Cine y TV

Juego de tronos VI: vientos de infierno (parte I)

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Cuando el invierno no es lo único que se acerca. Imagen: HBO.

(Atención: este artículo contiene SPOILERS)

Avisaron, eso no se les puede negar. Lo dijeron bien clarito: «La sexta temporada de Juego de tronos es la mejor que hemos hecho». Baja Modesto, que suben David Benioff y D. B. Weiss. Y eso que no son ellos mucho de ponerse así de chulos. Por eso había muchas expectativas puestas en la última temporada de la serie, cuya emisión se completó el pasado domingo en HBO. Y porque, con ella, la adaptación televisiva de la Canción de hielo y fuego superaría el punto de la historia hasta el que han avanzado los libros de George R. R. Martin. Resultado: cuatro estrellitas. Aunque «la mejor temporada de Juego de tronos» quizá sea mucho decir, nos parece justo reconocer que ha sido la mejor de los últimos años.

Eso no quita, claro, que no vayamos a dar nuestro paseo anual por Poniente perdonando vidas y haciendo como si Weiss y Benioff nos debieran dinero. Y aplaudiéndoles las piruetas, eso también. Honrando la que ya es tradición en esta casa, hoy traemos un surtido picadito de impresiones acerca de la sexta temporada de Juego de tronos. Siete para lo mejor, siete para lo peor. Y esta vez en dos entregas; en la de hoy señalamos los puntos flojos de la temporada y en la segunda, mañana, cantaremos las alabanzas. Y le invitamos, como siempre, a que alce el dedo y a que se encarame con nosotros al tonel de pontificar, que arriba siempre hay hueco. Y a que no se lo tome muy en serio, que tampoco es esto la reforma educativa. Habrá SPOILERS, obviamente. Y unos spoilers del copón, porque hemos superado los libros y ahora ya sí que sí hablaremos de todo. Advertido queda si aún no ha acabado la temporada o el último libro, Danza de dragones. Como dijo Edmure Tully, el que avisa no es traidor.

1. Alliser Thorne y la banalidad del mal

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«Espera, que te voy a explicar AHORA por qué no soy el malo». Imagen: HBO.

A lo mejor es que David Benioff y D. B. Weiss se han leído ahora a Hannah Arendt, puede ser. A lo mejor quieren entonar una sentida trova a la constitución contradictoria del alma humana, Dios no lo quiera. Pero observamos que últimamente ningún villano se va de Juego de tronos sin recibir lo suyo, no digamos lo de su prima. Porque a la hora de morir, zas: discursito redentor. Yo no soy mala, es que me han dibujado así. Y hala, tira. Espadazo, chorrito y títulos de crédito. Ni-no, ninoni-no, ninoni-no. Y usted en su casa como Kevin Kline cuando aquello. Y cae en la trampa, porque cae. No, si en el fondo no era tan malo. ¿Ves? Ahora me da pena.

Y no, mire. Alliser Thorne, no jodas. Desde el tercer capítulo dándole pellizquitos de monja a Jon Nieve. Desde el tercero, y van sesenta. Y al pobre Sam que si gordi, que si floji, que si no sé qué. Y al final no, yo es que cumplía con mi deber. Y en realidad soy muy íntegro, si lo piensas. Y un dechado de virtudes, por qué no decirlo. Por eso me han puesto un niño al lado en la horca, qué te crees. Lenguaje cinematográfico. Pues vale, Weiss, Benioff. Pero mirad una cosa. Yo he venido a que ahorquen a este señor, eh, con mis palomitas y mis gafas de 3D, eh, a reírme y a patalear como una hiena. Y quiero un ahorcamiento como Dios manda. Con su saña y su revancha. Y eso no es enseñarlo con obscenidad, amiga. Como si no lo enseñas. Basta con que el malo llegue a su muerte siendo eso, el malo. Y con que al final, por hache o por be, no me tenga que ir yo a mi casa con la bajona.

Roose Bolton, tres cuartos de lo mismo. El gorrión Supremo, igual. Incluso el único gesto humano que le vimos a la Niña Abandonada en todo Juego de tronos fue cuando ofreció consuelo a Arya —«todo acabará pronto»— y la posibilidad de morir de pie o de rodillas, justo antes de morir ella misma.

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Cuando corres poniendo esta cara, que es una cosa muy normal que pasa mucho. Imagen: HBO.

Todos tuvieron su minutito de oro poco antes de caer, con la excepción de Ramsay Bolton y Walder Frey —y quizá solo porque se ha establecido que esos dos personajes, más que motivados, están cucú de la cabeza, y eso no hay background que lo enmiende—. Es trampa, porque el objetivo no es obrar una transformación de verdad: es dejarle a usted mal cuerpo caiga quien caiga. Cuando lo hacen los buenos porque son buenos y cuando lo hacen los malos porque resulta que también eran buenos, aunque vayamos a descubrirlo a última hora y por la vía del discurso. Los showrunners no dirán eso en las entrevistas promocionales y los junkets de prensa, por supuesto. Dirán que en Juego de Tronos también los villanos tienen sus estratos y sus motivaciones y rollos superguapos, bla, bla, bla. Y los periodistas lo repetiremos como cacatúas, porque a ver si se cree usted que las páginas se llenan solas. Pero no, mentira. Varys, Melisandre, Jaime o Theon, sí. Los que cambiaron de bando en vida, y esa transformación constituyó buena parte del cuento. Pero ya, fin. Alguien debe montar guardia en los extremos del espectro, y ser verdaderamente los buenos y los malos. Esto es ficción, no realidad. No rigen los principios de la psicología, sino las leyes de los cuentos. A ver si llevamos seis años, seis, rodando las cabezas, y resulta que aquí no era nadie el malo.

En el fondo, la culpa es también suya y mía, no se crea. Somos nosotros, los espectadores, los que nos hemos dejado convencer de una gran tontería: que las ficciones no deben ser maniqueas. Como si eso fuera posible, o acaso deseable. O como si algo tuviera de excitante un personaje virtuoso que se enfrenta a otro personaje virtuoso porque claro, las circunstancias. Yo no he venido aquí a eso, ni a que me eduquen el espíritu, Weiss, Benioff. Muchas gracias. Al fútbol y al ajedrez voy a emocionarme con las jugadas. Y Juego de tronos es eso, o eso pone en el cartel de la entrada: un choque. Con su sacrificio de los peones y sus tarjetas rojas injustas. Si todos somos buenos, entonces estamos jugando al chinchón apostando garbanzos. Y la epopeya se nos queda en coaching. Para eso me voy a ver Anatomía de Grey.

2. Sandor Clegane y el Palmar de Troya

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«Un septo es, un septo es, un septo eees, una ventana en la mañana y disfrutaaar». Imagen: HBO.

Por dónde empezar, Weiss, Benioff. Por dónde empezar.

Aquí tenía que haber un monasterio, punto uno. Ubicado en una isla, y la isla ubicada en una ría en la desembocadura del Tridente. A la que se accede atravesando las marismas que descubre la marea baja. Una especie de monte Sant-Michel, en resumen. Era caro de hacer, vale. No era estrictamente necesario ceñirse a los detalles, vale. Ni siquiera hacía falta que llegásemos de la mano de Brienne, como en los libros, o que Sandor Clegane ejerciera como el enigmático sepulturero de la congregación. Hasta admitimos que Isla Tranquila era complicada cinematográficamente, porque en ella rige el voto de silencio y ya me dirás tú cómo hacemos televisión con todo el mundo callado. Y que, precisamente por eso, parece el sitio ideal para que economicemos en la partida de producción, que estamos en la sexta temporada, los dragones son ya muy grandes y las batallas de los bastardos no se hacen solas. Vale. Pero hombre, yo qué sé. Es que esto tampoco, Weiss, Benioff, perdonadme. Ya no porque la Isla Tranquila no sea una isla; es que no es nada. No hay nada. Que lo están construyendo, diréis. Ah, claro, muy bien. Pero, mientras tanto, esto es el equivalente en la ficción de una esfera ideal suspendida en el vacío: gente en un prado, Weiss, Benioff. Gente en un prado.

Y qué gente. Qué caras. ¿Esto qué es, una secta? Porque lo parece. La granja-secta-polígama de Playmobil, edición Esperando al ovni. Con el opening ese, de verdad. Qué cursi. Y qué cliché tan grande. Y el aluvión que viene después: el parto leña; el yo estuve en Vietnam; el tú eras Jeremy Irons y yo Robert De Niro y al final nos queman la aldea; etcétera. Y el Hermano Mayor, que esa es otra. Se hace reiki, se hace coaching de vida, se vende Ford Focus. Hasta le tenéis que haber sacado diciendo expresamente, y cito, «soy un puto septón», porque era talmente uno que entra en un bar. Y encima sin decir nada que no haya dicho Paulo Coelho. Barato todo. Baratísimo. Eso no se le hace a Ian McShane, Weiss, Benioff. Perdonadme que os lo diga.

