatos como quien acumula conservas antes del apocalipsis no es exclusiva de personajes de ficción: es conocido el caso de la ex Primera Dama filipina Imelda Marcos, alias “Mariposa de Acero”, que al huir del país rumbo a Hawai en 1986 dejó tras de sí 1060 pares de zapatos de lujo. O, en una nota menos criminal, es bonito comprobar el orgullo con que la bailarina de neo-burlesque Dita von Teese muestra su colección de zapatos, muchos regalo de Christian Louboutin en persona.

Modelo Luca GadjusEl fetichismo del pie puede resultar difícil de comprender al primer vistazo, pero el gusto por los zapatos de tacón es bastante autoexplicativo sin que Freud identifique el tacón con un sustituto del pene. Una mujer con tacones parece más alta y de piernas más largas, y adopta una postura erguida que subraya las curvas del cuerpo y hace destacar pantorrillas, nalgas y pechos. La forma de caminar se vuelve más sinuosa y, según los cánones occidentales, elegante y seductora. El tamaño del tacón influye en el resultado: los taconcitos de 4 cm apenas alteran el paso, mientras que caminar con tacones de aguja de 13 cm sin plataforma es un reto complicado.

Los tacones de más altura son ya puramente decorativos o se emplean en el mundillo BDSM. Por ejemplo, las ballet boots están diseñadas específicamente para fantasías fetichistas: taconazos de 18 cm o más, junto a un empeine curvado que fuerza la postura en punta de las bailarinas. Se usan por placer estético o como restrictores de movimiento (una forma de bondage, atentos al candado), no tanto para caminar… Aunque hay modelos fetichistas, como Maisumi Max, capaces hasta de bailar con estas botas puestas. En uno de esos curiosos cortocircuitos entre el mundo del sadomasoquismo y el de la música pop, varias cantantes han llevado estas botas de ballet en sus vídeoclips: Beyoncé en Green Light, Pink en U and Ur Hand o Christina Aguilera en Hurt.

Y es que los zapatos de tacón son un icono sadomasoquista natural. Una de las imágenes tradicionales de la dominación femenina muestra a la Dómina pisando el cuerpo rendido del sumiso con sus afilados tacones, sea amorosamente o con mala idea en un enérgico trampling. El equivalente más cercano intercambiando los géneros sería el del fetichismo por las botas militares o de montar, también extendido aunque no tan frecuente. Y la fantasía desbordante propia del BDSM permite diseñar zapatos surrealistas, como esta maravilla que convierte a quien lo lleve en un dócil pequeño pony.

Sea como herramienta del agradablemente perverso mundo del sadomasoquismo, sea como accesorio de moda transformador del cuerpo y los andares, el zapato de tacón es un punto focal de atracción del deseo y una encarnación del eterno femenino. Y despediré este podófilo artículo con una muestra reciente de su poder icónico: para promocionar el blu-ray de Cenicienta, en Disney le encargaron a Christian Louboutin que creara un par de zapatitos de cristal. Aquí podéis ver el resultado: una curiosa mezcla de las características suelas rojas de los Louboutin con la etérea y vagamente cursi imaginería disneyana. Unos zapatos pensados para que cualquiera que se los ponga se convierta automáticamente en princesa…

Y si luego esa princesa clava el tacón de cristal de Swarovski en la espalda de su príncipe azul ya no lo sabremos, aunque podemos imaginarlo.

Fotografía de Kevin Hayes

 

 

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18 Comentarios

  1. Un artículo brutal no, lo siguiente. Si ya era bueno, con la mención a «Un pez llamado Wanda», en la que estaba pensando desde que empezó el artículo, me has conquistado del todo.

    Bienvenido otra vez, has vuelto por la puerta grande.

  2. Un artículo:

    ¡Soberbio! ¡Atractivo! ¡Envolvente!

  3. Kartoffelmensch

    Bravo.

    Te ha faltado aquella de la Ilíada: «sus pies no tocan el suelo pues camina sobre las cabezas de los hombres.»

  4. Álvarez

    No hay que olvidar a Robert Crumb. Dentro de sus múltiples parafilias nos podemos encontrar también la de los pies.

