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Editar en tiempos revueltos: «La cocaína salvó a Libros del K.O.»

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Cuando leían a Hunter S. Thompson, a Tom Wolfe o John Hershey, no veían una gloria irrepetible del pasado. Cuando repasaban la prensa española, no veían un escenario apocalíptico vacío de grandes crónicas, ni necesitado de salvadores. Pero cuando adivinaban su futuro en el sector, sí. Eso les llevó irremediablemente a una de esas conversaciones salvamundos y bizantinas sobre la profesión, repletas de buenas intenciones y sobados formulismos metaperiodísicos. Duró poco. En algún momento inexacto abrieron otra lata de cerveza y sacaron los pies del lugar común, abandonando la idea connatural al plumilla —¡fundemos un medio que haga lo que los demás hacen mal!— para acariciar las solapas de algo más ambicioso. Se mofaron de su propio fracaso antes de que sucediera, bautizándose en consonancia como Libros del K.O.: «Todo va a ir mal, y nos parece estupendo», se dijeron. Han pasado cuatro años de aquello, cuarenta y siete libros, alguna que otra mentira, coqueteos con la bancarrota y decenas de profecías incumplidas. Y ellos siguen, sin darse palmadas en el pecho y arrugando la nariz cuando les llaman emprendedores. Suficiente hay con contar historias y perseguir a los Thompson y Wolfe patrios para que el «periodismo narrativo» o «periodismo de no ficción» deje de ser solo una joya que exportar. Charlamos con Emilio Sánchez Mediavilla y Alberto Almayer (los otros socios son Álvaro Llorca, Guillermo López, Javier Lafuente y Lola Mediavilla), dos de los fundadores de esta locura editorial en la que no todo va mal.

He leído por ahí que os llamáis «príncipes de la escena literaria».

Emilio: ¡Lo niego! Eso me pega que lo haya dicho Álvaro pero espero que en tono irónico, no sería una definición que manejáramos, suena a broma.

Pues mira que sonaba bien como titular.

Alberto: Será una de esas cosas de dar entrevistas borrachos… 

El primer libro que editáis es El monstruo, de Pablo Pardo, sobre las torturas del ejército estadounidense, un tema escabroso. ¿Por qué escogisteis este para empezar?

E: Fue un poco al azar, empezamos sin tener ni idea del mundo editorial. Estábamos muy verdes porque a diferencia de otras editoriales jóvenes que han nacido con gente que ya tenía experiencia en el sector editorial, nosotros veníamos básicamente del periodismo, de la contabilidad… Ninguno teníamos la más mínima relación con este otro mundo. Cuando empiezas vas dando palos de ciego, preguntando, lo único que teníamos claro es que sería sello de no ficción periodístico. Empezamos a mover la idea y en el Congreso de Periodismo Digital de Huesca, en una charla con Alfonso Armada, este me habla de Pablo Pardo, que sabía que estaba trabajando en este libro y que, si nos interesaba, estaba ahí. Ya nos pusimos en contacto con él y fue un poco al azar. Estábamos trabajando en algunos otros libros, el de Mata a tus ídolos, pero era una traducción y tardaba más en publicarse, el libro de Enric González de Una cuestión de fe, de alguna manera fue el primer libro de Libros del K.O., porque lo encargamos antes de que existiese la editorial. Que fuera Pablo fue fruto del azar.

A: Ahora es cuando tienes que contar tu viaje a Jerusalén…

Sí, porque he escuchado que tenéis un modo de «reclutar» a vuestros ídolos algo particular.

E: Sí, mintiendo. Yo estaba trabajando en una revista, y el caso es que al final pido que me echen y me indemnicen. Tenía claro que siendo una editorial desconocida que no salía del mundillo, para que la gente nos tomara en serio y otros autores apostasen por nosotros, teníamos que fichar a un grande. Así que cuando Enric estaba de corresponsal en Jerusalén me fui para allá, le escribí pidiéndole una entrevista (que era mentira porque yo no iba con ningún encargo de ningún medio), y aceptó. Fui con él, le hice la entrevista y a los postres le dije que estaba montando una editorial con unos amigos y que nos gustaría mucho que nos escribiera un libro. Incluso había llevado preparadas unas portadas falsas de cómo sería el libro con un título falso. Y cuando lo miró, yo no sé si le hizo gracia o le asustó, pero se rió un poco. Yo llevaba varias ideas y sabía que una de ellas le podía gustar, que era el Hooligan ilustrado, una memoria sentimental del Espanyol, que era algo que ninguna otra editorial iba a hacer. Le pareció divertido y me dijo «venga, venga, te lo escribo». Y cuando escribí a estos diciendo que teníamos a Enric González, pensé que esto no era tan difícil, echarle un poco de morro y de labia e ir seduciendo a gente por ahí.  Entre que nos dio el sí y escribió el libro tardó como año y medio o así.

A: El libro salió en abril, sí.

E: Eso fue antes de tener el libro de El monstruo, así que cuando hablamos con Pablo Pardo por primera vez y nos preguntó quiénes éramos, pandilla de indocumentados, pudimos decir que una editorial que iba a publicar a Enric González. Lo usamos mucho como carta de presentación. Creo que ya unos años después, ahora, tenemos un bagaje que facilita que crean en ti, cuando hay editoriales que sobran en España, y buenas. El truquillo vino bien para animarnos nosotros también, para darnos autoconfianza.

A: Después ya vino el fichaje de Francisco Perejil, y a partir de ahí se vino la traducción de Luc Sante, y logramos juntar toda la serie de Hoolingans ilustrados, con Jabois, con Enric, Lobo

Y la editorial surge de estas conversaciones ombliguistas sobre lo mal que está el sector, que sirven para alimentar el malditismo y poco más. He leído por ahí una definición de ese momento de desagrado que es magnífica: «Éramos demasiado jóvenes para ser tan cínicos».

E: ¿Eso también lo he dicho yo? Pues esa sí que la mantengo. Desde muy pronto ves ese discurso en las redacciones, entre gente muy joven, y te dices que no quieres ser una parodia de un periodista cincuentón, alcoholizado y amargado, que dice que su oficio es el mejor del mundo pero es el peor… No me interesa nada ese discurso trágico. Todo vino de una conversación con Álvaro. Nos conocimos en el festival de Benicassim escribiendo crónicas musicales para Soitu, y nos hicimos muy amigos ese fin de semana. A las dos semanas se me pasa por la cabeza lo de la editorial, pero la primera persona a la que pienso planteárselo es a él, aunque le conociera desde hace poco. Otro igual me habría dicho que era una chorrada, pero intuía que Álvaro no.

