Música

A Day in the Life: los Beatles y el fin del mundo

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George Harrison, Ringo Starr, Paul McCartney y John Lennon en 1967. Foto: Cordon.

A veces las mejores cosas son aquellas que uno hace en pijama. Como remolonear en la cama. O pasarse la tarde del domingo leyendo en casa. O levantarse temprano un día cualquiera y preparar café con leche y zumo de naranja y tostadas. O componer las mejores canciones del Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band de The Beatles. Claro que, en este último caso, es imprescindible ser John Lennon en 1967 y dedicar uno su vida a estar tirado en el sofá, pasear por los jardines de la mansión Kenwood en el condado de Surrey y consumir LSD como si fuese chorizo ibérico.

Cuenta Ian MacDonald en Revolution in the Head: The Beatles Records and the Sixties (Pimlico, Random House, 1998) que cuando The Beatles publicaron el Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, el 1 de junio de 1967, el prestigioso crítico de The Times Kenneth Peacock Tynan escribió: «Es un momento decisivo en la historia de la civilización occidental». Siete años más tarde, en 1974, la revista NME elegiría el Sgt. Pepper’s como el mejor disco de la historia; título que en 2003 también le otorgaría Rolling Stone. Aún hoy, cincuenta años después, la nota que se le concede al álbum en la que quizá sea la publicación de referencia sobre música pop y rock alternativo, Pitchfork, es exactamente un 10. Sin peros. La crítica lo consideró desde un primer momento como uno de los discos más influyentes de la historia del rock, fue número 1 veintisiete semanas en el Reino Unido y otras quince en Estados Unidos, ha vendido más de treinta y dos millones de copias, y su audio, debido a su valor cultural e histórico, se encuentra archivado en el Registro Nacional de la Grabación de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos. Cuesta creer que semejante ejemplo de talento fuese compuesto en pijama.

O casi.

Lo cierto es que el Sgt. Pepper’s no se puede considerar un álbum de Lennon. El sello de Paul McCartney está mucho más presente tanto en la línea creativa como en el aspecto estético y conceptual. Coincidiendo con la época en la que el grupo decidió dejar de hacer giras —lo que por primera vez les permitía grabar canciones aprovechando cualquier recurso posible, sin tener que pensar en su interpretación en directo—, a Paul se le ocurrió la idea de que una banda ficticia publicase el siguiente disco de The Beatles. Estaría integrada por los Beatles, pero no sería The Beatles. Su sonido sería distinto a todo lo anterior. El álbum no consistiría en un simple recopilatorio de canciones, sino que todos los cortes seguirían un mismo hilo conductor, formando un todo. El traje, la corbata y el peinado mop-top darían paso a las patillas, los bigotes y los uniformes militares de colores. En la portada no aparecerían ellos, sino sus alter ego: la banda de corazones solitarios del sargento Pepper. Todo esto, tal y como explica George Martin en The Beatles Anthology (Cassell PLC, 2000), había sido idea de Paul.

Suyas eran, además, más de la mitad de las canciones del disco, incluyendo la propia «Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band». Pero, a pesar de todo, a pesar del predominio de McCartney en cuanto a número de temas, concepto y dirección artística, ese álbum no habría sido lo mismo sin las extraordinarias canciones de John. Las que compuso en su casa, en pijama, aturdido por las drogas y el alcohol y a cientos de kilómetros de las intenciones de su compañero de grupo.

El disco estaría cojo sin «Lucy in the Sky with Diamonds», que escribió una tarde después de que su hijo Julian regresase del colegio con un papel en el que había dibujado a su compañera de clase Lucy O’Donnell. Y sin «Good Morning Good Morning», que se le ocurrió al escuchar en la tele el jingle de un anuncio de cereales. Tampoco sería lo mismo sin la maravillosa «Being for the Benefit of Mr. Kite!», cuya letra reproduce tal cual un cartel de circo del siglo XIX que John tenía en su casa —salvo por el nombre del caballo, llamado Zanthus en el cartel y bautizado por Lennon como «Henry the Horse»—. Pero, sobre todo, por la cuarta y última de las aportaciones de Lennon al disco. La que posiblemente sea la mejor canción de The Beatles y una de las piezas fundamentales de la historia de la música pop: «A Day in the Life»

La canción que cierra el Sgt. Pepper’s es, quizá, el mejor ejemplo de colaboración creativa entre Lennon y McCartney, junto al single de 1965 «We Can Work It Out». No porque estas dos canciones representen mejor que otras su sistema de cooperación, sino porque este, salvo en estos dos casos, era inexistente. Al contrario de lo que a veces se cree, y a pesar de que firmaban sus trabajos con el apellido de ambos, lo cierto es que jamás desarrollaban sus canciones a cuatro manos y la influencia de uno en las composiciones del otro se producía siempre a un nivel muy superficial. Cuando el autor del tema era Paul, John se limitaba a ser músico. Y viceversa. En la historia de The Beatles, «A Day in the Life» fue el momento en el que los dos compositores se dieron definitivamente la mano.

