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Las mejores páginas de Tolkien

Lúthien baila ante Morgoth. Imagen: Detalle de la portada del disco Nightfall in Middle-Earth (Virgin Records).
Lúthien baila ante Morgoth. Imagen: Detalle de la portada del disco Nightfall in Middle-Earth de Blind Guardian (Virgin Records).

Fan irredento de Tolkien desde que en la adolescencia me introdujeron en su universo algunos amigos a los que nunca se lo agradeceré bastante, hay una conversación recurrente en la que me he visto envuelto en repetidas ocasiones, y que siempre comienza con variantes de la siguiente frase: «Sí, me encanta El Señor de los Anillos, pero El Silmarillion se me hizo aburridísimo». Muchas veces se descubre con rapidez que en realidad mi interlocutor no ha pasado del «Ainulindalë», las páginas que describen el origen del mundo, donde no solo sufre como lector el cambio de estilo respecto a lo que ya conoce, sino que tiene que soportar quizá la historia más abstracta entre las miles que imaginó nuestro autor. Uno siempre recomienda que persevere, que pase el «Valaquenta» como una suerte de títulos de crédito de lo que va a venir, y que se lance al placer infinito que supone el «Quenta Silmarillion», la historia de dioses, los elfos y los hombres en la Primera Edad. Y cuando el contrincante resulta demasiado rocoso y no se deja convencer, lanzo mi último y definitivo argumento: «Lee la historia de Beren y Lúthien, aunque no leas nada más. Son las mejores páginas de Tolkien». Y quien compra la frase y lee, se rinde.

La historia de Beren y Lúthien puede interpretarse como un vórtice alrededor del cual se tejen los centenares de historias que constituyen El Silmarillion, o lo que el mismo, los argumentos centrales de la mitología de Tolkien. Parece que dentro del denso ciclo de narraciones que constituyen el legendarium (la pérdida de los Silmarils, la historia de los hijos de Fëanor, los hijos de Húrin, la caída de Númenor) la historia de Beren y Lúthien siempre ocupó un lugar muy especial en el imaginario de Tolkien, elaborándose con paciencia y delicadeza durante décadas, primero como poema y más tarde como prosa, hasta concluir en la versión definitiva que aparece en El Silmarillion. Se acepta que su fuente principal de inspiración fue la leyenda galesa de Cuhlwch and Owen, aunque la estructura de «tarea imposible para lograr el amor» puede rastrearse hasta las viejas historias de el diablo de los cabellos de oro o el grifo, la sombra de Fenris planea sobre la historia de los lobos, y no es difícil imaginar a Teseo u Orfeo descendiendo, por diferentes motivos, a las profundidades de Angband. A pesar de que Tolkien se hastiara demasiado pronto de los clásicos griegos.

Hay que hablar un poco del contexto, de este mundo singular. Más allá del amor y el heroísmo se elevan las figuras majestuosas de los Silmarils, preciosa y delicada alegoría de cómo la maldad puede hacer desaparecer la luz de una existencia seráfica y feliz. Ese resplandor, robado por Morgoth —el enemigo oscuro del mundo— y escondido en las más profundas simas del infierno, acaba envuelto en una maldición tan siniestra que ennegrece sin piedad el corazón de todos aquellos que lo desean. En ella se hunde y acabará pereciendo el rey supremo de los elfos, Elwë Thingol, «con una última mirada posada en el Silmaril», y por ellas lo perdió todo su constructor, el gran Fëanor, un Sigfrido displicente, genial y torturado. El deseo loco de Thingol se entrelaza inevitablemente en el amor de Beren por Lúthien, que deberá rescatar la joya si desea conseguir la mano de su amada; y en la persecución inevitable que les llevará más lejos que a hombre o elfo alguno, aparecerán todas las pulsiones que agitan sin cesar el mundo de leyenda: la tensión entre primeros y segundos nacidos, las diferentes rivalidades entre las casas de los elfos, el ansia irrefrenable de poder del Señor Oscuro por someter la Tierra Media, el afán egoísta y homicida de los hijos de Fëanor por los Silmarils que consideran suyos y, por encima de todo, la sensación de un mundo que se dirige a una contienda final, un Ragnarok, el apocalipsis que sellará para siempre su destino. La guerra de la cólera.

