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Vómitos, remontadas y crepúsculos: tres imágenes de la improbable rivalidad Sampras-Corretja

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Alex Corretja durante un partido contra Pete Sampras en la Copa Davis, 2002. Foto: Adrees Latif / Cordon.

Cuartos de final de la Copa Davis de 2002. Estados Unidos, equipo local, se presenta con una curiosa mezcla de juventud y veteranía, aspirando a ejemplificar la entrega del relevo de la generación dorada de los noventa a los young guns llamados a dominar el siglo XXI. De un lado, Todd Martin y Pete Sampras, ambos en la treintena; del otro, James Blake y sobre todo Andy Roddick, quien, a sus veinte años, ya coquetea con el top ten y sueña con ser la reencarnación del propio Sampras: saque y derecha, saque y derecha, saque y derecha y así hasta que el rival se rinda.

Enfrente, el combinado español, bastante más desinteresado en el tema. Después del éxito de 2000, la primera ensaladera de su historia, ha llegado algo parecido a la nada. No está Moyà, no está Ferrero, no está Albert Costa… Ante estas circunstancias, al capitán no le ha quedado más remedio que llamar a otro adolescente, Tommy Robredo, a un jugador de segunda fila como Beto Martín, al especialista en dobles algo venido a menos Joan Manuel Balcells y, como estrella, a Àlex Corretja, vigente finalista de Roland Garros, y el único de ellos que ocupa un puesto entre los veinte primeros de la clasificación ATP.

El problema es que Corretja, en principio, pinta poco en Houston. Su temporada está siendo un desastre: a la espera de la redención sobre tierra batida, aún no ha sido capaz de pasar de octavos de final en ninguno de los seis torneos disputados. Es más, en primera ronda de la propia Copa Davis, disputada dos meses antes, en febrero, cayó en tres sets ante el marroquí Younes El Aynaoui, sobre arcilla y en casa. Al mal momento de Corretja, un jugador de rachas, hay que unirle lo poco idóneo de la superficie elegida por los americanos: la hierba. Allí donde Sampras suma siete Wimbledons y Roddick jugará tres finales de Grand Slam, Corretja apenas ha ganado dos partidos en toda su carrera.

Así, el encuentro que enfrenta a Sampras y Corretja el viernes 5 de abril tiene algo de crepuscular. Dos hombres cuyos mejores años parecen haber pasado. Estamos hablando, recuerden, de 2002, una época en la que a partir de los veinticinco años de edad tu cuerpo está bajo sospecha salvo que te llames Andre Agassi. A Corretja le faltan pocos días para cumplir los veintiocho pero parece sorprendentemente fuera de forma. Sampras ya ha dejado caer que este puede ser su último año y aún no ha cumplido los treinta y uno. La historia de los enfrentamientos entre ambos viene de lejos, pero no se esperan demasiadas sorpresas en esta ocasión, menos aún cuando Sampras, sin hacer nada del otro mundo —saque y derecha, recuerden—, se pone dos sets a cero y está a solo una manga de darle el segundo punto de la eliminatoria a su país.

Sin embargo, de repente, Corretja resucita y Sampras cae en una de sus melancolías habituales. Desconecta del partido y pierde el tercer set, luego el cuarto y, agotado, acaba cediendo el quinto por 6-4. Un preludio de lo que será el desastre en su último Wimbledon, aquella derrota contra el desconocido Georg Bastl que pasará a la historia de las grandes sorpresas del tenis. Hasta cierto punto, la remontada se puede considerar una revancha de Corretja dentro de una extraña rivalidad que tuvo su punto más alto en 1996, pero los dos saben que esto es otra cosa, algo menor: Corretja acabará el partido lesionado también y no podrá jugar ni el de dobles ni su partido de individuales del domingo para desgracia del equipo español, que pierde ambos encuentros decisivos.