Básicamente, porque se trata de dos canciones unidas y, por lo tanto, ninguno se inmiscuyó en cómo escribía el otro su parte. El 19 de diciembre de 1966, John y su pijama leyeron en el periódico que Tara Browne, amigo suyo y heredero de la familia Guinness, había fallecido en un accidente de coche el día anterior. Unas semanas más tarde, a principios de enero, leyó una curiosa noticia sobre varios miles de hoyos que habían aparecido en Blackburn, condado de Lancashire. Decidió entonces que las páginas de sucesos de los periódicos —junto con su propia experiencia en el rodaje de la película How I Won the War— eran muy buen material para construir una canción sobre un día cualquiera en la vida de alguien.

McCartney, por otro lado, llevaba años dándole vueltas a una composición sobre su más temprana juventud en Liverpool. Había enfocado la historia desde el punto de vista de un día al azar en la vida de un muchacho de su edad —la letra, de hecho, comienza justo en el instante en que este se levanta por la mañana: «Woke up, fell out of bed, dragged a comb across my head. Found my way downstairs and drank a cup and, looking up, I noticed I was late»—. Al tratarse de temáticas muy similares, llegaron a la conclusión de que lo mejor sería enlazar ambas canciones de algún modo.

Y ahí es donde residía el principal problema. A nivel armónico no existía un punto en común entre ambos temas que pudiese servir de nexo musical. Tampoco era fácil crearlo, siendo canciones con intenciones y estilos tan diferentes. Lennon había compuesto una pieza ligerísima, casi etérea, de melodía e instrumentación muy austeras. La parte de McCartney estaba construida sobre un ritmo mucho más saltarín que se basaba en una línea típica de walking bass, lo que la dotaba de un carácter festivo, opuesto a la levedad de la partitura de Lennon.

El 19 de enero de 1967 llegaron al estudio sin tener todavía muy claro cómo acoplarían ambas secciones. La idea era grabar las estrofas de Lennon, dejar un puente en blanco de veinticuatro compases y entonces grabar el fragmento de McCartney, rellenando el hueco más adelante con algún tipo de improvisación instrumental. Lo único que se escuchaba entre las dos partes cuando terminaron de grabarlas era la voz de Mal Evans, asistente del grupo, contando en voz alta y de uno en uno los veinticuatro compases y el sonido de un despertador que le indicaría a los músicos dónde debían dejar de tocar.

En un principio se había decidido que tanto la voz de Evans como la alarma se eliminarían después de la grabación, pero el suspense que la enumeración proporcionaba al puente y la coincidencia entre el sonido de un despertador y las palabras «woke up, fell out of bed» (me desperté, me caí de la cama) hicieron que el grupo optase por conservar ambos sonidos. Solo faltaba por determinar qué pieza instrumental llenaría los veinticuatro compases en blanco sobre la voz de Mal.

A McCartney se le había ocurrido unir las dos partes de la canción utilizando una orquesta sinfónica completa, así que el día 10 de febrero se convocó en el estudio a cuarenta músicos —Paul había solicitado que fuesen noventa, pero era una cantidad inviable por razones de espacio— para que se pusiesen a las órdenes de George Martin. A la grabación acudieron además algunos célebres invitados, como Mick Jagger, Marianne Faithfull, Keith Richards, Donovan o Michael Nesmith. En aquella época no era normal realizar un derroche semejante para apenas unos segundos de canción, y en el ambiente flotaba la sensación de que aquella tarde, en los estudios EMI —conocidos a partir de 1970 como estudios Abbey Road—, iba a suceder algo emocionante.

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Ringo Starr y George Harrison, 1967. Foto: Cordon.

Para lograr una atmósfera vanguardista todavía más pronunciada, el grupo había pedido a los músicos de la orquesta que ese día acudiesen vestidos de etiqueta, y en cuanto llegaron les fueron suministradas narices de payaso, pelucas, gafas y bigotes falsos. Una vez se disfrazaron y colocaron en sus puestos, Martin les pidió que interpretasen un crescendo que comenzase al final de la parte de Lennon y terminase justo en el momento en que sonase el despertador. En sus memorias, tituladas All You Need Is Ears (St. Martin’s Press, 1979), describe cómo se gestó el famoso puente de «A Day in the Life»: «Lo que hice fue escribir, al principio de los veinticuatro compases, la nota más baja posible para cada instrumento de la orquesta. Al final de los veinticuatro compases, escribí la nota más alta a la que podía llegar cada instrumento, lo más cerca de un acorde de mi mayor. Entonces tracé una línea curva a lo largo de veinticuatro compases, con puntos de referencia que les indicaran aproximadamente qué nota tendrían que haber tocado en cada compás. Por supuesto, todos me miraron como si estuviera completamente loco».

