Entrevistas Sociedad

Gianluigi Nuzzi y Enric González o el oscurantismo en el Vaticano

Gianluigi Nuzzi para Jot Down 0

Gianluigi Nuzzi (Milán, 1969) era un simple periodista de sucesos hasta que hurgó en unas viejas cartas vaticanas. Tirando de ese hilo escribió tres libros, Vaticano, S.A. (2009), Metástasis (2010) y Su Santidad: las cartas secretas de Benedicto XVI (2012), que desvelaron las tramas de corrupción en torno a la sede papal. La maraña de dinero, sexo, mafia y política, unida a tremendas ambiciones personales y a casos de incompetencia extrema, desembocaron durante el papado de Joseph Ratzinger en un callejón sin salida. Quienes denunciaron la situación, bajo seudónimos colectivos como María o Los cuervos, se vieron vindicados por la dimisión del papa y el paulatino afloramiento de la verdad. También el propio Nuzzi, ignorado al principio por la jerarquía católica, pudo demostrar que sus investigaciones reflejaban una situación real. Ahora, tras vender millones de libros, Nuzzi dispone de un programa propio en una de las televisiones de Mediaset, el imperio mediático de Silvio Berlusconi. Esta entrevista se realizó en su oficina de la sede milanesa de Mediaset.

¿Sigue en contacto con María o las demás gargantas profundas?

Sí, un periodista siempre está en contacto con sus informadores.

¿Y qué piensan sobre lo que está sucediendo en el Vaticano? ¿Qué piensan sobre Francisco?

Su reacción es muy positiva. Hay grandes esperanzas porque el ambiente anterior, ese ambiente de intereses y venganzas… Todos se sentían espiados y ahora las cosas están cambiando un poco. Pero esto solo es el comienzo.

¿Solo el comienzo?

Los pasos importantes en la obra de Bergoglio empezaremos a verlos desde ahora. Ya hemos visto algunos: ha hecho nombramientos y gestos importantes, ha hecho que personas que siempre habían trabajado al otro lado del mundo regresaran al Vaticano, intenta llevar a cabo las reformas que Ratzinger había propuesto y luego no pudo realizar. Además del paso significativo que supone distanciarse claramente de Tarsicio Bertone [secretario de Estado y número dos del Vaticano con Benedicto XVI] y sustituirle.

¿Por qué Josef Ratzinger aceptó, en cierta forma, someterse a Bertone?

Porque confiaba en él, era un colaborador italiano que se ocupaba de todo lo referente a las relaciones con la política y la administración. A Ratzinger, aun siendo un gran intelectual, un teólogo, le era difícil moverse en lo cotidiano. Pero tuvo intuición para comprender que su Iglesia necesitaba un timonel diferente, más fuerte, y por eso, con enorme refinamiento, dio un paso atrás para que otros también lo diesen. Creo que el gran patrocinador del papa Bergoglio es Ratzinger, aun proviniendo de caminos muy alejados entre sí. Esto, en relación al sentimiento común de la gran necesidad de cambio en la Iglesia, no explica por qué nadie previó a Bergoglio, por qué el papa Ratzinger le dejó una larga carta exponiendo todos los males de la curia romana ni el papel que desempeña Georg Gänswein [secretario personal de Josef Ratzinger, ahora jefe de la Casa Pontificia], que parece ejercer como nexo de unión entre los dos papas. Creo que la Iglesia católica está dando una gran lección política al mundo sobre cómo cambiar. Luego, por supuesto, las personas solemos expresar nuestros deseos a un ritmo más veloz que el de nuestros pasos. En lo que a mí se refiere, me considero afortunado porque en esta contienda he disfrutado de un punto de observación extraordinario.

Gianluigi Nuzzi para Jot Down 1

¿Cómo surgió el primer contacto? ¿Cómo empezó la investigación que le llevó a desvelar secretos vaticanos?

La historia viene de lejos. Empezó en 2008. Es una historia de suerte, de confianza, de coraje, de soledad, de hombres, de personas que han arriesgado su propia vida para dar a conocer lo que no funcionaba.

¿De cuántas personas, más o menos, estamos hablando?

De muchas, aunque salvo algunos casos no estén relacionadas entre sí. No nos imaginemos una geometría perfecta en esto, no existe un patrón. Había un gran malestar en el Vaticano, y ese malestar les empujó a realizar gestos heroicos, valerosos.

¿Por qué le eligieron a usted para divulgar información secreta?

