Música

La fábrica de los mejores videoclips: OK Go

Imagen: Paracadute.
Imagen: Paracadute.

En 1999 una banda de rock se presentaba en los modestos estudios de la Chicago Access Network Television, preguntando por el programa Chic-a-gogo, un show infantil de bailoteos cuya naturaleza de entretenimiento público permitía que cualquier chalado se asomase por el canal para montarse un guateque cantando y bailando ante la cámara. La formación musical llegaba con la ilusión de actuar en el programa, pero por culpa del escaso presupuesto del estudio las instalaciones no disponían de medios para registrar el sonido en directo, así que los chavales agarraron la única canción propia que tenían grabada, «C-C-C-Cinnamon Lips», y decidieron que acometerían una coreografía casera. Para solucionar el detalle de no dejar huérfanos a los instrumentos durante la filmación se tiró de colegas disponibles: una serie de personalidades de la radio (entre las que se encontraban Ira Glass y Peter Sagal), amigas de la formación cubrirían los puesto sobre el escenario haciendo el idiota al simular aporrear cuerdas, baterías y teclados. En primer plano Damian Kulash, Tim Nordwind (simulando cantar aunque lo que se oía era la voz de Kulash), Dan Konopka y Andy Duncan coordinaban alegremente sus contoneos.

Aquella banda se llamaba OK Go, y acababa de descubrir que habían nacido para divertirse ante una cámara.

Videoclip random

En 2002 y en el regazo de Capitol Records la banda publicaba un primer álbum de título homónimo. Para la promoción se contrató al competente Francis Lawrence (director de Soy leyenda y tres entregas de Los juegos del hambre) con el encargo de vestir con imágenes el single «Get over it», obteniendo como resultado un clip de tres minutos y medio competente pero no demasiado destacable. El segundo tema en ganarse un rodaje sería «Don’t ask me», y durante el mismo otro director, Barnaby Roper, clonaría a una bailarina en una producción de colores escasos. El vídeo resultaba más llamativo que el anterior pero seguía sin ser verdaderamente especial. OK Go decidiría darle la vuelta y fabricar su propia versión invitando a los fans a grabarse bailando en una cabina que se llevaron en los tours fabricando su propio «Don’t ask me (dance booth)». El tema «You’re so damm hot» también saltaría a la pantalla en forma de una recopilación de metraje de los conciertos y el backstage de la banda en plena gira realizada por Scott Keiner.

Hazlo tú mismo

Tres años después de su primer disco y con el segundo ya tostado, Andy Duncan abandonaba el grupo y el resto de miembros coordinaban un casting para atrapar nuevo guitarrista. Durante la tanda de evaluación una de las preguntas que se realizarían a los candidatos era «¿participarías en un baile coreografiado sobre el escenario?». Andy Ross respondía que sí a aquella cuestión, y poco después cubría la vacante.

Sería entonces cuando Trish Sie, coreógrafa inquieta y hermana del cantante principal, idearía un baile inspirado en Janet Jackson y los sopapos de Matrix a partir de la canción «A million ways» y la banda lo filmaría a pelo en el patio trasero de la residencia de Kulash. Lo que inicialmente era un vídeo destinado a circular entre los emails de amigos y conocidos acabó convirtiéndose en un éxito viral sorpresa sin que ninguno de los miembros del grupo se hubiese planteado que aquello pudiese ejercer de vídeo oficial y sin que su productora tuviese idea de aquello.

Un año después la pieza se había convertido en el vídeo más descargado de la historia y los programas insistían mucho en que la banda realizase el bailoteo en sus apariciones en directo. OK Go había conseguido más notoriedad con tres minutos y una cámara casera mierdesca que todas las producciones videocliperas multimillonarias de directores renombrados con reverb y batallones de bailarines. El destino del grupo empezaba a oler a one visual hit wonder por lo en apariencia imposible de igualar aquel éxito sorpresa.

Hasta que sacaron el siguiente vídeo.

¿Cómo era posible superar el fenómeno viral de aquella coreografía? Añadiendo ocho cintas de correr y un nuevo bailoteo ideado por Sie. Tras diecisiete intentos la banda logró bordar una toma continua en la que nadie se rompía los dientes y todos ejecutaban una danza espectacular para el pegajoso «Here it goes again» entre máquinas de gimnasio.