Quizá porque el producto típico del desencanto con el periodismo es fundar un medio, no una editorial.

E: Exacto. Yo siempre había soñado lo que hemos dicho todos, «hay que montar una revista que sea como el New Yorker, una revista buena, de reportajes»…

A: Y en el fondo es lo que hemos hecho.

E: Sí, pero se necesita menos inversión para fundar una editorial periodística que para fundar una revista. Una revista necesita una infraestructura y un gasto inabarcable para nosotros. Una editorial puedes empezarla con poquito dinero, y hacer lo que estamos haciendo, que nuestro catálogo sean las secciones de una revista. Incluso la forma de trabajar que usamos cada vez más, que es contactar con un autor para proponerle un libro, es como trabajaría un redactor jefe. De alguna manera nuestra editorial puede ser una revista frustrada.

A: Bueno, es justo lo que hacemos ahora: elegir a un periodista porque nos encanta lo que hace, y le encargamos que escriba sobre no sé qué. Son libros a muy largo plazo, porque desde que contactas hasta que el libro está en librerías pasan meses y meses.

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¿Desde el principio pensasteis en combinar la megalomanía con apostar por gente joven que ya por entonces publicaba cosas buenísimas? ¿O es algo que surgió después?

E: Desde el principio fue así, y no solo era una cuestión generacional. Al final un editor se puede sentir muy orgulloso de descubrir, aunque no es exactamente que descubra, a gente. Pero sí que publique el primer libro contigo, autores que van construyendo su catálogo contigo. Eso es muy bonito, muy estimulante, porque había una serie de periodistas jóvenes que habíamos leído muchísimo, y la comunicación es muy fácil. Tomas un café con ellos y a los veinte minutos ya estás elucubrando, por complicidad. Estamos muy orgullosos de apostar por autores jóvenes.

En una editorial pequeña, ¿los estudios de ventas habituales de las grandes para ver qué funciona es de las cosas a las que primero se renuncia?

A: No es que renuncies, es que sencillamente no tenemos herramientas para hacerlo. Más que la propia experiencia, porque al final tiene más de cualitativo que de cuantitativo, y porque al final tienes una red de contactos: no hay como venir aquí [la librería madrileña de Tipos Infames] y preguntar un poco qué se ha vendido más. Estar muy vivo y ver también qué hacen los demás, lo que haces tú, el feedback de la gente…

E: Lo primero es publicar cosas que nos gustan a nosotros.

A: Hombre, y que luego la experiencia y el mercado te van diciendo por dónde la cosa funciona bien y por dónde peor.

¿Sacáis libros que a priori sabéis que no van a funcionar bien?

A: Sí, lo haces porque los quieres sacar. Y dices bueno… Pues si va bien, adelante. Si no, también.

¿Qué es lo que mejor funciona, al margen de los autores con más relumbrón?

E: Pues según nosotros, han funcionado mejor visiones generales sobre un tema. El de Plomo en los bolsillos, de Ander Izagirre, Crónicas de la mafia, de Íñigo Domínguez, y Fariña, de Nacho Carretero. Son libros que están abarcando temas muy amplios, con muchas anécdotas, para que tengas una visión un poco panorámica, de conjunto. Las historias muy concretas, a nosotros por lo menos, nos funcionan menos en cuanto a ventas. Lo decía Nacho el otro día: si hubiésemos publicado una biografía sobre Sito Miñanco, me da la sensación de que hubiese funcionado peor. Sin embargo, si te van a hablar del narco gallego, pero comienzan hablando de la penicilina en el franquismo y la posguerra, más luego el comienzo del contrabando de tabaco, y luego ese salto del tabaco al hachís y de ahí a la cocaína, y luego hablo de la operación Nécora y también de los últimos clanes… Me parece que al final el público conecta mucho más con eso que con una historia muy precisa.

Con Fariña os está yendo realmente bien.

A: Tanto, que me ha repatriado.

Ahí asoma un titular.

E: La cocaína salvó a Libros del K. O. Y esto sí lo he dicho yo.

A: Es un libro que ha reventado todas las expectativas. Normalmente no esperamos vender poco, no esperamos vender mucho…

E: Teníamos buenas expectativas en cuanto a Fariña, y las habríamos tenido mejores si no hubiésemos venido de un año un poco complicado. Recuerdo una conversación que tuve contigo por teléfono, con los ferros del libro, sobre lo que imprimíamos. Durante todo el proceso de edición yo había dicho que era la hostia, pero entre medias habíamos tenido algún revés no esperado de algún libro sobre el que teníamos buenas esperanzas, y llegas un poco a dudar. En circunstancias normales habríamos empezado a tirar muchísimos ejemplares con él, pero esto nos obligó a ser más cautos al principio.

Apostáis claramente por un género que fuera tiene gran fama, el periodismo narrativo de Carrère o incluso Leila Guerriero, pero que en España no está especialmente trabajado. ¿Os dirigís a un lector dentro del circuito periodístico más familiarizado con él o vuestras intenciones no son tan endogámicas?

E: Nosotros queremos reventarlo. No sé si podríamos, pero no nos interesa nada quedarnos como una contraseña secreta de periodistas. Sería un fracaso. Yo creo que un buen libro de periodismo narrativo está pensado para cualquier lector, aunque sea lector de novela o cuentos. Sí que nuestra intención es ir abriendo campos y llegar más allá del ámbito periodístico.

Pero construís sabiendo que ese es el mercado natural, la primera base.

E: Así es, es el punto de apoyo por el que empezar. Nuestra base era el mundo periodístico, los lectores de prensa que sabíamos que iban a conectar de entrada y mejor con nosotros. Luego la idea es ir ampliando, no sé hasta qué punto lo estamos consiguiendo…

A: Sí, con algunos títulos sí. Desde el primer momento fue la desembocadura natural, porque los periodistas son los primeros que nos conocen. Somos del mundillo, aunque yo soy el único que no soy periodista. Te relacionas con periodistas y al final es un mundo bastante endogámico, y siempre tengo que aclarar que soy contable. Dentro de este ambiente nos conocía todo el mundo y la bola se ha ido extendiendo a lo largo de los años, y cuando Emilio manda las reseñas de prensa no es que lo hagamos mejor que los demás, pero sí sabemos cómo encajar un libro en un medio.

