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Colony: la dictablanda extraterrestre

Imagen: USA Network.
Imagen: USA Network.

La ciencia ficción debe de ser el género más difícil de rodar, al menos en televisión, porque suele decepcionar. Y créanme, estoy más que dispuesto a recibir cualquier serie de ciencia ficción con los brazos abiertos. Pero en los últimos diez o quince años hemos visto aparecer multitud de ideas interesantes que prometían mucho y acabaron quedándose a medias, sobre todo cuando hay extraterrestres de por medio. Creo que suele deberse a que la ciencia ficción televisiva, salvo contadas excepciones, olvida que el género tiene o debería tener un marcado contenido filosófico. Los conflictos descritos por la ciencia ficción tal vez sucedan en un entorno poco realista, pero hablan casi siempre de asuntos dolorosamente humanos, y esa ha sido siempre su principal justificación artística, así que en términos formales y más allá de los elementos fantasiosos propios del género, esos argumentos no deberían ser desarrollados de forma ligera o superficial. Ojo, tampoco hay que pasarse con el drama, o uno termina abandonando el género para entrar no se sabe dónde, como sucede con The Leftovers. Pero vamos, en la buena ciencia ficción, lo que de verdad interesa es el análisis del ser humano y sus circunstancias. ¿Recuerdan Battlestar Galactica? No era una serie con mucha acción, pero los personajes, que iban adquiriendo una gran dimensión, y las retorcidas relaciones entre ellos terminaron capturando la imaginación de un amplio público. Claro que también hemos tenido cosas como Flash Forward, que, partiendo de una premisa sumamente intrigante, se quedaban en nada con la rapidez de una cerveza expuesta al sol.

Pues bien, Colony es uno de tantos programas que parte de una idea que, sin necesidad de ser original (de hecho no es original en absoluto), por lo menos prometía un acercamiento bastante adulto a tenor del asunto tratado. Muestra las vicisitudes de los habitantes de Los Ángeles después de que una invasión alienígena haya aislado la ciudad, rodeándola con murallas enormes e impidiendo la comunicación con el exterior, donde hay otras «colonias» parecidas, aunque suponemos que el resto de las ciudades ha sido destruido o vaciado. En esa nueva Los Ángeles la población vive sometida a un constante control y un toque de queda continuo impuesto por un gobierno dictatorial. No vemos a los alienígenas, o por lo menos no los hemos visto cuando la primera temporada ya ha superado la mitad, y solamente se intuye su presencia mediante unos drones voladores cuya función parece ser la de acudir allá donde hay problemas para vigilar desde el aire, en plan helicópteros. También intuimos a los extraterrestres mediante lo que parecen lanzamientos de alguna nave espacial que se ven de vez en cuando en la distancia. Por lo demás, en el Estado policial son seres humanos los que, con tal de ganarse el favor de los invasores, someten a otros seres humanos bajo una bandera que, con poco disimulo, rememora a la del régimen nazi. Entre tanto, un movimiento de resistencia (según sus miembros) o terrorista (según el gobierno) trata de combatir la ocupación, o de sembrar el caos en el Estado policial, según se mire.

La idea de base, como digo, era interesante. Se prestaba mucho a analizar la psicología del colaboracionista y en el guion se nota, al menos, que han intentado introducir matices en las respectivas posiciones de los personajes. Es decir, en algún momento tenemos a miembros de la resistencia que dudan de sus métodos, o a colaboracionistas que intentan justificar su actitud recordándonos que no hay manera posible de resistirse a la especie invasora, mucho más avanzada tecnológicamente. También tenemos personajes que esconden secretos unos de otros, incluyendo a la pareja protagonista, un matrimonio donde él es colaboracionista y ella está en la resistencia. Hasta aquí, todo correcto. Incluso prometedor. El problema es que esas intenciones iniciales no han sido llevadas al extremo, no sé si porque alguien decidió que la serie debía ser más asequible que su premisa, o sencillamente por falta de habilidad. Si pusiéramos las fotos de los personajes en una pizarra y trazásemos las relaciones entre ellos, obtendríamos una red argumental que da para mucho. Imaginaríamos algo como The Americans en versión marciana. Pero la serie, una vez vista, no alcanza esas expectativas. Es correcta, pero no tiene vida. Los personajes no terminan de convencer y la verdad es que me cuesta localizar el problema. Quizá radica en que ha sido escrita de manera muy formularia, sin tomar ningún riesgo ni afilar ninguna arista. Hasta ahora solamente he visto un momento en que se ha intentado algo original, en un episodio donde algunos minutos se dedicaban a mostrar el punto de vista subjetivo de los guardias que trabajan para la ocupación. Esos minutos funcionaban, porque descolocaban al espectador y le proporcionaban nuevos elementos para construir el contexto. El resto de la serie, por contra, siempre deja al espectador en su zona de confort. Todo es previsible y aunque sobre el papel parece que buscaban evitar el cliché, acaban cayendo en él. Son los personajes quienes sufren los dilemas, pero nosotros, como televidentes, no nos hacemos cargo de ellos. Tampoco ayuda el que los personajes estén trazados a grandes rasgos, o debería decir brochazos, cuando queda claro que se prestaban a dejar mostrar múltiples matices. A fin de cuentas hablamos de una historia que sucede en un régimen totalitario en el que casi todo el mundo tiene algo que esconder o de lo que huir. Ni siquiera necesitan jugar la baza de los extraterrestres. Aunque sí da la impresión de que se están tomando más tiempo de la cuenta a la hora de ir deshojando las diferentes margaritas de la historia.