Beren, Lúthien y Huan, por Anke Eissmann Imagen: Walking Tree Publishers.
Beren, Lúthien y Huan, por Anke Eissmann Imagen: Walking Tree Publishers.

Una de las grandes virtudes literarias de Tolkien es el dominio del tempo en sus historias, la sabia dosificación de picos y valles en el torrente desbocado de eventos que constituyen sus narraciones. En este sentido, la historia de Beren y Lúthien, desarrollada en cuarenta páginas escasas, representa un ejemplo palmario: el primer enfrentamiento, el viaje de Beren a Doriath, el descubrimiento del amor o los parlamentos con Thingol van atrapando sin remisión al lector, y la aparición continua de personajes centrales en la narración global (Finrod Felagund, Melian, el propio Sauron, Mandos, etc.) colabora en la creación de un crescendo dramático casi insoportable para los que acompañamos a Beren y Lúthien y sabemos que, antes o después, van a tener que llegar al Silmaril y a quien lo porta. Después de licántropos, vampiros, bestias sin número ni nombre y monstruos que nuestra imaginación apenas puede esbozar, al final espera Morgoth, antes llamado Melkor, el más poderoso de los Ainur de la gran canción, aquel para quien Sauron es un simple lacayo. El mal hecho forma. El terror primordial.

El enfrentamiento mayor es inevitable y el lector lo sabe y lo espera; y aun así, es muy probable que lo que lee acabe superando sus expectativas. Si Tolkien es maestro del ritmo, su capacidad para desarrollar clímax es casi inigualable: sin salir de El Señor de los Anillos, el enfrentamiento en la Cima de los Vientos, la aparición del Balrog en Moria, la batalla del abismo de Helm o la resolución final en el Monte del Destino se leen una y mil veces con el corazón en la boca, escenas de una potencia tan desmesurada que permanecen indelebles en las mentes de los lectores y que quizá tienen mucho que ver en la popularidad de nuestro escritor. Sin embargo, ninguno de sus desenlaces alcanza en perfección el del vis a vis entre Morgoth y Lúthien —Beren se esconde—, una alegoría cumbre que enfrenta la pureza a la perversión, la música celestial a la fuerza bruta, el símbolo del amor frente a la excrecencia del odio. Es imposible describir mejor la emoción del momento en que Beren arranca por fin un Silmaril de la corona negra, ni la inquietud cuando se rompe el cuchillo Angrist, Morgoth se agita y la pareja es, por fin, consciente de lo realizado y del peligro que corre. Como formuló con acierto el historiador y lingüista Leo Carruthers, Tolkien conocía el hechizo para remover estratos muy profundo en el fondo del corazón de sus lectores, y raro entre ellos es el que no acaba sucumbiendo, antes o después, al nudo en la garganta.

Pero la historia de Beren y Lúthien no es solo una fantasía heroica más en un mundo repleto de ellas, y quizá ni siquiera es su característica más importante. Hablamos quizá de una de las historias de amor más paradigmáticas de la literatura universal, una que se escribe y reescribe con vocación de contener a todas las demás: el aventurero de origen misterioso que se enamora en medio del bosque de la hija del rey, la más hermosa, la más deseada y la más inaccesible; la prueba imposible para conseguir el matrimonio y la aprobación paterna; las inevitables separaciones que cada vez parecen definitivas; lo mejor de ambos para superar la prueba; el triunfo debido a la perseverancia, el coraje y la valentía; la muerte como único e inevitable vehículo hacia la separación; y finalmente, el amor constante más allá de la muerte, mucho más literal del que soñó Quevedo, la vía hacia la redención, la resurrección y una felicidad tan intensa y necesaria que vale la pena sacrificar la inmortalidad en su altar. Tol Galen, la tierra de los muertos que viven.

