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Cosas que hacer en Huesca cuando el papel está muerto

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Se celebró el XIII Congreso de Periodismo Digital en Huesca y algo aprendimos. Por ejemplo, que a un nativo te lo metes en el bolsillo y te abraza como a un hermano si lo llamas fato mientras tejes burlas a costa de los almendrones. Que la cantidad de periodistas que pueden abalanzarse sobre la mesa de los canapés es inversamente proporcional al número de los que se han hecho fuertes en la de la bebida. O que el siglo XXI es una carrera al puro sprint donde lo que cuenta es no interrumpir al lector su frenético ritmo de vida y debemos aprender a adaptarnos al teletipo para que no tropiece ante un ladrillo. Y que mientras aceleramos a su ritmo no perdamos la calidad por el camino. Se me antoja complicado, pero afortunadamente nosotros no acudíamos allí a encontrar la fórmula. Entre varias acertadas afirmaciones que no desgranaré, ya que otros lo hicieron mejor y además no lo recuerdo porque todo esto sucedió hace seis días, decía Maurizio Carlotti que nadie dispone hoy de tiempo ni ganas para sentarse a leer una novela de 500 páginas. Que se lo expliquen a los fans de George R. R. Martin. Capitular ante los expertos en marketing de la gran ciudad conduce a olvidar en el camino a un número significativo de personas dispuestas a perder su tiempo por el mero placer de leer con pausa. Y reivindicar ese placer, el de la vida lenta de quien se detiene un momento apartado del huracán vital y mediático era nuestro objetivo. Ignoro si lo logramos, pues sabe Dios qué nubló el entendimiento de la Dirección de esta revista para enviar allí a hacer proselitismo a un sujeto cuya única experiencia en discursos frente a un público atento se limita a un par de juicios en su tierna juventud, cuando lo que consideraba un mero divertimento inocente, la sociedad —siempre al acecho— lo tomó como algo discutible por la vía penal.

Fui arrojado allí para debatir sobre el periodismo digital, que es lo mismo que decir periodismo en Internet. A mí eso me suena a una suerte de inversión de valores. Si antes tropezabas con los anuncios de relax mientras hojeabas indolentemente las páginas de papel, ahora en mitad de unos tocamientos torpes inmerso en los rincones turbios de la red puedes verte asaltado por un demencial titular de La Gaceta. El futuro era esto.

Algo aprendimos, decía. Durante la ponencia que nos tocó afrontar, en torno al valor de la marca, Gumersindo Lafuente daba por muerto el periodismo en su soporte clásico. “Yo no estoy aquí para alargar la agonía del papel”, contestaba en el turno de preguntas. Dejaba así en una posición incómoda a este recién llegado, quien de inmediato tuvo que enfrentarse a las astutas preguntas de la moderadora, Beatriz Navarro. ¿Es una provocación, entonces, que un medio recién nacido y que funciona en Internet afirme tener la intención de editarse en formato analógico? En aquellos momentos me resultó incómodo revelar cuál es nuestro plan, pues a medio plazo no es otro que dominar el mundo y a corto averiguar dónde estaban los baños. Minutos antes me había visto precipitado sobre el escenario ya con grandes necesidades a causa de un grave problema médico: no disponer de un juego extra de riñones capaz de procesar cuanto habíamos bebido esos días. Agua, fundamentalmente.

No se trata de ninguna provocación, no hay entre nosotros un afán impostado de nadar contra la corriente. Hay, sí, ese minúsculo romanticismo de quien disfruta con el tacto de las cosas construidas palabra sobre palabra, y acerca siempre la nariz para olerlas como a ciertos pliegues que se esconden en otro cuerpo. Y lo hace todo a veces más real, y casi siempre más humano. Hay una irreductible esperanza en que existen fórmulas para llevar a cabo lo que cualquier contable tacharía de locura. En poco más de un mes, con nuestro primer número impreso, lo comprobaremos. Y tampoco pretendimos nunca desconcertar a nadie con tanta escritura extensa, y por lo visto, pasada de moda, como si de una estrategia para llamar la atención se tratara. Por no saber cómo se hacen las cosas las hicimos como quisimos. Porque pensamos, sabemos, que muchos aún entienden la mutua ofrenda de hacerse escribir y dejarse leer como un juego en el que si ambos sujetos se encuentran con pasión no existe texto inabarcable. Todas estas profundas reflexiones rumiaba yo mientras me meaba vivo y luchaba contra la gran tentación que asalta a cualquiera que se encuentre frente a un público y con un micrófono a mano: acometer una versión de My Way que dejara a Sid Vicious con el pelo liso.