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Cuando eres duro pero no tienes un saco de boxeo porque esto era una ficción medievalista. Imagen: HBO.

Y menos que nadie a Sandor Clegane. Porque el Perro, más que ningún otro personaje, necesita vuestra ayuda. O sea: hombretón vueltadetódico, robusto físicamente, devoto de sus obligaciones y atormentado por su pasado. A lo mejor es el protagonista de cualquier película de Bruce Willis. A lo mejor. Y de la mitad de películas de acción de los últimos cuarenta años. ¿Es eso malo? No. Contar con un prototipo tan reconocible es hasta deseable, más entre tanto personaje extravagante como hay en Juego de tronos. Engrasa, resulta digestivo. Y más si da las mejores ensaladas de hostias de la serie. Pero, lo dicho, que entonces necesita ayuda, no que le hagáis las jugarretas relacionadas con el presupuesto precisamente a él. No que lo ubiquéis como protagonista en un escenario tan abstraído que ha quedado reducido a la égloga pastoril. Si se sumerge a un personaje cliché en un universo de clichés y lo echamos a andar por sí solo, como si fuera un muñeco a cuerda, entonces pasa esto. Mi hermano me quemó la cara: trauma. Mato porque tengo trauma: más trauma. Como tengo tanto trauma por matar, me meto en una secta absurda pero los matan a todos: supertrauma. Y así seis años sin que al Perro le ocurra realmente algo, porque todo lo que le pasa acaba siendo lo mismo. Y la casa sin barrer, y la pistola de Chèjov sin aplicar. Y la gente se marea y el público se mea.

Para hacer volver al Perro así, garbanceramente y mal, y sin que luego concurra más que tangencialmente a los acontecimientos importantes de la temporada —ni siquiera aparecía en el capítulo final—, os lo podíais haber ahorrado. Que reapareciera más tarde, en la séptima temporada, ya integrado directamente en la Hermandad sin Estandartes. Total, sería casi más plausible que encontrarlo donde lo hemos hecho. Y todo ese metraje tontamente invertido en una fábula de Samaniego podría habernos servido para no incurrir en algunas de los omisiones más incomprensibles de la temporada —cof, cof, el pasado del Cuervo de Tres Ojos como Brynden Ríos, cof—.

3. Esta muerta está muy muerta

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Marear la perdiz: definición gráfica. Imagen: HBO.

Y mira, hablando de omisiones dolorosas. Nos vamos a dar el gusto de reventar el que ha sido uno de los spoilers más peligrosos de Juego de tronos, fundamentalmente porque ya ha dejado de serlo. Si no ha leído los libros, agárrese a algo. ¿Ya? Va:

Catelyn Stark no murió en la Boda Roja. O sea, sí. Pero revivió al tercer día, hosanna en el cielo. Y ahora es un zombi, o algo parecido. Un zombi superjodido. Y se hace llamar Lady Corazón de Piedra. Y es la líder de la Hermandad sin Estandartes. Y está enfadadísima, porque tú me dirás. Y le da igual ocho que ochenta. Y están los Frey ahora mismo que no tienen Poniente para correr. Y los que no son Frey, también.

¿Y quiere saber lo mejor de todo?

Weiss y Benioff han eliminado todo esto de la adaptación.

Durante mucho tiempos no quisimos creerlo, y confiábamos en que la espectacular rentrée de Catelyn —que en los libros ocurre poco después de la Boda Roja, en el epílogo de Tormenta de espadas— solo se estaba posponiendo. Y por eso no incurrimos en spoiler a la hora de criticar su ausencia, como hicimos cumplidamente en las revisiones de la cuarta y la quinta temporada. Parecía evidente —esa cursiva es enfática— que Lady Corazón acabaría llegando, y no queríamos estropear la sorpresa. Pero cuando ha terminado la sexta, y es obvio que el personaje ha sido eliminado de la adaptación, ya no tiene sentido guardar el secreto, porque resulta que no lo era. Weiss y Benioff no mentían, ni piadosamente ni de la otra forma. Ni George R. R. Martin. Ni Michelle Fairley. En la tele, Catelyn murió, punto. ¿Usted da crédito? Nosotros ni un poco.

Dirá usted, porque usted es así, que no es tanta la tragedia. Beric Dondarrion ha resucitado. Jon Nieve ha resucitado. Benjen Stark ha hecho algo parecido a resucitar. Gregor Clegane también, e incluso su hermano Sandor, a efectos narrativos, ha vuelto figuradamente a la vida, reenganchándose de nuevo a las tramas cuando se le daba por abatido. ¿No resultaría machacona otra resurrección?, dirá usted. ¿No sería casi un chiste? Respuesta: sí. Matiz: ahora. Porque a Catelyn le correspondía volver no después de todos ellos sino antes, en segundo lugar tras Dondarrion. Y en la sexta temporada solo debía involucrarse con decisión en los acontecimientos. El más relevante, la masacre de la estirpe Frey, pero también la muerte definitiva de Beric Dondarrion y la (posible) de Brienne de Tarth. En lugar de eso, Beric y Brienne siguen vivos y las dos hijas de Catelyn han acabado con las dos casas que ella se proponía extinguir: la Frey y la Bolton. Pues bueno, pues vale. No diremos que el puzle no se ha reencajado con habilidad. Pero nos sigue pareciendo que, sin Lady Corazón de Piedra, Juego de tronos ha perdido una gran oportunidad.

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«Hoy en Masterchef: pastel de tus hijos, gilipollas». Imagen: HBO.

Y el porqué ya lo mentamos en su día, a colación de la Boda Roja. Después de ejercer como esposa en la primera temporada, como viuda en la segunda y como madre en la tercera, «Catelyn Stark, de soltera Tully, ha recorrido todos los roles que le reservaba su papel de gran matrona en Juego de Tronos», y por eso murió. Haciéndola volver Weiss y Benioff habrían contravenido este principio, y ojalá lo hubieran hecho. Ojalá en la ficción rompedora que presume ser Juego de tronos también las matronas, las madres y las viudas, las señoras, pudieran trascender sus roles femeninos —la madre abnegada, la cortesana conspiradora, la luchadora corajuda en un entorno de hombres— y convertirse, ellas también, en esos personajes aparentemente unisex que luego nunca lo acaban siendo: las criaturas, las fieras sobrenaturales. Nada tiene de valiente ni de nuevo que un guerrero joven, un Cid campeador como Jon, vuelva a la vida para seguir blandiendo su espada; pero sí lo tiene que lo haga la esposa del héroe, la madre del guerrero. Que Catelyn recupere la vida —no Ned, no Robb, no Jon; Catelyn— constituye la singularidad, el acontecimiento feliz y poderoso que habría distinguido a Juego de tronos entre las grandes ficciones comerciales y lo habría hecho ganar dignidad respecto al texto original, la Canción de hielo y fuego. Algo en lo que pensar para todos los que celebran el papel de las mujeres en esta sexta temporada, quizá demasiado impresionados por el caramelito —y solo caramelito— que constituye la joven Lady Lyanna Mormont, y porque no recuerdan demasiado bien los libros. Lady Corazón de Piedra no está. Arianne Martell no está —de eso hablaremos luego—. Y por más que otros personajes femeninos hayan conquistado un protagonismo formal y muy visible en la política de Poniente, no vemos que reciban un tratamiento narrativo distinto del convencional, quizá solo con la feliz excepción de Yara Greyjoy y el papel, siempre sui generis, de Arya Stark.

4. Jon Nieve, crónica un «meh» anunciado

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Cuando eres Kit Harrington y la potra que tienes es una cosa que no te la puedes ni creer. Imagen: HBO.

Y quizá lo peor de todo es que la amputación de Lady Corazón de Piedra no ha servido para nada. La omisión perseguía un objetivo, pero ese objetivo no se ha cumplido.

Recordará usted que al acabar la quinta temporada dejamos a Jon Nieve más muerto que Mufasa. Pues bien; el pasado abril, justo antes empezar la sexta temporada, en la casa de apuestas online BetWay la resurrección del Lord Comandante se cotizaba 1/100, lo que significa que el 99% de las apuestas eran a favor —eso y que los vencedores se habrán embolsado a estas alturas la friolera de un euro por cada cien apostados—. Y no, le anticipo que no todos eran eminentes exégetas de la obra de George R. R. Martin. De hecho, solo el 80% apostaron a que abandonaría seguidamente la Guardia de la Noche, y eso que el juramento lo dice bien claro: «La noche se avecina, ahora empieza mi guardia. No terminará hasta el día de mi muerte». Es decir, que muchos ni siquiera conocían demasiado bien la obra de George R. R. Martin, y pese a eso acertaron. Les bastó con la intuición. Con sumar dos y dos.

