Política y Economía

La guerra que cambió todo

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Soldados británicos durante la batalla de Broodseinde en 1917. Fotografía: Ernest Brooks (DP).

En 1908 Dietrich Graf Von Hülsen-Haeseler, jefe del secretariado militar del káiser Guillermo de Alemania, moría de un infarto mientras ejecutaba un pas de seul vestido con un tutú rosa en un chalet de caza en la Selva Negra ante el mismísimo emperador y sus amigos.

Unos años después, el 28 de julio de 1914 (el día que Austria-Hungría declaró la guerra a Serbia), la noticia que causaba sensación en París era la absolución de Madame Caillaux tras haber confesado el asesinato de Gaston Calmette, director del periódico Le Figaro. El motivo, para escándalo y polémica en toda Francia, era que la cobertura del periódico de su affaire con su marido, el ministro de finanzas Joseph Caillaux, antes de su primer divorcio, la había llevado a vengarse contra el periodista para proteger a su amado esposo en un crimen de pasión incontrolable.

La Europa en los años anteriores a la Primera Guerra Mundial era un lugar fascinante. El continente (fuera de los Balcanes) llevaba más de cuarenta años sin guerras; y casi un siglo sin conflictos generalizados. La Revolución Industrial, durante muchos años un fenómeno casi exclusivamente británico, se había extendido por todo el continente. Las nuevas riquezas habían traído consigo una explosión de creatividad artística en todo el continente y una creciente movilización de la clase trabajadora para conquistar derechos sociales. Los europeos contemplaban entusiasmados  los mayores saltos tecnológicos de la historia de la humanidad.

La esperanza de vida aumentaba, la prosperidad se expandía, el comercio y la industria crecían sin límite aparente. No es de extrañar que Karl Marx, a finales del siglo XIX, escribiera sobre la posibilidad de una sociedad futura donde la escasez no existía y los productos del capital podían servir a las masas. El futuro parecía ser un lugar donde la tecnología y la industria iban a liberar al hombre de la miseria definitivamente.

En verano de 1914, sin embargo, muchas de esas tendencias se extinguieron. La Primera Guerra Mundial, un conflicto que es a menudo visto como un prólogo de los horrores de la segunda, es probablemente el mayor punto de ruptura de la historia europea reciente. Lejos de ser la «guerra inútil» de los poetas y los campos de amapolas de Flandes, la Gran Guerra es probablemente el conflicto más importante del siglo XX, y el verdadero origen del mundo contemporáneo. La crisis de 1914 y los cuatro años de batallas que asolaron Europa hace cien años cambiaron la faz del continente más que cualquier conflicto desde la Guerra de los Treinta Años. Vale la pena repasar por qué.

1. El final de un mundo cada vez más democrático

La Europa de 1913 era un continente de monarquías: Alemania, Austria-Hungría, Rusia, Reino Unido, Italia y Turquía estaban bajo la autoridad de un rey, sultán o emperador. Entre las grandes potencias, solo Reino Unido y Francia tenían sistemas políticos reconociblemente democráticos; el resto eran regímenes más o menos autoritarios.

Un fenómeno común en todos estos estados, sin embargo, era el lento pero inevitable avance de la democracia. En los años anteriores a la Gran Guerra, Austria-Hungría estaba moviéndose hacia un régimen cada vez más pluralista, especialmente en el lado austríaco. Francisco José, el heredero de la corona, tenía la intención de mover la monarquía dual hacia un sistema federal. La Alemania post Bismarck tenía un sistema político cada vez más representativo; en 1913 la política exterior y defensa eran los únicos apartados exclusivamente en manos del káiser. En Turquía, un golpe militar había acabado con el poder del sultán y empezaba a mover el país lentamente hacia un sistema más abierto. Incluso la Rusia zarista, tras el desastre de 1905,  había creado un parlamento con atribuciones crecientes. Aunque los zares nunca estuvieron cómodos compartiendo poder con la duma, el régimen político ruso avanzaba perezosamente hacia la liberalización.