Algo aprendimos, sí, sobre todo de la intervención de Soledad Gallego-Díaz. Pero no nos toca a estas alturas glosarlo, y bastante impaciente estará ya el lector que hasta aquí llegó leyendo cuando había entrado en Jot Down ciñéndose el gorro de pensar a sangre con la intención de asomarse a un profundo texto de estupenda narrativa. Aprendimos tanto que hasta alguno averiguó que a partir de las doce del mediodía ya se dan las buenas tardes. Solo resta añadir que, para no desconcertar a nadie, cuando toque recoger nuestro merecido Nobel a la chorrología, en la entrega será mejor limitarse a un “hey, qué pasa”.

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16 Comentarios

  1. No es por ser quisquilloso, o me he perdido la ironía :).

    Si a un oscense le llamas fato no creo que te abrace mucho :). fato=tonto

    Si en lugar de el truco del almendruco, hacéis chistes de almendrones o cheposos, entonces la confraternizacion empezará.

    Saludos desde Almendralejo (para los fatos Zaragoza :))

  2. Uno se mea y el otro se tapa las vergüenzas. Radicales sí que sois.

  3. Pedro Torrijos

    Vendéis «loqueseaquequeesesacosa» con el logo de JD?
    Donde se compra?

  4. Yo te vi en la mesa y ya noté que algo te pasaba, que no acababas de encajar, no sabía en ese momento que era la incontinencia!
    Mira que yo soy fan de la brevedad, pero con esto que dices estoy completamente de acuerdo:
    Porque pensamos, sabemos, que muchos aún entienden la mutua ofrenda de hacerse escribir y dejarse leer como un juego en el que si ambos sujetos se encuentran con pasión no existe texto inabarcable.
    Olé!
    Gracias!

  5. bateman1965

    Muy bueno Ricardo, no te conocía pero esa J no preludia nada bueno. Lo sé porque me llamo Javier.

    Lo de salir en los kioscos tiene que ser de coña. Los taladores estarán muy felices…

  6. María Trinidad

    Si imprimís, imagino que se podrá una suscribir.

    Si imprimís, os leeré.

    No disfruto nada leyendo artículos tan largos en el ordenador.

    Que tengáis feliz alumbramiento.

  7. ¿Por qué no hacéis escribir más a este tío?

  8. Lo mejor que he leído en Jot Down. Chapeau!

  9. Insoportable

    ¿Por qué no hacéis escribir menos a este tío?

  10. Bueno, si fato lo dices con confianza si que te nos ganas.
    Espero que tuvieras tiempo para darte alguna vuelta por la ciudad. Unas tapas en el Da Vinci por lo menos.

  11. Pingback: Jot Down Cultural Magazine | Toni Garrido: “La prueba irrefutable de que no hay que recortar en educación es la clase política española”

  12. Un futuro suscriptor

    Me ha gustado mucho el artículo, pero realmente un mes después sólo quería preguntar dónde estaba mi Jot Down en papel o sí había alguna novedad al respecto.

    • Para finales de mayo – principios de junio tendremos algo preparado. En forma de tocho bonito.

      • Un futuro suscriptor

        Muchas gracias por contestar tan pronto. Creo que ya lo sabéis pero tenéis unas cuantas personas ávidas por ser suscriptores de algo. Espero que haya envío internacional a nível europeo.

        Gracias otra vez, pero éstas en un sentido más general.

  13. Pingback: Tercer aniversario de Jot Down Magazine | Mediavelada

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