E: Como periodista yo he vivido que una editorial intente venderme su libro para que saque una reseña, así que sabes con qué periodistas ir, con qué libro, para que funcione.

No hacéis esos envíos indiscriminados en los que te llega absolutamente de todo, sois más discrecionales.

E: Precisamente eso.

A: Este libro lo voy a mandar a no sé quién, que trabaja en nacional… Tienes un mapa de periodistas hecho mucho más acertado que otras editoriales. Así que desde el principio hemos sido una editorial con muchísimas reseñas en medios. Y luego hay una cosa muy importante que es la distribución, el librero que vende el libro. El periodista nos conoce, pero quienes tienen que apostar son ellos.

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¿Son el hueso más duro de roer? Para una editorial sin padrinos, quiero decir.

E: En cierto modo sí, que le guste, que nos conozca y que apueste por nosotros es un proceso complicadísimo, y no depende solo de nosotros. No es tan sencillo como presentarte un día al librero y tomarte un café con él, que te dirá, «chaval, me llegan ciento cincuenta novedades a la semana y tengo un gusto concreto», y por eso según qué segmentos les cuesta más apostar por un producto que es periodístico y por tanto a veces les parece que está un escalón por debajo. Es una sensación que también hemos tenido con los suplementos puramente culturales. El periodismo cultural nos ha hecho mucho menos caso que otras secciones del periódico, donde el enfoque lo determina. Si sacamos un libro sobre un tema de internacional, de deportes o del narco, los envíos de prensa varían muchísimo. A nosotros nos han sacado muchísimo en prensa, pero fuera de la sección de cultura y fuera de los grandes suplementos culturales, que van más a la novela.

El debate sobre si el periodismo es un género literario o no.

E: Es hasta razonable plantearlo, pero lo que hay de fondo es esta idea de que como literatura se entiende la novela poco más, lo que es puramente literario. Y esta idea la mantienen en parte el suplemento cultural y en parte el librero.

A: También es una cuestión de lo nuevo y lo viejo, que afecta a todo el país. Vas a la ciudad equis cerca de Madrid, visitas dos librerías, y en una de toda la vida, grande, de referencia, ni te conocen.

E: Ni quieren conocerte.

A: Lo miran en el ordenador: «¿Quiénes sois?». Y nada, se te quitan las ganas. Y luego vas a otra librería, que acaba de montar gente de tu edad, que quieren hacer conciertos, que quieren hacer no se qué y de repente te conocen perfectamente, y quieren que vayan tus autores. Te vienes arriba, porque frente a la frustraciones hay algo nuevo.

¿Qué papel juegan las presentaciones de los libros? ¿Son siempre un éxito, como da la impresión?

E: Me alegro mucho que tengas esa imagen porque no es del todo así. Hay grandes historias en esto. Hemos tenido algunas experiencias en presentaciones de no ir nadie, cero personas.

A: Acuérdate la de Burgos.

E: Pues la de Burgos no estuvo tan mal.

A: Bueno, descontando amigos y familiares…

E: Hay momentos en los que dices «mira, no vuelvo a hacer presentaciones» porque lo pasas mal, y el autor ve que no hay gente y se puede tomar como fracaso, que no tienes capacidad de convocatoria. Imagínate si es fuera de Madrid, movilizar a la gente en tren o en avión… Es verdad que las últimas no, pero ha habido momentos en los que nos hemos venido muy abajo. Pero con Fariña fue una locura.

Recuerdo la de Utrilla, también reventasteis aforo. ¿Pero al final se vende en las presentaciones?

A: Sí, la de A Moscú sin Kaláshnikov fue la hostia. Yo estuve todo el rato vendiendo con un gorro ruso.

E: Utrilla vino con un gorro ruso, una botella de vodka Beluga, una camiseta de Bale del Madrid. Y dices «joder, con autores así da gusto».

A: Y se vendió muy bien, porque muchas veces resulta que en las presentaciones hay mucha gente pero se vende poco.

Saltando a otra cosa. ¿Es La banda que escribía torcido una especie de manifiesto fundacional de la editorial? Porque todo está ahí, en cuanto a aspiraciones, a tipo de periodismo…

E: Mira, eso me encanta, me lo quedo. Es un manifiesto fundacional absolutamente. Es un libro aspiracional, de declaración de principios. Ese libro compramos los derechos y decidimos publicarlo antes de empezar la editorial. Antes incluso de hablar con Pablo Pardo yo ya había leído ese libro en inglés. Me lo había pasado un amigo, me fascinó y dije «esto hay que publicarlo», con esa idea de que no sabía cómo se vendería, pero sí de que fuera un poco nuestra declaración de intenciones a falta de constitución. Como un «esto es lo que nos gustaría que nos representara».

A: Podríamos hacer las entrevistas así, diciendo «mira, léete esto que está aquí todo». Ya estás contestado.

E: Es que es verdad que contiene todo, lo que más nos gusta del periodismo, de nuestras aspiraciones, lo que nos motiva, nos inspira… Es un pilar fundacional de Libros del K.O.

A: Además es que es muy inspirador. Como hacia el futuro, de qué es lo que vamos a hacer en el futuro.

E: Hay un momento muy bonito, que tú lo has visto en la Feria del Libro, que nos encanta. Con La banda que escribía torcido viene mucha gente jovencita, estudiantes de periodismo de veinte años, directos a por el libro. Lo cogen y lo miran, en plan me lo quiero llevar, y eso que es un libro caro. Y es un momento emocionante. De esa persona que se está gastando un dinero que para ella es una inversión y lo está haciendo porque se le ve en los ojos que quiere ese libro, y lo mejor es que sabes que le va a encantar, y le va ayudar y a inspirar, y le va a dar ideas.

¿Y no hay un momento para encontrarse con ese libro? Porque mi sensación al leerlo fue pensar que ojalá hubiera caído en mis manos cuando tienes aún el desencanto con la profesión menos fresco.

E: Sí, posiblemente. Yo igual. Terminas el libro pensando «joder, voy a hacer un reportaje gonzo».

¿Ya lo has descartado? ¿O estar en el negocio quita las ganas?

E: Sí, yo sí. Cada vez más. Llega un punto en el que dices, joder, estás publicando y editando y siempre es una cosa que queda ahí…

A: Y es que escribe muy bien.

