Cine y TV

La verdadera historia de Grease: retrato de un pueblo endemoniado

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Grease, 1978. Imagen: Paramount Pictures.

Un día de estos estarás descansando tranquilamente en tu salón, con la mirada fija en algún punto detrás de la tele, a cientos de kilómetros de allí, cambiando distraído de canal con la esperanza de no encontrar nada interesante, y en un último y desafortunado intento, cuando creías que volverías a empezar, en la pantalla aparecerá Grease.

Grease es algo que sucede de repente, cuando menos te lo esperas, como sufrir un infarto o engordar medio kilo. Es una de esas películas inevitables que, como Ghost, Pretty Woman o cualquiera de Will Smith, regresa una y otra vez a tu televisor sin avisar, condenada a vagar eternamente por la programación.

Y cada vez que lo hace se adhiere viscosamente al mando adueñándose de él, impidiéndote cambiar de cadena. Te la encuentras haciendo zapping y ya no puedes continuar. Hay algo hipnótico en ella. Algo que te atrae mágicamente. Endiabladamente. Y aunque ya la hayas visto cincuenta veces te vuelves a enganchar con la carrera de coches o las pruebas de atletismo de Danny o la fiesta de pijamas. No puedes apartar la mirada. Es superior a ti. Y eso ocurre porque Grease, aunque pudiera parecerlo, no es una película sobre el enamoramiento de dos jóvenes estereotipos estadounidenses. Es una película sobre un pueblo maldito.

Se han escrito muchos artículos sobre Grease. Algunos desde el punto de vista cinematográfico. Otros desde el sociocutural. Alguno, seguramente, desde el gastronómico. Pero nadie ha hablado jamás sobre el maleficio bajo el que se encuentran sus personajes. Sobre la siniestra historia de embrujamiento que Randal Kleiser supo esconder tras un inocente amor de verano con la misma discreción con la que Tim Robbins ocultó un túnel detrás de un póster de Rita Hayworth.

En apariencia, todo en el pueblo es normal. Son los años cincuenta. Danny Zuko y Sandy Olson viven un inspirador romance estival. Él es un greaser arquetípico, integrante de la banda de los T-Birds y alumno del instituto Rydell. Ella, una adolescente ingenua y un tanto cursi que se incorpora al mismo instituto que Danny, aunque ambos lo ignoran. El primer día de clase, Kenickie, líder de los T-Birds, conmina a Danny a referir al resto de la pandilla los pormenores de sus líos de faldas en la playa. Por otra parte, Sandy, interrogada por The Pink Ladies, la cuadrilla a la que pertenece su amiga Frenchy, comienza a explicar cómo es ese galán del que se quedó prendada en verano.

Y entonces ocurre. Chicos y chicas que hasta ese momento se gobernaban con mesura y normalidad empiezan a comportarse de la forma más extraña, fruto del encantamiento. Ya no se rigen por pautas de conducta reconocibles en cualquier grupo de adolescentes o en una determinada tribu social. De repente comienzan a actuar como perturbados. Como pacientes fugados de un manicomio.

Lo primero que hacen los pobres endemoniados es cantar en lugar de hablar. Están manteniendo una conversación tranquila, casi previsible, y en un momento dado Danny Zuko comienza a acompañar sus palabras con una melodía asombrosamente pegadiza, a pesar de ser improvisada. Al mismo tiempo, y en un lugar distinto del instituto, Sandy hace exactamente lo mismo, quizá sometidos ambos al mismo sortilegio. Es entonces cuando se inicia una música cuya proveniencia ignoramos y que se acopla a la perfección a la diabólica melodía, revelando así su idéntica condición maligna.

