Arte y Letras Teatro

Murcia, una escena teatral con denominación de origen

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La directora Manuela Burló Moreno en el set de rodaje de Camas. Fotografía: Konx22 (CC).

«En León empecé a amanecer». Con estas palabras esculpió Francisco Umbral su célebre tributo a los orígenes en Las verdades de un mentiroso ilustre. Muchos de los actores que copan los carteles en la Gran Vía madrileña o el prime time televisivo podrían hacer suya la frase, si bien trocando la población. «En Murcia empecé a amanecer». No en vano, esta región, casi inadvertida como un planeta arcaico, y de la que apenas se conoce la chocarrería del qué hermosa eres, se ha convertido en los últimos tiempos en un referente para cineastas y dramaturgos de toda España. En un vivero de artistas donde germinan algunas de las más innovadoras propuestas del cine y el teatro nacionales. 

La Escuela Superior de Arte Dramático (ESAD), hoy emplazada en el centro histórico junto a la imponente fachada de la catedral barroca, registra llenos casi a diario, en lo que supone un remedo moderno del trasiego de aldeanos que, en tropel, cruzaban la huerta para asistir a las representaciones. El director y productor teatral Juan Pedro Campoy (Molina de Segura, 1974) cifra precisamente en la ESAD una de las claves del auge de vocaciones en la dramaturgia local. Campoy debutó en el Círculo de Bellas Artes con Amo tu cama rica y es responsable, entre otras producciones, de La vida resuelta, con los guionistas de 7 vidas y Aída David Olivas y Marta Sánchez. Para fuste vocacional, no obstante, el de Daniel Albaladejo (Cartagena, 1971), también formado en la ESAD, y al que el gran público todavía recuerda por su cachazudo guardia jurado de Cámera Café: «Si algo destaco de los años de la ESAD es el trabajo en grupo. Se trabaja para el show, no para el protagonista. Todos a una. Y luego Murcia tiene magia. Magia para crear, para volar, para imaginar, para soñar y luz para guiar, para encontrarte, para seguirla, para enraizarte».

Piedra angular de esa escuela fue Paco Rabal, actor fetiche de Buñuel, y que, en su fructífera carrera (más de trescientas películas) puso su voz arrugada también al servicio de Camus, Saura, Almodóvar, Visconti, Chabrol, Tanner… Como lo fue Margarita Lozano, la fiel criada Ramona en Viridiana y musa de Pasolini, los Taviani, Moretti… Ambos, Rabal y Lozano, se cuentan como precursores de la labor que, en los sesenta y setenta llevaría a cabo el teatro universitario de Murcia, cuyo aliento animaría la labor de la primera compañía profesional, Julián Romea, dirigida por César Oliva, o La Bella Aurelia, dirigida por Antonio Morales y Tespis; de Lorenzo Píriz-Carbonell, sin sospechar siquiera la senda que se abría en una provincia donde ser actor era poco menos que una epopeya.

Tal como explica César Oliva, catedrático de Teoría y Práctica del Teatro en la Universidad de Murcia, fundador del Teatro Universitario de Murcia (TEU), primer director del Festival de Almagro y actualmente asesor artístico del Teatro Romea y Teatro Circo de Murcia, «es posible que la casualidad del nacimiento de Julián Romea en Murcia sea una excelente metáfora para entender la relación tan especial que tiene esta región con la escena». Hijo de aragonés y valenciana, Romea vio la luz en la ciudad del Segura por circunstancias de trabajo del padre. Y volvió a Murcia con su familia (salvo el padre, liberal huido a Portugal) para iniciarse en el teatro. De padre forastero y madre cartagenera, Isidoro Máiquez, también nacido en la Región, «se impregnó de su coloración, ambiente e idiosincrasia, y tanto él como Romea no solo marcaron una época, sino que dejaron por escrito su visión de la escena, lo cual les hace traspasar fronteras y tiempos», añade Oliva, quien evoca, asimismo, a Fernando Díaz de Mendoza (Murcia, 1862) cuyo linaje nobiliario no fue óbice para que, después de contraer matrimonio con María Guerrero, se dedicara al teatro. O Concha Segura, hija de cómicos valencianos que nació en Yecla por avatares de la vida, y que grabó su nombre en la Zarzuela de Madrid. También azaroso fue que «Narciso Ibáñez Menta naciera en esta provincia, aunque su iniciación en la interpretación se produjera en Buenos Aires».

