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Rubén Díaz Caviedes: Quemar contenedores

Sniace
Los obreros de Sniace durante un encierro en 1993. La fotografía es de José Castro. Fuente aquí.

La fábrica Sniace de celulosa y viscosa se desparramaba donde el Saja se encuentra al Besaya en Torrelavega, gorda y apoltronada entre la ribera del río, la ciudad y la autopista como una diosa industrial inmensa. Cualquiera que haya pasado por esta ciudad de Cantabria la ha visto y cualquiera que la ha visto la recuerda, además de por su tamaño, por la magnitud de su fealdad. La Sniace era horrenda. Se descascarillaba de humedad, lloraba negror por las ventanas, rotas a cientos, y el óxido la infectaba entera como la Nada de La historia interminable. Tal era su fealdad que ofendía al menos dos de los cinco sentidos, pues además olía a auténtica mierda, y para más poética nunca, bajo ninguna circunstancia, se veía absolutamente a nadie entre sus silos y pabellones, diseñados en apariencia para albergar un gran trasiego. Solo una columna de humo en lo alto revelaba que dentro pasaban cosas, como en un volcán, y la esterilidad del río a su paso, que era la fábrica más contaminante de España. Su fealdad era canónica, tan inapelable y perfecta que los fotógrafos retrataban principalmente tres cosas en esta parte de Cantabria: el atardecer en Oyambre, el recorte del paisaje contra los Picos de Europa y la Sniace.

Sigue allí, por supuesto, pero me refiero a ella en pasado porque se acaba de decretar su muerte con un ERE que afecta a quinientas trece familias, entre ellas la mía, y envía a la calle a todos los trabajadores de la fábrica menos veinte almas, que pasearán ahora en silencio por sus salones para vigilar que la diosa muerta se descomponga debidamente. No es la primera vez que algo así ocurre en una ciudad que lo es por «el progreso de su industria», como rezaba la Real Orden de 1895 que le concedió tal título, pero esta vez es distinta de las demás. El cierre de Sniace, de las pocas fábricas que sobrevivía en Torrelavega, con mucho la más grande que jamás ha tenido, destruirá cerca de dos mil puestos de trabajo, entre directos e indirectos, en una ciudad con trenta y siete mil personas en edad de trabajar y una tasa de paro, la más alta de la comunidad autónoma, que supera el veintisiete por ciento. Era el corazón de Torrelavega y lo era por las razones estéticas que aquí reseñamos, sí, pero también por las que más importan, que son las aritméticas.

A mi primo la carta de despido le ha llegado ayer, el día que cumplió cuarenta años, después de toda la vida dejándose allí la ídem y de que su padre hiciera lo mismo con la propia, por cierto mucho más larga. Ha puesto una foto del sobre en Facebook significando la casualidad, que no celebrándola. En su perfil es la última imagen de una sucesión en la que antes hay fotos de manifestaciones, de encierros y de pilas de neumáticos ardiendo, por este orden de crescendo. No es nada que no hayan podido ver ustedes mismos estos últimos días, por cierto, cuando las cámaras de televisión a nivel nacional han empezado a pasarse por las protestas. Las imágenes funcionan bien en el telediario y no requieren mucha explicación porque la Sniace, tan universal en sus atributos, más parece un decorado hecho para quemar neumáticos levantando el puño en alto que una fábrica de celulosa.

Imagino que ha sido la atracción mediática lo que ha llevado a la dirección de Sniace —entre la que no hay ningún despedido a enviar a todos sus obreros las cartas el mismo día que lo anunció ante la prensa y por Seur, para que lleguen antes. Eso y que ya estaban redactadas, por más que se haya escenificado una negociación de forma tan patatera que hasta un hombre poderoso y de derechas, el presidente de la comunidad autónoma, ha contravenido la retórica de su bando en la lucha de clases para afirmar hace unos días, y cito, que todo esto ha sido «un engaño a los trabajadores». Entre otros motivos, dice, porque ofrecía «un acuerdo en el que constaban unas prejubilaciones para las que no pensaba poner un euro».