Todo resulta deliciosamente clásico excepto en un detalle clave, menos infrecuente en Tolkien de lo que muchos de sus críticos se han esforzado con denuedo en señalar: el personaje poderoso aquí, la parte fuerte de la pareja, es la mujer. Y cuando la situación se torna desesperada, la solución no pasa por la fuerza y el valor de Beren, sino por la voz de su amada y la infinita capacidad de seducción de esta, capaz de conmover al señor del mal y al juez de los muertos. La música más celestial en una historia que está atravesada de principio a final por melodías y notas —no en vano se la conoce como «Balada de Leithian»— y que es capaz de sellar la primera unión de elfos y hombres, el símbolo de hermandad que se irá repitiendo sin cesar en la mitología tolkieniana, y en el que se entrelaza la idea de la mortalidad como don y no como maldición. No es casual que Aragorn acabe desposando a Arwen y recibiendo el sobrenombre «Piedra de elfo».

Y ya que ha aparecido la Tercera Edad, siempre es un placer para los fanáticos de El Señor de los Anillos ver a Sauron ejercer no solo en espíritu sino con una forma concreta —que nunca se especifica— la maldad refinada, sutil y cruel que lo transformaría en Señor Oscuro mucho tiempo después. Una licencia que se tomó Peter Jackson en La Comunidad del Anillo, con perfecto conocimiento de que a las legiones de fanáticos espectadores les complacería un Sauron antropomórfico en la cumbre de su poder, pero que desmerece al lado del exquisito tratamiento de Tolkien, que comprendió en su obra cumbre que nada inspira más terror que una sombra, un espíritu sin cuerpo, o una capucha cubriendo el vacío.

Finrod y Beren en la mazmorra de Sauron, por Anke Eissmann Imagen: Walking Tree Publishers.
Finrod y Beren en la mazmorra de Sauron, por Anke Eissmann Imagen: Walking Tree Publishers.

Es bien conocido también el inmenso amor que sentía Tolkien por el mito del buen salvaje de Rousseau, y el amor a la naturaleza, plantas y animales se derrama por sus escritos. No es casualidad que su obra se elevara pronto como emblema entre los seguidores del flower power, ni que una de las segundas lecturas más evidentes de la lucha de los Ents contra Saruman sea una encendida defensa del medio natural contra la destrucción causada por la industria y las máquinas. Así resulta verosímil que en esta historia Tolkien reserve un rol de secundario inolvidable para un perro lobo, Huan, y dos antagonistas al nivel de la leyenda, Draugluin y Carcharoth, lobos. Su historia es una réplica a pequeña escala de la lucha entre los Valar y Melkor/Sauron que permea todo el libro, y Huan responde a todas las cualidades del buen compañero poderoso y sabio, rápido en la acción y sereno en el pensamiento, que acaba constituyendo un paradigma de fuerza y fidelidad. Y eso que solo le está permitido hablar tres veces antes de morir.

No puede dejarse pasar tampoco la inmensa capacidad de sugerencia que poseen bastantes fragmentos de la narración, y que colabora decisivamente en proyectar la historia a horizontes mucho más amplios de los que en teoría permitiría su escasa extensión. Es una característica que diferencia El Silmarillion de El señor de los Anillos, donde todo es explicitado, concretado y precisado hasta la extenuación. Aquí apenas se nos dan pistas del periplo horrible que sufre Beren en Nan Dungortheb —más allá de las canas que puntean sus cabellos cuando al fin consigue escapar—, ni se detallan los días y noches en vela que pasa Lúthien en la celda del árbol en Nargothrond, ni el sufrimiento de Finrod y Beren en las mazmorras de Tol in Gaurhoth, contemplando cada noche la muerte de un compañero… Son simples pinceladas y sentencias muy bien elegidas, cortantes como navajas, las que abren la rendija en la realidad para que el lector se asome e imagine.

Sin embargo, al final de todas las cosas, lo que hace única a esta historia no es ni su sustrato mitológico ni su perfección formal ni la intensidad de la relación amorosa. Lo que la hace irrepetible y tan especial es el aroma profundamente personal que destilan sus páginas, esa sensación que solo algunos escritos despiertan, cuando el autor ha puesto el alma en cada palabra, una gota de sangre en cada frase. Y así no extraña cuando uno acaba sabiendo que lo que puso el engranaje en marcha fue una visión celestial de Tolkien en las profundidades de un bosque de Yorkshire: la de una chica, hermosa y etérea, bailando sola en medio del campo, a unos metros del hombre cuyo corazón se derretía como hielo en verano. En ese instante nacieron Beren y Lúthien, y aún hoy el peregrino que llega a Wolvercote puede leer sus nombres grabados en una modesta piedra en el suelo, quitarse el sombrero y, si conoce la historia, dejar que la emoción licúe por un rato su mirada ante algo más grande que la misma vida. Porque no todas las lágrimas son amargas.

