Cine y TV

En la boca, no

Si es usted un varón heterosexual y está leyendo este pie de foto en un lugar público es probable que sienta la necesidad de cerrar la página ante cualquier mirada furtiva que pueda cuestionar su sexualidad.
Si es usted un varón heterosexual y está leyendo este pie de foto en un lugar público es probable que sienta la necesidad de cerrar la página ante cualquier mirada furtiva que pueda cuestionar su sexualidad.

En la boca, no

Toda familia es muy gayfriendly hasta que en la pantalla de plasma que ocupa media pared del salón dos varones de envidiables y frondosos mostachos deciden peinárselos mutuamente al batirse en un pulso con las lenguas. En el sofá, la abuela se santigua mientras pone los ojos en blanco, la madre se abanica fuerte y el padre intenta reubicar los cachetes sobre los cojines haciendo manifiesta su incomodidad con sonoros carraspeos de desaprobación infinita.

O al menos esa estampa es la que tienen en mente los responsables de mantener las audiencias en sus sitios.

Modern Family es una comedia revestida de falso documental que persigue las idas y venidas de tres alineaciones familiares distintas. El dato presuntamente novedoso lo encontramos en que una de esas familias está compuesta por dos hombres con una hija vietnamita adoptada. Modern family, con esa pareja gay agitando la bandera de la tolerancia catódica, se enorgullecía de ser actual y rompedora, pero al mismo tiempo no podía evitar acobardarse: en el capítulo 22 de su primera temporada (titulado Airport 2010) dos parejas se separaban por culpa de una cartera olvidada y no se reencontraban con sus respectivos cónyuges hasta el desenlace del episodio en el aeropuerto. Ese reencuentro implicaría una pequeña celebración por parte de ambas parejas y aquella escena encendería más de una bombilla con un interrogante dibujado. Una de las pareja era hetero y la otra no. Y aunque la reunión de ambas se realizaba en las mismas condiciones, en el mismo lugar e incluso en el mismo plano, la imagen resultante se convertía en un reflejo extraño. Algo chirriaba.

Encuentra las diferencias.
Encuentra las diferencias.

La pareja hetero se daba un beso. La pareja gay se daba un abrazo.

Ese cuadro creando entre las cuatro personas era una estupenda coreografía de la dicotomía de aceras televisivas, tanto que la propia imagen serviría de alfombra para la entrada But not too gay de ese agujero negro de horas productivas que es la fabulosa enciclopedia tvtropes. El espectador se puso a hacer memoria y no recordó que algún momento previo Cameron y Mitchell se hubiesen besado a lo largo de la serie. Las quejas, junto a algunas otras observaciones que apuntaban lo antipático de la relación de la pareja del mismo sexo en comparación con las demás, comenzaron a llegar a la cadena ABC y esta consideró necesario justificarse con un comunicado que explicaba la ausencia de ósculos con la excusa de cierta incomodidad por parte del personaje de Mitchell para los gestos de afecto demostrados en público, de paso también tranquilizaba prometiendo solucionar aquello en un futuro.

Durante la segunda temporada, en el capítulo The kiss, Cameron y Mitchell tenían su oportunidad para besarse. Para besarse en segundo plano durante una escena. La cadena decía al mismo tiempo «esto es natural» y «no os enfadéis mucho que casi no se ve». La estrategia era habitual, minimizar el contacto entre las parejas homosexuales para no incomodar al espectador heterosexual.

Durante un capítulo de Friends a Phoebe se le colaba en el cuerpo el espíritu de una octogenaria que no tenía intención de abandonar el mundo de los vivos hasta haberlo visto todo en este mundo. Ocurría en el episodio The one with the lesbian wedding, donde también tenía lugar, obviamente, una boda gay que hubiera sido la primera en una sitcom si no se les hubiera adelantado Roseanne por unas semanas. Durante la celebración del compromiso el fantasma de la vieja okupa abandonaba el cuerpo de Phoebe exclamando un «ahora sí que lo he visto todo». En realidad era mentira, nadie había visto nada. La pareja de lesbianas formada por la exmujer de Ross (Carol) y su amante (Susan) no se besaron nunca en Friends, ni siquiera durante su propia boda. El espectador sabía que aquellas dos personas eran pareja porque alguien siempre se molestaba en señalarlo, pero no porque físicamente lo demostraran. Si alguien decidiera ver Friends sin sonido podría llegar a la conclusión de que aquellos dos personajes eran un par de amigas bastante fans de ir juntas a los sitios. El beso entre personas del mismo sexo se convierte en un tabú, en una autocensura.