Sin mediar palabra, las muchachas que se encuentran detrás de Sandy, Rizzo, Frenchy, Marty y Jan, evidentemente poseídas, emprenden una coreografía que encaja como un guante con la armonía formada por las voces de Sandy y Zuko y la extraña música, que parece escucharse en todo el pueblo. Danny y los T-Birds también arrancan a bailar. Súbitamente, ellos y ellas, todos al unísono, entonan un coro a modo de estribillo formado por preguntas que ambos grupos formulan a los protagonistas mientras estos se suben a sitios y les contestan cantando desde lo alto como si fuese lo más normal del mundo.

Y acto seguido, como si se acabase el hechizo, todos se vuelven a comportar con normalidad. Como si allí no hubiese pasado nada. Continúan con su conversación y con sus vidas ignorando cuanto acaba de suceder, de un modo similar a como se despierta esa pobre gente dominada por los hipnotizadores en los programas de televisión, retomando su última frase desde donde la habían dejado. Porque lo cierto es que ellos no lo saben —lo terrible es que no lo saben—, pero viven oprimidos bajo el imperio de las fuerzas del mal.

El efecto de la brujería es, de hecho, imprevisible. Durante la fiesta de pijamas, los T-Birds aparecen en su coche y aparcan bajo la ventana de la casa de Frenchy. Rizzo desciende por el tejadillo y se marcha con Kenickie, Danny se aleja caminando calle abajo y el resto de los chicos se trasladan a una pizzería. Entonces Sandy Olson, sin motivo alguno, sale a la calle en camisón, la infernal música se vuelve a escuchar, y la pobre chica se pone a cantar de nuevo a pleno pulmón, deambulando por el jardín contiguo a la casa en mitad de la noche como un ánima de la Santa Compaña. Es una imagen pavorosa. En su mirada se puede advertir cómo la muchacha no es dueña de su espíritu. Una posesión demoníaca mucho más grave que la que atendió el padre Karras en El exorcista.

Pero las dos escenas más siniestras son las de la reparación del coche y la del reencuentro entre Sandy y Danny. En la primera, mientras los T-Birds se hallan en el taller arreglando su Ford De Luxe de 1948, al que denominan Greased Lightning, Danny, visiblemente endemoniado, se sube a una mesa y empieza a cantar y bailar, seguido de inmediato por el resto de los chicos. En un momento determinado de la macabra danza Danny pasa por debajo del coche y se teletransporta a otro lugar mucho más limpio donde también se encuentran los T-Birds, pero en mayor número y vestidos de otro modo, y Greased Lightning está tuneado de arriba abajo, lo cual solo puede ser obra del diablo. Al final, después de descender del cielo sobre un motor a lo Miley Cyrus, Danny se pone de pie sobre el coche y, como por arte de magia, todo regresa al estado anterior al de la horrible posesión.

El reencuentro de Danny y Sandy es especialmente violento porque, además de producirse los habituales episodios de brujería, en esta ocasión son todos los alumnos del instituto Rydell los que caen víctimas de la condenación, mostrándonos el director una serie de imágenes estremecedoras en las que cientos de jóvenes desgraciados cantan y bailan como malditos. Las escenas son de tal crudeza que nos obligan por momentos a apartar la mirada.

En los instantes finales observamos cómo Danny y Sandy aparecen en el mismo coche tuneado que se nos mostraba en el trance demoníaco del taller y se marchan del pueblo volando sobre el vehículo mágico hacia el cielo, lo que indica con claridad meridiana que se ha producido la redención de los dos protagonistas, quienes por fin abandonan el infierno liberados por el poder del amor. Sus compañeros, presos aún de sus pecados ocultos, se despiden de ellos desde abajo, todavía sometidos a una maldición que les obliga a actuar contra su voluntad, aunque lo desconozcan.

Randal Kleiser, director de la película y responsable de otros dos grandes títulos del cine de terror como El lago azul y Cariño, he agrandado al niño, utiliza con gran pericia la metáfora en Grease para reflexionar sobre la naturaleza de la salvación en un sentido opuesto a la doctrina calvinista de la gracia irresistible, al enfatizar la influencia del libre albedrío en las vidas de Danny y Sandy y cómo su empeño en estar juntos les rescató de la perdición. Fue su voluntad la que los salvó, su deseo de convertirse en pareja a pesar de la tentación, quedando así liberados de la maldición y pudiendo entregarse libremente al fornicio.