E: Joder, también es que veo a los autores y pienso: «Qué voluntad». Ha pasado mucho tiempo y me da pereza y me cuesta, y cuando veo a gente como Nacho Carretero que el libro surgió las navidades pasadas… Un año después el libro se ha escrito, se ha publicado, lleva cuatro ediciones… Y esto lo ha hecho mientras estaba colaborando en mil sitios, viajando todo el rato. Y el tío se ha cascado un libro que es la hostia, con muchísimas entrevistas, es un libro largo y complicado, porque todo el tema de nombres y de clanes…

A: De hecho es la principal crítica que nos han hecho del libro, y es inevitable. Llegamos a pensar si necesitaba una nota, una especie de guía al margen.

E: Sí, llegamos a pensar en si se podía quitar parte de la información para hacerlo todavía más rápido, pero también piensas que tiene que haber un esfuerzo del lector. Como si uno se lee Moby Dick y decide que se salta un capítulo que habla solamente de ballenas. Si como lector te aburre este capítulo, sáltatelo, pero mi obligación como editor es dejarlo porque habrá quien sí lo aprecie.

Tampoco hay que darlo todo tan masticado. Al final hacéis periodismo narrativo, no novela periodísitica.

A: Claro. Es que todo eso lo hace más completo, más contrastado. Y mira, ha sido un acierto porque se ha convertido ya casi en un clásico.

E: Y solo a un año vista. Todo lo que venga de Fariña es maravilloso.

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Además de aceptar ofertas de periodistas para convertirlos en libros, ¿os planteáis dar el salto de encargar coberturas de asuntos o temas concretos?

A: Esa es la gran aspiración.

E: Es que al final es muy difícil que yo vaya donde un tipo y le diga «me interesa mucho el tema de la historia de los pescadores noruegos» por ejemplo. Tendría que irse a Noruega, embarcarse en un pesquero tres meses… Para hacer algo así tendría que pagar un anticipo que no podemos pagar. Tienes que jugar un poco cuando hablas con un autor. Encontrar un tema que sepas que le interesa, sobre el que ya haya trabajado un poco, y pedírselo. No podemos funcionar de esa manera porque necesitas que el autor ya tenga un trabajo previo en ese tema. Yo lo haría encantado, pero es inviable.

A: Pero por ejemplo, tener a Alberto Arce en Honduras y que escriba sobre eso se parece bastante.

E: Ese libro surgió antes. Le publicamos el de Misrata Calling, y en la presentación en San Sebastián cuando ya cogía el autobús para volverse de vuelta a Guatemala estuvimos hablando de ello. De que queríamos un libro de crónica buena de Centroamérica. Él se va a Honduras trabajando para AP, pero aterriza sabiendo que según escribía sus noticias del día, iba trabajando en la crónica para el libro. Y eso es marvilloso.

A: Pasó lo mismo con Mariangela Paone, que en un momento dado tenía que viajar, y se le echa una mano dentro de nuestras posibilidades, para que pudiera seguir desarrollando el libro. O sea que embrionariamente la intención está ahí, y cuando tengamos otros recursos lo haríamos así, poder mandar a alguien a Noruega para que investigue.

¿A dónde mandaríais a un autor, algo a lo que no se esté prestando atención?

E: Pues mira, a España. Nos llegan siempre muchísimas más ofertas de libros de destinos bélicos, o exóticos y de viajes por el mundo que de un tema concreto de España. Eso fue lo que nos gustó tanto de Fariña, un tema cojonudo y local, que no estaba tratado. Y eso lo echamos mucho de menos, porque al final el público también tiene una conexión con temas muy locales

A: Es que hay un montón de temas en España que merecen ser traducidos a libros.

E: Lo que pasa es que a la gente le cuesta más encontrar temas en su barrio o en su ciudad, y tiende a ir fuera pensando que va a ser más exótico o más interesante. Y nos ocurre a nosotros en el mundo editorial y reportaje.

A: En esa línea también está Mediterráneo descapotable, que era un libro que buscábamos desde hace tiempo, sobre el dislate de la construcción en el Mediterráneo. Y tenemos ideas ahí pendientes.

E: Y luego hay cosas también muy relacionados con el 15-M, que es un tema muy vinculado a la editorial, que ves muy de cerca… O ahora todo lo de Cataluña, que a veces los hablamos y decimos que como editorial periodística habría que sacar un libro. Pero ahí lo reconocemos que no sabemos encontrar un enfoque original y son asuntos que están tan sobresaturados que no sabemos cómo hincarle el diente.

A: En julio de 2011 ya había libros sobre el 15-M, que había empezado en mayo. Y eso es algo que no podemos hacer, porque hay que hacerlo con reposo. Hablamos de periodismo narrativo.

E: No, entrar en esa guerra de pegarse a la actualidad no puede ser, porque no nos interesa.

A: No somos una radio que tenga que ir a tomar declaraciones al lugar de los hechos. Y fue algo que hablamos en su día, porque generacionalmente había mucha gente de nuestra edad y muchos amigos que ofrecían cosas, y pensábamos: «A lo mejor el año que viene o dentro de dos».

Y el tema de las autoras. ¡Solo tres mujeres!

E: ¡No! ¡Hay más!

A: A ver, Mariangela Paone, Raquel Peláez, María Angulo, Samanta Villar…

E: ¡Alguna más hay! Y bueno, ahora vienen novedades. Tenemos a Catalina Gayá, June Fernández y a Noemí López Trujillo y Estefanía Vasconcellos… Pero tu pregunta, ¿Por qué? Pues es cierto que nos lo han dicho desde el principio, y luego lo miras y dices «hostias». Tú crees que estás dando las mismas oportunidades, pero sí que pienso, y que no suene a justificación, que en el mundo del periodismo y el mundo editorial esta proporción la vas a encontrar siempre. No es una cosa exclusiva nuestra. Y hablándolo con Álvaro un día, decía, fíjate: en propuestas que nos llegan de libros, ocho de cada diez son de hombres. Quizá es que a las mujeres os cuesta más enviar… Pero yo creo que ese catálogo nuestro más inclinado a autores que autoras es un reflejo de las desigualdades que están ahí, sociales y estructurales del mundo periodístico.

Eso es lavarse un poco las manos…

A: El problema es que digas lo que digas siempre parece que se presta a malinterpretación. Te van a caer palos…

E: ¡El típico titular que va a arruinar libros del K.O!