  5. Pingback: Hay que joderse - Blog tentacular de Josep Lapidario

  6. Los pies son hermosos, los zapatos de tacón, repugnantes.

  7. Benito Quell

    Tan solo una apreciación: Luis Buñuel tendría esa fijación festichista que dices, pero la pierna amputada en «Tristana» se debe a que la película es una adaptación de la novela de Galdós (genial pero incomprendida en su tiempo y mejor que la película).

    Un saludo.

  8. MonikaMM

    Madre mía Articulazo!!! Tengo k volver a leerlo y recrearme en cada alusión,cada cita,cada referencia…
    Dios como echo de menos a piesdehobbit…a él le gustan más los calcetines que los tacones…

  9. Gracias, por el artículo, completísimo, resuelve muchas de mis dudas, y sobre todo, resuelve, que soy normal con cierta preferencia sobre adorar unos pies femeninos, blancos bien cuidados, a lo cual siempre me dio pena que me descubrieran, y me catalogaran negativamente,

  10. A los 5 años, me ponían a lavarle los pies, a mi 2a, hermana, en la tarde noche, que llegaba de trabajar, ella tenía 16, años, y gracias a Dios, empezó a trabajar, ya que éramos 9 y solo ella y la 1a, lo hacían, los demás, que podían, salían a tratar de traer dinero a la casa, creo que en esa época, se acostumbraba, lavarse los pies en la noche, por eso yo lo hacía para que descansará, no recuerdo si a la primera, otro de mis hermanos lo hacía, lo que si es que me gustaba hacerlo, y al parecer a ella también. Ya qué se los lavava, besaba, lamia, les daba masaje, se los arreglaba, casi les hacía, pedicure, y de premio, mientras cenaba, yo estaba abajo de la mesa, besandolos acariciando los, etc, que yo recuerde, nunca me lo impidió nadie, o sea que era común lo que hacía, y claro, a ella le gustaba, me premiaba, indicándome que me tirara al piso y me pisaba con un solo pie, lo cambiaba, y me pisaba con el otro, al poco tiempo, le jalaba sus pies para que me pisara con los dos pies, en verdad no me dolía, desde luego, era delgada, y muchos decían que muy bonitas, dormían en una cama ella y otra hermana, 2 años menor, o sea de 14, años, eran muy friolentas, y cuando querían me dormía, en su cama, a sus pies, para calentarselos, porque yo siempre traía mi cuerpo calentito, y así se los calentaba, me los ponían en la cara el cuerpo, claro al moverse dormidas, me pateaban, y así de repente ya atendía a las dos, limpia mis zapatos, pintarme las uñas de x color, limalos para suavisarlos, ponmelos, no mejor otros, dales masaje, estos otros zapatos, los limpias, que queden como nuevos, puedes, olerlos, y limpiarlos con tu lengua, ya me voy tirate al suelo, bésame los y para que te pise, portate bien, como me gustaba, atenderlas, no recuerdo cuánto duró, pero fácil fueron, 3 años, después ya no hacía tantas cosas, pero, casi toda la Primaria, aunque sea les limpiaba sus zapatos, les daba masaje, les pintaba las uñas, ya no estaban mucho tiempo en la casa, y cuando podía, me arrojaba a sus pies y se los besaba lamia, pero era poco tiempo, me ponía en el suelo por donde pasaban y a veces me pisaban, rápido, y a veces si me recorrían la espalda, por lo qué no se cómo pero empecé a besarselos, a mi maestra de 4o año, dos amigas de la vecindad, de mi edad, bien bonitas y una amiga de mis hermanas,