McCartney reclamaría la autoría de esa idea muchos años después, a mediados de los ochenta, alegando que el crescendo de la orquesta, la sección instrumental que une las dos partes de la canción formando un caos vibrante y ascendente, se le había ocurrido a él debido a la influencia de la música de Karlheinz Stockhausen. Fuese quien fuese el responsable, lo cierto es que la partitura reflejaba muy bien la idea original de Lennon, cuya única indicación al respecto había sido que el puente debería sonar «como si llegase el fin del mundo». John, que creía que la música tenía mucho más que ver con las musas que con el solfeo, solía hacer esta clase de peticiones a Martin. Si su solicitud era que algo sonase como si llegase el fin del mundo, debería ser suficiente para que sonase exactamente así. En cierta ocasión le comentó que quería que la canción que en ese momento estaban grabando sonase «como una naranja». En el caso de «Tomorrow Never Knows», manifestó su voluntad de sonar «como el dalái lama cantando desde lo alto de una montaña». Que sus deseos se hiciesen realidad era el trabajo de George. Y con « A Day in the Life» lo consiguió.

El resultado es una cacofonía inquietante y desproporcionada que da la sensación de dirigirse sin remedio a un terrible final. Y es justo en ese instante, cuando parece que la cuenta atrás ha finalizado y algo en el pentagrama está a punto de estallar, cuando suena el despertador, la pesadilla se termina y entra la voz de McCartney interpretando una melodía simpática, casi chistosa, desligada de la confusión anterior pero perfectamente ensamblada a ella. Cuando termina, reaparece Lennon sobre una base instrumental cercana a lo alucinógeno: «Me preguntó si podía escribirle una nueva línea musical. Así que escribí una nueva partitura con cuatro trompetas y tres violonchelos y la grabamos, pero no le agradó», explica Martin a propósito de la siguiente parte de la canción. El productor probó entonces a componer otra pieza diferente usando una guitarra eléctrica, un piano, un melotrón, unos címbalos y un arpa india similar a la cítara llamada swarmandal. A Lennon le gustó, pero al escucharla manifestó su deseo de que ambas líneas musicales sonasen juntas, de forma superpuesta. Cuando Martin le explicó que eran tonalidades y ritmos diferentes, John contestó: «Tú puedes arreglarlo, George». Lo que provocó que Geoff Emerick, el ingeniero de sonido, tuviese que cortar, pegar y manipular ambas cintas durante horas hasta conseguir que las dos piezas se fusionasen.

Cuando terminó, John tarareó por encima una melodía dinámica pero imprecisa, formando una composición psicodélica muy reconocible que daba paso, de nuevo, a la parte inicial, en cuya letra se narraba ahora la historia de los misteriosos cuatro mil hoyos de Blackburn, Lancashire. A Paul se le ocurrió entonces que, para unir estas estrofas con la cacofonía de la orquesta —que en este punto sonaría por segunda y última vez para cerrar el tema—, John podría cantar la frase «I’d love to turn you on», cosa que entusiasmó a Lennon y que provocó la censura de la canción en la BBC.

Por fin, después de ese segundo crescendo caótico, y para finalizar la canción, se escucha un rotundo acorde en mi mayor que resuena durante más de cuarenta segundos a lo largo de los cuales se va incrementando el volumen para conservar en el audio la vibración, provocando que se filtre también el sonido de algunos papeles, algunos susurros y la suela de los zapatos de Ringo, que se movió cuando no debía. En un principio, ese acorde en mi mayor iba a ser una combinación armónica de las voces de los cuatro Beatles, pero el resultado de la grabación no convenció a nadie. En su lugar, Lennon, McCartney, Ringo y Mal Evans, colocados cada uno en un piano diferente, pulsaron con energía las teclas para producir el acorde mientras Martin hacía lo propio en un instrumento de viento con teclado llamado armonio. Por último se añadió un sonido en alta frecuencia casi imperceptible por el oído humano y un caleidoscopio de voces sin sentido y frases al revés con el que se ponía fin al mágico Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band.

Y el resto es historia. Paul McCartney se embarcó en la dirección de la extraña película Magical Mistery Tour; George Harrison conoció al gurú Maharishi Mahesh Yogi y se quedó prendado de la cultura hindú, la meditación trascendental y el Hare Krishna; Ringo Starr abandonó el grupo temporalmente porque se sentía poco valorado; y John Lennon, quien acababa de conocer a Yoko Ono, se volvió medio bobo, se encerró con su pareja en una cama para exigir —no sé cómo— la paz mundial y se casó en Gibraltar.