Tumba de J. R. R. Tolkien y su esposa, Edith Mary Tolkien, en el cementerio de Wolvercote. Foto: Twooars (CC)
Tumba de J. R. R. Tolkien y su esposa, Edith Mary Tolkien, en el cementerio de Wolvercote. Foto: Twooars (CC)

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58 Comentarios

  1. Pingback: Las mejores páginas de Tolkien

  2. Glorfindel Erchamion

    /me hace reverencias

  3. QWERTY_BCN

    Las mejores páginas de Tolkien:
    la 2, la 45 y la 324.
    Las otras son paja y relleno.

  4. Ciro García

    Personalmente prefiero la historia de la espada negra,la más griega,la más oscura, la menos amable y por ello la única que quedó indeleble para mi después de que empezara a desconfiar de mi amor por Tolkien. Aunque por lo demás eatoy bastante de acuerdo.

    • O la más finesa. Leí primero el capítulo de Túrin Turambar y Los Hijos de Húrin y luego el Kalevala. Tolkien reescribió la historia de Kullervo (?), hizo una historia completamente nueva a partir de la premisa básica, pero la conversación entre el hombre y su espada es la misma.

  5. Gran texto Ramón, se nota la admiración y el cariño por la obra de Tolkien. Suscribo el primer párrafo letra por letra, no sé cuántas veces me he visto yo mismo en esa situación que cuentas esgrimiendo los mismos argumentos.

  6. ¡Y que haya que salir todavía a defender a Tolkien! ¡Y que haya todavía quien piense que esto es cosa de niños y adolescentes!

  7. la imagen de portada corresponde al álbum ‘Nightfall in Middle-Earth’ De Blind Guardian.

  8. Bonito, bonito.

  9. Sin desmerecer tu elección, y como fan irredento de Tolkien, considero que la historia de Turin Turambar y la espada del destino es la mejor de todo el Silmarillion.

  10. El Silmarillion me descubrió «todo lo que me preguntaba y quería saber cuando leía «El Hobbit y El señor de los anillos».
    Durante un tiempo creí que era algo que le pasaba a cualquiera que leyese esas dos obras; después encontré que la mayor parte de los lectores no sentían esa curiosidad y a unos cuantos de esos que tu nombras en el primer párrafo.

    Pero para mi, las mejores páginas de Tolkien son las que describen las aventuras de Elu Thingol y Melian. Las historias del Beleriand en las que aparece Lúthien y Beren; a caída de Doriath y el regreso de Melian a los Jardines de Lórien en Aman.

  11. Recordar que para profundizar en la parte de Húrin, Túrin y demás, está ‘Los hijos de Húrin: https://es.wikipedia.org/wiki/Los_hijos_de_H%C3%BArin

  12. A pesar de que en conjunto la obra de Tolkien está 20 niveles por encima,a mi parecer el climax alcanzado por Martin en la famosa Boda Roja del tercer libro de la Saga de Fuego y Hielo no es superado por ninguna parte de El Simarillion.

  13. Uno de mis libros favoritos, leído en diversas ocasiones hasta hacerme con todos los posibles detalles, tomando notas y siguiendo la evolución atlas de la Tierra Media en mano. El Silmarillion es para mí mucho más espectacular y potente que El Señor de los Anillos por todo lo que en sus historias se recoge

  14. Sublime!

  15. Ramón Flores

    Mi devoción por la saga de Túrin también es infinita, de hecho en algún momento me supe de memoria los ocho nombres del amigo. Digamos que para mí «gana» la historia de Lúthien por un par de pulgadas :-)

  16. He disfrutado leyendo, gracias.
    Leí casi una decena de veces El Silmarillion en mi adolescencia, con 13 añitos me dijo mi hermano que era demasiado para mí… fue un reto y quedé maravillado. Fue el primero de Tolkien que leí. Me gustó más que El Señor de los Anillos efectivamente muy explícito.
    Comparto lo que dices en todo.
    Al igual que Ciro siempre he sentido especial predilección por Espada Negra, el fatalismo me marcó.