Se acepta al personaje gay, pero no siempre de la mejor manera: Will y Grace tenía un dúo protagonista formado por un chico gay (Will, interpretado por Eric McCormack) y una chica hetero (Debra Messing como Grace) pero el rol del primero estaba dibujado desde un punto de vista heterosexual. Will era el amigo gay y sofisticado que quiere el hombre heterosexual y la mujer soltera como quien quiere una mascota para que le haga compañía y tome decisiones estéticas apoyándose en el buen gusto que traen como configuración por defecto todos los homosexuales. Pero su vida sexual permanecía en un principio encerrada en un baúl, el show ofrecía idilios románticos a Grace mientras paralelamente creaba una trama sentimental para Will orquestada exclusivamente por vía telefónica. Will tuvo que esperar a las últimas temporadas para tener un beso con otro hombre, o al menos un beso que se alejara del mero gag. Era algo curioso porque la propia serie bromeaba sobre el tema: en uno de los capítulos los personajes de Will y Jack planeaban un boicot, que consistía en besarse en directo, durante un programa de televisión como protesta ante un culebrón que no se atrevía a emitir intercambios de saliva entre varones.

Mujeres desesperadas ataba una mordaza de castidad invisible a la pareja de Bob y Lee que duraría hasta la última temporada, permitiría a un Andrew unos cuantos besuqueos pero solo mientras su rol en la serie era malvado y por el contrario le concedía roces labiales a la pareja de lesbianas. En Gossip Girl la relación de Eric Van Der Woodsen con su novio era casi telepática. The wire tenía a Omar siendo muy tacaño con el afecto repartido para sus diferentes novios (tres novios y dos besos en pantalla). En Melrose Place un ósculo entre caballeros era directamente impensable, y en la versión americana de Betty la fea un fashion gay Marc St. James no llegaba pillar cacho, aunque el propio programa se resarcía cascándose otro beso entre chicos de quince años cuando el show ya había sido cancelado y no había nada que salvar del incendio.

Los personajes bisexuales tampoco se libran de ser reconducidos al carril más transitado: Trece en House era bisexual pero el público realmente recordaba aquel detalle por los comentarios de terceros más que por la única escena en la que endrogada se ligaba a otra zagala. La propia serie prefería potenciar su relación con Foreman en lugar de investigar su lado lésbico.

The-Puppy-Episode-Ellen

Cómprate un perrito

El pilar de la sitcom Ellen era obviamente Ellen DeGeneres, quien no solo compartía nombre con el personaje principal sino también carácter, formas y humor. En aquellos 90 el espectador americano fue testigo de la curiosa evolución del personaje en el programa: a lo largo de los primeros episodios Ellen vivía la típica vida activa de la mujer blanca heterosexual estadounidense enfrentándose a todo tipo de amoríos con varones, pero según avanzaba la serie el cauce que tomaban las relaciones sentimentales se fue desviando del personaje principal y centrándose en los secundarios, dejando la vida amorosa de Ellen en un sospechoso coma, y sustituyéndola por otro tipo de gags que no implicaban compañeros de cama. Al final de la tercera temporada la cadena estaba tan preocupada por la falta de interés del personaje principal por mantener una relación amorosa, que uno de los productores sugirió a los guionistas que para compensar quizá la protagonista debería tener un perrito.

