Cine y TV

Isabel, pitos y palmas

Isabel

(Reseña sin apenas spoilers)

No nos hagamos de cruces: Isabel está bien hecha. Sería muy propio de españoles despellejar la serie de TVE, producida por Diagonal TV, aduciendo su comparación con las exquisitas trufas de la BBC y HBO que nos hemos embuchado en la última década. Ambas cadenas nos han dado más horas de placer delante de una televisión que ninguna otra, e Isabel no subirá al parnaso de los imprescindibles que bien han compilado Emilio de Gorgot y Diego Cuevas en este magacín. Eso no impide que podamos hacer crítica ecuánime de un producto televisivo español decente, y guardar el vitriolo (que tantos confunden con la lucidez) para otra ocasión. Propongo a la concurrencia de Jot Down discutir los méritos y las faltas de Isabel sin que hayan de salir a relucir obligatoriamente Los Tudor o Juego de Tronos. Cuidado: no digo que debamos evitar comparar las series españolas con los mejores productos de fuera. Eso sería condescendencia y da asco. Digo que tampoco hay que pasarse por el otro lado: no poder tomarse en serio un producto español por el mero hecho de ser inferior a otro al que recuerda. Así que hablemos de Isabel, porque resulta muy interesante pensar lo que funciona en la serie española, y todavía más, lo que no funciona. Y los peros que pongo, que no son pocos, duelen más en la medida en que la serie podría ser realmente buena.

El primer acierto de Isabel es existir. Piénsese lo que se quiera sobre España: por su historia menudean algunos de los personajes más atractivos de la historia. La peripecia histórica española es profunda, variopinta, desquiciada, inverosímil, rica en épica y aun en epopeya; en suma, material de primera para el cine y la televisión y merece ser contada. Volveré sobre esto al final.

La paleta de actores es colorida. En general, a un buen nivel. He leído por ahí algunas críticas a la elección de Michelle Jenner como protagonista. A mí me parece un acierto. Para empezar, porque Jenner es una buena actriz. Es convincente al transmitir esa insegura seguridad de la infanta; sabe crecer capítulo a capítulo, incorporando dosis de intransigencia a su personaje, al principio muy dulce y al final una borde considerable. Pero más interesante es verla salir airosa de una contradicción evidente: MJ es una bomba sexual e Isabel la Católica una mujer que no disfrutaba del sexo. Sin embargo, borda las escenas en las que ha de mostrar esa pudibundez que exaspera a Fernando y a los espectadores. Y aunque querría atreverme a decir que Jenner es una gran actriz, no iré tan lejos, porque pertenece a esa clase de intérpretes tan atractivas que uno duda de si son grandes actrices o sin serlo uno cree que lo son porque se ha enamoriscado de ellas (Scarlet Johansson es ejemplo de esa neutralización de la instancia crítica gracias al cañoneo de feromonas catódicas). Para salir de dudas, le pregunté a mi mujer qué le parecía Jenner como actriz, pero resulta que a mi esposa también le gusta como mujer. En fin, no sigamos por aquí. El caso de Rodolfo Sancho es distinto. Es actor solvente y da el papel (incluso con el tupé que luce). Pero el intento de los guionistas de hacer de él un galán encantador (algo que en la España de la época no se había inventado) hace su labor inestable. Si los guionistas quieren ser fieles a la verdad, inevitablemente tendrán que hacer del gran aragonés un personaje más oscuro, aun a riesgo de que la pareja les quede menos perfecta, y por lo mismo, menos comercial. Luego vienen Pablo Derqui, en el papel de Enrique IV, y Ginés García Millán, que interpreta a su amigo-enemigo, Juan Pacheco. Tienen muchas escenas juntos, con buen resultado y química. Derqui es sin duda el actor más expresivo y de más amplio registro del plantel. Compone un complejo Enrique IV, fácilmente influenciable, pusilánime, pero menos tonto de lo que parece, y con ciertos rasgos de modernidad. Hacia la mitad de la serie su tono neurótico, woodyallenesco, se hace un poco cansino, pero, como trataré de argumentar, es más un yerro del libreto que del actor. Algo similar se puede decir de Pacheco, el villano de la serie. García Millán es un actor como la copa de un pino, pero el guión le obliga a repetirse en su maldad hasta que su malignidad se vuelve cómica, cae en la parodia, y se convierte en una especie de Pierre Nodoyuna (el malo de Los autos locos). Ramón Madaula y Pere Ponce se las tienen con personajes más equilibrados; el primero es Gonzalo Chacón, mentor de Isabel, y el segundo Gutierre de Cárdenas, leal leguleyo que a Ponce le queda francamente bien. A Sergio Peris Mencheta le cabe la gloria de encarnar a Gonzalo Fernández de Córdoba (¡el gran capitán!); para mi gusto ha de hacerse un poco más como actor. Bárbara Lennie en los ropajes de Juana de Avis consigue los momentos de mayor emoción dramática de la serie, que, a decir verdad, son pocos. Juan Meseguer hace un simpático Diego de Mendoza, que habrá de crecer en importancia en la segunda temporada; Pedro Casablanc no falla como Arzobispo Carrillo, y estupendo está Jordi Banacolocha como Juan II de Aragón. Es una pena no haberse atrevido con una estrella invitada en el capítulo en el que irrumpe Rodrigo Borgia, el futuro papa valenciano: no dejé en ningún momento de figurarme la maravilla que habría creado Eduard Fernández (aunque claro, habría brillado demasiado).