Nunca más se supo nada de su pijama.

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John Lennon con el Maharishi Yogi tras una clase de meditación, 1967. Foto: Cordon.

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42 Comentarios

  1. Guillermo

    Por fin alguien que piensa lo mismo que yo sobre ésta canción, simplemente La mejor!!!!!

  2. Pingback: A Day in the Life: los Beatles y el fin del mundo – Jot Down Cultural Magazine | BRASIL S.A

  3. Disiento de que el Sgt. Peppers sea ni el mejor álbum de The Beatles ni tampoco el mejor de la historia. Esta segunda categoría la dejo desierta, se me ocurren unos cuantos pero no me atrevo a decir que ninguno de ésos sea ‘el mejor’, pero en el caso de The Beatles sí que tengo claro que prefiero ‘Rubber Soul’ o ‘Revolver’, me parece que muchas de las cosas que luego cuajan en Sgt. Peppers ya están ahí, sólo que más frescas, menos elaboradas. Por supuesto, eso no quita que Sgt. Peppers me parezca un álbum estupendo de principio a fin. En fin, gustos…

    • Opino exactamente lo mismo que tú!!! De hecho, dentro del increíble nivel de su discografía, siempre he pensado que está un pelín sobrevalorado. Tambíen tengo la impresión de un exceso de elaboración…. Ah! Y veo a McCartney más inspirado en esta ocasión.

      • Carlos opino exactamente lo mismo que tú, aunque solo la mitad que Isaias. Eso deja la tercera mitad vacía, lo cual no tiene sentido alguno.

    • Coincido. Para mí el pico de perfección de Beatles se alcanzó con la dupla Rubber Soul y Revolver, tras haberse superado disco tras disco desde A Hard’s con Sale y Help!. Sgt Peppers y Magical Mistery Tour para mi no fueron más que un descanso antes del viaje a India y su resultado: el espléndido -aunque inevitablemente irregular, por su longitud- White Album. A pesar de tener grandes momentos (es casi imposible encontrar un disco malo de Beatles), Sgt Peppers es, para mí, el disco más sobrevalorado de la historia… Nunca he entendido el por qué de tanta loa…

      • Bueno, Carlos y Asdru, o Asdru y Carlos, ya veo que vamos siendo unos cuantillos que compartimos esa visión. Pero, claro, es que lo maravilloso de The Beatles es que no tienen un solo disco malo, eso es imposible, y a ver cuántos pueden decir eso, sacando discos al ritmo vertiginoso con que lo hizo esa gente. También muy de acuerdo en lo de Help!, con esa joya llamada ‘Youv’e got to hide your love away’, con el amigo Lennon en estado de gracia. Luego, si quieres de nuevo inventiva y desenfreno, tanto el White Album como Abbey Road también me apetecen más para escuchar que Sgt. Peppers.
        Con lo de las clasificaciones de la supuesta crítica especializada, empezando sobre todo con los impresentables de Rolling Stone, ya me he agarrado tal cantidad de mosqueos que no les hago el más mínimo caso: es más, casi que en plan reflejo pavloviano, basta que esa gente ponga por las nubes a tal o cual para que ya tienda a pensar más bien lo peor, seguro que más de una vez de forma injusta por mi parte. Es tal la lista de dislates y de grupos, álbumes o solistas sobrevalorados que daría para llenar unos cuantos artículos bien extensos aquí en jotdown. En fin, qué se le va a hacer…

  4. O hay una errata o el artículo es viejísimo: el disco cumple en junio 50 años, no 40.

  5. Esta pieza fue una obra maestra de John Lennon con los aportes de McCartney y arreglos musicales del genio de George Martin.

    • miguel herrera

      De acuerdo… el disco tiene lo nuevo y fresco de Lennon y los aportes cotidianos (musicalmente) de McCartney. Y los arreglos de ese genio de George Martin.

      • Una cosa es A day in the life y otra el disco completo. Indudablemente la canción es más de Lennon que de McCartney. Es seguro la mejor canción en la que han colaborado, y muy probablemente lo último realmente genial que hizo Lennon para The Beatles.

        Por lo demás, la época 1967-1970, la más creativa a nivel musical de la banda, está guiada por McCartney. Y este disco es solo el comienzo. De acuerdo que Lennon aporta temas imprescindibles, pero el álbum está clarísimamente liderado por McCartney en todos los aspectos.

        • Hombre, cierto es que en el 67-70 el que más tiraba del carro era Paul, pero los chispazos de genialidad de Lennon no se los saca Paul ni queriendo. Tan solo 4 palabras que se meriendan incluso el medley de Abbey Road del celebérrimo Macca: I-AM-THE-WALRUS.

