Claroscuros Opinión

Enric González: Democracia

The Economist, la Biblia semanal del capitalismo, publica un artículo titulado Democracias y deuda. Y recuerda los reparos de numerosos pensadores clásicos respecto a la capacidad de los sistemas democráticos para gestionar la economía. Platón desconfiaba de los dirigentes votados por el pueblo porque tenderían a “robar a los ricos, guardar para sí mismos la mayor parte del botín y distribuir el resto entre el pueblo”. James Madison, cuarto presidente de los Estados Unidos y uno de los principales redactores de la Constitución estadounidense, suponía que la democracia conduciría “al entusiasmo por el papel moneda [en detrimento del oro], a la abolición de las deudas, al reparto igualitario de la propiedad y a muchos otros proyectos inapropiados o malvados”. John Adams, el segundo presidente de Estados Unidos, predecía que el poder de las masas conduciría a la hegemonía de los vagos y al derroche indiscriminado.

El articulista de The Economist opina que, de algún modo, la crisis de la deuda en Europa da la razón a los escépticos respecto al poder popular y sugiere como posible solución a los “vicios” de la democracia que los dirigentes salidos de las urnas no puedan tomar decisiones sobre política fiscal, “igual que la responsabilidad sobre la política monetaria ha sido entregada a banqueros centrales independientes”. En resumen, la vieja opción tecnocrática: la falsa independencia de los técnicos que dicen servir, sin prejuicios ideológicos, al bien común.

Esa opción tecnocrática ya se aplica en España, cuyo Gobierno carece desde hace años de recursos para controlar la política monetaria (cantidad de dinero circulante, valor de la unidad monetaria, inflación y tipos de interés) y ahora se ve obligado a aplicar una política fiscal (impuestos y gasto público) decidida por alguien inconcreto (¿la canciller de Alemania?, ¿el Banco Central Europeo?, ¿los mercados financieros?) que no debe responder ante los electores españoles. Cabe recordar la conocida paradoja: si la Unión Europea pidiera el ingreso en la Unión Europea, sería rechazada porque sus instituciones no ofrecen las mínimas garantías democráticas.

La derecha intelectual y mediática aplaude vigorosamente esta evolución de los acontecimientos. No porque tengan sentido económico (el gran problema no es el gasto, es la falta de crecimiento), sino porque implican un evidente sentido político de retorno al elitismo.

La democracia tiene aspectos repulsivos, ciertamente. Ahora hay incluso quien repudia públicamente la Revolución Francesa por su violencia y su desorden, recuperando los argumentos del “ancien régime”. Y son bastantes los que propugnan la rendición ante los llamados “mercados financieros” dado que, dicen, la tiranía del capital resulta inevitable y, en último extremo, positiva por “realista”. Esos eran los argumentos de quienes se oponían a Andrew Jackson.

Jackson, conocido como “Old Hickory”, fue presidente de Estados Unidos entre 1829 y 1837. Aplicó una política de limpieza étnica contra las tribus indias, sostuvo una diplomacia errática y llevó el país a la ruina. Sus rivales le llamaban “jackass”, burro o, de forma más libre, idiota: de ahí que el burro se convirtiera en símbolo del Partido Demócrata. Y, sin embargo, hoy nadie discute su posición como uno de los mejores presidentes de Estados Unidos. John Kennedy eligió como asesor a Arthur Schlesinger Jr., el más reputado biógrafo de Jackson. Incluso el republicano ultraconservador George W. Bush solía citar a Jackson como su modelo.

La gran obra de Andrew Jackson fue cargarse el Banco Central, entonces llamado Segundo Banco de los Estados Unidos. “Old Hickory” acusó al banco que desempeñaba la política monetaria (y a partir de aquí copio de la Wikipedia en su versión inglesa) de:

«1-Concentrar la fuerza financiera de la nación en una sola institución.

2-Exponer al Gobierno a sufrir el control de intereses extranjeros.

3-Servir principalmente para hacer más ricos a los ricos.

4-Ejercer demasiado poder sobre los miembros del Congreso.

5-Favorecer a los Estados del este sobre los del sur y los del oeste.

6-Consagrar el dominio de unas pocas familias.»

(Fin de la cita).