  11. Existía en la vecindad, una amiga, de mis hermanas, que en su casa tenía televisión, era la única que tenía,y un domingo, fuimos muchos niños a ver un programa y pagábamos, 10 centavos, para entrar, nos sentábamos en el suelo, alrededor de sus pies, los tenía tan bonitos, sus uñas de color rojo obscuro, qué yo no veía la televisión, se dio cuenta y, cruzó la pierna, y su piecito, sin sus zapatillas, me quedó casi en boca, se lo besé, se rio, y seguí besándoselo, me puso el otro y se los chupaba, la mía, y jugaba conmigo, me dijo, dame masaje, de plano me senté enfrente, de ella y, así lo hice, mis amigos volteaban, y no les interezaba, terminó el programa, se fueron yo me quedé, a sus pies, y hacia lo que me decía, lamemelos, chupame mis deditos, acuéstate, boca arriba, lambe la planta de mis pies, calientamelos, habré la boca, mete mi pie, pintarme las uñas, ya vete, te espero mañana, antes, acuéstate boca abajo, me pisó con un pié, la espalda, y la cabeza y ahora ya eres mi sirviente, y yo tu Ama,

    • Mi Jefa qué les he platicado, en un articulo, anterior, qué no trabajaba y yo hacía, todo a cambio de que me dejara, adorarla, me pidió ir los sábados, llegaba a su casa, a las 7 am, tenía yo llaves, y mi obligación, hera, sin despertarla hacer todo el quehacer, sacudir barrer, trapear, aspirar, lavar su ropa, limpiar sus zapatos, preparar el desayuno, jugo, café, pan tostado, huevos al gusto, preparar la tina para el pedicur y demás antes de las 10 am, a esta hora tocaba una campanita, y acudía yo a hincarme a los pies de su cama, le gustaba estirar sus pies para que se los besara, y lamiera, si despertaba de malas pues me regañaba y pateaba la cara, claro estaba acostada y no pateaba duro, se sentaba en la cama y le daba masaje y besaba sus pues le ponía sus pantuflas rojitas de medio tacon cuadrado, destalonadas, normalmente se me paraba en el pecho y cara, y la seguía al comedor le servía su desayuno, y lo que dejaba, lo bajaba al suelo y me lo comía, claro previo haberlo, pisado, se divertía dandome los sobrantes con sus deditos, la seguía a la sala le llevaba su café y le empezaba a hacerle el pedicur, le suavizaba sus pies, de asperezas con una lima, y todo el polvito qué salía, me dejaba lamerselo para que no se ensuciara la alfombra, a mi me sabia riquísimo, no se a que, los metía en la tina del pedicur, con agua calentita, le arreglaba sus uñas, y se las pintaba, eso si yo escogía y llevaba el color, entonces me dejaba tomar el agua con la que le lave sus pies no tenía jabón, qué rica sabía, y mientras se le secaban, me acostaba a sus pies, me los subía en la cara pecho y me daba instrucciones, del trabajo que quería qué hiciera el lunes aunque a veces lo hacía ahí acostado con sus pies en la espalda, en agradecimiento,, me pizaba, para darme masaje, qué rico, me caminaba por toda la espalda, y la cabeza y luego todo el pecho y cara metiendo su piecito en mi boca, le encantaba qué le lamiera la planta de sus pies, o pararse en mi cara y contar cuanto aguantaba si quejarme, si aguantaba 20,ya me dejaba, pero yo hábilmente me quejaba a los 18 y otra vez, empezábamos, le daba masaje con fresca pie, y se quedaba dormida, pero hasta que ella me decía que me podía ir me hiva, y ya veía el lunes en el trabajo

  12. Mi maestra de 5 año, yo creo era super rica porque, estaba muy bonita, rubia, delgadita, su ropa muy bonita, hermosa de pies a cabeza, sus pies tan bonitos, sus uñas pintadas de rojo, zapatillas de tacon mediano, rojas, fui el primero en llegar al salón y me puse a limpiar su escritorio, borrar el pizarrón y en ese momento llego, me pregunto mi nombre, y me dijo que si había limpiado y porque, le dije que eso me ordenaron en mi casa, y que me pusiera a su servicio y órdenes, se sentó y me apresure a poner sus cosas, saque sus zapatillas de descanzo, se las iba a poner pero mejor le empecé a dar masaje, bese sus pies, y me dijo siguele, se los lami, chupe, sobaba cuando llegaron algunos compañeros, yo seguí a sus pies dándole masaje, paso lista, y me senté en mi silla abajito del escritorio, la verdad me pasé viendo sus pies, salieron a recreo, pero a mi me pidió quedarme y me dejó, besar, lamer masaje sus pies, mientras ella dormitaba, me pidió ponerme de alfombra, y subió sus pies en mi pecho y cara, así nos encontró otra maestra que vino al salón, le preguntó que porque estaba yo así y le dijo que yo sólito me ofrecí, entonces ya otra maestra me dijo que se los besara a ella si no me causaría, pero como estaba también bien bonita, luego luego me arroje a sus pies y se los besaba lamia, pero como estaba parada, me piso, sentí tan rico que no dije nada, me dijo que si no me dolía, le dije no a ver has dos lagartijas hice tres porque deberás parecía niña de 15 años, yo era el más grande del salón parecía de secundaria así que siguio pisandome se sentó y le di masaje, bese sus pies, chupe sus deditos, y se fue, mi maestra, también me piso, y en la salida, me dejó sus zapatillas para que al otro día se las trajera bien limpias,
    pisandome, me pidió ponerme boca arriba, y sigui pisandome, hasta la cara

