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Elogio del fútbol como droga

circa 1975: Sheffield United fans mob Steve Finneston as he tries to leave the football pitch. (Photo by Hulton Archive/Getty Images)
Fotografía: Getty Images.

Disculpen que insista de nuevo: cuando el fútbol es solo un juego, es un juego bastante estúpido. Los desplazamientos largos, los desmarques, los centros, los regates imposibles… sí, por supuesto, el espectáculo puede tener interés. Como el que tiene en Estados Unidos, donde no significa nada más allá del juego y donde lo practican los niños y las niñas como actividad escolar, sin otro público que sus familias. El fútbol tiene importancia, y una cierta trascendencia, por lo que volcamos en él: desde lo colectivo, como la política y la historia, hasta asuntos estrictamente personales como la alienación, la soledad o la rabia. Como gran fenómeno de masas del siglo XX y, por lo que se ve, del XXI, el fútbol consiste en la reglamentación más o menos estricta del furor social y de ciertas pulsiones altamente peligrosas. Quien ha acudido a un estadio sabe lo que se siente y lo que se grita. Al día siguiente, la vida sigue. El fútbol funciona como una droga administrada de forma recreativa: nos hace saltar los límites de la corrección y de la sensatez, pero no nos destruye.

Hablamos, pues, de dosificación. En el estadio se puede insultar al árbitro o a quien sea, pero no agredir físicamente; lo que se hace en el estadio no debe hacerse fuera; el auténtico sentido del rito (una recreación simbólica de la guerra) constituye un tabú o, al menos, algo que preferimos no interpretar de forma literal. Es solo metáfora, nos repetimos.

Sabemos, sin embargo, que la experiencia es más intensa (euforizante, dolorosa, agotadora) cuanto menos se reglamenta el asunto. No hablo del reglamento del juego, sino de lo otro, de lo importante, de aquello que ocultamos tras la maraña de los símbolos. Entremos ya en materia: a mí no me caen mal tipos como Paolo di Canio. ¿Les suena? Fue futbolista en Lazio (donde fundó el grupo de seguidores fascistas Irriducibili), Nápoles, Juventus, Milan, Sheffield Wednesday, West Ham y Charlton y alcanzó una cierta notoriedad por sus saludos brazo en alto y sus tatuajes mussolinianos. Es el mismo tipo al que la FIFA otorgó, con toda la razón, un premio al juego limpio: en el último minuto de un Everton-West Ham y con empate a uno en el marcador, el portero del Everton cayó al suelo fuera del área, aparentemente lesionado, y alguien le pasó el balón a Di Canio, quien en lugar de rematar lo tomó en las manos para que atendieran al rival. Cosas del fascismo caballeresco.

¿Se imaginan cómo se ponía el estadio, a favor o en contra, cuando aparecía Di Canio? Al rojo vivo, claro. No hacía falta que levantara el brazo. Como no hacía falta que Cristiano Lucarelli levantara el puño en el estadio Armando Picchi de Livorno para que la afición, en la que abundaban (y abundan, ahora quizá menos) los simpatizantes comunistas, para que la grada entrara en delirio (o en una furia casi epiléptica, si el estadio era otro). Esos tipos eran provocadores, comentará alguien. ¿Sí? ¿También lo era Carlos Caszely, el gran delantero chileno que fue apartado de la selección por rechazar la dictadura de Pinochet? ¿O Jorge Carrascosa, que llegó a ser capitán de la selección argentina y se negó a disputar el Mundial de 1978 para no ejercer como recurso propagandístico de la dictadura de Videla?

El Lazio de 1974, inesperado ganador del Scudetto italiano, fue llamado el grupo salvaje. Sus integrantes eran abiertamente fascistas, llevaban armas y las usaban (Petrelli disparó una vez para ahuyentar a un grupo de seguidores de la Roma), peleaban en el vestuario con botellas rotas (Martini contra Chinaglia) y uno de ellos, Re Cecconi, murió de un tiro al simular el atraco a una joyería. Estaban locos y eran peligrosos. Pero nadie ha olvidado la fiebre que provocaban en los estadios. Eso no era droga de uso recreativo, era heroína en vena. Y creaba adicción.

El fútbol, entre otras cosas, es política. De la grande y de la pequeña. Ningún Gobierno, incluido el español, desaprovecha la ocasión de transformar las victorias de una selección en victorias nacionales y diplomáticas. Dicen que un campeonato mundial proporciona al país ganador (nótese que puede utilizarse la palabra país en lugar de equipo o selección) un incremento de dos puntos en el Producto Interior Bruto. Eso es indemostrable y probablemente falso, pero da una idea de la magnitud del asunto. A falta de una selección oficial, el independentismo catalán utiliza al FC Barcelona como «ejército desarmado de Cataluña», según la célebre frase de Manuel Vázquez Montalbán. Igual que el franquismo echó mano del Real Madrid como emblema de la salud de la dictadura. Esto es así, por más que repitamos que se trata solamente de un juego, que los futbolistas son buenos chicos y deportistas sanotes, que la mafia y la corrupción son excepciones en las estructuras societarias, que hay que transmitir a los niños valores positivos… En fin, esas mentiras piadosas que nos decimos para seguir disfrutando de la droga.

