Cine y TV

El otro Darrin

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Embrujada, 1964-1972. Imagen: Ashmont Productions / Screen Gems Television.

Los padres de Samantha nunca llegaron a ver con buenos ojos su matrimonio con Darrin Stephens. Y el problema no era la diferencia de edad entre la aparentemente joven chica y el recio caballero, porque en 1964 la sociedad ya había avanzado lo suficiente como para ver con buenos ojos el compromiso entre una bruja de cientos de años y un señor de treinta y muchos. El inconveniente era que Darrin era mortal, y las brujas tenían por costumbre desposarse con otros brujos y no con seres humanos de vida escasa y nulas habilidades mágicas. Los cónyuges vivieron de cara al público hasta 1972 pero entre medias ocurrió algo bastante inusual de lo cual no tenía la culpa hechizo alguno: existieron dos Darrins distintos, y ambos decían ser el mismo tipo aun luciendo caras y personalidades diferentes.

El otro Darrin

La serie Embrujada duró ocho temporadas en las televisiones americanas a lo largo de las cuales desplegó más de doscientos cincuenta episodios. Era una sitcom que introducía elementos fantásticos gracias a los poderes de Samantha (Elizabeth Montgomery) una bruja que para invocar la magia agitaba su nariz en lugar de una varita. El desarrollo de los episodios combinaba los temas clásicos de las telecomedias americanas de la época con un marido (Dick York) que al ser víctima accidental de algún encantamiento acababa provocando cadenas de equívocos desastrosas, al final de cada capítulo todo se arreglaba y teníamos la pista libre para repetir la ruta la semana siguiente. La serie gozaba de éxito y sus protagonistas de reconocimiento, Montgomery obtuvo cuatro nominaciones a los Globos de Oro y cinco a los Emmy, mientras York fue nominado a uno de estos últimos en la categoría «Outstanding continued performance by an actor in a leading role in a comedy series» en el 68. Justo un año después los fans del programa se tropezaron con una sorpresa, de repente y sin previo aviso a Darrin Stephens lo interpretaba un Dick diferente, un tal Dick Sargent.

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Two Dicks one witch. Comparativa de los créditos de dos versiones de Embrujada. Imagen: Ashmont Productions / Screen Gems Television.

Lo cierto es que la salida de York del show había sido dolorosa en todos los sentidos. Un accidente durante el rodaje de una película (Llegaron a Cordura) destrozó la espalda del actor y el hombre tuvo que afrontar el rodaje de los episodios de Embrujada con el cuerpo relleno de novocaína, cortisona, pastillas para dormir y un batido de diferentes medicamentos con los que sobrellevar los dolores. Los guionistas de la serie, conscientes de la delicada salud del hombre, se dejaron los sesos hechos zumo ideando tramas donde el personaje pasase casi todo el tiempo sentado, recostado o tumbado pero no fue posible convencer al estudio de desechar las escenas más espectaculares y exigentes físicamente. En una de ellas, que requería elevar al actor a varios metros de altura, York se desvaneció y acabó ocupando cama en el hospital. Como consecuencia, los productores decidieron que era más humano contratar a otro actor para hacerse cargo del personaje que ahorrar para la corona de flores y ficharon a Dick Sargent, otro Dick para el mismo Darrin. El público no supo masticar el cambio, el nuevo Darrin no solo era físicamente diferente sino que su papel ni siquiera conservaba el mismo tono de su predecesor, y la audiencia se derrumbó. Al pobre York le fue incluso peor, tras su retiro y con las dolencias a cuestas acabó zambulléndose en la drogadicción y convirtiéndose en un apestado para el mundo del entretenimiento hasta muchos años después.

Los otros Darrins

En el mundo del cine y la televisión tiende a evitarse que diferentes actores interpreten a un mismo personaje para no descolocar al público, pero en ocasiones no queda otra y el testigo salta entre artistas. Gregor Clegane, conocido por el topográfico apodo de La Montaña, en Juego de tronos comenzó siendo interpretado por Connan Stevens, pero cuando el hombre partió hacia los verdes pastos de El hobbit fue reemplazado por Ian Whyte en principio y por Hafþór Júlíus Björnsson en el momento en el que los productores decidieron contratar a alguien que realmente tuviese aspecto de cordillera.