Y mientras quinientas familias lloran en los barrios obreros de Torrelavega, que son muchos y se erigieron antiguamente a efecto de llevar este mismo título, Miguel Gómez de Liaño, el metatrón de Sniace, se ha ido a «un viaje urgente» y «de carácter personal» que le impide entablar conversación alguna con el gobierno autonómico, mira por dónde. La suspicacia de andar por casa, animada por la rabia, se confabula aquí con la actualidad y recuerda que el coordinador de la directiva de Sniace es hermano de Javier Gómez de Liaño, exmagistrado de la Audiencia Nacional y abogado de Luis Bárcenas, pero en España la genealogía del chanchullo es ya tan frondosa que da para tirar de otros hilos. Por ejemplo el de otro de sus hermanos, Mariano Gómez de Liaño, abogado personal de Mario Conde que pasó también por el banquillo en el caso Banesto, propietario de Sniace a principios de los 90 y beneficiario durante años de generosas exenciones fiscales para acometer una renovación tecnológica que nunca tuvo lugar y que, tras su desfalco, pasó de ser dueño de la fábrica a ser su primer acreedor, reclamándole una deuda multimillonaria de la que nunca se recuperó. Es solo uno de los hilos, insisto, porque Sniace es algo importante y hay muchos más. Entre ellos el de Gregorio López Bravo, ministro de Franco que se retiró de la política y de la militancia en Alianza Popular el mismo día que entró en vigor la Constitución, el de Carlos Pérez de Bricio, exministro, expresidente de Cepsa y exvicepresidente de la CEOE, y el de un general, Francisco Javier Cereceda, subdirector de la Guardia Civil cuando la dirigía el teniente general José Antonio Sáenz de Santa María. Todos ellos han pasado por la dirección de la fábrica. Les sugiero que busquen sus nombres en Google.

El magma de resultados que arrojará el buscador a colación de Sniace, convenientemente leídos, son los que arroja el buscador en España a colación de cualquier cosa. Uno de apellidos insignes, habitualmente compuestos, que se repiten con obscenidad en grandes compañías, ministerios y magistraturas, trascendiendo alegremente siglos, dictaduras y democracias y jugando a pelearse, a defenderse, a casarse entre sí y sucederse en las patronales y los partidos, en los bancos desfalcados y en los tres poderes del Estado. Nada inaccesible, claro, a la intuición de los peones que caemos como moscas en este ajedrez, un juego al que no sabemos jugar porque a eso enseñan en los colegios de pago y a los colegios de pago no podemos ir, no mientras sigan cerrando fábricas como Sniace. Tontos de remate como lo somos solo los pobres, nos limitamos a ponernos un pasamontañas y a prender contenedores de forma civilizada, y eso después de participar en una liturgia en la que el empresario engaña, el político acusa de engañar, no ocurre nada más porque los dos conocen su posición en el tablero y Seur hace el mes repartiendo en un día quinientos trece correos urgentes. En esta partida aparente, solo una escenificación de la verdadera, las negras no juegan contra las blancas, sino los peones contra las demás. El juego no se resolverá quemando contenedores. El juego se resolverá quemando cosas más grandes.

 

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35 Comentarios

  1. Pingback: Quemar contenedores

  2. Jesús Couto Fandiño

    Cuidado con lo que se dice que en una gallardonada futura le cae a usted prisión por ello.

    O ni tan futura.

    • PeterOsporum

      Justamente, no hay que permitir que lo de Gallardón se haga realidad. Tenemos que salir a la calle, protestar por cuanta vía tengamos al alcance.

  3. PeterOsporum

    Totalmente de acuerdo. Con bailecitos flamenco en oficinas bancarias, con festivos «flash mobs» en las calles y con gente riendo y luciendo narices de payaso en las manifestaciones, no se conseguirá nada. Por algo los franceses hicieron la revolución con la guillotina y no con pelucas y zancos.
    «El juego no se resolverá quemando contenedores. El juego se resolverá quemando cosas más grandes». Ahí está la clave.

  4. El futuro de esas dos mil familias es terrible, Rubén, pero no justifica el final de tu artículo. Un absoluto disparate.

    • Lo de este país no justifica el final del artículo; justifica como decía alguien más arriba una guillotina en cada plaza.

      • Muy bien, ya hemos pasado de quemar a asesinar. ¿Tienes ya preparada la lista de víctimas, campeón?