  13. Leí en un artículo, que besar los pies de una mujer, significaba, adoración total, quererla mucho, recocerla como algo muy amada, en otro leía que, una mujer que tenía la fortuna de tener por pareja, a un adorador de pies, es como tener la seguridad, que nunca la Iván a engañar, que sería algo bueno porque, siempre sería amada, y tendría a alguien siempre a sus pies, Afortunadamente, independientemente, de todas las actitudes que viví, antes de cazarme, tuve la fortuna de qué mi esposa Amada, no sólo me entendía, y me complacía, sino qué le gustaba, él segundo día que la conocí, fue porqué regrese a mi colonia, y calle, después de 3 años de no pararme por ahí, a saludarlos, ya que yo me había cambiado, a otra colonia, junto con mi familia, estaba una nueva vecinita una joven cita, preciosa, de 17, años, platicando con todos, me la presentaron, y no se como, pero regrese al otro día, y toqué en su casa, me reconoció, y pase, me senté en un sillón puso un disco, y me llamó la atención, que traía, unas sandalias blancas, descubiertas de pata de gallo, sus uñas pintadas de rojo, y dos anillos, en sus deditos de los pies, no se que dije, pero de repente me puso su pie en el pecho, me quedé impactado, lo movió hasta quedar en mi boca, bese su sandalia de inmediato, se la quite y bese su pie, le lami su planta del pie, me lo puse en la cara, le estaba chupando sus deditos y lo bajó al suelo, me arroje, también al suelo, puse mi mano para que no pisara él piso, y ya estaba yo a sus pies, besándoselos , lamiendolos, etc, hasta ahí hablo y me dijo te gustan, respondí, si si, bueno ponme mi sandalia, me la puse en la cara, metió su pie, y me piso suavemente la cara, parate me indico, y seguimos platicando quien era que hacía, etc tenía 2 días de conocerla, la invite a tomar una nieve y nos salimos, empecé a invitarla, los fines de semana, a todo al cine, teatro, cenar, pasear, a la feria, yo tenía, 3 trabajos estaba terminando mi segunda carrera, y buscaba cualquier momento para estar con ella, a veces entre semana, pasaba a verla ya noche, saliendo de la Universidad, su Mamá, trabajaba de noche, y sólo estaba su Abuelita, a los 15 días, le pedí fuera mi novia, y acepto, estaba sentada en una orilla del sofá, con sus hermosos, pies, arriba, paso su Abuelita, oyó, y me dijo, pero si la quiere, como lo sabría, tienen poco tiempo, en vez, de contestarle, tome los pies de mi novia, y delante de su Abuelita, se los bese, ella se rio, y mi novia, me los dejó en la cara le chupe sus deditos, se los lami, y me inque, entonces su Abuelita me aceptó, los fines de semana, llegaba temprano para ayudarla, a hacer el quehacer, para que pudiera, salir, y terminar su tarea, entonces yo hacía todo el quehacer, mientras le llevaba café o le compraba algo, también me apuraba y me metía abajo da la mesa y me dejaba darle masaje lamer sus piecito me los ponía yo en la cabeza, la cara, se los arreglaba, limaba asperezas, le pintaba sus uñas,, una vez, entró su hermano, y se quiso burlar de mi, pero ella me pidió lamerselos, chuparselos, me los puse en la cara, se paro en mi y le dijo, ve como me quiere, me pare y lo agarre le dijo te molesta, la verdad yo sabia pelear y no era muy pasiente, lo empuse, casi se cae, y espantado me dijo no hay muere,, y se salió, en la calle yo era no dejado, crecí en uno de los peores barrios de la ciudad, así que algunos de mis amigos, se molestaron, porque había regresado, y tenía a la muchacha más bonita, así que, me agarre con 2 de mis amigos, a veces escuchábamos discos y mientras subía sus pies en el sillón y yo los acariciaba besaba, todo en mi pecho, llegaban amigas de ella, y me seguía poniendo sus pies, yo gustoso, continuaba y ellas se reían y escuchaba que le decían oye si que te quiere, quieren que lo pise, miren me dijo, se me cayó mi anillo abajo del sillón, me agache tire al suelo, y entonces se me paro en la espalda, yo oía sus rizas, y no me movía, una de ellas me preguntó no te duele, no nada, entonces hice 5 lagartijas, con mi novia parada en mi espalda, se sentó en el sillón y me puso a darle masaje en sus pies, de ahí, yo aprobechaba, cualquier oportunidad de besarle sus pies, en el coche, me los ponía en la boca mientra yo manejaba, en los semáforos, los movía más y algunos transeúntes, nos veían, y se reían casi siempre o nos felicitaban, en las fiestas abajo de la mesa me los subía, en el parque me pisaba, nadando, me gustaba sumergirme, y que se parara en mi hasta que yo aguantaba la respiración, en las fiestas procuraba, sentarme a sus pies, yo la atendía en todo, como su sirviente, a veces se animaba, y me subía los pies en mis piernas, escuchaba yo murmullos de mira ya le subió los pies, le comentaba y fingía que se había torcido el tobillo, entonces, me ponía a sus pies a darle masaje, y le daba besitos, casi siempre se reían y le decían que yo la quería mucho, solo su Mamá, un día me vio, besarse los, y se enojó mucho, diciéndonos que a ella también se los besaban, nunca supe ni me interezo, yo le hacía