El capítulo bomba data de 1997 y se titula The puppy episode (El episodio del cachorro) y obviamente durante el mismo no aparece perrito alguno. DeGeneres y su equipo habían allanado los caminos con suficiente antelación cuando empezaron a brotar los rumores insinuando que tanto el personaje de ficción como la actriz planeaban abrir las puertas del armario y declararse públicamente lesbianas. Y la propia DeGeneres, conocedora del potencial publicitario del asunto, se encargó de coronar una portada en el Times y de lucir a la guapa Anne Heche como pareja en el programa de Oprah Winfrey antecediendo a la emisión de The puppy episode. Aquel capítulo sería la salida del armario televisiva más esperada de los Estados Unidos y cuarenta y dos millones de personas sentadas ante un episodio doble lo confirmaron. Durante un par de entregas de veinte minutos los guionistas mano a mano con la estrella del show jugaban con el chiste interno sin perder el tiempo y soltando el arsenal desde la propia introducción, aquella donde los amigos de Ellen apresuraban a la chica a prepararse para una cita inminente, subrayando cada frase con un doble sentido:

Paige: Ellen, are you coming out or not?!

Joe: Yeah, quit jerking us around and come out already!

Ellen: What is the big deal? I’ve got a whole hour.

Los días previos a la emisión había ocurrido de todo: cuando estaba bastante claro que los capítulos 22 y 23 de la cuarta temporada versarían sobre la auténtica sexualidad de personaje y persona, el estudio comenzó a recibir quejas de supuestos bienpensantes, perdió anunciantes, sufrió varias amenazas desagradables (entre ellas un aviso de bomba) y el ruido mediático decidió adoptar la forma y maneras de una bola de nieve rodando ladera abajo. Jerry Falwell, telepredicador protestón, renombró con mofa a la comedianta como Ellen Degenerate, y ella le contestó que el chiste ya lo llevaba a cuestas desde los años de colegio.

El capítulo fue uno de los grandes momentos de la comedia americana televisiva (con una Oprah soltando un muy puntiagudo «You can’t blame this on the media») y era fácil apreciar entre su primera y su segunda parte el drástico cambio de tono: salir del armario era fácil, encarar las consecuencias resultaba más complicado. Aquella victoria de la sitcom sería también la carretera hacía su colapso, la serie pasó a centrarse más en la vida gay hasta el punto de que algunos activistas de aquellas aceras reconocieron que había dejado de ser interesante por ser en el fondo quizá demasiado gay. Como consecuencia de aquello y de la caída de las audiencias, el programa duró una temporada más antes de ser cancelado. Laura Dern, interés romántico de Ellen en The puppy episode, declaró que tras haber interpretado aquel personaje nadie decidió llamarla para otro papel durante un año y medio.

Lo gracioso es que todo el contacto físico bollo de aquel capítulo se podría limitar a una mano en una rodilla. De hecho, la única relación sexual que acontecía se daba entre un hombre y una mujer, y ni siquiera resultaba ser real.

La ABC incluyó algo antes de The puppy episode. Ese algo era uno de aquellos carteles que rezaban Viewer discretion. Y consideraron que lo más responsable era seguir haciéndolo antes de cada emisión hasta el final de los días de Ellen en la parrilla. Por si acaso, no fuese a ser que algún menor viera perturbada su mente inocente y derruida su escala de valores al oír a una mujer adulta mencionar la palabra «lesbiana».

Cada uno en su casa

A estas alturas está claro que ya no estamos para las mariconadas de que la gente se pase media vida encerrada en el armario. La aceptación social es mayor pero continúa el rechazo a la demostración afectiva en un lugar público. Y suele apoyarse en la rancia sentencia «que hagan lo que quieran, pero que lo hagan en su casa» acompañado de la cara de Maurice Minnifield en Doctor en Alaska cuando se enteraba de lo que significaba la palabra «compañero» para cierta pareja de caballeros recién llegados. Porque tradicionalmente la gente exquisita tiene la curiosa manía de sentirse ofendida por lo que haga otra gente que no sean ellos. Mostrar dicho afecto en pantalla es en teoría una estampida de audiencias. Por eso un beso entre varones solo es aceptable si está encerrado en el gag cómico y bromea con lo supuestamente desagradable del mismo: en el desenlace de Os declaro marido y marido (2007) un juez proponía que para justificar la veracidad de un matrimonio gay ambos novios debían besarse en su presencia, sentenciando de paso que eso era algo imposible para dos hombres hechos y derechos. Trey Parker y Matt Stone jugaron a reírse del miedo al gay kiss en la mongola Baseketball (1998): ellos se besaban a lengüetazos sin venir a cuento y sin ningún tipo de insinuación previa, porque era gracioso. El beso lésbico en cambio resulta mucho más aceptable, y cientos de historiales de navegador borrados podrían dar constancia de ello. Crueles intenciones (1999) utilizaba un gratuito morreo entre dos personajes femeninos como anzuelo erótico.