Los pasos de Salzillo

Para el director de escena y miembro fundador de la Academia de las Artes Escénicas de España Mariano de Paco (Murcia, 1972), el hervor teatral de la provincia hunde sus raíces en el fervor de la Semana Santa local. Desde la segunda mitad del siglo XVIII, la ciudad es en la mañana del Viernes Santo el escenario de una de más excelsas representaciones religiosas de cuantas se derraman por España, con los magníficos pasos del escultor Francisco Salzillo como protagonistas destacados. «El teatro en estado puro se ha paseado secularmente por las calles y plazas de nuestra ciudad y la ha dejado envuelta en ritos coloristas, mágicos».

Parada inevitable de la escena local es el TEU, que bebe de la tradición pedagógica y divulgadora de La Barraca de García Lorca. Silvia Montesinos, ayudante de dirección y directora residente del musical La Familia Addams, donde junto a Esteve Ferrer, su director, ha realizado también las adaptaciones de las letras y que se representa en el Teatro Calderón de Madrid, desgrana la importancia de este cantera actoral: «El TEU nos permitió aprender la profesión en todas sus facetas, y nos brindó la oportunidad de poner en pie grandes títulos, salir de gira internacional… En cierto modo, la guerra que algunos estamos dando ahora, ya sea en teatro, cine o televisión, es un reverberación de todo lo que vivimos allí». Por su parte, Antonio Saura, director de la compañía Alquibla y veterano dinamizador de la escena en la Región, considera que el compromiso con el teatro alcanza también al público: «Los murcianos, más que «ver» teatro, somos hacedores de experiencias escénicas».

Hoy, entre los mascarones de proa de la efervescente cultura murciana, figuran cineastas como José Manuel Carrasco y Manuela Burló Moreno; dramaturgos y directores de escena como César Oliva, Mariano de Paco, Juan Pedro Campoy, Silvia Montesinos, Andrés AlemánDiana de Paco. Profesores como Fulgencio M. Lax. Actores como Ginés García Millán, Daniel Albaladejo, Carlos Santos (último premio Goya Actor Revelación por El hombre de las mil caras, donde encarnaba a Luis Roldán), Juan Meseguer, Esperanza Clares, José Hervás, Manuel Navarro, Marta Nieto, Manuel Menárguez (Acacias 38 en televisión o El cerco de Numancia en el Festival de Teatro Clásico de Mérida), Pepa Aniorte, Morgan Blasco, Alejandro Sigüenza (Amar en tiempos revueltos, Velvet), Carlos Seguí,  Celia Nadal, Cristina Alcázar (Cuéntame cómo pasó), Antonio Villa, Antón Valén y Pablo Gomis en el Circo del Sol. Iluminadores como Pedro Yagüe (que atesora dos premios Max). Y el compositor Roque Baños, tres premios Goya y que en esta próxima edición opta a conseguir su cuarta estatuilla con la ópera prima de Adolfo Martínez Pérez, Zona Hostil, en la que interpreta el rap del mismo nombre.

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Ginés García Millán en Herederos. Imagen: TVE.

A Ginés García Millán (Puerto Lumbreras, 1964), uno de los rostros más conocidos para el gran público por su labor en la exitosa Periodistas, o por haber dado vida al primer presidente de la democracia, Adolfo Suárez, lo veremos próximamente en la miniserie La catedral del mar, basada en la novela homónima de Ildefonso Falcones, o en Félix, de Cesc Gay. Ahora rueda la serie de Diagonal TV para Atresmedia Televisión Matadero, «una comedia negra con tintes de thriller en la que interpreto a un murciano…». Cuando rodó su primera película en clave murciana, El infierno prometido, con Chumilla-Carbajosa, y en la que participaron Margarita Lozano, Rafael Álvarez el Brujo y Cristina Marcos, había empezado ya a acariciar el sueño de vivir otras vidas, un anhelo inoculado, en parte, por el escenario en que le tocó en suerte crecer, el hotel Salas de Puerto Lumbreras, del que sus padres eran propietarios: «Desde niño he convivido con gente diferente, de todas las partes del mundo, gentes que me contaban historias maravillosas que despertaron  mi curiosidad por otras formas de ser, otros países, otros oficios… Me encantaban las tertulias del bar, las historias de los mayores y las noches de verano en la terraza, hablar, reír, soñar…». Y entonces ocurrió. Una serie, su primera, con Benito Rabal. «Imagínate esas charlas con Paco Rabal. Qué gran contador, qué gran juglar era Paco Rabal».