el pedicur, y me dejaba pintarlo las uñas del color que yo quisiera, y me dejaba chupara el polvito que salía con la Lima y limar le sus asperezas en los talones, o en la planta de su piecito, no sabía a nada, le compraba a mi gusta sus sandalias, de todos colores y anillos para sus deditos de sus pies, le ponía 3 en cada pie y una esclava de oro en su tobillo, la verdad es que tenía unos pies hermosos, blancos, sin ninguna imperfección su arco pronunciado, sus dedos perfectos, delgados, tenía 17, años, y yo 25, jugué fútbol americano, frecuente, los gimnasios, clases de boxeo, de barrio, Bravo, pero eso sí estudiaba y trabajaba, y educado, con muchos principios y valores, media 1 metro, 83, centímetros, ella delgada pesaba 52, kilogramos, hermosa hermosa, hermosa, nunca se enojaba, excelente carácter, todas y todos la querían, nos casamos teníamos, 2 hijos, en casa yo hacía el quehacer, sobre todo los trabajos duros, la cocina, el techo muebles los baños a conciensa, el jardín el estacionamiento, etc en las noches, llegaba yo y ella recostada, cansada, le subía su café, y mientras platicábamos le daba masaje a sus pies con frescapie, se los besaba acariciaba, arregla su esmalte, y la atendía en lo quería, hacia yo un poco de ejercicio, abdominales, lagartijas, etc, a veces se paraba en mi espalda y hacia yo lagartijas, le daba las gracias, y me pizaba la cara para que besar sus pies, cada mes le trai flores, le compraba, cosas chocolates anillos pulseras, pequeñeces, eso sí la trataba como mi novia, le habría la puerta, la cuidaba mucho, salíamos a cenar comer fiestas, paseos, reuniones, etc,, nunca nos engañamos, gritamos, ofendimos, felices 40 años, me encantaba fines de semana, me daba masaje sobre todo en la espalda pisando me y se oía, como me acomodaba los huesos, una delicia, para darme más gusto me pisaba todo el cuerpo, la cabeza, boca arriba, la cara, calzaba de 3, y mi cara era del tamaño de su pies, le lambia sus pies, me lo metía en la boca y yo lo tomaba y metía rápido y lo mas que podía, también le pedía que pisara con zapatillas de tacón, deberás no me dolía, y me encantaba sentir el tacon en la espalda la cabeza, el pecho, la cara, dormía a sus pies, cuando tenía frío y con mi cara y cuerpo le calentaba los pies, cuando trabajaba, y era jefa, buscaba yo la forma de ir a su trabajo meterme abajo de su escritorio y estaba adorando sus pies, procuraba que sus subordinados, no se dieran cuenta, y entraban y salían y no notaban que estaba yo besando sus pies, nos daba mucha risa, en fiestas de amigas envidiosas que nos veían tan felices, siempre se sentaba en la orilla de un sillón y yo me sentaba a sus pies como su esclavo, la atendía, le servía, le acercaba todo me mandaba, con mucho gusto, y en algún momento, le dolía su tobillo, yo como estaba a sus pies, rápido le daba masaje y se los besaba, si confieso, que una vez un payaso se enojo y grito que si no era yo hombre, que las mujeres están para atendernos, y no al revés, ya sabrán me pare nos salimos, le puse una tranquiza, se fueron el y su esposa, y los que nos quedamos, me felicitaban, a veces llegaba yo antes que ella, y me gustaba, porque ponía café, y la esperaba en la puerta de la casa, entraba le quitaba sus zapatos, se los besaba y le ponía sus pantuflas, se subía a recostar le subía su café y le daba masaje, platicando de todo yo incado a sus pies, madajeandoselos, me dejaba hacer de todo calentaba leche y se la echaba en una tinta a sus pies, ya que se empezaba a enfriar la lamía y me la tomaba como gato, con sus pies adentro, o le quitaba su zapato tomaba vino en el o Tequila, en ellos, le gustaba que le diera masaje en su cuerpo de pies a cabeza, con guantes, exfoliadores, después crema frotando sobando, en la playa me encantaba tirarme en la arena y para no quemar sus pies, se me paraba, en el cuerpo para no quemarse, siempre me ponía de banquito, si no alcanzaba, al subirse aún caballo subir algo al Closet, etc al comprarle zapatos yo se los escogía, se los probaba, quitaba ponía, y delante de la vendedora, se los besaba, en los viajes en los hoteles, en la cama me daba masaje, pisando me, casi siempre traía sandalias y como yo le arreglaba sus pies y les ponía anillos, me daba gusto, ver como, hombres mujeres voltea ban a verlos, de lo precioso que estaban, ya sea uñas color, rojo, intenso, guindas, o color uva, que hermosos, pero ya he platicado con Psicólogos, y Tanatologos, para aclarar si solo estaba yo enamorado de sus pies, o de ella y han concluido que de ella, pero con un amor tan intenso, que además, a mi gustan los pies de la mujer, y ella al tenerlos tan hermosos, tenía yo todo, y además a ella le agradaba que yo se los besara y todo y eso acresentaba que me quisiera, desde que murió no he buscado a otra mujer, porque para mí fui, inmensamente, feliz y nadie como ella, si he platicado con otras mujeres y no se burlan de mi vida y opinan que ojala a ellas les pasara algo similar si opinan y las gustaría que sus esposos o novios les besara los pies

