Arte y Letras Historia

Jesús de Nazaret (IV): Sangre y resurrección

The Incredulity of Saint Thomas by Caravaggio
La incredulidad de Santo Tomás. Caravaggio, 1602.

(Viene de la tercera parte)

Aruru, la diosa de la creación, contemplaba con supremo disgusto la insolencia de Gilgamesh, el poderoso rey de la ciudad sumeria de Uruk. La diosa sabía que Gilgamesh se había demostrado invencible en combate y por ello decidió juntar arcilla con agua para moldear un hombre cuyas cualidades únicas pudiesen convertirlo en un rival digno del rey sumerio. El nuevo hombre se llamó Enkidu, que significaba «hijo de Enki, dios de las aguas». Mucho tiempo atrás, había sido Enki quien, mediante la unión de la arcilla con la esencia misma de la vida, la sangre, había creado la raza humana para convertirla en servidora de los dioses.

Cuando Enkidu cobró vida, sin embargo, no adquirió consciencia de sí mismo. Era tal su inocencia que correteaba desnudo junto a los animales. Desconocía las costumbres de los humanos; no cazaba, no cultivaba, no se vestía, no se cortaba el cabello. Vivía en completa armonía con la naturaleza y era incapaz de actuar con violencia. En semejante estado silvestre, Enkidu se demostraba inútil para los propósitos de la diosa Aruru. Pero ella no se rindió. Había que despertar a Enkidu.

La diosa recurrió a una mujer que estaba su servicio, ejerciendo como prostituta sagrada. Todos la llamaban Shamhat, «la magnífica», debido a lo excepcional de su belleza. La diosa le dio a Shamhat el encargo de buscar Enkidu para convertirlo en hombre. Shamhat lo encontró, lo sedujo y mantuvo relaciones sexuales con él durante seis días y siete noches. Enkidu, por fin, despertó y obtuvo el conocimiento del bien y del mal, que es propio tanto de los seres humanos como de los dioses. En aquel mismo instante, Enkidu comprobó que sus antiguos amigos, los animales, rehuían aterrados al verlo. Entendió que la naturaleza salvaje ya no le daba la bienvenida. Así pues, Enkidu fue por fin consciente de su verdadero lugar en el mundo y siguió a Shamhat hacia la civilización para cumplir su propósito de enfrentarse a Gilgamesh.

La epopeya de Gilgamesh es la narración escrita más antigua que se conoce, compuesta más de un milenio antes de que se empezasen a redactar los primeros textos del Antiguo Testamento. La mitología sumeria influyó en el desarrollo de varias religiones posteriores, incluida la israelita. La Biblia hebrea contiene conceptos que proceden, por vía directa o indirecta, de la vieja religión sumeria. Entre La epopeya de Gilgamesh y el Génesis, por ejemplo, existen varios paralelismos. En ambas mitologías el final de la inocencia de la raza humana la convirtió en centro de la creación, pero también la despojó de la felicidad al conocer el concepto de la muerte. Era una analogía entre la infancia, cuando los niños se creen inmortales, y la edad adulta. Pero también una distinción entre la especie humana y el resto de los seres vivientes.

Los antiguos pensaban que la especie humana desempeñaba un papel único en la creación. Los animales carecían de consciencia de sí mismos y actuaban según leyes naturales preestablecidas. Los humanos, en cambio, no solo eran capaces de contravenir esas leyes naturales, sino que podían elaborar leyes nuevas, y también eran capaces de transgredir estas que acababa de inventar. No había regla que el ser humano no pudiese incumplir porque disponía de libre albedrío, que era la diferencia fundamental (y quizá la única relevante) entre el ser humano y los demás habitantes del mundo. Los mitos religiosos explicaban de diversas formas la adquisición del libre albedrío, pero casi siempre con algunas ideas comunes. La primera idea común era que la libertad humana implicaba vivir fuera de la armonía de las leyes naturales, a las que ya nunca se podría regresar. La segunda era que el abandono de la inocencia estaba acompañado por la pérdida de la inmortalidad o, dicho de otro modo, por el repentino descubrimiento de la propia mortalidad. La tercera, que la libertad de acción otorgaba al ser humano la capacidad para pecar o contravenir las leyes divinas.

El conocimiento del bien y del mal

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Adán y Eva, de Alberto Durero, 1527.

El mito de Adán y Eva, pese a las reinterpretaciones que los cristianos elaboraron a partir del siglo II d.C., no habla de un «pecado original» que va pasando de padres a hijos. Ese concepto no hubiese tenido sentido para los antiguos israelitas, quienes pensaban que el pecado era siempre cometido, nunca heredado. Es verdad que en la Biblia hebrea abundan los ejemplos de castigo divino colectivo, pero en tales casos no todos los castigados merecían su destino y, como dice la frase inspirada por la propia Biblia, pagaban justos por pecadores. La reelaboración cristiana del mito israelita de la creación produjo resultados que, cabe pensar, hubiesen sorprendido a quienes los escribieron. La serpiente parlante del Génesis, por ejemplo, no era una representación satánica; Satán no tenía un papel importante en el Antiguo Testamento y la serpiente, de hecho, era un recurso narrativo habitual en las mitologías antiguas. Podía simbolizar muchas cosas, desde el engaño y la tentación hasta la eterna juventud y la fertilidad, pero no algo como el concepto cristiano de Satán. De manera análoga, cuando Dios prohíbe a Adán y Eva que coman el fruto prohibido del «árbol del conocimiento del bien y el mal» tampoco les está tendiendo una trampa para que pequen y poder así condenarlos a la expulsión del paraíso (una de las extrañas paradojas que produciría la posterior visión cristiana de este mito: el que Dios crease a la humanidad para convertirla en pecadora y poder castigarla por ello). El fruto prohibido era más bien una fórmula para enseñar de manera sencilla el concepto de libre albedrío.

Adán y Eva muerden el fruto prohibido porque están predestinados a hacerlo. Cuando Dios sitúa el árbol del conocimiento en el Edén y les prohíbe que coman de él, lo único que está haciendo es concederles la libertad para elegir. Pueden escoger entre obedecer la ley natural como los animales o bien salirse de ella, convirtiéndose en una excepción dentro de la creación. Dios les prohíbe comer el fruto, sí, pero no hace nada más por impedirlo. El árbol del conocimiento no está protegido por espinas ni por una muralla de fuego. El fruto está ahí, al alcance de la mano. Lo único que Adán y Eva necesitan hacer para incumplir la prohibición es dar un paso; la serpiente, cierto, representa la tentación, pero solo les corresponde a ellos decidir si sucumben o no a esa tentación. Por supuesto, desobedecen a Dios porque están creados a imagen y semejanza de ese mismo Dios. Ellos pueden distinguir el bien del mal, como Dios, lo cual implica que pueden tomar sus propias decisiones, como Dios. Cuando muerden el fruto del conocimiento adquieren consciencia de sí mismos, como Dios, y son forzados a abandonar la vida pacífica de los animales. Porque no son animales y Dios nunca quiso que lo fuesen. La expulsión del paraíso, pues, no es un momento en el tiempo, no es un episodio; es una descripción de la condición humana.

Enkidu, el buen salvaje del mito sumerio, despertó después de mantener relaciones sexuales, lo cual está relacionado con la naturaleza sexual del acto creador en las cosmogonías politeístas. Enkidu es hijo de la conjunción entre el elemento femenino, la tierra, y el elemento masculino, el agua. El agua fecunda la tierra y de esa unión sexual nace Enkidu, del mismo modo que la raza humana había nacido de la unión entre el elemento fecundador, la sangre, y el elemento fecundado, la tierra. En el mito del Edén, sin embargo, Adán y Eva nacen del barro, pero su creación ya no es sexual. Yahvé sopla para insuflar vida a Adán, en representación del mismo verbo con el que ha creado todo lo demás en el universo. Tampoco es sexual la expulsión del Edén, el despertar de Adán y Eva. Son expulsados por haber accedido al ámbito del conocimiento, incompartible con la vida natural; la serpiente los ha seducido, como una nueva encarnación de la irresistible Shamhat, pero no los ha despertado mediante la sexualidad y ellos se han dejado seducir, mientras que Enkidu no tuvo opción. Todo esto, insisto, respondía al plan de Yahvé. Al igual que un Enkidu feliz e ignorante le era inútil a Aruru para vencer a Gilgamesh, unos Adán y Eva felices e ignorantes le eran inútiles a Yahvé para cumplir su propósito de culminar la creación con unos habitantes dignos de reinar en ella.

El ser humano, eso sí, habrá de pagar un alto precio por la libertad y la capacidad para distinguir el bien del mal. Como es típico de muchos pasajes mitológicos, esta idea es explicada mediante dos niveles de lectura. Un nivel más sencillo y pedagógico, y otro nivel más profundo. En el nivel más básico, el precio de la libertad será, como hemos visto, la expulsión del paraíso. Esto es, vivir fuera de la armonía natural, perdiendo la feliz inconsciencia sobre la propia mortalidad: «Ganarás el pan con el sudor de tu frente hasta ser devuelto a la tierra de la que saliste, pues polvo eras y en polvo te convertirás». Los animales no saben que van a morir, por eso son felices. El ser humano no puede ser feliz del todo, no después de abandonar la infancia, porque sabe que va a morir.

En la segunda lectura, más elaborada, hay otro precio a pagar por la libertad: el ser humano será sometido a la pugna constante entre sus deseos y sus obligaciones, cosa que lo convierte en el único culpable de los pecados que pueda cometer. En las religiones paganas que precedieron al judaísmo la guerra entre el bien y el mal era una guerra externa al ser humano, librada por fuerzas superiores en la esfera celeste, aunque con influencia sobre lo que sucedía en el ámbito terrenal. El ser humano no era el responsable último del mal, sino más bien su víctima. Para los israelitas, en cambio, la guerra entre bien y mal se volvió interior, convirtiendo al individuo humano en el culpable único de sus propios actos. Elegir el bien no siempre es fácil; el mal es tentador con demasiada frecuencia. La libertad implica desobedecer a Dios y provocar su enfado, porque Dios, pese a haber concedido esa libertad, ansía que el ser humano la use para el bien y tome siempre la decisión correcta, al igual que un padre lo espera siempre de sus hijos.

Cuando Adán y Eva abandonaron el Edén, pues, la felicidad los abandonó y el pesar ante la mortalidad se apoderó de sus almas. Pero se produjo un castigo todavía peor: la violencia estalló entre sus propios hijos, Caín y Abel.

El tabú de la sangre

La violencia se convertiría en una de las principales ofensas a Dios, si acaso la más grave. Aunque, cabe aclarar, la delimitación del alcance de los preceptos morales extraídos de los textos religiosos israelitas es difícil, si no imposible, en la práctica. El Antiguo Testamento, al igual que el Nuevo, es una compilación heterodoxa de textos escritos por diversos autores en diferentes épocas y contiene contradicciones flagrantes. La violencia es condenada en algunos pasajes, pero alentada, incluso conminada, en otros. Además, los libros de la Biblia hebrea no solo son de autoría diversa, sino que varios de ellos fueron creados como compilaciones de fuentes diferentes. Algunos libros contienen relatos paralelos sobre un mismo hecho que pueden llegar a contradecirse, de lo que se deduce que esos dos relatos no proceden de una única fuente y que ese libro fue dos, o más, en el pasado. Por ejemplo, existen dos mitos de la creación en el Génesis. Y no son idénticos.

El Génesis, no obstante y como ya hemos dicho, nunca pretendió ser una crónica histórica, sino la traducción de ideas complejas al lenguaje sencillo de narraciones metafóricas que cualquiera pudiera entender. De manera idéntica a los Evangelios cristianos, los textos bíblicos judíos estaban pensados para ser leídos, ya que en las congregaciones abundaban los analfabetos. Ese es el espíritu de los mitos: explicar de manera sencilla por qué la realidad es como es. Los creyentes más ingenuos podían interpretar los mitos de manera literal (algunos aún lo hacen hoy en sus respectivas religiones), pero eso no significa que esos mitos fuesen concebidos como otra cosa que elaboraciones simbólicas.

Aun así no siempre es fácil reconstruir la interpretación original de quienes plasmaron aquellos mitos en pergamino. En la religión israelita, como después en la cristiana, no basta con el análisis de los propios textos tal y como han llegado hasta nosotros. También hay que intentar reconstruir las ideas que estaban detrás de esos textos. Un ejemplo: la Biblia, en determinados pasajes, aboga por el asesinato, la esclavitud, la violación y el expolio. Impone penas de muerte por transgresiones morales que para nosotros son triviales. Sugiere la mayor fiereza contra los enemigos. Sin embargo, estas reglas eran difíciles de aplicar a rajatabla incluso en el mundo de los antiguos israelitas. En la práctica, un seguimiento estricto de la normativa bíblica tal como estaba escrita podía atentar contra la estabilidad social. En ocasiones se producían ejecuciones brutales por motivos religiosos, ya fuese buscando la ejemplaridad o como efecto de la crueldad de algún dirigente concreto, pero también había una clara tendencia a soslayar los aspectos más severos de la ley.

La tradición cristiana se empeñaría después en retratar la justicia religiosa judía como despiadada, pero incluso el alto tribunal del Sanedrín solía aplicar medidas garantistas en los procesos religiosos y no era fácil que unos acusadores pudiesen obtener una condena a muerte. Entre los judíos, como después entre los propios cristianos, la ley solía ser más extrema cuando leída en los textos sagrados que cuando aplicada en la vida cotidiana. Si los israelitas hubiesen aplicado las leyes bíblicas al pie de la letra se hubiesen extinguido en unas pocas generaciones. Como en todas las religiones, el día a día forzaba la adaptación de las normas al sentido común y los judíos se limitaban a hacer caso omiso de aquellos mandamientos que chocaban con la convivencia básica. Entre ellos, como en cualquier otro pueblo, la violencia estaba mucho peor vista en la vida real que lo sugerido por los más brutales pasajes de sus textos religiosos. De hecho, como ya vimos en capítulos anteriores, en el judaísmo abundaban los movimientos pacifistas. El fariseísmo, escuela de la que casi con toda probabilidad bebió el propio Jesús, obviaba los llamamientos bíblicos a la violencia y el castigo físico, abogando por una visión mucho más humanista y racional de la ley religiosa.

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Caín matando a Abel, de Frans Francken II, siglos XVI – XVII

Siguiendo con las contradicciones en los textos judíos, la misma Biblia que recomendaba la violencia en unas páginas caracterizaba el asesinato como el peor de los pecados en otras. Esto hacía que la Biblia y la propia ley religiosa judía careciesen de consistencia interna, por supuesto, pero la consistencia o la lógica no eran los criterios bajo los que fueron escritos aquellos textos. Según la mitología de los antiguos israelitas, de hecho, los seres humanos son hermanos entre sí. Todos son hijos de Dios. La historia bíblica de Caín y Abel ilustra la idea de que todo asesinato es un fratricidio y esa idea fue tanto o más importante en la tradición israelita que las exhortaciones a la masacre de enemigos o la aplicación de la pena de muerte por infracciones menores. Según una visión pragmática de la vida no solo la paz era preferible a la violencia, sino que el propio fundamento teológico del pacifismo era más sólido que el de la belicosidad. Todo esto nos lleva a recordar que la sangre humana, que contiene la esencia de la vida, era sagrada para los israelitas. Derramarla constituía la peor ofensa contra Dios porque suponía despreciar y desperdiciar el más sagrado de los dones que Dios ha concedido a sus hijos. Recordemos que cuando los humanos se enfrentaron entre sí, Dios los castigó con dureza mediante el diluvio universal (la idea de una inundación como castigo provenía también de otras mitologías anteriores).

