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El único día fácil fue ayer

Es una pena que a nadie en El País se le haya ocurrido encargarle un artículo sobre No Easy Day a Jacinto Antón. No Easy Day es el libro en el que el Navy SEAL Mark Owen describe, junto al periodista Kevin Maurer, los entresijos de la operación militar que acabó con la muerte de Osama Bin Laden. Y Jacinto Antón es el mejor cronista español del momento cuando se trata de hablar de la vida y las andanzas de exploradores, aventureros y mercenarios, de la expedición de la Kon-Tiki o de los recovecos de las novelas de Julio Verne. En un artículo de Jacinto Antón, en definitiva, hay más peripecias, hazañas y peligros que en la saga entera de Indiana Jones. Y los Navy SEAL son los legítimos herederos de esa dilatada estirpe de guerreros de todas las épocas y geografías que han participado en las empresas más dispares y con los objetivos más variopintos. La jugada era obvia.

Así que imaginen la decepción cuando vi que los mencionados artículos habían sido escritos por otros periodistas. Periodistas que se limitaban a reproducir las notas de agencia y los artículos publicados en medios norteamericanos sobre el libro y la polémica que lo ha acompañado. O mucho me equivoco o en El País nadie se ha leído No Easy Day. Y en el resto de medios españoles tres cuartos y mitad de lo mismo. Lo descorazonador es que el libro que describe la operación militar más relevante de lo que llevamos de siglo, al menos desde el punto de vista simbólico, haya sido despachado por la prensa española con el mismo cansino y funcionarial interés con el que se habla de Sergio Ramos y Pilar Rubio. Si no fuera por el morbo de las pequeñas discordancias entre la versión oficial del gobierno Obama y los detalles descritos por Mark Owen en el libro, de No Easy Day apenas se habría publicado un breve.

Así que está decidido: yo sí voy a leerme el libro. De eso va el periodismo, ¿cierto?

Porque tampoco es que cueste tanto. De hecho, ni siquiera necesito comprar el libro en Amazon o pedir que me lo traiga algún amigo bondadoso que ande de paseo por Londres o Nueva York. En la FNAC de la plaza Cataluña de Barcelona puede encontrarse No Easy Day en primera fila de la sección Internacional. Entre la biografía de Steve Jobs y un libro de autoayuda. Y al módico precio de 22,50 € en tapa dura. La prueba:

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Lo primero que llama la atención del libro es su portada. Está bien diseñada. Qué narices, bien diseñada: diseñada. A secas. Que ya es mucho. No como esas coñíferas atrocidades que proliferan cual champiñones del mal gusto en las librerías de todo el mundo. ¿Y a qué se debe el, en general, soporífero diseño gráfico editorial, se preguntarán ustedes? Se debe a que los editores son en muchos casos ancianos prematuros de 50-60 años. Gente educada visualmente durante la década de los 70, cuando no existía Photoshop, ni InDesign, ni Illustrator, ni nada que se le pareciera. Una época en la que las portadas se trabajaban prácticamente a mano y en la que la tecnología punta corría a cargo de la empresa alemana Rotring. Si tienen ojo para estas cosas y se fijan ustedes atentamente en el diseño gráfico de los libros de hoy en día se darán cuenta de que apenas nada los diferencia visualmente de los libros de los años 70. Como si no hubieran pasado 40 años. Como si Steve Jobs jamás hubiera existido. No Easy Day, sin embargo, podría pasar tranquilamente por el cartel de un blockbuster hollywoodiense. Y eso no es en absoluto peyorativo. La palabra clave es “dinamismo”. ¿Y cómo se le confiere dinamismo a una imagen plana? Así:

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Los ingredientes son:

1 fotografía en blanco y negro. La monocromía transmite dramatismo. Además, no queremos que la portada parezca un circo: demasiado color distrae al espectador.

1 soldado equipado con un casco, una armadura y un rifle de asalto de última generación. Muy posiblemente el HK416 diseñado por Heckler & Koch especialmente para las fuerzas especiales de los EE UU. El gesto del soldado indica recogimiento y anonimato. El necesario para escribir un libro que revela información considerada como secreta por el gobierno de los EE UU (Mark Owen es un seudónimo).

1 puñado de salpicaduras de tierra provocadas por una hipotética explosión. Confieren movimiento a la imagen.

1 helicóptero en vuelo, arriba a la derecha. Transmite la idea de “equipo”. El soldado no está solo, forma parte de una entidad de nivel superior: los Navy SEAL.