Se trató de una coincidencia afortunada, casi la primera surrealista. En aquella época, yo trabajaba para la revista italiana Panorama. El director de la revista habló con un conocido suyo, un actor cómico que interpreta personajes femeninos (lo cual también es curioso), quien le dijo: «Mira, unos amigos míos tienen una historia sobre el Vaticano». El director se reunió con ellos. Eran los herederos de monseñor Renato Dardozzi [muerto en 2003, tras veinte años como consejero de la Secretaría de Estado], que era un poco como el señor Lobo en Pulp Fiction, un hombre que resolvía los problemas embarazosos del Vaticano. Hizo llegar a sus herederos abundante documentación porque quería que se hiciese pública.

Tratándose de un asunto vinculado a la corrupción de la política italiana, y ocupándome yo de ello en aquella época, el director me dijo: «Échales un vistazo a estas cartas a ver si hay algo interesante que pueda servirte». Al principio no les di mucho valor porque se remontaban a los inicios de los años noventa. Después, cuando vi todo el material… Tuve que examinarlo en una casa deshabitada en la que hacía mucho frío. Nunca en mi vida he estado tanto tiempo sentado. Solo me levanté para ir al baño, porque me iban trayendo una carta tras otra. Y al fin me di cuenta de que, por primera vez en la historia del Vaticano, estábamos delante de una filtración de documentos. Del Vaticano jamás salió una carta y ahí, en cambio, teníamos la historia de la corrupción italiana, del blanqueo de dinero en el Instituto para las Obras de la Religión [IOR, el banco del Vaticano], reflejado en cartas del propio IOR. No eran papeles de alguien que estuviera contra la Iglesia católica, no: eran documentos internos. Era algo tan inmenso que al principio no percibí sus dimensiones. Fui haciéndome una idea de su importancia con los días, y también comprendí que para contar lo que había caído en mis manos no bastaba con un número de Panorama. Hacía falta más espacio, el que permite un libro. Estos señores querían vendernos los documentos y exigían que los posibles beneficios que obtuviéramos gracias a ellos fueran donados a beneficencia, por voluntad expresa del difunto monseñor Dardozzi. Finalmente llegamos a un acuerdo. Firmamos un contrato según el cual yo obtenía los documentos para escribir con ellos un libro pero renunciaba a la mitad de los beneficios, que la editorial daría directamente a la Fundación Dardozzi. Esta fundación se dedica a la beneficencia entre la Iglesia pobre: el sacerdote que debe someterse a una operación, las monjas que deben restaurar el convento… A mí me pareció una solución magnífica, porque la denuncia de los males de la Iglesia iba a acabar dando algún dinero a esa misma Iglesia.

Entonces aparece el primer libro, Vaticano, S. A.

Se publicó en mayo de 2009 y tuvo un gran impacto. El libro no recibió demasiada atención en los medios porque incomodaba a la prensa, pero la acogida por parte del público fue muy buena. Vaticano, S. A. permaneció seis o siete meses entre el primer y el segundo puesto en ventas de ensayos, y, sin embargo, se hablaba de él con incomodidad. El cardenal Bagnasco, reformista y responsable de la Conferencia Episcopal italiana, hablando en el Vaticano con varias personas entre las cuales se encontraba una de mis fuentes, comentó: «Este libro no lo admitiremos nunca, pero permitirá la reestructuración de entes que arrojan más sombra que luz». Esta fue su frase, a principios de agosto de 2009. En septiembre de ese mismo año, el entonces presidente del IOR, Angelo Caloia, de quien podríamos decir que tal vez no se metió dinero en el bolsillo pero era cuanto menos miope por lo que respecta a las actividades de blanqueo de dinero negro, fue expulsado. Llegó al IOR Ettore Gotti Tedeschi, un banquero elegido por Bertone con el beneplácito de Benedicto XVI, con la misión de realizar una tarea de saneamiento: debía conseguir que la banca cumpliese los requisitos de la Oficina Europea para la Lucha contra el Fraude) y de todos los organismos internacionales. Entre otras cosas, Gotti Tedeschi era próximo al Opus Dei y exresponsable del Banco Santander en Italia. Creo que Vaticano S. A. aceleró el proceso de cambio, y esto, en el Vaticano, fue interpretado de manera positiva por aquellos que deseaban la reforma. Cuando encontré por primera vez a Paolo Gabriele [mayordomo de Benedicto XVI, luego condenado por filtración de documentos] rápidamente sacó a colación el libro.