Isabel y Fernando 3

Dicho esto, debo decir que por momentos los actores, todos, sin excepción, están mal, mal sin remisión. No creo que sea culpa suya. Isabel tiene un problema de escritura. Me explico. El guión es bueno; tiene estructura, ritmo, suspense. Los personajes son introducidos con brío, y a pesar de lo intricado de la historia, el espectador no se pierde. Lo que falla estrepitosamente son los diálogos. En el Hollywood clásico a menudo se encargaba el guión a un escritor y los diálogos a otro, que a veces no aparecía en los títulos. Esta es la gran asignatura pendiente del cine y la televisión española: hacer hablar a los personajes de manera acorde al contexto en el que se mueven. En España los personajes de todas las series hablan igual: lo mismo da que sea Farmacia de guardia, Médico de familia o Águila roja. Una mezcla de chascarillos insulsos, frases hechas, gritos pelaos, cursiladas, interjecciones y ruidos extralingüísticos. Es decir, el lenguaje de una comunidad de vecinos española circa 2005. Hay instantes de Isabel que invitan a la risa: una Isabel mirando absorta la dehesa se disculpa ante su hermano porque «se le ha ido el santo al cielo», su amiga Beatriz llamando «cariño» a todo quisque; Diego de Mendoza llevándose las manos a la cabeza «¡Qué barbaridad, esa niña reina de Castilla!»; Fernando saludando a Juan II de Aragón con un «¡Padre, os veo estupendamente!» y a su esposa con un «¡Estás preciosa!»; no sé quien le dice a una doncella «no eres mi tipo»; Isabel critica un posible curso de acción diciendo que es «pan para hoy y hambre para mañana». Mi mujer y yo nos hemos echado unas risas imitando algunos de los diálogos más zarzueleros: «¡Socorro! ¡Pacheco quiere matar a Chacón!». Son muchos los momentos de vulgaridad que se podrían haber evitado fácilmente, con un poco más de pulcritud. En definitiva, a Isabel le haría falta un buen script doctor que laminase todas esas superficialidades que te arrancan de la corte de Segovia y te meten en el bar de Los ladrones van a la oficina.

El texto tiene, en mi opinión, otra dolencia. O más bien, una laguna. Se echa a faltar lo que podríamos llamar el momento reflexivo. En Isabel asoman temas graves, como la soledad del poder, las vidas cargadas de destino, la distancia entre el pueblo y sus gobernantes, el privilegio, el deber, la honra, el recurso a la guerra en política, las familias devastadas por la ambición. Todo ese material se descarta en beneficio de la trama de intrigas palaciegas. Es una lástima. Se ha perdido la posibilidad, por ejemplo, de aprovechar el talento de Pablo Derqui en un soliloquio transcendental, un momento shakesperiano, a lo, se me ocurre, John Gielgud haciendo del otro Enrique IV, el inglés, en Campanadas a medianoche. En algún momento parece estar a punto de suceder, como cuando Enrique confiesa su radical soledad de monarca a su mayordomo Cabrera (un eficaz Jordi Díaz) pero incomprensiblemente la escena se deshincha, como si los guionistas no se vieran con ganas de intentar otra cosa.

Lo que no se puede reprochar al guión es falta de rigor histórico. Isabel no es, ni pretende ser, historia académica, y moldea los personajes al gusto moderno tomándose sus libertades para reconducirlos a los moldes clásicos de héroe, heroína, amante, villano, confidente, etc. Pero más allá de eso, las grandes avenidas por las que avanza el relato se corresponden a sucesos históricos bien testimoniados. Solo un quiebro, que no desvelaré, me pareció pura fabulación. No hay, en fin, ningún error de bulto o licencia que incomode al espectador culto. Persiste una duda, la misma que surge ante cualquier producto de ficción —serie, película, novela— que dramatiza hechos históricos documentados. Si el material histórico en bruto ya es de por sí estimulante, ¿cuál es la necesidad de someterlo a un proceso de dramatización? En ocasiones una película o novela no podría competir con la narración sobria de los hechos por un historiador o documentalista. Y es por eso que decimos que tal o cual libro de historia o ensayo se lee como una novela. Los anglosajones son expertos en hacer esa historia trepidante sin merma de rigor, y hablando del tema que nos ocupa, viene a la mente Ferdinand and Isabella, de William H. Prescott.