1 título y 1 subtítulo en relieve rematados con un acabado en barniz UVI. Su objetivo es tentar el sentido del tacto del lector mientras el de la vista se repone del guantazo visual. Imposible resistir la tentación de pasar la yema del índice por las letras de la portada. Una vez “tocado” el libro, es decir rota la barrera de la intimidad con él, es más probable que te lo acabes llevando a casa.

1 tipografía amarilla de palo seco en caja alta y distintos tamaños para el subtítulo. El toque de color, en el centro exacto de la composición, aporta contraste y ayuda a focalizar la vista allí donde importa, en esa frase de apenas 14 palabras que explica todo lo que el lector debe saber antes de pasar por caja: este libro es el único (only) que describe en primera persona y por lo tanto no a través del filtro de un tercero (first-hand account) la participación de un soldado de elite (Navy SEAL) en la misión que acabó con la vida de Bin Laden (mission, killed, Osama Bin Laden).

En resumen: contundencia y precisión. Conmoción y pavor editorial. Esa portada está diciendo a gritos “hay más acción, más secretos y más jodida realidad en este libro que en toda la II Guerra Mundial junta”. Esta es la portada de un best-seller súbito. Dicho y hecho: el libro ocupó el primer puesto de la lista de los más vendidos de las librerías Amazon y Barnes & Noble antes incluso de su lanzamiento. Dos meses después, No Easy Day continúa en el segundo puesto de la lista de los más vendidos del New York Times tras Killing Kennedy: The End of Camelot, de Bill O’Reilly y Martin Dugard.

Apenas un detalle más para acabar de convencerles de las bondades del diseño gráfico de este libro. Observen lo que ocurre cuando se coloca el libro en una estantería junto a una selección de otros títulos escogidos al azar y de todas las leches posibles.

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¿Lo pillan? El texto de su lomo, de hecho toda una portada condensada en una franja de apenas tres centímetros de ancho, es el único que puede leerse sin necesidad de torcer la cabeza. ¿Les parece anecdótico? Cojan un libro al azar de su biblioteca, uno cuyo título o subtítulo incluya una docena de palabras, e intenten imaginar cómo se las arreglarían para sintetizar su portada en una franja vertical de dos o tres centímetros de grosor sin dejarse la mitad de la información por el camino. Título, subtítulo, foto, autor, coautor y sello de la editorial incluidos. No van a poder hacerlo, ya se lo adelanto. Además, ¿a ustedes no les toca las narices pasearse por la librería torciendo el cuello alternativamente a derecha e izquierda por esa puta manía que tienen los editores de no ponerse de acuerdo en la dirección de los textos de los lomos? Lectores de poca fe, ¡jamás desprecien el poder del sentido común! Todo pequeño detalle cuenta. El libro solo permanecerá durante unas semanas en los escaparates, las mesas y los mostradores de las librerías. Es decir boca arriba. El resto de su vida lo pasará en las estanterías de esas mismas librerías, donde solo su lomo será visible para el comprador casual. El hecho de que título y subtítulo puedan leerse sin necesidad de torcer la cabeza es un detalle aparentemente menor… que le permitirá a Penguin Books vender unos cuantos miles de ejemplares extra del libro. Quizá 10.000 o 15.000 más (la primera tirada fue de 300.000 ejemplares). No es moco de pavo. Pudiendo facilitarle la vida al lector, ¿por qué tocarle las pelotas jodiéndole el esternocleidomastoideo (vulgo tortícolis)?

Pasemos al tomate.

Mark Owen es el seudónimo de Matt Bisonnette, uno de los 22 Navy SEAL que el 2 de mayo de 2011 asaltaron la vivienda pakistaní en la que se ocultaba Osama Bin Laden. La razón del seudónimo es clara: todos los Navy SEAL firman un contrato con el gobierno por el que se comprometen a no revelar información clasificada sobre adiestramiento, tácticas, técnicas, procedimientos o cualquier otro detalle relevante que pueda afectar a la seguridad del país o al éxito de las misiones en las que participan. Tras la publicación de No Easy Day, el Pentágono filtró a la agencia Reuters una copia de dicho documento.