Uno de los puntos críticos que la mitología israelita se vio obligada a resolver sobre la marcha era justo eso, el castigo universal. Dado que el ser humano nunca deja de pecar y su carácter violento nunca lo abandona, siguiendo la lógica impuesta por el Génesis cada generación merecería ser castigada con su propio diluvio. Y, claro, la idea un diluvio universal cada treinta o cuarenta años no tenía sentido, entre otras cosas porque resultaba evidente que no se producían tales diluvios generacionales. Así que apareció una idea novedosa en la mitología de la todavía incipiente Biblia hebrea. Yahvé terminó entendiendo que la agresividad formaba parte de la naturaleza del hombre y que castigar a toda la humanidad de manera cíclica suponía entrar en un círculo vicioso que podría ser interpretado, además, como un fracaso de su creación. ¿Qué hacer, pues, para canalizar la agresividad de sus hijos? La respuesta era permitir cierto grado de violencia. Contra los animales.

En la vida edénica de Adán y Eva, como en la de Enkidu, el ser humano era imaginado como vegetariano. No porque el vegetarianismo fuese visto como una opción moral superior, sino porque en el estado salvaje, tal como lo veían los israelitas y otros pueblos antiguos, el ser vegetariano no era una opción, sino el símbolo de que el humano edénico era alimentado por Dios. No cazaba a otros animales para comérselos ni sentía el impulso de matar porque Dios ya le proporcionaba alimento. Así pues, en el Edén, los seres humanos no derraman la esencia sagrada de la vida, la sangre. Cuando el ser humano obtiene la consciencia y la libertad, sin embargo, se despierta su faceta violenta. Yahvé la castigó una vez con el diluvio, pero en lo sucesivo tuvo que hacer concesiones. ¿Los seres humanos son violentos? Pues se les autoriza a que maten animales con el fin de alimentarse y vestirse; de ese modo pueden desahogar su lado agresivo sin recurrir al asesinato de sus congéneres. Así pues, cazar (o su equivalente, matar ganado) es una violencia que, si no del todo deseable, es inevitable. Así nació la idea del sacrificio animal como sublimación de la violencia entre humanos, una idea que entraría a formar parte de los ritos y textos de la antigua religión israelita. El sacrificio, por descontado, no era algo nuevo. Era un elemento común de todas las religiones antiguas. En las religiones paganas el sacrificio era un soborno que se ofrecía a los dioses para tenerlos contentos y obtener su favor. No tenía por qué consistir siempre en la muerte de un animal; a los dioses se les entregaba también oro, incienso, flores, frutos, grano, etc. El sacrificio pagano era como una transacción comercial: bienes materiales a cambio de favores divinos. En cierto modo, incluso en el cristianismo actual pervive esa idea primitiva (y pagana) del sacrificio como transacción, por ejemplo cuando se ofrendan bienes a algunos santos o vírgenes. Es una costumbre popular que funciona bajo una lógica pagana, pero que, dentro de ciertos límites, fue tolerada y sancionada por la Iglesia católica de origen grecorromano.

En la religión israelita, sin embargo, el sacrificio no era solo una transacción, sino también, y sobre todo, una devolución. Era una transacción que, a la manera de los modernos pagos a plazos, servía como recordatorio de la alianza entre Yahvé y su pueblo. Pero también era una devolución porque cuando Dios autoriza a los humanos a comer carne animal, lo hace con una condición: la esencia de la vida, la sangre, no puede ser consumida y ha de serle devuelta. Por ello, desde tiempos muy antiguos, los israelitas llevaban animales a los santuarios para que los sacerdotes los matasen. El animal no era un regalo para Dios (solo algunas partes grasas eran entregadas a los sacerdotes como pago por su intervención); lo más importante del sacrificio era la devolución de aquello que solo a Dios pertenecía: la sangre, esencia de la vida, que debía quedarse en el altar. Derramando la sangre del animal bajo supervisión de los sacerdotes, los israelitas asumían el recordatorio de que eran ellos, y no Dios, quienes estaban recibiendo un regalo: la posibilidad de matar animales para poder comer. Por supuesto esta era solo una de las varias ideas subyacentes que conformaban la relación de los israelitas con Dios, no tan basada en los sobornos paganos como en el nuevo concepto de alianza. Pero sí fue la idea que le dio forma al rito del sacrificio pascual, sin el que es imposible entender la concepción de Jesús como resucitado.

Antes del siglo VII a. C. los sacrificios tenían lugar en pequeños templos diseminados por la región o incluso a manos de sacerdotes itinerantes. Sin embargo las reformas religiosas del rey Josías condujeron a la prohibición del sacrificio en los templos locales, que fueron desmantelados. La matanza ritual pasó a ser un rito que ya solo podía realizarse en el Templo de Jerusalén. El judaísmo pronto adoptaría como suyo el nuevo dogma de que solo había un templo. La memoria colectiva recordaría, aunque de manera errónea, que ese centralismo religioso se remontaba al añorado Reino Unido de Israel del rey David (en época de David, el Templo de Salomón había sido el núcleo indiscutible de la fe israelita, pero no el único escenario de sacrificios. Pese a ello, la tradición se empeñaría en recordar aquello de «un solo Dios, un solo reino, un solo templo»). La reforma de Josías institucionalizó las peregrinaciones hacia Jerusalén.

Siglos después de Josías, en tiempos de Jesús, cada Pascua los creyentes llevaban un animal (por lo general, un cordero) al templo de Jerusalén para matarlo y devolver a Dios la esencia vital, la sangre. Tampoco entonces el animal muerto se quedaba en el templo. Cada creyente se llevaba su cordero para cocinarlo en una cena conmemorativa de la alianza con Dios. Una cena pascual no era parecida a nuestras cenas navideñas, pues tenía un carácter mucho más solemne y se celebraba atendiendo ciertas normas de obligado cumplimiento. Por ejemplo, no se debía quebrar ningún hueso del animal sacrificado durante su preparación. Antes de cenar los comensales debían saciar su apetito con otros alimentos, pues el cordero no debía ser consumido para saciar el hambre. La carne no debía ser desperdiciada y ningún resto de ella debía quedar al día siguiente, por lo que se podía invitar a la cena a cuantas personas fuesen necesarias para dar cuenta del animal. Cada comensal debía consumir una cantidad mínima de carne, aunque en la práctica, como atención a personas débiles o enfermas, esa cantidad mínima era simbólica: apenas un bocadito del tamaño de un dado bastaba para cumplir con el rito.

Detrás de todas estas normas estaba la necesidad de recordar, entre otras cosas, que el cordero que comían los judíos era la víctima inocente de un sacrificio realizado para expiar las culpas de los humanos. En otras palabras, matar al cordero estaba mal, pero era un mal menor.

Puesto que el tabú del consumo de la sangre no había existido en las religiones que influyeron en el desarrollo de la fe israelita y en las que también se habían realizado sacrificios animales, se deduce que dicho tabú no fue una idea derivada del propio acto ancestral del sacrificio animal, sino una abstracción elaborada que los israelitas incorporaron a ese ritual. ¿En qué momento histórico concreto reinterpretaron los israelitas el sacrificio? Es difícil decirlo, pero tuvo que ser antes de que el cuerpo textual del Antiguo Testamento tomase su forma definitiva.

La resurrección como recuperación de la sangre

Descent From The Cross
Tríptico con la Visitación de la Virgen, El descendimiento de la cruz y la Presentación de Jesús en el templo; de Pedro Pablo Rubens, 1612-1614

El Evangelio de Marcos es el más antiguo, el más cercano a la época de Jesús (aunque por pocos años) y, se deduce de su contenido, el más apegado a la tradición oral que circulaba sobre el difunto Mesías de Nazaret por pequeñas comunidades grecorromanas. De entre los cuatro evangelios canónicos es el que contiene mitologías menos elaboradas y la narración más sencilla y directa de la vida de Jesús. Si solo se hubiese escrito el Evangelio de Marcos muchas de las ideas que hoy asociamos a Jesús no existirían. En Marcos no se sugiere un nacimiento milagroso de Jesús en Belén ni la virginidad de su madre, María. No se insinúa que José no fuese su padre biológico. Se menciona con naturalidad a sus hermanos y hermanas sin pretender que no fuesen sus hermanos por parte de ambos padres. De hecho, no se dice nada, ni ordinario ni extraordinario, sobre la infancia de Jesús. El relato comienza con un Jesús ya adulto que recibe el bautismo de manos del profeta Juan. Aunque Juan lo reconoce como Mesías y una voz celeste así lo confirma, el relato se muestra ambiguo en los siguientes capítulos. Ni los propios discípulos de Jesús saben que están acompañando al Mesías, al menos durante la primera parte de libro. Cuando por fin lo descubren el propio Jesús se empeña en que guarden silencio (el famoso «secreto mesiánico»). En otras palabras, el Jesús de Marcos es un Mesías humano, no una encarnación divina.

Uno de los detalles más llamativos en relación con la humanidad del Mesías de Marcos es el súbito cambio de tono que adquiere la narración desde el momento en que Jesús es detenido en Jerusalén. El cambio es llamativo porque en Marcos el personaje de Jesús emerge con mucha viveza de entre las páginas. Quien lo escribió tuvo la enorme habilidad de evitar que el personaje pareciese un estereotipo, aunque muchas escenas relatadas sí sean estereotipadas (como parece propio en un texto con marcada vocación doctrinal y pedagógica). Jesús, según el momento, se muestra cercano y manso, o bien impaciente, o incluso enfadado. A veces se relaciona con la multitud y otras veces se esconde, cansado y agobiado ante la constante demanda de atención. Puede mostrar una honda e inmediata compasión ante alguien que simplemente toca sus ropajes y, en otro momento, negarse con frialdad a recibir a su propia madre y a sus propios hermanos. Más allá de la significación o enseñanza concreta que el evangelista quiso otorgar a estos momentos, lo cierto es que el Jesús de Marcos es tan tridimensional que por momentos parece que lo estemos viendo en una pantalla de cine. Es locuaz, activo, literariamente complejo y creíble, dotado de una personalidad carismática.

Este Jesús vivaz, sin embargo, se torna silencioso y sombrío desde el momento en que los guardias lo apresan. Apenas pronuncia palabra hasta que muere en la cruz, mientras que en posteriores Evangelios hablará más durante esos episodios. Es razonable interpretar que, puesto que el Evangelio de Marcos es el que de manera más temprana e inmediata recogió la tradición oral, ese tono podría estar reflejando el recuerdo del estado de shock que la crucifixión de Jesús debió de producir entre sus primeros seguidores. En posteriores Evangelios, que parecen corregir a Marcos, se muestra a un Jesús que domina la situación incluso después de ser detenido y juzgado, un Jesús que se enfrenta a la muerte con serenidad. En Marcos, pese a haber anunciado él mismo su propia muerte, Jesús se viene abajo cuando esa profecía se hace realidad. Lo cual, por cierto, convierte su sacrificio en un suceso mucho más conmovedor. No muere diciendo «Padre, a tus manos encomiendo tu espíritu» ni «Perdónalos porque no saben lo que hacen», como en posteriores versiones de su biografía. Tampoco le promete el paraíso a un ladrón crucificado junto a él. Eso fue añadido en textos posteriores. En Marcos Jesús se limita a lamentarse pronunciando una frase que el texto original griego, como queriendo recoger la emoción del momento, reproduce en arameo, la lengua nativa de Jesús: ¡Eloi, Eloi! ¿Lema sebactani?, «¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?».

El contraste entre la muerte de Jesús descrita por Marcos y la descrita por los posteriores evangelistas es tan pronunciado que llega a ser chocante, pero el tono de Marcos encaja mejor con el posible recuerdo emocional del relato oral heredado de los primeros cristianos judíos. El Mesías judío no debía morir de esa manera porque el Mesías era una figura cuyo propósito era vencer a los enemigos de Israel (Roma, en esa época) y reinstaurar el trono davídico. Es más, la crucifixión era tan incompatible con el mito mesiánico que pudo haber provocado que la figura de Jesús se perdiese en el olvido para siempre, como el Mesías fracasado que fue desde la perspectiva judía. Lo que evitó ese olvido fue una noticia extraordinaria. La buena noticia, el evangelio: Jesús había vuelto de entre los muertos.

El supuesto retorno de Jesús dio nuevas esperanzas a sus seguidores y fue, sin lugar a dudas, lo que impidió que su figura cayese en la irrelevancia histórica, como la de otros aspirantes a Mesías. Según la tradición oral recogida por los evangelistas, fueron unas mujeres —entre ellas la madre de Jesús y su seguidora María Magdalena— las que difundieron la noticia, así que pudo darse el caso de que el culto a Jesús resucitado (esto es, el cristianismo) fuese fundado por mujeres. Pero, más allá de quién propagase la noticia en primer lugar, la resurrección podía ayudar a resolver el enorme problema de fe que suponía la crucifixión. Insisto que en la redacción del propio Evangelio de Marcos, escrito ya cuando la idea de la resurrección estaba ya muy asentada, la detención de Jesús tiene un efecto devastador entre sus discípulos, quienes huyen y llegan a negar que lo conocen, dándole la espalda.

Que la resurrección salvó el culto a Jesús es un hecho, pero esto no significa, o no necesariamente, que la noticia fuese una táctica pensada con frialdad para mantener vivo aquel culto. Pensemos que sus primeros seguidores, los primeros en hacer circular esa noticia, no eran más que unas decenas —como mucho, unos pocos cientos— y no podían tener la menor sospecha del futuro que le aguardaba al cristianismo. Quizá cuando hablaban de resurrección lo hacían con sinceridad, quizá Jesús se le había «aparecido» a su madre, a María Magdalena o a otras personas. En la Antigüedad era moneda corriente el interpretar determinados sueños o visiones como verdades reveladas y no cabe desdeñar la posibilidad de que el iniciador o iniciadora de los rumores creyese de verdad que Jesús se le había aparecido. Pensemos que el más importante transmisor del evangelio cristiano, Pablo de Tarso, nunca conoció a Jesús en persona, pero aseguraba haberlo visto. Había experimentado una aparición y los acólitos de Pablo, que entonces eran casi todos los cristianos del ámbito grecolatino, nunca pusieron en duda la veracidad de esa aparición. Del mismo modo, si algunos años antes María Magdalena o algún otro seguidor de Jesús afirmó que lo había visto resucitado, los demás bien pudieron creer que estaba diciendo la verdad. En términos de la evolución histórica del culto a Jesús, lo importante no es que la resurrección fuese indemostrable, ni tampoco quién la propagó primero, sino que los seguidores de Jesús la consideraron cierta.

La resurrección demostraba que el Mesías no había sido vencido por los enemigos de Israel, los romanos. Si había resucitado aún podía volver para, como se esperaba de él, triunfar y establecer una nueva dinastía. La esperanza en esa «segunda venida», la parusía, se convirtió en uno de los motores fundamentales de la fe cristiana, aunque el significado de la misma fue variando de una generación a la siguiente.

Aún hubo otro problema que los primerísimos cristianos, que eran todos judíos, necesitaban resolver. Incluso conociendo la noticia de la resurrección, que el Mesías hubiese sido crucificado necesitaba una explicación. ¿Por qué morir para después volver? Aquí es donde se introdujo la segunda idea que separó el culto a Jesús de otros cultos similares: combinar la figura del Mesías triunfante —el único Mesías admitido por los judíos— con otras figuras de las que hablaba su tradición religiosa, como aquel enviado de Dios que expiaría los pecados de la humanidad y que, en principio, no estaba identificado con el Mesías (aunque había maneras de identificar ambas figuras a posteriori). Recordemos que, según las viejas profecías, la llegada del nuevo reino de Israel de manos del Mesías vendría precedida por un periodo de purificación en forma de desastres varios, los últimos castigos divinos antes de la salvación de los piadosos. Los primeros seguidores de Jesús propagaron la idea de que Jesús, con la preminencia que le confería ser el Mesías (esto es, un enviado de Dios), había intercedido ante el propio Yahvé para evitar que la dolorosa purificación involucrase al resto de sus congéneres. Para evitar ese último periodo de desastres y sufrimiento, Jesús se había entregado de manera voluntaria al sacrificio, permitiendo que todos los pecados fuesen expiados en su propia persona. Jesús, de esta manera, se había convertido en el Cordero de Dios.