Su temporada, la última en la élite, tendrá como gran resultado las semifinales perdidas en Roland Garros contra Albert Costa y poco más. En cuanto a Pete Sampras, ya saben: un desastre tras otro hasta que llega el US Open, se planta en la final contra Agassi, le gana contra todo pronóstico y ese mismo día decide que el tenis queda para otros, confiado en que nadie, en mucho tiempo, se acercará a su récord de catorce victorias en torneos de Grand Slam… un récord que, sin embargo, apenas durará siete años más.

La victoria más improbable

Hemos empezado por el final porque era un final insólito, pero lo suyo habría sido empezar por el principio. O por el medio, incluso. Por las semifinales del Masters de 1998, otra instantánea de este extraño álbum de fotos que une a dos jugadores completamente distintos: el laborioso, siempre sonriente, Corretja y el talentoso, casi intocable, Sampras. Ambos jugadores tienen cuatro años menos que en Houston y están en lo mejor de sus carreras: el estadounidense ya se ha asegurado acabar como número uno del mundo por sexto año consecutivo, una hazaña que nadie ha conseguido, otro récord para su leyenda.

El español viene del mejor año de su vida: no solo se ha colado por fin entre los diez primeros de la clasificación sino que ha protagonizado la segunda final española de la historia en Roland Garros; una final que perdió sin oponer demasiada resistencia ante Carlos Moyà. Si el juego de Sampras tiende a ser efectivo y sencillo, desesperante en ocasiones, el de Corretja responde al patrón del jugador de tierra batida: puntos elaborados, bolas altas de derecha y de revés, búsqueda de ángulos… un juego que no se presta a cosechar demasiados winners pero que convierte el partido en un continuo infierno para el rival.

En principio, este tendría que ser otro partido sin historia. Corretja está jugando esta competición por primera vez mientras que Sampras ya la ha ganado en cuatro ocasiones y es el vigente campeón. El dominio de Sampras en superficies rápidas es insultante, mientras que Corretja presenta el torneo de Lyon como único bagaje en pista cubierta. Y así, de nuevo, el estadounidense es el que se lleva el primer set, camino de una nueva final… pero Corretja vuelve a no rendirse, empieza a leer mejor el servicio de su rival, iguala el partido y lo lleva al tie-break del tercer set después de salvar tres bolas de partido con su servicio.

Es un escenario conocido para ambos, pero de eso ya hablaremos más tarde. En cualquier caso, ganarle a Sampras un tie-break es una proeza, básicamente porque te puede plantar siete aces e irse tan contento a casa sin que hayas olido la bola. Sin embargo, el estadounidense parece algo desconcentrado, como si aún estuviera lamentándose de las oportunidades desperdiciadas. Se ha visto luchando por su quinto Masters —llegará en 1999— y aquí está otra vez contra el tipo este que no deja de devolver bolas. Sumido en su propia desesperación y ante un Corretja dispuesto a no cometer ni un solo error, el número uno del mundo acaba cayendo 7-3 en el desempate.

Ha sido otro partido heroico con final improbable, pero el cuerpo de Corretja aún es joven y no se resiente de los esfuerzos. Al día siguiente, contra su amigo Carlos Moyà, consigue remontar de nuevo dos sets y llevarse el título más importante de su carrera. Pocos meses más tarde, se convertirá en número dos del mundo.

Uno de los mejores partidos de la década

Lo que nos lleva, curiosamente, al principio, es decir, al titular. Al origen. Retrocedamos otros dos años, hasta septiembre de 1996. Corretja no tiene veintisiete años ni veinticuatro, sino veintidós. Lleva tres en el circuito pero aún no aparece en ningún radar. Al igual que los Alberto Berasategui, Félix Mantilla, Carlos Costa o Roberto Carretero, destaca por su juego en tierra batida pero tiende a venirse abajo en cuanto le sacan de esa superficie. Apenas es el número 31 del mundo y llega al US Open con la intención de repetir lo del año anterior, cuando se enfrentó en segunda ronda a Andre Agassi y logró ganarle dos sets antes de venirse abajo con unos horribles calambres y caer en cinco.