Y a usted también, no diga que no. Lo sabían ellos, lo sabía usted y lo sabía yo. Y por eso, cuando finalmente ocurrió, pues hombre: meh. Y qué gran meh, dese cuenta. La muerte y resurrección de Jon Nieve deberían haber constituido un hito en Juego de tronos a la altura de la decapitación de Ned Stark y el desenlace de la Boda Roja, e incluso provocar más conmoción. Uno, porque su asesinato también estaba previsto en los libros publicados, pero no su resurrección, y ni siquiera los lectores sabían que pasaría; y dos, porque Weiss y Benioff habían preparado cuidadosamente el terreno para que el regreso de Nieve resultase todavía más chocante para los televidentes, y lo hicieron a costa de grandes sacrificios. El mayor de todos, Lady Corazón de Piedra. Aunque sabíamos que la resurrección de la carne se contempla también en la adaptación —y además de dos maneras: como zombi, si median los caminantes blancos, o volviendo a la vida tras la intercesión de un sacerdote de R’hllor—, en la tele nunca le había ocurrido a un gran protagonista. Y solo ahora podemos saber por qué. Si Catelyn hubiese vuelto a la vida cuando tocaba, al final de la tercera temporada o al inicio de la cuarta, habría ejercido como precedente. La muerte ahora de Nieve habría carecido de emoción, porque habríamos anticipado que resucitaría; y cuando resucitase tampoco resultaría chocante, porque sabríamos que iba a pasar. Como la muerte de un gran protagonista —la de Ned—, la sorpresa de la resurrección de otro gran protagonista era también una suerte de virginidad, algo que el espectador solo podía perder una vez, la primera. Había que elegir: o Catelyn tempranamente o Jon mucho después, ya en la sexta temporada. Y eligieron a Jon, confiados en que así darían una campanada mayor.

¿Y qué ha ocurrido? Justo lo contrario. Un epic fail rigurosamente literal, en lo epic y en lo fail. Campanada, ninguna. Sorpresa, cero. En todo momento supimos que la muerte de Jon Nieve era cierta, pero no definitiva. ¿Por qué? Por la poca maña del texto y la realización. Concretamente, porque Weiss y Benioff, o quizá la HBO, quisieron que funcionase como cliffhanger al final de la quinta temporada. Y, más concretamente, por la factura de la secuencia que ejerció como cliffhanger, convencional hasta decir basta. Con su plano cenital, su zoom, su sangre y su apestosa tromba de violines. Y su ubicación exactamente al final del último capítulo de la temporada. ¿Desde cuándo son las cosas así en Juego de tronos? Hasta entonces, las muertes de los grandes héroes habían ocurrido con una realización sobria y muy singular, desprovista de manierismos melodramáticos; y en capítulos intermedios de las temporadas en lugar de al final, contraviniendo todavía más los convencionalismos televisivos. Por eso nos sorprendieron tanto y por eso no dudamos que fueran ciertas.

Bastaba con hacer lo mismo. Con matar a Jon igual que a Ned, Catelyn y Robb. No al final de la temporada, sino en el octavo capítulo o el noveno. No mostrando sus restos en primer plano, sino veladamente, de lejos o sin hacerlo en absoluto. Habríamos creído efectivamente que Jon Nieve estaba muerto, para gran flipar, y al resucitar en esta sexta temporada nos habríamos quedado muertos en la bañera. Bastaba, en suma, con haber repetido la fórmula, esa forma honesta de crear sorpresas a través de la técnica, en lugar de optar esta vez por la forma industrial, la que tiene más que ver con el marketing, los teasers y los trailers. Una pena, la verdad.

5. Jorah Mormont, Jorah que te Jorah

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«Dime que me quieres o me enveneno». Imagen: HBO.

Y mira, hablando de pena, hablemos de darla. Tres veces se han separado ya Daenerys y Jorah Mormont. Tres. Una, dos y tres. Desde la primera vez en la cuarta temporada hasta esta última, a mitad de la sexta. Casi veinte capítulos dura ya la cruzada hazmecásica, pagafántica y nuncafollista del caballero de la triste figura para conquistar el amor de su Dulcinea particular, o al menos darle pena. O recabar su perdón, que es una manera de representar lo mismo. Algunos dieron de sí, estamos de acuerdo. Pocas secuencias hemos visto en Juego de tronos mejores que la del paso de Jorah y Tyrion por la antigua Valyria, donde el caballero contrajo la psoriagrís. Pero son dos temporadas ya sin que cambie realmente nada en esta historia de amor que no es tal cosa, porque Daenerys ya eligió y eligió como Macarena, darse a su cuerpo alegría y cosa buena. Con Daario Naharis, nos ha jodido mayo. Y se llegó entonces a un arreglo con los espectadores: Daario se comería el sándwich y Jorah gozaría de mayor confianza como consejero, un plus por objetivos y un asiento permanente en lo alto de la pirámide con unas magníficas vistas a la friend zone. Fin de la historia.

Esto no es un triángulo amoroso. No lo es en los libros y en la serie tampoco puede, porque no se han practicado cambios en este sentido. Pero Weiss y Benioff insisten en retratarlo como si lo fuera. Con los clichés a los que acostumbra el cine y la tele en estos casos: secuencias a tres bandas, duelos de cornamentas y lo dicho, esos reencuentros machacones entre Daenerys y Jorah que se resuelven siempre igual, con la «Lacrimosa» de Mozart, el mutis de Mormont por el foro y la certeza —ya impepinable— de que esto mismo volverá a ocurrir en no más de cinco o seis capítulos. Y la próxima vez, será la cuarta. ¿Por qué está pasando esto? Por falta de valor, intuimos. Weiss y Benioff quieren representar formalmente algo que, en realidad, no está pasando. Y seguramente lo hacen porque piensan que no tienen elección. En Hollywood y en la gran tele persiste un miedo atroz a que un gran protagonista no mantenga algún tipo de tensión romántica, la que sea. No digamos ya si es mujer y en edad de merecer. Y ocurre que en este punto de Juego de tronos, cuando Ygritte, Shae, Talisa, Robb y Renly han muerto, hemos consumido ya la mayoría de las historias de amor, y desde luego todas las emocionantes. Y se conoce que tiene que haber alguna, por cojones. Weiss y Benioff casi lo admitieron con el subtexto del diálogo en el que Daenerys manda a Daario a tomar mismamente por donde amargan los pepinos.

Nunca hasta ahora hemos recomendado matar a un personaje, menos todavía a uno que sigue vivo en los libros. Pero a Jorah debieron haberlo fulminado hace tiempo, e inexcusablemente en esta temporada. Las razones, parecidas a las que dimos con Sandor: lleva seis años, seis, interpretando un mismo papel, el de un Humbert Humbert coñón. Demasiados para que nos resulte deseable su más que probable reunión con Daenerys por cuarta vez —¡cuarta vez!—, o acaso emocionante. Repetimos: las leyes de la vida son unas y las de la ficción son otras. Hace ya tiempo que Mormont es un zombi narrativo. Por eso esperamos que cuando vuelva, porque volverá, al menos lo haga convertido en un hombre de piedra. O en vampiro, qué más da. Pero que le pase algo, por Dios.

Posdata. Parte del metraje de Mormont podría haberse invertido en abundar en las tramas de Essos, que falta hace. Y particularmente en la de Varys, el eterno olvidado de Juego de tronos.

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Tip y Coll. Imagen: HBO.

Que sí; en esta partida de ajedrez, Varys y Meñique son los caballos. Saltan por el tablero y eso es parte del encanto. Empieza a parecer que tienen un jet supersónico cada uno, pero bueno, vale. Aceptamos pulpo. Ahora bien; después de su profunda transformación televisiva –porque el Varys de los libros comparte solo filosofía con el de la serie, y sus actos son completamente distintos–, que la Araña no se encuentre con Daenerys era una línea roja, y Weiss y Benioff no es que la hayan pisado; es que han bailado el Kalinka sobre ella. Antes del último capítulo de esta sexta temporada había gente en internet diciendo ya que Varys era una alucinación de Tyrion, no le digo más. Y cuando por fin Daenerys y Varys compartieron su primer plano ocurrió literalmente en la última secuencia de la temporada. Y sin cambiar antes palabras. ¿Imagina usted que cuando ser Barristan se unió a la delfina Targaryen hubiera ocurrido así, apareciendo directamente a su vera? ¿O que se hubiera prescindido, en esta temporada, se la secuencia en que ella pacta su alianza con los hermanos Greyjoy? Pues eso.

6. A buenas horas, Manosfrías

Es un hecho ampliamente documentado que el diablo está en los detalles. Quedémonos con esta idea preliminar.