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Pueden encontrar el documento completo aquí. En él puede leerse este párrafo:

«I understand and agree that my obligation to submit such preparations for review applies during the course of my access to [Sensitive Compartmented Information] and thereafter, and I agree to make any required submissions prior to discussing the preparation with, or showing it to, anyone who is not authorized to have access to SCI. I further agree that I will not disclose the contents of such preparation to any person not authorized to have access to SCI until I have received written authorization from the Department or Agency that last authorized my access to SCI that such disclosure is permitted«.

Según el Pentágono, el hecho de que Matt Bisonnette contratara los servicios de un ex abogado de las Fuerzas Especiales para que revisara los detalles controvertidos del libro es la prueba de que era consciente de estar revelando información potencialmente relevante. Según los abogados de Bisonnette, ese párrafo del documento “sugiere” pero no “obliga” a una revisión previa por parte de la Agencia o el Departamento gubernamental o militar correspondiente. No Easy Day, de hecho, se abre con una nota del autor en la que este intenta cubrirse las espaldas de forma preventiva afirmando a) que el libro no revela información sensible y que b) todo lo que puede leerse en él procede de fuentes y publicaciones no clasificadas como secretas. Matt Bisonnette, por ejemplo, evita entrar en detalles cuando se refiere a los helicópteros de transporte simplemente como “Black Hawks” sin hacer mención a la tecnología y las capacidades secretas que estos teóricamente incorporan. Otros detalles de la operación han sido publicados ya por decenas de medios de comunicación estadounidenses. De Cairo, el Belgian Manilois cuya misión era asegurar junto a dos Navy SEAL el perímetro de la mansión de Bin Laden mientras la operación se llevaba a cabo en su interior, se sabe casi todo. El nombre técnico de este tipo de perros de combate es CAD (Combat Assault Dog), aunque los Navy SEAL los llaman coloquialmente “misiles peludos”. Los CAD visten durante las misiones armadura antibalas, gafas especialmente diseñadas para ellos e incluso GPS. La mayoría de estos perros provienen del mismo lugar: la base aérea de Lackland (San Antonio, Texas), donde son entrenados 100 cachorros al año y seleccionados a partir de su tercer día de vida en función de sus reflejos y su resistencia al estrés. Los Belgian Manilois son los preferidos por muchas de las fuerzas especiales de todo el mundo por su poco peso, lo que facilita los movimientos del soldado a la hora de saltar en paracaídas con el perro sujeto al pecho mediante correajes. Los perros no tienen vértigo, así que es más probable que se asusten por el ruido de los motores de los aviones que por la altura, aunque los CAD han sido entrenados para operar entre explosiones y disparos sin descentrarse. La revista Foreign Policy ha publicado un reportaje fotográfico en dos partes sobre los CAD. Pueden encontrarlo aquí y aquí.

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No Easy Day sí contradice varias de las afirmaciones realizadas por la administración Obama tras la misión, como la de que el asalto a la casa se produjo tras un tiroteo de 40 minutos. Según describe Bisonnette en el libro, hubo algunos intercambios de disparos pero nada que pueda ser calificado de “tiroteo”. Por supuesto, solo hace falta una bala para matarte, pero la palabra “tiroteo” queda reservada en el libro para otras operaciones quizá menos mediáticas pero mucho más peligrosas. No está claro, además, hasta qué punto eso puede ser considerado legalmente como “información clasificada”. Parece claro que la administración Obama exageró algunos detalles y tergiversó otros para atribuirse el mérito de la operación sin provocar al mismo tiempo mayor revuelo del necesario. Pero ese no es el quid de la cuestión. Más allá del debate puramente político, lo que el Pentágono entiende como información clasificada son detalles no precisamente sorprendentes como, por ejemplo, el de la tecnología utilizada por los Navy SEAL para estudiar la capacidad de respuesta de sus objetivos potenciales (drones espía) o el de los tubos luminiscentes invisibles al ojo humano que utilizan para reconocerse en la oscuridad y marcar las habitaciones que ya han sido aseguradas. Dichos tubos pueden comprarse fácilmente en internet, por ejemplo aquí.

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Los Navy SEAL son una de las dos Fuerzas de Operaciones Especiales de la Marina de los EE UU (SEAL es un acrónimo de Sea, Air and Land: mar, aire y tierra). La otra es la Tripulación Combatiente de Operaciones Especiales o SWCC (los pilotos de las lanchas utilizadas por los SEAL). El Ejército, por su lado, cuenta con siete fuerzas especiales propias, entre ellas los Boinas Verdes, los Rangers y los Night Stalkers. Pero los Navy SEAL son desde todos los puntos de vista la elite de las fuerzas especiales. Y dentro de esa elite, los Navy SEAL cuentan con su propia elite contraterrorista: el United States Naval Special Warfare Development Group o DEVGRU. Los SEAL Team Six. La cúspide de la pirámide de las Fuerzas Especiales USA junto con los Delta Force. Ellos fueron los encargados de asaltar la casa en la que se escondía Bin Laden. Matt Bisonnette pertenecía a los SEAL Team Six.