Sí, una tercera ronda estaría muy bien. Todo lo que sea sumar puntos cuando estás empezando es una excelente noticia. Lo que pasa es que el US Open tiene un punto imprevisible, como lo puede tener Australia. Si a este último los jugadores llegan con poca preparación, al primero pueden llegar ya demasiado cansados después de ocho meses de viajes y torneos. Corretja, finalista en Hamburgo y en Kitzbuhel, pero cuyo mejor resultado en pista dura son unos cuartos de final en Indianápolis, va avanzando con sufrimiento por el cuadro: primero, gana a Byron Black en cuatro sets, luego al suizo Filippo Veglio, también en cuatro; en tercera ronda se enfrenta a Jonas Björkman, un especialista de este tipo de superficies, y le derrota en cinco mangas. Por último, en octavos se enfrenta al veterano Guy Forget. Acaba siendo el partido más fácil: tres sets le bastan a un Corretja que está en racha.

El siguiente partido, sin embargo, está llamado a ser el último. Más que nada porque el rival es Pete Sampras. Olviden todo lo anterior, porque lo anterior sucedió después. En septiembre de 1996, Corretja nunca ha ganado a Sampras y nunca ha jugado los cuartos de final de un torneo de Grand Slam. Su sola presencia ya es una enorme sorpresa. A los veinticinco años, el estadounidense va camino de convertirse en el gran dictador del circuito: campeón vigente del torneo, suma ya ocho grandes y tres años casi ininterrumpidos en lo más alto de la clasificación. De aspecto físico algo frágil, Sampras es una roca mental cuando importa. A diferencia de Courier, que no aflojaba nunca durante sus partidos, lo de Pete es más un «estoy ahí cuando realmente cuenta».

Su balance del año es espectacular: empieza con cuatro torneos menores ganados en Estados Unidos antes de llegar por primera vez a semifinales de Roland Garros, su escenario maldito. Allí planta cara a Káfelnikov durante el primer set pero acaba agotado y pierde entre calambres. Con todo, su actuación es un paso adelante en su carrera para completar el Grand Slam: ha conseguido derrotar a Bruguera y a Courier en tierra batida, algo que no habría soñado jamás con anterioridad.

La única pega están siendo precisamente los torneos grandes: en Australia cayó demasiado pronto y en Wimbledon perdió contra Richard Krajicek en cuartos de final, su primera derrota en cuatro años sobre la hierba londinense. La única, a la postre, en ocho ediciones. Si no repite triunfo en el US Open acabará el año sin haber añadido ni un torneo del Grand Slam a su cuenta y, en su lucha con Rod Laver y Roy Emerson, cada año sin títulos es un año perdido.

De hecho, Sampras podría no haber llegado siquiera a cuartos de final: en segunda ronda, Jiří Novák le llevó a cinco sets y rozó la sorpresa. Por lo demás, ni Szymanski ni Vólkov ni Philippoussis han demostrado ser grandes rivales y Corretja no debería serlo tampoco. Otra cosa serán las semifinales contra Ivanišević, pero la cosa pinta bien y mucho más cuando, para variar, el estadounidense se anota la primera manga en el tie-break.

La remontada con la que nadie contaba

Ahora bien, el partido no está siendo nada fácil. No solo tuvo Sampras que forzar el desempate, sino que se llegó a ver con el set perdido. Corretja sacó con 5-4 y tuvo dos bolas de set, pero las perdió. ¿Cómo interpretar esa circunstancia? Siendo optimistas, Corretja está jugando de tú a tú al número uno del mundo, en su pista talismán, donde ganó su primer torneo del Grand Slam a los diecinueve años, y delante de su público. Siendo más realistas, la oportunidad perdida debería hostigar al español y convencerlo de que, efectivamente, no tiene nada que hacer. Ya ha llegado a cuartos de final, ya ha conseguido los puntos que buscaba, ya ha demostrado que puede competir a este nivel, ¿por qué no rendirse y dejarse llevar el resto del partido?