Gianluigi Nuzzi para Jot Down 2

¿Cuál fue el papel de Paolo Gabriele? Era un simple mayordomo laico, alguien sin ningún poder en la curia.

Gabriele quería el bien para su Iglesia, especialmente para su papa. Era un hombre a quien Karol Wojtyla, el papa que le introdujo en el Vaticano, llamaba Paulus. De hecho, tenía una cuenta de correo en el Vaticano denominada [email protected], porque ese era el nombre que Wojtyla le había dado. Cuando Wojtyla le anunció que había sido designado como mayordomo papal, él, que es profundamente religioso, exclamó: «No estoy capacitado», y Juan Pablo II respondió: «No te hemos elegido por lo que sabes hacer, sino por quién eres».

¿Eso dijo Wojtyla?

Sí. Nunca he paseado por el Vaticano con Paolo Gabriele, pero era apreciado por todos y se dirigían a él cuando alguien quería hacer llegar un mensaje a Benedicto XVI al margen de los canales controlados por Bertone y la curia, que habían creado un muro alrededor del papa. Un papa que estaba solo y fue dejado solo. Entonces, él y otros…

¿Él de acuerdo con otros, o él y otros por separado?

De acuerdo y sin acuerdo, él tenía amigos que quedaron impunes. En el Vaticano hubo interrogatorios muy duros sobre estas historias: Paolo Gabriele denunció que estuvo en una celda donde ni siquiera podía extender los brazos. No es precisamente lo que uno espera de la tierra de la misericordia. La iglesia oscurantista está destinada a perder, porque la luz no se apaga, si no que cada vez se hace más fuerte. Yo no estaba seguro de salir con vida de esta historia; quiero decir profesionalmente, no físicamente. Pero creo que lo he conseguido.

¿En algún momento ha pensado: «Mejor dejarlo correr»?

No, porque no puedes hacerlo. Eres tú mismo, reconociendo quién eres, algo que deriva del trabajo y cómo lo haces. Es una necesidad humana, y tu identidad, que proviene de tus orígenes, de tus padres, del ser tú mismo. No podía detenerme. Más que por mí, por otros que arriesgaron más que yo. Yo solo me arriesgaba a quedar empantanado, a no llegar a ninguna parte. El cardenal Bertone se reunió en dos ocasiones con el consejero delegado de Telecom Italia, Franco Bernabè, el propietario de la televisión desde donde yo lanzaba mis ataques contra ciertos ámbitos del Vaticano. Pero Bernabè es un hombre que sabe valorar las cosas y me dejó hacer mi trabajo. Bertone se enfureció porque estaba acostumbrado a dictar a la prensa italiana qué decir y qué no decir. En aquellos días, el TG1 [el telediario de la primera cadena de la RAI, la televisión pública], le hizo una entrevista cuya pregunta más osada fue: «¿Quiere añadir algo más?», mientras que a mí, en el TG1 y el resto de los informativos, me hacían picadillo.

Bertone es un personaje interesante. Incluso cuando mucha gente avisaba al papa de que era un problema, el papa seguía confiando en Bertone.

Creo que sabemos poco sobre cómo fueron las cosas, y muy poco sobre Bertone. A mí me ha gustado mucho una cosa que ha hecho Bergoglio, algo que no ha aparecido en los periódicos. En verano apartó de su puesto a un monseñor que recibía el sobrenombre de Jessica [se refiere a monseñor Francesco Camaldo], e incluso creo que le ha retirado el uso de la casa vaticana de que disponía. Monseñor Jessica fue quien, hace ya muchos años, movió los hilos para que Renato de Predis, delincuente de la banda de la Magliana, fuese enterrado en la iglesia romana de San Apolinar. Este señor responde a su nombre y también al nombre de Jessica. El nuevo papa ya ha hablado del lobby gay. Que un papa diga que en el Vaticano hay un lobby gay es algo devastador.

Ya se sabía.

Sí, pero que lo diga el papa cambia mucho la historia. Porque si lo dice Nuzzi es que «está loco, es un periodista». Pero si lo dice el papa… Monseñor Jessica se encontraba a la derecha del papa Francisco cuando salió por primera vez al balcón de San Pedro y dijo «Buenas tardes»; estaba a la derecha de Ratzinger cuando se asomó tras su nombramiento. ¿Entiendes de qué nivel estamos hablando? Y este papa lo ha echado a patadas. Hace unos meses, antes de la dimisión de Ratzinger, Jessica estaba convencido de que iba a recibir un ascenso. Las cosas están cambiando, y como ciudadano me alegro.