Imagen: USA Network.
Imagen: USA Network.

Uno de los aspectos que quizá perjudica a la serie es la falta de dureza. Es como si no se atrevieran a traspasar ciertos estereotipos. El protagonista masculino, Will, es un antiguo militar que se une a la represión estatal, pero lo hace por motivos nobles y prácticamente obligado por un chantaje (los marcianos, o sus esbirros, mantienen secuestrado a uno de sus hijos aunque él no sabe dónde). Su mujer, Katie, se une a la resistencia por idealismo y se lo oculta a él, pero en sus tareas como resistente antepone siempre el bienestar de su marido, es más, hace que sus compañeros combatientes lo antepongan también. La hermana de Katie acepta trabajar para los colaboracionistas de la parte rica de la ciudad, pero lo hace porque su pequeño hijo es diabético y necesita encontrar insulina, que escasea en Los Ángeles. No sé si me siguen: todo es demasiado conveniente para que los protagonistas hagan lo que hacen con su justificación de cara al espectador. Es un ejemplo de cómo funciona la serie. No es que las líneas argumentales estén mal definidas, es que carecen de elementos que añadan tensión moral, o exceden en elementos que apacigüen esa tensión moral. Y en una serie que trata sobre una ocupación, con su debida resistencia y con su colaboracionismo, se necesita una buena carga de tensión moral que haga sentirse incómodo al espectador. No es malo que el espectador, en algún momento, repruebe a los protagonistas, aunque el objetivo final de la serie sea hacerle simpatizar con ellos.

Otro problema es la falta de perspectiva. Es decir, antes de que finalice la primera temporada ya tenemos a los dos protagonistas codeándose con los respectivos meollos de sus respectivos bandos, lo que, convendrán conmigo, le quita emoción al asunto porque hubiera sido más absorbente verlos inmiscuirse lentamente, paso a paso, dejándonos tiempo para recrearnos en la anticipación de las posibles consecuencias de sus actos. También hemos visto desenmascarados a algunos personajes que eran importantes en la trama, pero sin que la susodicha trama parezca haber dado ningún giro importante. En otras palabras: ha habido bastantes balas de fogueo. Las cosas arrancan.. y después han avanzado poco, porque ya quedan pocos sitios a donde avanzar, al menos hasta que los guionistas jueguen el as de oros y nos digan cómo son los alienígenas, si es que existen, y qué pretenden. O alguna otra revelación brutal. Ya que hemos nombrado The Americans, esa es una serie que, al menos hasta cierto punto, plantea una situación similar. Tenemos a dos espías rusos que se hacen pasar por estadounidenses sin que nadie, ni siquiera sus hijos, tengan la menor idea. Hay ocultaciones y peligro porque cualquier pequeño descuido puede lanzar a algún personaje al abismo. Pero amén de ser mucho, mucho mejor, The Americans es atrevida y duraNos muestra detalles escabrosos de los protagonistas, ya sea reviviendo su pasado o mostrándolos en el presente, realizando cosas que al espectador, a veces, le cuesta bastante asimilar. Solamente para que veamos que el tipo de vida que llevan es difícil y exige de ellos muchas renuncias, incluso ciertas renuncias morales. En Colony estaba la semilla para algo parecido, pero esa semilla nunca llegó a crecer porque nadie se atrevió a regarla.