Isabel y Fernando 2

Llegados a este punto los productores podrían poner objeciones razonables. Podrían alegar, por ejemplo, que el uso de un español actual se impone para no hacerse ajenos a la audiencia. O que dar cabida a escenas narrativas más sutiles supondría detener la acción y perder a la franja más escapista de los espectadores. Aunque puedo entender estas inquietudes, siempre hay interesantes puntos medios. Si algo nos ha enseñado la retahíla de obras maestras de la HBO es que se puede ser exigente con el público sin que ello merme el resultado comercial. Tampoco pretendo que el equipo de guionistas de Isabel tenga que empollarse el diccionario de Covarrubias antes de sentarse a escribir una línea, o que los personajes deban vagar por las parameras castellanas como el rey Lear. Ni hace falta ni es deseable que los personajes hablen como en el siglo XV; basta con que se lo parezca al oído del siglo XXI. De igual modo, la serie ganaría mucho con un tiempo más lento que permitiera a los actores lucirse y al guión cavar más hondo en los muchos conflictos que asoman. La primera temporada de Isabel ha tenido audiencias descomunales; si sube el grado de autoexigencia y se la traslada al espectador, que también habrá de esforzarse más, ganará adeptos. 

Pasemos a la cuestión palpitante: la producción. Aquí, el principio de realidad está en nuestra contra: la serie se ha hecho con un presupuesto limitado. Al fin y al cabo es dinero público en una época de crisis bíblica. Tanto la escenografía como las secuencias que requerirían mucha figuración se resienten de la falta de parné. Es el punto más vulnerable a la crítica cítrica y facilona —decorados de todo a cien, he leído—. Pues miren, no. Con todo, el resultado es digno. Incluso las dos escenas de batallas se tienen de pie. El uso del croma, eso sí, decepciona en las escenas solemnes, como la reunión de los ejércitos en Guisando y la coronación de Isabel. Ahí uno se sonroja. Digamos que al equipo de producción el personaje de pueblo le ha quedado chapucero. Por lo demás, el correcto vestuario compensa las carencias en escenarios. Su pobreza se notaría todavía menos si la fotografía funcionase. Como en tantas otras series españolas la iluminación es excesiva. Un millar de escenas pedían a gritos una atmósfera tenebrosa que no tenían. A veces, saber jugar con una luz tamizada y con la profundidad de campo hace innecesario una gran inversión en decorados. Por su parte, la música es melodramática: cumple su función. El resultado global, ya digo, es digno. También a mí me hubieran gustado mejores tapices, salones más amplios y columnas más regias (¿no era posible ensombrecer un poco más la piedra de los interiores?). Y no comprendo bien cómo no se ha rodado más en el casco viejo de Segovia o Toledo, o cómo no se han aprovechado mejor los parajes castellanos, muy cinematográficos. ¿Por qué no se ha filmado en catedrales? A menudo —ya me pasó mil veces con Alatriste— me he visto suplicando al director un plano general, una panorámica ambiciosa, pero no hay manera. En fin, tampoco soy director. 

Fernando

Será muy interesante ver cómo se las arreglan los guionistas en la segunda temporada. La implantación de la Inquisición en Castilla —en Aragón ya existía— y la expulsión de los judíos no son píldoras que se hayan de endulzar. Pero tampoco pueden demonizarse sin más. Habrá que explicarlas con inteligencia histórica y dejar que el espectador saque conclusiones. Una que se podría sacar de esta temporada, y no pretendo crear polémica, es que a finales del siglo XV, castellanos, aragoneses, catalanes, asturianos, andaluces, extremeños, andaluces —por citar solo a los pueblos peninsulares que de una manera u otra salen a colación en la serie—, ya estaban todos anudados en una especie de telenovela que cinco siglos después sigue proporcionando suspense. La historia de España no es la historia de una única de sus regiones o nacionalidades —la historiografía castellanocéntrica abunda en ese error—, pero tampoco la historia de ninguna de ellas puede contarse por separado y resultar inteligible, como también se pretende hacer en ocasiones en la España autonómica. Ese será también uno de los haberes de Isabel, uno que quizá no estuviera en mente de sus creadores. Hacer pensar a los espectadores sobre la historia de España, o, al menos conocerla un poco mejor. Cierto es que la palabra España no es, ni aún en plural, pronunciada en toda la serie. No es algo que moleste en absoluto, pero quede claro que no se trataría de un anacronismo: el concepto circulaba en la época y sin duda rondaba la cabeza de Isabel y Fernando. Pero ese es otro artículo.