          «Because» If we «Come Together» podemos ver que aunque halla uno «más musical» que «parta el bacalao», hay quienes nacen al dulce encanto del genio, hay quienes nacen a la noche eterna de marte, y ese es John ‘fuckin’ Lennon. Y esto es innegociable.

          Por cada «Penny Lane» hay un resverso oscuro, una «Strawberry Fields Forever». Si, me puedes salir con los muchos palos que toca el Macca y si me dices que si «Helter Skelter» coquetea con el hard rock venidero, yo te digo «I Want You (She’s So Heavy)» original de Lennon.

          También es notable el hecho de que esta peña es como Queen, en el sentido de que arreglan muy bien los temas que cada uno compone, sea John, Paul o George con esas gemas a partir del Help!

          Vamos, que cada uno puede tener su «Beatle favorito» e igual yo estoy incurriendo en el cliché de Lennon-compositor experimental y oscuro, Paul-el luminoso-amable-y más musical… pero es de libro… salen las cuentas…

          En lo experimental y melódicamente revolucionario tienes «Eleanor Rigby» y en la otra baza tienes «Tomorrow Never Knows».

          Y de esta sana competencia salimos ganando todos: los oyentes!!

          Y no es porque muerto sea un mito, pero siendo Paul el que más aportó a The Beatles, Lennon de lo poco que aportaba, tenía un par de ramalazos por disco insuperables.

          Así lo veo yo.

          Saludos, Pepe

          • Su visión es tan subjetiva como la de otros fans; no es la verdad absoluta. Por ejemplo, personalmente considero que el legendario medley de Abbey Road es infinitamente superior a I Am The Walrus. Lo mismo ocurre con piezas como Penny Lane, Helter Skelter o la barroca Eleanor Rigby.
            Por otro lado, también se pueden apreciar otros «chispazos de genialidad» de McCartney como ideólogo del concepto general de Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, de los crescendos orquestales vanguardistas para unir los dos puentes en A Day In The Life o de los bucles de cinta de audio utilizados en Tomorrow Never Knows.
            Acabemos de una vez con esa concepción del San Lennon. Reconozco que resulta más cómodo continuar asidos al mito y al prejuicio que modela a John como una deidad inmaculada y a Paul como un vulgar resultón. Pero esa idea, insisto, es una completa farsa.
            Sin embargo, concuerdo con que lo más importante es que de esta (sana) competencia salimos ganando todos los fans.
            Saludos.

        • Perdón, pero esto no fue lo último genial que hizo John para The Beatles. Se te olvida I’am the Walrus que es una obra absolutamente genial de principio a fin.
          Y lo de que sea su mejor colaboración…uff, es que como dicen por ahí arriba, no hay disco malo de ellos, pero creo que los primeros discos, en las composiciones que hacían a medias en casa de la tía de John tienen una frescura inigualable. Recomiendo ver la peli «nowhere boy», relata muy bien ese periodo pre-beatles. también es muy famosa la anécdota del primer número uno de The Rolling Stones, que compusieron en un rato, yéndose a un rincón de la habitación entre Paul y John…mas colaboración que eso, imposible.

  6. Enrique Sobreviela

    Efectivamente esa canción es para mí muchos días la mejor, aunque con este grupo ocurre que según el día puede ser otra y otra y otra, la lista de maravillas es casi interminable.

  7. Brancaleone

    Mi disco favorito. Lo sorprendente es la cantidad de grupos que hoy en día siguen pareciéndose a Beatles e inspirándose en ellos, 50 años después. Para mí los más grandes que ha dado la música poppular.

  8. Las soberbias Strawberry Fields Forever/Penny Lane debían haber formado parte del álbum, en el mayor error del bueno de George Martín (personalmente siempre las he considerado parte del disco, porque sin ellas queda amputado). Con eso está todo dicho sobre cual es el mejor álbum de la historia. Y sin embargo conforme me hago mayor, para mi, el mejor es Abbey Road…

    • Estoy de acuerdo… con el paso de los años me decanto por Abbey Road y ese medley de la cara B. Según Lennon, fue un álbum hechos con trozos de canciones. Pero vaya álbum!!!

  9. Posiblemente la mejor canción de la historia a cargo del mejor grupo y de los 2 genios mas grandes de la musica pop, buen artículo.

