Opinión Terraza Slănic

Marcel Gascón: Las fuentes de un madridismo

Ha venido Mourinho, pero la primera semilla la puso el ejemplo de Cristóbal Badenes. Panadero de profesión, director del coro local, músico, presidente del equipo de fútbol. Muchas historias circulan en casa sobre el genio de este moderno. Cuando nochevieja era en el pueblo poco más que una gala de La Primera él ya iba a Valencia con su mujer a cenar y bailar en un hotel caro. Cuando bajar a Castellón —la capital— era una decisión grave para muchos, él y su inseparable Tere hacían viajes relámpago a Andorra o Madrid para tomarse un café en el extranjero o La Castellana.

El panorama futbolístico del pueblo de su tiempo ya estaba básicamente dividido entre Barça y Madrid. El barcelonista lo era por tradición familiar, orgullosa vinculación migratoria con el hermano rico catalán o rebeldía obrera contra la España oficial. (El catalanismo vino más tarde) Las razones del madridismo pueden resumirse en conciencia de España oficial y tradición familiar. Y aparte, en improbable y fulgurante excepción, el madridismo vocacional, elegante y culto de Cristóbal y los suyos. Ante los romos motivos éticos de todos, grave verborrea de tertulia de bar, la militancia de Cristóbal parecía un rasgo íntimo, una simpatía natural, definitoria y personalísima construida selectivamente sólo con aquellos elementos que le eran afines.

En aquella España rural el fútbol era poco menos que consuelo para proletarios grises y entretenimiento de ricos. Cristóbal, en cambio, no sólo miraba. Ya iba a Madrid a ver partidos. O a Valencia, donde se llevó un naranjazo de Mestalla por la vehemencia con que celebró un gol —de Zamorano, parece—. Otro ejemplo de aquel madridismo activo entonces revolucionario en mi pueblo lo daba su hermana mayor, Marina, una mujer soltera de fuerte temperamento que iba al bar a ver los partidos cuando sólo entraban hombres.

Aquella forma de ser de un equipo era más incitante que todo lo que conocía y de mucho de lo que conozco. Puso la primera piedra de mi madridismo de tránsfuga, que trata de parecerse al de Cristóbal y su estirpe.

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2 Comentarios

  1. viejo Casale

    Me resulta patético verle caer en las redes de ese madridismo de pose que es tan sólo una provocación esteticista al buenismo melifluo del barcelonismo imperante.

  2. Pingback: Jot Down Cultural Magazine | Marcel Gascón: Mig món parle de l’altre mig

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