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Sergio Rossi: «Hay una desconexión cada vez más grande entre nosotros y la naturaleza»

Sergio Rossi para Jot Down 0

Sergio Rossi (Barcelona, 1969) es doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad de Barcelona y desde 2007 es investigador en el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales (Universidad Autónoma de Barcelona). Especializado en biología marina y conservación ha participado en varias expediciones científicas que le han llevado a recorrer los mares y océanos del mundo, incluido el océano Antártico, California, Isla Reunión, Chile y el caribe mexicano. También es un gran divulgador y ha recogido sus experiencias en varios libros y numerosos artículos científicos en medios como Público, El País, Muy Interesante, Quercus e Investigación y Ciencia.

Nos encontramos con él en La Central del Raval aprovechando un fugaz viaje de ida y vuelta entre México y España para preguntarle sobre los océanos, la pesca y la Antártida entre otras muchas cosas. Sergio lo tiene claro, los humanos la estamos liando…

We are going to the collapse?

Esta frase la oí en un congreso internacional de ecología en 1998. No lo dudes lo más mínimo. El otro día lo hablaba con mi hermano. Acabo de llegar y creo que lo he perturbado [risas]. Me decía que se acaba de leer un libro, La sexta extinción (hay varios de este tipo); me dice que es muy bueno, muy didáctico, «es como el tuyo, muy ilustrativo. ¿Pero qué es lo que pasa? ¿Por qué no reaccionamos?». Y es que es cierto: los que estamos en primera línea de combate, en lo que es la frontera de los cambios del planeta, y entendemos lo que está sucediendo en muchos aspectos, nos estamos dando cuenta de que somos idiotas. Lo pongo muy suave en los libros, pero aquí te lo digo tal cual: he llegado a la conclusión de que somos profundamente estúpidos. A pesar de que se sabe que nos vamos al garete pero no ponemos remedio porque hay una desconexión cada vez más grande entre nosotros y la fuente: la propia naturaleza.

¿Se mueren los océanos?

No, no, para nada. Los océanos se transforman. Y la naturaleza tampoco se muere. La gente está muy equivocada con esto. La gente piensa que la naturaleza tiene problemas, que hay que cuidar a la naturaleza… Son chorradas. A la naturaleza no le pasa nada. Continuará cuando nosotros nos hayamos extinguido. Habrá otros tigres, otros rinocerontes, que no serán rinocerontes, serán otro tipo de animal que los sustituirá… Y no pasará nada.

Lo que ocurre es que está habiendo una profunda transformación que a nosotros nos afecta mucho porque dependemos por completo del océano para muchas cuestiones, entre otras, para la comida.

¿Existe realmente la «sopa de plástico» en el centro del océano Pacífico? Si mide 1.400.000 km2, ¿por qué no se ve por satélite?

El problema de los plásticos. Sí, existen estas manchas. Se centran en los giros, es decir, allí donde de alguna forma se paran las corrientes. Digamos que las corrientes hacen como una especie de giros y ahí se va reuniendo la porquería. Este es un problema muy real. Cuando estuve estudiando lo de los plásticos para el libro me sorprendí de la poca información que había. Antes era muy escéptico, pero conseguí unos artículos científicos de un grupo que se llama Algalita Marine Research Foundation que estuvieron haciendo una serie de mediciones. Esta es la poca información que en su momento recabé. Ahora se sabe que los plásticos están concentrados en determinadas partes y esas partes ya son absolutamente todas las partes; los plásticos han llegado a todos los elementos del ecosistema y la mayor abundancia se encuentra en los fondos, invisible a nuestros ojos.

Hay dos problemas con los plásticos. Uno es el problema de los grandes, que son los que ingieren las ballenas, los cachalotes, los pájaros… Luego están los plásticos que se fragmentan. Claro, los plásticos tienen una vida útil de cien, doscientos, quinientos años… El sol y la acción del agua hacen que se vayan convirtiendo en piezas cada vez más pequeñas. Hay lugares entonces, muy puntuales, en algunos sitios, donde puede haber tres trozos de plástico por cada animal vivo pequeño. Es muy bestia, los peces comen esos plásticos que son tóxicos y entran en la cadena alimentaria. Por tanto, está habiendo una pérdida de fauna, una pérdida de interacciones tróficas, es decir, de cadenas alimentarias espectaculares que, además, ni siquiera visualizamos.

¿Sabemos dónde están esos plásticos? ¿No se pude ir con una pala y recogerlos, por ejemplo?

Esa ha sido una de las propuestas: utilicemos los pesqueros que ya no están siendo útiles porque no hay pesca para recoger plásticos. Es una solución parcial. Porque lo primero que hay que hacer es una regulación de plásticos y dejarte de historias, que esos plásticos no lleguen al mar.

Es una de las contaminaciones, es cierto, más fáciles de controlar. Ahora bien, hay un problema con esto: junto a los plásticos hay animales. En determinadas zonas el impacto puede ser muy negativo. Aparte, la cantidad de plásticos que hay en determinadas zonas puede suponer que te lleve años y años limpiando.

¿Están los caladeros sobrexplotados? ¿Crees que hay especies marinas al borde la extinción por la sobrepesca? ¿Cuáles?

Sí. Las hay, claro. Sobre todo las que son más longevas. Son las que no tienen una capacidad de recuperación tan grande como para soportar la acción de pesca que estamos haciendo. El atún rojo, por ejemplo, que todo el mundo lo tiene en la cabeza. Pero hay otras especies, como la anchoa del cantábrico, que es una especie que en principio su estrategia de reproducción es de mucha producción de huevos… No están viviendo como los atunes que igual pueden alcanzar los veinticinco o treinta años. Viven mucho menos. Pero, claro, no pueden soportar la cantidad de toneladas que se están extrayendo de forma sistemática.