  10. Falta strawberry fields forever en ese disco… una lástima. No es mi favorito, prefiero el álbum blanco. Cuestion de gustos… En cuanto mejor disco de la historia, cualquiera de los Beatles desde luego

  11. ringomatic

    Todo muy bien, pero desde «me preguntó si podía escribirle» hasta «las dos piezas se fusionasen» es…Strawberry Fields! No tiene nada q ver con A Day in the life, es como si al autor se le hubiera colado un trozo de otro artículo sobre Strawberry Fields, com su historia de las 2 tonalidades ligeramente diferentes q milagrosamente coincidieron al estar a velocidades igualmente diferentes… Por lo demás, muy bien…

    • Figurehead

      Exactamente eso me parece a mí. A Day in a Life tuvo mucho curro detrás, pero realmente el trabajo de orfebrería de Geoff Emerick, fue sobre todo en Strawberry Fields si no tengo mal entendido…
      De hecho, el despertador que suena en «A Day…» está ahí porque no consiguieron quitarlo, puesto que se había colado por uno de los micrófonos que grababan una de las pistas que sí o sí se iban a utilizar para la mezcla final. Y tampoco se podían permitir perder una generación con un nuevo grabado de cinta, que es lo que sucedía cuando hacían tantos overdubs.
      Paul tenía guardada su parte desde hacía años, como algo inacabado. Y cuando probaron a ver si funcionaba junto a la parte de John, no solo iba perfectamente sino que además resolvía el problema del despertador, que ahora tenía más sentido que nunca junto a lo que cantaba McCartney al principio de su parte.

  12. Luis Martínez

    Suelo preferir «Strawberry Fields Forever» pero ésta es también excelente. Hay algo que se me escapa: Se afirma que es la mejor colaboración «real» entre Lennon y McCartney porque normalmente no colaboraban. Eso es más que dudoso si hablamos de los inicios del grupo pero además va en contradicción con lo que Lennon afirma en mil ocasiones sobre las canciones de McCartney, pues -guiado por su infinito amor- siempre dice que él metió tal o cual cosa en ellas, siempre que la canción le gustase, claro; si no le gustaba, era enterita de Paul. Aceptemos, no obstante, que «A day In life» es efectivamente el mejor ejemplo colaboración, de «escritura a cuatro manos». Se nos dice a continuación que John escribió por un lado un tema y Paul otro por su parte y que los dos no tenían nada que ver. Llegaron al estudio de grabación sin tener nada más que una idea vaga -siendo generosos- de cómo unir ambos fragmentos. Allí Paul hace una indicación a la orquesta para que hagan lo que puedan a partir de ella y John, cómo no, le dice al productor que necesita que le abra las aguas del Mar Rojo y que ya sabrá cómo lo hace, que para eso cobra. Al final, el puente entre un fragmento escrito íntegramente por Lennon y otro escrito íntegramente por McCartney se lo curran el productor (que con razón le llaman el quinto Beatle) y el ingeniero de sonido… Pues no veo la colaboración…

    • Comparto algunos comentarios de Lennon y McCartney que quizás podrían confirmar que A Day In The Life fue una colaboración compuesta «a cuatro manos»:
      John Lennon: «Fue un momento cumbre; Paul y yo definitivamente trabajábamos juntos, en especial en ‘A Day In The Life’. No me gustan demasiado las producciones, pero Pepper fue un momento cumbre, sin duda». (Lennon Remembers, 1970).
      Paul McCartney: «Era una canción que John me trajo al número 7 de Cavendish Avenue. Era su idea original. Él había estado leyendo el Daily Mail y llevó el periódico a mi casa. Subimos a la sala de música y empezamos a trabajar en ello. Él tenía el primer verso, el fragmento de ‘the war’, y un poco del segundo verso». (Paul McCartney: Many Years from Now, 1997).
      John Lennon: «¡A Day In The Life! Eso fue algo. Me agradó. Fue una buena pieza de trabajo entre Paul y yo. Yo tenía la parte de ‘I read the news today’, e inspiró a Paul. De vez en cuando, nos inspiramos mutuamente con un pedazo de canción, y él simplemente dijo, ‘Sí’ – ¡bang, bang! Así. Sólo ocurrió hermosamente». (Rolling Stone interview, November 23, 1968).
      Paul McCartney: «Le echamos un vistazo al periódico y ambos escribimos el verso ‘¿Cuántos agujeros en Blackburn, Lancashire’. Me gustó la forma en que dijo ‘Lan-ca-sheer’, que es la forma en que se pronuncia en el norte. Entonces tuve esta secuencia que encajaba: ‘Despertó, se cayó de la cama…’ y entonces debimos enlazarlos. Era el tiempo de Tim Leary de ‘Turn on, tune in, drop out’ y escribí, ‘I’d love to turn you on’. John y yo tuvimos una mirada de complicidad: ‘Uh-huh, es una canción sobre drogas. Lo sabes, ¿no? – ‘Sí, pero al mismo tiempo, nuestras cosas son siempre muy ambiguas y ‘I’d love to turn you on’ puede también ser sexual, así que… ¡vamos!’. Mientras John y yo nos miramos el uno al otro, un pequeño destello pasó entre nuestros ojos, como en el caso de ‘I’d love to turn you on’, un reconocimiento de lo que estábamos haciendo, así que pensé: ‘De acuerdo, tenemos que tener algo Increíble que ilustre esto’. Cuando llevamos la canción al estudio, sugerí: ‘Dejemos un puente de veinticuatro compases y simplemente hagamos que Mal (Evans) los cuente’. Entonces ellos dijeron: ‘Bueno, ¿qué vas a poner allí?’. Yo dije: ‘Nada, sólo va a ser, ¡uno! Chunk chunk chunk. ¡Dos! Chunk chunk chunk. ¡Tres!…’ Y se puede oír a Mal en el fondo haciendo eso. El hizo el conteo y en el compás veinticuatro hizo sonar la alarma del despertador, Brrrrrrr!’ Era sólo un período de tiempo, una longitud arbitraria de compases, que era un pensamiento muy típico de John Cage». (Paul McCartney: Many Years from Now, 1997).
      John Lennon: «Tal como suena: estaba leyendo el periódico un día y reparé en dos noticias. Una era sobre el heredero de Guinness (Tara Browne) quien se mató en un coche. Esa era la noticia principal. Murió en Londres en un accidente automovilístico. En la página siguiente había una nota sobre 4000 baches en Blackburn, Lancashire. En las calles, eso es. Iban a rellenarlos a todos. La contribución de Paul fue el hermoso pequeño lamido de la canción ‘I’d love to turn you on’. Yo tenía la mayor parte de la canción y las palabras, pero él contribuyó con este pequeño fragmento que había tenido flotando en su cabeza y que no podía usar para nada. Pensé que era una maldita buena pieza de trabajo». (All We Are Saying, David Sheff).
      Paul McCartney: «El crescendo orquestal de A Day In The Life estaba basado en ideas que me habían sugerido Karlheinz Stockhausen y gente así, algo más abstracto». (Playboy interview, december, 1984).