Isabel es un ensayo poco frecuentado: unos españoles intentan contar la historia de España a otros españoles, fuera del circuito académico, a través de una ficción respetuosa con la realidad, sin patrioterismos ni exaltaciones. El cine de época, o el cine historicista, y por extensión la ficción televisiva, no ha tenido mucho éxito en España. Hay contraejemplos: Saura, Aranda, Pilar Miró. Sin embargo, tengo la impresión de que nos hemos dejado mucha tela que cortar, o la han cortado otros. 1492: La conquista del paraíso es un film americano; la Controversia de Valladolid, una película francesa; la mejor película sobre los españoles en Flandes la hizo un belga (hablo de La Kermés heroica, en mi opinión la mejor comedia de todos los tiempos); Los Borgia, un producto de Showtime (la película española posterior pasó desapercibida). La aventura jesuítica en Paraguay contada en La Misión es una producción británica. El biopic de Goya lo hizo un checo, el de Lope, un brasileño, el de Picasso, un americano. De Cervantes no hay película, y no es de extrañar, porque no sabemos ni dónde está enterrado. Por no decir que se ha hecho un centón de películas sobre la Guerra Civil y la República, y ninguna es la gran película de la Guerra Civil o de la República. Aclaro que me parece muy bien esta apropiación por parte de otros. A lo que voy es a la dificultad que tienen los españoles para contarse a sí mismos. Esto también es otro artículo. Digamos por lo pronto que a Isabel, que nació con la intención de entretener, con sus méritos y limitaciones, hemos de agradecerle que haya devuelto, en la mente de muchos españoles, el yugo y las flechas y el águila de San Juan al siglo que les corresponde.

Isabel y Fernando

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56 Comentarios

  1. J.Jose.C.Martinez

    Estoy de acuerdo en la mayor parte del análisis critico de Isabel. Hay unos datos que no hay que dejar de lado.
    En primer lugar no es una serie es un culebrón con parné, ademas da para pingues beneficios .Diagonal ha sido la gran maestra de culebrones su metodología es magnifica.Diagonal es una productora catalana, muy catalana y van de cultos ,lo que les conduce de inmediato a la paletez y eso se ve en pantalla.Me recuerda a ciertas casonas pretenciosamente sobrias y elegantonas que vemos a las afueras de los pueblos de este país que lo que transmiten en realidad es la soberbia del ignorante o lo que es lo mismo paleto.
    Lo de la ambientación es lamentable …bargueños del siglo XIX, visillos….Tienes razón que con desenfoque de términos se hubiera solucionado, tenían medios para ello;un plató de 2000 metros y otro de 800.

    En resumidas cuentas un producto que rezuma paletez por todos sus poros ,de guión, actoral y de diseño de producción.

  2. Mi principal crítica al guión radica en el tratamiento de Portugal en la serie. Para la nobleza castellana de la época, Aragón y Portugal eran equivalentes, ambos con sus partidarios, filias y fobias, dos reinos vecinos ligados con parentescos con las casas reales. En la serie vemos como a Aragón se le ve como un amigo-aliado mientras que el rey de Portugal es tratado como enemigo-extranjero casi sin excepción.

    Incluso cae en algún momento en mencionar una presunta afinidad de idioma con los aragoneses, olvidando que un importante contingente de la población de la Corona de Castilla hablaba gallego-portugués, y en gran parte de la Corona de Aragón se hablaba catalán.

    A ver como se trata la guerra civil castellana entre partidarios de Isabel y Juana. Temo una caída en el maniqueísmo de Aragón-bueno-hermano/Portugal-malo-extranjero. Y esa guerra civil es la que cinco siglos después todavía acaba conformando la configuración actual de la Peninsula Ibérica, que estuvo a un tris de tener la frontera en el Sistema Ibérico con una unión Portugal-Castilla y un Aragón separado.

    En cuanto al idioma de comunidad de vecinos circa 2005, es una gran descripción y una lacra en toda serie española.

    • Y ahora también se olvida usted de que otro importante segmento de la población hablaba respectivamente asturiano y aragonés en aquellos reinos. Especialmente el asturiano (o leonés, como prefiera) en aquel siglo aún era la lengua mayoritaria de las actuales provincias de León y Zamora y se hablaba todavía en muchos pueblos de Salamanca (aparte de en Asturias, evidentemente, pero en este caso ha sido así hasta el SXX).

  3. En los capítulos que he visto una de las pegas es que los decorados, trajes, armas y carruajes parecen recién hechos. Algo que también ocurría con las pelis de época de Hollywood de los años 50 y 60 pero que hoy día ya han sabido corregir. Una película o serie americana actual sobre Roma o la Edad Media muestra a gente gangrenosa, sucia, desdentada y con sus armas y herramientas usadas y oxidadas. O sea, de forma realista.