En 1832, tras una feroz batalla política y apoyándose en su mayoría electoral, Jackson logró cargarse el banco y cedió la tarea de imprimir dinero a decenas de pequeños bancos locales. Eso provocó una burbuja especulativa y luego una terrorífica depresión económica. Pero quebró el espinazo de las viejas élites de Nueva Inglaterra (los Adams, Madison, etcétera), estableció las bases del futuro crecimiento y aseguró para siempre la condición democrática del país, pese a que la palabra “democracia” no apareciera en su Constitución. Cuando se estableció, en el siglo XX, la actual Reserva Federal, se reservó al presidente de la nación la potestad de nombrar a sus gobernadores, se estableció una organización descentralizada y se le encomendó a la entidad emisora la misión de promover la creación de empleo, además de combatir la inflación. Herencia de Jackson.

La democracia funciona mal, pero funciona. Y a largo plazo acierta siempre. De los demás regímenes, especialmente de los que se hacen pasar por “técnicos”, “independientes” y “apolíticos”, se puede decir exactamente lo contrario. Sirven sólo para preservar el “statu quo”, es decir, los intereses de la clase dominante.

El actual Gobierno de España goza de un apabullante respaldo electoral, pero carece de poder real. Mariano Rajoy alega que “la realidad” le ha pasado por encima. ¿La realidad? En otro tiempo a dios y a las monarquías absolutas se les llamaba “realidad”. Ahora llamamos “realidad” a unos determinados intereses económicos y geopolíticos y aplicamos en su nombre, alegando que hay que pagar las deudas (cosa evidente), unas políticas “técnicas” e “inevitables” que harán imposible generar la riqueza necesaria para pagar las deudas, pero consagran el “statu quo”: los ricos cada vez más ricos, etcétera.

Como demostró Andrew Jackson, los intereses que se hacen pasar por “realidad” no son invencibles. Para hacerles frente, sin embargo, hay que enfangarse con la voluntad de la mayoría (o de las masas, pongámonos guarros), ponerse del lado de la chusma ignorante, asumir desórdenes y propugnar otro modelo de sociedad.

No parece el caso.

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23 Comentarios

  1. Excelso.
    Ahora sólo falta que lo lea Rajoy y toda su chusma (en el sentido más amplio).

  2. Dice Enric González que «hoy nadie discute su posición (la de Andrew Jackson) como uno de los mejores presidentes de Estados Unidos». ¿No te has leído «La otra historia de Estados Unidos?» (Howard Zinn) ¿Cómo se puede considerar «uno de los mejores presidentes» a alguien que se dedicó a la limpieza étnica? (como bien explicas en tu articulo). Hay que ver como sois los eurocéntricos.

  3. Pingback: Enric González: Democracia

  4. Excelente, como siempre. La paradoja existe, obviamente. Se trata del extremo que uno quiera seguir de la misma.

  5. Como dice Ecos del gueto, la figura de Jackson sí que es discutida y desaprobada tanto por su labor racista como por su vertiente económica. Así que lo de «hoy nadie discute su posición como uno de los mejores presidentes de Estados Unidos» no es sólo falso sino que es mentira.

    Sobre la cuestión de la democracia, el asunto es más profundo del que se trata en el artículo. Democracia es a día de hoy una palabra vacía, no significa nada más allá de la estructura legal de sufragio cada x tiempo y una supuesta división de poderes. En la práctica la democracia se basa en el poder de las élites, y no en la autoridad. La diferencia entre poder y autoridad es lo que diferencia a lo que sería una verdadera democracia de lo que no es, es decir, de lo que podría ser un buen gobierno -legítimo- a lo que tenemos hoy.

    «El concepto de autoridad apareció en Roma como opuesto al de poder. El poder es un hecho real. Una voluntad se impone a otra por el ejercicio de la fuerza. En cambio, la autoridad está unida a la legitimidad, dignidad, calidad, excelencia de una institución o de una persona. El poder no tiene por qué contar con el súbdito. Le coacciona, sin más, y el miedo es el sentimiento adecuado a esta relación. En cambio, la autoridad tiene que despertar respeto, y esto implica una aceptación, una evaluación del mérito, una capacidad de admirar, en quien reconoce la autoridad. Una muchedumbre encanallada sería incapaz de respetar nada. Es desde el respeto desde dónde se debe definir la autoridad, que no es otra cosa que la cualidad capaz de fundarlo. El respeto a la autoridad instaura una relación fundada en la excelencia de los dos miembros que la componen: quien ejerce la autoridad y quien la acepta como tal. »

    La palabra «democracia» se utiliza hoy intencionadamente del mismo modo que se utilizaba antiguamente «cristiano viejo». Sirve para tratar de legitimar algo que no lo es a partir de una simple etiquetación. Cada cual sabrá si cae en la trampa o no. Es muy burda, lo sabemos, y sin embargo cuantos caen…

  6. «George Washington, Abraham Lincoln, and Franklin D. Roosevelt are consistently ranked at the top of the lists. Often ranked just below those three are Presidents Thomas Jefferson and Theodore Roosevelt. The remaining places in the top ten are often rounded out by Harry S. Truman, Woodrow Wilson, Dwight Eisenhower, and Andrew Jackson».

