Ciencias

Maternidad y salud mental: el último tabú

Fotografía: « м Ħ ж » (CC).
Fotografía: « м Ħ ж » (CC).

¿Puedo ser buena madre si tengo un trastorno mental? ¿Cómo afectará la medicación al feto?¿Heredará mi hijo el trastorno? ¿Cómo voy a cuidar de un niño si yo misma necesito que me cuiden a veces? ¿Tendré más posibilidades de sufrir depresión posparto? ¿Cómo le explicaré a mi hijo mi enfermedad? Miles de mujeres se hacen este tipo de preguntas cuando el instinto de ser madres choca con el estigma social y el autoestigma.

Albert, ¿tú sabes lo que le pasa a mamá?

Con estas palabras, Ino Moya encaró una de las conversaciones más difíciles de su vida. Fue el día en que explicó a su hijo mayor, en términos que pudiera entender a sus once años, que padece un trastorno bipolar y que estuvo ingresada en su día.

— ¿Has estado en el manicomio?
— Se llama psiquiátrico.
— ¿Pero estás mal de la cabeza?
— No, hijo. Mamá tiene un trastorno mental, pero puede hacer todo lo que quiera.

Ino, contable, «terapeuta de reiki y especialista en bioneuroemoción», decidió revelarle a su hijo su enfermedad, pues está convencida que los secretos influyen en el desarrollo de los niños. Más tranquila y segura, se lanzó tiempo después a contárselo al pequeño, de siete años, y la conversación fue sensiblemente más corta:

Ferran, ¿tú sabes lo que le pasa a mamá?
— Sí. Que estaba mal de la cabeza, pero ya está bien.

«Yo nunca había querido ser madre, pero mi primer hijo me dio la vida», reconoce Ino, que tuvo a Albert con treinta y dos años, cinco años después de ser diagnosticada con un trastorno mental. «La enfermedad supuso un punto de inflexión en mi vida, pero tener a mi hijo, ¡eso sí que fue un antes y un después!», exclama. «Me ayudó a darme cuenta de que yo era capaz de hacer lo que cualquier persona, y me dio una fuerza impresionante», añade.

Cuidar y ser cuidada

«¿Seré capaz de cuidar de un hijo si a mí me han tenido que cuidar?». Esta pregunta daba vueltas en la cabeza de Ino cuando empezó a sentir ganas de ser madre, y es la misma duda que reconocen haber tenido las demás mujeres con trastorno mental consultadas para este reportaje. «Hablé con mi marido y lo consultamos con mi psiquiatra, que nos dijo que no habría problema, porque ya llevaba bastante tiempo estabilizada. Me dijo que sería cuestión de dejar la medicación unos meses antes de la gestación, ya que puede dañar al feto». Ino cuenta que pudo dejar de tomar sin problemas el litio, un estabilizador del estado anímico, pero le fue imposible con el ansiolítico, así que la psiquiatra optó por sustituirlo por otro más indicado para el embarazo. «En ese momento, me arriesgué a que mi vida se desequilibrara, porque había algo dentro de mí que me movía a hacerlo», relata.

No es el caso de Sonia Avellaneda, una pedagoga social diagnosticada de trastorno límite de personalidad (TLP). Con cuarenta y dos años ya no se plantea tener hijos. «Quizá ya sea tarde. Me faltaría una vida para ser madre», confiesa. Durante una época trabajó en un Equipo de Atención a la Infancia y la Adolescencia (EAIA) y vio muchos casos de madres con problemas de salud mental que habían perdido la custodia de sus hijos. «Una vez tuve que evaluar si una madre con el mismo trastorno que yo podía tener visitas con su hijo», explica. «¡Yo, que por aquel entonces escondía en el trabajo mi diagnóstico!», revela. «En esa época aumentó mi miedo a la maternidad: me traumatizó ver a niños tutelados, abandonados. Me ha podido más el miedo a no ser buena madre que las ganas de tener hijos», confiesa.