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  15. Mi Jefa qué les he platicado, en un articulo, anterior, qué no trabajaba y yo hacía, todo a cambio de que me dejara, adorarla, me pidió ir los sábados, llegaba a su casa, a las 7 am, tenía yo llaves, y mi obligación, hera, sin despertarla hacer todo el quehacer, sacudir barrer, trapear, aspirar, lavar su ropa, limpiar sus zapatos, preparar el desayuno, jugo, café, pan tostado, huevos al gusto, preparar la tina para el pedicur y demás antes de las 10 am, a esta hora tocaba una campanita, y acudía yo a hincarme a los pies de su cama, le gustaba estirar sus pies para que se los besara, y lamiera, si despertaba de malas pues me regañaba y pateaba la cara, claro estaba acostada y no pateaba duro, se sentaba en la cama y le daba masaje y besaba sus pues le ponía sus pantuflas rojitas de medio tacon cuadrado, destalonadas, normalmente se me paraba en el pecho y cara, y la seguía al comedor le servía su desayuno, y lo que dejaba, lo bajaba al suelo y me lo comía, claro previo haberlo, pisado, se divertía dandome los sobrantes con sus deditos, la seguía a la sala le llevaba su café y le empezaba a hacerle el pedicur, le suavizaba sus pies, de asperezas con una lima, y todo el polvito qué salía, me dejaba lamerselo para que no se ensuciara la alfombra, a mi me sabia riquísimo, no se a que, los metía en la tina del pedicur, con agua calentita, le arreglaba sus uñas, y se las pintaba, eso si yo escogía y llevaba el color, entonces me dejaba tomar el agua con la que le lave sus pies no tenía jabón, qué rica sabía, y mientras se le secaban, me acostaba a sus pies, me los subía en la cara pecho y me daba instrucciones, del trabajo que quería qué hiciera el lunes aunque a veces lo hacía ahí acostado con sus pies en la espalda, en agradecimiento,, me pizaba, para darme masaje, qué rico, me caminaba por toda la espalda, y la cabeza y luego todo el pecho y cara metiendo su piecito en mi boca, le encantaba qué le lamiera la planta de sus pies, o pararse en mi cara y contar cuanto aguantaba si quejarme, si aguantaba 20,ya me dejaba, pero yo hábilmente me quejaba a los 18 y otra vez, empezábamos, le daba masaje con fresca pie, y se quedaba dormida, pero hasta que ella me decía que me podía ir me hiva, y
    la veía el lunes en el trabajo, esto duro como 2 años, después se fue, pero seguido me habla para que vaya a atenderla,