En una frase: porque Corretja no sabe rendirse. Jugará mejor o peor —no tiene el talento de Moyà ni el de Albert Costa, por mencionar a dos de sus contemporáneos— pero no es de los que se borra al primer inconveniente. En el segundo set aguanta hasta colocarse 6-5 por delante y entonces rompe el servicio de Sampras. Estupor en la capital del mundo. No queda ahí la cosa; en el tercer set calca la estrategia: vuelve a llegar con 6-5 a favor al duodécimo juego y ahí vuelve a romper a Sampras. Por segundo año consecutivo, se coloca dos sets a uno ante el gran favorito para ganar el torneo… pero esta vez no hay ni rastro de calambres. Esta vez, por fin, puede culminar la sorpresa.

Eso no quiere decir que Sampras vaya a rendirse tan fácilmente. Pese al calor y la humedad —el partido empezó de tarde pero ya va entrando en la pesada noche neoyorquina—, el estadounidense parece súbitamente fresco en el cuarto set, con un break en los primeros juegos que mantendrá hasta el final para imponerse 6-4. Después de tres horas y pico de partido, nos vamos al quinto set. Si alguien espera la debacle mental del joven Corretja, puede seguir esperando. La tensión sube, pero los dos se aferran a su servicio, rondando el 80% de puntos ganados con sus primeros. Al cabo de las cuatro horas, llega lo inevitable: el tie-break definitivo, el que decidirá quién de los dos pasa a semifinales y quién se vuelve a casa.

Sampras parte todavía como favorito por pedigrí y por experiencia, pero las imágenes son preocupantes: parece aturdido, como perdido en la cancha. El cámara se da cuenta y no le pierde de vista. Está confuso, se apoya en su raqueta para sostenerse y retrasa muchísimo la cadencia del saque. Con todo, el primer punto es para él al resto gracias a un par de derechas inapelables que acaban con Corretja enviando la pelota a la red. Es el turno de que saque el americano, que, completamente ausente, se come un resto imponente de Corretja, lo que iguala el desempate a uno.

La cámara sigue fija en Sampras y, con la cámara, el realizador. El número uno del mundo vuelve a la posición de saque, pero algo va claramente mal. Da unos pasos hacia atrás, mira al suelo y cuando llega a la lona de publicidad se pone a vomitar ostensiblemente, dejando incluso un reguero de bilis en los labios. Es imposible que un hombre en esas condiciones gane un partido de este nivel, pero hablamos del mismo hombre que remontó en 1995 dos sets a Jim Courier entre lágrimas, devastado tras conocer que su entrenador, Tim Gullikson, padecía de un tumor cerebral. Una lágrima, un ace; una lágrima, un ace. Y así todo.

Ahora, en Nueva York, con Gullikson recién fallecido y su memoria fija en el orgullo del americano, la situación parece repetirse: Corretja no sabe qué hacer, si ir a por el partido o esperar a que el partido venga a él. Intercambia golpes con Sampras esperando el fallo y lo que acaba consiguiendo es ceder completamente la iniciativa y ver cómo la derecha de Pete pone el 2-1 en el marcador. Es su turno de saque: Sampras, dispuesto a jugárselo todo a latigazos, tira fuera su primera oportunidad pero aprovecha la segunda para meter la derecha en la línea y hacerse de nuevo con un minibreak: 3-2 y saque.

El público enloquece. Todo el mundo tiene esa sensación mágica de estar viviendo un partido histórico, un partido del que se escribirá incluso veintiún años más tarde. Sampras saca, Corretja resta como puede y cuando Pete va a terminar el punto de nuevo con la derecha paralela, calcula mal la distancia, golpea tarde y manda la pelota a la red. De nuevo, el ritual de apoyarse en la raqueta, de andar lentamente al otro lado de la cancha, de hidratarse como buenamente puede, de aguantar las náuseas para evitar una sanción del juez de silla… y de nuevo, como de la nada, un saque perfecto que Corretja apenas puede rozar y que pone el 4-3 en el marcador.