Quien ha asistido a un partido de alto riesgo, de altos decibelios y de alta concentración de gases lacrimógenos a la salida, conoce la realidad. Esa barbaridad, esa quiebra de la cordura y del orden público, esa orgía brutal que repele al público familiar, a los timoratos y a los no adictos, ese disparate en el que se derrama sangre y se cometen actos imperdonables, es fútbol en estado puro.

Lo otro es metadona o, en el mejor de los casos, heroína al 3 %. Casi placebo. Socialmente menos corrosivo, políticamente menos provocador, menos peligroso para todos nosotros, pero Ersatz. El fútbol puro, el fútbol que libera toda la energía de las masas, es pura subversión.

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31 Comentarios

  1. Di Canio nació en 1968 e Irriducibili Lazio se fundó en 1970 por lo que decir que Di Canio fundó Irriducibili es un patinazo grave para una persona con un poco de cultura de las gradas

  2. Pingback: Elogio del fútbol como droga

  3. ¿Y por qué si sólo está mi comentario, pone arriba que hay «2 comentarios»? «Tres comentarios» si se publica este, que lo dudo…

    • Moderación

      Porque hay un pingback de otra web que ha linkado el artículo, y aunque no se vea reflejado cuenta en el cómputo de comentarios. Un cordial saludo.

  4. Por supuesto que el fútbol es política, nadie lo duda.
    ¿ Los resultados ? gente – conozco varios casos – que se sabe al dedillo la plantilla de su equipo, los fichajes y demás, y sin embargo no tiene idea de política, ni le interesa demasiado. Consecuencias, mayoría del Pp ( en afortunada frase de El Jueves, mayoría de gilipollas ).

    ¿ ESto tiene que ser así necesariamente ? o sea, ¿ el fútbol es una forma de mantener callado al personal, o no necesariamente ? no lo sé, pero es así.

    • Por favor, ilústreme, si es una forma de mantener callado al personal, ¿por qué el personal no se subleva en agosto, cuando no hay ni un partido decente y no se les calla? Que yo sepa en esas fechas las únicas manifestaciones masivas se producen en la A7, camino de la playa, en el atasco.
      Para saberte la alineación de tu equipo basta con 90 minutos a la semana, 180 si hay champions o copa del rey, dudo que esos sean los únicos minutos que la gente tiene libre para saber qué pasa en política, que todos los que votan al pp vean el fútbol, y todos los que votan al resto se pasen el día leyendo sin ver un deporte ni medio.

      Dejémonos ya de esos falsos mitos que no engañan a nadie, y démonos cuenta de que la gente es libre para aprender de política, historia y cultura, internet está 24h, y si muchos no lo hacen, no es porque el fútbol les calle, es porque no les interesa y buscan cualquier otro entretenimiento.

      • He generalizado mucho, y por tanto soy consciente del riesgo que esto trae.
        La cuestión es si el fútbol es necesariamente un medio de alineación de masas; fué una polémica recurrente es los últimos tiempos del franquismo. El ya mencionado Vazquez Montalbán sostenía que no, si no recuerdo mal. Decía que se puede ser aficionado al fútbol y a la vez culto y consciente de los problemas actuales.
        Puede ser, ya digo que yo no lo tengo claro, pero en mi experiencia personal, ocurre todo lo contrario: cuanto más aficionado y mas hincha se es, menos interesado en cuestiones políticas y mas apolítico ( o más de derechas, que aquí y ahora suele ser lo mismo ).

  5. Mucho borreguismo .

  6. El futbol es como la guerra pero con la ventaja de que no hay muertos

  7. Hablando de emociones intensas, prefiero un buen concierto de rock (aquí cada uno piense en lo que le guste), que no tiene contraindicaciones. No necesito a un enemigo para pasármela bien. Un buen chute de música. No es necesario que pierda nadie.

  8. Uno de los primeros artículos que leí en JotDown fue el de los enfrentamientos entre barras del ¿Dínamo? de Zagreb y el ¿Estrella Roja? de Belgrado que fue una especie de plato de entrada el año anterior a la guerra de Yugoslavia. Eché de menos un enlace.

  9. Por suerte también ha habido gente como el Magico González, con la valentía suficiente para tomarse el fútbol exactamente como los niños y niñas de Estados Unidos, nada más y nada menos que como un juego. El borreguismo del que se habla en el articulo da bastante asco.