  16. Mi mejor amigo un día fue a mi casa,y me encontró,besando y lamiendo, las pantuflas de mi hermana, que era mayor que yo, por 10 años, tenia 2 unas blancas, con medio taconcito cuadrado,de un tira algo gruesa al frente, y unas rojas, le estaba limpiando las blancas, le explique lo que hacia, y en eso llego mi hermana, lo vio y lo puso a limpiar las rojas, que traía puestas, mi amigo sin nunca hacerlo, se puso a hacerlo, solo que ella no se las quito y así, sentado a sus píes, se los besaba,lamía, chupaba, se recostó en la cama y nos dejo limpiándolas, al rato se sentó y nos pidió qué le diéramos masaje,uno en cada pie, luego nos pidió,besarse los chuparle sus deditos, le pusimos los blancos y nos corrió,no sin antes como sirvientes tirados en el suelo, besarselos y nos fuimos a su casa, llegamos y de repente su Mamá, nos pregunto donde estábamos, mi amigo le platico lo de mi hermana, y curioso,porque el también tiene una hermana de la edad de mi hermana, incluso son amigas, todavía no terminaba, y su Mamá me llamo y me pidió que se los besará, me tire en la alfombra, le empecé, a besar y lamer sus pies, y su hermana se lo pidió a el , y así les dimos masaje les chupamos sus deditos, nos acostamos en la alfombra y jugaban poniéndolos en la cara en el cuerpo, metiéndolos en la boca, su Mama nos platico que de chiquita, llamaba a sus criados, y los pisaba,ya que ellos se lo pedían ,con zapatos o descalza, eran tres y les caminaba, por la cara el cuerpo, qué siempre le gusto mucho hacerlo, y entonces me piso, todo el cuerpo y la cara muy suavecito, a que rico sentía, y no la dejaba que se bajara,de lo rico que sentía, esto casi era diario ,y los sábados, nos enseñaron a hacerles el pedicure, y ver la televisión, acostados en la alfombra con sus pies enzima de nosotros, listos para servirlas en lo qué quisieran, traerles un café, tener sus pies en la cara, esperar el besamelos, o limpia mis sandalias con la lengua, a mi me gustaba,que si algo hacia mal o le gustaba, le pedía perdón invado, con las manos atrás, me daba 10 cachetadas, y le besaba sus manos 20 veces por si le dolían