Tras el empate a cuatro, llega otro punto clave: sirve Corretja y se repite la dinámica conservadora: bolas altas, reveses desganados… que culminan, inesperadamente, en otro latigazo de Sampras inalcanzable. El español, ante su gran oportunidad, se empeña en jugar con fuego y vuelve a tener el mini-break en contra: 4-5 y saque del rival. Con ganar sus dos saques, Sampras habrá ganado el partido, pero la potencia de su servicio es ridícula y Corretja le puede atacar sin problemas, subir a la red y poner el empate a cinco en el marcador. Quien gane el siguiente punto tendrá bola de partido y, aunque Corretja hace lo que puede, Sampras conecta hasta tres bolas sobre la línea que le ponen en ventaja ante la algarabía general.

Es el momento de la verdad para Àlex. En vez de ponerse nervioso, se limita a tomar una ligera iniciativa: le juega dos tiros al revés y luego cambia a la derecha para que tenga que golpear en carrera, algo que en este momento Sampras es incapaz de hacer. Pete corre pero su bola se queda en la red, el sesenta y ocho error no forzado del partido, treinta y ocho más que su rival. En su siguiente saque, Corretja repite la estrategia y se coloca esta vez con punto de partido a su favor. Lo impensable está a punto de hacerse realidad: Sampras saca bien, pero Corretja resta a la perfección: una bola muy débil, sin apenas fuerza, pero a los pies. Con cualquier otro, habría bastado para ganar el partido pero el rival es Sampras y Sampras se saca de encima una volea imposible que aun así le da la oportunidad a Corretja de culminar el encuentro con un passing shot relativamente sencillo.

El español descarta el paralelo, donde realmente está el hueco, y opta por el cruzado. Se equivoca. Sampras se estira como un gato y remata el punto en la red. A continuación consigue un prodigioso ace con su segundo saque.

De nuevo, Corretja tiene que defenderse de un match point en contra. No hace ni cinco minutos que pasó por la misma situación y entonces su reacción fue prodigiosa. La idea es poner a Sampras a la defensiva y hacerle correr hasta que falle. Prueba con el primer servicio pero se va a la red. El público aplaude enfebrecido. Corretja siente que tiene que arriesgar en el segundo saque porque Sampras se la va a jugar a un solo golpe, así que opta por un liftado largo que eche al americano hacia atrás. No es el mejor momento para tomar esa clase de riesgos. Nada más salir de la raqueta, se nota que la bola va demasiado fuerte y, un segundo después, el juez canta la doble falta. Una manera indigna de acabar el mejor partido de su vida. Entre náuseas, Sampras ha conseguido ganar y pasa a semifinales. Allí se impondrá a Ivanišević y después a Michael Chang en la final.

En cuanto a Corretja, en efecto, aquello fue un antes y un después. De ser un especialista en tierra pasó a ser un hombre que se defendía en todas las superficies aunque renunciara una y otra vez a la hierba, al menos hasta el citado partido de la Davis en las postrimerías de su carrera. Fue un hombre carismático, clave en la conquista de la Davis de 2000, dos veces finalista de Roland Garros, campeón de la Masters Cup, varios años top ten de la clasificación y medalla de bronce en dobles en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000. Solo las lesiones —en especial, una complicación en el ojo izquierdo— acabaron con él a una edad que ahora parece impropia: los treinta y un años recién cumplidos, justo después de perder con Feliciano López en el torneo de Estoril y cuando ya estaba alejado de los cien primeros de la clasificación mundial.

Tras un paso algo problemático por la capitanía de la Davis, se ha consolidado como uno de los mejores comentaristas de este deporte: ágil, sin caer en tópicos ni en forofismos, calmado y a la vez alegre. Un reflejo de su manera de entender el deporte, como cuando perdió Roland Garros en 1998 y lo primero que hizo fue fundirse en un abrazo con su amigo Carlos Moyà como si en el palmarés fueran a aparecer los dos juntos en la misma casilla.