A: Pero también es verdad que yo le he propuesto temas a amigas y periodistas, y cuesta mucho más.

Si las mujeres tenemos más reparo, ¿es cuestión de autoexigencia?

A: Sí, hay más reparo. Es como que sienten que para su primer libro tienen que tener el gran tema.

E: Te aseguro que además es un asunto con el que nuestras parejas y amigas nos han dado mucha caña y no ha habido ninguna condescendencia. Y creo que hemos cambiado la mirada, hemos sido conscientes de cosas que no nos percatábamos.

A: También hay otro tema, y es que al ser nosotros chicos, tenemos interés por determinadas cosas y ha sido culpa nuestra no enfocar la mirada hacia otro lugar.

¿Estás diciendo que hay temas masculinos y femeninos?

A: No es el tema, la cuestión es la mirada. El enfoque que nosotros hacemos es como nos decía María Sánchez siempre: «¿Qué es, otro libro lleno de testosterona?».

E: Que no lo es, que tampoco es nuestra línea.

Vuestro nombre, que alude a algo pugilístico igual sí que es un poco testosterónico…

E: ¡Pero no era esa nuestra idea! El título no viene dado por eso del boxeo tan viril, viene dado por el fracaso y la derrota. Esto que he contado tantas veces: la imagen que nos inspira es una portada del Esquire que hace George Lois, y es una portada sobre el combate de Floyd Patterson y Sonny Liston. Él quiere que gane Patterson pero sabía que iba a perder, y lo hizo de una forma bastante humillante. Él hizo la portada antes del combate, de hecho lo que sale es una portada que hizo con un actor al que puso los pantalones del color de Patterson, hasta en eso acertó, y le hizo una fotografía en el ring con el tipo derrotado. Cuando ví la foto dije «qué fuerte». Por eso el título es un poco irónico, la primera idea que nos vino es jugar con el punch de la derrota. No tenía ese punto de agresividad.

A: Lo que creo es que no es tanto que haya temas masculinos y femeninos como que nosotros quizá hemos mirado a un determinado tipo de autor y de periodismo en lugar de haber tenido una mente más amplia, que es lo que estamos intentando ahora.

E: Sí, efectivamente, estamos cambiando en eso. Que no te das cuenta por lo que sea, y es como cuando eres lector, y miras tu librería y dices: si es que al final leo a pocas autoras. Cosas que también tienes que empezar a corregir. Que veo mis libros y digo: hombre, hombre, hombre, mujer, hombre, hombre, mujer. Venimos de ese mundo, pero te das cuenta de que está mal.

No sois una editorial machista. ¿Sois una editorial hipster, como os dicen?

A: ¿Eso dicen? En este país faltan hipsters de verdad entonces.

E: Yo no me creo así, la etiqueta hipster es que ya se utiliza para todo. E incluso ahora hay una moda del hipster como prolongación de la ley de Godwin por otros medios, y me parece todo un poco absurdo. Tanto lo que es a favor como lo que es en contra. No me siento icono hipster ni lo contrario, me da igual. Pero sí recuerdo alguna vez en algún blog que no sé qué tipo escribía como una cosa de parodia contra los hipsters y Malasaña, y decía algo así como «y como soy tan guay, tan hipster, me voy a desayunar algo ecológico y luego me compro un libro de Libros del K.O». Lo vimos Álvaro y yo y nos dio la risa, porque es una gilipollez. Ocurre que en toda esta nueva ola de editoriales independientes o pequeñitas —porque yo prefiero llamarlas pequeñitas por el cuidado que le das a las cubiertas, y porque eres gente joven, se tiende a asociar con ese mundo hipster. En cualquier caso es una parodia muy superficial.

A: Y sobre todo porque la temática no lo es. ¿Qué tiene de hipster la guerra de Libia?

E: Eso, porque ves otras editoriales cuyos enfoque sí que pueden ir más por ahí.

A: Como Alpha Decay.

E: Pero ves nuestro catálogo y no…

¿Y esa distinción entre editorial independiente y editorial pequeñita? ¿Es que se le ha cogido tirria al término como al saturamiento que hemos tenido con «emprendedores»?

E: A mí me parece muy bonito el concepto de editorial independiente y no tengo nada contra él.

¿Independiente de qué?

E: Es una etiqueta que nos favorece, lo reconozco, estamos muy cómodos porque despierta simpatía en el público, pero luego cuando la analizas si eres un poco más riguroso llegas a ese punto. ¿Independiente de qué? Efectivamente no pertenecemos a ninguna multinacional, pero al final, en el momento en el que tú estás muy pillado de dinero y te cuesta todo, eres independiente hasta cierto punto. Si yo tuviese más dinero podría ser más independiente y publicaría más libros sabiendo que me va a dar igual que van a dar pérdidas, pero en el momento en que empieza a depender mi superviviencia de la venta de cada libro decir que eres independiente es un poco un eufemismo, una idea bonita. Por eso me parece más real, más pegada a la tierra lo de editorial «pequeñita».

A: A mí no me gusta sentirme dentro de esa etiqueta de «independiente» porque al final nuestra lógica sigue siendo la misma que la de otras editoriales más grandes. No hacemos algo distinto, sacamos un libro, lo intentamos colocar en el mercado y cuánto más se venda mejor. No nos convierte en algo mejor.

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Quizás la etiqueta de «independiente» se debe más a la temática que se aborda.

A: Sí, más asociado al mundo de la música…

E: Lo de independiente tiene sentido a nivel puramente de estructura económica. En el momento en el que el mundo editorial se está dividiendo entre la Random House y Mondadori, y hay dos grupos que tienen trescientos sellos cada uno, todo lo que queda fuera de eso es automáticamente independiente. Pero ya te digo, es un tema que no me indigna, es positivo, yo entiendo que para muchos lectores la etiqueta de «independiente» es una etiqueta positiva que lleva a empatizar.

A: Sí, en cuanto a que nadie nos manda. Nos juntamos, tomamos decisiones, discutimos, vamos adelante y no estamos plegados a ningún tipo de interés que sea ajeno a nosotros mismos.

Lo raro es una editorial nueva que no acuda al crowdfunding, que parece ser la norma y que está siendo la tabla de salvación de muchos proyectos.