En su momento llegaría a convertirse en el videoclip que más veces había emitido la Mtv, se llevaría a casa un Grammy junto a otra estantería de premios, se convertiría en el vídeo más descargado de iTunes y llevaría al grupo a realizar una recreación en directo en la gala de 2006 de los Mtv Video Music Awards. A día de hoy «Here it goes again» ha superado los ochenta millones de reproducciones en internet, tiende a colarse en toda clasificación que pretenda enumerar lo mejor de YouTube y suele tocar podio en aquellas que hacen recuento de los mejores vídeos musicales.

El mismo año el grupo presentaría otro nuevo single titulado «Invincible» con el que hacer circuito por las radios americanas, y en este caso el vídeo que venía agarrado del brazo de la canción abandonaba el bailete para recrearse en ese extraño encanto que generan las cosas que explotan. Consistía en una pantalla partida donde se dinamitaban una colección de objetos alegremente. La descripción oficial del asunto lo resumía todo de manera certera: «Este vídeo es popular entre la gente a la que le gusta a) las explosiones b) la música c) ambas cosas».

Un par de años antes Olivier Gondry (hermano del director Michel Gondry) se había acercado a la banda para proponerles un videoclip fiestero con un truquillo visual muy llamativo que era posible al rodar con varias docenas de cámaras digitales al mismo tiempo. El tema era «Do what you want» y el resultado en pantalla un disparatado baile de perspectivas, un headbanging de puntos de vista.

Pero en 2007 OK Go decidiría agarrar de nuevo ese videoclip (del que también existía una tour version cosida con metraje del directo de la banda) y darle una capa nueva de manera literal: forrándose a sí mismos y a «la colección de los tíos raros con más talento de Los Ángeles» en papel estampado para pegar botes y montar circo delante de la cámara.

Meses después la banda salía del paritorio con un nuevo ábum titulado Of the blue color sky, y ganas de seguir haciendo cosas raras: una alianza con el artista Moritz Waldemeyer y sus juguetitos construidos con LED y artilugios luminosos les permitió llevar a cabo un directo de neón donde los instrumentos pintarrajeaban con láseres de colores la actuación. También se cruzaron en un parking con Tim Nackash y acordaron que sería bonito grabar un vídeo, tras lo cual Nackash no tardó demasiado en enviarles un email con una foto que atrapaba en capas sobrepuestas la secuencia de un salto. Aquello fue el germen del vídeo oficial de «WTF?» una creación psicodélica donde se agitaban un montón de cachivaches, comprados en un todo a noventa y nueve centavos, y se apilaban fotogramas para crear estelas. O cómo convertir el glitch digital en un recurso estilístico.

Tras la orgía cromática de «WTF?» por la cabeza de los chavales comenzó a revolotear la idea de crear una máquina de Rube Goldberg monstruosa, pero pronto descubrirían que el mecanismo deseado iba a tardar bastante tiempo en estar realmente engrasado. En aquellos preparativos andaban cuando se tropezaron en internet con tributo a una de sus coreografías ejecutado por la Band of the Fighting Irish de la Universidad de Notre Dame de Indiana, un espectáculo acojonante.

OK Go dio un telefonazo a la Universidad de Notre Dame y tras coquetear un rato con ellos se llevó a una parte de la marching band al campo para rodar un clip oficial. El objetivo de tanto músico camuflado entre matojos era vestir la canción «This too shall pass», en una versión distinta a la que aparecía en el disco, para entretener a las masas mientras la maquinaria de Rube Goldberg seguía siendo diseñada.

Pero en marzo de 2010 aquel paseo campestre sería borrado de la memoria colectiva con la llegada del artilugio que el grupo, junto a sesenta trabajadores del Instituto de Tecnología de Californa, Synn Labs y el MIT Media Lab, había conseguido hacer funcionar en un almacén tras más de dos meses de planificación y cuatro de rodaje. Una máquina de Rube Goldberg alucinante que se convertía de manera inmediata en uno de los mejores, y más intrépidos, vídeoclips creados nunca para una canción.

Pero aunque la burrada parecía estar rodada en una sola toma, y tanto los diseñadores del aparato como los miembros de la banda aseguraban que el mecanismo había funcionado perfectamente en al menos tres ocasiones de las más de sesenta tomas filmadas, el amigo de los FX Freddie Wong acabó destrozando un poquito la magia del asunto al descubrir algún corte camuflado.

Para su próximo proyecto, «End love», los chicos evitarían complicarse en exceso la vida y optarían por irse al parque vestidos de colores a jugar con la cámara toqueteando las velocidades de reproducción y comprimiendo una secuencia de dieciocho horas, durante las que incluso sacaban los sacos de dormir para pasar la noche, en cuatro minutos y medio. El rodaje se anunció de manera pública por si a algún fan le pillaba cerca el asunto y quería militar entre los extras y también gozó de una guest star inesperada: un ganso que decidió coprotagonizar el show y aparece en el resultado final persiguiendo a los músicos para acabar aparcando a sus pies.