La Gran Guerra supuso una colosal fractura en estos cambios. Rusia se sumió en guerras civiles primero, y acabó degenerando en un espantoso experimento totalitario. Alemania vivió una breve experiencia republicana antes de caer en la dictadura. Los restos del Imperio austrohúngaro acabaron siendo fagocitados por Alemania o convirtiéndose en una miríada de dictaduras y monarquías fallidas. La caída de los viejos imperios, lejos de producir democracia, acabó generando años de caos y gobiernos tiránicos.

2. El final de años de prosperidad

Los años previos a la Gran Guerra son años de crecimiento económico, fuerte, sostenido y generalizado en casi todo el continente. La economía rusa crecía a un ritmo anual superior al 8% en los años previos a la guerra. Alemania pasó de ser un conjunto de principados agrícolas a una potencia industrial mayor que Inglaterra en apenas cuatro décadas. Austria-Hungría tuvo unas tasas de crecimiento por cápita cercanas a un 2% en las décadas anteriores a la Gran Guerra, casi el doble que el Reino Unido o Francia, y mayores que incluso en Alemania.

La concentración de la riqueza en Europa había aumentado, pero en los años anteriores a la guerra el movimiento obrero empezó a cosechar victorias. Son los años del presupuesto social de Lloyd George y la creación del estado de bienestar corporativo de Bismarck, las primeras leyes sociales francesas y la progresiva reducción de la jornada laboral. Para un obrero en la Europa de 1913, el mundo era aún un lugar sucio y relativamente peligroso, pero el futuro parecía ir a mejor.

La Gran Guerra supuso un cambio radical en esta tendencia. Los años de posguerra trajeron consigo una década de crecimiento económico limitado en casi toda Europa. El Reino Unido se ahogo estúpidamente en sus propias deudas, volviendo al patrón oro con una paridad desastrosamente alta. Alemania se pasó una década entre el estancamiento y la hiperinflación. Rusia adoptó un modelo de crecimiento tan extensivo como salvaje, con horribles hambrunas incluidas. Los herederos de la monarquía dual se perdieron en economías aisladas y débiles, vulnerables a crisis externas.

Solo Francia y Estados Unidos tuvieron unos años veinte realmente prósperos, aunque por motivos distintos. Francia devaluó su moneda al acabar la contienda, reentrando en el patrón oro con un franco debilitado y un potencial exportador enorme. La República se pasó toda la década absorbiendo las reservas de oro de sus vecinos en un proceso que acabaría por desestabilizar el patrón oro y contribuiría a crear la crisis de 1929. Estados Unidos, con su economía intacta de los horrores de la guerra, se benefició tanto de su condición de nuevo banquero del mundo como de su extraordinaria capacidad industrial. Los americanos en 1918 acumulaban más del 40% de la producción industrial del planeta. Para su desgracia, metieron el dinero en una burbuja financiera monumental, la otra causa de la Gran Depresión.

3. El final de la primera globalización

En 1913 alguien que quisiera mudarse a Londres, Cleveland, Viena o Berlín solo tenía que comprar billetes y marcharse. La idea del permiso de residencia o pasaporte era en gran medida un concepto ajeno a la realidad europea en 1913; los años de cuotas migratorias, visados y demás barreras a la libre circulación de personas quedaban lejos. Son los años de Ellis Island, las oleadas de inmigrantes a Estados Unidos y Argentina (por aquel entonces, uno de los países más ricos de la tierra) y la Belle Epoque del intelectual cosmopolita europeo. Durante unos meses en 1912, Stalin, Trotsky, Tito y Hitler estuvieron viviendo en Viena sin que nadie se molestara a preguntarles qué hacían ahí. Un 10% de la población mundial emigró de un país a otro entre 1870 y 1925, una cifra gigantesca.

La globalización en los años de preguerra no se limitaba al movimiento de personas, sin embargo: en 1913 el libre comercio era una de las bases de la economía internacional. Aunque los países europeos se metían en guerras arancelarias ocasionales, el ferrocarril y la navegación a vapor hicieron los intercambios de bienes algo factible. Los precios de productos como trigo, ternera, acero o algodón pasaron de ser locales a ser globales; una cuarta parte del PIB del Reino Unido y una quinta parte del alemán e italiano provenía del comercio exterior, unas cifras que solo fueron alcanzadas nuevamente a principios del siglo XXI. Aunque no fue una era de estricto libre comercio (con la excepción del Reino Unido, probablemente) la globalización de principios del siglo XX contribuyó de forma dramática a la prosperidad en las décadas anteriores a la guerra. 1914 representó el final de una era, y el retorno a economías cerradas hasta bien pasada la Segunda Guerra Mundial.