Hace poco salió un artículo donde otra vez se volvía a alertar de que estaban a punto del colapso en algunas zonas del Cantábrico.

Sí que hay especies que están al borde o han desaparecido desde un punto de vista ecológico, especies que ya no tienen ninguna función dentro del ecosistema.

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¿Cuál es el papel de la retención de dióxido de carbono de los bosques marinos en comparación con los bosques terrestres?

No se sabe. Este es el quid de la cuestión, es mi tema de trabajo. Así como en los bosques terrestres empezamos a tener muy claro qué es lo que está pasando, qué dan, qué no dan, cómo funcionan… Sobre el mar tenemos aún muchas dudas; la cantidad de bosques submarinos que hay superan seguramente con creces la cantidad de bosques que hay en tierra firme. Hay zonas inmensas de ese tipo de bosques que captan alimento y muchos de ellos lo retienen durante cientos y miles de años en estructuras calcáreas, incluso algunos más tiempo. No sabemos realmente cuánto están reteniendo, si es mucho, poco, cómo lo están haciendo exactamente. Tenemos nociones, pero no sabemos el impacto, así como sí lo sabemos en los bosques terrestres. Tendríamos que cartografiar el fondo del mar de verdad, en serio, para tener una idea.

¿Tiene que ser esa cartografía detallada, no vale vía satélite, no hay tecnología para hacerlo?

La tecnología existe, y cada vez es más sofisticada, pero el mar es, digamos, mucho más caro que la tierra. No hay invertido dinero suficiente. Ahora EE. UU., la Unión Europea, Japón, se están dando cuenta de que es necesaria una inversión mayor. Los técnicos y algunos políticos por fin se están empezando a dar cuenta de que necesitamos respuestas reales para poder protegerlo o para poder saber qué hacer.

¿Cómo afectan los parques eólicos marinos al ecosistema?

Los parques eólicos marinos pueden llegar a ser un problema cuando están mal planteados y cuando están puestos en zonas de aves migratorias. Por ejemplo, se discutió  mucho, y no sé al final qué ha pasado, un parque eólico delante de la desembocadura del Ebro. Es una zona importante de migración, un flujo de viento muy importante también. Digamos que en muchas zonas son incompatibles. Ahora bien, en mi opinión, si están bien diseñados no tienen por qué ser tan perjudiciales como se dice. Los que están en el mar del Norte, entre Alemania y la zona de Dinamarca, Gran Bretaña… hay algunos que están muy bien pensados, diseñados, se han hecho estudios ambientales durante diez años. Sí que seguirá habiendo pájaros que morirán por la acción de las aspas, pero no tan exagerado como para no poder plantearte el hacerlos.

Relacionado con lo que decías antes sobre la inversión, ¿sigue escondiendo misterios el océano (hic sunt dracones)? ¿Queda mucho por explorar?

Sí, queda muchísimo. Ahora te metes en YouTube y cada vez hay más robots submarinos, de repente te encuentras con animales submarinos que no entiendes, que no sabemos lo que son nosotros, los especialistas. Me ha pasado, en foros donde intercambiamos información, el encontrarme con un link de alguien que pregunta «¿qué es esto…?». Y te quedas mirando ahí una especie de masa gelatinosa que no tienes ni idea de lo que es. Te quedas fascinado durante diez o quince minutos y respondes: «No tengo ni la menor idea». Es algo, no es un alienígena, pero no sabemos qué es, no podemos saberlo. Y esto es bonito también, quiere decir que aún no hemos llegado a la frontera del conocimiento, que queda mucho por explorar.

Habrá muchas zonas sin explorar.

Muchas. Enormes. Tenemos un mapa completo de la Luna, de la superficie de Marte. De la superficie del fondo del mar marina hoy conocemos alrededor de un 4%. Piénsalo. Y estás en tu propio planeta.

¿Y a qué se debe esto?

Primero a que no lo ves. Y no te importa. Y, segundo, creo que el mar lo hemos utilizado siempre como un sumidero de porquería, por un lado; y por otro como un sitio para extraer proteína y alimento. Poco más. Nunca lo hemos visto como una parte esencial del funcionamiento del sistema. El otro día vi un pequeño vídeo que dura uno o dos minutos, Nature is Speaking, precioso. A Harrison Ford le toca el océano y dice algo que yo digo en mis libros: a la naturaleza no le importamos nada. Es como si el océano hablase y te dijera: «Estoy aquí desde siempre, tú no eres nadie, dependes de mí, y no lo has entendido, sigues haciendo el estúpido, y me da igual, porque tú te irás, y yo seguiré aquí».

¿Cómo es un día en Polastern?

Muy guapo, francamente. Es una experiencia muy bonita. Empiezas por la mañana muy temprano, te levantas sobre las seis y media o siete. Desayunas. Y luego te pones a trabajar directamente en cubierta, haces experimentos, o te dedicas a mirar los acuarios, a ver si tus animales están vivos… Toda la jornada transcurre intentando hacer un poco de todo. Tal vez puedas tener oportunidad de hacer fotografías, intentas  aprovechar el tiempo lo mejor que puedes, también interaccionar con colegas de otras ramas de la ciencia. Eso sí, son alemanes. Por tanto, horarios muy estrictos: desayunos a esta hora, si vienes más tarde no entras; esta es la comida, de once a once y media; y la cena de cinco a cinco y media. Si llegas dos minutos tarde te quedas sin cenar, aunque siempre hay una nevera para los rezagados.