Formalmente, desde el punto de vista del estilo, la serie sufre unos males parecidos. Está rodada de manera demasiado convencional. Baste decir que los tres primeros episodios están dirigidos por Juan José Campanella, pero aun así dan la impresión de ser producto de un encargo realizado sin demasiado ímpetu. Quizá la naturaleza algo descafeinada del guion se haya trasladado a los rodajes. Tampoco se han esmerado demasiado en la ambientación; entiendo que no se necesitaba mucho artefacto, pero hubiese ayudado un tratamiento distinto de la iluminación, no sé, algo que nos recordase de vez en cuando que estamos ante una dictadura, más allá de ver la banderita pseudonazi colgada por ahí. En cuanto al reparto, es correcto. La pareja protagonista está interpretada por Josh Holloway, el Sawyer de Lost, que no termina de convencerme. Su compañera es Sarah Wayne Callies, a la que vimos en Prison Break y en The Walking Dead. En esta última interpretaba a un personaje tan puñetero que mucha gente le pilló manía a la actriz, pero esto demuestra que es buena en su trabajo y aquí, aunque sin grandes alardes, lo hace bastante bien. Aunque quizá lo mejor sean Peter Jacobson, que interpreta al ladino gobernador de Los Ángeles, y Paul Guilfoyle, que sin apenas gesticular interpreta al líder visible de la resistencia; la verdad es que no les resulta difícil destacar, porque sus personajes son de los pocos que el guion nos presenta con algún matiz interesante. También aparecen Amanda Righetti,  de El Capitán AméricaAdrian Pasdar, cuyo personaje todavía no he conseguido distinguir de Nathan Petrelli, el sonriente político de Héroes. Como detalle altamente entrañable, también podemos ver a Carl Wathers. Sí, el único, eterno e insustituible Apollo Creed, el hombre que pintó la Capilla Sixtina en la cara de Rocky Balboa. Aunque aviso, su papel podría haber dado mucho más de sí si le hubiesen concedido más minutos y más cosas que hacer. Regla número uno de las series: cuando tienes al puñetero Apollo Creed en tus filas, ¡tienes que sacarle partido!

En definitiva, una serie que puede servir como entretenimiento ligero si no tienen alternativa o si han de rellenar ratos de insomnio, pero que les producirá la inquietante sensación de que a ustedes mismos se les hubiera ocurrido maneras mejores de mostrar determinadas cosas, o de rodar determinadas escenas. Yo, que últimamente ando de un optimista subido —y eso que no hace mucho vi el catastrófico último episodio de la décima temporada de Expediente X, sigo confiando en que algún giro a final de temporada haga que la cosa pueda levantar cabeza de cara a una segunda. Pero si no es así… bueno, el mundo tampoco se habrá perdido nada, excepto otra oportunidad perdida. Y van…

Imagen: USA Network.
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12 Comentarios

  1. John Surena

    Pues no, no hay ningún giro a final de temporada que de un subidón de nivel. Y el caso es que la idea de partida y algunos momentos puntuales realmente dan para más. Es ciertamente una serie a la que se podría sacar cierto jugo pero que casi todo el tiempo va con el freno de mano, como temiendo arriesgar demasiado.

    Una de las posibles razones para esa cautela yo diría que está relacionado con una incomodísima cuestión. Básicamente que el contexto que se proporciona como escenario de la acción da lugar para plantearse la legitimidad del terrorismo en cierta situaciones.

    En ese sentido en la serie la «resistencia» humana en su estadio inicial está compuesta básicamente por terroristas, así como suena, porque a fin de cuentas la resistencia asimétrica ante una ocupación donde el ocupante posee una superioridad militar y tecnológica evidente solo tiene dos respuetas lógicas que, frecuentemente, se complementan: la guerrilla y los actos de sabotaje y terrorismo urbano.

    Pero claro eso tiene una implicaciones interesantes llevado al presente y a otros contextos donde los extraterrestres de turno.. no son extraterrestres. Pensemos que durante la propia ocupación estadounidense de Irak también había una «Green Zone». La propia Battlestar ya dejaba caer algo de esto muy someramente esto en una de sus temporadas.