La novedad de esta visión no consistía en la novedad de sus partes, todas ellas extraídas de la tradición judía, sino en la unión de todas ellas. La conversión del Mesías triunfante en un Mesías sufriente que moriría y resucitaría antes de regresar para triunfar. Esta idea fue sin duda una elaboración posterior a la crucifixión, pero queda claro que apareció muy pronto porque las cartas de Pablo de Tarso, escritas unos veinte años después de la muerte de Jesús (y anteriores por décadas a cualquier Evangelio), ya contienen una visión muy elaborada de este concepto.

La hipótesis del Jesús mítico

La ruptura entre el Mesías tradicional y un Mesías crucificado es tan sorprendente en el contexto del judaísmo de entonces que ha llevado a algunos a formular la hipótesis de que Jesús fue una invención grecorromana sobre la que fundar una nueva religión. Los historiadores desdeñan esta idea por muchos motivos. Primero, la figura del Cordero de Dios, como hemos visto, tiene hondas raíces en la mitología israelita. El entregarse al sacrificio propio para expiar pecados ajenos, demostración definitiva de mansedumbre, era una idea querida de la religión israelita. Nunca había sido asociada al Mesías triunfante y en eso consistía la única ruptura, pero, una vez extendida la noticia de la resurrección, podía encajar en la mentalidad de una minoría de judíos de la corriente farisea, en especial los que, como Jesús, valoraban esa mansedumbre como un valor moral capital.

Por otra parte, los primeros textos cristianos conocidos, las epístolas paulinas (las auténticas, que son siete), tampoco describen una «nueva» religión, sino el intento de extender la salvación prometida a los judíos para que se aplicase también a los gentiles. Y si la admisión de los gentiles en la salvación era una de las principales obsesiones de Pablo, eso demuestra que el culto al Jesús resucitado se originó como un culto exclusivamente judío y no como una invención grecorromana.

El Jesús de los Evangelios, sobre todo el de Marcos, también es demasiado judío como para pensar que fue una creación grecorromana y menos todavía fundamentada en elementos paganos. Marcos describe a un Jesús que sigue las tradiciones judías: respeta el Antiguo Testamento, habla en las sinagogas, peregrina a Jerusalén. Incluso muestra serias dudas sobre que los gentiles merezcan la salvación, aunque al final es convencido por una mujer pagana (el pasaje de la mujer sirofenicia que contradice a Jesús sobre los gentiles, haciéndole cambiar de opinión por única vez en todo el relato). Esta información básica acerca del indiscutible judaísmo de Jesús estaba tan imbuida en la tradición temprana que el cristianismo posterior, incluso en sus periodos de mayor antisemitismo, jamás pudo modificarla. De haber sido Jesús una creación pagana, no hubiese sido modelado con tanta precisión sobre la típica plantilla de un profeta apocalíptico judío de Palestina.

Los elementos paganos que sí aparecieron después en el cristianismo fueron adaptaciones a la mentalidad romana o reinterpretaciones de elementos que la tradición judía había tenido en común con otras religiones antiguas. Por ejemplo, el que la fiesta de la Navidad tenga raíces paganas y no celebrase en origen el nacimiento de Jesús es algo que nada tiene que ver con la tradición cristiana temprana. Muchos elementos navideños como el portal, la estrella de Belén o los Reyes Magos están en los Evangelios y tienen claro simbolismo judío (en especial la asimilación de Jesús al linaje real de David), pero el celebrarlos en determinadas fechas o asociarlos a otros elementos que no son judíos se explica mejor por conveniencia cultural posterior que por la idea de que la figura de Jesús en su forma original fue modelada en torno a mitos paganos, porque no lo fue. Lo mismo sucede con elementos procedentes de los dioses solares, etc. Leyendo el Evangelio de Marcos es imposible pensar que el autor de la narración se basó en elementos paganos para retratar la figura de Jesús. Lo que el texto describe, insisto, son las andanzas de un característico profeta apocalíptico judío del siglo I.

Eso sí, el que la idea judía del Cordero de Dios fuese a obtener tanto éxito en el mundo pagano grecorromano es algo que requiere explicación. La veremos con detalle más adelante, pero, por anticipar, se puede decir que no fue un fenómeno tan sorprendente. Lejos de considerar la extensión del cristianismo como un «milagro» —como decían los apologistas cristianos en tiempos pasados—, cabe pensar que estuvo propiciada por dos características básicas del propio culto a Jesús. El cristianismo grecorromano ofrecía cosas que ninguna otra religión de la época podía ofrecer, exceptuando al judaísmo, del que las había tomado. Pero además ofrecía algo que ni siquiera el judaísmo estaba dispuesto a conceder: la salvación universal. Al contrario que el judaísmo tradicional, el cristianismo no requería de costosos requisitos de entrada ni de pesadas cargas en forma de normativas estrictas. El Mesías tradicional de los judíos había pedido grandes cosas para considerar a alguien digno de salvación, pero —gracias a la insistencia e influencia de Pablo de Tarso— el nuevo Mesías, Jesús, no pedía casi nada. Todos los sacrificios necesarios los había asumido sobre su propia persona, en la cruz. Satisfecho Yahvé con el derramamiento de la sangre del Mesías, el Cordero de Dios, el cristianismo podía prometer la salvación a un precio asequible: bastaba con la fe.

(Continúa aquí)

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53 Comentarios

  1. Oppiano Licario

    Te quedas con los fragmentos que te convienen de las Escrituras y los mezclas con opiniones personales y afirmaciones gratuitas y el resultado es este McArticulo destinado a un consumidor muy concreto: aquel que sabes que no se va a molestar en contrastar nada.
    Ninguna referencia para apuntalar sus opiniones, como de costumbre en el autor.

    • A su juicio, ¿qué otros fragmentos de las Escrituras el autor convenientemente decidió soslayar?

      Coincido con que debería señalar sus referencias. Aspiro a que lo haga con la última entrega de esta serie de artículos.

      • Oppiano Licario

        Habla del sincretismo como quien acaba de descubrir la rueda («Los relatos míticos de religiones anteriores influyen en los de las posteriores, Wow! ¡qué descubrimiento!»)

        Y ya solo el hecho de que no nombre la Fuente Q en ninguno de sus artículos demuestra que, o es un aficionado, u oculta información relevante adrede para quedase solo con (aquellos fragmentos de) el Evangelio de Marcos que apoyen su visión de un Jesús sombrío y cortito. Si nombrase la Fuente Q sabe que entonces tendría que dar cabida al resto de Sinópticos, y eso iría contra el retrato deformado que quiere dibujar.

        Hay muchas maneras de mentir, pero el mezclar ciertas verdades parciales con meras opiniones personales es de tener ya mala leche. La misma táctica del comercial puerta por puerta que quiere colocarte algo.

  2. El autor es tendencioso e interpreta la Biblia a su antojo y para que diga en cada momento lo que le interesa. Por ejemplo, con el Árbol del conocimiento del bien y del mal, Dios no «está tendiendo una trampa para que pequen y poder así condenarlos a la expulsión del paraíso». Esa interpretación es absurda, ese no es el Dios cristiano. Dios crea al hombre libre y la única forma de hacerlo libre es dándole la posibilidad de pecar. El Árbol del conocimiento representa la posibilidad de que el hombre se revele frente a Dios y pretenda reemplazarlo. Eso es justamente lo que está ocurriendo. El hombre hoy ha dado la espalda a Dios y ha puesto su fe en dioses falsos como la ciencia o la naturaleza. La gran paradoja del ateísmo es que dejar de creer en Dios requiere un acto de fe tremendo ya que hay renunciar a la inteligibilidad del universo, aceptar que la moral sería algo subjetivo e ilusorio y finalmente que la vida no tendría ningún propósito. Terrible y aterrador. Ningún hombre puede vivir así y por eso la necesidad de buscar otros dioses sustitutorios. Esa es la disyuntiva que se plantea con el jardín del Edén.

    • Su interpretación entonces es la única correcta y no basada en lo que se le antoje entonces.

    • Tergiversador de Enredos

      «El hombre de hoy ha dado la espalda a Dios y ha puesto su fe en dioses falsos como la ciencia y la naturaleza».

      Sr. Javier, le propongo verlo de otra manera: El hombre de hoy le ha dado la espalda a algo que no puede ver ni tocar ni demostrar, sospechosamente parecido a un autoengaño que lo fía todo a tirarse de cabeza a un abismo sin red, y ha puesto su fe en aquello que puede ver, tocar y demostrar, y en lugar de conformarse con un salto a ciegas, tratar de saber al menos qué puede haber tras el salto.
      Si me va a decir que la ciencia es un dios falso, por favor, no lo haga a través de un ordenador o un teléfono móvil, que representan el triunfo de la ciencia.

      • Yo no planteo un falso dilema entre fe y ciencia. Por supuesto la fe y la ciencia no son incompatibles. Es más, la fe es necesaria en la ciencia. Todo científico es un hombre de fe ya que cree que la naturaleza se rige por leyes. Mi opinión es que todos los hombres tienen fe crean o no en Dios.

        Los primeros grandes científicos, Galileo, Kepler o Newton, fueron todos creyentes. Esto no es casualidad. Al creer que Dios creó el universo y el hombre estar hecho a imagen y semejanza de Dios, comprendieron que el universo debía ser inteligible y buscaron las leyes que lo regían. El problema es que hoy muchos piensan que la ciencia es la única forma de conocimiento válido. Pero eso tiene unas consecuencias que no se deben soslayar. Ya he enumerado algunas pero lo vuelvo a hacer ampliando un poco:

        1.- El universo no se puede explicar por sí mismo. En realidad nada se puede explicar por sí mismo excepto Dios. Si la explicación del universo es el propio universo caemos en una contradicción y renunciamos a su inteligibilidad. El universo y las leyes que lo rigen requieren de una inteligencia creadora.
        2.- Este universo es moral. El hombre se pregunta por el bien y por el mal, tiene libre albedrío del que se deriva la moral y busca la justicia. El problema es similar al del universo, si el bien y el mal dependen únicamente del hombre entonces son subjetivos y cualquier moral es ilusoria. No tenemos criterios para determinar cuándo un acto es bueno o malo y no tenemos autoridad para hacer justicia. Aquí alguno podrá aducir el contrato social rousseauniano, pero yo cómo ser individual siempre podré decir que no acepto ese contrato y que no me considero obligado por él.
        3.- Supongamos que la única explicación válida para la vida fuera lo que hoy dice la ciencia: nuestra vida no tiene otro propósito que la preservación y reproducción de nuestros genes. Ya esto requeriría explicar por qué es así. Pero es que además, de forma subjetiva, ninguno aceptamos eso o, por lo menos, nos engañamos actuando cómo si no fuera así. Si estuviéramos absolutamente seguros de que la vida no tiene ningún propósito, de que nuestra conciencia es una mera ilusión generada por reacciones químicas en nuestras neuronas, de que las emociones cómo el amor son meros placebos, de que al morir desaparecemos; ¿para qué amar?, ¿para qué sufrir?, ¿para qué vivir?. Me anticipo a una posible respuesta: Si me decís que no podemos escapar de nuestros genes y que precisamente la religión es una forma de respuesta creada por ellos, os preguntaría: ¿cómo lo sabéis?, ¿os la han dicho vuestros genes?, ¿y vosotros os fiáis de vuestros genes si decís que los genes nos engañan?

        En resumen, la ciencia no ha respondido a ninguna de las cuestiones fundamentales y probablemente nunca lo hará. Las demostraciones científicas son siempre provisionales e incompletas y no han podido descartar la hipótesis de Dios que sigue siendo la más razonable. Yo diría que es justo lo contrario, los descubrimientos científicos no hacen sino confirmar que Dios es una condición necesaria y suficiente.

        • perzolaga

          «… no han podido descartar la hipótesis de Dios que sigue siendo la más razonable»

          Qué cosas tiene el lenguaje, la fe es lo más razonable. Deliciosa ironía

        • Tergiversador de Enredos

          «… no han podido descartar la hipótesis de Dios que sigue siendo la más razonable»
          Existe una enorme distancia entre «no descartar» y «demostrar». Puestos a «no descartar», tampoco ha quedado descartado que seamos el resultado del experimento de una raza alienígena. En la maravillosa novela «Las sirenas de Titán», Kurt Vonnegut, en el tono jocoso que le caracterizaba, aventura la posibilidad de que la razón de ser de la humanidad sea desarrollar la tecnología que necesita una nave alienígena varada desde hace cientos de miles de años en el satélite saturniano, para poder continuar su viaje diplomático. Esta posibilidad no está descartada, por cierto.
          En la conclusión del interesante «El gran diseño», escrito a dos manos y un sintetizador de voz por Stephen Hawking y Leonard Mlodinow, se llegaba a la conclusión de que más allá del Big Bang no sabíamos qué había, y por lo tanto ahí cabía perfectamente la posibilidad de existencia de un creador, de un «diseñador».
          Pues claro que cabe dicha posibilidad; ¡como que no ha sido descartada!
          Que es lo mismo que decir que oye, que ni idea, que igual lo que hay «al otro lado», como decía un compañero que tuve en la EGB, son hormigas gigantes de Andrómeda. Nadie lo ha descartado.

          En cuanto a la hipótesis más razonable, ni mucho menos me parece que sea la del creador. El principio antrópico, por ejemplo, parece «infinitamente» más razonable (nótese el irónico uso de las comillas). Las matemáticas respaldan la existencia de una casi infinitud de universos posibles (diez elevado a quinientos). Entiendo la dificultad de aceptar un universo que se justifica a sí mismo, que existe por sí mismo, pero ¿acaso no es lo mismo que habríamos de aceptar en el caso de dios?
          Sinceramente, la creencia en la existencia de dios nos exige una suspensión de la incredulidad considerablemente mayor.

        • Desmontando por párrafos sus absurdos argumentos. Si resulto paternalista o irónico es porque ya me resulta tedioso rebajarme a explicar a un adulto hecho y derecho que 2+2=4.

          -(Párrafo 1 donde afirma que fe y ciencia no son incompatibles): Típico mecanismo de defensa del creyente que, acorralado por las apabullantes evidencias de que los dioses son un constructo humano, claudica pero solo a medias equiparando nada menos que la fe a la ciencia, subordinando esta a mero apéndice de aquella porque para que el hombre crea en la ciencia necesita fe, arramblando no solo con el sentido común sino con el empirismo (¿le suena de algo el binomio ensayo-error?) que constituye un pilar insoslayable de la ciencia y metodología científica.

          (Párrafo 2, sobre la religiosidad de los científicos de la antigüedad): Si no usase argumentos tan pedestres no le tendría que recordar el poder que la Iglesia ha detentado desde que se inventó, dictando condenas a la hoguera a quien osase cuestionar sus ridículos planteamientos. Eso inevitablemente infundía un pavor colosal incluso a quienes en su fuero interno sabían que la doctrina religiosa era pura patraña. No niego que hubiera científicos creyentes en la antigüedad, pero aquí entra otro factor a considerar, y es que a día de hoy cualquier alumno de la ESO sabe más que cualquier eminencia surgida desde que el homo sapiens se irguió hasta nuestros días, fruto del conocimiento acumulado durante siglos disponible a cualquiera que quiera saber algo. En la actualidad cada vez son menos los científicos que creen en un Dios omnipotente, y aquellos que se consideran religiosos lo son por haber sido criados como tales o vivir en países donde la religión ejerce una presión brutal. En puridad, nadie que se dedique a la ciencia puede sostener la existencia de un dios sin que en su fuero interno no se generen dudas y contradicciones.