Carlos Gallardo protagonizó el festival low cost de Robert Rodríguez llamado El mariachi, pero en las secuelas (la disfrutable Desperado y la insufrible El mexicano) fue Antonio Banderas quien se hizo cargo del papel mientras Gallardo quedaba relegado a carne de cameo. En las versiones de carne y celuloide de Astérix el ruso Gérard Depardieu era el elemento inamovible en un reparto que cambiaba continuamente entre una película y otra. Los chicos protagonistas de aquella Zipi y Zape y el club de la canica muy libremente basada en los cómics de José Escobar tuvieron que ser reemplazados en Zipi y Zape y la isla del capitán porque el mundo del entretenimiento aún tiene dificultades para driblar al paso del tiempo y los chavales de la primera no eran tan chavales cuando comenzó a rodarse la segunda.

La telecomedia Aquellos maravillosos setenta colocó a Christina Moore en el rol de Laurie Foreman tras prescindir de Lisa Robin Kelly  por culpa de su alcoholismo (que la mantenía entrando y saliendo de la serie  por temporadas); Kelly fallecería en 2013 en un centro de rehabilitación a causa de una combinación de varias drogas. Beverly Owen abandonaría por amor su papel de Marilyn Munster en La familia Monster y se fugaría a Nueva York con su futuro marido (y también futuro exmarido); la escapada no le sentó nada bien a la productora y tras encontrar sustituta (Pat Priest) le prohibieron la entrada al estudio durante varios años.

Maggie Gyllenhaal sustituyó a Katie Holmes como Rachel Dawes en El retorno del caballero oscuro y no se quejó nadie, porque a Holmes de aquella no solo le hacía el vacío Tom Cruise. Dumbledore en la saga Harry Potter comenzó en manos de Richard Harris pero, tras la muerte del actor, después de haber participado en las dos primeras películas, Michael Gambon se encargó del reemplazo rindiendo honores al legado de Harris al conservar el acento irlandés que aquel le había otorgado al personaje.

Aquellos maravillosos 70, (1998–2006). Imagen: 20th Century Fox / Carsey-Werner-Mandabach.

En general casi todos los programas o películas que han gozado de un recorrido medianamente largo han sufrido bajas y reemplazos en su reparto: la exmujer de Ross en Friends, el padre de Sabrina en Sabrina, cosas de brujas, Neely Capshaw en Los vigilantes de la playa o Miss Ellie en Dallas. Topanga (Danielle Fishel) en Yo y el mundo tenía tantos padres diferentes que los espectadores podían acabar pensando que la pobre era adoptada cada cierto tiempo por una familia nueva.

Que nadie se entere

Los responsables de Hannah Montana optaron por una solución práctica para sustituir al actor que daba vida a Albert Dontzig, vecino de la familia protagonista, al cubrir el hueco de Peter Vogt con su hermano gemelo Paul Vogt, logrando que prácticamente nadie se enterase del cambiazo. Aunque lo de tirar de lazos familiares es un recurso que aprovecha mejor el cine de animación, en la Pocahontas 2 que apuntaba directamente al vídeo a John Smith no lo dobló Mel Gibson sino su hermano Donald Gibson, y la voz de Woody que llegó con los videojuegos y merchandising de Toy Story no era la de Tom Hanks sino la de su hermano Jim Hanks.

En Seinfeld una suplencia pasó de puntillas y con alma ninja: el papel de padre de George saltó de John Randolph a Jerry Stiller y los responsables del programa decidieron volver a rodar las escenas del primero con el segundo en su lugar para emitirlas en futuras repeticiones. Regreso al futuro 2 afrontó el cambio de actriz en el personaje de Jennifer (Elisabeth Shue sustituyó a Claudia Wells) rodando de nuevo meticulosamente las escenas finales de la primera parte y colocándolas al principio de la segunda. La saga también supo rellenar otra ausencia de manera creativa cuando Crispin Glover y su ego saltaron del tren al considerar que no cobraban suficiente plata: el director solventó la ausencia del actor en las secuelas filmando a un doble desde lejos y reciclando metraje de la primera parte.