    Y es una pena porque hacer un traje sucio y deshilachado o un carro que no parezca de Exin Castillos resulta bastante asequible, no es cuestión de presupuestos.

    • La mayor parte del vestuario de época de series y películas españolas no se confecciona ad hoc por falta de presupuesto por lo que se alquila. Y un vestuario alquilado que ensucias, deshilachas o rompes no puedes devolverlo y has de pagarlo. Ahí tienes la razón.

  4. Peter Wright

    Sobre los diálogos del cine y la tv españolas, llevo tiempo diciendo que esto es culpa del doblaje. Tantos años de doblaje sin ver versión original han creado un español audiovisual que no existe ningún otro sitio, motivo por el que casi cualquier película o serie española suena mal.

    • Toda la razón, Peter. Recuerdo un artículo de hace un par de años en El País, con la misma tesis. ¿Lo escribiste tú?

      Saludos y gracias por comentar,

      Juan Cla

    • María Lora

      Completamente de acuerdo. Por otra parte, es un sinsentido esta banalización de los diálogos para «acercarse a como habla el pueblo/espectador» y, por otra parte, que el acento de la mayoría de personajes se un castellano neutro de telediario (o de escuela de interpretación). Ah, no, perdôn, me olvidaba de deshonrosas excepciones como la Juani-médico-de-familia (puro chiste y la actriz ni siquiera era andaluza) y del portero-aquî-no-hay-quien-viva (acento de ej-que landia).

      El día que, sin chascarrillos ramplones que solo buscan arrancar una risotada, los personajes de las series reflejen la diversidad de registros y acentos que encontramos en la vida real, estaremos ya un poco más cerca de esa HBO que no tiene miedo a presentar a los traficantes de las esquinas de Baltimore que hablan como lo que son (y a los que, por cierto, no se les entiende nada… vivan los subtîtulos), a los polis que se emborrachan en los pubs como descendientes de irlandeses (los que lo son) y hablando con sus colegas en el tono de camaradería irreverente que nos hacen creen que impera en las comisarías, a los políticos de Annapolis hablando como exige su papel (en público de una forma y en privado de otra)…

    • Estoy de acuerdo, el doblaje ha hecho mucho daño. En algunas series y películas españolas, se oyen diálogos que parecen (mal) traducidos del inglés.
      Cosas como:
      –> «Muy amable de tu parte» (¿Eh?)
      –> «Estar en lo cierto» (que se dice mucho, muchísimo en las películas y que yo nunca he oído en la calle)
      –> «Asumir» en lugar de «suponer» (una plaga)
      –> O traducir el auxiliar inglés «do» como «hacer»: «-¿Has comprado el pan? -No, no lo he hecho». Esto, que era exclusivo de los doblajes del inglés, ya se dice en guiones escritos en español.
      –> La delirante expresión «tener sexo» (¡!¿?)
      Y así a docenas.

      En cuanto al idioma de comunidad de vecinos circa 2005, lo peor de lo peor es la serie «Águila roja». Es de vergüenza ajena oír hablar a personajes del siglo XVII como si estuvieran en un mercado de Vallecas.

  5. Estoy de acuerdo en algunos temas, como pueden ser los diálogos, son siempre igual en todas las series.

    No estoy de acuerdo con el tema de MJ,me parece que te has dejado llevar por la subjetividad, o puede que sea yo el que lo hace. Nunca me gustó, ni fisicamente ni como actriz.

    Pero el mayor problema que le veo a esta serie (o que le he visto en los dos capítulos que he tenido valor de visualizar) es que da la sensación de que no está hecha con cariño. Entiendo que los recortes se hagan notar en temas como el croma, pero la iluminación de la serie (por ejemplo) es digna de «Aquí no hay quien viva».
    Y los decorados…depende de las escenas.

    Lo que no se puede negar es su valor histórico. España podría sacarse grandes producciones como GOT o The Wire sin tener que recurrir a la ficción.
    La historia española da para innumerables series y películas.
    Lo que no da, es nuestra cantera de guionistas y nuestro poco ímpetu en el mundo audiovisual (ojo,con excepciones,al césar lo que es del césar)

    A los directores de series de tv españolas, me gustaría preguntarles porque hacen siempre lo mismo. Viendo el piloto sabes cómo van a resolver los planos en cada capítulo.

    Señores,por favor, un poco de cariño. Tenéis los medios para hacer arte, no os conforméis con tener audiencia.

    • Puedes que no te equivoques en lo de MJ. Aunque es pronto, veremos qué carrera hace. ¿Estaba bien en la de Montxo Armendariz, con Lluis Homar? No la vi y parecía un papel complicado.

      Un saludo, y gracias por comentar.