El adiestramiento básico de un SEAL dura aproximadamente un año. La leyenda dice que es el más duro y exigente de todos los llevados a cabo no solo por las fuerzas especiales de los EE UU sino también por las fuerzas especiales de otros ejércitos. Los aspirantes a SEAL tienen entre 18 y 28 años y proceden de prácticamente todas las capas sociales. En su mayoría provienen de la marina, pero también hay graduados y licenciados universitarios procedentes tanto de entornos rurales como de grandes urbes. Matt Bisonnette, por ejemplo, es nativo de Wrangell (Alaska), una pequeña población de apenas 2.300 habitantes:

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El porcentaje de fracaso durante la primera fase del adiestramiento, el Basic Underwater Demolition/SEAL, más conocido como BUD/S, es superior al 70%. En algunas promociones ese porcentaje llega hasta el 90% e incluso al 100%. El BUD/s dura seis meses, aunque muchos de los aspirantes ni siquiera son capaces de superar sus dos primeras horas. Los instructores raramente expulsan a un aspirante que no desea abandonar voluntariamente el entrenamiento: son estos los que en la mayoría de los casos renuncian libremente haciendo sonar tres veces una campana que cuelga en el patio del Naval Special Warfare Training Center de North Island (Coronado), el área de entrenamiento de los SEAL:

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EL BUD/S se divide en tres fases. La primera fase, de ocho semanas de duración, es la más dura de todas. Durante las tres primeras semanas de esas ocho se exprime a los aspirantes física y psicológicamente. Durante la cuarta semana, llamada Hell Week, los soldados se ejercitan día y noche de forma continuada y solo duermen cuatro horas en total. La mayoría de los abandonos se producen durante esta semana. La segunda fase del BUD/S (otras ocho semanas) se dedica al adiestramiento de los aspirantes en buceo de combate. La tercera fase (nueve semanas), al conocimiento del armamento, a la práctica de las técnicas de demolición submarina y terrestre y al aprendizaje de tácticas de combate para pequeñas unidades. El objetivo del BUD/S no es únicamente optimizar la capacidad física de los aspirantes y adiestrarlos técnicamente, sino también examinar su motivación, su autocontrol y su capacidad de respuesta en condiciones ambientales y psicológicas extremas. También se les enseña a controlar su reacción instintiva de pánico ante los primeros síntomas de ahogamiento. Lanzándolos a una piscina de cinco metros de profundidad con los pies y las manos atadas, por ejemplo.

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EL BUD/S lleva a diario a los aspirantes, todos ellos voluntarios, hasta el límite de la hipotermia y la extenuación física y permite calibrar sus reacciones en situaciones de estrés extremo. El SEAL típico no es una montaña de músculos sin cerebro sino un tipo frío, adaptativo y capaz de tomar y ejecutar decisiones rápidas sin dudar. Una vez superado el BUD/S, los soldados llevan a cabo un curso de tres semanas de paracaidismo y, finalmente, el llamado SEAL Qualification Training (28 semanas), un curso de técnicas avanzadas de combate.

Si les interesa el tema háganse con el libro SEAL Team Six, de Howard E. Wasdin y Stephen Templin, publicado en español por la editorial Crítica.

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El libro, que se vende desde su misma portada como “las memorias de un francotirador de las fuerzas especiales”, se lee con la misma facilidad que una novela de aventuras. SEAL Team Six revela que el objetivo de disparar cientos de cartuchos al día tiene como objetivo no solo afinar la puntería sino también adquirir “memoria muscular”. La memoria muscular es lo que hará que el cuerpo responda de forma automática posicionándose y disparando de la manera correcta en situaciones de sobrecarga sensorial. El libro también explica que durante la Hell Week la música que suena por los altavoces y con la que se pretende aturdir a los agotados reclutas es, como no podía ser de otra manera, Highway to Hell de AC/DC. Que el meado de tus compañeros es una buena manera de entrar en calor. O que algunos de los mejores francotiradores de los EE UU son los que trabajan para el Departamento de Energía protegiendo centrales nucleares y los peores, los del Servicio Secreto encargado de la seguridad del Presidente de los EE UU.