  17. PepeMálaga

    La caída de Gondolin me marcó a mí, primero, y la de Númenor, después.

  18. Gracias por el escrito, un regalo inesperado. Aparte del baile ante el Trono de Hierro y el encuentro de Beren y Lúthien, se me quedaron grabados el enfrentamiento entre Beren y Carcharoth a la salida de Angband, Beren y Lúthien huyendo transformados, Lúthien resucitada con el Nauglamir y el Silmaril, y cuando Thingol pide un Silmaril por la mano de Luthien y Beren se burla con «Por poca cosa venden a sus hijas los reyes de los Elfos, por joyas y objetos de artesanía.» en un comentario muy coherente con el personaje.

    Me hubiera gustado una mención de pasada a los borradores y a el «Silmarillion posterior», todas esas cosas que Cristopher Tolkien ha publicado a través de los años (juzgue cada el mérito de conocer esos escritos). La Balada de Leithian en verso o el primer Cuento de Tinúviel, cuando Sauron es un gato gigante, Tevildo, el Príncipe de los Gatos y Beren trabaja se cuela en su fortaleza como cocinero… La versión publicada en El Silmarillion es de poco antes de la muerte de Tolkien, pero creo que no es la última que él escribió. Saludos.

  19. Jonathan

    Maravillosa reflexión, gracias. Me ha gustado leerte. Somos afortunados al poder sentir y disfrutar los textos de Tolkien pues al fin al cabo, de eso se trata.

  20. Maravilloso articulo.

    A mi tambien me fascinó tolkien hace unos 25 años. Cuando aun Peter Jackson no habia llegado para infantilizar una historia preciosa y profunda.

    El silmarillion tambien me gustó. Mas homerico que esdla pero gran historia.

    Enhorabuena por la entrada. Me ha hecho recordar grandes momentos de lectura. Intentaré que mis hijas, cuando llegue el momento, aprendan a amar las historias.

  21. Peibol Skan

    Gracias por el artículo. Hace muchos años que no vuelvo a Tolkien. Pero me ha hecho recordar el gozo inmenso que suponía perderte en el Silmarillion y en todas sus versiones previas. Efectivamente la historia de Beren y Luthien es sin duda la mejor. ¿Es que alguien no se enamoró perdidamente de Luthien? (aunque la historia de Turin Turambar, como han apuntado algunos es también maravillosa)

    Si a un escritor se le juzga por la felicidad que dio a sus lectores, hay pocos que superen a Tolkien.

    Y hablando de todo un poco, creo que la serie de películas de ESDLA de P. Jackson es bastante digna, teniendo en cuenta la dificultad infinita que supone llevar al cine una obra como la de Tolkien. Y sobre todo la elección de Liv Tyler como Arwen, descendiente y heredera de la belleza de Luthien Tinuviel, un acierto pleno!!

  22. Ramón Flores

    Gracias, gente. Así da gusto escribir.

  23. Me ha puesto la piel de gallina comprobar en los comentarios que hay más gente como yo a quien la historia de Turin les gusta más. Yo también soy uno de ellos, y aunque la historia de Beren y Luthien es igualmente hermosa la fatalidad sin fin de Turin me emociona mucho más. Sin embargo si tuviera elegir no una página sino solo un párrafo fue cuando Beren, creo que escondido, se cruza con quien parece ser Turin en uno de sus ataques de rabia por su destino insaciablemente trágico. El hecho de que ese encuentro no quede explícito, que solo se intuya, que te haga volver a la historia anterior (creo que van seguidas), que conociendo a Turin tengas miedo por Beren, todo eso hace que te enamore el libro entero y quieras volver a reelerlo al completo.

    • No sé si es otro pasaje o el mismo y te equivocas de personaje: Tuor va en busca de Gondolin y se oculta cuando Túrin pasa con su espada negra, desesperado por la captura de Finduilas.