      Juan Cla

      • Lluis Rubio

        En «No tengas miedo» Michelle Jenner hace un papelón. Planos estremecedores, matices cuidadísimos.
        Quizás un solo papel (no la vi en más sitios) no sea suficiente para juzgar, pero creo que es una gran actriz. Y no por guapa.

  6. Bueno, después de series como Águila Roja o Hispania, el salto cualitativo es evidente. Aunque todavía queda mucho margen de mejora.

    Y sí, tengo que hablar de Juego de Tronos, y aunque sea absolutamente fan de este tipo de literatura dejé los libros después de los dos volúmenes de fuego y hielo, y no terminé de ver la primera temporada. Más que nada por la sensación de que se podría resumir todo muchísimo y por el tedio soporífero en esos capítulos en que no pasaba absolutamente nada. Por muy HBO, prefiero Deadwood mil veces.

  7. Maestro Ciruela

    Y pienso yo, ¿qué necesidad tenemos de estar aquí desgranando un tema tan fútil como las series españolas?
    Vaya por delante, que no he visto ni esta ni esas anteriores que se mencionan; ¿y por qué? Pues justamente por lo que dice el Sr. de Ramón Jacob-Ernst. Pero vaya, esto lo sabe cualquiera que haya visto mucho cine y muchas series a lo largo de la vida. En España, señores, no se sabe hacer este tipo de cine o no hay dinero para hacerlo por lo que al final el resultado viene a ser el mismo. La mejor serie hecha en este país fue «Juncal», pero no veo que cosas del estilo como la que nos ocupa, se puedan llevar a buen término. Incluso en la reciente y bastante buena «Crematorio», las escenas de acción están pobremente resueltas. ¿Tanto dinero cuesta que alguien que sepa de verdad, coreografíe y monte después unas secuencias como las de los yankees, en las que parece que cuando a alguien le lanzan de un quinto piso, nos duelan a nosotros los huesos? Por mi parte, me niego a «hacer patria» viendo cosas que no estén al nivel de «Six feet under», «The Sopranos», «Roma», «Deadwood», etc, etc… Y me dan igual, los diversos motivos por los que pasa esto; cuando servidor va a comprar pèlículas y series, no paga con dinero del monopoly sino con euros de primera clase y espero correspondencia a cambio.

    • Teniente Frank Drebin

      Completamente de acuerdo, Maestro Ciruela.

      No entiendo por qué la gente le perdona la vida al cine español. Esto no pasa, ni ha pasado nunca, con los escritores. Nadie considera que Javier Marías o Vargas Llosa jueguen en la segunda división de la literatura mundial y que por escribir en español se les deba exigir menos.

      ¿Nos damos cuenta de lo que estamos haciendo?

      «Eso no impide que podamos hacer crítica ecuánime de un producto literario español decente, y guardar el vitriolo (que tantos confunden con la lucidez) para otra ocasión. Propongo a la concurrencia de Jot Down discutir los méritos y las faltas de Lorca sin que hayan de salir a relucir obligatoriamente Whitman o Dickinson.»

      Al Sr. de Ramón no se le habría ocurrido escribir el párrafo anterior tratándose de literatura. Ese es el problema: que en España haya que empezar una crítica cinematográfica tirando el listón.

      • Juan Cla

        Hombre, Drebin:

        Yo diría que no son magnitudes comparables. Cada país parte de su propia tradición y de una infraestructura moral y tecnológica distinta. Marías y Vargas escriben apoyados en una gloriosa tradición literaria (Cervantes tiene mismo carácter matricial para la literatura que HBO para la televisión). En cambio, por las razones que sean, la televisión española tiene poco donde apoyarse y necesita aprender de otros modelos. Lo que habría que discutir es qué factores llevaron a Estados Unidos y Reino Unidos se adelantaron tantísimo en la industria del cine y la televisión. Mi respuesta, entonces: hay que tener en cuenta los distintos puntos de partida.

        Gracias por comentar.

        • Teniente Frank Drebin

          Gracias a ti por el artículo, estimado Juan Cla.

          Sigo discrepando.

          No creo que a estas alturas haya diferencias en la infraestructura moral o tecnológica. O al menos ninguna que sea insalvable. ¿Hay alguna obra literaria o audiovisual con la que ellos se hayan formado y a la que yo no tenga acceso? ¿Alguna cámara profesional que no se venda en España?

          Al contrario. El problema es precisamente ese: vivimos en la misma tradición tecnológica y cultural. También en lo literario: Cervantes es tan matricial para Vargas como lo es para Auster, y los dos pueden usar el Word, un bolígrafo o la Olivetti.

          La cultura audiovisual que se consume en España es anglosajona en una proporción desorbitada porque está mucho mejor hecha que la española en esa misma proporción. La gente emplea su tiempo -o su dinero, como apuntaba Ciruela- en lo que más le satisface.

