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Fotografía: Begoña Rivas.

Jot Down para Samsung

Descubrir el detalle imperceptible

El Museo del Prado está a punto de cumplir dos siglos de existencia durante los cuales se ha establecido como el hogar de algunas de las obras más notables de la historia del arte. En sus entrañas habitan Las Meninas de Velázquez, David vencedor de Goliat de Caravaggio, Las tres gracias de Rubens, El caballero de la mano en el pecho de el Greco, El descendimiento de Van der Weyden o La maja desnuda de Goya. Hace cuatro años, la pinacoteca decidió aliarse con Samsung para revestirse con la tecnología actual. Una asociación que ha beneficiado a los visitantes al museo con la creación de aplicaciones como Photo Prado, una herramienta que permite al público generar postales virtuales junto a las obras más famosas de la galería. Pero también con la producción de actividades educativas como Roma en el bolsillo, Las ánimas de Bernini, Goya en Madrid o Rogier van der Weyden, experiencias multimedia que han dibujado itinerarios guiados e incluso permitido al público escuchar el sonido de las propias obras. Creaciones cuyo objetivo es combinar los avances contemporáneos y el ecosistema de las redes sociales con los grandes clásicos del arte.

El Prado también es el lugar de residencia desde hace casi ochenta años de una de las piezas más interesantes de la historia de la pintura: El jardín de las delicias. Un tríptico minucioso firmado por el Bosco, el artista holandés de la baja Edad Media que se adelantó a su tiempo creando mundos imposibles, donde lo grotesco y lo cómico danzaban alegremente, siglos antes de que a alguien se le ocurriese inventar el surrealismo como tal. El jardín de las delicias es una maravilla desde su propia concepción como artefacto extraordinario: está compuesto por una tabla central acompañada de dos laterales que es posible cerrar sobre la primera. Cerrada, la obra permite contemplar el mundo durante el tercer día de su creación, formado exclusivamente por minerales y vegetales y flotando en un universo vacío. Abierta, la pieza revela un espectáculo extraordinario: tres paneles detallados que condensan el Génesis, los paraísos a los que se entrega la humanidad y el mismísimo Infierno. Una panorámica a modo de jeroglífico gigantesco o la versión más medieval y culta de ¿Dónde está Wally?, una creación que se permite poner en fila una colección de pecados y vestirlos con simbolismos.

La parte más interesante de la pieza ocurre, como suele ser habitual, en las dependencias del averno: el tercer panel de la pieza dibuja un infierno musical donde arpas, tambores, zanfonas y otros instrumentos del medievo sirven como artefactos paras torturar pecadores. Entre tanta condena el Bosco escondió un pequeño secreto para el espectador atento que tuviese interés en descubrir a qué sonaba el mismísimo infierno. Se trataba de una partitura rotulada en el trasero de un figurante aplastado por un laúd gigantesco. Una partitura oculta que mucho tiempo después un grupo de artistas chalados se encargaron de traer al mundo real: en 1978 la agrupación Atrium Musicae, dirigida por Gregorio Painagua, publicó un LP titulado Codex Glúteo que en realidad era resultado de haberse arrimado a El jardín de las delicias con la lupa en la mano. Un vinilo había tomado nota de la composición dibujada por el Bosco y la interpretaba a lo largo de sus dos caras, convenientemente tituladas Nalga 1 y Nalga 2, adobando la partitura con piezas contemporáneas de los Reyes Católicos junto a creaciones propias de similar espíritu.

Descubrir el ordenador imposible

En 1882 se inició en Barcelona la construcción del templo expiatorio de la Sagrada Familia bajo la tutela del arquitecto Francisco Paula de Villar. Un año más tarde, un treintañero Antoni Gaudí heredó el puesto de arquitecto oficial tras la renuncia de Villar. Gaudí convertiría la obra en su proyecto vital y a la larga en la creación más formidable de la arquitectura modernista catalana. El joven creador decidió encauzar el proyecto inicial hacia su propio universo modificándolo por completo (a excepción de la cripta que ya había sido construida) y moldeando un bosque orgánico donde el modernismo se entrelazaba con los aires góticos a base de columnas, esculturas y formas geométricas regladas.

En Barcelona, The Gaudí Exhibition Center aloja una colección excepcional de piezas originales, creaciones digitales, maquetas y escenografías que condensan el método de trabajo del arquitecto catalán. Gracias a la participación de Samsung, como asesor y socio tecnológico del museo, el centro alberga la exposición virtual Paseando con Gaudí. Una experiencia que hace uso de la realidad virtual, la tecnología LFD de gran formato, las guías multimedia en tablets, las videowalls y realidad aumentada para acercar el talento creativo de Gaudí a la audiencia de hoy.