  24. Uno de los detalles que elevan a Tolkien por encima del resto de autores del género fantástico es la sutilidad para sugerir cosas sin decirlas explícitamente. No es que ESDLA sea más explícito que el Silmarillion; simplemente tiene una historia desarrollada con mucho más detalle, en muchísimas más páginas. Pero es igual de sutil.
    Pongamos por ejemplo el caso de la apariencia de Sauron. En un momento del libro se dice que Sauron «ha vuelto a cobrar forma», y que «se aparece en la mente de sus siervos como un gran ojo de fuego». También se menciona que «pocos son los que pueden soportar la mirada del gran ojo sin párpado». Pero en conjunto, eso nos dice muy poco sobre la apariencia concreta de Sauron.
    En particular, no hay nada que diga que es una presencia incorpórea y sí varias pistas en contra. Tras perder su cuerpo al final de la segunda edad Sauron se tira casi tres mil años sin forma corpórea, y cuando recupera un cuerpo lo primero que hace es ir al bosque oscuro como El Nigromante. ¿Para qué? Porque quiere recuperar el anillo único, que sabe que se perdió no muy lejos, en el río Anduin. ¿Por qué no antes? Pues porque para poder ponerse un sólido anillo de oro macizo hace falta un dedo de carne y hueso; como fantasma, Sauron puede influir en las mentes de otros pero no puede interactuar con el mundo. De todos los personajes de ESDLA solo hay uno que haya visto a Sauron, y es Gollum, quien fue llevado a su presencia. Sin embargo lo único que dice Gollum de su apariencia es «cuatro dedos tiene en la mano izquierda, sí, pero le bastan». Luego tiene manos, porque si dice izquierda es que hay derecha, lo que sugiere una apariencia humanoide, aunque tenga un ojo sin párpado.
    Personalmente yo siempre me he imaginado a Sauron con una apariencia de cíclope enloquecido, con un único ojo gigante y rojo como el fuego. Pero en cualquier caso lo que está claro es que tiene un cuerpo físico y en estado sólido, o difícilmente podría hacer cosas como manejar un palantir. El faro llameante de Barad-dûr, aunque muy espectacular, es creación de Peter Jackson.

    • Ramón Flores

      Gracias por este comentario tan trabajado. Por supuesto que tanto el Silmarillion como ESDLA tienen grados comunes (y enormes) de sutileza, no en vano la misma persona está detrás. La diferencia es que en el segundo Tolkien no necesita sugerir tanto, se da más espacio para describir hechos mucho más concretos.

      Y tienes razón en que en ESDLA Sauron tiene una forma concreta, aunque no recuerdo si Tolkien especifica que esta forma es un cuerpo o no, aparte de las pistas -ojo, dedos- que mencionas-. Sí que en la historia de Beren y Lúthien hace hincapié en que Sauron tiene un cuerpo de manera mucho más tajante, porque de hecho tiene que abandonarlo cuando éste se halla en las fauces de Huan. Pero es muy interesante lo de que cada uno se lo puede imaginar como quiera, y de hecho, voy a rastrear en la correspondencia de Tolkien si hace alguna alusión al asunto. De todos modos, lo que tengo bastante claro es que al jefe no le hubiera gustado el principio de ESDLA-película, con Sauron dando mamporros. No es así como plantea al personaje.

      Un saludo.

      • Me inclino por el cuerpo físico porque encaja mejor con el resto de la mitología tolkeniana. Cuando Beren y Lúthien se enfrentan a Sauron y este se pelea con Huan, transformado en licántropo, Lúthien le amenaza diciéndole que le diga la palabra que mantiene los encantamientos de Tol in Gauroth o tendrá que huir de Huan dejando el cuerpo atrás, y permanecer desnudo y avergonzado ante la mirada de Morgoth.
        A lo largo de toda la obra de Tolkien la pérdida del cuerpo físico para los ainu va aparejada con una pérdida de estatus, una pérdida de poder. Los ainu no pueden morir, como los hombres, pero así como los elfos al morir acaban en las estancias de Mandos los ainu también «mueren», por así decirlo, al perder su aspecto físico – pero no al transfigurase en otro aspecto. Así les ocurría a los balrog, y así le ocurre también a Gandalf, aunque no queda claro en ESDLA si la forma mortal de los istari es otra cosa distinta a las formas físicas que podían vestir los maiar.
        En cuanto a lo que opinaría Tolkien del personaje de Sauron en las películas, pues estoy de acuerdo. Entre otras cosas porque en la película se dice explícitamente, en la preciosa voz de Cate Blanchett, que «[…] fue entonces, perdida ya toda esperanza, cuando Isildur» y se ve como Sauron, tras reventar a todo el ejército enemigo, es derrotado de chiripa porque le cortan el dedo casi sin querer.
        El relato que hace Elrond de la guerra durante el Concilio Blanco es bien diferente: tras una gran batalla de tres días en Dagorlad el ejéricto de Gil-galad y Elendil aplasta al de Sauron haciéndolo trizas contra la ciénaga de los muertos. La Puerta Negra no ofrece demasiada resistencia al avance de los aliados, que arrasan el valle de Udûn y ponen un sitio de tres años a Barad-dûr, tomándola al final al asalto.
        En el mundo de Tolkien hay magia y acero, pero por regla general el segundo es mucho más poderoso. Contra Morgoth puede que no tanto, pero ante un segunda espada como Sauron no hay duda alguna: por dos veces los numenoreanos lo apalizan, y eso en la cima de su poder, cuando todavía tenía el anillo en sus manos. De todas formas, luchar debía ser capaz de luchar, que a Elendil y Gil-galad los mató con sus propias manos.