¿Había muchos españoles?

Éramos nosotros básicamente. Del Instituto de Ciencias del Mar y de la Universidad Autónoma de Barcelona. Íbamos porque ir en el Hespérides está muy bien pero no llega a lo que podríamos llamar (que no es correcto, pero lo llamamos así) «Alta Antártida». Es decir, todo aquello que es impenetrable si no vas en un buque rompehielos. Nos convenía ir a zonas donde encontrábamos organismos que en otras zonas no era tan fáciles de encontrar. Y sistemas e interacciones animales que no iban a ser tan fáciles de hallar si nos movíamos solo en la zona más septentrional de la Península.

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¿Por qué vamos a la Antártida? Pregunta de arranque de tu libro Un viaje a la Antártida.

Sí, es una de las cosas… Voy dando charlas para intentar convencer a la gente de que es importante conocer el continente blanco. Vamos sobre todo por curiosidad. Pero debemos ir porque en estos momentos el reloj corre y la Antártida, aun estando muy lejos, es un termorregulador. En estos momentos está aguantando el embate del cambio climático. Se está fundiendo, pero se está fundiendo de manera más parcial y hay zonas donde incluso el  hielo está creciendo. Pero hasta cuándo. Necesitamos comprender, saber dónde está el punto de fractura donde el calor sea lo suficientemente alto como para que haya una fusión de parte de lo que serían los glaciares, pero ya de una forma más continua.

Esa inmensa masa de hielo, de momento, se mantiene. Y es la que hace que el nivel del mar no está subiendo lo que debería. Si se fundiese todo, que nunca pasará, la altura del nivel del mar podría subir unos setenta metros. No sería como en Waterworld, eso es imposible, pero sí esos setenta metros, que son muchos. Nueva York desaparecería. Las grandes metrópolis costeras desaparecerían. Se salvarían las que están más altas. La transformación sería impresionante. ¿Pasará? ¿No pasará? El nivel está aumentando. Por eso tenemos que ir a la Antártida. Tenemos que entender cómo funciona el sistema para intentar demostrar que hay que hacer algo para que no continúe así.

¿Qué es el frente polar? ¿Cómo afecta a las corrientes planetarias?

El frente polar es una corriente. Hay que intentar imaginársela como una cinta transportadora que hay alrededor de la Antártida y que va dando vueltas. Este frente polar lo que hace es que si te pasas de una determinada latitud, la temperatura pasa de 12º, 14º, 11º grados a ser, de repente, de 2º o 3º. Por eso se llama frente polar. Es una barrera física. Hay muchos organismos que no pueden pasar porque hace mucho frío.

Es como si de repente sales sin camiseta a una temperatura de -20º. No lo haces. Te quedas dentro de casa.

Esa corriente circumpolar de alguna forma aísla, entre comillas, el continente antártico. Por otro lado en la Antártida, parte de las aguas se enfrían y forman corrientes profundas que pasan por debajo y se distribuyen por todo el planeta, alimentando, por así decir, el resto de las corrientes del mundo.

Entonces, si esto cambia, si esa formación de aguas profundas frías cambia, todo cambia. Y todo puede cambiar un poco en reversa. Es decir, en estos momentos sabemos que si se fundiese todo el casquete de Groenlandia en el hemisferio norte, todo el hielo, al crearse una película bastante espesa de agua dulce y muy fría en la superficie se ralentizaría la corriente del Golfo y sería, entre otras cosas, lo que podría provocar una nueva glaciación. Ya ha pasado con anterioridad, y volverá a pasar.

Es decir, la gente se equivoca mucho cuando piensa que el cambio climático va a ir siempre hacia una temperatura más elevada, porque puede haber un momento en que de forma muy brusca, en catorce o quince años, la media baje de 12º a 3º grados.

Y ese es el problema. ¿Por qué? No sé si habéis visto mapas de la tierra en glaciación. Una inmensa capa de hielo que lo cubre todo. Eso no lo para nadie. Si realmente pasase, en un lapso de cien años sería imparable.

Es una posibilidad que está ahí. Y repito, ha pasado con anterioridad.

¿Es la Antártida el próximo destino turístico de aventureros ricos tras el Himalaya?

Ya lo es. Ahora están yendo desde treinta y cinco a cuarenta mil turistas al año. Es lo de siempre. Se intenta controlar para que sea lo  menos perturbador posible. Hay que decir que las personas que van a la Antártida están como muy concienciadas, van a puntos muy concretos que en algunos casos ya están degradados por su presencia. El problema es que estas personas, sin quererlo, llevan consigo especies invasoras, alienígenas. Traen semillas, insectos, virus, bacterias… que vienen principalmente de Sudamérica. La Antártida ha estado aislada durante mucho tiempo, los organismos no están acostumbrados a todo esto que entra de golpe. Ese es el problema más grave, no tanto la afluencia en puntos muy concretos que degraden una parte muy pequeña del territorio.

El tratado antártico es a priori inamovible aunque tú has comentado que empieza a haber movimientos silenciosos, ¿a qué te refieres exactamente?

Y no tan silenciosos. Ya no lo son. Recuerdo que un ministro de Australia dijo, básicamente, que «por qué tengo yo que mirar hacia otro lado lo que se está haciendo ya de facto en la Antártida si puedo ser uno de los mayores beneficiados». La explotación pesquera, por ejemplo, de forma ilegal, o de forma poco regulada.