Y no es para menos. Un 45 % de los padres con trastorno mental acaban perdiendo la tutela de sus hijos, y casi un 40 % de los hijos de personas con trastorno precisan ayuda de servicios sociales o de salud mental, según datos facilitados por Raquel del Amo, directora y psicóloga del Proyecto Casa Verde, una iniciativa de la Fundación Manantial que se dedica al seguimiento de hijos de personas con trastorno y al apoyo a los padres para compensar los posibles déficits durante la crianza. No obstante, Del Amo aclara que «tener un trastorno mental no implica que las personas vayan a ser malos padres, pero es una población de riesgo y hay que prevenir y apoyar a los hijos y a los padres para que pueda desarrollarse un vínculo emocional estable».

El vínculo del apego

Según Del Amo, el miedo de las personas con trastorno a no ser buenos padres, que «en principio podría constituir un factor de riesgo para el cuidado de los hijos, en realidad muchas veces funciona como factor de protección, porque estos padres no quieren que sus propios hijos pasen por sus mismas experiencias, y mucho menos que desarrollen una enfermedad mental».

Anna, publicista de cuarenta años y diagnosticada de trastornos de ansiedad y TLP ha sido madre hace un año y medio. Nunca se había planteado si su problema de salud mental sería un impedimento en la maternidad, y cuando se sintió preparada dio el paso. «Sobre todo, porque no lo hice sola: llegó el momento y estaba con la pareja adecuada, pero como tenía ya treinta y ocho años, nos costó mucho». Hacía cuatro años que no se medicaba, así que no necesitó ayuda profesional, pero al reincorporarse al trabajo tras el embarazo, tuvo problemas laborales que la desequilibraron anímicamente y pidió ayuda: «Decidí estar bien, sobre todo por mi hijo, y el psiquiatra me recetó un antidepresivo que se puede tomar durante la lactancia».

Precisamente por su experiencia de salud mental, Anna no quiere que su hijo reproduzca patrones y por ello está haciendo un tipo de crianza «muy consciente, muy cercana y amorosa», explica. «Quiero que tenga una base emocional muy sólida y a través del juego le educo para que empiece a adquirir la seguridad de la que yo carecí durante mi infancia», remacha.

La psicóloga de la Fundación Manantial coincide en la importancia de las relaciones tempranas del bebé con sus cuidadores: «Es en la relación con la madre donde el niño aprenderá su manera de amar, así como adquirirá la seguridad que tendrá posteriormente en su futura vida de adulto», explica Del Amo. «Este vínculo es el que llamamos apego, y es fundamental para el desarrollo del ser humano». Según ella, que una persona con trastorno mental pueda criar hijos vendrá determinado de «si son capaces o no de establecer un vínculo de apego».

Estigma y autoestigma

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Fotografía: Ed Beard (CC).

Las cuatro mujeres consultadas para hacer este reportaje aseguran haber contado con el apoyo de sus respectivos psiquiatras al preguntarles por la posibilidad de ser madres. Sin embargo, en muchos casos, la presión social ha sido un problema. «Socialmente, te capan como mujer cuando te diagnostican un trastorno mental», explica Sonia. «A menudo he oído: “bastante tienes con cuidarte a ti misma, no te puedes encargar de nadie más”, y eso me ha pesado durante muchísimos años», reconoce.

Por su parte, Mónica Civill, una psicóloga de treinta y nueve años diagnosticada de trastorno bipolar y que no tiene hijos, señala: «la sociedad te dice que eres normal si estudias, trabajas, tienes una pareja y luego hijos… y cuando aparece un trastorno mental, todo eso se rompe». Así, mientras «el resto de la gente tiene hijos sin pensárselo tanto ni ser consciente de lo que supone», la sociedad pone a las personas con trastorno «todas las trabas del mundo» para la maternidad.

A ello se suma el autoestigma, un fenómeno tan paralizante como el estigma social. «Tus propios prejuicios y las creencias que tienes interiorizadas respecto a tu trastorno pueden ser un impedimento mayor que el trastorno mismo», señala Ino, quien asegura que «con información y ayuda», se puede vencer ese miedo.