La dimisión de Ratzinger hizo pensar que algo muy grave estaba ocurriendo en el Vaticano.

Ratzinger decía que estaba cansado, se lo comentaba con frecuencia a las diez personas con las que se reunía.

Ya en 2005, cuando fue elegido, se le notaba muy cansado.

Cierto, pero no hasta el punto de no aceptar la elección o dimitir inmediatamente. Cuando renunció, algunos sectores del Vaticano temieron que fuese una operación orquestada. ¿Cuál era el temor? Que él se hubiese sentido inclinado a renunciar, teniendo en mente la idea de apropiarse del cónclave para así poder nombrar a otro papa. Rápidamente se comprendió que las cosas no eran así. En este punto es muy significativa la posición de la comunidad de cardenales estadounidenses, un grupo que siempre ha estado alejado de la curia: iban de paseo con su autocar, ofrecían sus propias ruedas de prensa, contradecían a la curia romana… Y creo que esta vez desempeñaron un papel, seguramente para bloquear a uno de los favoritos, un brasileño [el cardenal Odilo Pedro Scherer], porque representaba la regresión. Bertone lo asumió, y también él votó a Bergoglio.

Gianluigi Nuzzi para Jot Down 3

Da la sensación de que había un plan muy bien tramado: el silencio sobre Bergoglio antes del cónclave, la rapidez con que fue elegido… Los cardenales, o al menos una gran parte de ellos, ¿tenían ya una idea al encerrarse en la Capilla Sixtina?

Tenga en cuenta que Carlo Maria Viganò [un monseñor que intentó atajar la corrupción como secretario del Gobierno Vaticano, y fue destituido por Bertone], tras ser apartado, fue enviado como nuncio a Washington. Ese fue un gran error de Bertone, porque permitió a Viganò entrar en contacto directo con unos cardenales renovadores. Supongo que, antes o después, Viganò volverá a Italia.

Con 72 años, para el Vaticano es un hombre relativamente joven.

Sí, joven, sí. Le han hecho pasar por loco, porque también, yendo un poco más adelante en la historia, hubo sectores que adoptaron posiciones oscurantistas y medievales: Nuzzi no debe tener acceso al cónclave (no me concedieron acreditación), Viganò estaba loco, Gotti Tedeschi tuvo que someterse a un reconocimiento psiquiátrico porque él también era «raro»; a Paolo Gabriele también le hicieron pasar un reconocimiento porque era una persona «inestable».

Una actitud muy soviética, ¿no?

Soviética… y tan perjudicial para el denunciado como para el denunciante. Porque si has colocado a una persona inestable al lado del papa, significa que no sabes valorar a las personas. Si ahora es inestable, antes también lo era, ¿cómo pudiste no darte cuenta?

¿Cuánto poder tiene aún el oscurantismo en el Vaticano?

Mucho. Tanto, que Angelo Sodano [decano del colegio cardenalicio y secretario de Estado bajo Juan Pablo II] llegó a un acuerdo con Bertone para afrontar el asunto. El problema no consiste solamente en Bertone. La Iglesia, o, mejor dicho, el Vaticano, ¿debe ser la representación de la iglesia italiana, o de la iglesia del mundo? Dado que la mayoría de los católicos ya no están en Europa, sino en África y otros países, es necesario replantearse también la geometría de las representaciones. Ratzinger habría querido hacerlo. Por otra parte, nos encontramos con hornadas de bertonianos ya que él colocaba a sus hombres, italianos, en los puestos más altos. Cuando saltó el escándalo, La Croix, el respetado periódico católico francés, afirmó: «Todos los protagonistas son italianos». Y esto multiplicó las dificultades de Bertone, porque empezaron a llover críticas, críticas que no provenían de otros italianos. Mientras las críticas eran de los italianos, Ratzinger lo consideró un conflicto entre italianos. Pero también se quejaron de Bertone ante el papa personalidades como el cardenal austríaco Christoph Schoenborn. Ratzinger se vio ante un gran dilema, porque no veía posible renunciar a Bertone; para él, eso habría supuesto hipotecar el Pontificado y abrir la puerta a algo que el anterior papa siempre ha temido: la fragmentación de la Iglesia. Si te fijas en Ratzinger, más allá de las muy conservadoras posiciones que ha defendido, siempre se ha esforzado en mantener a la Iglesia unida. Ese fue el caso con los Legionarios de Cristo [cuyo fundador, el sacerdote mexicano Marcial Maciel, fue condenado eclesiásticamente por abusos a menores]. Colocó a Velasio de Paolis como comisario y le dijo: «Ponte de acuerdo con las víctimas, pero no investiguemos demasiado». No fue porque quisiera evitar un escándalo, sino porque quería evitar la dispersión de los Legionarios. Con los lefebrevianos, más allá de los incidentes y los errores que Bertone y otros hicieron cometer al papa, ocurrió algo parecido. Si un papa no es un comunicador, y Ratzinger no era un gran comunicador, debes ayudarle más en eso que en cualquier otra cosa, no puedes dejar que se exponga al ridículo.