    • Jesús Couto Fandiño

      El disparate es pretender que las cosas pueden seguir como están o a peor por siempre y no va a pasar nada. Para evitar disparates hay que ofrecer salidas reales. Esperanzas. Si no las hay, no nos puede extrañar que pase algo cuando la paciencia se acabe. Porque es muy fácil hablar de la estabilidad, de la paz, de la cordura, cuando se tiene empleo, o alguno de tu familia lo tiene, o al menos te llega con la pension.

      Si acorralas a la gente contra la pared, no te puede extrañar cuando te den una patada.

      • Y la salida real y esperanzadora que usted propone es quemar cosas siempre que sean grandes. Sin duda una gran idea. Y con un gran potencial de generar valor añadido y puestos de trabajo.

    • Ernesto de las Heras

      Totalmente de acuerdo. Una barbaridad tremendamente irresponsable.

      • Al revés, lo que es irresponsable es provocar o permitir que pasen estas cosas. Que, por cierto, no pasarían si los gobernantes, grandes patronos y demás mangantes, tuvieran algo de temor a la reacción del pueblo.
        Lo otro es solamente pura lógica, autodefensa cuando te lo quitan todo.

    • PorComentar

      Vaya, ya tenemos aqui a alguien que esta comodo en el statu quo actual. ¿politico o con infulas de serlo para robar como sus idolatrados?

      • No diga tonterías. La solución para las familias sin trabajo de Torrelavega no es volver a la barbarie revolucionaria del s. XIX o al crimen como usted propone. Bastante mal están las cosas como para tener que escuchar, además, a orates como usted. A esparragar.

        • Javier Sanchez Ramos

          y segun usted cual es la solucion, pues supongo que al criticar una, sea acertada o no, sera porque existe a su parecer ptra mejor.
          Cuando a uno lo engañan, pisan y tratan como un idiota, llega un dia que se cansa, mas cuando ya no tiene nada que perder.
          Ademas es quitarles el pan ya no el suyo, sino el de sus hijos, y como cualquiera que tenga hijos sabe, con eso no hay juegos ni engaños.

          • Me han convencido entre don Rubén y usted. Si la empresa no es viable quemamos dos neumáticos y si con eso no se arregla, probamos a quemar tres y así seguro que ya estará todo solucionado. Será por neumáticos.

            • Eddy Felson

              No, entonces dejamos que nos la metan cada vez que quieran… Efectivamente, no hay que quemar neumáticos: hay que quemar sinvergüenzas.

              • No seré yo quien le diga qué y por dónde debe permitir que le introduzcan cosas. En materia galante, allá cada cual. En lo relativo a asesinar gente, puesto que estamos en un medio público y respetable, creo que es conveniente poner el nombre y apellidos de las víctimas que usted propone.

                • Eddy Felson

                  Tu primera frase rebosa caspa, amigo. La segunda se contesta sola, no seas demagogo.
                  P.D.: Cambia la foto.

                  • Sin embargo, tu prosa es cristalina como agua de manantial. Me encanta recibir consejos y admoniciones de enmascarados que proponen asesinar gente. Aire.

  5. Estupendo final de un artículo demoledor

  6. Texto impecable.
    Final peligroso.
    La inteligencia siempre es la mejor arma.
    Y hasta el momento me parece óbvio que usted la tiene.
    Por eso, no me parece inviable buscar soluciones más originales, respuestas más efectivas a largo plazo.
    La violencia ya está muy vista.

  7. «Fuego, camina conmigo»

    • Excepcional y demoledor artículo. A los estamentos privilegiados del Antiguo Régimen, las metas y los medios de la revolución burguesa no les debieron parecer muy halagüeños tampoco.

  8. Vaya por delante que no estoy de acuerdo en prenderle fuego a nada pero una verdad como un templo es que las manifestaciones se han transformado en una especie de batucadas donde parece que celebremos todos los avances que nos hacen disfrutar nuestros padres de la patria. Una manifestación es un acto serio y cuando un sindicalista o similar habla de «ambiente festivo» ( miren hemerotecas señores…) es para echarse a llorar.