«La persona que más me ha estigmatizado a lo largo de mi vida he sido yo misma», reconoce Mónica, que hace algún tiempo estuvo cerca de intentar tener hijos con una pareja anterior. «Me dijeron que debía dejar la medicación tres meses antes de la gestación y después volver a introducirla, cosa que no me pareció nada segura para la salud del feto, ya que la medicación puede provocar malformaciones. Además, puesto que llevo tantos años tomando, tuve miedo que también fuera un factor de riesgo para el feto», recuerda. Otro tema que le preocupaba era la depresión posparto: «si tienes un trastorno mental, seguro que tienes muchos números de padecerla». Ahora, Mónica podría animarse a ser madre con su actual compañera sentimental. «Al ser mi pareja una mujer, se me abre una nueva oportunidad», confiesa, «es un tema muy delicado y serio, pero ya no solo depende de mí el embarazo. Si ella se queda embarazada, habría menos riesgos».

¿Mi trastorno es hereditario?

Otro de los miedos recurrentes tiene que ver con la posibilidad de que el hijo herede el trastorno mental. Un riesgo que varía en función de la enfermedad de que se trate: algunas, como el trastorno bipolar, no son hereditarias, pero otras pueden serlo en mayor o menor medida. «El riesgo de que el hijo desarrolle esquizofrenia si uno de sus padres la padece es del 10 %, y del 30 % si la tienen ambos padres», explica Del Amo, quien añade que «los hijos de padres con depresión tienen un riesgo de alrededor del 50 % de padecer una depresión».

Anna reconoce este miedo, pues por parte de ambos padres tiene familiares con problemas de salud mental. «Pero mi marido es diabético y también tengo miedo a que tenga un problema con el azúcar», relativiza Anna, quien considera clave la normalización de estas problemáticas. «Y si algún día tiene dificultades, me gustaría que pudiera hablar conmigo y pedirme ayuda, porque a mí me costó mucho hablar con mis padres sobre mis problemas de salud mental», confiesa.

Para casos así, la adopción podría ser una solución, aunque el asunto es bastante complejo al estar sometido a legislación nacional y también autonómica, por lo que varía en función de la región. En cualquier caso, el hecho de tener un trastorno mental suele conllevar la denegación del certificado de idoneidad para adoptar.

Según Nuria Miranda, una psicóloga que ha trabajado nueve años en el campo de la adopción, «no todos los trastornos son iguales ni afectan de la misma forma a la vida de las personas». Indica que la decisión final está en manos del departamento encargado en cada comunidad autónoma de determinar si un aspirante es o no apto para adoptar. «Se tendría que valorar cada caso como único, teniendo en cuenta también si se trata de una pareja y qué tipo de soporte familiar o social tienen», señala. La cosa se complica aún más en el caso de la adopción internacional, ya que, además de la normativa española y autonómica, hay que tener en cuenta la del país de procedencia del menor.

Sea como sea, señala Mónica, «si ya es difícil adoptar para cualquier persona, si tienes un trastorno mental, es imposible: se nos cierran todas las vías», lamenta. Sonia cree que «es un sistema injusto si no se acepta que seas madre de adopción aunque tu pareja no tenga ningún diagnóstico: parece que todo el peso recae en la mujer únicamente», denuncia.

El embarazo y el posparto

Preguntada acerca de los períodos más críticos en la crianza, Del Amo señala «la concepción del hijo, el embarazo, el parto y sobre todo los primeros años de la vida del niño». Bajo su punto de vista, «durante el proceso de convertirse en madre, ocurren importantes procesos en la mujer, a través de los cuales su identidad y rol sufren importantes transformaciones». Y si a esto se añade la ingesta de medicación psiquiátrica, el riesgo de desarrollar un desequilibrio mental aumenta.

Quizá por eso, para Ino su primer embarazo fue «agridulce, entre mucha ilusión y mucho miedo, tanto que no podía dormir: mi marido me leía libros para que cogiese el sueño». Para más inri, la Seguridad Social le cambió a su psiquiatra por uno nuevo que decidió quitarle el ansiolítico que seguía tomando, lo cual incrementó su miedo a que la medicación pudiera haber afectado al bebé. Tampoco le ayudó la infructuosa búsqueda de alguien con trastorno bipolar que también hubiera pasado por un embarazo y pudiera aconsejarla. Todo ello, aumentó su estrés hasta desembocar en «una crisis impresionante» que afortunadamente pudo superar tras acudir a una psicóloga privada.