Trish Sie volvería a la carga ideando un nuevo tipo de coreografía loca para la banda de su hermano: tras aquel fenómeno con las cintas de correr a Sie le hacía gracia invertir la idea y convertir a los miembros del grupo en maquinaria que utilizasen otros seres, en este caso una manada de perros. Planteó ese disparate a OK Go y estos, tras recordar que rodar con animales está universalmente reconocido como un auténtico infierno, sentenciaron por unanimidad que la idea era «absurda y asombrosa», lo que era la señal inequívoca de que estaban dispuestos a filmarla. Un equipo de adiestradores, una docena de perros, una cabra y ciento veinticuatro tomas después (más de las necesarias para la máquina de Rube Goldberg) la canción «White knuckles» tendría su propio videoclip y la red un nuevo fenómeno viral.

El vídeo también fue rodado en 3D y una versión para los amigos de las gafas anaglíficas puede verse aquí.

Tras el despliegue canino llegaría «Last leaf», un tema más reposado y una animación en stop motion que utilizaba como lienzo algo bastante inusual: más de dos mil tostadas decoradas a base de láser por el artista Geoff Mcfetridge.

A finales de 2010 el grupo aprovecharía el patrocinio de Range rRover para juntar a cien amigos, unas cuantas cajas de juguetes, instrumentos musicales y muchos tubitos luminosos, y comandar un desfile fiestero con el que dibujaron su nombre entre las calles del mapa de Los Ángeles gracias al seguimiento de GPS proporcionado por la compañía automovilística. Una cabalgata que se convertiría en clip oficial del tema «Back from Kathmandu».

Otra asociación, en este caso con Google, resultaría mucho más fructífera y experimental. El clip perpetrado para la pista «All is not gone» solo se podría contemplar tal y como había sido ideado en un principio tirando de un ordenador, el navegador Chrome y el lenguaje HTML 5. Desde la página oficial el artefacto se valía de las posibilidades de ese código en HTML 5 para multiplicar a los integrantes de OK Go (y a los miembros de la compañía de danza Pilobolus) en distintas ventanas que brotaban en el escritorio del ordenador diseñando una coreografía que el espectador contemplaba bajo un suelo de plexiglás. La versión en YouTube sorprende menos, pero sirve para hacerse una idea de la empresa.

Tras aquel vídeo llegaría la alianza más cachonda: la acordada con la tropa de los Muppets para realizar una versión de la canción de cabecera del show, permitir que los teleñecos se dedicasen a vandalizar algunos de sus videoclips más famosos y convertirse ellos mismos en marionetas.

Un acuerdo con otra marca, en este caso Chevrolet, serviría a OK Go para llevar a cabo otra idea tremendamente disparatada que se les había ocurrido cuando se peleaban con el desarrollo de los mecanismos para «This too shall pass»: crear otra máquina de Rube Goldberg formada por elementos que al ser activados funcionasen como instrumentos musicales e interpretasen la canción del videoclip. Rodado en medio del desierto, el vídeo de «Needing/getting» presentaba un gigantesco circuito donde un Chevy Sonic, tuneado con varios brazos adicionales, circulaba golpeando los más de cincuenta pianos, doscientas ochenta guitarras y el millar de objetos desplegados en fila para lograr que tanto azote motorizado acabe produciendo la melodía del tema que Kulash canta al volante. La preparación de ese rally musical implicó una planificación milimétrica: controlar metódicamente la posición de tanto cachivache alineado y también la velocidad exacta a la que debía circular el vehículo para no descalabrar el ritmo de la canción.

Sie tomaría el megáfono de dirigir y el relevo de la banda para protagonizar el siguiente vídeo para el tema «Skycrapers». Una secuencia sencilla donde la propia Sie y Moti Buchboot bailaban ante murales de colores.

«The writings on the Wall» sería el tema del cuarto álbum, Hungry ghosts, que embarcaría de nuevo al grupo en lo de rodar un rosario de tomas para lograr que una secuencia de cuatro minutos luciese perfecta en un solo plano continuo. El ingenio en este caso se destinaba a fabricar una colección fabulosa de ilusiones ópticas y cabriolas con las perspectivas para que el espectador se sientiese engañado continuamente.