          -(Párrafos subsiguientes donde se evidencia la mezcla de medicamentos junto a la enajenación mental): ¿Qué por qué amar, vivir o sufrir? Porque somos seres racionales sometidos a emociones, que son desencadenadas por reacciones químicas a su vez integradas por multitud de elementos, átomos y moléculas de que estamos compuestos. Dicho de forma más prosaica, porque toda esa sopa química provoca que lloremos ante una pérdida, nos enamoremos y desenamoremos, riamos, suframos, angustiemos etc. y contribuyen a desarrollarnos como especie gracias a la invención del lenguaje articulado, las bellas artes, la tecnología que nos permite viajar o interactuar con gente en cualquier lugar del mundo etc.

          Claro que las demostraciones científicas son provisionales e incompletas (NO TODAS), pero es que la ciencia admite y reconoce tal extremo, al contrario que la religión que dice que «por mis santos cojones hay que creer en esto y no en aquello» sin aportar ninguna prueba concluyente. Insisto, NINGUNA PRUEBA CONCLUYENTE. De hecho, muchos postulados científicos como la teoría de la evolución son imposibles de demostrar porque no se puede retroceder en el tiempo para ir catalogando y anotando los cambios fisonómicos de las millones de especies conocidas. Otros, como la existencia de los agujeros negros esbozados por Einstein o el Big Bang de Hawking, ya están siendo corroborados gracias a la acción coordinada de los radiotelescopios sincronizados de reciente conocimiento, o la detección de las ondas gravitacionales del LIGO de hace un par de años respectivamente. Por no hablar del CERN y el bosón de Higgs. Todas estas teorías fueron formuladas sin disponer de la tecnología necesaria para demostrarlas, pero se basaban en el método científico, la observación, rigurosidad y ensayo error. La ciencia avanza lenta pero segura. La religión sigue oprimiendo a los ignorantes y matando millones de personas, bien por guerras, bien por proscribir métodos anticonceptivos en los países más subdesarrollados del planeta.

          Tu corolario de que la ciencia no ha podido descartar la existencia de Dios es tan sonrojante que por la misma regla de tres se podría afirmar lo mismo respecto a los elfos, hadas, duendes, Santa Claus, Los Reyes Magos o Los Pitufos.

          Si vas a argumentar honra ese verbo, de lo contrario, y so pena de caer en el más absoluto de los ridículos, simplemente di que tienes fe en la existencia de Dios y punto, pero no intentes meter las cochambrosas zarpas de la religión en el terreno de la ciencia, esa que ha permitido que el hombre aumente en 50 años su esperanza de vida en los últimos 500 años, o esa que permite que pierda el tiempo explicando lo evidente a alguien adulto como si tuviera 4 años a través del protocolo http y el lenguaje html (entre otras capas de programación), esto último otro hallazgo de la ciencia.

          De nada.

          • ¡Genial Dani!

            Es usted un ateo prototípico. ¡Enhorabuena! Ha resumido todos los tópicos que los ateos tienen sobre los teístas. Incluso hasta en su tono despreciativo resulta vulgar. Debe ser usted un alumno aventajado de Richard Dawkins.

            Las descalificaciones que utiliza sólo demuestran la debilidad de su posición. Me reitero en que ciencia y fe no son incompatibles. Esto no es un mecanismo de defensa como usted afirma sino que es demostrable históricamente. Es verdad que algunos descubrimientos como el teocentrismo o la teoría de la evolución han planteado dificultades de asimilación pero no contradicen en nada la doctrina cristiana.

            La Iglesia católica ha cometido algunos errores en sus 2.000 años de historia. Pero esos errores no dicen nada sobre la veracidad o falsedad de su doctrina. Sería absurdo descalificar a la ciencia por los cientos de millones de víctimas que la ciencia ha posibilitado pero a usted la parece legítimo hacerlo con la religión. Comparar a Dios con los reyes magos, elfos,… demuestra que usted no sabe de lo que está hablando. Millones de personas intelectualmente brillantes son teístas y ninguna de ellas cree en la «Tetera de Russell». No se rebaje y póngase al nivel de su oponente. Interesante que haya omitido la respuesta al punto 2 en el que hablo del bien y del mal, ¿es intencionado? Los ejemplos de científicos que le he propuesto no son casuales. Se trata de tres personas de cuya religiosidad no hay duda y cuya fe no fue incompatible con que fueran grandes científicos. Hay muchos más ejemplos pasados y presentes. Por cierto, la teoría del Big Bang no es de Hawking. El primero que la postuló fue George Lamaître, un sacerdote católico (¡vaya!). No sé si sabe que los científicos fueron inicialmente muy reacios a admitir que el universo tuvo un origen, por un lado el universo eterno de aristotélico gozaba de gran prestigio y por otro admitir eso sonaba demasiado parecido a Génesis I.

            En fin, observo que los ateos se ponen nerviosos cuando alguien intenta rebatir su cosmovisión utilizando la razón. La fe teísta no es ciega y tampoco es demostrable científicamente pero está basada en evidencias.

            • Mi tono vulgar no es nada comparado al tratamiento que la religión ha dispensado (y sigue haciéndolo en determinados países) a quienes no tragaban con la sarta de patrañas e idioteces en que está basada. Como dijo el genial Hitchens (y su comentario ninguneando a otro divulgador genial como Dawkins le delata como ignorante, dicho sea de paso), «resulta que ahora, tras más de 2000 años de sangre, pedofilia encubierta y tolerada, guerras, opresión, destrucción y torturas, quienes somos irrespetuosos somos los ateos por denunciar y desenmascarar la morralla y filfa que supone la religión». Aparte de su simplona y ridícula frase «La ciencia no es incompatible con la religión», esta perla es para enmarcar : «La fe teísta no es ciega y tampoco es demostrable científicamente pero está basada en evidencias», equivalente a «La homeopatía no es inconsistente ni demostrable científicamente pero está basada en evidencias». Y es que, eso es queridos niños, en el fondo y en el mejor de los casos lo que se le puede conceder a la religión: el equivalente a una homeopatía de tipo mental, eso sí, para mentes débiles.

              • ¡Qué barbaridades hay que leer! El que las religiones hayan causado males no le da derecho a menospreciar a todos los creyentes. Sus razonamientos son pueriles (dime de qué presumes…). ¿Tengo derecho a descalificarle a usted por los horrores incomparables que han causado los regímenes ateos? No me voy a rebajar a su altura por decencia intelectual.

                • No menosprecio a los creyentes que solamente basan su creencia en la fe, sino a aquellos falaces que intentan equiparar fe y ciencia o subordinar esta a aquella. Esos sí me parecen imbéciles, si usted se da por aludido, ya le dije que en ese caso está de atar. Quien crea simplemente por fe tiene todo mi respeto, porque mucha gente necesita la fe por diversos motivos, quizá episodios traumáticos en su vida etc.

        • Encantado de debatir sobre estos asuntos. Sobre el conocimiento o desconocimiento, u ocultaciones del autor sobre teología y Evangelios no puedo opinar, pero sobre los argumentos generales acerca de la existencia de Dios que usted presenta, sí.

          1) «El universo no se puede explicar por sí mismo. En realidad nada se puede explicar por sí mismo excepto Dios. Si la explicación del universo es el propio universo caemos en una contradicción […]». Pues estamos en las mismas, al final hay algo que se explica por si mismo. Usted lo llama Dios, yo prefiero llamarlo universo. Pero no es equivalente, la cuestión semántica no es trivial. Llamarlo «Dios» implica venir acompañado de una mochila (los mitos religiosos), llamarlo «universo» implica otra (la ciencia, el conocimiento por ensayo-error). Yo me quedo con la segunda, que me parece obvia, pero lo que quiero señalar aquí es que este argumento que usted propone, no demuestra nada, no decanta ninguna balanza.

          2) «Este universo es moral. El hombre se pregunta por el bien y por el mal […]» Inadvertida, pero significativamente, se contradice: no es el universo el que es moral, es el hombre. Aquí yo no voy a invocar a Rosseau, aquí invoco a la Evolución. Lo que entendemos por moral son aquellos comportamientos que producen una optimización de la supervivencia, pero es que la supervivencia (y multiplicación, por tanto), no es un imperativo moral, es algo mecánico (y soy consciente de que esta palabra tiene muy mala prensa, pero en realidad es algo muy lógico y bonito; y también el concepto de «bonito» es una adaptación de lo que funciona, puesto que no puede funcionar de otra manera, y por eso lo consideramos «bonito» o «bueno»). Por ejemplo ¿cuál es la forma más aerodinámica, que ofrece la menor resistencia para, digamos, un coche? Instintivamente pensamos que es la de flecha, como en los típicos deportivos tipo Ferrari. Pero no, es la forma que toman las gotas de lluvia al caer, redondeada. ¿Por qué toman las gotas de lluvia esa forma? No es porque «sepan» que esa es la forma más óptima, es porque no puede ser de otra manera, dado el cómo funciona el mundo físico y las leyes que lo gobiernan. Lo mismo ocurre con la Evolución, es un mecanismo autoexplicativo. Lo que resulta más óptimo lógicamente termina, a lo largo de escalas de tiempo e iteraciones incontables, convirtiéndose en lo predominante. Con la moral (que no viene a ser más que las leyes de comportamiento generales, promediando los individuales que obviamente varían de una persona a otra) pasa lo mismo. Es solamente otra capa evolutiva más, el porqué consideramos buenas ciertas actitudes (cooperación, cierto nivel de altruismo, no matar o robar, pero ojo, solo a los que son de nuestro grupo…) es solo el mecanismo que optimiza la máxima eficiencia, no hay un diseño detrás, no es porque Dios así diferenció «bueno» y «malo»… a no ser que lo traslademos a esas leyes fundamentales, de por qué el universo es así: que Dios sea el creador, el orfebre que diseñó el perfecto mecanismo de la Evolución y de las fuerzas físicas que moldean la gota de lluvia, como paso intermedio o generador de la moral. Ahora pasaré a eso, pero mi objetivo aquí es poner de manifiesto que ese argumento sobre «la moral», es en modo alguno definitivo: la moral se puede incorporar perfectamente a la visión científica y atea de la existencia (que no es ni triste ni vacía ni nada de eso que suelen echar en cara, despectivamente, los teístas).

          3) «[…] ¿para qué amar?, ¿para qué sufrir?, ¿para qué vivir? […] ¿os la han dicho vuestros genes?, ¿y vosotros os fiáis de vuestros genes si decís que los genes nos engañan?» En fin, aquí no hay mucho que decir puesto que este punto no presenta ningún argumento, sino que es totalmente personal y subjetivo. Para mí, el amor y el sufrimiento derivan de lo que expliqué en el punto anterior, son consecuencias lógicas de las leyes físicas que solo han podido ser descubiertas (work in progress) con una visión científica (otra palabra que tiene mala prensa y a la que se le ha asignado popularmente con una connotación negativa en ciertos sectores, pero que en realidad es maravillosa; la gota de agua que busca el camino más eficiente, porque no puede ser de otra manera), no con la visión religiosa desde luego. Y que sea así, para mí como ateo ni me sume en la banalidad ni en el caos informe de la existencia y el horror vacui: me parece alucinante, y que ese alucine sea el resultado de reacciones químicas en mi cerebro, increíblemente complejas y refinadas a lo largo de millones de años, me genera más alucine, no menos. Esa visión del ateo como alguien cínico, triste y desencantado, incapaz de amar o experimentar la maravilla de la existencia o la belleza… «ateo prototípico»… por favor…

          4) Añado un cuarto punto a los tres que usted ha puesto, para tratar la cuestión del desplazamiento de la mano de Dios como creadora de la moral, a la de creadora del mecanismo de la Evolución que desemboca en la existencia de la moral. Y aquí volvemos al primer punto: ¿qué es lo que explica el principio de todo? Pues yo no tengo la respuesta, pero sé cómo no voy a llamar a esa respuesta: no la voy a llamar Dios. Porque la palabra «Dios» viene acompañada de esa mochila de credos absurdos, que son mitos y leyendas que toman mil y una formas (animismo, espiritualidad, new age, religiones) y que está más que claro que son los primeros intentos de tratar de explicarnos cómo coño funcionan las cosas que no entendemos. Pero claro, cuando empezamos a tomarnos en serio la tarea de buscar, sistemáticamente, esa explicación, hemos visto una y otra vez en la Historia que dejando de lado las explicaciones rápidas y fáciles (los mitos), lo que queda es: ensayo, error, comprobación, método científico. Y siempre, siempre, por mucho que se avance por ese camino, va a haber una elusiva Causa Primera, donde los teístas van a buscar su último, menguante refugio donde comprimir cada vez más forzadamente los Evangelios, el Cristo, el Corán o lo que sea. Mi elección personal es que yo no lo voy a buscar en esos libros, porque son a la vez un atajo y un callejón sin salida. Y es lo que han demostrado históricamente (y no compro lo de que la ciencia existe gracias a la cultura religiosa occidental, por si acaso), cada vez que las explicaciones tradicionales del mundo y su funcionamiento se han visto derrocadas, una y otra vez, por la ciencia. Si usted, o los teístas, a esa Causa Última la quieren llamar Dios, por mí está perfecto siempre que le quiten todo lo que a esta palabra acompaña: mitos, ritos, morales, pecados, infiernos, paraísos, mandamientos, mesías varios… pues entonces bien, aunque claro, entonces todo eso en lo que creen deja de tener mayor sentido. Y eso, no es malo: es más óptimo en el sentido más amplio y también bello de la palabra.

          Y para terminar con un punto de humor: descúbrase usted antes de hablar de Richard Dawkins, pues es el Mesías del Dios de la Biomecánica en la Tierra. Advertido queda :P

          • Bien argumentado Turpin. Bastante mejor que otros. La verdad es que sería prolijo contestarle y empezaremos a caer un en circunloquio. Sólo hago un par de aclaraciones: El Dios en el que yo creo no es una inteligencia ciega, sino un Dios personal y lo es precisamente porque el universo es moral (aquí me refiero al universo como moral y no al hombre porque le pongo en el centro de la creación). Pasar del darwinismo biológico al darwinismo social para explicar la moral me parece poco científico. Resulta que el mono evolucionado que es el hombre tiene una cosa que llamamos conciencia y esa conciencia hace que podamos reflexionar sobre el bien y el mal y por eso digo que el concepto de bien y mal si proviniera del hombre sería subjetivo y arbitrario. La naturaleza es cruel y si nos escandalizamos de asesinatos, violaciones,…, tiene que haber algo superior a nuestra naturaleza o nuestra cultura.

            Está bien que reconozca que no sabe de dónde procede el universo y que le daría igual llamar al universo Dios. Pero si usted ve un sistema perfectamente diseñado y ajustado para albergar vida lo lógico sería pensar que hay un Diseñador. Sí, ya sé eso del principio antrópico y del «Dios de las brechas». Yo creo al revés que usted, no es la religión la que está acorralada, es más bien el cientismo que todo lo reduce a la materia la que no consigue dar respuesta a los verdaderos interrogantes. Por ejemplo, para sacar a Dios del ajuste fino del universo, los científicos se inventan fantasías cómo el multiverso.