Otros no se molestaron en disimularlo en absoluto, el film La vida en tiempos de guerra de Todd Solondz funcionaba como secuela directa de Happiness y se atrevía a utilizar a un actor negro (Michael K. Williams) para un personaje que en la primera parte había sido interpretado por un actor blanco (Philip Seymour Hoffman). A Solondz le iba ese rollo trilero, porque en su película Palíndromos la protagonista Aviva era interpretada por ocho personas diferentes que ni siquiera compartían raza, edad o género. En la sesentera teleserie de Batman la trama de un capítulo reunía a todos los varios villanos del show en piña contra el hombre murciélago, pero como era prácticamente imposible congregar a todo el reparto original se optó por la opción más chusca: rodar la gran pelea del episodio a oscuras.

Plan 9 del espacio exterior es el ejemplo más chabacano y encantador de la desfachatez a la hora de cubrir vacantes, Ed Wood tiró de metraje previo rodado con Bela Lugosi para completar la película y ante la imposibilidad de poner de nuevo al actor frente a la cámara, sobre todo porque a aquellas alturas el pobre Lugosi estaba durmiendo en una caja de pino que no pertenecía al atrezo de ninguna película, decidió sustituirlo en la pantalla grande por su quiropráctico personal. Para evitar que el público fuese consciente de la treta se le ocurrió el truco idiota de obligar al improvisado sustituto a aparecer en escena tapándose la cara con la capa y agachándose un poco.

Cambios históricos

007 Al servicio secreto de su majestad empezaba como cualquier otra película de James Bond, con una secuencia inicial de acción que daba paso a unos títulos de crédito con mucha silueta femenina adoptando pose entre colores y montajes creativos. Pero en la cabecera de aquella película con espía británico ocurría algo inusual: la chica a la que el héroe rescataba huía del lugar en coche al final de la escena y al protagonista, un James Bond interpretado por George Lazenby, se le escapaba en voz alta un comentario de metarresignación: «Esto nunca le sucedió al otro». La frase, que parecía más una improvisación del propio actor que parte del guion, hacía broma de un relevo en el mundo real porque con aquella película Lazenby sustituía oficialmente a Sean Connery en el papel de agente secreto. Aunque el Bond de Lazenby no gozó de una vida larga, tras aquella película Connery volvería a hacer suyo al espía y las futuras entregas contarían con nuevas caras para el personaje: Roger Moore, Timothy Dalton, Pierce Brosnan y Daniel Craig.

En el caso de la franquicia Bond, que se extiende a lo largo de varias décadas, los reemplazos eran necesarios para reinventar al personaje y sobre todo para impedir que a la larga el tacatá acabase figurando como un gadget más entre el arsenal del héroe. Posiblemente también influye el hecho de que los intérpretes acaben cansados de la manera en la que el papel de Bond se dedica a atar en corto: el contrato oficial para convertirse en 007 incluye la prohibición de vestir esmoquin en otras películas mientras uno sea la cara de James Bond. Suena a capricho tontorrón, pero lo cierto es que en la práctica ha provocado dolores de cabeza: una escena de El secreto de Thomas Crown situaba a Pierce Brosnan en un lugar donde la etiqueta era obligatoria y evidente, pero, ante la imposibilidad de vestirlo con un esmoquin bien puesto por culpa de aquel contrato, los responsables de vestuario tuvieron que presentarlo con una camisa desabotonada y una pajarita blanca desatada que le daban un lamentable aspecto de hermano del novio en el crepúsculo de una boda.

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Sean Connery. Imagen: United Artists.

El personaje de Jack Ryan ideado por el escritor Tom Clancy se cambió a menudo de pantalones al ser interpretado por Alec Baldwin en La caza del Octubre rojo, por Harrison Ford en Juego de patriotas y Peligro inminente, por Ben Affleck en Pánico nuclear y por Chris Pine en la reciente y fallida Jack Ryan: Operación sombra. El personaje de Tarzán contempló un voluminoso desfile de intérpretes en taparrabos: Elmo Lincoln, Johnny Weissmuller, Lex Barker, Gordon Scott, Mike Henry, Casper Van Dien y el reciente Alexander Skarsgård de La leyenda de Tarzán.

Batman ocultó bajó las orejas de murciélago a un bailongo Adam West, en la que probablemente fuese la interpretación más molona del personaje, pero también acogió a Michael Keaton durante las notables Batman y Batman vuelve de Tim Burton, a Val Kilmer en el Circo del Sol que era Batman forever y a un George Clooney al que se la sudaba todo en la inenarrable Batman y Robin. Christian Bale recuperó la seriedad, y para muchos la modorra, de mano de Christopher Nolan en la trilogía de El caballero oscuro y Ben Affleck rellenó el traje (después de que los fans se tirasen de los pelos) en Batman vs Superman: el amanecer de la justicia.