Tras el parto y estando en su casa, se le abrió la herida de la cesárea y tuvo que estar un mes sin coger a su hijo, porque le mandaron reposo absoluto. Esto desencadenó una pequeña depresión posparto. Pero «a partir de entonces, todo fue fantástico: recuerdo con mucha emoción los primeros meses, saliendo a la calle con el carrito, toda radiante», recuerda Ino, «Me hizo tanto bien que cuatro años después me animé a tener el segundo».

Actualmente, tanto Ino como sus hijos conviven con su trastorno mental. «A veces es complicado, hay días en los que me meto en la cama y soy incapaz de levantarme», reconoce. Pero entonces, sus hijos la apoyan y alimentan esa fuerza que en su día le brindó la maternidad. «El pequeño, que es un amor, cuando me ve en la cama me trae un osito: “toma mamá, para que te haga compañía”».

Fotografía: Phalinn Ooi (CC).
Fotografía: Phalinn Ooi (CC).

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32 Comentarios

  1. Yo a los primeros que prohibiría tener hijos es a los que no tienen dinero para mantenerlos .

    • Y cuánto dinero hace falta tener, según su punto de vista, para criar un hijo? Vamos a permitir que sólo los adultos pudientes puedan ser padres? Su comentario me parece poco reflexionado.

  2. Apego seguro, apoyo social, familiar, económico y ganas de dar y recibir amor.
    Y basta ya de etiquetas y de limites impuestos por otros o por nosotros mismos.
    Enhorabuena Raquel a ti y todo tu equipo por el trabajo que hacéis en la Casa Verde.

  3. Un articulo precioso y completo que trata de una manera muy delicada un tema tan duro.

  4. Soy hija de emferma mental (bipolar). La enfermedad mental grave trae graves consecuencias en quien la padece y en su entorno (imaginad si ese «entorno» es un ser necesitado de cuidado como un niño).Mi infancia, mi adolescencia, mi juventud… fueron un infierno. Mi vida y la de mis hermanos ha estado marcada por la enfermedad de mi madre. Quiero a mi madre (que lleva unos 10 años estabilizada), mucho, mucho, mucho, y acepto la vida que me ha tocado vivir, le saco lo bueno incluso, pero fue un infierno…
    (a este artículo le falta un estudio sobre el efecto en los hijos)

    • Sí señora. Tiene ud. toda la razón del mundo. Está cojo el estudio. Y un poco almibarado.

    • Gloria Solalux

      Es clásico en el tema de la maternidad, tratarlo como si fuera un derecho (a veces hasta una obligación) s y no como un acto de responsabilidad enorme respecto a las nuevos seres que se traen al mundo.

    • Laura, te entiendo totalmente… me ocurrió lo mismo y encima siendo hija única. Decidí no tener hijos. Me dejó en la miseria. Me arruinó la vida. No quiero ni hablar de lo que me ocurrió y las consecuencias que me ha traído. Lo que creo es que PRIMERO están los niños.

  5. Hola. Soy una mujer de 43 años y tengo un trastorno bipolar. Hace un tiempo me planteé tener un hijo o adoptarlo. Pero con la enfermedad, el estar sola sin pareja, y sin trabajo estable, me lo quité de la cabeza. Fue duro porque me pilló en una época en la que mis amigas, la mayoría, se casaron y empezaron a tener hijos y yo me sentí como rara, diferente, por no poder hacer todo eso. Hoy en día sigo sola, sin pareja y sin hijos. Pero ya no me siento mal. He asimilado con el tiempo todo lo que antes me atormentaba y ahora, la verdad, convivo con mi enfermedad, estoy estabilizada y tengo una calidad de vida aceptable. De todas formas, desde aquí, animo a quien quiera ser madre, a que luche por ello y pueda alcanzar así su sueño. Un saludo.

  6. Error. El trastorno bipolar sí es hereditario.

  7. El error del articulo es pensar en las necesidades de la madre y no en las del hijo.

  8. Madres o padres, ¿no?

  9. Muy pocos padres, en general, ponen el acento en el hijo y no en ellos mismos a la hora de tomar una decisión tan trascendental como tener un hijo. Yo tengo un trastorno mental y he decidido voluntariamente no tener hijos, porque considero que ya es muy difícil criar y educar un hijo en nuestros días, como para tener que hacerlo con una inestabilidad mental.