La mayoría del público potencial son varones heterosexuales, e históricamente lo que más teme un varón heterosexual es pasar a ser fan del salami por culpa de ver dos lenguas de otros varones intimando demasiado. Lo absurdo del caso es justificar dicha imagen como algo desagradable cuando no entra en juego ningún elemento que realmente disguste más allá de la propia perversión del espectador, aquel que tiende a visualizar mentalmente ferrocarriles sodomitas cuando ve a un par de chicos de la mano y tijeras recortando tortillas cuando vislumbra a un par de chavalas azucaradas. Realmente si a uno no le zarandea la libido ciertos arrumacos lo más que podría producir la exposición a ellos es una indiferencia sexual, o como mucho la no identificación con los personajes si hablamos de la ficción.

Y pese a que existen (y existirán) series con la audiencia gay como objetivo principal, el problema real reside en los productos mainstream que no acaban de atreverse a mostrar personas comportándose realmente como personas, e incluso llegan al punto de equiparar el roce homosexual con el sexo explícito en la escala de Cosas Demasiado Fuertes Para la Pantalla.

Parece una metáfora, en realidad es un payaso envasado en neopreno.
Parece una metáfora, en realidad es un payaso envasado en neopreno.

Lo verdaderamente alarmante es que alguien considere que censurar un beso sea hoy algo necesario. Italia decide no emitir besos diversos durante el día, TVE censura una escena de Herederos en la que casualmente aparecen dos hombres acaramelados. En Francia se vive con miedo a que cualquier día de estos aparezca alguien haciendo otra perfomance gilipollas con un par de alas de papel. En Sailor Moon un doblaje convertía a una pareja de chicas lesbianas en primas muy cariñosas para evitar problemas fuera de Japón.

Una vez recomendé A dos metros bajo tierra a un compañero de trabajo y tiempo después me recriminó que no le hubiera avisado de las escenas de man vs man sobre ring de dormitorio. En lo que quizá yo no había caído era en que a alguien le podía resultar más molesto ver a dos hombres encamados que una fila de cadáveres con alguna erección post mortem.

En otra ocasión un septuagenario ilustre me señaló una fotografía en un periódico de otro ilustre abiertamente homosexual y remarcó un lapidario «Será maricón».

Seréis maricones vosotros, que no sabéis cómo enfrentaros a ello.

Que se besen, que se besen mucho.

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45 Comentarios

  1. Interesantísimo artículo derribamitos, gracias por el pormenorizado estudio ;-)

  2. Javier C.

    Siempre que leo cosas como esta me acuerdo de la frase: «Qué disgusto se hubiera llevado Safo de Lesbos si le hubieran dicho que no era que le gustaban las mujeres, sino que era lesbiana».

    No basta con que la homosexualidad se reduzca a una serie más o menos organizada de tópicos. De un tiempo a esta parte, también los «heterosexuales» (que no sabían que lo eran, por cierto, salvo por oposición al otro término; y lo mismo les pasaba a los «homosexuales», como a Safo, hasta que la clasificaron) entran en sus tópicos: «Ellen vivía la típica vida activa de la mujer blanca heterosexual estadounidense», «Si es usted un varón heterosexual y está leyendo este pie de foto en un lugar público…», «para no incomodar al espectador heterosexual», «históricamente lo que más teme un varón heterosexual…».

    Todo marcando el tópico reductor de cómo son los «heterosexuales». De un modo muy sospechoso a cómo éstos pintaban siempre, de modo reductor, a los «homosexuales».