Ya quisieras tú, Christopher Nolan.

Justificados

La televisiva saga del Dr. Who es otro de los casos donde el constante cambio del rostro protagonista obedece a la necesidad de alargar el asunto a través de los años y no acumular arrugas, aunque en el universo del Doctor la cosa está muy bien llevada al formar parte del propio guion. Y es que en 1966, tres años después del estreno del show, cuando el actor protagonista (William Hartnell) decidió abandonar la empresa, la solución de los guionistas fue informar al espectador de que la raza del Doctor tenía la capacidad de regenerarse a voluntad y cada cierto tiempo se reencarnaba en un individuo diferente. De este modo a Hartnell lo sucedería Patrick Troughton, y tras él llegarían diez regeneraciones más con las caras de Jon Pertwee, Tom Baker, Peter Davison, Colin Baker, Sylvester McCoy, Paul McGann, Christopher Eccleston, David Tennant, Matt Smith y Peter Capaldi.

Heath Ledger falleció a mitad de rodaje de El imaginario del Doctor Parnassus y el gafe de Terry Gilliam decidió completar la película tirando de los amigos del actor: Jude Law, Johnny Depp y Colin Farrell interpretaron a su personaje en diferentes dimensiones fantásticas. Matrix revolutions justificó el cambio de aspecto de el Oráculo (Mary Alice sustituyó a una desaparecida Gloria Foster) con la excusa del código informático reescrito. Smallville explicó la nueva cara del personaje de Morgan Edge con el recurso más sobado: la cirugía plástica. Y Supernatural establecía que las diferentes apariencias de los demonios se debían al hecho de que dichas entidades malignas podían ir por ahí poseyendo a quien les saliera del rabo.

Autoconscientes

En Iron man 2 Don Cheadle heredaba el rol de James Rhodes, un puesto que en la primera parte había interpretado Terrence Howard, y la película se permitía una coña al respecto: cuando Tony Stark (Robert Downey Jr.) se topaba con el nuevo Rhodes durante una audiencia le espetaba un «No esperaba verte por aquí» que obtenía como respuesta un «Bueno, soy yo, así que déjalo, ¿vale?». Santiago Segura le comentaba a Cuco (Julián López) en Torrente 5: operación Eurovegas que lo notaba cambiado, algo lógico teniendo en cuenta que en Torrente 2: misión en Marbella al afable yonqui lo interpretaba Gabino Diego. En La momia: la tumba del emperador dragón, la tercera parte de las correrías de Brendan Fraser tras el culo de muertos embalsamados, Maria Bello reemplazaba a Rachel Weisz en el papel de coprotagonista aventurera presentándose en pantalla mientras afirmaba que era una mujer completamente diferente.

Los protagonistas de la sitcom Loco por ti tenían como vecinos a un matrimonio repelente formado por Maggie (Judy Geeson) y Hal Conway (Paxton Whitehead). A lo largo de la serie Whitehead abandonó el carro y fue sustituido por Jim Piddock durante un puñado de episodios, para finalmente acabar volviendo a interpretar el personaje. En la ficción aquello se convirtió en chiste cuando Maggie decidió apuntar que se había «divorciado del segundo Hal para volver a casarse con el primero».

La tercera temporada de El príncipe de Bel-Air despachó a la tía Vivian original (Janet Hubert-Whitten) para sustituirla por Daphne Maxwell Reid, y en la quinta temporada el personaje de Jazz, cuyos diálogos ya habían lanzado puyas a la nueva incorporación con anterioridad, se preguntaba en voz alta a qué actriz habrían pillado esta vez para hacer de Vivian.

Mi gran vida griega, la serie-secuela televisiva de Mi gran boda griega, se llevó a casi todo el reparto original a la pequeña pantalla, pero no contó con los servicios de John Colbert, el marido americano en el film. Como consecuencia, la serie decidió arrancar en televisión con la suegra del personaje comentándole al sustituto (Steven Eckholt) que tenía un aspecto diferente. Padre de familia sufrió un recasting que por aquí no llegamos a notar: en su versión original Lacey Chabert ponía voz a Meg Griffin, pero a partir de la primera temporada el papel pasó a los labios de Mila Kunis. Lo simpático ocurría en un capítulo posterior donde Peter amenazaba a Lois con echarla del show de manera muy poco sutil con un «Tengo dos palabras para ti, Lois: Lacey Chabert». Pero la guasa ni siquiera acababa ahí, durante otra trama Stewie y Brian viajaban en el tiempo hasta el primer episodio y al reencontrarse con la voz de Chabert comentaban que aquella «parecía la voz de una chica que estaba a punto de tomar una decisión estúpida».