Hay una serie de países que se están empezando a poner nerviosos porque, quieras que no, hay un tratado que en teoría la protege. Legalmente, como es de todos, cualquiera puede ir a explotarla. Y si tú tienes un buen bufete de abogados tú podrías ir y hacerlo. Lo que ocurre es que nadie lo va a hacer por el momento. Pero la presión de la sociedad al final te va a decir que necesitas el oro, el uranio, el petróleo, la pesca… porque necesitas mantener esto, esta especie de ritmo absurdo en el que estamos inmersos. Y muchos materiales se nos acaban. Es el último bastión. ¿Por cuánto tiempo? Pues creo que es en el año 2049 cuando, creo recordar, se renovará el tratado y posiblemente se pongan a repartir los recursos.

No es pesimismo, es realismo. Hay que intentar preservar este continente de alguna manera para, por una vez en la vida, hacer algo inteligente y coherente.

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¿Qué pasó en Larsen? ¿Dónde se prevé el siguiente colapso?

Está habiendo varios colapsos, no solo en la zona de la península, sino en zonas como el mar de Ros. Larsen es muy evidente porque desde el satélite se veía cómo colapsó totalmente la zona en muy poco tiempo. Desde mediados de los noventa hasta el 2000 toda una zona de hielo básicamente se fragmentó y gran parte desapareció. Lo que está pasando en muchas de estas zonas es que el hielo se está fundiendo a un ritmo mucho más acelerado de lo que sería esperable y todo aquello que estaba cubierto por hielo está quedándose expuesto a una nueva escena: otras corrientes, otro tipo de vida que están entrando… Y, sobre todo, parte de este hielo, el hielo terrestre, hace que suba el nivel del mar (recordemos que si es hielo marino no pasa nada desde un punto de vista de aumento del nivel del mar).

En la otra parte de la península antártica, lo que sería la parte oeste, que está menos explorada que la del este, está habiendo una serie de colapsos, glaciares que se están fundiendo a unos ritmos que ni los propios glaciólogos comprenden.

Pero has dicho antes que la masa se mantiene…

Si sumases todo, al final, el hielo que se funde en la Antártida y el hielo que crece en la Antártida, sería ligeramente negativo, pero no tanto como el Polo Norte, cuya dinámica es diferente.

En tu opinión, ¿aún es reversible el cambio climático?

No. Es decir, tal como estamos el cambio climático irá a más. Lo podemos ralentizar, por supuesto, mitigarlo, pero ya estamos encontrándonos con un problema grave de cambio climático. ¿Reversible? Todo es reversible, lo que importa son las escalas. Estamos cambiando en muy poco tiempo y estamos de alguna forma cambiando los flujos de energía y para que esos flujos vuelvan otra vez ha de pasar mucho más tiempo. Lo que ha cambiado en sesenta o cien años a lo mejor necesita veinte mil años para realmente volver a unos niveles más o menos aceptables.

El cambio climático tiene asociadas cosas buenas y malas. No es que sea totalmente negativo. Ahora bien, el problema es que yo creo que no estamos siendo conscientes ni estamos preparados para lo que implica el cambio climático, sobre todo para determinado tipo de  poblaciones que están empezando a formar inmigrantes ambientales, gente que ya no huirá por guerras o hambrunas, sino por inundaciones, profundas sequías o aumentos en el nivel del mar.

¿Y no somos conscientes por ignorancia o porque no nos importa?

Creo que no somos conscientes porque cada vez, como he dicho antes, estamos más lejos de la realidad que nos sustenta. No somos conscientes porque no hemos entendido que nosotros somos parte del sistema. Todo lo que nos rodea no es artificial. Todo sale de una fuente natural creada por un ser que está en la Tierra y que de alguna manera necesita de la Tierra para poder sobrevivir. Todo lo que creamos son estructuras, biomasas, etc., que nos sirven para vivir. No estamos siendo conscientes de que nosotros necesitamos acoplarnos a la naturaleza.

Solo digo una cosa: la economía tampoco va, es absurda; tiene un concepto básico que es el crecimiento continuo. Nada en la naturaleza tiene un crecimiento continuo. No existe esto; llega a un clímax y cae. El planeta es finito, los recursos son finitos y la capacidad de carga es finita. No hay mucho más que entender.

Lo que digo es que tiene que haber una reestructuración mental completa del uso de los recursos para que todos podamos sobrevivir de una manera digna, y teniendo iPads pero no uno cada año y medio, que no pasa nada si no renovamos el teléfono cada trescientos sesenta y cinco días.

¿Perturbación antropogénica o natural?

Hay una parte que es natural. Sin embargo la mayor perturbación del planeta en cuanto a emisión de gases de efecto invernadero (aparte de la que ya existía de forma natural y que nos ha permitido vivir) es principalmente antropogénica. En el último informe del IPCC del 2014, que salió hace poco, pone algo así como «estamos ya casi convencidos del todo de que la anomalía es antropogénica». Es decir, no se atreven a decir que lo es al 100%, solo un 99,9%. Y es bastante normal, si lo piensas, porque tienes una enorme cantidad de combustible fósil que se está poniendo en circulación a la vez. En mi opinión, es muy fácil de entender. Si tienes algo inmóvil durante decenas, cientos de millones de años y, de repente, lo pones en circulación… algo va a pasar, ¿no? Es bastante lógico.

¿Todo es responsabilidad de la emisión del CO2?

El cambio climático es culpa del CO2, metano, y otros gases que son de efecto invernadero.