E: Nos lo hemos plantado y hemos tenido el debate. Yo estaba más a favor de probar esa vía. Pero quizá ha habido un momento en que se ha abusado de ello, que está muy bien el crowdfunding y gracias a ello se han hecho cosas muy chulas, pero también llega un punto en que hay que asumir un riesgo. Yo saco esto, y si va bien va bien, y si va mal va mal. Porque el crowdfunding no va a sustituir nada, aunque se use en un momento puntual.

A: El crowdfunding es una forma de financiación para el autor, pero nosotros como editorial en realidad somos los que tenemos que proveer esos medios. Si no somos capaces, deberíamos buscar otras vías de financiación nuestras para serlo. Puede ser un crowdfunding o ampliar capital, yo qué sé. Pero en un libro concreto, que la gente ponga dinero, ¿luego cómo le devuelves si yo me llevo el beneficio si va bien? Es muy difícil de encajar.

E: De cara al autor, al que yo no puedo darle un anticipo o se lo tengo que dar muy pequeño, he de dar señales de mi implicación. En el momento en que te digo que te voy a publicar el libro es que te lo voy a publicar. Me siento más cómodo trabajando con el autor, y él también, diciéndole que es una apuesta seria. Si le digo que vamos a hacerlo, pero solo si a través del crowdfunding conseguimos un mínimo, ahí el autor puede pensar que lo hacemos para cubrirnos las espaldas. El autor sabe que yo puedo estar asumiendo unas pérdidas importantes. Y eso, aunque parece una tontería, no lo es.

A: Ya tenemos cuarenta y siete libros, esto ya es un recorrido, cuarenta y siete portadas distintas y una forma de trabajar determinada. Creo que cualquier autor que pueda trabajar con nosotros sabe que un mínimo de calidad en la edición lo tiene garantizado. Eso implica unos gastos, y si luego el libro vende tres ejemplares es un problema del editor, no del autor. Y si al contrario, vendemos nueve mil o cincuenta mil, todos contentos. Otra cosa es que tú digas «yo quiero hacer un proyecto equis y me quiero ir a no sé dónde y pido ayuda a la gente». Como si quieres hacer una película. Otra cosa es que El Deseo haga un crowdfunding para sacar una peli.

El melón del libro electrónico. Vosotros ofrecéis ambos formatos. ¿Se equilibran las ventas entre uno y otro?

E: No. Hemos apostado desde el principio con el libro digital, sacándolo a un precio muy muy razonable. Y de hecho cuando nosotros empezamos había muchas editoriales que no tenían todavía libro digital, grandes y pequeñas editoriales. Hemos apostado muy claramente por darle mucha importancia, pero es verdad que al final el porcentaje de ventas, ¿cuál puede ser? ¿Nueve a uno? ¿Ocho a dos?

A: ¿En libros o en unidades? En libros es nueve a uno.

Minoritario, vamos.

E: Y va a seguir siendo así. Cuando sacamos la editorial la gente nos decía que estábamos locos, que una editorial de papel era algo que ya se estaba agotando…

No, por favor, la eterna discusión de si el papel está muerto no, por Dios.

E: Joder, ya ves. Nos recomendaban hacer una editorial solo de eBook y eso sí que es una locura. Nosotros hemos sacado un par de títulos solo en eBook y es como si no existieras, para la prensa, para el público… Sobre todo para la prensa, es muy raro que te hagan una novedad si es solo en digital. Y luego que la mayoría de la gente todavía lee en papel. Es lo que decías, que los gurús llevan diez años hablando de la muerte del papel y mira.

A: Lo que sí está más equilibrado en la web es la venta entre papel y electrónico. En la web hay un 35% de la gente que compra eBook, e incluso un 40% dependiendo del mes.

E: En cualquier caso estamos muy cómodos con lo que hacemos. En algún momento ya dará más. Ahora da poco, da un dinero, pero sabes que estás llegando a un tipo de lector que te lo agradece y te lo compra, y no le vas a desatender. No voy a renunciar a ese lector.

Uno de los clichés que más se repiten cuando se habla de las escasas ventas de eBook respecto a papel es el precio. Que no acaba de despegar este mercado porque no se ajusta el precio. Pero vosotros lo habéis ajustado muchísimo y sí supone una ventaja.

A: Tenemos libros a 1.95 euros, que en papel valen seis o siete.

E: O un libro de quince euros en papel que son cinco o seis en eBook, es siempre menos de la mitad.

A: Generalmente una tercera parte.

O sea, que vuestra experiencia es que el problema de que no despegue el mercado no es ese. O no es solo ese.

E: Algo tendrá también, pero no creo que sea solo eso. Hay un punto cultural, porque toda nuestra vida se desarrolla en una pantalla de ordenador, y por mucho que un Kindle tenga tinta electrónica tienes ese punto psicológico de desconectar de la jornada laboral con algo distinto, el papel. Aunque luego es verdad que en Estados Unidos e Inglaterra se lee mucho más en electrónico.

A: El papel sigue siendo el rey.

E: Cuando hemos ido a una universidad a dar alguna charla preguntamos a los chavales de veinte años en qué leen, y todos leen papel. La gran mayoría. Gente de veinte años que según los gurús son supernativos digitales, vamos., que son yihadistas digitales. Y leen en papel.

A: Esto de que el papel no solamente no ha muerto sino que no va a morir es cierto. También ha resurgido completamente el mundo del vinilo, por ejemplo, porque al final no es un fetiche, es que la cultura habla de ti. Y cuando tú vas a una casa, tu librería habla de ti, y no puedes decir «en este pendrive tengo diez mil obras».

Habrá quien te diga que eso es postureo. Lo de exhibir las estanterías como un catálogo del intelecto.

A: Puede. Pero es que el papel no es solo un fetiche. Es que habla de ti. Y además es que mucha gente lo tiene dos veces, en papel y en digital. Desde el primer día teníamos muy claro que, como no teníamos archivo previo y no había ningún problema de escanear, todo lo íbamos a tener en dos versiones. Y dentro de la versión eBook la tenemos en versión Amazon Kindle y en epub genérica, sin encriptado.

E: Sí, porque el que te quiere piratear te va a piratear aunque lo encriptes, con o sin DRM. Y el que no quiere, pues joder, ponle las cosas fáciles. Yo no quería que me dejaran de comprar porque fuera difícil. Y si esto algún día despega y el mercado electrónico es el que manda, pues ya estaremos preparados para el futuro.

Venga, una típica.¿Os lo imaginabais? ¿Cuántos años planeábais de pérdidas antes de que esto empezara a andar?