  9. Un día de estos a alguien, totalmente harto de tragar mierda, van a terminar de hincharsele las pelotas, y después de proveerse de una lata de gasolina y un mechero no va a quemarse a lo bonzo. Ni un contenedor, ni «una cosa más grande». Va a pegarle fuego a alguno de esos prescriptores de miseria que campan por sus respetos. Entonces los demás empezarán a tentarse la ropa y a pensarse las cosas dos veces.
    Claro que alguno de los bienintecionados que por aquí salen afirmando que la violencia no lleva a ningún lado, se horrorizará. Pero que recuerden que, hoy no están en el arroyo, y disfrutan de una serie de derechos básicos, porque en siglos anteriores, hubo gente que harta de pisoteos, asaltó palacios.

    • PorComentar

      Eso es algo que me asombra…¿por que alguien que decide suicidarse (me da igual la manera) porque no le han dejado mas opciones, al dejarle sin casa, sin hogar, sin futuro para sus hijos, alguien a quien unos ladrones han despojado a sus hijos de su techo y su futuro…no se planta en el congreso o en el portal de un politico o juez y decide «suicidarse» de una forma mucho mas esperanzadora?
      esperemos que sea solo cuestion de tiempo

    • Eddy Felson

      Totalmente de acuerdo. El problema es que este país nunca ha dejado de ser una película de Berlanga. El «embustero» roba en la fábrica, y el «apoyaor» entra en los comentarios de Jotdown a criminalizar a las víctimas y dar lecciones de urbanidad.

  10. Daniel Cañueto

    Es mucho más fácil estar muchos grupos en contra de algo que empatizar y llegar a acuerdos con otros grupos sociales para conseguir algo. Cuando rueden cabezas llegará lo difícil: llegar a un acuerdo con gente diferente a ti para aplicar una alternativa.

  11. Fea la Sniace, fea Torrelavega, y feas las mujeres de Torrelavega, como bien hizo notar el gran Torbe.

    Parafraseando lo que dice un tipo en el artículo sobre los incendios de Galicia, a mí me trae al pairo el ERE sobre Sniace; tengo otros EREs más cercanos de los que preocuparme. Por ejemplo, en Pontevedra hay una fábrica también de celulosa, ENCE, que llevan años queriendo cerrar porque contamina la ría, también visualmente; pero si lo hacen, un buen montón de familias en los que pocos piensan se irán con sus empleos a tomar viento.

    Celulosa y aire limpio. Empleo y ecología. Y todo ello barato, claro, que estamos en crisis y la gente no compra papel caro por muy ecológico que sea. No hay forma de cuadrar la ecuación. Así que China gana por goleada.

  12. Pingback: Bitacoras.com

  13. La solución a Sniace es la misma que la solución a la minería en Asturias: meter dinero público a espuertas en una empresa que no tienen ningún futuro. Naturalmente la culpa la tiene el empedrado, una malvada casta con oscuros interés que conspiran en la sombra para fastidiar al hombre de a pie (se ve que no tienen nada mejor que hacer).
    Que una empresa no pueda competir por diversas cuestiones no tienen nada que ver. Sin duda si le hubiesen dejado gestionarla al articulista hubiese dado cuantiosos beneficios y no habría que quemar nada.

  14. «A mi primo la carta de despido le ha llegado ayer, el día que cumplió cuarenta años, después de toda la vida dejándose allí la ídem y de que su padre hiciera lo mismo con la propia, por cierto mucho más larga.»

    Esa es la realidad de SNIACE, una empresa donde en los últimos 30 años no ha entrado a trabajar nadie que no tuviera dentro un familiar, o que no fuera afiliado de algún sindicato que todos sabemos. Una empresa donde el mérito no ha sido la clave para entrar, sino la sangre. Luego esperamos que con esos mimbres hagamos una empresa moderna, innovadora y competitiva. Me apena que se pierda empleo en mi ciudad, pero este era un empleo reservado a unas pocas castas, al que el común de los desempleados ni siquiera soñaba con acceder. D.E.P.

    • Eddy Felson

      Claro, seguro que ha quebrado porque no entraban los más dotados, sino los enchufados… Seguro que no tienen nada que ver los empresarios de charanga y pandereta que padecemos, cuyas únicas miras son cambiar el Audi todos los años, en lugar de liderar un proyecto común de progreso y trabajo para todos. Lo que hay que oír.

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