No, no le vamos a reprochar a Benioff y Weiss que nos hayan privado hasta ahora de Manosfrías, ese personaje enigmático y razonablemente sobrenatural que campa a sus anchas por la región más allá del Muro. En la cronología televisiva le correspondía efectuar su entrada mucho antes, cuando Sam y Gilly escapaban del torreón de Craster en la tercera temporada, y después quedarse largo tiempo durante la cuarta, al menos hasta que Bran llegaba a la cueva del Cuervo de Tres Ojos. Durante todo ese tiempo, en los libros, lo conoceremos por este apodo y lo veremos siempre embozado con un pañuelo, sin llegar a saber nada sobre su identidad. Y nos diremos: es Benjen. Pero es que lo mismo nos dijimos en su día sobre Mance Rayder, el rey más allá del Muro, y luego mira. Y además contemplamos la posibilidad de que Benjen sea Daario Naharis, porque en Juego de tronos ya, lo que veas. Así que Manosfrías era quizá un secreto a voces, pero un secreto. Y en eso estaba la gracia, por supuesto.

Benioff y Weiss, en cambio, no podían sostener el mismo enigma, y de hecho ningún enigma. Lo suyo es televisión, y alguien debía interpretar al personaje. Si lo hubiera hecho Joseph Mawle, el mismo actor que interpreta a Benjen, blanco y en botella; y si lo hubiese hecho otro, habríamos descartado que Manosfrías fuese el hermano de Ned Stark. Así que, en realidad, no se trata de que hayan retrasado simplemente su aparición; han dejado al personaje en off hasta superar el punto de la historia al que han avanzado los libros y entonces lo han hecho entrar, procediendo con todas las revelaciones de sopetón: pum, Manosfrías, pum, y es Benjen Stark, pum, y además está muerto. O muerto como la gente está muerta últimamente en Juego de tronos, que no es realmente mucho. ¿Que la cosa pierde? Nos ha jodido. Pero no había otra manera. Desventajas que tienen las pantallas frente a las páginas. A cambio, el sexo en la tele gana una cosa bárbara. Y los septos explotando, ni te cuento.

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«Madre mía, y para esto seis temporadas». Imagen: HBO.

Y eso es precisamente lo que vamos a reprocharle a Weiss y Benioff, porque aquí hemos venido a perdonar vidas. No los dragones, sino algo parecido: el alce. El alce en el que cabalga Manosfrías. Que tampoco es un alce, cuidado. Como el mismo Martin escribe, el animal mide diez pies de altura hasta la cruz, unos tres metros, y debe ponerse de rodillas para que suban los jinetes. Y en otros puntos le dedica los apelativos de «gran» y «gigante». Aunque a veces se propone que podría ser un alce americano simplemente muy grande, suele convenirse que se trata de un alce irlandés, también conocido por su —elocuente— nombre científico: megaloceros giganteus. Se trata de una especie de ciervo, la más grande que ha existido, extinguida hace diez mil años, a finales del Pleistoceno. De hecho, en los libros, Martin también se ocupa de mencionar expresamente que la cornamenta del animal es como la de «uno de los alces gigantes que una vez vagaron libremente a través de los Siete Reinos, en tiempos de los Primeros Hombres». Una cornamenta de tres metros y medio de lado a lado, para hacernos una idea.

¿Cuánto mola la megafauna de finales del Pleistoceno? Muchísimo. ¿Cuánto mola esa megafauna en Juego de tronos? Muchísimo más. Ya lo dijimos a colación de los mamuts: la aparición de animales no estrictamente fantásticos, sino reales pero extintos, ubican a la serie en un punto muy singular, muy suyo, entre el realismo y la fantasía, pero escorándose hacia lo primero. Una gotita de Parque Jurásico, plicy solamente una. Lamentablemente, parece que solo Martin lo sabe apreciar, o al menos que Weiss y Benioff no lo aprecian más que lo que aprecian la factura de los efectos especiales. La cuenta es la misma: después de haber omitido en televisión a la gran osa polar que cabalga Varamyr Seispieles (que por su altura de trece pies, casi cuatro metros, más parece una variación ártica del extinto oso de las cavernas que un oso polar moderno) y de que no hayamos visto tampoco a ningún ejemplar de gatosombra, el alce gigante de Manosfrías ofrecía a Weiss y Benioff una última posibilidad de establecer que la megafauna es la norma más allá del Muro, y de conseguir así lo mismo que Martin en los libros: invocar con eficacia las grandes extinciones perpetradas por el hombre prehistórico y la última gran glaciación, entre otras ideas que visten muy bien a la región más allá del Muro, y por extensión al mundo mismo en el que tiene lugar Juego de tronos.

El diablo está en los detalles, decíamos. Vaya que si lo está. Y con este se ha asomado. Tanto que debemos decir que al menos ya hay una cosa que la hacen mejor en El Hobbit que en Juego de tronos. Quién nos lo habría dicho.

7. Marina Dorne, ciudad de vacaciones

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«Cobarde, fistro, te viasé pupita en el diodenor». Imagen: HBO.

¿Se acuerda usted de los Martell? Haga memoria: pelo negro, constitución chupada, tez aceitunada. ¿No? Pues fueron la Next Big Thing, los Martell. Por la mala follá, sobre todo, pero no solo por eso. También practicaban el poliamor, conspiraban que daba gloria y pasaban los dedos por velas, que es una cosa no verbal que los hacemos españoles cuando hay una cámara delante. Eran ellos así, sandungueros y españolazos. Y un poco indepes. Ya lo dijo Tywin Lannister: «No seremos siete reinos hasta que Dorne vuelva al redil». Así que Dorne volvió, y para ello Juego de tronos tuvo que desplazar su monumental aparato de producción a España. Juego de tronos no era Juego de tronos sin el arco de Dorne, o eso pensaban entonces Martin, Weiss y Benioff. Ahora se conoce que han cambiado de idea y han hecho que el reino del sur desaparezca pero así, pin, pan. Drexit fulminante de Dorne en el primer capítulo de la temporada. Y nunca más se supo hasta minuto y medio nueve horas después, en el capítulo final. Spain, one point. Lamentablemente.

Contexto: Muchos lectores de George R. R. Martin ya se quedaron fríos en la temporada pasada, cuando supieron que media familia Martell ni siquiera formaría parte de la serie. En particular la princesa heredera, Arianne Martell, que juega un papel protagonista en los libros y es uno de los personajes que asume el punto de vista narrativo en Festín de cuervos y Danza de dragones; y su hermano Quentyn Martell. No revelaremos los detalles; baste decir que las subtramas de estos personajes tienen implicaciones muy grandes en la contienda por ocupar el Trono de Hierro, por no decir que decisivas en este punto de la Canción de hielo y fuego. Sin embargo, en televisión, tampoco sus actos le fueron legados a otros personajes, simplemente se amputaron de la narración. Si además se considera que Oberyn lleva criando malvas desde la cuarta temporada, las muertes ahora de Doran y Trystane hacen que la familia Martell, que en los libros sigue relativamente completa y ganando protagonismo, haya sido completamente desterrada de la adaptación televisiva. Y lo que es más significativo: Weiss y Benioff también se han asegurado de acabar con todos los personajes del arco dorniense que retienen cierto foco en los libros: Areo Hotah y Myrcella Baratheon. Ha sido una purga, sin más. Se trataba de acabar con el arco.

Pero ¿por qué? Misterio. Aunque doctores tiene Westeros, por supuesto. En Io9, optimistas ellos, decían al empezar la temporada que Ellaria Arena, la responsable formal y única superviviente de esta masacre, «puede haberse cargado completamente Dorne como país pero puede haber salvado Dorne como trama». Ojalá, pero no. Ni siquiera se ha reemplazado una gran historia por otra pequeña, porque a minuto y medio tras nueve capítulos sin Dorne malamente se lo puede considerar una trama. Y menos cuando los verdaderos protagonistas de ese minuto y medio son los carismas arrolladores de Varys y Olenna Tyrell. ¿Podría ser distinto? Seguramente no. Ellaria y las tres Serpientes de Arena mayores, Obara, Nymeria y Tyene, son cuatro personajes poco menos que intercambiables entre sí, y tremendamente prescindibles, con una esperanza de vida narrativa de un cuarto de hora. De hecho, la perfección con que Weiss y Benioff han abortado el curso de los acontecimientos en Dorne y la forma atropellada con la que han atado sus cabos sueltos al remolque Tyrell en el último capítulo invita a pensar en que aquí no median razones narrativas, sino industriales. Alerta conspiranoia.

