Cine y TV

Broad City: dos tontas muy tontas

Imagen: Comedy Central
Imagen: Comedy Central.

… O no tan tontas. Ilana Glazer y Abbi Jacobson son dos jóvenes actrices neoyorquinas que durante un par de años escribieron y protagonizaron una serie web cuyos capítulos —muy breves, de entre dos y cinco minutos, y rodados con medios completamente amateur— hacían públicos en YouTube. Interpretaban una versión exagerada de sus respectivas personalidades, haciendo especial hincapié en los aspectos más estúpidamente estrafalarios de sí mismas. Ya el primer episodio de aquella serie web daba muestra de por dónde iría su trabajo; allí se las arreglaban para ponerse en ridículo delante de un atónito vagabundo que pedía dinero en la calle, con un breve guion de pasmosa naturalidad (e interpretado en una sola toma):

Aquella serie web era algo irregular, aunque no faltaban episodios brillantes como aquel en que van a una fiesta de perdedores. Sea como fuere, bastaron para que la cadena Comedy Central se fijase en la serie y decidiese producir episodios más largos, de unos veinte minutos, con las mismas Ilana Glazer y Abbi Jacobson como protagonistas que se parodian a sí mismas. Esta versión televisiva de Comedy Central se encuentra ya en su segunda temporada (una tercera está ya anunciada) y ha conseguido llamar la atención de muchos críticos gracias a su desinhibido sentido del humor (el nivel es más alto que en la serie original de YouTube). De repente, Glazer y Jacobson se han convertido en rostros relativamente populares.

Algunas facetas de esta popularidad las ha dejado perplejas. Por ejemplo, el que Broad City haya despertado comparaciones con series como Girls de Lena Dunham, por el mero hecho de estar concebidas y protagonizadas por mujeres jóvenes neoyorquinas. Lo cierto es que ese tipo de comparaciones no tienen demasiado sentido, porque, ¡Broad City es prácticamente todo lo opuesto a Girls! Las propias Glazer y Jacobson parecen aburridas de que les pregunten tanto por ese paralelismo y recuerdan que la suya no es una serie «femenina» que busque un público target formado mayoritariamente por mujeres, sino una serie de humor a secas en la que dos chicas hacen y dicen toda clase de cretineces sin distinción de género. De hecho, es una de las escasas series de humor actuales donde a los personajes femeninos se les permite comportarse de forma tan absurda y descerebrada como a los personajes masculinos, creando en torno a ellas una inesperada aureola de verosimilitud que escapa de todo cliché. No solamente eso, sino que en la versión televisiva han acentuado todavía más las facetas ridículas de sus propios personajes así como de la mayor parte de personajes secundarios, que en algunos casos parecen directamente salidos de un manicomio. En Broad City hay poco espacio para reflexiones feministas o generacionales, y lo que abunda es el humor basado en el absurdo o la vergüenza ajena, el humor grueso (que casi nunca falta) e incluso algún que otro momento de surrealismo en estado puro. Como también bastantes toques de humor sutil que pueden pasar desapercibidos en un primer visionado.

En la serie, Ilana y Abbi son dos perdedoras con una gran facilidad para hacer el ridículo o meterse en situaciones embarazosas. Ilana es adicta a la marihuana y «trabaja» como teleoperadora, aunque en realidad malgasta sus horas laborales hablando por teléfono, durmiendo ante la vista de todos o sencillamente ausentándose sin avisar a nadie. Abbi, por su parte, es limpiadora en un gimnasio donde todo el mundo la ningunea constantemente, mientras ella sueña infructuosamente con dar el gran salto social de convertirse en monitora para que los clientes la saluden en vez de arrojarle toallas sucias a la cara. El contraste entre las personalidades de estas dos chicas constituye el motor de la serie, en ocasiones matizado por aspectos tratados de forma muy sarcástica, como la mal disimulada obsesión lésbica que Ilana siente hacia Abbi… que nadie espere una aproximación sensible o melodramática a esa tensión sexual no resuelta, ¡al contrario! La fijación sexual de una amiga por la otra es un elemento más del que burlarse en el guion. De momento, por fortuna, en Broad City no hay aspecto de sus vidas o de las vidas de otros personajes que no sean ridiculizados y objeto de mofa. Este enfoque es bastante refrescante porque choca de manera afortunada con el estereotipo, bastante equivocado, de que las mujeres tienen menor inclinación hacia un tipo de humor basado en la estupidez. Una estupidez construida con mucha inteligencia, eso sí.

Los personajes secundarios son igualmente ridículos. Empezando por los habituales, desde el cochambroso compañero de piso de Abbi, un friki de manual que se pasa el día en el sillón jugando a videojuegos y parasitando su nevera, hasta el amante habitual de Illana, un hilarante dentista cuya personalidad parece haberse forjado en una fábrica de magdalenas. Pasando por el jefe de Ilana, un individuo sin asertividad incapaz de poner en cintura a la peor de sus empleadas, o el jefe de Abbi, un amanerado monitor de gimnasia que parece obsesionado por reunir en su persona toda la tontería del pijerío neoyorquino. Aunque también hay personajes que solamente aparecen un par de minutos en toda la serie pero terminan siendo memorables (¡ese cerrajero pervertido!).

Broad City no es para todo el mundo, hay que decir. La crítica, por lo general, la ha recibido con entusiasmo. Pero seguro que habrá espectadores a quienes no cause gracia la particular ensalada de recursos humorísticos de estas dos chicas, ensalada que como decíamos bascula entre lo grueso y lo sutil sin ningún tipo de orden ni concierto. Esto no es Big Bang Theory, con un humor amable que busca un amplio público, sino dos actrices que hacen lo que les viene en gana en pantalla y si te gusta bien, y si no también. A mí, particularmente, me divierte mucho la serie. Es más, creo que los capítulos, pese a su brevedad, se pueden ver dos y tres veces, porque siempre hay detalles que se te escapan la primera vez (¡la sensación al descubrir en una escena un tipo masturbándose en el banco de un parque!). Es humor gamberro sin pretensiones intelectuales y sin contrapuntos dramáticos, cuyo encanto reside precisamente en su engañosa sencillez. Resulta más que evidente que Ilana Glazer y Abbi Jacobson son lo bastante inteligentes como para dejar que su lado más idiota brille en la serie y para hacerlo de manera brillante además; esperemos que no sientan la tentación de cambiar este registro en un futuro. Mientras sigan así, yo por lo menos estaré ahí cada semana.

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6 Comentarios

  1. Es tipo Flight of the concords?

  2. Tremendo Portillo

    Me duele la boca de recomendarsela a todo el mundo.
    Nadie me hace ni puto caso.
    Está claro que no soy un «influencer» (solo un tío con
    un gusto exquisito)

  3. No conocía esta serie y me ha interesado mucho, gracias por reseñarla. Ha sido curioso descubrirla, porque un compañero actor y yo estamos haciendo algo parecido, por lo menos en el espíritu. Es una cuestión generacional, supongo, una reacción a un momento que nos hace difícil encontrar nuestro lugar, aunque parece que por lo menos Internet nos permite encontrar nuestra voz. En fin, nosotros estamos empezando con Diplarama (así se llama nuestra serie), si queréis ver el primer capítulo aquí os lo dejó: http://m.youtube.com/watch?v=VD8M25UFKmA Un saludo!

  4. Pon conocía la serie. He leído la reseña y me he puesto a ver el primer capítulo. Me ha parecido digna de ser seguida. ¡Absolutamente recomendable!

  5. Pingback: Cinco series que te harán viajar – Serial traveler

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