4. Cambios de fronteras

El mapa de Europa cambió de forma dramática tras la Gran Guerra. Cuatro de los seis principales beligerantes sufrieron un cambio de régimen en su práctica totalidad (Alemania, Rusia) o se desintegraron casi por completo (Austria-Hungría, Turquía). Entre las cenizas aparecieron estados que o bien llevaban desaparecidos varios siglos (Polonia, Checoslovaquia/Bohemia, Hungría) o bien nunca habían existido con anterioridad (Yugoslavia).

Muchos de estos estados sucesores resultaron en estados fallidos (Hungría) o demasiado débiles para poder resistir ataques de otras potencias (Lituania, Estonia, Polonia, Checoslovaquia). En los años anteriores a la Primera Guerra Mundial, Karl Schwarzenberg, príncipe de una las familias aristocráticas de Bohemia, defendía la monarquía dual como garante de la paz, libertad y justicia de los checos ante las depredaciones alemanas y rusas. El tiempo le dio la razón.

5. La entrada de Estados Unidos en el sistema internacional

Hasta 1917 Estados Unidos era la mayor potencia económica del mundo, pero apenas interactuaba con él. Dejando de lado la épica paliza a los españoles en 1898, los americanos no se habían metido en líos fuera de su continente. La estupidez alemana con su guerra submarina ilimitada forzó a los Estados Unidos a entrar en la guerra, en vez de limitarse a financiarla. Su participación en 1918 fue relativamente limitada; Francia y Reino Unido probablemente hubieran podido derrotar a Alemania en 1919 sin las tropas americanas. El papel de Estados Unidos en las negociaciones de paz, sin embargo, con su defensa del derecho a la autodeterminación contribuyeron decisivamente tanto a la enorme chapuza que fue el mapa europeo de posguerra como al final de colonialismo, décadas después. Su intervención en 1942-1945 fue mucho más decisiva, pero eso vendría después.

6. La primera guerra total

En los primeros días de la guerra, durante las 312 horas que el estado mayor alemán había planificado para movilizar sus ejércitos, 11.000 trenes llevaron 119.754 oficiales, 2,1 millones de soldados y 600.000 caballos de toda Alemania a los puntos de concentración en las fronteras con Francia, Luxemburgo y Bélgica. Los siete ejércitos del Kaiser cruzaron los puentes del Rin hacia Alsacia y Bélgica en 560 trenes al día, cada uno con 54 vagones.

Europa había visto grandes ejércitos en guerras anteriores, y el mundo había visto grandes movimientos de tropas en ferrocarril durante la Guerra Franco-Prusiana o la Guerra Civil Americana. Los ejércitos de la Primera Guerra Mundial y su gigantesca capacidad destructiva eran algo completamente nuevo. La Gran Guerra fue el primer conflicto donde las batallas duraban semanas o meses de forma rutinaria, y los soldados a menudo se mataban sin verse.

….

La Gran Guerra fue, en gran medida, el final del sueño decimonónico del progreso estable y lineal de la humanidad. En los años posteriores a la guerra Europa y el mundo entero empeoraron dramáticamente por primera vez desde el final de las guerras napoleónicas. Las cosas no iban a mejor, empeoraban. Los avances del siglo XIX, lentos, deliberados pero cada vez hacia un mundo mejor (ya fuera burgués o proletario; la lucha de clases estaba bien viva en esas fechas) se rompieron. La historia de Europa tras 1914 es la historia de un continente intentando recuperar esa senda de progreso, y topándose con todos los problemas heredados tras la Gran Guerra para intentar conseguirlo.

lovaina
Lovaina, Bélgica, al término de la guerra. Fotografía: DP.

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32 Comentarios

  1. Está muy bien el artículo,has desarrollado casi todas y cada una de las mentiras que nos meten en los libros de historia del Instituto.Enhorabuena!