Pero hay una cosa que quiero decir: ahora tendemos a echarle la culpa de todo al cambio climático, y eso es mentira. Hay muchos más problemas relacionados localmente con cambios, impactos directos, como puede ser pesca de arrastre, la tala masiva de bosques, los monocultivos, la expansión de ciudades…

Es como un cajón de sastre.

Sí, eso es.

¿Qué es el comercio de derecho de emisión? ¿Cuánto dinero mueve? ¿Hay una burbuja o está controlado?

No, no está controlado.  Es que, maldita sea, somos humanos y somos realmente impresionantes. De verdad. Haces una ley y hecha la ley hecha la trampa. Inmediatamente después de crear un marco en el que todos estamos de acuerdo ya hay alguien que quiere hacer una trampa. Y, claro, este es el drama.

Es un tema muy complicado de regular, de crear los mecanismos para que sea efectivo. Muy difícil. Así, países que contaminan «compran» tasas de carbono a países que no lo hacen. Y empieza un mercadeo que no lleva a ninguna parte.

¿Qué opinas sobre el reciente acuerdo entre China y EE. UU. sobre cambio climático?

No tengo mucha opinión. Sinceramente, no me lo he leído mucho. Lo que sí sé es que los chinos están desesperados. Hay varias cosas que no están funcionando, pero una de ellas es que en muy poco tiempo, aproximadamente unos veinticinco o treinta años, los chinos han conseguido autodestruirse como país desde un punto de vista medioambiental. De hecho, el próximo libro que me gustaría escribir va a ir de esto, sobre cómo se han autodestruido, porque tanto a nosotros como a ellos nos ha interesado. Ellos han encontrado el mercado perfecto para poder crecer, a costa de que han deteriorado su medio ambiente hasta niveles que no podéis llegar a imaginaros. Han hecho cosas increíbles: la presa de las tres gargantas, por ejemplo. Es una entre un montón. Hay tormentas de polvo que duran semanas, meses, porque han cambiado la calidad de los suelos y la climatología local. Han destruido zonas forestales inmensas. Cosas que no se saben. Yo estoy incorporando esta información porque voy poco a poco enterándome a través de literatura, blogs, artículos científicos, etc. Ellos mismos se han dado cuenta de que, claro, uno de los problemas más graves que tienen es que ellos mismos se están autodestruyendo sin darse el margen para  poder rehacerse de una manera digna.

Así, este tipo de acuerdos están bien. Que empiecen a hablar no solo de un beneficio económico. Pero es un camino muy muy largo.

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¿Cuándo nace tu interés por el mar?

Nace en Cadaqués, cuando yo tenía ocho o nueve años. Allí hay una bahía. Me metía muchas veces en el agua y daba la vuelta nadando. Ahora eso no se puede hacer, es imposible, porque está lleno de barcas. Nadaba desde una punta hasta la otra mirando el fondo del mar. Y me encantaba. Veía los peces… Queda muy cursi, pero es así. Es lo que me gustaba. Me pasaba horas en el agua. Salía con los labios violetas. Mi madre me pegaba unas broncas de tres pares de narices. Mi idea, poco a poco, era ser biólogo marino. Desde siempre.

Decía Jacques Cousteau que «La felicidad de la abeja y la del delfín es existir. La del hombre es descubrir esto y maravillarse por ello». ¿Qué parte de culpa tiene este famoso investigador en que desearas descubrir la biología marina y maravillarte con ella?

Mucha. Te acordarás de que lo daban en prime time. Ahora te dan Gran Hermano. Pero antes, creo que los domingos por la noche, daban El hombre y la tierra, Cosmos, de Carl Sagan… Me hice la colección de Jacques Cousteau. Era un hombre muy inteligente, supo, no nos engañemos, sacarle beneficio. Hizo un negocio que, en el fondo, lo piensas, y te dices: «Yo quiero un negocio así». Te das la vuelta al mundo varias veces, estás todo el día tomando el sol… pero, oye, supo transmitir.

En uno de tus artículos mencionas que tu contacto con el mar ha ido disminuyendo con el tiempo a modo de «sucesión natural» por las nuevas generaciones de investigadores, ¿volverán en algún momento de tu vida las largas jornadas bajo el agua?

A ver cómo os lo digo para que no quede muy mal… Creo que hay algunos que se dan cuenta y otros que no. Yo soy de los que me doy cuenta. Meterte en el agua con botella está muy bien, me ha encantado, he hecho muchísimo buceo profesional, mucha fotografía submarina, etc. Me sigue gustando muchísimo meterme en el agua. Ahora que estoy en el Caribe me meto cada semana de dos a tres veces, pero con el tubito y las aletas, sin botellas ni regulador. Es como uno pequeño revival. Cuando vuelva aquí o donde vaya intentaré mantener ese vínculo porque es el que te inspira… pero es que te ahoga la burocracia.

¿Qué es el ICTA?

Es el Instituto de Ciencias y Tecnologías Ambientales. Es un instituto muy interesante porque aglutina muchísimas disciplinas diferentes: gente que estudia ecodiseño, metabolismo urbano, o gente como yo que está estudiando biología marina y gestión de espacios costeros.

Ahora bien, como somos seres humanos, este es el problema de los espacios, por muy interesantes que sean, esta transversalidad no acaba de existir; cada uno se mete en su despacho, en su historia, y a pesar de que al lado puede tener un compañero que puede ser genial… pues o por pereza, o por vanidad, o por no querer quedar como un ignorante, no se sale del despacho.

De los artículos publicados en el ICTA, el primero en 2006 y el último en 2014 son sobre corales rojos, ¿son tus animales marinos favoritos?