Precisamente mientras se emitía esta sexta temporada George R. R. Martin ha prepublicado un capítulo del siguiente libro de la Canción de Hielo y Fuego, Vientos de invierno, que tiene por protagonista y punto de vista a Arianne Martell. Parece poca casualidad que, mientras ella misma y sus satélites ganan protagonismo en la saga literaria, sosteniendo un gran arco e implicándose cada vez más en los demás, en la televisión sean precisamente ellos los que resultan completamente eliminados. Si tuviéramos que apostar, diríamos que Weiss, Benioff y Martin (que también es productor de la serie y comparte el mando en las decisiones ejecutivas, detalle importante) acaban de dar un tajo profundo en Juego de tronos para separar libros y adaptación, y lo han hecho en Dorne.

Ese tajo estaba previsto y abierto ya, por supuesto. De ahí la omisión en televisión de Arianne y que tampoco se retrate la implicación activa de los Martell en la causa Targaryen. Pero los acontecimientos han obligado a Weiss, Benioff y Martin a acometerlo de raíz, extrayendo Dorne al completo. La razón: el retraso forzoso de la publicación del próximo libro, Vientos de invierno, para después de la emisión de la serie en lugar de antes, tal y como se planeaba en un principio. De esta manera, el inminente volumen literario ya no será donde se desvele la resurrección de Jon Nieve, la verdadera identidad de Manosfrías o la destrucción del Septo de Baelor, por ejemplo; pero cuenta con un arco inmenso, cedido ex profeso por su hermano televisivo, del que los espectadores —los potenciales lectores, los potenciales compradores— lo desconocen todo. Y ese arco, lo dicho: gana más relevancia con cada momento que pasa. Tanto que no parece descabellado que sea ya determinante en la contienda final por el Trono de Hierro, al menos en los libros. Oh, porque sí: Juego de tronos tendrá un ganador, y alguien se sentará finalmente en el dichoso trono. Pero la Canción de Hielo y Fuego, los libros, tendrán también un ganador, y será otro. Habrá dos finales distintos, uno en la pantalla y otro en las páginas. ¿Que no? Al tiempo.

Y hasta aquí las siete críticas a la sexta temporada. Mañana a la misma hora cantaremos las alabanzas. Le esperamos.

sam
Cuando te lees seis mil palabras y resulta que eso era solo la mitad. Imagen: HBO.

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44 Comentarios

  1. Juego de tronos es una enorme serie, en algunos aspectos, la mejor de la historia. Y si, tiene algunos puntos débiles.

    Pero los señalados aquí son muy bombadillos. Que sí que los libros molan, pero nadie puede asegurar que la serie hubiera funcionado mejor metiendo más minutos de Dorne, más tramas olvidades o más personajes (Martells, Lady Stoneheart, Manosfrías, Targaryens omitidos,…).

    Por lo demás, muy entretenido el artículo. Lo he disfrutada cuan gorrino en maizal…

  2. Ruben, deberías guardarte tu estilo de redacción a la Twitter para Twitter…creo que ha sido el articulo más complicado de leer en la historia de Jot Down…

  3. Gran artículo como todos los años. En el tema de los cambios respecto a los libros creo que, hicieran lo que hicieran, nunca contentarán a todos, a mí particularmente no me gustaría nada que fueran un calco…

  4. Jeje, ha molado este repaso de meteduras de pata. Hay algunas otras cosas que no me han molado en la temporada:

    – La forma aburridísima y previsible en que desaprovechan y se cargan a Roose Bolton, un natural-born-troll que no se hubiera dejado pillar tan fácilmente.

    – Ídem con la subtrama chapucera de Rickon-no-sé-correr-en-zigzag Stark y la pobre Osha.

    – No le encuentro ningún tipo de sentido a que Sansa le esconda a Jon el ejército del Valle que ha reunido Meñique. Bueno, sí, poder jugar con el rescate en el último minuto en una escena “vienen las Águilas!” muy muy muy predecible. Puntos extra para la lamentable falta de habilidad de Jon como general: toda su estrategia se resume en cargar de frente cuando había repetido mil veces que no lo haría. Es difícil empatizar con personajes que se comportan de forma antinaturalmente estúpida.

    Y una cosa que cada vez me pone más nervioso: la incongruencia de los tiempos de viaje. Sam, Arya, Jaime y Theon aparecen y desaparecen en las cuatro puntas del mundo a velocidades muy diferentes, como si unos fueran en avión y otros se arrastraran en tren clase turista.

  5. Animalinho

    Estas críticas me dejan un poco frío. Hay aspectos generales que criticar, pero sin embargo parecen centrarse en exceso en divergencias con el libro y frikadillas que extrañan quienes leimos la obra literaria. No se trata de eso. La serie tiene carencias de guión e incoherencias por sí misma, y esta temporada es el mejor ejemplo. Han hecho una temporada dirigida a los dos últimos capítulos, llena de errores y bastante CUTRE desde el punto de vista narrativo. Desaprovechando oportunidades por doquier.
    El tema de Bran clama al cielo. Comparado con eso que Jorah resulte irritante es un chiste. Parece que toda la temporada de Bran ha tenido dos únicos objetivos: la secuencia de Hodor y la visión de la Tower of Joy (también infrautilizada). Cuántas oportunidades perdidas! La historia de Brynden, el encuentro de enemigos durante milenios, la extinción y la historia de los niños del bosque, la historia del Muro y de los Stark… Como siempre, en GoT confunden la narración con que «pasen cosas», cuando muchas veces lo más importante es CÓMO pasan. De nada sirve matar a mil personajes por capítulo si esos personajes no le importan al espectador. Ese es el problema de la serie.
    Lo de la resurrección… en fin. El problema no es que se supiese. El problema es que la resurrección sólo sirvió de cliffhanger de la quinta temporada, pero no ha jugado ningún rol en la presente. Es como si no hubiese pasado! Jon es el mismo, la gente actúa igual… qué oportunidad perdida de dar un giro a su personaje y de profundizar en ciertos aspectos de este universo.
    Con permiso de Dorne, la trama de Aria es la cosa más estúpida de la serie. Hecha con desgana y sin convencimiento, no tiene sentido de principio a fin. No lo tiene. Un entrenamiento que nunca llega a empezarse de verdad y que parece completo justo cuando se prueba que Aria no quiere ni intentarlo… Es absurdo.

    En general, la serie tiene mucha prisa y busca sorpresas y cambios de ubicación constantes para paliar sus grandes carencias: no hay buen guión. No hay buenas historias para unos personajes que son constantemente desaprovechados. Es plana. Como dije antes: todo se centra en «que pasen cosas». Pero en una buena serie lo importante es cómo se narra lo que pasa. Hay tramas realmente cutres y prescindibles y otras absolutamente desaprovechadas. Ese es el principal problema. Pero claro, profundizar en las segundas requiere detrás un buen equipo de guionistas y actores a la altura (porque en las interpretraciones de GoT hay de todo…). En lugar de eso, cortinilla de estrella y a la siguiente sorpresita… que olvidaremos antes de que acabe el episodio. Y si no, tetas.

    La serie sólo brilla cuando el guión queda en segundo plano frente a la imagen. En la batalla de los bastardos, cruenta y sucia como habría querido el pacifista Martin. O en la voladura del septo perpetrada por Cersey. Pero, en general, su nivel ha bajado y es una oportunidad perdida de hacer fantasía con un trasfondo que vaya más allá de batallitas y magias.

    • Este comentario es mejor que el artículo.

      • PatriShaw

        No soy nadie para opinar quién entiende lo que es narración y adaptación y quién no, pero sí puedo decir con toda convicción que me alegro mucho de que haya gente como tú que sepa analizar las cosas ya no sólo desde un perfil «fan» o crítico, sino desde la cordura y la sinceridad.
        Comparto lo que dice Francis, me pareció mejor y más lúcido tu comentario que el artículo en sí, que se pierde en creer que una adaptación tiene que dar cabida a todo, cuando en realidad se trata de narrar, y la narración se nutre de hechos (o imágenes, en el caso de la ficción televisiva). Cuando lo único que se hace es avanzar a base de trozos dispersos juntados a la fuerza por medio de la intervención de «sorpresas» que provocan más cortes, el producto pierde. Por eso la sexta temporada será la más espectacular, pero no por eso la mejor.

      • Asclepios

        Jaja! Iba a escribir lo mismo.

      • Amén.

    • Pienso exactamente lo mismo. Comenzaba a voverme loco entre tantas alabanzas.

      La serie ha dado un vuelco hacía donde el público general quería que estuviese, más cerca de El Señor de los Anillos que de algo parecido al Dune en un mundo fantástico, algo serio y adulto en un ambiente con Dragones. Ahora ocurre lo que el público pedía, rápido, espectacular pero sin sustento narrativo.

      Somos pocos los decepcionados, pero me alegra no estar solo.

      • SrMarlafu

        Decir que El señor de los Anillos no es «serio» o «adulto» es muy troll o muy troll.