Pero si no les gusta leer pueden encontrar en Youtube una serie de seis documentales de aproximadamente 45 minutos de duración cada uno en los que se sigue a los 83 aspirantes de la promoción 234 durante su paso por el BUD/S. Este es el primero de la serie:

Pueden encontrar los siguientes aquí: 2, 3, 4, 5, 6.

La identidad real de Mark Owen/Matt Bisonnette saltó a la luz poco después de la publicación del libro. Si hemos de hacer caso a los medios estadounidenses, Matt Bisonnette es este tipo:

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Matt Bisonnette formó parte de los SEAL desde 1998 a 2012. La vida activa de un SEAL es relativamente corta por razones obvias. Una vez retirados de la acción, muchos SEAL se convierten en instructores. Otros son fichados por la CIA. Como SEAL, Matt Bisonnette participó en operaciones en Iraq, Afganistán y el cuerno de África. También participó en el rescate de Richard Phillips, el capitán del Maersk Alabama secuestrado por piratas somalíes en 2009. Matt Bisonnette ha participado en centenares de misiones a lo largo de estos 14 años.

Los 2.000 SEAL se dividen en 14 equipos. El 6 es la elite contraterrorista. El 2 ha sido entrenado para la guerra en el Ártico. En el 4, que opera en Sudamérica, todos hablan español a la perfección. Operan desde dos bases: San Diego (California) y Virginia Beach (Virginia). Aunque la diferencia entre ambas alas de los SEAL es prácticamente inexistente, la leyenda urbana dice que los de la Costa Oeste son surfistas relajados y los de la Este, palurdos vestidos de Carhartt (Carhartt es una marca de ropa de trabajo: su estatus como marca cool es bastante reciente).

La unidad contraterrorista de la Marina nació tras el fracaso en 1980 de la operación Eagle Claw, con la que Jimmy Carter pretendía rescatar a 52 americanos retenidos como rehenes en la embajada estadounidense en Teherán (Irán). El encargado de formar un equipo especializado capaz de lidiar este tipo de crisis fue Richard Marcinko. Cuando Marcinko empezó su trabajo solo existían dos equipos SEAL. El nombre de SEAL Team Six fue escogido para hacer creer a los soviéticos que la Marina tenía más equipos de elite de los que tenía en realidad.

El primer equipo SEAL Team Six de Marcinko contaba con 75 “operadores”. El término “operador” no es casual: los SEAL conciben su trabajo más como una operación de precisión que como un combate convencional. De hecho, su entrenamiento obsesivamente repetitivo se parece más al ensayo de una coreografía de danza que a los ejercicios que lleva a cabo un soldado convencional. Uno de los objetivos de ese entrenamiento es lograr identificar al llamado “Grey Man” (hombre gris). El hombre gris nunca es el mejor de su grupo, pero tampoco el peor. Cumple sin problemas con los mínimos exigidos, pero jamás destaca en nada. Pasa desapercibido y no llama la atención. Para identificarlo, los instructores piden cada semana a los aspirantes que hagan una lista con los cinco mejores y los cinco peores de su grupo. Con el paso de las semanas esa lista se va reduciendo por la expulsión de los peores y de los hombres grises. Al final del proceso solo queda un pequeño grupo de aspirantes que pasará a formar parte del SEAL Team Six. Negarse a elaborar esa lista por solidaridad con los compañeros te garantiza una noche entera empujando coches, uno de los sutiles castigos habituales en el Green Team (el ala de entrenamiento de los SEAL Team Six). Una vez licenciado como operador del SEAL Team Six, las ventajas son obvias: se te permite vestir como quieras, llevar barba o el pelo largo y diseñar tus propias armas. Como explica Matt Bisonnette en el libro, el lema de los encargados de la armería de los SEAL es “tú sueñas, nosotros te lo fabricamos”. Los SEAL son libres de escoger el equipamiento y el armamento que desean y de añadir o eliminar todo aquello que se les antoje. La libertad de un SEAL comparada con la de un soldado convencional es uno de los atractivos del cargo. No parece haber muchas dudas, eso sí, respecto al calzado: las adidas GSG9 parecen ser el modelo preferido. En el libro SEAL Team Six se dice que “son blandas en la suela y se agarran bien, es como llevar zapatillas de tenis con apoyo para los tobillos. Puedes ponértelas mojadas y las aletas se deslizan fácilmente sobre la parte superior”.