E: Sí y no. Cuando empiezas la editorial sí, porque cuando empiezas no empiezas sin una fe ciega. Pero éramos tan garrulos que no teníamos ni idea de nada, ni hicimos plan de empresa, ni hicimos planificación… Nos pasó una cosa muy curiosa cuando justo entra Alberto y sacamos el de Mata a tus ídolos que reeditamos ahora, e hicimos algo que no se puede hacer. Ni en el mundo editorial ni si vendes escobillas de váter. Alberto vio que habíamos hecho una tirada de tantos, y a un precio tal, y aun si vendíamos toda la tirada tendríamos una pérdida de dos mil euros. Y nosotros ahí: «¡Ah, pues no sabía!». Es que ni hacíamos cálculos. Ahora ya sí, hay un proceso de cálculo que hace él, de precio para amortizar tantos ejemplares. ¡Es que estábamos casi en bancarrota a los cinco meses! Y la distribuidora te paga a cuatro meses, tuvimos un problema de liquidez y de cash flow… Nos tiramos cuatro meses pagando a todo quisqui, y a mí no me ha pagado ni dios. Cosas muy básicas que casi nos cuestan haber palmado el primer año. Ahí Alberto nos hizo una labor necesaria. Así que llamamiento a los jóvenes: que se tomen en serio la parte incómoda, porque al principio mucho entusiasmo y mucha ilusión, pero joder, puedes cagarla muy rápido por no sentarse a hacer unos números.

A: Ahora yo la contraparte: que se lo tomen en serio, pero no tanto. Porque si no te pasa lo que me pasó a mí antes de entrar a Libros del K.O., que quería montar una librería y si te lo tomas demasiado en serio no salen las cuentas.

E: Esto es interesante. Porque si hubiésemos hecho números nosotros, igual tampoco nunca habríamos montado la editorial.

¿Y vais a salto de mata o según vais acabando libros los vais lanzando?

E: Pues eso es un poco nuestra asignatura pendiente. Al final vamos a salto de mata. Hay un momento en que los medios en noviembre me piden las novedades para 2016 y yo no tengo ni idea. Las editoriales suelen funcionar así. El problema que tenemos nosotros, lo bueno y lo malo, es que como el 80% de lo que publicamos es creación propia, libros que empiezan con nosotros y se van trabajando, los plazos son inmanejables. Hablas con el autor para la primera versión y cuesta mucho planificar bien. Lo de los deadlines es imposible. Si publicásemos casi todo traducciones, como muchas editoriales, puedes planear. Pero es que los procesos de escritura se te escapan, los libros están demasiado vivos.

También habéis publicado a Camba y a Pla. ¿Qué opináis de esta ola reciente de recuperar ciertas firmas, como estas o Chaves Nogales, que está en alza en los últimos años?

E: Recuperar ciertos autores nos parecía muy interesante, no es que fuese lo más importante, pero sí que es cierto que dentro de las patas de la editorial había una que era esa, echar la vista atrás.

A: Y seguiremos trabajando en esa línea.

E: Estamos persiguiendo muy fuerte a autores que no voy a nombrar, pero ahí estamos teniendo problemas con herederos, con gente que complica las cosas. Muchas veces cuando leo a un periodista cultural diciendo: «Es una vergüenza el abandono del mundo editorial a la figura de tal autor». Pero es que detrás de eso muchas veces hay una cantidad de agentes y herederos que están bloqueando o imponiendo unas condiciones leoninas. A muchos autores nos habría encantado publicarles y al final pasas, porque no vas a firmar un cheque en blanco para vender ochocientos cincuenta ejemplares.

A: Muchos viven ajenos a todo. Ajenos a la realidad y al sector, se piensan que se habla de miles con facilidad, que se va a vender. Y no, mira. Todos estos somos independientes y lo que quieras, pero muchas veces en las editoriales grandes también hay libros que venden ochocientas copias. Esto es así.

Libros del KO para Jot Down

Ya que habláis de números. A partir de qué venta de ejemplares dijisteis «bien, esto es un éxito».

E: Clarísimo. Con Plomo en los bolsillos.

A: Fue un libro que funcionó bien desde el principio. Y eso que veníamos de Hooligans, que nos había ido muy bien…

E: De hecho con esos algún título hubo que reeditarlo a la semana.

A: Y la gran ventaja que tiene Plomo en los bolsillos es que es un libro que vende todos los meses.

E: Es un long-seller. Es cuando te das cuenta de que en los libros funciona bien el boca a boca y el regalo a regalo, el caso de que lo lees y te gusta tanto que lo regalas a amigos. Es un libro que va creciendo y despierta mucho entusiasmo al que lo lee, al que le gusta el ciclismo, al que no le gusta el ciclismo, y que no es de esos que lees y te quedas para ti porque es una cosa más personal. Es de los libros que se contagian. Vamos por la octava edición, y eso que es un libro que habíamos reeditado, porque se publicó en otra editorial antes. Pero conocí a Ander Izagirre, leí el libro y pensé que había que reeditarlo. Y nadie de estos lo veía, pero porque no lo habían leído.

A: Ander después lo retocó, le añade novedades… De hecho es algo que sigue haciendo. Cuando pasa toda la movida de Armstrong, esos capítulos se cambian. Porque pasa de ser el ídolo a… Bueno, lo que sea. Y se actualiza. El capítulo lo subimos a la web y lo regalamos, para todo aquel que lo hubiera comprado en su versión «no se dopa», para que tuviera la actualidad. Y ahí sigue. Es algo que a Ander le encanta, porque el libro está vivo.

E: Es ese enfoque de historias más pintorescas, divertidas, épicas…

A: Y es que hablando de todo esto, en la presentación en Santander es donde sale toda la historia de la viuda de Vicente Trueba, ese capítulo que Ander adelanta en la Jot Down Smart 3. Se levantó la viuda, levantó la mano y dijo: «Yo soy viuda de Trueba y saben que él tenía que haber ganado ese Tour, ¿no?». Y de ahí surge el contacto con esta señora, que es magnífica, y la historia que cuenta Ander.

Es cuestión de tiempo que Ander encuentre un Limónov para que sea nuestro Carrère patrio.

E: Yo pienso lo mismo. Además a él Carrère le encanta. Ander está llamado a escribir esas grandes cosas, es nuestra estrella.

A: Y en este caso tenemos autores representativos como él, una generación entera que está llamada a petarlo.