        Y la única semejanza que hay entre JdT y ESDLA es la batalla de los bastardos, porque el resto de la serie no se parece a Tolkien ni en el blanco de los ojos.

  6. Animalinho

    Se me olvidaba otro fallo mayor que conecta con lo que digo antes sobre «menos guión y cortinilla de estrella», la táctica patentada de Weiss y Benioff.

    Os acordais de cuando Juego de Tronos hacía honor a su nombre? Cuando era una serie de intrigas políticas que despertaban tanta excitación como el ruido de espadas o las apariciones ocasionales de elementos fantásticos? Os acordais de los complejísimos y sabrosos complots de unas casas contra otros, de unos herederos contra otros… entretejidos en un equilibrio precario?

    Olvidadlo. Ya no dan para eso. Ahora te quieres cargar al señor de una casa y le clavas un cuchillo y a correr. Hay menos consecuencias que en los asesinatos de Los Soprano. Se ve que las monarquías y los señoríos se asientan en el aire. Que eso de los vasallajes, equilibrios de poder y apoyos se acabó en la tercera temporada. El modo en que se cargan las Putillas de Arena a los Martell en 5 minutos es… no sé, ofensivo para el espectador. Es estúpido. Lo mismo con Ramsay con su padre. Las conspiraciones que antes traían momentos de altura política ahora son… un movimiento de brazo. Sin consecuencias. Cutre cutre cutre.

    • Coincido con tu valoración (en ambos comentarios). Benioff y Weiss son magníficos adaptando novelas, el problema es que aquí no tenían novela que adaptar. Hay una gran diferencia entre reducir 700 páginas de texto a 10 capítulos de una hora y que te apunten las cuatro cosas que tienen que pasar a continuación en el dorso de una servilleta y te dejen a ti para rellenar los huecos.
      Para empezar, donde habíamos tenido 5 temporadas centradas en el ajedrez político ahora tenemos parchís: te mato y avanzo veinte casillas de golpe. Se han cargado a todos los personajes con un mínimo de capacidad estratégica a largo plazo que había en la saga: Tywin Lannister (a este había que hacerlo, igual que en los libros), Stannis Baratheon, Roose Bolton y Dorian Martell. Quedan solo Varys y Meñique – Tyrion siempre ha sido cortoplacista porque nunca ha tenido ambiciones a largo plazo más que ser Señor de Roca Casterly. Como es lógico, eso reduce muchísimo el valor de la serie, que ahora es un slasher.
      Por otra parte, hay arcos que se han quedado como obras de Calatrava: muy bonitos en apariencia pero no sirven para nada y además se están cayendo a pedazos. Durante dos temporadas completas hemos visto como Arya Stark sufría un entrenamiento en plan Navy SEAL, con una sargento rubia de los marines haciendo todo lo posible para que renunciase y abandonase el entrenamiento y cuando al fin demuestra que no tiene lo que hay que tener… ¿el castigo es la muerte? Y cuando en lugar de morir ella mata a su asesina, ¿la recompensa es la licenciatura con honores? No tiene sentido; si estás entrenando a alguien para ser mentalmente dura y empujándola para que fracase, pues cuando fracasa se va, obviamente. Y si has cometido un pecado mortal al ofender al Dios de Muchos Rostros y por ello mereces la muerte, no se te perdona porque fracasa el primer intento de matarte. Salman Rushdie sigue amenazado de muerte hoy en día; a Galileo no le retiraron la condena hasta hace pocos años – casi ná, unos cuatrocientos años después. Y eso con religiones que se basan en la paz, el amor y el perdón; no quiero pensar lo rigurosa que podría ser una religión que tiene por base el asesinato.
      Finalmente, pero esto es una crítica que vale también para los libros, la resurrección es una puta mierda. No la de tal o cual personaje, sino como concepto general. La saga de Harry Potter puede ser muy infantiloide, pero JK Rowling siempre tendrá todos mis respetos por una cosa: cuando un personaje de Harry Potter moría, estaba jodidamente muerto. La Boda Roja es un momento epatante tanto en los libros como en la serie porque, coño, se cargan al héroe. Tú esperas una narración convencional en la que habrá un «bueno» que lucha contra los malos – y al final vence, claro está – y te lo matan a mitad de libro (y ahí coincido con el autor del artículo: el hecho que sea de sopetón, a mitad de libro, todavía te descoloca más) y de repente ¡paf! Muerto. Pero oye, en el momento en que el autor se abroga la posibilidad de resucitar a conveniencia los personajes que le parecen, toda la epicidad se va por el sumidero. Los fans de la fantasía y la ciencia-ficción siempre hemos considerado la fantasía como el género menor porque el uso de la magia tiende a convertirse en un conveniente «deus-ex-machina» para solventar situaciones por los autores más vagos y Martin, qué decepción, también ha caído en el mismo defecto. La «muerte» de Jon en los libros no ha tenido ninguna fuerza precisamente por eso, porque morir a treinta metros de una de las sacerdotisas rojas más poderosas del mundo no es morir – y menos sabiendo que como hijo de Rhaegar Targaryen y Lyanna Stark suya es la Canción de Fuego y Hielo y debe de ser la segunda cabeza del dragón junto a Daenerys y el tercero en discordia, que será diferente en la serie y en los libros.

      • Hay un tiempo para cada cosa. Hay un tiempo para las intrigas políticas y las conspiraciones palaciegas y otro para las puñaladas por la espalda y los toneles de fuego valirio. Uno para conversar y llegar a pactos y otro para zanjar la cuestión a hostia limpia. No sé por qué me da que mejor que te vayas haciendo a la idea de este último tiempo ha llegado.
        Que por otra parte mucho mejor, porque por lo menos a mí me fastidiaría que arreglaran quien se queda con el trono con una coalición, o un turno rotatorio….

  7. Concuerdo con lo que dicen arriba, ha sido algo dificil de leer este articulo.

    Concuerdo con unas cosas pero con otras rematadamente no. Yo habria puesto a arya aqui por el absoluto despropósito de su trama.

    Y Me sorprende no ver aqui al arco de dany, lo fácil que es todo para la Daenerys triunfadora quemakhals. Sera que es porque todo el mundo es fan de ella? o porque se han empeñado en hacer que todo le salga muy fácil y simplificar y blanquear a un más su personaje.

    Ya veré que proponen en lo positivo.

  8. El trasatlántico propagandístico de GoT sirve para enmascarar la desnudez del rey como en el célebre cuento de Andersen. El cierre ha sido brillante, no tanto el famoso capítulo 9 que, siendo un prodigio a nivel técnico solo tenía los 25 minutos de la batalla como destacables. Para este viaje no eran necesarias tantas alforjas. Los 8 primeros capítulos han sido infumables, con resurrecciones ridículas plagiando el Nuevo Testamento y personajes y tramas insustanciales y de relleno para justificar 10 episodios. Con todo, añadiría el enorme desperdicio de contar con dos actorazos como Max Von Sydow e Ian McShane y reducirlos a meros extras.

  9. Se que me criticaran y me trataran de fanático, pero sentí un gran alivio al ver explotar el septon de Baelor con todos por igual.
    Me explico, soy gay, y el destino de Loras Tyrell me olía mucho a QUEMADO, se salvan todos de las garras del Gorrión supremo menos el, y

    margaery dice :»el alma de mi hermano es pura y buena pero sus pecados la oscurecen»,
    porque es gay, obvio. Adivinen quien es el próximo personaje que va a arder en la piadosa HOGUERA a la luz de los 7? pensaba yo. Bien, linda tradición homofobica de TV, matan al personaje maricón, como siempre POR SERLO. Y encima me temía algún discurso moralizante del gorrion.

    Gracias a weiss benioff, murieron todos por igual y por ningún motivo en particular haciendo honor a las tradiciones de GOT.