    O sea, a ver si me aclaro. Hay dos bandos: homosexuales y heterosexuales. Opuestos y bien definidos. A mí, como varón, puede que me fascine la sonrisa de Luis, y hasta que me apetezca besarlo. Pero eso no es sin más mero deseo. Al instante alguien me informará de que soy «homosexual»: diagnosticado así como fuera una enfermedad. Si me gusta Laura también, resultará que soy «bisexual»: enfermedad que presenta distintos síntomas. Si sólo me gusta las chicas seré «heterosexual», que es la enfermedad dominante, pero que también tiene sus rasgos bien delimitados.

    Pues no. Para empezar, a uno le harta que lo clasifiquen como si fuera un lepidóptero. Uno no es homosexual o heterosexual: esas etiquetas son nocivas y están destinadas a la creación de TÓPICOS o ROLES sociales. Uno desea besar a alguien, desea a una persona, y se siente atraído por quién sea. Olvidar al que mueve nuestro deseo: éso sí que es una verdadera superación de la antítesis gay/hetero, maricón/machote. NO esta retahíla de tópicos.

    Se me dirá que los tópicos están ahí, y que uno no puede hacer nada contra ellos. Replico que ya sé que están ahí, que todo el mundo los conoce. Sí se puede hacer algo contra ellos: no creérselo. Reducirlos a nada. Este artículo mismo contribuye a que prosigan, puesto que habla de ellos como si fueran reales, tanto como los árboles o la lluvia.

    Valga este comentario para lo que valga: la verdadera libertad sexual reside en la eliminación, la disolución, de toda clasificación y de toda etiqueta. Ni homosexuales, ni heterosexuales, ni bisexuales, ni terasexuales, ni heteronormativos, ni lo que se inventen los teóricos del sexo (como si éste fuera algo racional o escalable).

    Para eliminar las etiquetas basta con no hablar de ellas, o negarlas como tales. Por alguna razón, desde los medios (no es este artículo ni raro, ni único), se sigue tirando de la oposición hetero/homo como si fuese otro Madrid-Barça.

    Las series hacen exactamente lo mismo. Tiran del tópico. En ese sentido, el artículo denuncia lo que denuncia, y lleva toda la razón, tal y como lo desglosa. Pero que el dardo vaya contra las clasificaciones, no contra «los valores heterosexuales», o contra «ciertos heterosexuales», que eso ya es recaer en lo denunciado.

    Gracias y un saludo.

    • El tema de los tópicos o etiquetas es más complejo que eso. Te gusten o no, los usamos para identificar y diferenciar. No está mal decir que este es gay, negro o extranjero, lo que está mal es la interpretación que se le da (tú mismo te has visto como «el gruñón» y has necesitado justificarte más abajo). Y si lo piensas con tranquilidad… sabes la cantidad de etiquetas que te cuelgan y te cuelgas? Te aseguro que no eres capaz de contarlas a todas.

    • Uno no sabe dónde empieza el condicionamiento cultural y dónde la naturaleza propia de cada uno. La homosexualidad ha sido considerada de muy variadas maneras a lo largo de la historia, pero una cosa es clara: existe. Y esto por encima de qué criterio moral la ha catalogado.

  3. Javier C.

    Me releo y parece como si estuviera yo muy enfadado. Para nada, ¿eh? El artículo me ha parecido muy acertado en cuanto a la denuncia de cómo la televisión recae en los tópicos con pánico, y mi ira se dirige precisamente a ello. Sólo lamento que el articulista caiga a veces en lo mismo, pero de otro modo.

    Que no estamos aquí para andarnos enfadando ni nada. xD

  4. Elton John

    Me parece muy bien el artículo, su tono y su intención e incluso el toque personal añadido al final.

    Pero me parece increíble que mencione ButNotTooGay de TVtropes y luego se dedique a traducir la mayoría de la información que en él se detalla para formar el grueso de este artículo.

  5. Ole! Me ha encantado ese remate.

  6. Pingback: En la boca, no | Los antisistema son:

  7. Fantástico artículo, lo de Modern Family es una jodida vergüenza. Afortunadamente tenemos HBO y Showtime que nos siguen y seguirán brindando buenos filetes masculinos (y femeninos of course).