    En esta serie sin embargo es como una especie de línea roja. Se puede insinuar muy de pasada, susurrándolo para que lo pille algún espectador, pero sin plantear estos dilemas morales demasiado a las claras o persistir muchas escenas seguidas en ello, no vaya a ser que nadie se incomode. Los guionistas de la serie vienen a decir que resistir a la ocupación del planeta por unos extraterrestres que ha exterminado a una parte sustancial de la población (o sea que está bastante claro que no vienen en son de paz) es legítimo… pero no, porque si resistes algún inocente podría morir… claro que los colaboradores matan gente igualmente aunque no hagas nada.. o sea que algo hay que hacer… pero si no se puede andar por ahí poniendo bombas… habrá que descubrir algo… pero…

    Por ahora la serie no llena ese vacío, los protagonistas se limitan a existir y a dar círculos, ni ellos ni los guionistas tienen muy claro realmente si resistir en firme o no, la mayoría dudan, y los que no dudan por ahora no avanzan porque los guionistas no saben como hacerles avanzar sin meterlos en un terreno demasiado incómodo moralmente, lo que convierte a la mayoría de personajes en pantalla en unos pusilánimes arribistas del carajo. Encima pusilánimes sin carisma ya que la mayoría están poco desarrollados y no sabemos mucho sobre ellos lo que dificulta el empatizar con sus acciones.

    De la misma forma la perspectiva social, la existencia de una élite colaboracionista que gracias a ello mantiene su nivel de vida por encima del del populacho dominado se enuncia, pero no se muestra. Se supone que hay unos ghetos durísimos, pero no los vemos. Lo único que vemos es una población sojuzgada que ha de abastecerse en el mercado negro… pero que aún así vive en hermosos chalets de urbanización con jardín y unas cocinas mayores que cualquier piso medio normal en Europa. Todos vestidos con ropas impecables, peinados perfectos y coches deportivos del carajo. Eso ya digo, la población insoportablemente sometida al racionamiento. Porque serán población sometida, pero son estadounidenses. Y los estadounidenses hasta sometidos viven en casas mejores que la tuya y tienen coches mejores que el tuyo. Como digo se supone que hay grandes bolsas de pobreza. Pero no se ven. No parecen tener ningún problema de gasolina. Aquí no camina nadie. En coche a todos lados.

    Es todo muy extraño. Buenas ideas, personajes muy interesantes como Broussard que se dejan en segundo plano en aras del «drama» familiar central digno de serie procedimental. Todo a la vez que en compensación se suministra muy poca información al espectador. Al final de la primera temporada básicamente seguimos sin saber absolutamente nada de lo que ha pasado, quienes son los invasores, qué quieren, nada. Alguna frase suelta que da un contexto sobre cómo está el resto del territorio de los EE.UU. (el resto del planeta ni se sabe ni le importa a nadie) y punto. Muy pocos alicientes para el espectador de un producto que sin embargo, tiene cartas en la mano como para jugar de forma bastante más ambiciosa.

  2. josep m. fernández

    USA Network. No hace falta decir nada más.

  3. John Surena

    Los guionistas han elegido una cierta línea de aproximación a la cuestión de las invasiones y la resistencia que les hace tocar un tema del cual parece que no se puede hablar. O al menos con el que no se puede jugar libremente más allá de cierto punto. Eso constriñe las posibilidades que tienen para construir personajes protagonistas verdaderamente grises al gusto actual. Se han metido en un asunto complicado.

    La consecuencia a mi modo de ver es que el planteamiento de la primera temporada desemboca en una bifurcación caminos en la cual los guionistas se han quedado atrapados: o bien no seguían profundizando en los aspectos controvertidos del tema, o bien lo hacían pero con el peligro de que el espectador medio no se pudiese identificar de ninguna manera con los personajes en cuestión. Y en cierta forma llegados a ese punto se han visto sin solución al menos hasta una posible segunda temporada. Otras series recientes como El hombre en el castillo han conseguido transitar mejor por ese campo minado de la resistencia contra un poder opresor.

    Por otra parte la presentación de ese mundo supuestamente sojuzgado y devastado es demasiado limpia, demasiado impecable. Se insinua la presencia de guetos y grandes masas de desposeidos, se muestran de pasada algunas imágenes de las destrucciones durante la conquista, pero el resto del tiempo nada de eso se ve o tiene presencia. Los protagonistas, salvo por algunos detalles, tienen la vida de una perfecta familia americana pese a que todo el tiempo se quejen del terrible peso de la ocupación. Exceptuando detalles como la insulina no parece que ni ellos ni sus vecinos ni la mayoría de personajes que van apareciendo tengan problemas para procurarse buena ropa, casas confortables, ordenadores, peinados a la moda o descapotables repletos de gasolina. No se logra, ni tampoco se busca un aspecto digamos más sucio y quizás realista de un escenario apocalíptico que sí intentan conseguir series peores como la recientemente finalizada Falling Skyes.