No me gusta ser portador de malas noticias, y haber revelado la verdadera historia infernal oculta tras los enredos insustanciales de un grupo de adolescentes no es algo que me agrade, pero si sirve para que las cadenas de televisión se lo piensen dos veces antes de emitir Grease, habrá valido la pena. Espero que tengan en cuenta que no se trata de una tonta popcorn movie, sino de una película sobre un pueblo endemoniado. No creo que sea suficiente con no recomendarla para menores de dieciocho años. Si pueden retirarla de la programación y permitirnos hacer zapping sin miedo a encontrárnosla y que nos atrape de nuevo, muchísimo mejor.

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29 Comentarios

  1. De eso iba Once more with feeling, sí.

  2. Enorme! La mejor lectura que se ha hecho sobre la película.

  3. Pingback: La verdadera historia de Grease: retrato de un pueblo endemoniado — Jot Down Cultural Magazine | Blog de Carmen Vila

  4. ¡Que no, copón!. Disculpe el exabrupto, señor de Lorenzo pero discrepo totalmente de su interpretación.
    Sandy ha muerto en el accidente de la playa y Danny también, al intentar salvarla. Todo ha sido una alucinación pre-mortem: http://fuull.ec/tendencia/la-terrorifica-teoria-la-pelicula-grease/

  5. Ricardo g

    clarisimo! ahora sí entiendo. he vivido el hechizo más de 50 veces. no me explicaba cómo me moviliza tanto.
    ahora sí veo la luz!

  6. Angel Tejon

    Vi la pelicula en estreno en Los Angeles en el teatro Westwood Village Theater cerca a UCLA donde estudiaba en 1978 ,recuerdo que al salir en puerta principal funcion de medianoche vendian los albumes de disco originales Grease Original Soundtrack !, lo compre y estuve escuchando las canciones una y otra vez hasta las 5am…algo de diabolico debe tener ya que luego de 38 años ,vuelvo a revivir y ver los videos adjuntos aqui…!…Ya jubilado!…creo es un esdo de posesión !

  7. No sufriras de ¡Alucinaciones satanicas!
    Con el buen rollito que da la peli…

  8. Pero Sr. de Lorenzo usted no ha entendido nada!!!, Danny y Sandy están p-r-e-d-e-s-t-i-n-a-d-o-s desde el primer momento a estar juntos for ever!!!, no hay libre albedrío por ningún lado!, la película es pura apología del calvinismo!!!, todas las parejas que aparecen juntas y felices en el número final son las parejas lógicas, compatibles, perfectas que se esperan tras irlos conociendo a lo largo de la película, todas estaban predestinadas desde el comienzo!!!, los avatares que se van sucediendo a lo largo del film no son más que las inútiles tribulaciones humanas que nada pueden ante el poder de un ser supremo que ya ha decidido que el chico alto y rubio se irá con la chica repipi y tontita y el chico feíto que siempre habla a destiempo acabará con la pelirroja inocente pero simpatiquísima que le colmará de hijos!. El guión de esta peli acabará figurando como addendum a las obras calvinistas que interpretan la Biblia.

    • Estoy de acuerdo con Zuko, todos están predestinados como un precioso cuento con final feliz. Además, no sólo ocurre lo que tenía que ocurrir, sino que ocurre lo que todos y todas queríamos que ocurriera. Me gustaría un artículo analizado desde la perspectiva del género, de cómo se construyen y reproducen a través de la industria cultural tanto la masculinidad como la feminidad hegemónicas, esto es, normativas y socialmente aceptables (sí, son locos y jóvenes, pero al final acaban juntos porque «el amor lo puede todo»). Otro personaje interesante desde esta perspectiva es el de Ricco, donde se señala claramente cuales son los peligros de ser una chica «ligera» y sexualmente activa. Eso sí, al final no es condenada, a pesar de haberse salido de la norma, pues no se ha quedado embarazada (falsa alarma, dicen. Primer aviso, en el segundo puede que no haya clemencia). Y es que sólo la soberanía de Dios puede condenar o ser clemente.