  10. Como dicen por arriba el resumen del artículo es «el libro es mejor», para eso no hace falta darle tantas vueltas. Omite, además, los dos momentos más bajos de la temporada: la trama de Arya (muy desaprovechada, hecha sin gana, predecible y sin ninguna chicha) y todo lo que ha rodeado al asedio de Aguasdulces y el pez negro (más que nada porque para lo que se ha visto, se la podrían haber ahorrado y aprovechado para profundizar en otras tramas, que falta que hacía. Da la impresión de que solo ha servido para mantener a Jaimie lejos de Desembarco durante «la maquinación de Cersey»). ¿Que no te gusta Mormont? ¿Que no te ha convencido la aparición de Benjen? ¿Que esperabas a Lady Corazón de Piedra y no la has tenido? Pues vale, pero eso son minucias. La trama de Dorne ya era floja la temporada pasada, ésta no ha ni existido. Y el cliffhanger de Jon, no me jodas, ha sido lo más comentado durante casi un año, aquel episodio ha sido el más visto de la serie y el primero de la sexta temporada el tercero más visto. ¿Eso es un error? Mi no entender. Que podría haber sido más «épico», sí, que podrían habérselo currado más, también, y, sobretodo, que a efectos narrativos es como si no hubiese pasado, pues también, pero criticar que se utilizase como cliffhanger de temporada no tiene mucho sentido. ¿Que algunos malos mueren ofreciendo su “mejor lado” es negativo? ¿Perdón? A mi no me dieron más pena ni Allister Thorne ni el Septón supremo por ello (y no se en que momento saca su lado bueno el septón antes de morir, ¿en su cara de miedo?). Pycelle tampoco saca ningún lado positivo cuando es acuchillado por los gorriones… En fín, artículo ingenioso pero poco riguroso al analizar realmente los puntos flojos de la serie. Veremos los fuertes…

  11. No me extiendo que escribo desde el móvil.
    Pero no entiendo que en un (muy disfrutable) artículo de haterismo cómico no aparezca una sola mención a la casa Grevjoy y las islas del Hierro.
    Por los dioses. Que la Asamblea que en los libros es un escena apoteósica en la serie parece sacada de Casi 300.

  12. Odio a Jon

    Atinado los comentarios,lo que mas me molesta ( soy un antiJon) es como se pasaron todas las reglas al revivir a joniciento.
    Melisandre viajo a 750 km/h para llegar de winterfell a el muro en 15 minutos talvez la hipervelocidad es una magia poco conocida.
    Melissandre no tiene el poder suficiente para revivirlo , se equivoca garrafalmente con Stanni.
    El muro es una barrera magica, no importa , melissandre es una gran sacerdotisa.
    Muy bien revivimos a jon quien se sacrifico para que quedara 1 a 1 como lady corazon de piedra. Nadie que curioso.
    Ok, Jon ha regresado aleluya a Rhollor , debe tener consecuencias, no va a recordar quien es , y no va ser la misma personalidad. Nada sigue recordando todo.
    Mi punto es, si los directores sabian que jon rambo tendria un papel de protagonista porque tocan el tema de danza de dragones al apuñalarlo , porque simplemente no se brincaron esa trama , y siguieron con su plan de hacerlo protagonista de toda la serie. La serie esta al fans service y es muy pero muuuuuy predecible ahora.
    Cada vez que me enojo voy a leer danza de dragones pagina 1000 ( version en ingles) una y otra y otra vez….

  13. No lo paséis tan mal. Sólo es un entretenimiento, Falcon Crest con cuero y espadas. Para mi, lo más absurdo, aparte del niño que no sabe correr en zigzag, es que que Ramsay elija matar al gigante cuando tiene a Jon Snow a huevo.

  14. Personalmente también creo que a estas alturas ya, tras 6 temporadas, es un poco cargante a la vez que ingenuo concentrar las críticas de la serie en si la trama concuerda o no con la de los libros. A mí también me ha sorprendido mucho la omisión de Lady Corazón de Piedra, tenía esperanzas de que apareciera cuando empezaron a retomar esta temporada la trama de la Hermandad sin Estandartes, pero es cierto que si lo hubiesen hecho antes de la resurrección de Jon le hubiese quitado miga a éste y viceversa, ahora no tiene mucho sentido. Y sí, todos sabíamos que Jon iba a resucitar, pero porque los que hemos leído los libros sabemos la importancia de lo que se ha desvelado en el último capítulo, es decir no tanto quién era al final su madre sino entonces quién es su padre. Por eso esperamos que tenga un papel importante en toda la trama de Canción de Fuego y Hielo, y por eso sabíamos que no podía morir. Desde mi punto de vista gloria bendita si nos quitan la trama de Dorne, bastante soporífera ha sido ya y bastante tiempo nos ha hecho perder desde que aparecieron en la quinta temporada. Sólo se salvaba Oberyn y por desgracia hace mucho que ya no está. La parte de Arya muy cansina, y la de Meeren y Daenerys otra vez raptada por un khalassar ni te cuento, como el día de la marmota. Menos mal que ya se ha decidido por fin a cruzar el mar, le ha costado 6 temporadas… en los libros aún no tenemos esa suerte. Me queda como balance general dos capítulos primeros muy buenos, los 6 siguientes flojos flojos, y los dos últimos para enmarcar. La Batalla de los Bastardos me dejó sin aliento y tan cansada como si yo misma hubiese estado allí, y cuando ondearon las banderas de los Stark de nuevo en Invernalia se me cayó una lagrimilla y todo. El último capítulo, para mí el mejor 10 de las 6 temporadas.

  15. Y, por cierto, mucho arte en la dirección en la batalla de los bastardos, mucha sangre, mucha violencia y tal, pero de repente ese cambio de plano y un muro de cadáveres que se materializa de la nada… jodeeeeeeeeer, qué vergüenza ajena que pasé, señores. ¿En qué momento de la batalla empezó la gente a luchar subidos sobre el cadáver de un compañero para justificar que surgiese de repente esa pared de cuerpos que no se había visto en ningún momento?
    Vale, el momento batalla en el Madrid Arena con Jon ahogándose en el barro cual concierto de los Guns’n’Roses en los ochenta estaba muy bien, pero entre el muro que popea y los Inmaculados norteños que rodean tranquilamente al ejército de Jon – que definitivamente apesta como general: se queda mirando mientras 3000 tíos los encierran allí como si la cosa no fuera con ellos.

    • Sí, la batalla espectacular técnicamente, una gozada poca veces vista en televisión. Pero el desarrollo y los acontecimientos concretos de la misma son de pena y de dolor, dan vergüenza ajena y no te queda otro remedio que darte cuenta que los guionistas toman por imbéciles a los espectadores pensando que con imágenes espectaculares y muy bien hechas todo se puede tragar. El muro de cadáveres y la «estrategia» de la falange para encerrarles es sólo un detalle más. Por desgracia han rodado una batalla con un desarrollo absurdo y ridículo de una forma absolutamente cojonuda.

      El problema de la serie es precisamente que continuamente se sacrifica el guión, la historia y la consistencia interna de la serie, las tramas y los personajes, para poder meter escenas impactantes y espectaculares, o giros de guión y muertes de personajes con el único objetivo de sorprender, ya sean escenas importantes de los libros o hayan sido desarrolladas y creadas específicamente para la serie.

      El objetivo de la serie es impactar X veces por capítulo, no contar una historia. Y claro, la sensación global que te queda es que ves cosas muy muy buenas en medio de una enorme mediocridad argumental. Esta sexta temporada tiene 2 de los mejores capítulos de la serie y 8 de los peores. Tiene 2 tramas muy buenas y 5 que son soporífieras, repetitivas o directamente absurdas. Esa descompensación tan grande es el mayor problema de la serie.

  16. Tamón de Avilés

    Defectos los tiene, por supuesto. Pero esos primeros 20 minutos del último capítulo de la sexta temporada, con ese fondo musical es antológico, aunque recuerde las escenas del Padrino III en la opera

  17. -Hola, tenemos UN GIGANTE ¿le damos una coraza y un palo grande (o algo) para que sea EL P*** DIOS Y GANAR SOBRADOS?
    -No, a pelo, que se joda.
    -Vale.

  18. Hay dos cosas absurdas de este sitio al que me acaban de enlazar.

    Primera. El artículo en si mismo. Es como estar recordando continuamente la pureza de la raza. Es algo que los críticos no aprendendeis. Desde el fin de la primera temporada, la serie va por un lado, los libros por otro. Punto. Me sacáis de mis casillas. Dedicaos a criticar la serie en sí misma, y no viendo cada capítulo con los libros al lado y con un rotulador amarillo fluorescente con cara de «ajá!!!os pillé, malditos guionistas»

    Segundo. Los comentarios, a los cuales voy a pasar a formar parte. Toooodo son críticas, toooodo son fallos de guión, toooodo son disrupciones narrativas, toooodo es «la serie ya no tiene las intrigas políticas de las primeras temporadas» o «han empezado ha darle al gran público lo que quiere»… uffff, qué hartazgo! No pensaba que el público de GoT eran unos snobs conservadores. Para el que no lo entienda, yo se lo explico. La serie ha evolucionado porque la trama ha evolucionado. Antes, intrigas palaciegas. Ahora, guerra. Y en la guerra, hay menos charla y más salsa de tomate.

    Por lo visto, todos tenemos dentro un seleccionador de fútbol y, por lo que veo, un guionista de juego de tronos.

    Ésta gente de HBO nos está dando seis años de una serie visualmente espectacular, con guiones que tratan al espectador de manera inteligente, y que toca las tramas que ellos creen necesarias de la manera que ellos creen necesaria.