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Las tácticas de los SEAL han evolucionado con los años a medida que sus enemigos se adaptaban a ellas. En un primer momento los SEAL acudían hasta su objetivo y lo asaltaban por sorpresa. Cuando esta táctica empezó a fallar, cambiaron. Ahora aterrizan a kilómetros de su objetivo para evitar que el ruido de los helicópteros alerte al enemigo y caminan hasta él para entrar en su casa sin despertarlo. O para darle un despertar brusco, si lo prefieren así. Matt Bisonnette lo describe como una transición desde el “loud and fast” hacia el “soft and slow”. La operación para acabar con Bin Laden, sin embargo, no podía ser “soft and slow” pues implicaba infiltrarse en un país al que no se había pedido permiso para llevar a cabo la operación. La Inteligencia estadounidense temía que alguien en Pakistán pudiera alertar a Bin Laden y facilitar su huida si se les avisaba con antelación.

Lo primero que vieron los SEAL tras ser informados de la operación fue una maqueta de la casa de Bin Laden elaborada por la CIA a partir de la información proporcionada por los aviones espía.

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La maqueta reproducía hasta el más mínimo detalle la casa, incluidos los árboles (con su altura correcta), las parcelas vecinas y todas sus puertas y ventanas. Del interior de la casa no se tenía ninguna información, aunque esa no era por lo visto la principal preocupación de los SEAL. Más problemas podía dar el hecho de que Abbottabad, la ciudad en la que se encontraba la casa, es la sede de la mayor academia militar pakistaní. Aunque eso también suponía una imprevista ventaja: como pudieron comprobar los SEAL gracias a los aviones espía, el vuelo sobre la casa de helicópteros procedentes de la academia no parecía alertar a sus ocupantes, señal clara de que estaban acostumbrados a ellos. Fuentes de Inteligencia confirmaron que la casa había sido construida en 2005, que costó un millón de dólares y que carecía de teléfono o conexión a internet. Bin Laden no salía jamás a la calle. Los altos muros que rodeaban la vivienda impedían la visión desde el exterior de los pisos segundo y tercero, donde se suponía que dormía. Su hijo Khalid vivía en el segundo. Las ventanas de esos pisos, además, habían sido pintadas de negro. Ninguno de sus vecinos sabía quien vivía en ella.

El plan implicaba cuatro helicópteros (dos Black Hawks y 2 Chinooks), 22 SEAL, un especialista en explosivos (EOD), un intérprete de la CIA, un perro de combate (Cairo) y un equipo extra de SEAL que no participaría en el asalto y que permanecería en retaguardia por si las cosas se complicaban.

Esto es un Black Hawk:

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Y esto es un Chinook:

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Los dos Black Hawk con los 22 SEAL, el EOD, el intérprete y Cairo asaltarían la casa. Los dos Chinook con el equipo extra de SEAL a bordo permanecerían a 15 minutos del objetivo y servirían como punto de repostaje.

A pesar de que intuitivamente pueda parecer lo contrario, los que corren más peligro en una operación de estas características no son los SEAL que asaltan la casa, sino los que se quedan fuera, vigilando el perímetro. Son ellos los que deben enfrentarse a la policía, si hace acto de presencia, o al ejército, en el peor de los casos. Ese equipo de perímetro se dividía en dos: dos SEAL y Cairo patrullarían alrededor de la parcela, rodeándola a pie para evitar que escapara nadie y comprobar que no hubiera túneles secretos conectados con el interior de la casa. Otros dos SEAL y el intérprete de la CIA se colocarían en la esquina noroeste de la casa para tratar de alejar a vecinos curiosos o a la policía.

Antes de aprobar la operación, la Casa Blanca descartó la opción de un bombardeo a cargo de aviones B-2. Dicha opción requería el uso de 32 bombas inteligentes de casi 1.000 kilos cada una capaces de penetrar en búnkeres. La probabilidad de arrasar no solo la casa sino también las parcelas vecinas era muy alta, así que se optó finalmente por la operación a ras de suelo.

