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Jot Down nº26 Mensajes + El marqués y la esvástica

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25.00€
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Especial Mensajes

El periodismo está en apuros. A la verdad le ha brotado un prefijo y ahora también puede ser posverdad; a las noticias les ha salido un adjetivo y ahora pueden ser fake news, noticias falsas. Ya no corren los ríos de tinta, ahora los ríos son de bits y en sus aguas la información se enfrenta a nuevos peligros: a la viralidad, a la tiranía de los algoritmos y hasta a los enjambres de bots que siembran la desinformación a escala global. Por eso hemos dedicado nuestra próxima revista trimestral, la número 26, al periodismo y la información. Un viaje a la tormenta misma que atraviesan los medios de comunicación y una reivindicación del oficio cuya extinción amenaza la supervivencia de la propia democracia. Desde la desaparición de reporteros en México y su encarcelamiento en Egipto hasta la batalla del periodismo contra sus propios demonios: la precariedad, el sensacionalismo, la tentación del clickbait.

Más de treinta artículos y reportajes del puño de Juan Tallón, Karlos Zurutuza, Yaiza Santos, Juan Bonilla, Rebeca García Nieto o Fernando Iwasaki, entre otras firmas habituales de Jot Down, con tres entrevistados de excepción: Pilar Rubio Remiro, Joan Capdevila y Julia Gómez Cora.

Disponible en preventa en la web y a partir del 1 de marzo en la red de librerías. El precio de venta es de 25 euros. Los envíos a cualquier punto del mundo están incluidos.

Todos los pedidos recibidos antes del 1 de marzo llevarán de regalo la última Smart (número 39) u otro número, a elegir, en su lugar.

Este pack incluye El marqués y la esvástica

El 10 de junio de 1942 empezó un enigma que planearía sobre el Madrid literario de la posguerra hasta nuestros días: esa tarde, en el París ocupado, la Gestapo detuvo a César González-Ruano (1903-1965), periodista español y aspirante a marqués. ¿Por qué lo encerró en la cárcel militar de Cherche-Midi durante setenta y ocho días? ¿Por qué interrogó, con simulación de fusilamiento, a un hombre que desde 1933 había cantado las excelencias de la esvástica? «No fue por robar relojes, claro está», escribió Ruano en sus memorias, donde merodea como un zorro por la verdad sin hincarle nunca el diente. «La verdad, la verdad pura, apenas sirve para nada», anotaría en su diario íntimo. ¿De qué lo acusaron los nazis? ¿Por qué nunca lo confesó? ¿Tal vez porque la verdad «apenas sirve para nada»?

Ruano había llegado a París dos años antes, alcoholizado, y por primera vez en su vida dejó de escribir y trabajar. ¿De dónde sacaba el dinero para tanto viaje y tanto champán? Cruzó como un pícaro del Siglo de Oro la Europa más oscura del siglo XX, y lo más inquietante no es lo que hizo, sino la cantidad de gente que hizo lo mismo que él. Españoles turbios en el París ocupado, de derechas e izquierdas, ciudadanos de un régimen amigo de Berlín en la antesala de Auschwitz.

Son muchos los periodistas, poetas y editores que han apuntado la gran sospecha: en París, Ruano se habría lucrado engañando y robando a judíos desesperados. Se rumoreaba en El Chiringuito de Sitges, donde se escondió huyendo de la Resistencia francesa. Se lo comentaban unos a otros entre las tazas del Café Gijón. Hubo quien lo relacionó con otra sospecha todavía más negra: la matanza y expolio de judíos que huían por Andorra. Pero no había una sola prueba. Y Ruano, con sus medios silencios, gozaba en secreto de su intrigante leyenda. «París en plena ocupación era más divertido que dramático», recordaba. ¿Qué hizo él en ese París tan «divertido»?

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