            Termino con una pequeña broma. Me parece perfecto que a usted le parezca alucinante un universo sin Dios. Me recuerda usted al personaje de Cifra en Matrix. Pero para la mayoría de las personas creer que esta vida injusta y de sufrimiento no es todo es, una esperanza a la que necesitan aferrarse. Resulta que en términos medios los creyentes son más felices y optimistas que los ateos y por lo tanto son más fecundos. Mientras los hijos se eduquen en familia habrá mas creyentes que ateos. Así que resulta que al final el teísmo es una ventaja evolutiva.

            Por cierto, siempre se critica los horrores que ha causado y causa la religión pero hago una pregunta muy sencilla: ¿Hay algún régimen, nación, civilización,…, manifiestamente ateo que haya traído prosperidad, paz o justicia?, ¿Cuál es el modelo?, ¿la Alemania Nazi, la Rusia de Stalin, la China de Mao? No parece ¿Y la Francia ilustrada, me temo que tampoco?

            • Otra vez mientes y soslayas a propósito: el estalinismo fue un régimen abyecto que mató y purgó por causas totalmente diferentes al ateísmo. Respecto a los nazis, 3/4 parte de las SS eran protestantes. En cuanto a la Francia ilustrada coges el período que te interesa para corroborar tus peregrinos argumentos, y no tienes en cuenta el contexto revolucionario de hace 2 siglos y pico, obviando que desde hace más de 100 años Francia es uno de los países más avanzados (sino el que más) a nivel de garantías y derechos. Comparas 2000 y pico años de opresión, muertes y guerras con puntuales regímenes abyectos, que por supuesto son condenables pero que no han durado más de 80 años en el peor de los casos. Una vez más la estrategia del calamar para defender lo indefendible.
              Dices que los creyentes son más felices que los ateos, de nuevo sin aportar ninguna prueba seria, salvo «porque soy creyente y por mis santos cojones soy más feliz que un ateo». Luego la guinda de que mientras haya familias habrá creyentes porque los hijos son educados así, como si no hubiera (cada vez más) menos bautizos, bodas y comuniones. Anteriormente has comentado que si piensas como un ateo caes en contradicciones. Supongo que siendo religioso todo es lógico y coherente. Respóndeme:

              1).¿Crees que el universo tiene 6000 años aproximadamente (tomando lo que cuenta el Antiguo Testamento)? En caso afirmativo, ¿te suenan Altamira, Atapuerca, los dinosaurios, las dinastías orientales etc.?

              2). ¿Crees que está bien enseñar a un niño que irá al infierno si se porta mal?

              3). ¿Crees que es bueno mutilar (circuncisión, ablación) a un niño en nombre de un Dios estúpido?

              4). ¿Por qué tu Dios es el bueno y no Yahvé, Alá?

              5).¿Sabías que la Biblia es un cutre refrito y copia y pega de textos persas, hindúes, abráhmicos, zoroastristas etc.?

              Si has respondido afirmativamente a alguna de las 3 primeras preguntas estás de atar.

              Si has respondido negativamente a la quinta pregunta te sugiero que te documentes más antes de soltar discursos de «wishful thinking».

              En cuanto a la cuarta, tú mismo.

              • Donde dije que 3/4 partes de las SS eran protestantes faltó añadir «y católicas».

                • El señor Javier también ha preferido obviar el régimen fascista de Mussolini y su connivencia con la Iglesia, amén de, sin irse muy lejos, a la dictadura genocida nacionalCATÓLICA de Francisco Franco. Por no hablar ya de los regímenes teocráticos del radicalismo islámico. Hace unos excelentes ejercicios de cherry picking.

                  Porque mira, si uno tiene fe pues la tiene y ya está, qué le vamos a hacer, puede que incluso sea una suerte para enfrentarse a las mierdas de la vida. Pero no nos vengan con racionalizaciones hipócritas, por favor.

                  • Lo que intento explicar es que no se puede criticar una cosmovisión porque otros la hayan utilizado para matar. Y resulta que mucha gente no se da cuenta de que si critica la religión por el daño que ha causado, el argumento también puede funcionar al revés y volverse en su contra.

              • Mi argumentación es justo la contraria de la que plantea. No voy a criticar sus creencias porque se haya matado apoyándose en ellas. Intelectualmente eso es absurdo. Pero si Stalin pudo matar sin tasa es precisamente por haber comprendido que como decía el Iván Karamazov de Dostoievski: «Si Dios no existe, todo está permitido». Esta es mi tesis central, la moral sin Dios es subjetiva. Por cierto, Dostoievski en Los Demonios ya anticipó en décadas el desastre que se avecinaba sobre Rusia por haberse hecho atea.

                ¿Qué en nombre de Dios también se ha matado? Por supuesto y esto es igualmente condenable. Pero todo hay que analizarlo en su debido contexto. Por ejemplo, la Inquisición española ajustició entre 2.000 y 15.000 personas en casi 400 años. Sólo en el gobierno del Terror de Robespierre que duró menos de dos años rodaron entre 16.000 y 35.000 cabezas. Pero insisto esa no es mi línea argumental.

                Tengo claro que el ser humano sin Dios está perdido. Pero no voy a caer en el error de pensar que creer es suficiente. Efectivamente en nombre de Dios se hacen auténticas burradas. La mayor fue matar a su Hijo.

                Voy a responder a las cinco preguntas que me hace, supongo que no le decepcionará la respuesta:

                1) Creo que la interpretación del Antiguo Testamento no se debe hacer literalmente y que no contiene ciencia.
                2) Creo que Dios es justo y que la justicia requiere que haya premio y castigo aunque sinceramente no entiendo la condenación eterna.
                3) Creo que Dios no puede querer eso.
                4) Se trata del mismo Dios. He estudiado varias religiones y creo que la cristiana es superior. Creo que todos los hombres, al estar hechos a imagen y semejanza de Dios, pueden llegar a Él por distintos caminos. Es más, tengo la intuición de que un día un camino será la ciencia.
                5) Hay muchos temas que se repiten en todas las religiones y el Antiguo Testamento no es una excepción. Ver punto 4. Creo que el Nuevo Testamento es histórico en su mayor parte y que Cristo murió por nuestros pecados y que resucitó.

                Nadie que se comporte como un teísta convencido puede causar daño a otros seres humanos. Pero los hombres no somos perfectos y cometemos errores. Creo que la religión y las iglesias son guías que facilitan el camino aunque en ocasiones también pueden ser un obstáculo.

                • Otro ejemplo de cinismo y cherry-picking. Usted coge el ejemplo de Robespierre pero obvia la pederastia encubierta en el seno de la Iglesia, que ha traumatizado ha centenares de miles de personas a lo largo y ancho de la historia. Eso no es cuantificable por cuanto no han podido denunciar hasta muy recientemente, y aun así, la resistencia y trabas que se encuentran por parte de su Iglesia son absolutamente repugnantes.

                  «Tengo claro que el ser humano sin Dios está perdido». Aquí te faltan nociones de ética, moral o filosofía. La moral no deriva de la religión, sino que la precede. Cuando en los albores de los tiempos los neandertales y demás tribus pre humanas iban en manada, ya existía una noción básica de moralidad derivada del instinto de protección hacia los suyos. Yo, y millones como yo, no tenemos ningún Dios y le aseguro que tengo mucha más moral y ética que los hipócritas religiosos que se comportan como hijos de puta durante la semana y el domingo resetean el contador gracias al hipócrita sacramento de la confesión.

                  Sobre sus respuestas:
                  1). ¿Entonces a qué se atiene usted? ¿Me puede decir o aclarar que si Dios creó el mundo en 6 días y todas esas putas mierdas bíblicas lo de los millones de años de evolución es una patraña?

                  4). Otro ejemplo de voluntarismo, en este caso salpicado con una asquerosa superioridad moral: «Mi religión es la mejor porque lo digo yo». De que se trata el mismo Dios ya había llegado yo a esa evidente conclusión, gracias por el espoiler, igual que la mitogía de su Dios que cataloga de superior proviene de tradiciones abrámicas, zoroastristas, que además en su concepción es el dios de los judíos, no de los cristianos. Luego la patente de originalidad, en el mejor de los casos es judía y no cristiana.

                  5). Nuevo ejemplo de voluntarismo y «creo esto porque lo digo yo» etc. Si usted cree que Cristo murió y resucitó sin aportar ninguna prueba (nada nuevo bajo el sol, como toda su argumentación), respeto que usted crea eso, pero en cambio seré beligerante con usted y con quienes creyendo ESO ensucien la ciencia con la religión.

            • Efectivamente podríamos entrar en un debate interminable, así que dejo yo también algunas aclaraciones a su comentario.

              «Por ejemplo, para sacar a Dios del ajuste fino del universo, los científicos se inventan fantasías cómo el multiverso.» La ciencia no se inventa fantasías, eso es el terreno de juego de la religión. El principal problema (aparte de que puede haber científicos deshonestos o farsantes, como en cualquier grupo humano) es cómo le llega a la gente lo dice la ciencia y, sobre todo, como funciona. Su frase es una muestra de ello. Las noticias científicas suelen llegar en forma de titulares y redacciones que eliminan los imprescindibles matices y se centran en lo espectacular. La ciencia no dice que existan multiversos, son simplemente propuestas de modelos que indagan en posibilidades matemáticas desarrolladas en base a lo conocido y probado, y tratan de investigar vías que quizá en un futuro puedan ser más sólidamente establecidas, sabiendo que la mayoría de ellas serán vías muertas. Nadie en la ciencia afirma que los modelos cosmológicos más en el límite, como los multiversos, son hechos probados, pero a veces sale en un periódico una reseña de un trabajo al respecto, y mucha gente se queda con esa idea y, en ocasiones como ha hecho usted, la usan como arma arrojadiza. En cualquier caso, ¿qué otra manera hay de trabajar en ampliar el conocimiento de lo que nos rodea y de las grandes preguntas que investigar, probar, proponer, validar o refutar en base a las herramientas (física, matemáticas…) que se han probado que funcionan? Y de todas formas, prefiero la «fantasía» de los multiversos, que alguien se ha currado tomando como base lo que sabemos que funciona e intenta llevarlo de manera tentativa un poco más allá; a las fantasías del nazareno que resucita y que fue concebido mágicamente (o cualquier otra de otras religiones). De fantasías, no pueden precisamente acusar al resto.

              «Está bien que reconozca que no sabe de dónde procede el universo y que le daría igual llamar al universo Dios». No me da igual en absoluto, y creo que lo dejé claro en mi comentario anterior. La palara Dios tiene una carga histórica y cultural de la que no se puede desprender, a pesar de que en los últimos dos siglos los teístas han tenido que ir soltando lastre, a regañadientes. Lo que venía a decir es que por llegar a un compromiso, si alguien que viene de posturas teístas, a la Causa Última la prefiere llamar Dios (por su herencia cultural y personal), lo acepto siempre que la despoje de toda la mitología religiosa y moral ad-hoc que la acompaña, porque no es más que eso, otra mitología más como puede ser la vikinga o la de las islas Fidji. Y, añadía, entonces la palabra «Dios» pierde su sentido, porque no puede existir sin todo ese acompañamiento.

              Y, por no alargarme más (replicaría más cosas, pero bueno), retuerzo una vuelta más su broma final: el gran problema de la Humanidad es el consumo exponencial de unos recursos finitos, derivados del aumento de la población. Es un caso bien estudiado en la ciencia evolutiva, cuando una especie no tiene competencia acaba devorando todos los recursos disponibles hasta que termina con ellos y acaba extinguiéndose. Así que el teísmo ese que se reproduce alegremente y sin control, a día de hoy (en su momento no niego que tuvo su sentido, ya superado) es contrario a la supervivencia del hombre, y por tanto es el ateísmo el que nos salvará, resultando ser una mejora evolutiva que acabará imponiéndose por lógica :P

        • Nietzsche

          Perdonale a Javier, porque no sabe lo que dice

    • Rafael Arenas

      Rebele…

  3. Pingback: Jesús de Nazaret (IV): Sangre y resurrección | SER+POSITIVO

  4. Mi interpretación no es la correcta, es simplemente la que yo creo que es correcta. Argumente, por favor.

    El autor pretende explicarnos cómo era el Jesús real frente al que describen los evangelios. Me parece interesante lo que tenga que decir sobre el tema. El problema está cuando afirma cosas que están en contradicción con los textos bíblicos y con el magisterio de la Iglesia cayendo en la falacia del hombre de paja.

    • No entiendo por qué argumentar sobre la mayor mentira de la historia de la humanidad. Debatir sobre un personaje inventado cuyo rigor histórico es el mismo que el de Los Reyes Magos o los elfos.

      • Me temo que en esto también yerra. Hoy casi ningún historiador, ateos incluidos, duda de que Jesús sea un personaje histórico.

        • Mientes a sabiendas, te vas a condenar si incumples el octavo mandamiento de tu ridícula religión. Menciona algún historiador que no sea de parte o pertenezca a la historiografía cristiana. No hay ninguna prueba de la existencia de Jesucristo como personaje histórico. Los escritos más antiguos que hablan de Jesucristo como tal datan de casi un siglo después de su muerte, por Flavio Josepho. Con ningún personaje histórico sucede eso, blanco y en botella. Créete lo que quieras, yo te ofrezco datos contrastados, tú afirmas sin aportar más que creencia y voluntarismo.

          • Pues te pongo tres ejemplos de estudiosos no creyentes que sin embargo no tienen dudas de la existencia histórica de Jesús que cita en su libro «Disparando contra Dios» el profesor John Lennox:

            Gerd Lüdemann, John Dominic Crossan, Ed Parish Sanders

            Aunque si simplemente leyeras los evangelios con una mente libre de prejuicios comprobarás que es imposible que se trate de una falsificación. No te voy a hacer «spoiler» para que lo descubras por ti mismo.

            PD: Por cierto, es una delicia ver cómo Lennox destroza en cada debate en los que ha participado a tus admirados Dawkins y Hitchens. Te recomiendo que busques los vídeos aunque debes tomarte un protector gástrico antes.

            • Otro ejemplo de «patada hacia delante» y nulo razonamiento. He visto todos los debates del gran Hitchens, he leído su excelente e imprescindible e irrefutable «Dios no es bueno», y lo que usted cataloga como «destrozo» no es más que una variante de lo anteriormente dicho en previos mensajes como que «mi religión es superior porque sí». Lennox se limita, igual que el norteamericano William Lane Craig ha presentar argumentos voluntaristas sin evidencia que los respalde.

              A no ser que creas que «destrozar» es «humillarse», tu fanatismo con Lennox (voluntarista sin prueba alguna, como todos los que defienden la religión) sería entrañable si tus argumentos y los suyos no fueran tan patéticos e inconsistentes.

  5. esta es la parte final?

  6. eduardo roberto

    Una gran desazón me invade cuando leo los comentarios de quienes saben a ciencia cierta qué quiere dios, o cómo piensa, o cómo actuará, o cómo es su esencia divina. Reconozco que no somos todos iguales y cada uno puede pensar lo que quiera (Por suerte vivimos, por ahora, en un estado de derecho), pero llegar a esos extremos que los coloca muy por encimas de nosotros, simples mortales, me resulta incomprensible además de injusto. Más cuando acuden a la fe para demostrar sus infalibilidades, sin reflexionar que la fe, siempre monolitica, se manifesta inexorablemente después de las intuiciones que pueden ser falsas. Muchas gracias por la lectura del artículo y sus resultados.

  7. Eduardo Roberto,

    Nadie le dice en qué debe creer. Crea en lo que le dé la gana. Si usted se siente inferior es también su problema, además soy tan mortal como usted. Yo más que respuestas tengo preguntas para aquellos que no son creyentes. Siempre que he intentado pensar cómo un ateo caigo en contradicciones que no sé como resolver. Por eso siempre pregunto, a ver si algún día tengo suerte y alguien me convence. Mi crítica hacia el autor del artículo es que o no conoce la teología cristiana o la malinterpreta adrede.