Fue por obligación, en realidad. Se nos asignó un proyecto para ver cómo estaba el recurso. Es un animal precioso, fascinante, al que hemos maltratado mucho, como prácticamente la mayoría de los animales en este planeta. Es un animal este que ha tenido la capacidad de resistir el machacamiento humano que ha tenido después de miles de años de explotación.

Más de ochenta artículos científicos en tu CV, ¿conoces tu índice H?

Sí, conozco el índice de impacto de mis otros artículos científicos. Tengo el índice H de 21, que no está nada mal teniendo en cuenta que empiezo a ser citado en el 2002. Y además es algo que normalmente es exponencial. Lo que pasa es que para lo que sirve en este país… qué quieres que te diga.

Bueno, en Cataluña más, ¿no?

De alguna manera, sí. Pero si sigue la cosa así le quedan dos telediarios. Ahora es cuando se está empezando a ver la erosión. Cuando empezaron los recortes, hace cuatro o cinco años, no se veía igual. Ahora sí. Hay mucha gente que no está aguantando, que se está yendo. Yo estoy entre la gente más crítica. Estoy en México y, aunque no me quedaré aquí, no sé muy bien qué voy a hacer. Hoy he tenido la reunión con los vicerrectores y estoy muy contento, sinceramente. Porque hay mucha voluntad. Pero ellos mismos son conscientes de que la situación es muy complicada, tienes que adaptarte si quieres luchar por un proyecto.

Siguiendo con el tema de la divulgación, ¿en qué medio te has sentido más cómodo?

En el diario Público, donde Patricia Fernández de Lis, la redactora de ciencias, me dejó mucho margen de maniobra. Y también El País. Pero El País es mucho más difícil, más competitivo, va mucho más a la carta. En cambio, en Público me sentía muy cómodo. Luego hay revistas como Quercus donde estaba supercómodo, muy bien, Serra es un tío encantador que ha luchado por su proyecto toda la vida, pero yo me daba cuenta de que era un medio muy especializado. Se me estaban pidiendo cosas muy especializadas, y a mí me gustaba abrirme más. Público me dio carta blanca. Y estoy muy contento.

¿Qué consejos darías a un investigador novel que empieza su carrera en este país?

Ayer precisamente, viniendo para acá, estuve hablando con una persona que estaba haciendo la carrera. Uno: estudia lo que quieras, no lo que dice el mercado. Dos: no te pares en tu ciudad o pequeña o gran universidad; hay mucho mundo fuera. No lo digo porque tengamos que emigrar, etc. No. Lo digo porque, sencillamente, vale la pena. Yo he viajado mucho. Y es maravilloso. Conoce nuevas culturas, enriquécete, y, por supuesto, saca buenas notas. Porque si quieres ser investigador no tienes más remedio.

Luego, una vez que entras en el mercado, que no es la tesis doctoral, sino después, eres libre, empieza a buscar. Y ahí aconsejo que se vuelvan a ir. Seis meses, dos años o para siempre, fuera. Que exploren, que no se queden quietos.

En cuanto a los estudios oceánicos y climáticos, ¿en qué posición nos encontramos?

Creo que estábamos en la —más o menos— cola de primera división, y ahora ya hemos pasado a segunda. La gente sigue trabajando de forma excelente, pero cada vez con menos recursos y, por tanto, cada vez con menos oportunidades. En muy poco tiempo hemos hecho un retroceso bestial. Por desgracia, en mi opinión, va a continuar si no lo paramos. Porque por mucho que haya elecciones… depende de quién gane, se van a tomar un poco más en serio la cosa o no.

A mí una de las cosas que más me ha dolido fue cuando un colega holandés me dijo: «Ah, ¿pero algún día pensasteis que estabais haciendo ciencia vosotros?». Sí que es cierto que no tenemos la infraestructura mental, diría yo, para entender que la ciencia sirve para algo más que para que yo me lo pase bien porque había visto a Cousteau. Lo que yo puedo ofrecer de biodiesel, o de gestión de recursos marinos, para entender por qué estos bosques submarinos de corales y esponjas son sumideros de carbono, a la sociedad le repercute. Lo que pasa, y en eso sí estoy de acuerdo, es que tenemos que hacer un esfuerzo mucho mayor los científicos para transmitirlo. Por eso estoy obsesionado con la divulgación científica.

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Desde tu experiencia en Cancún gracias al contrato Marie Curie, ¿cómo se nos ve desde fuera?

En el caso de los mexicanos España es un referente. Pero es que está pasando una cosa muy curiosa. En el sitio donde yo estoy hay un montón de españoles que van a hacer tesis doctorales y trabajos posdoctorales. Yo estoy rodeado de españoles.

Esto lo están haciendo muchos países: bombear nuestra gente, nuestros especialistas. Hemos invertido millones en formarlos y ahora se van. Gente muy cualificada, muy buena. Mejores incluso que alemanes y demás. Tenemos mucha imaginación. Sabemos hacer cosas con una alpargata y un cordel. Un alemán es incapaz. Con todo el respeto, tengo muchos amigos alemanes.

Defiendes que para llegar a cualquier tipo de público (infantil o adulto) lo que se necesitan son historias, no rollos infumables. ¿Antes ficción que ensayo, o mejor un equilibrio gradual entre ambos?