    Tenéis otra opción. Podéis presentaros a la puerta de HBO, con los guiones de la séptima temporada bajo el brazo, llamar al timbre, y decir: «Hola! Buenas tardes! Soy fulanito, y como soy muchísimo más inteligente que todos los guionistas y showrunners que tenéis por aquí, me he tomado la molestia de traeros el trabajo hecho para el año que viene y así podáis despedir a la pandilla que tenéis aquí, que no hacen más que cometer fallos de guión…. ah! Y ya que estoy por aquí, os dirijo los 10 episodios nuevos, dado que no tenéis ni idea de elegir directores, por que la épica de los dos últimos capítulos era demasiado mainstream, y está sería se concibió y debe seguir siendo para snobs relamidos como yo…si algo llega al gran público, es porque no debe ser bueno…»

    En fin, un saludo a todos y disfrutad de lo poco que nos queda de GoT

    • Estoy contigo Isma, ya lo han dicho los propios guionistas: queda poco para el final de Juego de Tronos, y ese final (sea el que sea) no va a contentar a todos… porque es imposible. Cada uno tenemos en la cabeza lo que nos gustaría que pasase, los personajes que queremos que sobrevivan y los que no. Vamos a esperar a la segunda parte del artículo, la de los puntos fuertes, a ver qué nos encontramos. Pero Juego de Tronos es ante todo y por encima de todo una serie espectacular, y claro que sigue habiendo intrigas políticas a la vez que guerras: los Martell negociando con los Tyrrell y con Varys, Meñique ayudando a Sansa a reconquistar Invernalia, Daenerys negociando con las Islas del Hierro… claro que siguen la intrigas, y claro que seguirá habiendo cosas que nos gusten más y que nos gusten menos, como por cierto ocurre en los libros… la diferencia es que la serie por suerte coge atajos y tiene el apoyo visual para poder contrarrestar algunas carencias, mientras que los libros pues no… son más de mil páginas a ratos por cierto laaargas e infumables y con personajes que igualmente andan a la deriva y sin ton ni son. Eso no significa que lo uno sea mejor o peor que lo otro, seamos capaces de analizar por separado.

  19. Juanito Nieve

    – Hola! Acaban de matar a mi hermano, último Stark

    – En este mundo nadie resucita tron

    – Enterrémosle con el resto de la family

    – Buena idea

  20. Jorge Errequerre Martín

    Te has olvidao de la pifia más importante: Dario en los libros tiene el cabello y la barba teñidos de azul!! No entiendo cómo han podido faltar al libro en ese aspecto!! Maldita HBO!!! … Por otra parte, cuando leí los libros siempre había dos tramas que me parecian ultra-cansinas, la de Catelyn, personaje insufrible ya sea viva o muerta, y la otra trama pesadísima para mi es la de Arya, siempre me daban ganas de saltar los capítulos de estas dos Stark. También me hace gracia lo de «la muerte de Jon como cliffhanger» a ver, sabiendo que Melissandre estaba por allí era cuestión de cuatro páginas que reviviera a Jon… ¿qué falta hacen cliffhangers en una narración que te pega hachazos de los gordos de forma imprevista? Bueno, no pasa nada, los libros, la serie, los artículos y comentarios, al fin y al cabo sólo sirven para distraerse un rato.

  21. Cuanta razon tienes Isma. Hay que dejar claro que no tiene nada que ver los libros con la serie. La serie de HBO esta para ganar dinero y tienen que hacerlo de tal forma que la gente no se duerma explicando los miles de personajes e historias que hay en Canciones de Fuego y Hielo. Yo me leido los libros y si, hecho de menos muchas cosas pero la serie tiene una limitación que son 60 min cada capitulo y no da para hablar de todo.

  22. David Breijo

    Para los que no nos apasiona, el «conceto» de la serie es «que maten o follen a alguien. Incluso por ése orden.»

    El resto del tiempo, que pase deprisita entre fondos CGI, mientras intentas recordar el nombre de todos.

    • Es guay tragarse 6 temporadas de una serie que no te mola y además comentar en un artículo sobre la serie,el hecho mismo de que no te mola.
      +1 por tu tiempo libre.

  23. SrMarlafu

    «En el fondo, la culpa es también suya y mía, no se crea. Somos nosotros, los espectadores, los que nos hemos dejado convencer de una gran tontería: que las ficciones no deben ser maniqueas. Como si eso fuera posible, o acaso deseable.»

    Absolutamente de acuerdo con eso. No sé por qué se ha instalado en la gente la idea de que una historia no-maniquea es superior a otra maniquea. Hay historias maniqueas que son basura y otras que son casi celestiales, y a las historias no-maniqueas les pasa igual. Otro tanto con lo de poner por h***** una historia justificadora a los villanos. En plan: era malo porque su padre le pegaba o porque se chafó el pulgar con un martillo cuando tenía seis años. Pues no, yo quiero villanos que sean puro Mal, como Sauron. Que les importe tres narices el resto de personas.

  24. Buenas a todos

    Todo es opinable pero no puedo evitar insistir en la que para mí es la peor omisión de la serie: el arco de Aegon Targaryen. Es un personaje que apunta a demasiado principal como para fumárselo. Y rellena el hueco del «tercer dragón», además de ser un potencial contendiente para el trono.

  25. Por otro lado, debo ser el único al que le sobra totalmente la trama de Daenerys de principio a fin. Cosa más cansina.

  26. MonkeyBoy

    Veo que la mayoría de críticas no son más que lloriqueos por cosas que se han omitido. Cosas que, por otro lado, no aportan una mierda a la historia.

    Martin es un escritor cojonudo. Ha sido capaz de crear un mundo complejo, manejar situaciones muy diversas y captar el interés del público, pero es un tipo al que le encanta construir puentes rotos. Hay unos personajes que tienen un problema en A y otros con un problema similar en B. La lógica diría que se unirían para enfrentar el problema, pero a Martin le parece mejor hacerles pasar por mil cosas antes que eso.

    Lo podemos ver muy claramente con la historia sobre la procedencia de Jon Nieve. Todos sabemos desde hace tiempo que es el hijo de Rhaegar y Lyanna, pero a Martin no le daba la gana confirmarlo. O la decisión de mandar a Victarion a por Daenerys, o las vueltas que da Tyrion para llegar hasta ella, o la historia de Quentin Martell, que concluye en el mismo libro en el que aparece de la forma más estúpida posible.

    No comprendo los lloros porque se omitan ciertas cosas. ¿Qué aportaba la trama de Dorne más que un pequeño rodeo para llegar al mismo punto en el que se ha quedado la serie? ¿Para qué era necesaria Lady Corazón de Piedra si se puede resolver de una forma mucho más rápida e inmediata?

    Ah, y sobre lo de que no hay tramas románticas: ¿de verdad alguien se va a quejar de eso? Parece obligatorio que deba haberlas en todas las historias, hasta metidas con calzador. Además, el amor en JDT es retorcido a más no poder, distando mucho de la concepción romántica de otras obras. Tratamos con personajes ambiciosos, jodidos de la cabeza o trastornados por sus vivencias, ¿qué sitio queda para el amor ahí?

    Por último, solo añadir una cosa: en la serie al menos han conseguido que la trama de Arya alcance un propósito. De nuevo, Martin no hace más que dar vueltas sobre una especie de entrenamiento a lo Karate Kid para no terminar en absolutamente nada. Aquí al menos vemos desarrollo del personaje.

  27. Lenny Zelig

    Esto no es una aportación sino un simple reconocimiento.
    Plas, plas, plas. Desternillante cada uno de los siete pecadillos capitales. Mi favorito: «Sandor Clegane y el Palmar de Troya». También lo siento por Ian McShane. Con lo que fue.
    https://www.youtube.com/watch?v=SWGhuZiSPM4

  28. Buen repaso, pero creo que falta por mencionar uno de los principales problemas de la serie que, además, está agudizándose cada vez más: la excesiva flexibilidad de la línea temporal. Puede que la mayoría de las veces sea un problema de montaje, pero en esta serie parece que el tiempo pasa más rápido en ciertos lugares aue en otros, por no hablar de personajes que se teletransportan mientras otros parecen no llegar a destino jamás. También podría tratarse de que la falta de referencias temporales (llevamos viendo llegar el invierno seis temporadas) haga que las elipsis no se entiendan bien. Un ejemplo claro es el viaje relámpago de los príncipes «ironborn» o el detalle (¡cómo jode ese detalle!) de ver a Varys acompañando a Daeneris cruzar a Dorne cuando ya se supone que estaba allí. Por lo demás, fallos más o menos, una gran serie y un estupenda temporada.

  29. Buen artículo, aunque de las 7 que se mencionan se reducirían a unas 3 o 4, pudiendo incorporar otros eventos, enmarcado claro al título del artículo. Si el objetivo es analizar la temporada, no creo adecuado, tal vez ni que quepan, las comparaciones entre serie y libro.

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