En su momento la Sagrada Familia, aquel enorme coloso estructural que había ideado Gaudí, resultaba tan compleja como para requerir de gran cantidad de cálculos y estimaciones previas para evitar que todo se viniese abajo. Cábalas matemáticas y ejercicios de cómputo que durante el siglo XIX requerían de cerebros superdotados, o de maña e ingenio porque los ordenadores todavía no habían sido inventados y la tecnología todavía habitaba lejos de los tiempos de Samsung. Con todo esto en mente, Antoni Gaudí decidió crear su propio ordenador rudimentario de la manera más artesana posible, tirando de cuerdas y bolsas de perdigones. Agarró el concepto de estructura funicular de cargas, las estructuras ideales para soportar fuerzas de compresión, y decidió darle una vuelta de manera absolutamente literal: utilizando las cuerdas para dibujar las columnas, arcos y recovecos del templo creó una maqueta de la Sagrada Familia bocabajo, una representación del edificio invertida donde los nudos entre los cordeles simulaban las juntas arquitectónicas y las bolsas rellenas de perdigones funcionaban como peso para generar la tensión necesaria que elevase (hacia abajo, por contradictorio que parezca) toda la estructura. Su artefacto era un antifunicular de carga que se sirvió del truco de utilizar a la propia gravedad para calcular, sin posibilidad de error, el diseño ideal. Décadas antes del boom tecnológico actual que nos permite viajar en el tiempo a nuestro antojo con un par de gafas, el propio Gaudí ya había creado su propio software para realizar cálculos complejos con modelos en 3D.

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Fotografía: The Gaudí Exhibition Center.

La propuesta de The Gaudí Exhibition Center plantea a lo largo de sus tres plantas un recorrido por el trabajo del arquitecto a través de detalles de sus obras más conocidas, las maquetas polifuniculares, sus fuentes de inspiración, su método de trabajo, sus influencias y sus aportaciones arquitectónicas y plásticas. Herramientas como las gafas Samsung Gear VR permiten a los visitantes sentir la obra de Gaudí, y viajar a través de obras como Parque Güell, la Casa Batlló o la Sagrada Familia, desde nuevos puntos de vista.

Descubrir el arma infalible

En 2016 Samsung inicia junto al Museo Arqueológico Nacional una colaboración que apuesta por la renovación del centro, reabierto en 2014 tras una serie de reformas arquitectónicas y museográficas. Un acuerdo centrado en impulsar la digitalización del MAN que, además de incorporar guías multimedia a disposición del público y tecnología videowall, ha dado lugar al desarrollo de la aplicación Vivir en… Una propuesta formada por episodios de realidad virtual, que adaptan diversas piezas y contenidos arqueológicos permitiendo que los visitantes puedan pisar el mundo que habitaron sus antepasados. Vivir en.. permite, gracias a la tecnología Samsung Gear VR, descubrir cinco etapas diferentes de la historia de España: su prehistoria, su protohistoria, la Hispania romana, la Edad Media y la Edad Moderna.

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Fotografía cortesía de Samsung.

En una de aquellas épocas por las que Samsung nos invita a pasear, habitaron los celtíberos. Unas gentes, que moraron en la península durante la Edad del Hierro, y que llevaban a rajatabla lo de integrar la guerra y sus armas en la vida diaria. Se trataba de una asimilación del guerrero como algo cotidiano: su legado a modo de representaciones artísticas en cerámicas y piezas similares suele dibujar al pueblo con las armas bien a mano por si acaso, o haciendo uso de ellas. Lo interesante es que era aquella exaltación de lo bélico la que demostraba que también estaban adelantados a su tiempo: a la hora de trabajar el hierro y facturar armas su técnica resultaba tremendamente sofisticada para la época.

Polibio, un historiador griego que estuvo instalado en la península durante el transcurso de las guerras celtíberas, alabó las ideas de diseño armamentístico de unos celtíberos que habían llegado a la conclusión de que si las espada era peligrosas para las carnes enemigas por la zona del filo, probablemente lo serían mucho más con otro filo adicional y el bonus añadido de una punta afilada. Posidonio, otro historiador natural de Grecia, apuntó que lo fascinante de los celtíberos era cómo habían llegado a depurar su técnica a la hora de fabricar armamento: enterraban las planchas de hierro durante un periodo de entre dos y tres años para someterlas a un tratamiento de oxidación, donde la herrumbre separa la parte más débil de la parte más resistente, y fabricaban las hojas a base de unir en caliente tres láminas forjadas de manera independiente. Aquel pueblo había demostrado que el futuro siempre se construía en torno a los avances tecnológicos.

Cuando los romanos se enfrentaron a ellos descubrieron que sus armas palidecían en comparación con las de los celtíberos y decidieron que la mejor forma de encarar los avances del enemigo era hacer lo que hace toda compañía con perspectivas de futuro: plagiar a sus oponentes. De ese modo, sustituyeron sus espadas por otras diseñadas a imagen y semejanza de las de los celtíberos. Si aquellos representaban las ventajas de la vanguardia científica en la empresa, los romanos también personificaron algo muy adelantado a su tiempo: el espionaje industrial.

Descubrir más

El ser humano es una criatura curiosa por naturaleza. Afortunadamente, ahora es posible acercarse a los secretos de las obras que habitan el Prado, a los nudos de las maquetas de Gaudí o a la vida de nuestros antepasados gracias a los avances tecnológicos que permiten  viajar en el tiempo para poder descubrir más.

Descubre más es el proyecto de Samsung para liderar la revolución tecnológica en el mundo de la cultura ofreciendo un compromiso con las grandes instituciones y eventos culturales, creando contenidos y desarrollando aplicaciones, apoyando con nuevos soportes o digitalizando materiales, para transformar las experiencias culturales en una nueva forma de conocer. La tecnología de Samsung permite que el usuario se adentre sin límites en lo más profundo de su curiosidad y, con este proyecto, le descubre una nueva forma de explorar y vivir la cultura de manera innovadora.

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Un comentario

  1. Javier Martín

    Publirreportajes en jotdown? No es que el artículo no sea interesante, pero…

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