    • A mi me parece un copypaste total, ademas ya he visto webs y blog de historia que tienen la misma estructura que este articulo. Nada original en mi opinion, y nada trabajado.

  2. Muy pobre este articulo, mucho corta y pega de diferentes web que solo se dedica a dar numeros y datos. Por cierto, Austria Hungria no se planteaba moverse a un sistema federal, es que se lo demandaban los territorios del imperio pero no era una cuestion que se plantease la monarquia austriaca, y bueno, el parlamento Ruso era una porqueria y al final era el propio Nicolas II quien seguia gobernando

  3. Pingback: I Guerra Mundial: La guerra que lo cambió todo | Gerardprieto's Blog

  4. A rebufo del artículo recomiendo el comic Puta Guerra de Tardi y Verney. Aunque bajo el prisma de un soldado raso es interesante ver la evolución de la sociedad a la par de la sofisticación del armamento en el transcurso de la guerra

  5. Pues a mí me ha gustado mucho el artículo pero los comentarios no, no entiendo esto de que algunos pocos se dediquen a destrozar el trabajo de los demás, si no te gusta deja de leer a las pocas líneas, te vas a otra web y punto

    • ¿Qué, pasa, que sólo puede haber comentarios elogiosos? Es lo que tiene exponer tu obra al mundo, que puede haber a quien no le guste y encima te lo diga, fíjate qué cosas.

  6. Fer Foxache

    Pues a mí me ha gustado el artículo. El punto 3 debería decir «fin de la 2ª globalización». La primera habría sido tras el descubrimiento de América, provocada por la plata española. El dólar español fue moneda mundial y el comercio en gran parte del mundo se pagaba en gran parte en esa moneda.

    Y por cierto, noto que Roger escribe mucho mejor en JD que en Politikon. ¿Tiene JD editores? Bienvenidos son.

  7. A Marc Ferro le gusta esto

  8. edad_dorada

    Atención, Roger ha declarado muerta la lucha de clases (estaba bien viva en ese momento, ergo ahora no). Ha de cretado la democratización zarista. Ha dictaminado a absolución de los EE. UU. (Como solo masacraban más allá del meridiano de Greenwich). Ha emitido resolución según la cual la revolución rusa es el demonio. Ha reescrito a Marx, ha reinterpretado la maldad según la cual que un gobierno masacre poblaciones completas (para el poco espabilado, concreto: África) no interfiere en una supuesta democratización a pasos agigantados. Roger nos ha hecho ver que una especie fundamentalmente migrante es…Fundamentalmente migrante. Y que estados del bienestar sin desarrollar ni articular (por favor, el primer intento serio fue el de los laboristas en R.U., no esos magníficos imperios y reinos democráticos pre guerra) no exigían visado para el libre tránsito cosa que Roger parea con el libre comercio sin aranceles porque como el mismo Roger ha legislado, lo uno va con lo otro y ambos están al servicio del progreso humano y en igual medida (la U.E. es el mejor ejemplo) y los tratados de libre comercio son la panacea, el instrumento del bien.
    Roger, nos has iluminado.

  9. Pingback: La guerra que cambió todo

  10. La globalización es un producto de la sociedad posindustrial; en ningún caso se puede hablar de ella antes de los años setenta, pues si bien desde el siglo XV se produjo un proceso de mundialización, la globalización supone algo netamente diferente, pero, sobre todo, la superación de cualquier barrera espacio-temporal.

    El artículo es muy poco original y peca de un optimismo algo infantil al edulcorar de la manera que lo hace los años anteriores a la Gran Guerra. Por otro lado, la democracia no se vio frenada por el conflicto; al contrario, los viejos imperios cayeron junto a los caducos y cerrados sistemas liberales, ampliándose la democracia (cuantiativa y cualitativamente) durante la primera parte del Periodo de Entreguerras, pero las enormes dificultades y los errores cometidos hicieron que pronto fueran abriéndose paso dictaduras de todo tipo.

    Es un tema apasionante; una pena que el autor del texto no parezca un experto (no digo ya historiador, que sé que no).