    • Yo soy un orgulloso ateo (que tiene mucho más sentido que sentirse orgulloso de una mentira como la religión en cualquiera de sus manifestaciones). Pregúnteme lo que quiera y (nunca mejor dicho) le iluminaré. Eso sí, espere únicamente sentido común y respuestas racionales.

  8. “Il tempo è galant’uomo” dicen los italianos para resumir eventos históricos. Vivimos dentro de él sin darnos cuenta, obedeciendo a las duras leyes de la naturaleza, pero es el tiempo que se encarga de recomponer las cosas que sus habitantes, nosotros, se dedicaron con ahínco a mal presentar e imponer siempre con la fuerza, fantasías incluidas. Ha sido el tiempo, sin prisa y sin pausa, pero con mucho dolor para nuestros antepasados que ha casi borrado la aristocracia, la realeza, llevándola a ocupar el lugar que la democracia le ha señalado (Todavía tenemos algunos representantes, restos fósiles que nadie ha elegido, pero sobre los cuales también el tiempo y la memoria han hecho su trabajo). También el tiempo (con sus consecuencias) ha borrado casi por completo del imaginario colectivo el marxismo. Todavía hay jóvenes ardientes (los más proclives a caer y creer en sus estructuras casi demiúrgicas) que se aferran a tal teoría. Será el tiempo que les cambiará los ojos, la mente y el corazón. Ha sido el tiempo que de a poco, como es en su naturaleza, ha llevado a las mujeres a reclamar el lugar que les corresponde, que no es la cocina y los hijos exclusivamente. Ha sido el tiempo que esta mostrando lo pérfido de la excedencia de dinero que no esté respaldado con el honesto trabajo: las burbujas financieras. Y será el tiempo que se encargará de mandar al olvido las religiones estructuradas, dogmáticas, amenazadoras, discriminadoras y exclusivamente masculinas. Vaya a saber dónde andarán nuestras descendencias en tiempos lejanos, talvez en otra realidad o en otro planeta, pero estoy seguro de que para nada necesitarán de esos tipos de religiones. La moral y lo ético no provienen de ninguna entidad celestial: nuestras madres son las primeras maestras, la educación posterior nuestras mesas examinadoras y la dura vida la puesta en práctica. Y no hay un principio, ni siquiera el big bang lo es, hay una eternidad de universos que cuando mueren es necesario que nazca otro. El dios más oportuno -decía el poeta- es la plenitud de sentirse vivos, y enfermos de alegría contagiar a los otros, es por eso que hoy voy a visitar a mi vecino que hace tiempo no frecuento. Ah! También a mi hermano para ver si me perdona. Entre dos, quién sabe y con esos frágiles y ambiguos lazos familiares se recomponga la cosa. Cocinaré por primera vez para mi amada, aunque el resultado sea un desastre, en definitiva, trataré que la vida no me sea indiferente.

  9. J. I. Cervera

    Jesús de Nazaret

    Hay amistades que duran toda la vida.
    Al principio, en la niñez, creí cada palabra
    que me dijeron sobre él.
    Después, picado por el aguijón del escepticismo,
    no creí nada, ni siquiera que hubiera existido.
    Más tarde, oí a un bardo inglés que dijo:
    “toda creencia es una imagen de la verdad”,
    y contemplé en silencio el misterio que de Jesús brotaba.
    Me acerqué de nuevo a él, escuchando cómo me hablaba,
    con palabras sencillas de sabio,
    de amigo que siempre estuvo ahí, pese a todo.
    Respetaré a quienes creen en él, y a quienes no,
    pero solo al Galileo seré fiel,
    yo, que sin creer ni dejar de creer, solo escucho.

  10. Hoy no tengo ganas de discutir. Hoy es un día de silencio y reflexión para los cristianos y para todos los hombres de buena voluntad.

  11. Mi respuesta a Turpin:

    Mi información científica no procede de los periódicos cómo presupone. Tengo cierta formación científica y además he leído a algunos científicos divulgadores como Hawking, Feynman o Kaku. Con las matemáticas se pueden proponer modelos que «demuestren» casi cualquier cosa. Einstein, el padre de la física moderna, ya advirtió, refiriéndose a modelos matemáticos imponentes, que «Dios no juega a los dados». Me parece perfecto que a usted le satisfaga la explicación del multiverso frente a la de un Dios creador. Al elegir, me está dando la razón sobre que el universo no se puede explicar por sí mismo y que es necesaria una causa. Para mí la explicación teísta es más coherente y además responde a otras cuestiones cómo el origen de la moral y el propósito de la vida. En otra cosa en que me da la razón es que usted es un hombre de fe.

    El ateísmo es una religión más. Una religión cuyo Dios es el Universo. Una religión cuyo catecismo es la Ciencia (única fuente de conocimiento) y que tiene hasta mandamientos (Dawkins los ha propuesto). Y cómo el resto de religiones es intolerante respecto a las demás y tiene sus dogmas y sus profetas. Incluso en sus milenarismos resulta similar. Usted en el último párrafo lo demuestra al utilizar el milenarismo maltusiano hasta ahora no confirmado. Para ello se basa en dos dogmas de su religión atea: El especismo (el hombre es una especie más) y el evolucionismo (todo lo referente a los seres vivos es producto de la evolución).

    Os propongo mi versión de los diez mandamientos ateos:

    1) Sólo creerás en la Ciencia.
    2) Cualquier otra forma de conocimiento, especialmente la revelación religiosa, es falsa y dañina.
    3) El universo no tiene causa.
    4) La vida empezó por azar.
    5) La Evolución ha dado lugar a todas las formas de vida existentes.
    6) El Hombre es una especie más, producto de la evolución. Todas los seres vivos tienen la misma dignidad y son iguales en derechos.
    7) En la Naturaleza no existe el bien y el mal ni hay justicia.
    8) No hay ninguna realidad que no sea material. Al morir nuestra conciencia desaparece.
    9) La vida no tiene propósito ni sentido.
    10) La Ciencia es incompleta y provisional. Cualquiera de estos mandamientos está sujeto a revisión.

    Respuesta a Dani:

    No he elegido el ejemplo de Robespierre por casualidad sino porque es un exponente de lo que ocurre cuando el hombre se rebela contra Dios. Respecto a la pederastia en la Iglesia, efectivamente es un gravísimo pecado y crimen que hay que perseguir y denunciar. La Iglesia es una institución creada por Cristo pero formada por humanos; y por tanto es imperfecta y siempre va a haber personas que la utilicen para hacer el mal. Pero la Iglesia ha hecho algo más que quemar herejes en hogueras y abusar de menores. Creo que hasta usted es capaz de ver esto, así que no voy a enumerar todo lo positivo que ha hecho a lo largo de su historia. Pero vuelvo a insistir, esa no es mi línea argumental. Siempre vamos a encontrar ejemplos y contraejemplos que sirvan para defender y para criticar a cualquier religión y la suya, la religión atea, no es una excepción.

    El mundo no se creó en seis días. Nadie ha creído esto nunca. El Génesis no hay que interpretarlo literalmente. Los días podrían ser una forma de secuenciar acontecimientos. No veo por qué dice que argumento con «una asquerosa superioridad moral». Como mínimo estoy manteniendo una educación de la que usted, al parecer, carece. Lo que he dicho y repito es que la moral, si procede del hombre, es ilusoria y subjetiva. Hasta ahora nadie ha podido argumentar a esto. Por último, tiene razón, no puedo aportar pruebas de la muerte y resurrección de Cristo. Para ello me baso en los evangelios.

    Respecto Hitchens en los debates con Lennox. Me alegro que los conozca. Lo que yo he visto en estos debates es que Hitchens es un polemista resentido con la religión y que sus críticas son más emocionales que racionales. Lennox responde pacíficamente y demostrando a Hitchens que sus razonamientos caen en contradicciones. En cualquier caso, en los debates Hitchens ya asume que es un simple «aspirante», él no hace más que atacar sin responder a ninguna cuestión. Salvando las diferencias el Hitchens enfadado me recuerda bastante a usted.

    • Sobre Einstein, otro ejemplo de coger lo que conviene. La frase de marras ha sido malinterpretada y arrimada al ascua de la sardina de la religión sin reparar en las numerosas veces que se declaró agnóstico en el mejor de los casos, cuando no ateo. Basta con leer la carta de 1954 en la que dejó clara su posición:

      «La palabra Dios no es para mí nada sino la expresión y el producto de la debilidad humana; la Biblia una colección de leyendas venerables pero aún bastante primitivas, ninguna interpretación, no importa cuán sutil, puede (para mí) cambiar nada de esto. Para mí, la religión judía no adulterada es, como todas las otras religiones, una encarnación de la superstición primitiva, y el pueblo judío, al que con mucho gusto pertenezco y en cuya mentalidad me siento profundamente anclado, para mí no tiene ningún tipo de dignidad diferente a la de los otros pueblos”.

      Respecto a su lista de mandamientos ateos, de acuerdo en todos salvo el

      8), donde los avances en materia de inteligencia artificial sobreentienden la posiblidad de que en un futuro pueda existir una conciencia artificial tras la muerte (le sugiero que vea el episodio 3×04 de Black Mirror, de nombre frailuno «San Junipero» o Matrix), y donde aparte de la realidad material existe la sensorial, aquella que por abstracción o imaginación pueden construir nuestros sentidos y la mente sin que sea fácil de aprehender, por ejemplo, si miro (sentido de la vista) al cielo en una noche estrellada puedo llegar a la conclusión de que existen otras galaxias donde es plausible la existencia de otro tipo de vida, aunque la tecnología y la ciencia no alcancen de momento a demostrarlo.

      y el 9), donde atribuye el derecho y sentido de la vida a una perspectiva religiosa, como si el ser ateo impidiese vivir plenamente y disfrutar de ella, y eludiendo una vez más que LA MORAL PRECEDE A LA RELIGIÓN, y que para que una persona buena cometa tropelías es condición NECESARIA Y SUFICIENTE LA RELIGIÓN.

      La moral es subjetiva necesariamente porque efectivamente procede del hombre, igual que la democracia y están sujetas a su arbitrio, pero ambas forman parte de una evolución natural que impide que tras miles de años de evolución no nos quememos en la hoguera, crucifiquemos a brujas, o repudiemos a las mujeres porque sangran cada 28 días y las consideremos impuras.

      Respecto a Hitchens es un honor que me compare con él aunque sea mínimamente y salvando las diferencias. Decir que sus críticas son emocionales me hace cuestionarme si realmente usted ha visto los vídeos, carece de compresión e intelecto para valorarlos, o simplemente se pone a verlos con un cubo de palomitas animando a la parte religiosa cual hooligan. Tildar de emocional a una persona que parte de la ciencia, el humanismo y el pensamiento racional es como catalogar a Paulo Coelho de referente del estructuralismo

      • No creo haber malinterpretado a Einstein. Sé que su frase «Dios no juega a los dados» no la mencionó en un contexto religioso (Einstien no lo era), sino como advertencia a la interpretación de Copenhague sobre la mecánica cuántica en la que se introduce la indeterminación. Si vuelve a leer mi comentario verá que me ajusto al sentido con el que Einstein escribe esta frase. Ni siquiera me pronuncio sobre las creencias de Einstein. Mi opinión es que Einstein era Teísta pero no Deísta. Es decir, creía en una inteligencia creadora pero no en un Dios personal.

        Me alegro de que por fin reconozca que cree que la moral es subjetiva y que por tanto es arbitraria. Introduce el matiz de que la Evolución impide que se comentan algunos crímenes. Es interesante que diga esto. Entiendo perfectamente por qué lo hace. Si no lo hiciera, la consecuencia sería que no tendría ningún criterio para valorar un acto como bueno o como malo. Ni siquiera la quema de brujas (que no crucifixión) podría valorar como intrínsecamente mala. El problema es que la «evolución natural» no ha tenido nada que ver con que ahora no se quemen brujas y demás crímenes. Si todo lo que existe es la materia, entonces el comportamiento está determinado por los genes. Pero biológicamente el ser humano de hoy es idéntico al de hace mil años. La quema de brujas es mala hoy, lo era ayer y lo seguirá siendo mañana. Además, cae en un error muy extendido al pensar que la evolución natural implica un perfeccionamiento. La Teoría de la Evolución lo que afirma es que los seres vivos se adaptan con mutaciones de genes ciegas o desaparecen. Así que desde el punto de vista evolutivo la quema de brujas no se puede valorar como buena o como mala. Además, es perfectamente posible que en el futuro se vuelvan a quemar brujas. Creo que sabe que los nazis justificaban sus crímenes basándose en la superioridad de la raza aria, o sea basándose en la evolución. La evolución permite, por lo tanto, justificar cualquier cosa y no sirve para dilucidar si un acto es bueno o es malo.

        Venga le voy a echar una mano. Puede intentar buscar una respuesta en el darwinismo social, en el contrato socialm en el progresismo, en el naturalismo o en el animalismo. Pero estas ya no son teorías científicas verificables. Sin ir más lejos el siglo XX es el de mayor depravación moral y guerras de toda la historia y los dos siglos anteriores no fueron mucho mejores (y la religión ha tenido poco que ver con esto). El ser humano combina periodos de esplendor con otros de oscuridad, pero en esencia los problemas son siempre los mismos y están planteados desde que lo hicieran en el siglo VI a.c los filósofos griegos (su ateísmo no es nada moderno). Así que no se puede afirmar con rigor que haya una evolución moral en el ser humano.

        Mi opinión es que sólo hay dos posibilidades: o la moral es externa al hombre o es una elaboración humana. En el primer caso es objetiva e inmutable, en el segundo es subjetiva y condicionada por las creencias y circunstancias. Sé que aceptar esto último es terrible, pero me temo que no hay otra salida.

        He visto dos debates entre Hitchens y Lennox y me reafirmo: Cuando Lennox le plantea las contradicciones en las que cae, Hitchens evita responder y simplemente intenta atacar con otra ocurrencia. En algo coincidimos, yo también pienso que usted argumenta como un «hooligan».

        • Por evolución natural no quería decir necesariamente que toda la evolución del hombre se circunscribiese a los aspectos fisiológicos y fisonómicos, sino que implícitamente daba a entender toda la evolución social, darwinista, rousseauniana y demás corrientes que han ido sucediéndose. En todo caso, gracias por su «inestimable» ayuda, me ha abierto los ojos.
          Que no sean teorías científicas verificables no las invalida porque en esencia obedecen a un propósito moral. Si el siglo XX fue así (y no se lo niego) es porque el hombre no deja de ser una animal, racional, pero animal al fin y al cabo, en constante lucha con sus instintos y pulsiones más primarias. Desde que nacemos y nos pasamos nuestra infancia llorando nos convertimos en egoístas demandando toda la atención posible, y ese rastro genético se va atemperando hasta que, azuzado de nuevo por otros estímulos (la masa, obediencia ciega, ansias de poder etc.) el hombre se transforma en el lobo para su propia especie que anticipara Hobbes allá por el siglo XVII.

          Que no se puede afirmar que haya una evolución moral en el ser humano es un nuevo ejercicio de voluntarismo: Por mucho que insista y a pesar del terrorismo y guerras que todavía se producen en determinadas partes del mundo, todos los indicadores y datos objetivos evidencian que vivimos en la mejor época de la historia de la humanidad, y es una evolución sostenida aunque puntualmente se produzcan inevitables brotes de violencia. Lea a Pinker y su ensayo «En defensa de la Ilustración».