Esto es un B-2:

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El ejército construyó en North Carolina una réplica de la casa que reproducía hasta los montículos de tierra en los que se había visto a los ocupantes de la vivienda plantar patatas. Los SEAL ensayaron allí el asalto aproximadamente unas 100 veces a lo largo de tres semanas, la última de ellas frente a un equipo de VIPS de la Casa Blanca. La réplica de la casa fue destruida tras el asalto, como puede verse en esta serie de fotografías aéreas:

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Durante la operación real, el primero de los Black Hawk se estrelló por razones que no quedan del todo claras en el libro (probablemente uno de los “secretos” no revelados por Bisonnette). Sin embargo, el piloto se las arregló para evitar que el aparato perdiera la verticalidad o rodara y todos sus ocupantes salieron sin problemas de él para iniciar el asalto. El segundo de los Black Hawk aterrizó sin novedades. El Black Hawk caído fue volado durante el asalto con el objetivo de que su tecnología no cayera en manos enemigas. Uno de los Chinooks de reserva voló hasta la casa para recoger al equipo del Black Hawk estrellado. La descripción del asalto y de los procedimientos seguidos por los SEAL es el eje central de No Easy Day y no voy a destriparlo (el libro incluye infográficos y mapas que describen paso a paso la operación), aunque si les interesa el tema y no quieren esperar a la traducción española del libro pueden recurrir a este capítulo de 60 Minutes en el que se entrevista a Bisonnette, maquillado y con la voz distorsionada, y en el que este describe el combate con todo detalle.

Leído el libro, no parece que se sostenga la acusación de traición o de revelación de información clasificada por ningún lado. Los detalles que se mencionan en No Easy Day acerca de tácticas de combate y de infiltración y exfiltración parecen de sentido común y me extrañaría que nadie, amigo o enemigo, los considerara como una revelación. Según dice Bisonnette en el libro, la operación en la que se acabó con la vida de Bin Laden ni siquiera se consideró como especialmente peligrosa o exigente desde el punto de vista militar. Lo único que la diferenciaba del resto de operaciones similares llevadas a cabo por los SEAL a lo largo de su historia es la relevancia histórica y simbólica de su objetivo. Tampoco da la sensación de que en el libro haya más de lo que parece leerse a primera vista. El lenguaje es recto, claro y directo, muy americano en realidad. Los párrafos son cortos, a menudo de una sola frase, y se leen con facilidad en inglés. Su ritmo es prácticamente el de una novela de aventuras. Si quieren un referente cercano, piensen en la película Black Hawk Down. Solo que esto es realidad.

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31 Comentarios

  1. Magistral. Parece mentira que esto lo haya escrito el mismo de la patochada esa de las 100 verdades como buques. Lo ha compensado con creces.

    • raulrpolo

      Pasaba a decir esto mismo…

    • Cristian Campos

      Hasta un reloj parado acierta la hora dos veces al día, ¿eh? Gracias en todo caso por lo de magistral.

      • raulrpolo

        Le pasa a usted como a Calamaro o a CR7: le puede el personaje. Con cariño, eh?

        • Cristian Campos

          Pues no te digo yo que no, aunque mi personaje es menos chick magnet que el de esos dos, desde luego. Ningún diseño es perfecto.

          Un saludo y gracias de nuevo por los comentarios. Nos vemos por JD.

  2. ¿Black Hawk Down no estaba basado en una historia real?

    • Cristian Campos

      Sí, está basada en el libro del mismo nombre de Black Bowden, que a su vez es una crónica de la batalla de Mogadiscio. Lo que quiero decir con la frase es que No Easy Day tiene el mismo ritmo que la película. El libro se disfruta como una novela o como una película de aventuras, no como un reportaje periodístico al uso.

  3. Empezaba a pensar que habías perdido la forma hasta que has recomendado un reportaje televisivo en inglés sin subtítulos a los que no quieran esperar a la traducción del libro. Jojojo.

    Por lo demás, muy guapo el artículo.

  4. Julia Consuegra

    Fantástico este artículo. En mi opinión completo y muy trabajado. Personalmente muy agradecida ya que me encanta el tema. Voy a comprar el libro y el que mencionas de Seal Team Six.

  5. Gracias, ¡que ganas de leerlo!
    Me recuerda a cuando con 15 años quería ser boina verde (el primer Rambo me impactó)… y a los 19 me hice objetor!

  6. Ole tus pelotas, muy bueno. Igual que te he puesto de vuelta y media en otras ocasiones…te felicito esta vez.

    E insisto con lo de muy bueno para que te cale hondo y no vuelvas al papel de troll.