E: Son gente muy muy buena, y que está en la edad en la que ya empiezas a ver las cosas de otra manera. Y habrá un momento dentro de diez años en la que estos serán los viejos.

Qué gusto escuchar esto y no ese apocalipsis perpetuo, de que las grandes figuras no tienen relevo…

E: Es que incluso en ciertas cosas estas firman mejoran a las precedentes.

A: Una de las cosas que hemos tocado antes va por ahí: que somos una editorial que genera contenido propio, y hacemos libros y descubrimos autores, pero no vamos a la Feria y compramos derechos de un libro y solo traducimos.

E: Es lo que se hace mucho en el mundo editorial. Lo que ha funcionado fuera lo compro, y adelante.

A: Nuestra producción es propia. Con todo el riesgo que eso conlleva.

E: Aunque hayamos publicado a Camba y a Pla, y alguna traducción. El resto nos lo han escrito para nosotros. Es un riesgo, es mucho tiempo, es imposibilidad de planificar… Y una cosa buena de eso, que no vimos en su momento y ahora estamos empezando a ver, es que luego tú puedes vender esos derechos. Ya hemos empezado a vender algún título para publicar en inglés.

A: Hablamos siempre de papel y digital, pero es papel, digital y derechos. Esa pata que nunca hemos tocado y ahora ya estamos en ello. Es algo que decíamos que no, porque a algunos nos parecían temas muy locales, pero imagínate.

E: Ahora lo vemos con otros ojos, miramos el trabajo hecho y con esa perspectiva quizás pueda compensar.

¿Y con la ficción os atreveríais?

E: No hemos tenido ningún proyecto entre manos, pero no es algo que descarte. Hemos creado la imagen de la editorial en torno a la no ficción que es lo que más nos gusta, pero no veo ningún problema en un momento dado en publicar una novela.

A: De hecho, en nuestros planes iniciales había una. Pero no salió, no llegó a buen puerto.

E: No nos importaría hacerlo, de forma puntual. Novela o cualquier cosa que no sea específicamente no ficción periodística, dejamos la puerta abierta.

No lo habéis dicho así, pero entiendo que no fundáis la editorial con la intención de llenar un hueco que en la prensa apenas se trataba, el de la crónica en profundidad. De hecho la mayoría de vuestros autores vienen de ahí.

E: Sigue habiendo material muy bueno en la prensa, incluso mejor que el nuestro. Hay muchísimos medios, y ya se apuesta por temas largos. Yo no creo que el nivel periodístico sea peor que antes ni mucho menos. Sigue habiendo cosas muy buenas, porque de ahí es donde nos nutrimos. A nosotros nos interesa que el mundo periodísitico sea lo más fuerte y más interesante posible. Nunca hemos tenido la idea de «como no se hace buen periodismo en los medios vamos a hacerlo nosotros», eso sería arrogante. Nunca ha sido nuestra idea. Ha habido cosas buenas antes, y las habrá después.

A: Hay buenas crónicas en todos lados. El problema es que hay una instrumentalización muy fuerte de la prensa en este país y hay mucho ruido.

E: Pero el que se toma la molestia de buscar, encuentra buen material. Y hay otra cosa, que ya no solo leemos prensa española. Cuando yo estudiaba solo leía prensa española. Ahora puedo caer con mucha más facilidad en prensa americana o colombiana o mexicana o lo que sea. Periodísticamente estoy convencido de que ahora leemos mejor que antes. Y nosotros nos alimentamos de eso, como fuente de inspiración, para pillar autores, para pillar ideas.

Libros del KO para Jot Down 5

Fotografía: Begoña Rivas

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14 Comentarios

  1. Antuán Labei

    Hace falta ya una historia crítica del metal alemán. Vamos, coño

    • Isobel Pantoha

      Er dia que te coha te via dar más palos que a una estera y te via poner el culo como un tomate! Eso der metal aleman no e má que un chiclé a vé si tenteras de una vé!

  2. Pingback: Editar en tiempos revueltos: «La cocaína salvó a Libros del K.O.»

  3. Grandes Alberto y Emilio. No han dicho que colaboran con el Baloncesto de Base patrocinando el Senior Femenino de Unión Baloncesto Villalba, que compite en 1º Autonómica de Madrid. ¿Para cuándo un título del mundo del Baloncesto?

  4. Nestor Burma

    Y alucinante que una editorial de Madrid haya publicado la versión en euskera del Plomo en los bolsillos de Ander Izagirre. ¡Grandes!

  5. nachetetm

    Yo soy uno de los clientes de eBook de Libros del KO, así que por favor, no lo dejéis de lado. Sois los únicos que no cobráis barbaridades por el libro electrónico, y cada vez habrá más gente como yo, que lee muchísimo pero se ha pasado al eBook por cuestiones económicas y de espacio. Con apartamentos más pequeños y mudanzas más frecuentes que en el pasado, tener libros en papel se está convirtiendo en un lujo.

  6. Rossie Gautier

    Sería bueno que algunos se animaran a leer la novela «Adorada blanca» del peruano Dante Queirolo. Pueden ver referencias a este trabajo en el google tecleando el título de la novela…

  7. La cocaína, descubrió la psiquiatría y retrató a los cenutrios.

  8. Gracias Libros del K.O. Punch!

  9. Leyendo el artículo, y a lo tonto a lo tonto, ya he comprado cuatro libros de esta editorial (hay uno que no sale citado que es «La cárcel identitaria», de Eugenio García Gascón, magnífico relato del Jerusalén actual).
    Enhorabuena y muchas gracias por vuestro trabajo.

  10. Pingback: NC#40: Un calendario que echa humo

  11. Jaime Nimes

    Me gusta la literatura y el boxeo,a leer me aficioné gracias a las novelas de
    CHESTER HIMES y de EL COYOTE de JOSÉ MALLORQUÍ y al
    boxeo me aficioné gracias a ver por la tele en los años 60 los
    combates de MUHAMMAD ALÍ y JOSÉ LEGRÁ dos artistas
    y dos buenos campeones del mundo
    https://www.youtube.com/watch?v=e6GjwPxtLVs
    https://www.youtube.com/watch?v=QG75b1VKnQw
    https://www.youtube.com/watch?v=FPPug8vFIJU
    https://www.youtube.com/watch?v=BqnRcv1D27A

  12. Pingback: Un secuestro judicial por tres líneas: sorpresa y preocupación en Libros del KO | El Faradio | Periodismo que cuenta

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