    • Sí, pero no da dinero. En algo tan básico como el deporte (al fin y al cabo es hacer ejercicio), buscar confrontación da dinero a los accionistas: se genera más interés mediático, más opinión, más minutos en el telediario, mejores patrocinios, más camisetas vendidas…

      «Gente como nosotros debe pensar de esta manera y hacer las cosas así».

  10. Me temo que si hubieran nacido en La India o EE.UU, los mismos que están embelesados con esa droga que es el fútbol supuestamente per se lo estarían con el críquet o el fútbol americano. Al fútbol le sonó la flauta y se ha aprovechado de ello. Aquí se vive para y por el fútbol, pero el 80% de la gente que escucho tiene mucha memoria y se saben todo tipo de alineaciones y datos de del «Marca» y el «Sport», pero el deporte en sí parecen comprenderlo más bien poco. En el ámbito deportivo, representa el súmmum de los chascarrillos insustanciales.

  11. Estoy hasta las narices de que se compare al fútbol con la política. Creo que el fútbol no se merece esa comparación.
    Lo que no quita para que muchos utilicen el fútbol como vía de escape a sus ideologías; pero la gran masa de aficionados al fútbol, el verdadero motor del fútbol, pasa de política, o al menos lo hace cuando lo está viendo. Al fútbol vamos a ver fútbol, a compartir momentos con los amigos, a quitarnos un rato del agobio de nuestros problemas (que seguirán allí a la salida del estadio, como seguirían allí a la salida del teatro, de la ópera o, peor aún, del mitin político).

    Igualmente estoy hasta las narices de esos intelectuales de Nespresso que dicen que el fútbol es panem et circenses; con todo lo listos que son, ignoran que el fútbol nació y creció por sí solo, sin apoyo gubernamental de ningún tipo, y que si lo echan por la tele es porque somos una inmensa cantidad de aficionados los que estamos más que dispuestos a verlo, porque sí, porque nos gusta y punto. Y las teles no son tontas, echan cuentas, y resulta que un partido de fútbol tiene una audiencia ligeramente mayor que la de un debate sobre el pensamiento de Kierkegaard.

    El fútbol es pasión. Es diversión. Y en sus mejores momentos (que los tiene, y tanto que los tiene), un rugido que surge bajo tus pies, estremece tu cuerpo, y te hace entrar en orgiástica comunión son tus compañeros de grada. Tus hermanos de grada. Es tan así, que hasta las mujeres se están apuntando al carro, aceleradamente.

    Así que, por favor, personas a las que no les gusta el fútbol: dejad tranquilo al fútbol. Es cosa nuestra, no os hemos pedido vuestra opinión, no le hemos pedido a nadie que justifique su existencia. Seguid con vuestras propias vidas y aficiones, y disfrutad de ellas. Nosotros estamos bien.

    • Pijus Magnificus

      Tú mismo lo dices: la gran masa de aficionados al fútbol pasa de la política.
      Eres muy dueño de dedicar tu tiempo libre a lo que quieras, por supuesto. Pero, si el tiempo que – en mi opinión – pierdes sabiéndote las alineaciones de memoria, lo dedicaras a interesarte un poco en la política, te darías cuenta de que ésta afecta a tu vida diaria: si tenemos una sanidad con tremendos recortes, menos médicos y peor atención; o la enseñanza con muchas escuelas en barracones – donde tus hijos estudian peor y mas incómodos – ; o una reforma laboral que abarata el despido y baja los salarios; todo esto es gracias a las polítcas del Pp.

      • Mire, me sé la alineación del Real Madrid y también que los salarios no dependen de las leyes si no de la oferta y la demanda. Usted ninguna de las dos, así que igual está perdiendo el tiempo.

        • Pues eres un pozo de ciencia, chico.
          Los salarios no sólo dependen de la oferta y la demanda, esto es una falacia que ( como tantas otras ) han introducido los economistas neoliberales para hacer creer al personal que el hecho de que bajen es algo «natural» y poco se puede hacer para remediarlo.
          Si hacemos una reforma laboral que quita a los sindicatos y trabajadores en general casi toda capacidad de negociación, los trabajadores tienen menos capacidad de presionar y por tanto los salarios bajan. Que es de lo que se trata.

      • Claaaaaaaro. Con ZP no se veía un Madrid-Barça….

        Vaya tela.