  8. Madre mía ._. Y pensar que en España, en Aquí No Hay Quien Viva los gays y las lesbianas se besaban tanto en momentos de gag como en momentos serios, y a nadie le importaba…

  9. Me ha gustado lo que dices, se nota muuuucho que todavía incomoda ver a dos tíos besarse, me temo que más entre otros tíos que por parte de cualquier chica …pero empieza a cambiar…

    ¿¿¿Y que me dices de Queer as folk??? Había que trasnochas para verla, pero ahí había maravillosos tíos besándose apasionadamente, y había una pareja de lesvianas también, y había gays de todas las edades …a mi que soy chica y hasta ahora hétero me encanta esa serie…

    Ah! y demostrando mi cultura televisiva amplia y sorprendente te recomiendo «¿quien quiere casarse con mi hijo?» ( perdón, perdón…pero lo veo). En este caso hay más besos apasionados y maravillosos entre las posibles parejas gay que entre los heteros…

    Sin más, un tabú de siglos no se va a desmontar en tres dias… a la lucha…

  10. Amonamantangorri

    Las imágenes eróticas más o menos mórbidas entre hombres me resultan desagradables y darle un pico a un amigo en broma me daría tanto asco como darle un lengüetazo en la boca a mi abuela. En cambio, un intercambio de fluidos entre mujeres me parece adorable.

    Debido a que esa apreciación es mayoritaria entre los hombres hetero, el sexo gay masculino en la tele y el cine es solo un poco más habitual que el sexo protagonizado por viejos, el cual se oculta, evita y censura incluso más.

    ¿Por qué? Quizás la única e irrefutable respuesta correcta sea Homofobia latente y/o represión sexual, como hace el autor del artículo… O quizás no. Igual es que en general al hetero le desagrada el sexo homo y viceversa.

    • wonderwoman

      Si realmente crees que a los homosexuales nos incomoda el sexo heterosexual lo tendríamos muy difícil para ver la inmensa mayoría de películas, series, documentales o cortos que existen. Es más, aún menos identificada te puedes sentir con el sexo hetero por ver un cuerpo masculino si eres lesbiana, ¿no? Pues sí, poco identificada sí, pero si te resulta incómodo o desagradable entre dos hombres y no entre dos mujeres (cliché porno para vosotros) es por algo, llámalo homofobia o inseguridad, pero está ahí. No vas a «parecer gay» porque veas una escena explícita entre hombres o tengas amigos homosexuales que demuestren públicamente sus sentimientos igual que tú. O yo siendo lesbiana no voy a ser más hetero por ver escenas de sexo entre hombres y mujeres o besos en público. Deberíais superar eso ya, de verdad, es un tabú que nos condena a todos a la diferencia y a ser señalados. Y tan desagradable es que bese a mi pareja y me miren mal como que lo haga y un hombre me mire con cara de salido. Si no sientes indiferencia hacia algo con lo que simplemente no te identificas (homosexuales, gente de otra raza) algún problema con ello tienes, porque se trata de algo que todo el mundo hace: besar y tener sexo.

  11. Amonamantangorri

    La próxima entrega podría tratar sobre por qué apenas hay parejas interraciales en la ficción americana, a menos que los prejuicios raciales formen parte de la trama.

    Las mujeres latinas y hombres negros suelen hacer buena pareja en el cine, pero cuando se arrejunta una mujer rubia con un negro casi siempre acaba habiendo problemas. Creo un artículo sobre eso tendría muchísima miga.

    • wonderwoman

      No creo que te sientas tan incómodo con una pareja interracial como con una de gays. Y si no te sientes identificado con algo lo más natural es mostrar indiferencia, no disgusto o incomodidad. Puedes llamarlo homofobia o inseguridad pero así es. Yo no les diría a un chico y una chica que es incómodo que se besen en público, aunque no me siento identificada con ello. Pero a mí sí me lo han dicho, me han mirado mal o con cara de «demasiado interés» al besar a una chica. Hay que superar eso ya, nos condenáis a todos a ser diferentes y señalados y no es nada justo.

  12. A perdido toda la credibilidad el autor Diego Cuevas al tildar de payaso a alguien que defiende una idea contraria a la suya.