    Por cierto estoy casi seguro que la foto del Black Hawk que has puesto es un fotograma de la pelicula, del comienzo más concretamente, a modo de curiosidad vamos.

    • Cristian Campos

      Tienes razón, si no es una imagen de la película se le parece mucho. En cualquier caso eso es un Black Hawk. Eso sí: un Black Hawk estándar, no el Black Hawk modificado que deben utilizar los Navy Seal y del que, evidentemente, no hay fotos en internet.

      En cuanto a lo de troll… Esto es como el Dr. Jekyll y Mr. Hyde. El Dr. Jekyll cuenta con el reconocimiento de sus conciudadanos y es un buen vecino. Pero Hyde recibe siempre muchos más comentarios y arrasa en twitter. ¿Tú eras de los que te comprabas la figurita de Darth Vader o la de Luke Skywalker? El lado oscuro es más sexy, qué coño. Claro que como dicen Weezer, hasta de follar te cansas.

    • ¿Por qué demonios troleais al autor cuando no comulgáis con sus ideas? Hasta en el más pijoprogre o en el más facha siempre hay algo que hace bien y Cristian escribe bien.

      Sus ideas políticas me importan un bledo.

      Y no, Hitler no pintaba ni medianamente bien, buscad otra cosa.

  7. Blackkader

    «junto a una selección de otros títulos escogidos al azar y de todas las leches posibles»
    Al azar? – Trallero, Hitch, Robert Crumb, Montanelli!! Montanelli! – al azar my ass Mr Campos.
    jeje
    por lo demás excelente articulo, y si, Jacinto Antón debería dedicarle uno de sus también excelentes artículos.

  8. Ronald Christian

    Tu madre. Le doy a imprimir esto en el curro contando con un par de páginillas a lo sumo y paro el trabajo durante media hora.

  9. Buenísimo. Como siempre. Enhorabuena.

  10. Blackkader

    Adidas GSG9, alrededor de las £130 en amazon.uk…
    ummmm, lo tendré en cuenta, gracias.
    Bestard, la empresa mallorquina, fabrica unas botas parecidas, los modelos falcon y ranger en la serie professional.
    Imposible adquirirlos por internet o fuera de España (al menos aqui en UK).
    No tengo ningún tipo filiación con la empresa, (aparte de mis queridas Bestard Walker, adquiridas en el año 1994 y jubiladas el mes pasado despues de 2 vueltas al mundo y miles de kilometros de trekking por toda Europa) lo comento porque su caso me parece el ejemplo perfecto de uno de los motivos por los que España (o la economía española) está como está.
    Fabrican un producto excelente y competitivo. No lo conoce ni dios y es casi una hazaña adquirirlo si lo conoces.

  11. MrAnderson

    Totalmente de acuerdo con Blackkader. Hace años intenté hacer un pedido de 10 pares de Bestard y desistí por imposible….. Excelente artículo Cristian. Ya tengo próximo libro para leer jeje

  12. Pingback: Sobre ‘No Easy Day’ del Navy SEAL Mark Owen (misión para matar a Bin Laden) | Texto casi Diario

  13. Buenisimo el articulo. En cuanto al libro espero que no tarde mucho en salir editado en castellano, a ser posible bien traducido. Si no lo comprare en ingles.

    El Seal Team Six es un extraordinario libro con una traduccion pesima.

  14. Pingback: Va a morir gente -dijo sin más-. Es pura estadística « La manía de leer

  15. Pingback: Somio que ploro | Batec

  16. Extraordinario artículo. Enhorabuena.

  17. Pingback: Jot Down Cultural Magazine | Cristian Campos: La noche más oscura

  18. Muy bueno el artículo, suelo estar bastante de acuerdo contigo. Ánims, a seguir así.

  19. Genial artículo. Cuando la vea la peli Zero Dark Thirty me leeré seguidamente el que has escrito hace poco. Se agradece mucho esta calidad (también me gustan tus artículos troll, palante).

  20. He terminado aquí después de ver la peli, buen par de artículos, aunque no ocmparta algunos matices sobre la tortura en el otro. De todas maneras, gracias.

    Y muy de acuerdo con lo de las botas Bestard que se dice por ahí, muy buenas.

  21. El artículo es muy bueno, por cierto yo también he leído el libro SEAL Team six y es muy recomendable

  22. Pingback: Va a morir gente -dijo sin más-. Es pura estadística – bernardo munuera

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