  17. Tenia como 7 meses buscando trabajo, ya que el anterior hubo ,recorte de personal y salimos como 60, empleados, por fin me llamaron de una empresa, para una puesto que tenía yo mucha experiencia, me presenté el primer día, con la Jefa, que me toco, una mujercita, muy joven,hermosa,muy blanca de pelo negro,facciones muy finas,súper distinguida, ropa finísima, en fin me preguntó muy pocas cosas ,y eso di me advirtió que había muchísimo trabajo, que ella quería resultados rápido ,me entregó proyectos que tenia que resolver, y que ya me llamaría, eran 7 proyectos , me llamaba cada rato y en forma muy grosera, me exigía resultados, sobre todo no me daba tiempo y yo creo le daba coraje, que tenia yo 2 carreras, y ella supe no se había titulado, me echaba en cara,y decía no que ud mucha experiencia y estudios, cómo al 4 día me llamo, me pidió avances , se los entregué, y sin leerlos de inmediato los tiro al suelo, y gritándome, me ordeno recoger mis porquerías, que ella quería el trabajo ya nada mas para firmar, y entregar, me inque a sus pies para recogerlos, puse mi mano en el suelo y me la piso, a qué hermosos pies,blancos pintadas sus uñas de rojo obscuro casi guinda, si ningún defecto, súper arreglados, zapatillas de una sola tirita ,tacón mediano cuadrado, color rojo, me seguía insultando, y noto que yo estaba, fascinado, con sus pies, lo noto y subió su pie a mi boca, de inmediato lo bese , y lo bajo al suelo, yo me arroje a sus pies,y se los besaba,lamia, acariciaba, y me pregunto qué si me gustaban ,dije ,si si si, y negoció, conmigo que me dejaría, a cambio de que yo hiciera todo el trabaja y solo en las mañanas le entregaría, lo que tenia que entregar, además, le Platicaría, lo que tenia de decir y hacer, esto mientras, ella lo leía y yo le daba masaje, diario, y podía estar a sus pies, besándoselos, o lo que yo quisiera , o ella quisiera ella no trabajaría, yo haría todo pero podía disfrutar sus píes, y además, yo seria su sirviente esclavo, de inmediato acepte, y entonces se paro en mi me camino, todo el cuerpo, la espalda, la cabeza, me voltie, boca arriba y igual me piso todo le gusto pisarme, la cara, descalza,y con zapatillas, a que delicia,yo creo pasaba menos de 50 kilos, yo como 85 0 90, jugué americano,media 1,92, así qué no pesaba, acepté, y así estábamos, me explico que mis compañeras de trabajo, puras mujeres, 8 no la obedecían y no hacían nada,así qué yo trabajaba al triple, pero para que no nos descubrieran , fingiriamos un día que en una junta de trabajo ella me regalaría,insultaría, y me correría, yo le suplicaría, que no me corriera, me arrojaría a sus pies, y se los besaría, ella incluso me retiraría mi cara, pateandome,yo llorando, le pedía otra oportunidad,que yo haría lo que me dijera, qué yo estaría a sus pies, accedió, y le pedí que me grabara, diciendo qué, por mi gusto, yo seria su sirviente, que le agradecía que me dejara besar sus pies, y que me tratara como sirviente,enamorado, que yo era masoquista, y le daba las gracias, por castigarme, me tire al suelo me piso le agradecí, y ahora cuando quería delante de todas, me ponía a besarle sus pies, tenia algunas amigas dentro del trabajo y cuando acudían a su privado, me llamaba para demostrarles ,como la obedecía, claro algunas le pedían ,que a ellas yo las adorará, y como les gustaba que les lamiera sus pies, que me pisaran, , eso si tenían que tener pies bonitos cuidados, me llamaba y me ponía de alfombra, y le gustaba jugar con mi cuerpo y cara, también me usaba de chófer y mientras yo manejaba, me subía sus pies a la cara y cabeza , también empezó a llamarme los sábados a si casa, ya les contare lo que hacia los sábados

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