La curiosidad de «The writings on the Wall» era que antes de tirarse a producir el vídeo OK Go había llamado al timbre de Apple en busca de algo de financiación y en la compañía les habían dicho amablemente que pasaban del asunto y que a otro mono con esas pipas. La sorprendente coincidencia es que un poco más tarde la propia Apple presentaba este anuncio en sociedad mientras se oían murmullos entre los fans de la banda.

Mientras tanto, en china, los publicistas de la franquicia Red Star Macalline flipaban con el vídeo original y acababan arrojando billetes a los músicos para crear un anuncio similar que realmente funcionaba como un pequeño videoclip en sí mismo.

Los Honda UNI-CUBs son unos aparatitos que se controlan mediante el propio peso del cuerpo y sirven como unidad individual de transporte si uno no tiene demasiados problemas con lo de que lo vean en público montado sobre ese trasto tan ridículo. El vídeo de «I won’t let you down» comienza con una coreografía a bordo de estos cacharros en interiores, pero pronto evoluciona hasta convertirse en un baile espectacular contemplado a vista de pájaro (un dron octocóptero movía la cámara entre el suelo y las alturas) donde las auténticas estrellas son las chicas que componen el ejército de dosmil trescientas bailarinas sincronizadas y armadas con paraguas de colores que la distancia acaba transformando en píxeles durante en un portentoso plano final. OK Go asegura que solo se echó mano del retoque infográfico para un par de detalles durante la escena que cierra el metraje. El dato peculiar es que originalmente el vídeo se rodó con todos participantes simulando moverse, cantar y bailar a cámara lenta porque la edición posterior ya tenía planeado doblar la velocidad para camuflar los posibles errores de timing. Un alma muy maja ha logrado reproducir el aspecto de la grabación original a base de desacelerar el vídeo hasta la mitad de su velocidad y ha colgado el resultado en internet para los curiosos que quieran echarle un ojo.

En 2016, en uno de los vídeos del canal oficial, Tim anunciaba, mientras arrojaba cosas al suelo, que la gravedad molaba mucho y que ellos acababa de hacer de las suyas rodando una nueva pieza en gravedad cero.

«Upside down and inside out» jugaba una vez más al cuanto más difícil mejor, una coreografía de bailes, globos rellenos de pintura, bolas de discoteca, piñatas, azafatas acróbatas, volteretas aéreas, maletas rellenas de pelotas de colores y mucha gente flotando de un lado a otro y agarrándose al techo. Todo ocurriendo al mismo tiempo en el interior de un avión de gravedad reducida de aquellos que son capaces de simular la ingravidez circulando en trayectorias parabólicas. La hazaña sería filmada del tirón (tras muchos intentos fallidos) en un único plano de cuarenta y cinco minutos. Tres cuartos de hora que se recortarían posteriormente para dejar tan solo los tres minutos y medio que contenían todas las escenas donde la banda entraba realmente en el freestyle de la gravedad cero. Las cicatrices de dichos recortes se limarían en posproducción al unir, a base de morphings, fotogramas de los miembros del grupo permaneciendo muy quietos en sus asientos cuando el avión retomaba el vuelo de subida para efectuar la siguiente parábola. Pero incluso con la ayuda de los brochazos digitales el espíritu perfeccionista del grupo había convertido la filmación en una aventura chiflada que acabó resultando exitosa por los pelos: algunos devenires de la producción, incluyendo a un Kulash a punto de sufrir un jamacuco con tanta pirueta aérea, se pueden contemplar aquí.

Cuatro días después de su estreno el vídeo acumulaba casi cincuenta millones de visitas. Y los integrantes de OK Go se volvían a coronar monarcas en lo de jugar a divertir a la gente. Seguían demostrando que conformaban la fábrica de lo mejores videoclips de la historia.

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12 Comentarios

  1. El enlace al vídeo de I wont let you down a velocidad reducida está mal.

  2. Quir Dagalas

    Intuyo que no se va a dar abasto con los ingentes comentarios que van a llover, gracias a este maravilloso artículo.

  3. Me ha encantado! Gracias por el articulo!

  4. Me lo he pasado como un enano viendo los vídeos de este artículo. ¡Gracias!

  5. Jacobo de Camps

    Madre mia, es flipante. Me gusta como van creciendo. Primero ese del A Million Ways, cuatro tipos revoloteando en el jardín (con gran coordinación, eso si), después lo de las máquinas de gimnasio (eso es coordinación al quadrado) y finalmente el I won’t let you down, diria que es insuperable si no fuesen ellos, que a saber qué se les ocurre después

    Superación, siempre hacia arriba. Me gustan estos tios, ya que la musica siempre es parecida (cosas de la industria musical, tiende a repetirlo todo) al menos los videoclips valen la pena verlos.

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