      Saludos.

  13. josemi merino

    Excecelente artículo, de los que no se hace en una hora. Mejor olvidarse de la obsesión por encontrar «lo mejor», cada disco y cada etapa tienen lo suyo. ¿Acaso las grabaciones iniciales en la BBC no son fantásticas? Otra cosa diferente es que «te guste» más un disco que otro, por supuesto. Yo diría que lo mejor de The Beatles es el conjunto de su obra. A mi me gusta el conjunto de Magical MT+Sargento Pimienta.

  14. Al fin una defensa de la que, en mi opinión, es la mejor canción de la historia pop. Solo falta un detalle, que es ahondar un pelín más en la letra, que magistralmente, a veces hasta de un modo profundísimo y hasta oscuro, concuerda con la proeza musical del tema. No se puede elogiar a esta canción sin resaltar lo British de su letra. Quién mejor que los Beatles para cantar la radiografía crítica de una sociedad tan atípica.

  15. Carlos Gonzalez

    Lo que no comprendo es cómo, si iba tan hasta arriba de todo lo esnifable, ingerible y bebible, recordó tiempo despues cuáles habían sido sus «fuentes de inspiración». John Lennon ó el músico mas sobrevalorado de la historia del Rock. Perdón, del Pop.

  16. Sergio Carioni

    The Beatles…The Quarrymens …Lenon,adelante de blanco Lennon…en «Dime como duermes» se lo dice claro a Sir Paul: «el Sargento Pimienta,te sorprendió» El «concepto» el ARTE es Le non…Paul «OBla di Oblada» Lo concreto,después de The Beatles Lennon no dejo de producir arte…pregunto: que hizo Sir Paul además de forrarse de pasta con Michael Jackson x los derechos de autor y seguir cantando Yesterday cada vez que puede? No confundamos ARTE con Arreglos musicales…Hay excepciones claro…Hay Jude…y alguna otra…Sur Paul…only thar Sir Paul.

    • Jimbojones

      Esto de ser pro y por extensión ser Anti, es de una madurez maravillosa.
      Yesterday, Hey Jude, Maybe I’m amazed, Live and let die, Yet, Back in the USSR, Blackbird, Helter Skelter, Get Back, The Fool on the hill, She’s leavin home, Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, Ealeanor Rigby, Got to get you into my life, Drive my car, Band on the run, todas de Paul, todas maravillosas, Lennon era un genio, Paul otro, George otro, algo menor, pero otro a fin de cuentas, menospreciar a cualquiera de ellos, o a Ringo, es no entender nada.

    • McCartney también fue el ideólogo de Eleanor Rigby y Paperback Writer, de la pieza vanguardista Carnival Of light, del concepto general de Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band y Magical Mystery Tour, del legendario medley de Abbey Road, de los crescendos orquestales vanguardistas para unir los dos puentes en A Day In The Life y de los bucles de cinta de audio utilizados en Tomorrow Never Knows.
      Saludos.