¿Bertone representaba la unidad en el Vaticano? El catolicismo es mucho más grande que Bertone, un hombre no especialmente brillante.

Bertone llegó a tener a todo el mundo en contra. El único que ha alcanzado su nivel es Berlusconi, en el sentido de que, políticamente, ha conseguido que todos se uniesen en su contra en un cierto momento. El cuerpo diplomático vaticano, el Opus Dei, los focolari… Todos contra Bertone, porque era un hombre inadecuado, cuanto menos. Con Bertone no me tomaría ya no digo un café, ni siquiera un vaso de agua. Bertone debería repugnar y ofender a cualquier hombre honrado.

Cuando al fin fue forzado a abandonar, denunció una conspiración en su contra.

Cierto, porque quería irse con la cabeza alta. Los presuntos conspiradores eran tan malvados que lograron que fuera elegido un papa excelente [Francisco] y él tuvo que marcharse. Si él era el bueno, no se entiende por qué el nuevo papa no quiso mantenerle a su lado. Bergoglio fue bastante duro con él.

La desaparición de Bertone fue casi inmediata.

Francisco le aisló desde el primer momento, y después, parece, le dijo: «O te vas, o te echo». Eso es lo que me han asegurado, pero no tengo la certeza.

Gianluigi Nuzzi para Jot Down 4

Hablando de cuestiones económicas, ¿qué puede hacerse con el eternamente conflictivo IOR?

El IOR no debe cerrarse, sería un error. Creo que deben unificarse todas las cuentas bajo una única estructura, crear mecanismos de transparencia y echar a cierta gente, como está haciendo Francisco: ha despedido al director y al vicedirector del IOR, y a personajes como Paolo Mennini, hijo del excolaborador de Paul Marcinkus. Juan Pablo II no quiso cambiar nada tras el escándalo del Banco Ambrosiano y el descubrimiento de la relación entre el IOR y la mafia. Marcinkus dejó de ser presidente del IOR en 1989, pero no salió del Vaticano hasta 1996. Permaneció allí siete años más, y no precisamente jugando a cartas. Paolo Gabriele me dijo: «Marcinkus era un hombre muy generoso, en el Vaticano todos le querían. Daba de beber a los obreros cuando trabajaban». En una monarquía absolutista se valoran esos gestos, y por ello alguien como Paolo hablaba positivamente de Marcinkus. Volviendo al IOR, hay que acabar con el sistema que ha prevalecido desde la posguerra hasta hoy, el sistema CIA-Democracia cristiana-crimen organizado, un sistema diseñado para canalizar dólares hacia Italia para luchar contra el comunismo, luego utilizado por la mafia o para financiar el sindicato polaco Solidaridad. No viene al caso, pero el padre de Marcinkus era uno de los chóferes de Al Capone. Wojtyla protegió el sistema. Después de Marcinkus llegó monseñor Donato de Bonis, que acogió las cuentas secretas de la política italiana. Ettore Gotti Tedeschi intentó cambiar las cosas y le echaron. Fue acusado de ladrón y el hombre cayó en la paranoia, sufrió un daño enorme.

¿Debe el IOR permanecer en el Vaticano, o debe trasladarse físicamente al exterior?

Dentro está bien. Es un problema de normas y de hombres. ¿Por qué no debería el Vaticano tener un banco?

No me refiero a su propiedad, sino al emplazamiento físico.

Sí, debería salir de ese torreón medieval, es un símbolo oscuro.

Después de tres libros, ¿su trabajo ha terminado?

No lo sé.

¿Aún queda material?

Sí, pero no tengo una fijación; estoy satisfecho.