  10. Especialista en neurobioemoción????? sin comentarios.

  11. Pingback: Prexuízos e autocomplexos – Observatorio Cidadán de Comunicación

  12. Qué artículo tan completo! Debe ser una decisión muy difícil cuando se tiene un deseo muy fuerte de maternidad/paternidad y un trastorno mental. Más si se toma medicación, porque dejarla puede hacer que vuelvan los síntomas, pero no dejarla puede perjudicar al feto, y más tarde al bebé, sobretodo si se decide optar por la lactancia. Me parece injusto que recaiga todo el juicio sobre la madre, que el apego también se vincule sólo a ella y que para la adopción el criterio de un trastorno mental sea tan decisivo, cuando hay muchos padres y madres que lo son sin estar preparados, al margen de su salud mental. Sí conozco casos de personas con trastornos que dejaron la medicación por el deseo de maternidad/paternidad de uno de los miembros de la familia y luego recayeron, lo que a la larga fue muy negativo sobretodo para la propia mujer, pero claro, debe meditarse mucho si le compensa dejar las pastillas. En este caso fue porque vinculaba el apego a la lactancia. En fin, gracias por el artículo, muy completo.

  13. Sin duda es un tema muy duro, pero la manera en que lo aborda este articulo es simplemente bella, desvela la cantidad de preguntas que se hacen las mujeres que son madres o quieren serlo y padecen algún trastorno mental, pero le falta tocar la otra parte de la ecuación: Los hijos y los efectos que tiene en ellos la enfermedad mental de alguno de los padres, es difícil estar a favor o en contra.

  14. Pingback: Más miedo que la muerte – El Sol Revista de Prensa

  15. Hola, soy una chica de 38 años con bipolaridad y mi familia y el psiquiatra y el juzgado, no me dejan ser madre.

    Lo estoy pasando fatal, y eso me está causando más malestar todavía.
    Me gustaría saber si hay algún modo legal de poder tener ese derecho tan preciado que nos da la vida, que es ser madre.
    Y si me quitarían la custodia del bebé.

    Gracias un saludo a todos

  16. Soy hija de una mujer con trastorno de la personalidad. Me arruinó la vida, y no haré públicos los detalles por aquí. Dejemos de idealizar la maternidad que también hay otras formas de realizarse. Se puede joder muuuuucho a una persona cuando hay trastorno mental en la madre, no es ningún mito.

  17. Yo soy tlp mujer tengo algo menos de cuarenta años he pensado que si tengo un hijo darlo en adopcion. Ya no me casaré pues estoy sola ya me acostumbré pero tendría que recurrir a la inseminación artificial y el médico no se como se lo va a tomar pero no es ilegal que yo sepa. Mi familia no quiere oír ni hablar de que tenga hijos y menos de que los entregue pero he tenido ingresos en el hospital vivo sin dinero solo tengo la pnc y no me veo capacitada para ser madre.

  18. Nelida irene

    Yo soy mujer con tlp, y siempre abandono todo lo que tengo, por miedos creados por mi misma, no estoy medicada. Pero la verdad que no somos personas para tener hijos, podemos causar muchísimo dolor a las personas. Tampoco deseo tener hijos, para que vivan lo mismo que yo… no quiero. A todas mis parejas las deje, eso que fueron buenos hombres, pero el problema es mi cabeza que a veces siento que tengo muchos pensamientos al mismo tiempo y me bloqueo, siento que no puedo con nada

  19. Como puedes decir que eres tlp si no te medicas y no te lo ha diagnosticado un psiquiatra o un psicólogo clínico? Yo he visto la muerte de cerca y deseo ser madre con todas mis fuerzas ya no le doy valor a lo material pero se que no puedo serlo y me duele en el alma. No tengo ni un duro para mejorar o curarme antes y lo único que nos hacen son ingresos periodicos y deporte o terapias muy escasas tanto que prefiero no ir más porque no me rescata el tipo de ayuda que ofrecen ni me sirve de mucho aunque sigo medicada y no he podido nunca hacer cosas tan normales como vivir sola y no me atrae la idea del piso tutelado y voy por la publica donde eres un simple número.