  17. Sergio Carioni

    La historia fue injusta con Harrison,el menor de los 4 …las composiciones de el son antológicas.. .por su edad al comienzo fue dejado a un lado y luego ,todos saben de su mal querer con Sir Paul…su acercamiento a Ravi Shankar esta ya en Revolver…

  18. Recuerdo ver hace un millón de años un documental en el que lennon hablaba de ese puente orquestal que une, o separa, según se mire, y lo denominaba como un «orgasmo musical». Lo que no recuerdo, mi memoria nunca fue lo que de ella recuerdo, si era lo que pedía a mr. Martin o simplemente describía lo que ya estaba grabado.

  19. Enrique Flores

    Coincido en que el St. Pepper es un grandísimo álbum, de lo mejor de la época LP vinilo, pero ¿y Abbey Road? Este no tiene ni una canción mala, mientras que, para mí, en el St. Pepper sobra Good Morning. Lo mejor del St. Pepper es que fue un álbum absolutamente rompedor.
    Respecto a A day in the life, es una canción muy buena, y lo mejor de ella es precisamente el conjunto, la canción completa, muy bien explicado en el artículo. La melodía inicial, la parte de Lennon, no es mejor que las de varias otras canciones suyas (por ejemplo Strawberry Fields). Pero ¿la mejor canción del pop? Escuchad con atención Good Vibrations.
    Y respecto a Lennon-McCartney, ¿hay que elegir? Lennon aportó muchas genialidades pero McCartney aportó muchísima variedad y calidad musical. Por ejemplo, el St. Pepper es mucho más McCartney que Lennon.
    En fin, muchas gracias por el artículo!!!

  20. Genaro sanchez

    A mi me parece que gue nada de the batles es sobrebalorada pero cincido con ustedes me parece que abbey road es mejor albun que sargent pepper mas por lo que icieron todos como grupo y sacar composiciones de los ( ⛤⛤⛤⛤ GENIOS )

  21. Esta historia ocurre en 1967; se dice que el verdadero Paul falleció en un accidente de tránsito en noviembre de 1966 y quien lo reemplazó fue un policía de Ontario, Canadá, llamado william campbell qie había sido ganador de un concurso de «más parecido a paúl. Mc Cartney»…de ser esto cierto (Brian Epstein se suicido en 1967, tal vez por el.cargo de conciencia por ocultar la verdad en pos del negocio?), el ideologo de todo esto habrá sido el auténtico Paula antes de morir o su supuesto sustituto? ?? Los dejo volar en su imaginación en busca de la respuesta…

  22. La canción es muy buena sí, lo malo es que fue demasiado influyente y a la gente en esa época se le fue la mano luego con overdubs y producciones pomposas

  23. Buen articulo! Aunque coincido con Ringomatic en cuanto al segmento post-McCartney Esa historia corresponde a Strawberry Fields… El problema que tuvo Martin con el (brillante) pasaje orquestral tras el «woke up, fell out of bed», tuvo más bien que ver con poder sincronizar dos máquinas de pistas múltiples para duplicar el sonido de la orquesta.

    También: Lo de los huecos en Blackburn no era un misterio. Simplemente, algún funcionario se dedicó a contar los huecos en las calles de esa ciudad y esto fue reportado en la prensa… a Lennon, un voraz lector, este detalle seguro le pareció perfecto para añadir a su crónica surrealista.

    Ah! Y no olvidemos la espectacular contribución en la batería y la percusión del «reloj de los Beatles», el sinpar Ringo Starr.

  24. «A day in the life» siempre me ha parecido un temazo pero «Sgt. Pepper’s» no me parece un disco de 10 ni mucho menos, un 8 raspado como mucho. Aunque incluye varios temazos también contiene otros temas que no me parecen de lo mejor de los Beatles. Como otros lectores, prefiero los álbumes «Abbey Road» o «Revolver». Lástima que este último contenga la bobada de «Yellow Submarine», si no sería una obra maestra.

  25. Jordi_BCN

    Sgt.Peppers está un punto por debajo de Rubber Soul o Revolver, solo un puntito. Y el mejor álbum de la historia del Rock es Exile on Main Street, lo dice un beatleiano sector McCartney.

  26. elreylagarto

    A ver, si empezamos a pontificar aquí no queda ni Dios. Yo soy de los que pienso que no hay un álbum más grande (así, en absoluto) en la historia del pop, sino una liga en la que compiten un puñado de ellos…ya han nombrado a «Exile on Main Street», yo, modestamente voy a nombrar dos, pero hay muchos más en esa liga:

    – El Ziggy de Bowie
    – Forever Changes de Love

    Y por supuesto dos o tres de los Beatles, claro.

  27. ¡Gracias!

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