  12. Si Kierkegaard y Rosendo tuvieran la atención mediática que reciben el fútbol o Bisbal hasta mi abuela los seguiría, igual que ve fútbol sin saber ni la vestimenta que lleva su equipo. También hay millones de personas dispuestas a ver cualquier cosa relacionada con Belén Esteban, pero esa gran demanda la crearon los medios de comunicación de masas. Al fútbol le ha tocado la lotería de haber sido convertido en el soma de parte del siglo pasado y este. Claro que el fútbol es pasión y emoción, y cualquier afición que una persona viva con intensidad. Claro que la grada ruge, como ruge en un gran partido de béisbol, fútbol americano o baloncesto, con la diferencia de que en el Madison Square Garden no vas a escuchar cánticos racistas porque su tolerancia con la discriminación y la violencia es cero. Paradojas de la vida, a mí el fútbol me gusta mucho como deporte, pero el hedor que desprende todo lo que lo rodea y el nivel de endiosamiento al que está llegando son cada vez más insoportables. Por otro lado, es el fútbol el que no deja tranquilo a las personas que tienen otras aficiones ya que, les guste o no, se lo meten en vena por todos los canales de comunicación. El propio Enric González sabe perfectamente que, de haber nacido en Nueva York, estaría disfrutando de los Mets.

  13. Uno le echa un vistazo a la web de los principales diarios deportivos (as y marca, por llamarles por su nombre), y efectivamente el 95 % de su contenido es de nivel yonqui en pleno viaje.
    Y algo alienado, drogado o algo por estilo hay que estar para no mover un dedo cuando el pais tiene los problemas que tiene, y sin embargo movilizarse miles de personas cuando les amenazan con liquidar el club de su pueblo por múltiples pufos.
    Y conste que me gusta el juego, pero a uno le da por pensar de vez en cuando…..

  14. Mirar la pelota,la pelota va, la pelota viene,¡muera la inteligencia!.Ahora va hacia el sur,ahora hacia el norte,ahora hacia el este.Alumnos ¿Quien fué Leonardo Torres Quevedo? ¡Un escritooor!.La pelota va y viene,la pelota se queda 6 millones de parados,impuesto al sol, destrucción del patrimonio natural destrucción del patrimonio cultural la pelota va,la pelota está en la esquina, ahora en la red el empresario al ministro ¿Qué hay de lo mío? la pelota está en la red todos cantan ¡golgolgolgol! Los dos sonríen con sus puros la pelota va, la pelota viene el contrato se ha cerrado.Condes Duques banqueros cineastas periodistas reyes escritores…… Cantan sus gol golgolgolgol sí Señor la pelota va la pelota se aleja la engañifa funciona. Seguid mirando la pelota.

  15. Benjamín

    Leo el artículo y no salgo de mi asombro. No lo digo por la «incorrección política» en la que parece se exalta el fanatismo o en la que parece que se invita a inflar emocionalmente todo lo tocante al fútbol. No.

    Lo digo porque, en mi opinión (y esto es lo cojonudo, que se puede tener distintas opiniones), el fútbol, el deporte, es todo lo contrario a lo que dice el autor. Para empezar, el fútbol es lo que pasa dentro del campo. Lo de fuera, el aficionado incluido, sus gritos y pasiones, NO es fútbol. Pero quitando esa premisa y aceptando como fútbol lo que no lo es, sigo sin estar de acuerdo. 

    Que se haya usado el fútbol como instrumento para politizar tampoco quiere decir que hacerlo sea fútbol. Que el fútbol sea herramienta para evadirse de problemas, realidades, etc. no quiere decir que hacerlo sea fútbol. Y, joder, me salen tantas cosas que decir que prefiero resumir con algo básico: el fútbol, el deporte, es algo que solo puede usarse para un fin mayor; todo lo expuesto en el artículo me parece un fin siempre menor, de escaso valor moral. Cuando un afroamericano politiza desde un cajón recibiendo una medalla en unos JJOO sí es un fin mayor; publicitar una dictadura no lo es.

    Bah, en el fondo es que a para mí, la palabra fútbol es botas de tacos, grasa de caballo, sudor, arena (o césped si hay suerte) y 22 tíos «sanos» como se dice anteriormente haciendo eso… JUGANDO al fútbol; con toda la intensidad que haga falta, a muerte, pero sin más. Y me da igual TODO lo demás (en cualquier deporte).

  16. Pues yo creo que me voy a sacar la chorra.

  17. Hay mejores drogas que el futbol

  18. Redgauntlet

    «El fútbol no es una cuestión de vida o muerte; es mucho más importante que eso…» (Bill Shankly)

    …y al ganar Celtic de Glasgow la Copa de Europa en el 67, Shankly, el único técnico de un equipo inglés (Liverpool) que asistió el final en Lisboa, se acercó a su compatriota, Jock Stein, técnico del Celtic, y le dice…»John, ahora eres inmortal…»

    …y asi es.

  19. Redgauntlet

    Por cierto, «Football Against The Enemy», el libro de Simon Kuper, trata de este tema, del lado político del fútbol, de manera muy lúdica.

  20. Pingback: El mundo ultra en El Bierzo: "gamberros" y cemento -

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