          No parece que haya esa brecha en literatura y, en consecuencia, supongo que tampoco hay tanta diferencia en las ventas de libros. Y estos también se traducen al español como se doblan las películas de fuera.

          Cuando hay presupuesto, con equipos y medios enteramente nacionales se hacen películas de idéntica calidad. Dos ejemplos: Lo Imposible y Los Otros, que se rodaron en Alicante y en Santander con director y técnicos españoles.

          Sí, las dos están rodadas en inglés y con actores anglosajones, pero esa es la clave: aspiraban a una rentabilidad equivalente a la de Hollywood y por eso tuvieron que garantizarse una distribución que permitiera ese presupuesto.

          Cuando la historia y sus aspiraciones son acordes al talento y a la inversión, las cosas salen razonablemente bien. Aquí no hay quien viva era tan divertida como Dos hombres y medio. Torrente tanto como Agárralo como puedas.

          Pero Isabel apunta mucho más alto y fracasa sin remedio: el yugo, las flechas y el águila de San Juan parecen los mismos que los de Amar en tiempos revueltos.

          • Miquel Àngel

            Es más sencillo, no hace falta filosofar tanto, no es un problema de no encontrar aquí una cámara que tengan allí, es un problema de mercado. Cuando HBO hace una serie sabe perfectamente el mercado que tiene, independientemente de que le salga bien la jugada el presupuesto se ajusta al mercado potencial. EEUU es un mercado de muchos millones de espectadores, los que tengan cable y suscripción a HBO más los que comprarán la edición en BR o DVD. Un mercado que no es comparable al que tendrá cualquier producto por bueno que sea hecho en España.

          • Miquel Àngel

            Y luego hay otro factor y es el de los directivos de TV y productores que les encanta destrozar series porque creen saber lo que gusta al público. cuando no hay interferencias por parte de directivos y otras hierbas salen productos y se invierte salen productos como Crematorio, Vientos de agua, o acusados que aunque fuera una copia de Damages era una serie más que digna.

          • Razon que te sobra, Miguel Àngel. La solución pasa entonces por el mercado internacional en inglés o el latinoamericano en español. Aun así, no es toda la explicación. En la minúscula Dinamarca te hacen series increíbles. (Que no he visto todavía, hablo de leídas)

            Gracias por comentar

      • Exacto. Si no fuera así, se podría afirmar que MJ es una «gran actriz», o que Sancho es solvente?.Por favor.

        • En cuanto a la tradición … creo que en España se hacían mejores series hace 25 años que ahora. En la 2 están reponiendo muchos ejemplos de esto que digo. Probablemente ayudaba mucho el hecho de que no existiera la lucha por las audiencias.

          • Horacio Montelimar

            Mejores series y con un nivel actoral altísimo. Ahora, con notables excepciones, se nota el bajón, sobre todo en secundarios y no tan secundarios. En series infames como por ejemplo El secreto de Puente Viejo, los «actores» mueven a la hilaridad. Lo que pasa es que una inmensa mayoría de espectadores no se enteran de estas «sutilezas» y tragan con lo que les echen. En las producciones inglesas y norteamericanas, este es otro factor que controlan de maravilla. No hay nadie, absolutamente nadie, que no esté perfecto en su papel. Ayer, estaba revisando No es país para viejos de los Cohen y en la breve secuencia en que Javier Bardem entra en la tienda y sostiene la conversación con el dueño, y el asunto de la moneda, es notable el trabajo de este secundario en su papel de tendero tejano. No lo recuerdo de antes ni después, pero su breve intervención es impecable. Aquí, hubieran puesto al primero que les hubiera venido bien, y a correr…

  8. El problema con Michelle Jenner es que es muy guapa y está muy buena. Viéndola nadie (al menos del género masculino) se detiene a escrutar su interpretación, cosa que no pasa con por ejemplo Blanca Portillo.

  9. Vamos a ver. Difícilmente puedo discrepar de muchos de los comentarios. Yo admito que he visto Isabel con buenos ojos y con benevolencia he escrito el artículo, con ánimo precisamente de destacar lo que falta, y subrayar lo que hay. Lo que me he encontrado es una serie entretenida, bien narrada, honesta en sus pretensiones y digna en el resultado. Tiene muchas deficiencias, y yo señalo no pocas, pero insisto, véanla (si tienen tiempo y ocasión) entera (está colgada en la web de Rtve). Ya verán como no es tiempo perdido.

    Muchas gracias a todos por los comentarios.