          No pierda más el tiempo con los debates de Hitchens, usted está instalado en la creencia y de ahí es más difícil salir que de la heroína, porque esta al menos tiene la metadona para pasar el mono. Usted, creyente, despojado del castillo de naipes en que basa su vida, es incapaz de renunciar a toda la patraña en que se fundamenta la religión porque quizá sea su forma de consuelo. Me parece perfecto, cada cual es libre de creer la mierda que quiera, pero eso sí, me tendrá enfrente cada vez que intente equiparar el cáncer de la religión con lo que ha permitido al ser humano avanzar y progresar: la ciencia, la medicina, la cultura y la tecnología.

          • Me alegro de que esta conversación le esté sirviendo para «abrirle los ojos».

            Está bien que por fin empiece a reconocer que el conocimiento no proviene únicamente de la ciencia. Me sigue pareciendo inconsistente eso que dice del «propósito moral». Lo primero sería establecer de donde proviene la moral y qué criterios tiene el hombre para valorar moralmente un acto. En el comentario anterior reconocía que para usted la moral es subjetiva. Ahora parece apuntar a que el hombre es un ser moral en la medida en que abandona su condición animal. No sé si ve la contradicción. Si sólo hay materia y leyes ciegas, la moral sería un cuento. Debe ser usted valiente, y si realmente quiere ser coherente con su ateísmo, éste necesariamente le debe llevar al nihilismo. Debe reconocer que la moral no sería más que una forma de dominación con la que los poderosos someterían a los débiles. Este camino lo han recorrido muchos empezando por Nietzsche. Sé que las consecuencias de aceptar esto son terribles pero es la única solución intelectualmente honesta.

            Pero claro, veo que su forma de razonar no le impide aceptar contradicciones evidentes. En el siguiente párrafo cae en el mito del «buen salvaje» roussoniano al defender que el hombre en estado natural carece de maldad, negando lo que acaba de afirmar sobre el estado animal. Según usted sería el contacto con la sociedad la que introduce el mal en el hombre. Pero resulta que al final como la sociedad evoluciona, el hombre se puede «salvar». No sé, todo resulta muy confuso y contradictorio ¿No sería más fácil y lógico aceptar que la moral es algo externo al hombre y que el hombre al ser libre puede elegir entre el bien o el mal?

            Evidentemente estoy instalado en la creencia, en la creencia teísta. Es algo que reconozco. Pero no es una creencia ciega sino basada en evidencias. Pero es que cualquier cosmovisión está basada en creencias. Mi opinión es que la cosmovisión atea es muy inconsistente y de consecuencias aterradoras.

            Me acusa de voluntarismo al no creer en la evolución moral del hombre justo después de que usted reconozca que el siglo XX ha sido un desastre ¿Quién es el voluntarista aquí? Evidentemente está cayendo en el error de juzgar otras etapas históricas desde una impostada superioridad que le da el sentirse un hombre moderno, racional y progresista. Le disculpo la arrogancia ya que entiendo que esta creencia suya es necesaria para sostener su endeble cosmovisión. La única evolución constatable históricamente es la acumulación de conocimientos materiales a través de la ciencia y la tecnología. El hombre cada vez conoce y utiliza mejor los recursos naturales. Pero lejos de mejorar moralmente, el conocimiento científico supone nuevos desafíos morales. Al ser el hombre cada vez más poderoso, los riesgos morales son cada vez mayores (¿no le resulta parecido esto al Árbol de la Ciencia del bien y del mal?). Se suele poner como ejemplo de la evolución moral del hombre la abolición de la esclavitud y no se cae en la cuenta de que ésta coincide con la Revolución Industrial que en la práctica hacía la esclavitud innecesaria e ineficiente.

            Le agradezco la recomendación del libro sobre la Ilustración de Pinker, me lo apunto. Le voy a recomendar a usted otro libro de Pinker, La tabla rasa. Si no lo ha leído se lo recomiendo ya que probablemente le permita justificar y aferrarse todavía a su fe atea evitando algunas de las evidentes contradicciones y mitificaciones en las que cae (por ejemplo, Pinker desmonta en este libro el mito del buen salvaje).

            Por último, ya creo haber explicado que no hay contradicción entre fe religiosa y ciencia y aún menos con la cultura. La ciencia moderna nace de la religión cristiana y muchos científicos hoy son creyentes. Nuestra cultura es fundamentalmente cristiana, incluso su admirada Ilustración toma todas sus ideas del cristianismo. Sí, no se «rasgue las vestiduras», incluso la razón siempre estuvo ligada al cristianismo; vea sino los trabajos de la Escuela de Salamanca o de Tomás de Aquino. Incluso la «Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano» tienen como antecedente el «Derecho indiano». En el cristianismo, razón y fe siempre han ido de la mano. En un comentario anterior usted criticaba que las religiones tomaran préstamos unas de otras y no parece importarle que las ideologías, religiones sin dios, hagan lo mismo. Ya se lo he dicho anteriormente: los hombres, al estar hechos a imagen y semejanza de Dios, pueden alcanzar la Verdad por sí mismos.

            • El conocimiento proviene de muchas fuentes, no me atribuya cosas que no he dicho para escaquearse de sus endebles argumentos. Tilda de contradicciones cosas que solo usted ve como tales, como que la moral es un cuento si solo hay materia y leyes ciegas. Una moral básica y primitiva ligada al instinto de protección existe en los animales, igual que en los homínidos que iban en manada. La moral evoluciona y se perfecciona con el surgimiento de las civilizaciones, el Derecho y demás elementos para gestionar las relaciones entre pueblos y personas. El ateísmo en su extremo más radical lleva al nihilismo, como el veganismo lleva a la falta de proteínas o ser carnívoro y alimentarte de procesados te revienta las coronarias. Todo en exceso te instala en el radicalismo. Mi ateísmo orgulloso y militante no me impide ayudar a los demás, querer a mi familia, amigos, pareja o conmoverme con la pobreza y las injusticias etc.

              Por supuesto que los avances científicos implican mayores desafíos morales, quién ha negado eso. Otro ejemplo de patada hacia delante o «excursión a los Cerros de Úbeda» a la que nos tiene acostumbrados en sus disertaciones de continua huida hacia adelante y «cherry-picking».

              Que nuestra cultura es fundamentalmente cristiana es otro ejemplo de evidencia que no tiene nada que ver con lo que aquí se está dirimiendo. Claro que lo es, quién niega tal evidencia. ¿Significa eso que debemos dar pábulo a las patrañas en que se basa y sufragar las creencias católicas de los creyentes? EN ABSOLUTO. ¿Implica que tengamos que tragar con la enseñanza de la religión católica en la educación pública con el adoctrinamiento que implica (véase la LOMCE y el currículo), así como pagar con dinero público a los profesores de religión mientras los elige el obispado correspondiente sin haber pasado por una oposición? NI POR EL PUTAS.

              Que usted «crea haber explicado que no hay contradicción entre fe religiosa y ciencia» sin aportar ni una sola evidencia (sería usted el primero en hacerlo y pese a que no es un iletrado no le veo como un referente mundial) y crea que hay contradicción en una cosmovisión atea que se basa en el razonamiento, la ciencia, tecnología, observación, rigor, empirismo y teorías que se van demostrando no deja de tener gracia sino fuera porque es producto de una mente oligofrénica o directamente imbuida en la creencia más irracional. Los pájaros disparando a las escopetas, ver para creer… Lo de los científicos creyentes ya se lo dije en un mensaje anterior: La mayoría no lo son y quienes lo son es por simple arraigo o crianza o haber crecido en países donde el yugo de la religión domina todas las esferas públicas. Quien sea científico y religioso inevitablemente cae en contradicción más pronto que tarde. Otra cosa es que su entorno, crianza y arraigo le impidan abrir los ojos.

              «En el cristianismo, razón y fe siempre han ido de la mano», sobre todo hoy día». No insulte a la inteligencia ni omita datos relevantes por favor, ¿o tengo que recordarle que el cristianismo ahorcaba, quemaba o lapidaba durante siglos a quien osase apartarse un milímetro del gilipollesco dogma que predica? ¿No ha oído hablar del miedo y la opresión? ¿De verdad tengo que tratarle como a un niño de 4 años para explicarle ciertas cosas cuando por su avatar se infiere que usted es un provecto hombre con pelambrera en el sótano y quizá ralo en la azotea?

              Sobre los préstamos de las ideologías: ¿Las ideologías han demostrado algo? ¿Se han inventado algún mito? Las ideologías sirven para modelar y moldear las sociedades y civilizaciones, y llevadas al extremo con sus correspondientes estandartes (dinero en el caso del capitalismo salvaje y supresión de la propiedad privada en el del comunismo) se convierten en «religiones» que han llevado al desastre a muchas sociedades y países, pero con elementos correctores contribuyen a que la gente pueda vivir mejor (liberalismo y socialdemocracia respectivamente).
              El capitalismo lleva en su propia gestación las semillas de su propia destrucción (Marx) y el comunismo funciona en teoría, pero solo en teoría (Homer Simpson), porque el hombre es egoísta por naturaleza y el comunismo es incompatible con ese gen egoísta con el que luchamos desde que nacemos hasta que morimos.

              • A los ataques «ad hominem» que me dedica no voy a entrar ya que dicen más de usted y sus prejuicios que de mí. Tan solo le diré que afortunadamente gozo de una inmejorable densidad capilar como ejemplo de lo fácil que yerra cuando entra en el terreno personal.

                Tampoco creo que merezca la pena profundizar en sus críticas al cristianismo en el que al parecer no es capaz de encontrar nada positivo. Ya le he dicho que en cualquier actividad humana hay luces y sombras y particularmente en el cristianismo predominan las luces. Creo que es innecesario enumerar todo lo bueno que el cristianismo ha supuesto para la humanidad ya que seguro que en el fondo usted lo sabe. Entiendo que piense que esto es discutible, como también lo puedo yo pensar de la Ilustración y sus derivados. Lo que me sorprende es la «ley del embudo» que aplica siendo temperamentalmente intransigente con el cristianismo y tan complaciente con el ateísmo. A mi parecer el ateísmo ha producido pocos logros y demasiados desastres. Ya le digo que no nos vamos a poner de acuerdo. Usted hace trampa al atribuir todos los avances científicos al ateísmo cuando eso es manifiestamente falso. Resulta usted muy arrogante cuando cree saber por qué personas brillantes se mantienen en la fe católica ¿No concede la posibilidad de que su creencia sea razonada, auténtica y compatible con su actividad científica? A mí el ateísmo me parece una fe fácilmente falsable y dañina pero no se me ocurre despreciar la fe de todos los ateos por ello. Respecto a la enseñanza, yo eliminaría cualquier materia ideológica del currículo. Y para mí esto incluye muchas materias como: religión, ética, educación para la ciudadanía, educación en valores, educación afectivo-sexual, Constitución, … Y las sustituiría por materias que fomenten el espíritu crítico como la historia, la literatura y la filosofía. Tengo también mis ideas sobre la educación pública en las que no entro por no abrir más el debate. Las ideologías, todas ellas, moderadas y extremas, se sustentan en mitos. Por ejemplo el mito de la libertad en el liberalismo o el de la igualdad en el comunismo. Ambos son mitos que proceden del cristianismo. Aquí están plenamente explicados y establecidos pero allí, al haberlos separado de su raíz religiosa, resultan vacíos, contradictorios y producen monstruos. Pregúntele a un liberal en qué basa su defensa de la libertad o un comunista lo propio con la igualdad, y comprobará como no sabrá hacerlo racionalmente.

                Lo que me ha parecido más interesante de su comentario es cuando dice ser un orgulloso ateo moderado y militante. Por supuesto, usted no puede ser un ateo radical. Pero me preguntó por qué. Usted pretende actuar consecuentemente con su forma de pensar, lo cual le honra. Pero luego, cuando se da cuenta de que vivir plenamente su ateísmo le impediría realizar todas esas cosas buenas que hace, suspende el juicio y decide simplemente que una cosa son las elucubraciones mentales y otra muy distinta sus consecuencias prácticas. Me alegro de que coincidamos en que el ateísmo lleva al nihilismo y de que haya frenado antes de llegar a él. Aunque esto me vuelve a dar la razón, el ateísmo es irracional. Usted, para mantener su ateísmo, tiene que usar la religión a modo de «hombre de paja» en la que descargar su frustración intelectual. Al final su cosmovisión atea es más una antítesis que se define como oposición a la cosmovisión teísta. De ahí se deriva la necesidad de la crítica permanente. De esa forma cree poder evitar responder y responderse. El problema es que una fe que no se pueda vivir con plenitud es una fe estéril.

                Resulta que en este punto me identifico con usted; también puedo decir que soy un orgulloso cristiano moderado y militante. Pero hay una importante diferencia: A mí me gustaría ser un cristiano radical. Aceptar plenamente a Cristo es el camino de perfección que tenemos como meta todos los cristianos. Pero claro, soy débil y pecador y me quedo a medio camino, como «el joven rico». Las exigencias morales del cristianismo son muy elevadas y pocos están dispuestos a seguir a Cristo ¿Qué conclusión, no? El ateísmo llevado al extremo produce monstruos y el cristianismo produce dicha y plenitud. Ya sé lo que me va a decir. Me va a contestar con su estilo faltón que el fanatismo cristiano también provoca muerte y destrucción. Pero alguien que viva radicalmente el mensaje cristiano no puede hacer otra cosa que «poner la otra mejilla» y «amar al prójimo». El que no siga a Cristo no es un buen cristiano. Y para saber lo que quiere Cristo lo único que hay que hacer es leer el Evangelio.

                Termino con una reflexión. Usted es buena persona a pesar de su ateísmo y lo es porque no es tan ateo como cree. El problema es que el ateísmo, como usted ha reconocido, puede llevar fácilmente al nihilismo y de allí a justificar auténticas barbaridades. Usted ha evitado seguir ese camino, pero por otra parte dice que es militante ¿No le da miedo que pueda influir en alguien y que esa persona no sea tan juiciosa como usted? Supongo que sabe que Lenin se inspiró en la Revolución Francesa para su «pequeña excursión rusa». Ya sé que se va a defender atacando desaforadamente al cristianismo; también aprovechará para retratarme como un deficiente mental; luego volverá a encajar lo del «cherry picking» y la «huida hacia adelante». Creo que a estas alturas ya sabe también lo que le voy a contestar. Trate de ser un poco más original. Realmente yo no me he movido de mis planteamientos iniciales sobre el teísmo que he basado en tres afirmaciones:

                – Sin Dios el universo no es inteligible.
                – Sin Dios no se puede valorar una acción como moralmente buena o mala.
                – Sin Dios la vida no tiene propósito.

  12. Lo de que en el cristianismo predominan las luces habría que cogerlo con pinzas: La mayoría de guerras y muerte han sido (y siguen siendo) causadas por la religión cristiana y musulmana. Que haya algunas luces (los copistas y monjes medievales que se encargaron de transcribir el conocimiento previo, o la fundación de universidades) no equilibra la balanza en absoluto. La Ilustración y sus derivados han producido la enciclopedia, la separación de poderes, el fin del despotismo etc. Eso es más que suficiente como para mearse encima de los logros de la religión, sin perjuicio de que se hayan cometido barbaridades (en el período revolucionario o la Alemania nazi, aunque en esta sociedad concurrieron otros factores como el Tratado de Versalles sin descuidar como le dije anteriormente que 3/4 partes de las SS eran protestantes y católicas). Ojo, me merecen todo el respeto y veneración los misioneros (religiosos o seculares) que arriesgan y entregan sus vidas en aldeas remotas para con los más desfavorecidos, muchos de los cuales se pasan consecuentemente por el arco del triunfo las estúpidas prohibiciones de métodos anticonceptivos que la religión prescribe a la población local.