Roseanne jugó con el asunto a tope cuando Sarah Chalke relevó a Lecy Goranson en el personaje de Becky, porque la sustitución se produjo con la familia viendo un capítulo de Embrujada y comentando el cambiazo de actores, ocasión que aprovechaba Chalke para entrar en el show por la puerta más ancha al afirmar que ella era fan del segundo Darrin. Durante el resto de la serie los guionistas no se cortaron y se divirtieron lo suyo: durante una riña Roseanne llegaba a amenazar a la criatura con reemplazarla y cuando Goranson volvió a la serie, tras tres temporadas de ausencia, el resto del casting iniciaba sus conversaciones con ella preguntándole donde se había metido o apuntando que parecía que llevaba ausente tres años. En futuros capítulos la broma continuó en forma de cameos que los personajes interpretaban como déjà vus incómodos. «Ojalá yo tuviese una hija así de simpática», comentaba Roseanne tras toparse con Chalke en un papel secundario.

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«Bueno, a mí me gusta mucho más el segundo Darrin». Chalke llega a Roseanne, (1988–1997). Imagen: Wind Dancer / Carsey-Werner / Paramount.

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7 Comentarios

  1. Hay que ser muy friki, con mucho tiempo libre, para tragarse tantas series y desarrollar tamaña erudición.

  2. En mi modesta opinión, merecerían al menos una mención algunos ejemplos destacados más. Como Santa Bárbara, histórico culebrón que se estrenó en las mañanas de TVE cuando «solamente» se llevaban grabados unos 500 capítulos y en la que hubo al menos 3 personajes principales interpretados por hasta 4 actores diferentes (entre ellos nada más y nada menos que Robin Wright, como la primera Kelly Capwell). O como Nicky Banks en El príncipe de Bel Air, ya que se menciona la serie; con los súbitos cambios del bebé también se hacían coñas. O como las gemelas Mary-Kate y Ashley Olsen, que de turnarse para dar vida a la bebé de Padres Forzosos han terminado… como han terminado. Y en cuanto a productos patrios, cómo olvidar esa sorprendente a la par que nada forzada (ejem) transformación de Juan Echanove ¡¡en el Gran Wyoming!! en la nunca bien ponderada (ejem) Hermanos de Leche, con accidente de tráfico y cirugía de por medio. Aunque quizás el caso más alucinante sea el de Judy Winslow, hermana menor de Eddie y Laura, en Cosas de Casa: tras cambiar de actriz inmediatamente después del episodio piloto, el personaje ya no es que cambiase otra vez de intérprete, sino que desapareció por completo de la serie sin ningún tipo de explicación a partir de la cuarta temporada, a medida que Urkel adquiría todo el protagonismo. Judy Winslow no fue otro Darrin más: Judy Winslow fue el Darrin que nunca existió.

  3. Ya que se ha mentado al impagable y abigarrado Batman sesentero, cabe recordar que el personaje de Catwoman/Gatúbela estuvo interpretado por hasta tres actrices diferentes y de físicos nada homologables. A saber; Julie Newmar (la más atractiva) y Eartha Kitt (la más descocada) en la serie de televisión y la algo sosa Lee Meriwether en la película derivada.

    Juraría que El Acertijo también tuvo más de un rostro, aunque sin IMDB de por medio no me fio mucho de mi memoria.

    Pd. Decirle al señor/a Daguerre que esa «erudición friki» de la que hacen gala no pocos redactores del Jot Down -y que tanto parece molestarle- a muchos nos deleita e ilustra a la par.

    • No me molesta, en absoluto. Yo mismo soy un friki.

      • Disculpe usted pues, creía detectar ironía donde no la había. Es más, está usted utilizando el término freak/friki en su acepción más correcta, la que se refiere al aficionado con conocimientos enciclopédicos de la materia.

  4. Pingback: El otro Darrin

  5. ¡Gracias!

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