    • María Lora

      Estoy de acuerdo con este comentario y agradezco el tono positivo del artículo (aunque críticas no faltan, bien por bien razonadas).
      Yo vi la serie con ciertos remilgos, pero confieso que la seguí hasta el final… Aunque me temo que la seguí como quien sigue un culebrón vespertino, con interés pero sin orgullo. Está bien lo de fijarse, por una vez, en lo que sí está bien. Y no creo que sea condescendiente o paternalista (como me parece entender que señalaba alguien en un comentario anterior señalando la simetría con la literatura).

  10. La serie es excelente, y hemos sido espectadores asiduos de cada episodio. En mi opinión, sin embargo, la serie Herederos fue una de las mejores producciones para la TV en España. Absolutamente soberbia.

  11. Coincido con el autor del post que la serie no es mala y no merece ser juzgada con dureza.

    Me gustaría señalar de todos modos el aspecto que desde el punto de vista histórico más me chirría. La serie efectivamente no es castellanocéntrica, pero sí hispanocéntrica. Me explico. Ya algún interviniente anterior lo ha señalado respecto del tirando-a-negativo papel que se le atribuye a Portugal. Pero también se observa al considerar que Fernando, por ejemplo, era rey de Sicilia, en el momento de su boda con Isabel, no un simple heredero a la corona de su padre. Y Sicilia, era pues el único dominio que tenía la pareja en su primera época, hecho que ni se menciona por el hispanocentrismo con que se narra la historia. Sicilia por lo demás era un reino entonces bastante rico y poblado y durante el tiempo que estuvo dentro de la Corona de Aragón fue el principal contribuyente a sus arcas y tratado en régimen de igualdad con el resto de dominios. Por lo demás, se confunde en ocasiones el reino estricto de Aragón con el resto de territorios de la Corona que quedan más difuminados. También se minimiza y se aborda con condescendencia el conflicto que el padre de Fernando, Juan II, tenía en Cataluña donde parece que sus oponentes fueran unos cuantos nobles rebeldes apoyados por el reino de Francia cuando en realidad se trató de una sublevación de la mayor parte de fuerzas vivas (nobleza, mercaderes, ciudadanos honrados) e instituciones, y el único aliado con que la Corona aragonesa contó para sofocar esta guerra civil fue precisamente Francia.

    • Efectivamente, «hispanocéntrica». Aquí analizado desde otro punto de vista, el de la corona de Aragón.

      Aunque en este caso, veo más justificable que Sicilia sea tratada más colateralmente dado que la serie se centra y se titula «Isabel» y no «Reyes Católicos».

  12. Leyendo este artículo, cada vez me arrepiento más de no haber seguido esta serie. No recuerdo por qué motivo fue, pero el caso es que cuando intenté subsanar el error ya estaba muy avanzada en su desarrollo y descarté ir perdida sin los referentes previos.

    He de decir que me ha enganchado esta excelente crítica. Felicito al autor de la misma por su buen hacer y su correctísima escritura; ha sido gratificante ver una terminología tan acertada, así como una puntuación del texto tan exigente y rigurosa.

    Gracias por la lectura.

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  14. viejotrueno

    Leyendo el artículo me he acordado irremisiblemente de «Yo, Claudio», exitazo que lo fue de audiencia, con todas las virtudes que el articulista echa a faltar en «Isabel», a pesar de lo cual fue hecha con cuatro perras mal contadas

  15. Aún recuerdo «si las putas fueran barcos, esta sería la Armada Invencible» en Águila Roja. Creo que nada superará esa frase.
    Lo de los decorados y la iluminación aún deja mucho que desear, sinceramente. Y mejor no hablemos de los diálogos.

  16. De acuerdo con el análisis, aunque te equivocas en lo referente a España… cabe recordar que en ese entonces la palabrA, SENTIMIENTO, de españa o lo español no existía, es decir, era una monarquía católica en donde los reyes de los distinto reinos llevaron a cabo políticas para conquistar territorios y tener más poder; así desarrollaron virtudes de gobernantes muy buenas.. en todo caso la serie mantiene el rigor histórico

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  18. LA SERIE ESTUPENDA,LOS ACTORES FENOMENALES,LOS QUE SEAN HISTORIADORES POR SUPUESTOS DISCREPARAN EN HECHOS,PERO HA LLEGADO A MUCHISIMAS PERSONAS QUE DESCONOCIAN PARTE DE NUESTRA HISTORIA Y ESTO ES MUY IMPORTANTE. A MI ME ENCANTA LA HISTORIA Y CREO QUE EL COLLAR DEL TOISON DE ORO QUE LUCIA EL REY FERNANDO EN EL CAPITULO FINAL NO PERTENECIO A LA CORONA ESPAÑOLA HASTA CARLOS V.MUCHAS GRACIAS POR ESTE TRABAJO

  19. Me encantó tu crítica y me gustaría mucho leer la crítica a la obra concreta, ya que la serie y sobre todos los personajes han evolucionado, y algún guionista creo que cambio

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