  11. Cuanto historiador con ínfulas de superioridad que hay por aquí, no?

    • Mandonio II

      Te doy toda la razón Gustavo. De hecho me planteo si es algo inherente a nuestra profesión. O justo lo contrario, cuando admites no conocer algún dato en concreto (sea delante de quién sea) caes en segundos en el más absoluto descrédito social. Saludos

  12. En primer lugar, una matización: el heredero de la corona austrohúngara no se llamaba Francisco José. Ése era el valetudinario viudo de Sissí. El heredero que la espichó en Sarajevo se llamaba Francisco, sí; pero Fernando.

    Creo que las críticas que has recibido en los comentarios, acertadas en algunos puntos (algunos análisis son un tanto superficiales; pero el que esté libre de pecado…) provienen de que algunos de tus lectores no han entendido (eso quiere decir que no lo has explicado bien) el objetivo de tu artículo; que no es tanto entrar en los motivos de la primera guerra mundial, como en los permanentes cambios que introdujo.

    Lo cierto es que a mí se me escapa cómo se puede hablar de esto (de los cambios) sin hablar de lo otro (de los motivos), porque una cosa está en la otra. Siempre se dice que si antes de la PGM es que había unos estados plurinacionales que no iban a poder aguantar, y tal (tesis que nunca he entendido: Rusia, estado plurinacional, plurirracial y políglota donde los haya, no sólo pervivió, sino que se engrandeció). Pero se habla poco, tú menos que poco, sobre el problema que para la Europa de 1870 para adelante (porque Verdún no se entiende sin Sedán) supone encajar en el puzzle dos naciones nuevas: Italia y, sobre todo, Alemania.

    Por lo demás, en mi modesta opinión cometes el error de ver el pasado con los ojos del presente. El tema democracia sí, democracia, no, podrá ser, Alabado Sea Alá, muy importante hoy en día. Pero en la génesis de la PGM tiene lo mismo que ver que las opiniones de Bertín Osborne sobre la mejor forma de hacer salmorejo.

    Y, bueno, que es cierto que la ruptura del imperio vienés generó un rosario de dictaduras. Pero, al menos, una mención a Checoslovaquia no vendría mal…

  13. tikismikis

    Sin leer todo el artículo, una puntualización en el primer apartado:
    «Los restos del Imperio austrohúngaro acabaron siendo fagocitados por Alemania o convirtiéndose en una miríada de dictaduras y monarquías fallidas.»

    Checoslovaquia fue un estado tremendamente democrático, a pesar de ser un estado nuevo, hasta la ocupación nazi y su partición. Los valores sociales de este periodo breve pero intenso (1918 a 1938) son la raíz de la Primavera de Praga.

  14. tikismikis

    Tres puntualizaciones en el punto 4:
    -Yugoslavia no aparecería hasta 1929, siendo primero un reino «de Serbios, Croatas y Eslovenos» lo cual provocó no más de un problema entre algunos de sus súbitos que lo veían como un reino serbio extendido ya que el monarca seguía siendo el rey de Serbia.
    -Checoslovaquia fue desde su primer momento un estado bi-nacional de checos y eslovacos por lo que fue un algo novedoso. No es comparable a Bohemia como se indica en el texto.
    -Hungría no reaparece ya que estaba ahí de nuevo desde 1848. Es interesante ver que tras la I Guerra Mundial se convierte en un reino sin rey gobernado por un almirante sin mar por lo que merecería una mención aparte, ni reino ni república pero ya una figura autoritaria (Horthy) gobernando.

  15. Joer, yo tampoco soy un experto en historia pero me basta para ver mil inexactitudes en este articulo, patinazos casi siempre que orientan a la direccion que parece interesarle al escritor sobre un principio de siglo xx que discurria por el camino de baldosas amarillas a algun tipo de oz ultracapitalista donde los patrones no contrataban sicarios para acabar con los lideres sindicales que pedian trabajar 8 horas o burradas similares

  16. Pingback: [2-5-14] 100% Reserve Banking & The Neo-Fisherite Rebellion | Caótica Economía

  17. Haya o no otras webs en las que aparezca asimismo esta información, no hay que quitar valor al hecho de resumirla y ponerla toda junta.

    • Pues yo te recomiendo que no pierdas el tiempo y te leas un buen libro sobre el tema, que los hay a puñados.

  18. Pingback: De la paz a la guerra

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