    El «error» está en decir «nadie discute». Solo hay que ver de quien está rodeado en ese top ten para concluir que en un global está bastante arriba.

    Como Enric, voy a la wiki, que como decía Monzó en la estupenda conversación del otro día es fiable en su versión inglesa

    http://en.wikipedia.org/wiki/Historical_rankings_of_Presidents_of_the_United_States#2012_Gallup_poll

  7. Hombre el atículo me ha parecido un poco demagógico, me parece que la democracia como el autor quiere entenderla es algo absolutamente utópico, una empresa irrealizable, algo reitarademente demostrado por la historia.
    La sociedad nunca llegará a un culmen de bienestar suficiente para todos, pero hay que tratar de mantener la decencia, con que la «societas» se arrastre dentro de esa decencia, o subdecencia rayando la decencia, que es lo que lleva haciendo siempre, basta, y seguirá bastando.
    El pueblo no es docto ni magnánimo, el pueblo es igual de partcularista que el rico, solo que tiene un poder y margen de maniobra mucho menor para que su descalabrio egoista particular se lleve a cabo.
    No por el hecho de ser más, los integrantes de un grupo o clase social son mas dignos que los de otro que tiene un poder adquisitivo e influenciador mayor.
    El ser muchos solo nos hace escudarnos en el grupo para acometer estas grandes gestas en pro de la sociedad, del pueblo del todos. Pero nos roba la fuerza individual, la astucia, ambicion y determinacion para salir del pozo mediante nuestro esfuerzo consciente, el de nuestra propia individualidad, el único controlable, sobre el que cabe una fuerza de acción con un fin no utópico, o por lo menos mucho menos utópico. Toca mirarse al ombligo y dejar de decir que los políticos y los banqueros son unos mamarrachos, y que las corporaciones y el neoliberalismo son el apocalipsis por el que no nos preocupabamos cuando «todo iva bien», Paz

  8. Ese ranking… Lo organiza la ATP? (?)

    Con respecto al articulo, creo que lo difuso,en todo caso, es el concepto de poder. Donde recide? Quken lo materiarializa.

    La democracia, como todas las cosas, no es mala ni buena en si misma.

  9. A mí la mayoría no me convence por el mero hecho de serlo. Simplemente.

  10. La alternativa a la democracia, como bien sabían los griegos -hasta los que estaban radicalmente en contra de ella- no es un régimen de individualismo idílico, sino la oligarquía. Es decir el monopolio de la decisión y la riqueza por parte de una minoría que se considera superior al resto de la población.

    El individualismo no ha existido nunca, ni siquiera en la isla de Robinsón Crusoe, que cuando tuvo oportunidad dejó de lado su emprendedora y creativa individualidad para agenciarse un bonito esclavo, «viernes».

  11. me parece de lo mas interesante esa mención a la realidad que hace rajoy y resalta enric. no creo que sea una mayoría democrática ni siquiera significativa la que pueda imponer una noción mas ajustada de realidad por que si algo comparten patricios y plebeyos es el aturdimiento ante la ausencia de realidad. un comentarista mas arriba da en el clavo con lo de la teoría de las dos espadas. si solo conocemos el imperio de la potestas es por que carecemos de la más mínima noción de autoritas. y por más que escueza, la democracia esta siendo ostentosamente burlada en su papel regulador del poder. pero lo peor es pretender que la democracia ejerza como suministro de autoridad pues esa es precisamente la causa de su incapacidad para regular el poder.

  12. Así es, retorno al elitismo, a la excelencia (Sra. Aguirre, que “jackass” es, para tener tal educación). ¿Como es posible que los españoles tengamos una sanidad pública de las mejores del mundo, unas buenas universidades públicas (aunque no estén en las listas top 100), sostenidas por unos excelentes empleados públicos? Se preguntan, escandalizadas, las élites extractivas castizas. No podemos permitir por más tiempo esta situación de igualdad, además manifiesta. Sus hijos no pueden ser arquitectos, ingenieros, médicos o periodistas, y si llegan a serlo, les quitamos el trabajo, y que se vayan a Alemania. Aquí sólo damos trabajo a camareros, peones, servicio domestico y poco más, pues nuestro modelo de desarrollo económico es la burbuja, además siendo, como es, una tradición milenaria.