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23 Comentarios

  1. Magnífico artículo. Como buen aficionado recuerdo los 3 partidos a la perfección, y estoy seguro de que si a Sampras se le preguntaste a día de hoy quién fue su bestia negra, más allá de Agassi o Safin nombraría a Corretja. Un tenista rocoso que jugaba bien en todas las superficies, y que aparte del Másters ganó también en Indian Wells (2000) y Roma (1997). Suscribo que es el mejor comentarista tenístico que hay, junto a Tomás Carbonell, quien no fue tan brillante como jugador porque priorizaba el espectáculo frente a la efectividad, una rara avis cuyo juego se saque y subida a la red lo convertía en un extraño frente al​ prototipo curtido en tierra y fabricado en serie en España.

    • Suscribo tu opinión sobre los comentarios tenísticos de Corretja en Tv, muy entendidos, profundos y hablando con mucho conocimiento de causa. ¿ Quien mejor que un tenista puede saber lo que está pasando en un partido ?

      • Bueno, no siempre es extrapolable a cualquier deporte, sobre todo en fútbol, donde los comentarios de ciertos futbolistas y entrenadores dejan bastante que desear (Camacho, Julio Salinas, Sanchís, Poli Rincón…)

  2. Se me olvidó comentar que el tenis le debió a Corretja un torneo de Grand Slam, igual que a Ferrer, de parecidas características. Duele ver a tenistas «mediocres» como Cilic, Krajicek o Johansson con un grande en su palmarés, y a gente como Corretja, Ríos o Ferrer sin ninguno, siendo muchísimo mejores tenistas.

  3. No llamaría mediocre a Krajicek, que además de ganar Wimbledon en la mejor época de Sampras y ser de los mejores sacadores de la historia, jugaba bien en todas las superficies. Llegó a semis de Roland Garros y a la final de Roma.

  4. No diría que Krajicek fue mediocre. Además de ganar Wimbledon en la mejor época de Sampras y de ser de los mejores sacadores de la historia, jugaba bien en todas las superficies. Llegó a semis de Roland Garros y a la final de Roma, por ejemplo.

    • Por eso he entrecomillado el calificativo. No me parece suficiente bagaje en tierra para considerarlo versátil. Además sus resultados en pista dura no son para tirar cohetes. En cualquier caso me parece muy inferior a Corretja, Ríos o Ferrer.

  5. Buen articulo, es curioso q en los duelos individuales corretja sea d los poquisimos con un balance positivo ante sampras.

    Por otra parte siempre tuve curiosidad sobre como seria el ranking d mejores tenistas españoles d la historia tras Nadal:

    Corretja, ferrero, costa,orantes,gimeno, bruguera, santana, emilio sanchez vicario, ferrer, moyá,verdasco, feliciano… ¿Cómo los colocariais en un ranking historico español?
    Gracias

    • Nadal, Santana, Moyà, Orantes, Bruguera, Ferrero, Ferrer, Costa, Emilio Sánchez, Feliciano y Verdasco.

      • Aunque Bruguera ganase 2 Roland Garros, yo pondría a Ferrer por delante suya. Carrera mucho más prolongada y más vistoso su tenis.
        Más vistoso que el de Bruguera, me refiero, porque ninguno de los dos tiene un tenis especielamente bonito, pero el de Bruguera era para cambiar de canal y poner Curling.
        Bruguera ganó todos sus torneos en 4 años, y Ferrer lleva más de 10 años ganando y dando Guerra.

        • No estoy de acuerdo. Bruguera tuvo una carrera corta por culpa de las lesiones. Y 2 Roland Garros pesan más que la prolongada y muy meritoria carrera de Ferrer. Por cierto, metería a Félix Mantilla antes de Emilio Sánchez Vicario, y a Nicolás Almagro justo después de Feliciano. Es decir:
          Nadal, Santana, Moyà, Orantes, Bruguera, Ferrero, Ferrer, Costa, Mantilla, Emilio Sánchez, Feliciano, Almagro y Verdasco.