Creo que es deseable que el que se dedique a esto intente hacer las dos cosas. Yo quiero continuar ahora con una novela juvenil. Los niños son lo más difícil, hay que llegar de otra manera, los estamos perdiendo a marchas forzadas. Pero hay que ir por etapas. Necesitas hacer un libro que sea una novela, que la gente se distraiga y al mismo tiempo vea que había cosas que no sabía, cosas que le interesan. Y que ese mismo lector u otros luego tengan la ocasión de penetrar mucho más en el tema. Y para eso están los ensayos.

De los libros sobre la Antártida y El planeta azul mi hermano mismo me lo ha dicho, «Tío, qué cantidad de datos pones. Me encanta, está muy bien, me los he leído, se entiende todo…». Hasta Antonio Muñoz Molina me hizo una crítica en Babelia muy buena. Pero son libros densos. Es complicado explicar tantas cosas. Una novela es más fácil: sexo, muertos, buenos y malos. Creas todo un entorno que lo que hace es distraer y, al mismo tiempo explicas un problema ambiental… Pero no funciona. No está funcionando bien. Funcionará cuando la gente se dé cuenta de que hay problemas que afectan a su día a día relacionados con el medio ambiente.

Tus dos novelas, Medusa y El cementerio de icebergs, son novelas escritas a cuatro manos con Toni Polo, ¿qué equilibrio aporta el que uno sea científico y el otro periodista?

Es genial. Porque el científico tiene un montón de palabrejas. Yo lo que hago es que hago la estructura de la novela, con todo lo que tiene que pasar y el contenido científico. Y Toni lo que hacía era escribir. Y, claro, lo bueno de esto es que Toni no es científico, y cuando no entendía algo venía y me preguntaba. Comíamos juntos, y le explicaba los términos de manera que él pudiese traducirlos y a la gente se le quedase qué era un «sinóforo» o el «fitopláncton».

¿En qué género te sientes más cómodo, escribiendo ficción o ensayo? ¿Qué te permite cada uno y qué te limita?

A mí me gusta contar historias. Me encanta. Si hay una cosa que tengo es imaginación. Entonces, la ficción me gusta mucho. Lo que pasa es que el ensayo me permite hacer libro de denuncia, más que la novela. Con la novela siempre te queda la duda de saber si la gente cuando acaba la deja en un estante y dice: «Bah, es ficción». El ensayo es cierto. Las dos me gustan muchísimo. Y los libros para niños, espero poder continuarlos. Lo que pasa es que es muy complicado, es un mercado muy difícil.

¿De dónde surge la idea de escribir esa serie de novelas infantiles sobre el Equipo Krakatek? ¿Requiere más esfuerzo este tipo de obra por tener que explicar de forma más amena ciertos conceptos científicos? ¿Esperas escribir más libros con estos protagonistas?

La idea surge porque en un momento determinado una editora nos pidió explícitamente que hiciésemos una serie de novelas infantiles para explicar fenómenos medioambientales. Lo hicimos a cuatro manos también. Le dije a la editora: «Dame un fin de semana». Y lo que hice fue hacer el guion de trece novelas diferentes. Y se lo presentamos. La mujer entusiasmada. Publicamos las dos primeras, esta mujer se fue a otra editorial, y se acabó, ediciones B ya no estaba interesada. Es lo que hay. Mala suerte.

¿Qué hay que hacer? Pues el problema es que los niños hoy en día, como somos animales visuales, lo que quieren es ver chorradas en YouTube, mis hijos los primeros. Leen, por suerte, pero también les gustan las tonterías. Entonces, hay que llegar de otra manera. El efecto visual es muy importante.

No sé si te pasa a ti. Yo trabajo treinta minutos y me agobio. Paro y me pongo en Facebook cinco minutos y miro qué has colgado tú, el otro, etc. Si me encuentro con un vídeo y veo que dura más de dos minutos ya no lo pongo. Estamos llegando a este nivel. Ocurre que hay vídeos de dos minutos que son geniales, que te transmiten.

Hay que meterles vídeos. Crear otras herramientas.

¿Qué libros recomendarías al que quiere empezar a aprender un poco más sobre lo que sucede en nuestros mares y océanos?

Había un libro de Cousteau, algo así como Los océanos… Es un libro muy simple, y está diciendo cosas que este hombre en aquel entonces ya veía y que hoy son perfectamente aplicables. No aparece el cambio climático porque en aquella época no había. Hay muchos. Libros de David Attenborough. Muy buenos. De Gerard Darrel, Silvia Earl y otros que también son muy buenos. Hay una literatura muy amplia. Sobre todo para jóvenes. Ahora bien, hay una carencia importante, no es fácil encontrar libros que te enganchen. Creo que la mayoría de los libros están dedicados a un público adulto.

¿Life acuatic o Moby Dick?

A mí Moby Dick me encantó. ¿Por qué? Bueno, los libros me gustan porque me gusta imaginármelos.

Pero como homenaje a Cousteau, ¿qué te parece Life acuatic?

Yo la vi, además con amigos. Mucha imagen, pero demasiada poca explicación. Eran imágenes impresionantes, fabuloso desde el punto de vista visual, pero a mí no me aportó nada. Eché en falta una historia.

Sergio Rossi para Jot Down 6

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20 Comentarios

  1. Pingback: Sergio Rossi: «Nos vamos al garete, hay una desconexión cada vez más grande entre nosotros y la naturaleza»

  2. Fantastica entrevista, interesante y didáctica. Solo un apunte, cuando recomienda autores juraría que se refiere a GeraLd DUrrelL (http://en.wikipedia.org/wiki/Gerald_Durrell) y a Sylvia EarlE (http://en.wikipedia.org/wiki/Sylvia_Earle).