  25. Peibol Skan

    La verdad es que me ha emocionado leer el artículo porque me ha tele transportado a momentos de perfecta felicidad. Recuerdo que repetía a todas horas este fragmento … aquí os lo dejo

    “Farewell sweet earth and northern sky,
    for ever blest, since here did lie
    and here with lissom limbs did run
    beneath the Moon, beneath the Sun,
    Lúthien Tinúviel
    more fair than Mortal tongue can tell.
    Though all to ruin fell the world
    and were dissolved and backward hurled;
    unmade into the old abyss,
    yet were its making good, for this―
    the dusk, the dawn, the earth, the sea―
    that Lúthien for a time should be.”
    ― J.R.R. Tolkien, The Silmarillion

  26. Parece que hay mayoría que prefiere la historia de Túrin. Yo estoy indeciso, creo que me gusta más la de Beren y Lúthien, que tiene algo más de esperanza.

    Encontré el pasaje de la muerte de Kullervo en castellano, creo que les resultará familiar, porque Tolkien se inspiró de cerca en él para escribir uno de los momentos más dramáticos de todo El Silmarillion:

    «Kullervo, hijo de Kalervo, desenvainó su espada de agudos filos, la contempló un largo espacio dándole vueltas entre sus manos, y le preguntó si no tendría placer en comer la carne del hombre cargado de infamia, en beber la sangre del criminal.

    La espada comprendió la pregunta, presintió el destino del hombre, y respondió:»¿Por qué no había yo de comer de buena gana la carne del hombre cargado de infamia? ¿por qué no había de beber con placer la sangre del criminal? ¡Tantas veces he comido carne de inocente! ¡tantas veces he bebido la sangre de hombres sin culpa!»

    Entonces Kullervo, hijo de Kalervo, el mancebo de las calzas azules, clavó en tierra su espada por la empuñadura, y se arrojó sobre ella enterrándola profundamente en su pecho.

    Tal fue el momento supremo. Tal fue el cruel destino de Kullervo; la muerte del hijo de la Desdicha.»

  27. Gracias, gracias, Ramón Flores.

  28. Pingback: Las mejores páginas de Tolkien - Coruña Daily News

  29. Joder, por vuestra culpa me lo voy a tener que volver a leer.

    Sobre todo esto de la exactitud de las descripciones recuerdo con cariño eternas discusiones sobre si los Ballrogs tenían alas o no!

  30. A mí de Tolkien lo que más me gusta es el paseo de los hobbits por la Comarca, el Bosque Viejo y los Tumularios.
    Y el viaje de Frodo y Sam.
    Y lo que yo le recomendaría a cualquiera es Hoja de Niggle.

  31. Leí «El Silmarillion» tras quedar prendado de «Nightfall in Middle-Earth», obra magna de mis admirados Blind Guardian. Para mí, sin duda, la más excelsa creación de Tolkien. La perfección, las sensaciones que proyecta, esa orla mitológica, la propia «beatitud» en palabras del propio Tolkien. Si tengo que quedarme con alguna historia en particular, diría que el combate de Fingolfin -para mí el más amado de los elfos- contra Morgoth tras la Dagor Bragollach. Pero en general todas las historias que se desarrollan en el «NIM-E» son mágicas: Melkor llevándose los Silmarils ayudado por Ungoliant, el juramento de Fëanor y sus hijos, el cautiverio de Maedhros y Finrod, el viaje de Ëarendil y la Guerra de la Cólera… Encanto puro.