          • Gracias a los 2 por contestar, y en ese grupo ¿dónde pondriais a corretja?

            • Vaya omisión la mía, claro, Corretja iría tras Ferrero probablemente. La verdad es que entre Ferrero, Corretja y Ferrer podría sugerirse el orden que cada uno estimase, están muy a la par.

              Nadal, Santana, Moyà, Orantes, Bruguera, Ferrero, Corretja, Ferrer, Costa, Mantilla, Emilio Sánchez, Feliciano, Almagro y Verdasco.

              • Jota fraile

                Muy d acuerdo con la lista aunque en mi opinion pondria x delante a ferrero d bruguera y feliciano x debajo verdasco y almagro.
                Mi lista:
                Nadal
                Santana
                Moyá
                Orantes
                Ferrero
                Bruguera
                Corretja
                Ferrer
                Costa
                Emilio sanchez vicario
                Mantilla
                Almagro
                Verdasco
                Feliciano

                • Bueno, Feliciano ganó la Copa Davis en Mar del Plata con su impresionante victoria ante Del Potro, Verdasco contra Acasuso era pan comido. En cuanto a resultados de Grand Slam andan muy parejos, se podrían equiparar las 4 veces que el toledano fue cuartofinalista de Wimbledon y Open USA (3 y 1 respectivamente) con la semifinal en Australia (1), cuartos de final l en Wimbledon (1) y cuartos en USA (2) de Verdasco.
                  Respecto a Emilio Sánchez antes que Mantilla quizá sí, porque tienen un palmarés parecido aunque Emilio tiene más títulos.

                  • Jota fraile

                    Si,lo cierto es q verdasco vs feliciano están muy igualado (de hecho se enfrentaron 8 veces con 4 victorias xra cada uno). Quizas la carrera d feliciano sea más constante y longeva,sin embargo verdasco llegó más alto n l ranking atp (siendo ademas contemporaneos)y ganó algun titulo más.

                    Almagro aunque nunca explotó su potencial, llegó a estar varios meses n l top 10 por lo q creo q superaria a verdasco y feliciano.

                    En cuanto a ferrero vs bruguera es dificil elegir ya q el primero fue numero 1, pero el segundo llegó a 3 finales d gran slam. Muy igualado aunque diria q x poco tenia más potencial ferrero.

                    No sabria muy bien como hacer l ranking, defende dl criterio.

                    • Verdasco llegó más que Almagro en el top 10. Verdasco llegó al número 7 y Almagro al 9. En cambio Almagro logró ganar 13 títulos ATP y Verdasco 7. Por otra parte Robredo llegó al número 5 y ganó 12 títulos.

    • Oscarvince

      Creo que olvidastes a Robredo. Para mi está antes que Verdasco, Feliciano o Almagro.

      • Cierto, pero lo situaría a la par que Almagro, quizá antes porque ganó un Másters 1000, Hamburgo, que ya no es tal. Es un tenista que fue muy conformista, tenía tenis para más, desde luego.

  6. vaya muñeca tenía Younes el Aynaoui

  7. ¿Andrés Gimeno?

    • Toda la razón. A ver si completamos la lista. Lo situaría tras Ferrer:

      Nadal, Santana, Moyà, Orantes, Bruguera, Ferrero, Corretja, Ferrer,Gimeno, Costa, Emilio Sánchez, Mantilla, Robredo, Almagro, Feliciano, Verdasco.

  8. Muy buen articulo (como los otros) pero cuando se lo describe como comentarista: «ágil, sin caer en tópicos ni en forofismos, calmado y a la vez alegre.»

    Hola?

    Nunca oi a un tio mas fanatico que Corretja, siempre se le nota por donde van sus simpatias; quizas ahora se haya calmado un poco (ya no veo tenis por teledeporte o donde sea que este hombre comente ahora) pero recuerdo que sobre los años 2008 – 2010 era un asco escucharlo, y cuando jugaba Nadal ya el tio se desaforaba.

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