    • Un hecho puntual no le hace perder toda la credibilidad.

      Es como si yo digo que tu comentario no vale porque nada más empezar demuestras no tener ni idea de ortografía y solo me quedo con eso de lo que has escrito.

    • Dalek_fan

      Cuando la idea que se defiende es una payasada, quien la defiende solo merece un apelativo.
      Como en este caso, el de ese chico y el resto de payasos homófobos.

    • Blackkader

      No es la idea, que también, es la forma.
      El tipo hace el ridículo de forma espantosa, fact.

    • Siempre puedes interpretar ese «payaso» como «artista circense» y así estaremos todos más tranquilos.

      Mis más sinceras disculpas para los respetables payasos de circo.

  13. Como dice Amonamantangorri tampoco se besan los viejos, y ojo, pocas veces los feos, que cuando se besan es en una comedia… Y es cierto que a los hetero no nos gustan dos tíos besándose, lo toleramos, pero no nos pidan que nos guste. Y la TV es un negocio, por eso esas pequeñas censuras, porque al público puede no gustarle.

  14. Estoy de acuerdo con el tono general del articulo, pero en el caso concreto de la escena de Modern Family… no se, a mi me resulta mas creible asi. El personaje de Mitchell es un rancio y jamas le daria un beso a su marido en el aeropuerto. Yo llevo 10 meses viviendo en Nueva York y he visto muchas parejas gays, pero a ninguna dandose siquiera un pico, fiestas del orgullo aparte.

    La pregunta es: ¿Debe la ficcion adelantarse a la realidad social?

    Yo creo que si, pero no soy guionista.

  15. Has visto Cinco hermanos? ni idea como se llama en Inglés, es una marujada americana. . Coexisten dos generaciones de gays y se dan besitos cuando toca. Y Lesbian word? yo no la he visto, me aburrió al primer capitulo, demasiado pija. Mencionas USA e Italia, dos países bastante estúpidos. Aquí ahora la tele esta censurada y controlada pero hay algún programa donde los besos no son más que besos.

  16. mrfoxtalbot

    La cita de Oprah dudo que sea «don’t blame to the media» porque eso está gramaticalmente mal. Será en todo caso «don’t blame the media».

  17. Pingback: En la boca, no | Justa, lectura y conversación

  18. «Seréis maricones vosotros, que no sabéis cómo enfrentaros a ello». Genial.

  19. Has perdido un marica.

  20. mataclanes

    Decir que The Wire es mojigata en el tema homosexual es injusto. Para empezar, se olvida de que The Wire es una serie con muy pocas escenas de sexo.También parece olvidarse de una escena lésbica bastante subida de tono con desnudos parciales y entre dos mujeres negras (para más «inri»). Omar tiene varios momentos «subidos de tono» y en uno de ellos creo que hay hasta un desnudo frontal. A destacar también la valentía que supuso en esta serie mostrar a gays y lesbianas negros cuando es una comunidad muchísimo más homófoba de lo que lo es la media estadounidense y, encima, hacer que el personaje más carismático de todos, una especie de Robin Hood, sea homosexual y, a la vez, más valiente y más duro que todos los demás personajes juntos.

    • Fulgencio Barrado

      No conozco la comunidad negra estadounidense, pero sí conozco otra sociedad que creo que se le parece bastante, que es la comunidad brasileña de Río de Janeiro, pero referido a la de la Baixada Fluminense, favelas…., y te puedo decir que esa apreciación de la homofobia es bastante confusa. Si existe una expresión pública de rechazo, pero luego no se traslada a la libertad personal y a la aceptación. Hay una desprecio que se manifiesta oralmente, pero luego es difícil encontrar a alguien que no tenga varios amigos homosexuales por los que siente un sincero aprecio y con los que trata con absoluta normalidad.
      Es algo que resulta muy contradictorio pero es así; la homosexualidad ya se reconoce incluso en la infancia, y en el circulo cercano no se reprime, al menos con la misma intensidad que se observa en lugares supuestamente más tolerantes, como España.