  32. Por cierto, el Rey Supremo de los elfos no fue Ëlwe Singollo, después conocido como Elu Thingol, señor de Doriath. Siempre se consideró a Ingwë el más alto de toda la raza élfica.

  33. Tengo que recuperarlo. Yo soy uno de los que se sintió desbordado por el libro. Por cierto y ya que el señor Flores demuestra un conocimiento profundo de la obra de Tolkien, agradecería un artículo sobre el personaje para mí más enigmático y fascinante de su obra: Tom Bombadil. Nunca le perdonare a Peter Jackson que no saliera en la película.

  34. Recuerdo cómo, cuando tenía 12 años y cursaba 1º de la ESO, el profesor de Lengua nos dijo que llevásemos a clase el libro que por entonces estuviéramos leyendo. Una vez allí, este iba aleatoriamente nombrando alumnos para que leyesen el pasaje por el que iban. Cuando me nombró a mí, leí algunas líneas de El Silmarillion a la vez que escuchaba las risas de muchos compañeros. Cuando terminé, noté en sus caras cierta burla, pues todos pensaban que lo que acababan de escuchar había sido aburrido y sin sentido.
    Con esto quiero hacer mención a lo poco que se valora, incluso en nuestros días, el legado literario de Tolkien -¿cuántos, más allá de las películas, han leído la trilogía, El hobbit, etc.?-. Es una pena que obras de tanta calidad no se fomenten lo suficiente. De hecho, conozco a personas que sólo han conseguido llegar en su lectura hasta la parte del Bosque Viejo (La Comunidad del Anillo) al considerarla lenta, pesada y descriptiva en exceso (poca acción y diálogos, por decirlo simple y llanamente). Por ello agradezco a Ramón que redacte artículos como este, ya que ayudan a extender el legado de Tolkien y, no menos importante, vuelven a inyectarme ganas de releer ciertos pasajes e historias en concreto.

    Al hilo del asunto, decir que me uno también a los que preferimos la historia de Turin como la más fascinante de todas, aunque si tuviese que concretar un fragmento en concreto de toda la inmensa obra producida, me quedaría con el momento en el que Tom Bombadil se pone el anillo, no desaparece y se lo devuelve con una sonrisa a Frodo. ¿El único ser invulnerable al poder del anillo, a su corrupción y cuya voluntad es mayor que el mal que habita en el anillo de Sauron? Ramón, si quisieras alegrarnos aún más, podrías escribir alguna entrada sobre la verdadera identidad de Tom Bombadil. ¿Es un Maiar, un Valar no conocido, el propio Ilúvatar corpóreo en la Tierra Media?

    Un saludo a todos.

    • Hace poco no sé en dónde leí una explicación que me convenció bastante:

      Tom Bombadil no sería otra cosa que un cameo del propio Tolkien, quien tuvo la literaria humorada de incluirse en su propia obra. Evidentemente no como Eru/Iluvatar, (lo cual Tolkien hubiera considerado una blasfemia en sentido prácticamente literal), sino como co-creador de su propio universo e inmune, en consecuencia, al drama que está a punto de acontecer.

      Así, Tolkien/Beren/Bombadil vive en armonioso y místico matrimonio con Luthien/Goldberry/Edith en las bambalinas de la historia que el primero escribe.

  35. Sebastiann

    El silmarillion no es más que un boceto amplificado de los cuentos perdidos volumen 1y2 que las historias son casi iguales que en el silmarillion pero que son más mágicas las palabras escritas pues me parece a mi que me transporta a un mundo más antiguos que se describe en el silmarillion y esos malas y elfos parecen tener más poderes.
    Cierto es que Sauron y melkor morgoth podrían ser heridos tal fingonfil hirió a melkor y huan irio a sauron.Gaddafi fue herido pues se dice que descubrio quien era el nigromante y escapó duras penas

  36. Jara Pizarro.

    Sublime. Muchas gracias.

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