  3. «aproximadamente unos veinticinco o treinta años, los chinos han conseguido autodestruirse como país desde un punto de vista medioambiental»
    Y el siguiente puede ser Brasil, y con él toda sudamérica.

  4. Pingback: Sergio Rossi: «Nos vamos al garete, pero no ponemos remedio. Hay una desconexión entre nosotros y la naturaleza»

  5. Esperanzador .me alivia q desapareceremos como estupidos y quedara la Tierra transformandose.

  6. Se os ha colado un error. Donde pone «sinóforo» imagino que quiere decir sifonóforo.

  7. Entre los libros que recomienda, indica Gerald Durrell (no Darrel, como está escrito), hermano de Lawrence Durrel, con obras tan famosas y divertidas como «Mi familia y otros animales».

  8. «A pesar de que se sabe que nos vamos al garete pero no ponemos remedio porque hay una desconexión cada vez más grande entre nosotros y la fuente: la propia naturaleza.» No ponemos remedio porque los que condicionan las acciones humanas, las grandes corporaciones, se mueven intencionadamente guiados por una visión a muy corto plazo y una pretensión de lucro particular dentro de ese único horizonte inmediato. Lo que haya de suceder después o lo que haya de suceder a los demás o al Planeta o al Medio Ambiente no les preocupa en absoluto. Y el resto de la gente es absolutamente impotente para exigir otra política. No es cuestión de estupidez o sabiduría: alguien decía que la ética no es otra cosa que el interés general a medio o largo plazo, pero quienes mandan solo piensan en SU interés a CORTO PLAZO. No es estupidez general es CAPITALISMO o socialismo que emula al capitalismo.

    • No hace falta tener una formación muy profunda para reconocer que los mayores desastres medioambientales los han producido regímenes en ausencia de libertad. China ( como cita el entrevistado, incluyendo lo que está pasando en África, pero también en época de Mao), la unión soviética ( nada, lo del mar de Aral, cosa de nada), no sabemos lo que estará pasando en Corea ( del norte) … etc…
      Hace falta ser cerril para negar que el modelo occidental, sometido al escrutinio de la prensa y elecciones ( con sus enormes limitaciones) es infinitamente superior…
      Principalmente porque el entrevistado puede dar esta entrevista y usted escribir este «post» tan divertido; intente hacerlo en China, o en Irán..
      El capitalismo chino dice, tienen ustedes un cacao… con la solución tan fácil que tiene… empiece por leerse archipiélago gulag y siga por 1984… algo pillará. ..
      Hala, salud!

      • Usted sí que tiene un buen cacao. Más bien un buen yugo encima.

        Hace falta ser cerril, inmensamente ignorante, o un malnacido para obviar o negar el desastroso efecto ambiental de su tan amado capitalismo. Empiece por leer un libro de ciencias naturales de secundaria, le hará bien.

  9. no te engañes, Francisco. Antes de echar la culpa de todo a otros, a las multinacionales que es algo muy socorrido, hay que hacer autocrítica. Si el egoísmo no formara parte de la condición humana las multinacionales no se comían un rosco.
    Y el egoísmo con educación se mitiga pero no se cura del todo.
    ¿Hablamos del aforo del planeta? Mucho hablar de decrecimiento superguay pero aquí nadie tiene narices a ir al quid de la cuestión: Hemos sobrepasado poblacionalmente la capacidad de carga del Planeta. Y en eso nada tienen que ver las multinacionales. Y ahora ¿quién se va a atrever a ponerle freno a la sobrepoblación?
    nadie.
    Entonces que nadie venga poniendo POSES, que si decrecimiento, que si desarrollo sostenible. Menos POSTUREO, menos PARCHES y más encarar los problemas de raíz.

    • Abel, todo eso está muy bien, y estoy de acuerdo en que la sobrepoblación es un problema alarmante, pero no pretendas colarlo como el PROBLEMA. Actualmente la Tierra produce o tiene capacidad de producir alimentos para más gente de la que existe en el planeta (por poco, pero así es).
      La superpoblación es un problema, pero también lo es el sistema económico-productivo, con su inacabable apetito de recursos, su inagotable capacidad de destrucción y de generar mierda, y el desequilibrio y desigualdad.
      Eso por no hablar del comportamiento individual de cada persona, que aquí todos hablamos mucho pero a la hora de la verdad son muy pocos los que obran en conciencia de acuerdo a sus principios. El resto, mucha boquilla pero en la práctica a seguir alimentando el monstruo destructivo-capitalista.

    • No te engañes, Abel. Existen métodos contra la superpoblación: los genocidios. Por otra parte, también he leído por ahí que la existencia de una seguridad social es un buen método para controlar las poblaciones.

  10. el buen misántropo

    Save the planet; kill yourself.

  11. Pingback: Monumento al hombre impasible | Boreal

  12. Gonzalo Calvo

    No se crean nada de lo que dice el entrevistado. El cambio climático es NATURAL, y es un ENFRIAMIENTO. Stop a la iglesia del efecto invernadero.

    • Sí, entre Sergio Rossí, un doctor en Ciencias Biológicas que lleva toda su vida investigando el tema y tú, Gonzalo Calvo, internacionalmente conocido por tus sesudos comentarios en La Razón y Libertad Digital, sin duda me quedo con tu opinión, muchísimo más fiable y fundamentada. Stop a la iglesia (así, en el sentido más general del término).

  13. Pingback: Entrevista a Sergio Rossi | lucharycomprender

  14. Pingback: ¿por qué avanzamos hacia el abismo sin cambiar de rumbo? | tratar de comprender, tratar de ayudar

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