  21. Juan Luis Mármol

    Hay dos series de la BBC en las que la homosexualidad (bueno, más bien pansexualidad, pomosexualidad o como queramos llamarlo) es algo que se trata con bastante normalidad, algo que considero sorprendente, especialmente en el caso de una de ellas, pues es la joya de la corona en lo que se refiere al entretenimiento familiar: Doctor Who y Torchwood. Ambas están relacionadas -Torchwood es un acrónimo de Doctor Who- y comparten un personaje, el capitán Jack, que le da a TODO y comparte momentos bastante subidos de tono con hombres. Y como este personaje hay otros cuantos.
    También se habla con mucha naturalidad del matrimonio homosexual, no sólo entre humanos, sino entre especies.
    Y digo que es sorprendente para bien, porque además se trata de la BBC, la tele pública inglesa. El hecho de que Doctor Who reúna a familias enteras y no tenga pudor o inconveniente en hablar y mostrar esto es algo significativo porque, recalco, lo hacen sin pretensiones, sin exagerarlo, muy natural -dentro de lo que cabe, claro: hay una relación entre dos mujeres, pero una de ellas es un lagarto humanoide-.

  22. Silviaticah

    No entiendo por qué se exige, en el caso de Modern Family, cambiar la personalidad de un personaje con identidad propia que refleja a cierto sector de la comunidad homosexual que funcionan de la misma forma.

    ¿Por qué no reflejar la realidad de aquellas personas que prefieren no darse muestras de cariño en público con el fin de no llamar la atención de ese sector de la población que lo ve como si de ciencia ficción se tratase?

    El personaje no es más que eso, un personaje. Si la cadena, los productores o los guionistas quieren que su evolución giré en torno a una aceptación de sus muestras de cariño en público genial. Si no, también.

    Maldita sea. No se puede ser del Club de la Queja Tonta hasta ese extremo.

  23. Muy buen artículo ;)

  24. El vídeo del gabacho vestido de mito alado es lo mejor que he visto en años, jajaja. Es la cosa más gay que uno se pueda imaginar, juajuajua!

  25. Patricia

    Muy buen artículo. Pero deberías mencionar las diferencias que existen al emitir series en abierto (menos chicha) y por cable (más chicha). Y en Estados Unidos eso significa mucho.

  26. Me parece un excelente y elaborado artículo. Enhorabuena por ello. Después de leerlo, no me extraña que sea cada vez más difícil salir del armario. Casi siempre se piensa en lo que nos rodea, y éste puede marcarnos como una vaca. O mejor dicho, como a una oveja negra…

  27. Me parece absurdo como vemos escandalizados todo aquello que nos rodea, incluidos nosotros, los que pertenecemos a la comunidad gay, vemos con escándalo el hecho de salir del clóset en nuestros diversos ámbitos (profesional, académico, familiar, ….), sin tomar en cuenta que eso nos hace ser quienes somos, y peor aún, vivir sabiendo que los demás lo saben, en vez de darnos paz nos da preocupaciones, entonces, ¿qué podemos esperar de lo que vemos en la tele? si los primeros en discriminarnos a veces somos nosotros mismos.
    Bueno, el mundo no cambia en un día, pero siempre podemos empezar por nosotros mismos, y tal vez algún día no muy lejano, perteneceremos a una sociedad (y a una conciencia propia) que nos tolere tal cual somos.

  28. Neurozepam

    Que me dicen de «Los Soprano», para mi trato la temática gay con bastante dignidad en su sexta temporada, tanto desde la relación homosexual como desde los prejucios (en el contexto de la mafia). De hecho, fue un giro bastante inesperado en el argumento de la serie.

  29. Pingback: Por qué Orange is the new black es el nuevo negro | Los cuadros de Mondrian

  30. Y Oz qué? Con Oz te cascas más pajas mariconiles que con muchas porno.

  31. Pingback: Es realment moderna “Modern Family”? | Reflexions d'un arqueòleg glamurós

  32. Pingback: ¿Por qué vivimos una Edad de Oro de las series?

  33. Orange is the new black

  34. Queer as folk como recomendación suprema

  35. Pingback: Siempre es tu Orgullo, hetero – Euskal Herriko Gay-Les Askapen Mugimendua

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