    Es una lástima porque la serie tiene buenas ideas de partida y un potencial para explorar terrenos muy incómodos. Pero a medida que avanza no va a más sino que en cierta forma se estanca diría que a partir del quinto episodio más o menos. No paran de ocurrir cosas, claro, pero es solo fachada, el espectador recibe muy poca información nueva y la acción en realidad tampoco parece llevar a ningún lado por ahora. Mientras tanto la mayor parte de personajes que van desfilando en pantalla, salvo quizás Broussard, resultan demasiado pusilánimes o grises como para el espectador empatice con ellos, los tema, los odie, o le resulten carismáticos. Como digo es una pena.

  4. debo decir que me ha sorprendido crítica tan negativa. Dada la premisa básica, ocupación extraterrestre desde un gobierno colaboracionista, la acción se desarrolla con una lógica propia y que no se corresponde con las previsiones del público necesariamente. Y esto no es necesariamente malo. De hecho se vuelve en una excelente historia de resistencia clandestina y ocupación. El problema no está en la serie, sino en los prejuicios en los ojos del crítico. ¿Que no os ha gustado? Pues adelante… allá vosotros. Es lo que pasa cuando se ha acostumbrado uno a la basura, que luego ya no se aprecia lo que tiene valor. Colony respeta la hipótesis de partida y construye una trama de intriga muy notable, muy bien llevada que convierte las series anteriores sobre ocupación extraterrestre ( V, por ejemplo, pero también Fallen Skyes) en banalidades sin trascendencia ninguna.

  5. Me gusta mucho tu crítica, Emilio.

  6. Algunas cosas que decir, estoy de acuerdo en que la serie no pasa de correcta, pero por un lado se dice en el articulo que están tardando en llegar al asunto, y en el siguiente párrafo que los personajes han llegado muy pronto a este(¿?) El hijo de los protagonistas no esta secuestrado, simplemente se quedo al otro lado del muro, de hecho vive en la calle, en florida creo recordar, también se a dejado ver un alíen aunque vestido con armadura (Clásico),eso me hace preguntarme si realmente se ha visto esta serie. En general si es cierto que no desperdician balas, y se usa a Sarah Wayne Callies en su masticado papel de esposa poco de fiar, muy en su linea de Prision break y TWD, ese truco y un visible triangulo amoroso (también amortizado en Homeland), el sicario de la resistencia se empieza a presentar tentador, siempre funciona, yo lo llamo el gancho de «la maldita perra insincera». Me da que a la crítica le sobran 1000 palabras al menos, y por último, The Leftovers parece no saber dónde está porque es donde quiere estar, para mi es de lo mejor de estos últimos dos años.

  7. Comparto la visión del autor. La idea me parece excelente, pero los capítulos no me convencen del todo. Falta «algo», no sé si los grises del colaboracionismo y la resistencia o ciertos detalles que le den mayor verosimilitud.

    Hay un capítulo en que dicen que es realmente una dictablanda, que Snyder es el único dirigente colonial que opta por un régimen no tan totalitario. Quizás alguna vez muestren las otras colonias, si hay segunda temporada.

    El año pasado hubo una serie de ciencia ficción que sí me pareció excelente en su tipo: The Expanse. Es la idea, los personajes, la ambientación y todo lo que no muestra pero sugiere. Ojalá en Jot Down se escriba sobre ella.

  8. Don Emilio de Gorgot, me parece usted e mejor escritor de esta revista pero ¿por qué se empeña últimamente en escribir sobre series del montón y no sobre aquello que de verdad le ha parecido muy bueno o excelente?

  9. Vi la Temporada 1 completa: decepcionante. Es V: Invasión Extraterrestre, pero sin los extraterrestres, y con una dictadura que —al menos vista desde Latinoamérica (Argentina)—, parece de juguete. Todo es demasiado cool, ligero. Los actores protagonistas son malísimos: Sawyer sigue siendo Sawyer (ni el pelo le dio para cortarse), y Sarah Wayne Callies pone la misma cara para todo. No habrá Temporada 2… al menos en mi casa.

  10. chucky1975

    Pues yo, despues de leer la crítica y vuestros comentarios, no voy a molestarme en ver ni cinco minutos de esta serie. Invasores sometiendo a los terrestres a una dictadura fascista, alegorías a la simbología nazi, resistencia clandestina y humanos colaboradores… todo eso y más ya lo tengo con la estupenda «V». Me quedo con Jane Badler y cuando quiera ver a Sarah Wayne Callies revisaré «Prison Break».

  11. Pingback: Invasión y victoria (o no) - Jot Down Cultural Magazine

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