  20. Vivir con un trastorno

    Estoy en una edad en la que quizás ya no pueda ser madre (45) pero siempre he deseado serlo. Tengo TLP y el miedo a que mi hij@ lo pueda heredar siempre me ha frenado. Estoy estable desde hace muchos años, con trabajo y vivienda. Mi psiquiatra dice que es decisión mía esa inseminación pero que sea consciente de mi edad. Me ha propuesto una variación en la medicación que no me ha convencido mucho aunque asegura que no traspasa la placenta, por lo que sería una opción. Pero realmente preferiría adoptar a un niño o acogerlo. Lo preferiría porque no tendría mi enfermedad. Creo que mi vida es lo bastante estable como para poder aportarle algo, pero tener este diagnóstico hace que te descarten sin darte una oportunidad. ¿Es mejor un niño en una institución que con una familia que le va a adorar? No lo sé. Lo juzgan otras personas… que a su vez tienen sus propios traumas y miedos. Como «la madre» soy la juzgada. ¿Cuántos no diagnosticados son padres? ¿Cuántos poliadictos? Cuando a veces veo por la calle a algunos padres gritando a sus hijos o dándoles una torta pienso: ¿por qué ellos sí pueden? ¿Por qué yo soy la que debe planteárselo tanto? Supongo que yo también les juzgo sin conocerles.
    Ser padres es más que dar a luz y a mi siempre me dará miedo tener un hijo propio, que pueda heredar mi trastorno y sentir el vacío que llegué a sentir en la adolescencia y el dolor de cuando me dieron la sentencia de mi diagnóstico y pasé a tener una etiqueta que me estigmatizara para siempre. No puedo querer eso para nadie.

  21. La adopción son dos millones de las antiguas pesetas. Si estás bien económicamente adelante. Yo aconsejo congelar los ovulos es lo que había pensado hacer y en caso de ser madre tambien lo sería a tu edad pero no lo veo claro porque como he dicho más arriba nunca he podido emanciparme y me dieron diagnosticos fallidos bastante más desesperanzadores. No soy la hija ideal porque no se hace la O con un canuto pero mis padres aunque los amo han cometido errores imperdonables. No me gustaría que mi hijo o hija siguiera mis pasos pero supongo que las personas sin Tlp piensan lo mismo y quieren que sus hijos no tropiecen con la piedra que ellos tropezaron.

  22. Mifepristona

    Sin duda es un tema muy duro, pero la manera en que lo aborda este articulo es simplemente bella, desvela la cantidad de preguntas que se hacen las mujeres que son madres o quieren serlo y padecen algún trastorno mental, pero le falta tocar la otra parte de la ecuación: Los hijos y los efectos que tiene en ellos la enfermedad mental de alguno de los padres, es difícil estar a favor o en contra.

  23. documental

    Hola a tod@s!

    Somos cuatro estudiantes de cinematografía y estamos realizando un documental sobre la otra cara de la maternidad. Es decir, pretendemos salir del tópico de que una relación madre-hijo tiene que ser incondicional y idílica. Por ello es por lo que estamos buscando historias de madres que se hayan visto envueltas en situaciones que no cumplan con el estereotipo social (ej: madres que no hayan podido abortar, lidiar con hijos conflictivos, vivencias de embarazo y partos traumáticos, hijos no deseados, etc…). Se trata de algo completamente anónimo, pero necesitamos fundamentarnos en historias reales para daros voz y crear una comunidad segura sin prejuicios.

    Nos ayudaríais mucho rellenando este formulario: https://forms.gle/2RK51V1My1t5TVRn6
    En el mismo, os damos la opción de contactar con nosotras vía email, en caso de que nos queráis brindar información más detallada sobre vuestra historia, estaríamos encantadas de escucharos: [email protected]

    Nos esta siendo muy difícil encontrar madres con las que hablar debido al enorme tabú al que se ven sometidas, por lo que cualquier ayuda sería muy agradecida.
    Tenemos muchas ganas de hacer esto posible, y finalmente poder visibilizar sin miedo la realidad que habita en muchas casas, y que genera un mal estar social y emocional para muchas personas.

    MUCHAS GRACIAS!

  24. clinica aborto

    El aborto es un procedimiento médico que pone fin al embarazo. Es una necesidad básica de atención de la salud para millones de mujeres, niñas y otras personas que pueden quedarse embarazadas. Se calcula que en todo el mundo, cada año, uno de cada cuatro embarazos acaba en aborto.

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