Irse a Madrid

Pepa Aniorte, (Orihuela, 1972) la desenvuelta Choni de Los Serrano, la Catalina de Águila Roja, se asoma a la pequeña pantalla en Servir y proteger, en TVE, y en El incidente, en Antena 3, donde también exhibe sus tablas en Tu cara me suena. Cuando de niña se arrancaba a cantar flamenco en familia poco imaginaba su abuelo que aquellos primeros aplausos no eran los primeros que recogería: «Recorrí España cantando con orquestas hasta que me di cuenta de que me apetecía andar, vestirme e interpretar un personaje en un teatro». Y en eso llegó León de Aranoa con Princesas, y Jaime de Armiñán le dio en Camarón el papel de la prima Pepa, y Luis San Narciso la eligió para el elenco de Volver, y la llamaron para Los Serrano…

La cineasta Manuela Burló Moreno (Cieza, 1978), cuenta cómo la ESAD, donde estudió dirección de actores, fijó el relato de esta carrera de fondo, que ya ha dado dos películas (Rumbos y Cómo sobrevivir a una despedida), seis cortos y una nominación a los Goya (en 2014, por Pipas). A semejanza de García Millán, Burló encontró en su Cieza natal una de sus fuentes de inspiración primordiales: «Hice mi máster particular detrás del mostrador de la tienda de mis padres. Respiraba continuamente conversaciones y vidas de vecinos, sus sufrimientos, sus alegrías. Fue muy inspirador para mi cine, que es muy costumbrista. La Rita de Rumbos, interpretada por Fanny de Castro, era una señora mayor de mi pueblo, con ese desparpajo natural de todas las mujeres que pasaron ante mis ojos».

Luis López Carrasco (Murcia, 1981) marchó a Madrid con dieciocho años a estudiar comunicación audiovisual en la Universidad Complutense y finalmente se diplomó en dirección cinematográfica por la ECAM. Cofundador del colectivo artístico Los Hijos, con su filme El Futuro ha conseguido numerosos premios internacionales —Locarno, BAFICI, seleccionado para la Berlinale Talents— y acaba de estrenar Aliens, seleccionada para el festival de Locarno, retrato de la musa de la Movida Tesa Arranz, del grupo Zombies. López no escatima críticas al sector. «Creo que vivimos un momento dulce cuando el IBAFF —Festival Internacional de Cine de Murcia— disponía de medios y Javier Fuentes dirigía el CENDEAC —Centro de Documentación y Estudios Avanzados de Arte Contemporáneo—. Murcia se podría haber convertido en un foco importante para la cultura y el pensamiento contemporáneo; lamentablemente, no ha habido voluntad institucional para hacer propuestas duraderas».

El director de escena Juan Pedro Campoy es de la misma opinión: «Murcia es una comunidad que no apuesta especialmente por crear una industria de artes escénicas o de audiovisuales. A pesar de tener una televisión autonómica pública, no se hace producción propia y el mercado de trabajo es muy limitado, por lo que prácticamente resulta imposible vivir de esto. De ahí que los artistas tengan que irse a Madrid». García Millán remacha el diagnóstico: «Si los responsables de cultura de nuestra comunidad hicieran un verdadero esfuerzo para apoyar los proyectos de teatro que existen en nuestra región, en unos años se vería un mejor resultado. Hay mucho talento y formación y los jóvenes necesitan desarrollarlo».

El horizonte que dibuja García Millán no debe de distar en demasía del pasado que evoca el profesor de Dirección e Interpretación en la ECAM José Manuel Carrasco (Padam, Life on Mars, Sinécdoque. Una historia de amour fou), y que ha quedado fijado como una suerte de territorio virginal, vibrante, cuajado de riesgos y recompensas. «La Escuela de Arte Dramático que yo viví era un espacio libre de creación y el teatro estaba vivo, los creadores arriesgaban, el público asistía a las representaciones. Se hacía arte, brillaba el talento… Y lo más importante: había alegría, creábamos desde la alegría, desprejuiciados y con una sana ambición. Hace muchos años que me fui y me gusta pensar que sigue ese espíritu… A Madrid siguen llegando creadores murcianos o formados en Murcia y hay algo en su mirada, es su forma de ver el arte que los identifica. Algo orgánico, corporal… casi primitivo».

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Un comentario

  1. Excelente articulo; desconocía completamente la curiosa conexión entre estas regiones.

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