Como especialista en sucesos, ¿por qué Italia es tan prolífica en misterios policiales y asuntos que nunca se resuelven?

Italia es el único país donde han nacido y crecido varias formas de crimen organizado que han sido exportadas al resto del mundo. Ningún otro país en el mundo tiene la mafia siciliana, la ‘ndrangheta calabresa, la camorra napolitana, la sacra corona unita apuliense… Esto ante todo. En segundo lugar, Italia es una república muy joven, y ha vivido épocas de fuertes tensiones sociales. No solo ha sufrido el crimen organizado, también el terrorismo de derechas y el de izquierda. Y, además, es el país donde está el Vaticano, un elemento positivo pero condicionante. Durante un tiempo, el Vaticano tuvo una enorme influencia electoral; hoy el voto católico se ha disgregado. También hay que tener en cuenta que es un país muy diverso. En Bolzano [norte] te encuentras a la ancianita que se enfada con el guardia urbano porque hay un poco de hielo en la acera. Si en Bolzano aparcas en las áreas reservadas a los discapacitados, toda la ciudad te retira el saludo, les eres ajeno, no formas parte de ellos. En Nápoles ocurre lo contrario. Yo soy medio napolitano y medio trentino, y conozco ambas realidades. Incluso España es más homogénea. En nuestro país, un siciliano y un friulano no se entienden cuando hablan. Y, finalmente, tenemos una tasa de corrupción muy alta. Hablo en general e incluyo como microcriminalidad la evasión fiscal, popularmente tolerada.

Gianluigi Nuzzi para Jot Down 5

Fotografía: Massimo Di Nonno

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9 Comentarios

  1. Roberto Castro

    Encantado con esta entrevista pero tengo una pregunta. Está claro que el Vaticano ejerce influencia en todo el estado italiano, pero con estos cambios que realiza el nuevo Papa, ¿puede cambiar la política italiana a mejor?

    Saludos.

  2. Enric, sempre perfecte entrevistant.

  3. Y esa es la «casa de dios» en la Tierra, vaya estercolero.

  4. Pingback: Gianluigi Nuzzi y Enric González o el oscurantismo en el Vaticano

  5. Interesante entrevista. No conocía el trabajo de este periodista italiano pero está claro que habrá que seguirle la pista a partir de ahora.
    Una cosa, que no me viene de leer esta entrevista, en todo caso lo refuerza, sino que es algo que me viene rondando la cabeza desde hace un tiempo, casi desde el momento en que el papa Francisco asciende a su puesto actual: nuestra izquierda comecuras (por si a alguien le interesa, seguro que no, no soy creyente, de modo que soy poco sospechoso de desear una especie de «regreso a las esencias» ni otras idioteces al uso) puso a bajar de un burro al papa Francisco por su pasado supuestamente antiizquierdoso y supuestamente colaborador con la Junta Militar argentina en los 70. Ahora todos son parabienes: un papa moderno, conciliador, con ganas de limpiar su patio trasero, sencillo, enemigo del boato y el despilfarro, etc. etc. ¿Cómo va a solucionar nuestra intelligentsia semejante esquizofrenia? Es que corremos el riesgo de empezar a llamar a la Iglesia una fuerza de progreso, conque imagínense el problemón… Les adelanto la solución: del mismo modo que el comunismo es un desastre porque se aplicó mal… en otros lugares, la Iglesia está bien, pero no la española, carca a más no poder: la Iglesia buena es… la de otros lugares. Si es que está claro: qué sería de nosotros sin «otros lugares»…

  6. Romantxus

    Hay una pequeña errata en el apellido del capo de la Banda de la Magliana al que se alude en la entrevista, no es «De Predis» sino «De Pedis». Más allá de ese pequeño error su nombre era Enrico de Pedis, y su alias Renatino, nunca escuché/leí la forma Renato de Pedis.

    Interesantísima entrevista, como lo son los secretos vaticanos

  7. Oxímoron

    Muy interesante, como todo lo de Enric. Me ha faltado quizá una pregunta, que creo hubiese sido positiva para contextualizar al personaje y su obra ¿Es Nuzzi católico?

  8. pablo alejandro villa maldonado

    excelente, simplemente excelente entrevista.

  9. JHONNBLUE

    ME INTERESO QUE SALDRE A COMPRAR EL PRIMER VOLUMEN DE SUS OBRA.

Responder a Roberto Castro Cancel

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