  9. Ibérico

    Gran tontería. Es un musical basado en una obra de teatro también musical. Pero parece que quien ha escrito tantas tonterías no sabe qué es un musical. Pos mu bien.

    • Y se nota que usted no conoce el sarcasmo. Señor Ibérico, le presento al Sarcasmo. Sarcasmo, el señor Ibérico.
      Ya está.

      • Cuando el sarcasmo se agarra al mismo asunto mil veces, el sarcasmo no es tal, sino pura pesadez y desconocimiento. Yo también creo que el autor no sabe lo que es un musical.

        • La opinión de todos los demás a quienes sí les gustó, indicaría lo contrario.
          En sarcasmo no se limita a lo que usted le guste como tal. Si el autor hubiese ido en serio, entonces si reflejaría desconocimiento de los géneros de cine… Pero creo, me parece, no se usted, que iba un poquitín en guasa al afirmar que los musicales están endemoniados. No… Espera… ¿y si fuese en serio?


          De verdad creyó que lo decía en serio, ¿verdad?

  10. No sé, seguro que soy yo,,, pero no me ha gustado nada el artículo.

  11. Sucnorris

    Ergo todos los films musicales son diabolicos! su descripcion encaja con west side story y siete novias para siete hermanos! Cristianos del mundo no os dejeis tentar!!!

  12. esta película basada en la América de los 50 (los protagonistas son rockres), a mi nunca me gusto tal vez porque yo sea un enamorado de la Inglaterra de los 60 (yo soy un mod) ADEMAS NO ME GUSTAN LOS MUSICALES

    • La razón es contigo.
      Viva The Who!
      Por cierto, sabrás de casualidad en nombre de una película británica de esa época? Sólo se que tiene una secuencia en la que unos sujetos en un edificio escogen entre una fila de mujeres, tomándoles Polaroid a cada una y diciendo que luego les llamarán, como en la canción de Ladytron. Es una película mod y quizás la hagas visto.

  13. El Juancar

    Pues, endemoniado o no este artículo, me he partido el eje con la interpretación.

    Muy bueno

  14. se podía haber hecho con un poco mas de gracia no? Poco ingenioso…

  15. Monete joe

    Spoiler

  16. Magdalena Pascual

    Uf, señor de Lorenzo, pues si zapea que te zapearás algún día se toma con «Sonrisas y lágrimas» (que es otra de esas películas que vaga de canal en canal como alma en pena), le aconsejo que haga un esfuerzo sobrehumano y salga huyendo, porque va de una novicia poseída por el mismo mal que usted describe (¡una novicia, aún más perverso!) a la que echan del convento (aunque luego resulta que la superiora también está poseída, la muy hipócrita) pero no para librarse de ella, ¡sino para que pervierta a una familia entera de 8 miembros (de los cuales 7 son menores), hasta entonces perfectamente silenciosos y disciplinados. Y ni el mismísimo ejército nazi consigue poner un poco de orden…

  17. Que se ha fumado este Lorenzo?

  18. Jajajaja!! me partí de risa, jajaja :)

  19. Uno de los artículos más bobos que he leído en toda mi vida.

  20. Pingback: La verdadera historia de Grease: retrato de un pueblo endemoniado

  21. Alexin Castillos

    Al principio parece que el artículo vaya a tener gracia, pero luego te das cuenta de que es una memez que empeora a cada párrafo.

    La intención era buena, pero se queda en un quiero y no puedo.

    Quizá en el siguiente.

  22. Sergio Jiménez

    (O_O)

  23. Pingback: La ciudad de las estrellas (La la land) | CinemaNet

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