    Los avances científicos, por mucho empeño y «whishful thinking» que ponga se deben al racionalismo y la Ilustración, poco que ver con la religión, pero si usted quiere creerlo, allá con su «creencia». Repase la lista de premios Nobel en Física, Química, Medicina etc, y comprobará que la mayoría eran ateos o agnósticos en el mejor de los casos, como no podía ser de otra manera dicho sea de paso.

    No, no concedo la posibilidad de que la creencia en sí de cualquier religión sea razonada precisamente porque se fundamentan en la irracionalidad y el mito. No puede haber argumentación válida sin llegar a contradicción en algo inventado.
    Usted da por sentada una «lógica y sentido común» en la religión que es una aporía en sí misma.

    Soy profesor y no sé de dónde se saca que en ética, educación para la ciudadanía (que ya no existe) o educación en valores se adoctrina, si por adoctrinar se entiende conocer la Carta de Derechos Humanos, los deberes y obligaciones de la ciudadanía y todos los valores que contribuyen a construir una sociedad, incluyendo a la religión como elemento cultural, no adoctrinador. La educación afectivo-sexual y Constitución no existen como asignaturas, así que un poco de rigor, por favor. La religión tal y como está concebida actualmente en el currículo (LOMCE) contiene perlas como las siguientes: “Enseñar a reconocer que no hay felicidad sin Dios”, actividades que inciten a que “expresen con palabras propias el asombro por lo que Dios hace” o, en una pirueta lingüística digna del mejor trapecista, “memorizar y reproducir fórmulas sencillas de petición y agradecimiento”, lo que da luz verde a que se rezar en las aulas. En cuanto a los alumnos de Bachillerato, serán examinados sobre “el origen divino del cosmos”, lo que podría provocar situaciones surrealistas en el examen de Física y Química sobre tal cuestión o imbecilidades como la de transformar el agua en vino.

    Se pone continuamente la venda antes de la herida ante mis respuestas a posteriori. Si usted quiere seguir las exigencias del cristianismo al extremo flagélese con cilicios, lleve una corona de espinas y cargue con una cruz de 50 kg durante la Semana Santa y encargue un pesebre que le acomode en Navidad mientras le acompañan un buey y una mula y encuentra a una pareja dispuesta a hacer de cornudo José y la Virgen impregnada por la paloma.

    A estas alturas no le voy a convencer de que el Evangelio es un refrito bastante cutre de otros textos sagrados.

    No me da miedo influir en nadie porque yo no respondo más que ante los míos, y sé muy bien qué debo o no decirles. Creo en la autonomía y responsabilidad individual, y para ello es necesario que el individuo se forme y se eduque para evitar ser abducido por sectas religiosas o de cualquier otra índole, incluyendo ideologías extremas. Para mí es tan sencillo como aplicar la Regla de Oro, ya sabe, ese principio MORAL que dice que » trata a los demás como querrías que te trataran a ti (en su forma positiva) o no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti (en su forma negativa)», que es también conocida como Regla de Plata. Con eso me basta y me sobra, y no me hacen falta los estúpidos mandamientos que la mayoría de cristianos no cumplen ni cualquier otra fórmula Coelhiana (de Paulo Coelho).

    Le repito que el ateísmo nunca ha sido la excusa ni el motivo de ninguna guerra. El estalinismo se produjo por razones muy diferentes, y ningún terrorista ha degollado a nadie gritando: «¡En el nombre de la nada o del universo!»
    Usted sigue intentando equiparar las consecuencias de la religión y el ateísmo, con nulo éxito porque ahí están las cifras de muertos de una y otro. Cuando tienen que recurrir a eso las personas religiosas queda bastante clara la pobreza y endeblez de los argumentos que intentan blanquear la sangre derramada por la religión.

    Lenin se inspiró en la Revolución Francesa, como esta ha inspirado la Ilustración, el fin del despotismo, la separación de poderes etc. Si a estas alturas va a cuestionar uno de los hechos fundamentales de la historia porque algunos locos como Lenin la hayan utilizado como excusa, me vuelvo a reafirmar en la endeblez de su argumentación. Nada comparable a los 2019 años y casi 4 meses y los 1600 años que las religiones cristiana y musulmana llevan sometiendo a la mayoría de la humanidad.

    Sobre sus planteamientos iniciales:

    – Sin Dios el universo no es inteligible: falso, a no ser que defina Dios como un proceso evolutivo del cosmos basado en reacciones químicas y físicas. De lo contrario, demuéstrelo o elabore una teoría coherente y lógica como la del Big Bang o el darwinismo.

    – Sin Dios no se puede valorar una acción como moralmente buena o mala: falso, le vuelvo a repetir y lo haré las veces que haga falta que LA MORAL NO DERIVA DE LA RELIGIÓN, SINO QUE LA PRECEDE.

    – Sin Dios la vida no tiene propósito: Falso, aunque si un creyente decide llevarlo al extremo, perfecto, pero (y siento el espoiler), si tras 100.000 millones de muertos que aproximadamente se han producido desde que el hombre es tal, no se ha producido ninguna manifestación ni contacto por parte de ellos, ni ninguna señal tangible que permita creer que existe esa gilipollez de la vida de ultratumba, no creo que se vaya a producir, pero de ilusión también se vive y si usted la tiene y quiere desperdiciar su vida perdiéndose todas las posibilidades y experiencias que esta ofrece es muy libre de hacerlo. Mientras usted lo hace, yo seguiré follando por placer o por procreación, viajando, comiendo, bebiendo, emborrachándome de vez en cuando, practicando deporte, leyendo, viendo películas, series, escribiendo, quedando con amigos, familia, ayudando a quien me lo pida, tocando la guitarra, aprender nuevos idiomas…

    • Como todo ferviente religioso, opone su religión atea a todas las demás y así suma cristianismo e islamismo como si fueran lo mismo. Guerras estrictamente religiosas no ha habido tantas. Las cruzadas y la expansión musulmana las incluiría en este ámbito. Pero todas las guerras entre el catolicismo y el protestantismo europeas tienen un carácter eminentemente político. Otra cosa es que se utilizara una justificación religiosa pero no es justo considerarlas exclusivamente con este carácter. En la actualidad el cristianismo no está en guerra en ningún sitio. En cualquier caso, una cosa son las distintas iglesias cristianas y otra la doctrina cristiana. Las primeras, al estar formadas por hombres, comenten errores. Usted mismo pone a salvo su doctrina atea calificando a Lenin de loco y pretendiendo que no tiene nada que ver con lo que usted cree. En su argumentación no debe cambiar de criterio en función de sus preferencias. El criterio con el que valora el ateísmo debe aplicarlo también al resto de religiones. Otro ejemplo de su «doble vara de medir» es cuando dice que los premios Nobel son ateos o agnósticos mayoritariamente. En un comentario anterior decía que los científicos creyentes de ayer y de hoy lo son por la presión religiosa propia de la época o por su educación ¿Y por qué no aplica el mismo criterio a los científicos de hoy?, ¿no serán que son ateos por el desprestigio en que ha caído la religión y por que la sociedad ha abandonado a Dios?

      Todavía no he encontrado ninguna contradicción en la doctrina cristiana. Yo creo haber señalado unas cuantas en el ateísmo. Usted cree que el teísmo es un primitivismo y que pertenece a un estadio de la evolución humana ya superado. Por eso, en distintas ocasiones, se burla de mi fe calificándola de infantil y trata de provocarme siendo irrespetuoso con mis creencias. El catolicismo no es primitivo sino antimoderno, que no es lo mismo. Es una religión atemporal ya que la Revelación de Dios a los hombres se produjo hace dos mil años. Es emocionante comprobar cómo el Nuevo Testamento sirve como camino, verdad y vida al hombre de hoy. Pero resulta que lo realmente primitivo es el ateísmo. El ateísmo tiene sus antecedentes cómo el animismo, el panteísmo o el paganismo. Sí, no se escandalice, estas tres creencias están mucho más cerca del ateísmo que del teísmo; si reflexiona con honestidad lo reconocerá. El ateísmo fue formalizado en la Grecia Clásica por pensadores como Demócrito. A este ateísmo podríamos llamarlo filosófico. Pero, a diferencia del catolicismo, el ateísmo ha tenido que ser reformulado en diversas ocasiones para adaptarlo a las mentalidades de cada época. Le pongo algunos ejemplos. En la Revolución Francesa el ateísmo se vuelve humanista y anticristiano. Básicamente los ilustrados toman algunas de las bondades que trajo el cristianismo, cómo es la libertad, la igualdad y la fraternidad, y las desposee de su carácter divino, sacralizando de paso al Hombre. Es decir, convierten la filosofía atea griega en una religión. Poco después, con Marx cómo máximo exponente, el ateísmo se hace científico sin abandonar su carácter anticristiano. Los ateos tratan de transferir el prestigio de que goza la ciencia a su religión. Y finalmente llegamos a la etapa actual. La ciencia no puede explicarlo todo; además, el ateísmo científico ha dejado un reguero de sangre nunca antes visto (Alemania, Rusia, China, Camboya, …). Así que el ateísmo se hace progresista. El nuevo dogma es la evolución. La etapa anterior se superará gracias a que la especie humana siempre evoluciona. Su ateísmo no es nada original ni moderno. El ateísmo o alguna de sus formas primitivas, han sido y son la creencia de la mayoría de los seres humanos. Lo que supone una novedad y un asombro es el teísmo. Usted no lo ve así porque prefiere considerarse un hombre moderno, pero se equivoca, su cosmovisión está más cerca de la del hombre paleolítico que de la mía.

      Respecto a la enseñanza: Vuelve a errar al intentar darme lecciones desde la superioridad que le da el ser profesor. Pero resulta que yo también soy profesor de «la pública» y que mis hijos van a institutos públicos y, por lo tanto, conozco perfectamente de lo que hablo. Usted no ve adoctrinamiento alguno porque en la enseñanza pública la visión predominante es la suya y no considera que enseñar el ateísmo sea adoctrinar. El ateísmo en un sistema de creencias más y se debería explicar así a los alumnos. No es lo mismo aconfesionalidad que laicismo. La aconfesionalidad no toma partido mientras que el laicismo es militante. Pero la cosa no se circunscribe al ámbito de la creencia sino que se introducen todo tipo de sesgos ideológicos fundamentalmente escorados a la izquierda. La educación afectivo-sexual no se imparte cómo asignatura pero sí en otras materias. Lo de la asignatura de Constitución lo he puesto porque Ciudadanos la ha propuesto como «gran novedad» en su reforma educativa. Mi opinión es que la educación debe consistir fundamentalmente en la adquisición de conocimientos y que la educación propiamente dicha pertenece al ámbito de la familia. Ya sé que no puede estar de acuerdo en esto. Y termino con otro asunto que tampoco le va a gustar. Mi modelo para la educación es el cheque escolar y lo digo desde siempre, no porque lo lleve en su programa un partido. Creo en la libertad de elección y de competencia entre centros. En España cometemos el error de pensar que la educación o la sanidad, por ser servicios públicos, los debe prestar el estado. Pero eso no tiene porque ser así. El estado debe garantizar el servicio pero debe dejar que la sociedad se organice como mejor lo crea conveniente. Siempre pongo el ejemplo de la alimentación. El estado regula y asegura la calidad con reglamentaciones e inspecciones pero no presta el servicio ¡Y funciona bien!

      • Sí, el cristianismo es Avant Garde.
        En Francia el laicismo garantiza la neutralidad. Aquí la aconfesionalidad otorga unos privilegios abusivos e inmerecidos a la Iglesia Católica, que por cierto en el antidemocrático Concordato de 1979 se comprometía en el corto plazo a la autofinanciación.
        Debe de ser que 40 años es poco tiempo.

        Por supuesto que enseñar el librepensamiento y el razonamiento en que se basa el ateísmo no es adoctrinar, sino lo que debería de enseñarse. Como bien dice la educación debe darse dentro de la familia, así que quien quiera imbuir de mierdas religiosas a sus hijos que lo haga en casa, no en la educación pública.

        El reguero de sangre del ateísmo no es nada comparado con el derramado en nombre del cristianismo o islamismo, pero como usted sigue contumaz en la mentira y manipulación, le vuelvo a repetir que en nombre del ateísmo no se ha asesinado a nadie. En esos países que menciona los genocidios fueron por razones distintas al ateísmo, aunque entiendo que quiera agarrarse a un clavo ardiendo con tal de maquillar la indiscutible influencia de la religión durante milenios de matanzas. Y en Alemania le vuelvo a repetir que 3/4 partes de las SS eran protestantes y católicos. Puede seguir diciendo que 2+2 son 5, yo le corregiré y le diré que son 4.

        No solo su fe es absurda, sino todas las de las distintas religiones. Pero es que además algunas de esas fes prescriben la mutilación genital y aberraciones que son inadmisibles en un ser humano, especialmente sangrante (nunca mejor dicho) en los niños.

        Sí, es absurdo creer en fantasías a no ser que se sea niño. Pero allá usted.

        • Bien, pues creo que aquí hemos acabado. Ya no aporta nuevos argumentos. He disfrutado de la contienda. Espero haber contribuido planteándole argumentos que quizás le hayan resultado interesantes. Los creyentes, lejos de abandonar la lucha de las ideas, estamos resurgiendo. Espero que alguna de mis ideas sigan danzando en su mente y le ayuden a discernir la verdad.

          Un último consejo. Lea a Dostoyevski. No es un autor religioso, ni escribe de ciencia, pero si tiene un poco de sensibilidad le hablará a su alma y verá el «camino estrecho».

          • Igualmente. Permita que cuestione el resurgimiento del cristianismo. En España hace 27 años el 80% de las bodas eran católicas. Hoy en día solo el 20%, pero si usted quiere seguir pugnar con la realidad, allá usted. Por no hablar de que los templos cada vez están más vacíos a la hora de acudir a misa. Esto es como los toros, si no fuera por las subvenciones públicas la religión desaparecería en España, porque los católicos sois tan hipócritas que en ese caso no contribuiríais a su sostenimiento. Y no me hables de la conservación y mantenimiento de las iglesias y catedrales que eso depende de Patrimonio, dependiente del Ministerio de Cultura.

            • Con el resurgimiento no me refería al número que está disminuyendo, tiene usted razón, sino a su calidad. Respecto al número la suerte en los próximos cincuenta años está echada. El Islam es lo que vuelve como ya anticipó Houellebecq.

  13. Carlos Saura Garre

    Javier y Dani, me he leído este larguísimo diálogo y he acabado convencido, una vez más, de que las discusiones entre creyentes, como yo, y ateos, como yo, no llevan a ninguna parte. Yo fui creyente la mitad de mi vida (acabo de cumplir 90) y ateo la otra mitad. Incluso estudié 5 años de teología porque deseaba servir a la Iglesia católica. Dado que en el Seminario no leíamos del Antiguo Testamento más que los «lugares teológicos» (frases que «demostraban» la veracidad de los dogmas), al dejar el Seminario. me dediqué a leer la Tanaj. Cuando descubrí, aterrado, que Yahvé asesinaba, y ordenaba asesinar, a tanta gente, seguí leyendo, por supuesto, hasta el final, pero lo más profundo que pude, La consecuencia evidente ya pueden adivinarla. Lo bueno del asunto: Siendo creyente ya era empático, y siendo incrédulo, también, Si les sirve a ustedes esta personalísima historia, háganme caso: queden para verse y tomar unas copas juntos; y no hablen más que de problemas humanos, como, por ejemplo, las desigualdades humanas, las económicas, claro, y esta o aquella forma de solucionarlo, o de intentarlo. Ustedes pueden coincidir en mejorar el mundo. (Bueno, esto no es posible, pero los mantendrá unidos por unas horas)

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