  13. Trabajo como investigador en economía pública en la universidad Carlos III. El año pasado eramos más de 20 investigadores en nuestro grupo, este año 10, y en el mes de noviembre nos dicen que pasa con nosotros. Supongo que nos tendremos que especializar en arqueología, que a día de hoy interesa tanto como la economía pública.

    • Y q tiene q ver esto con el articulo?

      • Pues mire, no sé que tiene que ver, pero me ha sorprendido que exista algo que se llama economía pública, cosa que no sabía. Propongo a los responsables de Jotdown un artículo sobre la materia.

        • Debe ser tan paradójico como leer en muchos escaparates de bancos «Banca privada». ¿Acaso la otra es pública? Bueno ahora debería serlo

  14. Ya que hablamos de presidentes y demás caldos financieros, no está demás recordar unas palabras de uno de los que salen en el ranking, Wilson, quién poco después de aprobar la constitución de la Reserva Federal, es decir el Banco Central de EE.UU. escribió:

    «I am a most unhappy man. I have unwittingly ruined my country. A great industrial nation is controlled by its system of credit. Our system of credit is concentrated. The growth of the nation, therefore, and all our activities are in the hands of a few men. We have come to be one of the worst ruled, one of the most completely controlled and dominated Governments in the civilized world no longer a Government by free opinion, no longer a Government by conviction and the vote of the majority, but a Government by the opinion and duress of a small group of dominant men.»

    También resulta interesante añadir que si la presidencia de la FED, es un puesto cuya designación corresponde al presidente de EE.UU, los otros miembros del Consejo de Dirección (a excepción de uno elegido por las autoridades políticas) son elegidos por los accionistas privados de una institución (la mayoría grandes bancos) que constituye un híbrido monstruoso. El único monopolio que debería tener un Estado es el de la impresión monetaria, y es el primero que se ha cedido a autoridades «independientes» con todo un piélago de intereses particulares.

    • Hombre, el monopolio de la violencia tampoco está mal, ¿no?
      Como preveo respuestas del estilo de «en EEUU hay milicias ciudadanas», habría que recordar que esas milicias ciudadanas impidieron, en muchos casos, el cumplimiento de la legalidad al impedir el acceso a escuelas a negros.

  15. Con el grado de dependencia económica que goza nuestro país, una democracia como la que propone el autor es una quimera.

  16. Desgraciadamente entiendo muy poco de economía, política y demás asuntos que me permitan tener un mínimo conocimiento de como debe funcionar un gobierno decente y estable. Y creo que esto le sucede a una gran parte de la población. Es decir, considero al pueblo incapaz de lograr un Estado idóneo por desconocimiento. No califico al pueblo al que pertenezco de ignorante ni de inepto, pero si de inexperto, especialmente en materias gubernamentales.
    Por lo que, aunque la democracia sea el sistema menos malo, creo que siempre va a ser un suicidio colectivo relegar a los ciudadanos inexpertos el poder de gobernar y peor aún si lo relegamos en directivos, tecnócratas o cualquier ente que se encargue de gobernar. Si dejamos a los altos cargos o «entendidos» en materias políticas gobernar a sus anchas la explotación del pueblo es inminente, así como el enriquicimiento de los ricos.
    Por lo que, como antes alguien citaba en un comentario anterior, pienso que pretender el bienestar general es algo utópico así como pretender un sistema para un Estado, nación o asociaciones continentales o internacionales; que sea capaz de conseguirlo. Y, sinceramente, creo que el mayor problema despúes de todo(más alla de los gobiernos pésimos integrados por corruptos e incompetentes que en la actualidad nos dirigen), es que es imposible encontrar una solución por falta de alternativas factibles. Pero no descubro nada nuevo y me temo que nos tocará jodernos de por vida a todos, a unos mas que a otros.

  17. Los principales responsables de confundir los intereses por la»realidad», excelente forma de exponerlo, son medios de comunicación como El Pais, para los que tristemente trabaja quien firma el artículo. Hechos cómo este contribuyen a fortalecer la fama de irrevocable tiene esta realidad.

  18. Enric que de acuerdo estoy contigo muchas veces!!!
    Pero ojala fuera todo tan fácil en materia económica…
    Yo no lo veo una peli de buenos, malos, democratas y derecha extrema.
    Creo que casi todo el mundo piensa parecido, pero que hay algunas realidades tercas…
    Y desde luego no caben en este parrafo…

Responder a Daniel Cancel

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