Jot Down nº 32 «Decadencia» + En vía muerta
Revista en PREVENTA. Los envíos se realizarán el 7 de septiembre
Especial «Decadencia»
«Yo soy el Imperio al final de la decadencia», escribió Verlaine en 1884. Hablaba de sí mismo, pero también de los muchos otros décadents. Sus críticos pensaron que llamándolos así los estaban humillando, pero ellos tomaron el mote y lo lucieron como una condecoración. Brillaron y no brillaron de cualquier manera; lo hicieron con fuerza y brevemente, casi como una explosión. No fue la primera vez que pasó y tampoco fue la última. Le ocurrió a los antiguos romanos, le ocurrió a los hippies, le ocurrió a Kant, a Nico y a Berlanga, a Los Simpson y a Star Wars. Lo que acaba, acaba así: a veces con los chisporroteos de una fogata que languidece, a veces con el estallido de una auténtica supernova. El Imperio al final de la decadencia, el punto final que resuena más que la propia oración. Y a eso hemos dedicado el próximo número de Jot Down.
Jot Down 32, especial Decadencia, viene con treinta artículos y reportajes del puño de Enric González, Juan Tallón, Natalia Junquera, Íñigo Domínguez, Rebeca García Nieto, Nacho Carretero, Manel Loureiro y Bárbara Ayuso, entre otras firmas habituales de Jot Down, y en compañía de tres entrevistados de excepción: Asier Etxeandia, Albert Gil e Iñaki Uriarte.
Todos los pedidos realizados antes del 31 de agosto recibirán la revista Jot Down Kids #16 de regalo.
Este número se puede pedir en tapa dura. Si eres suscriptor pronto recibirás un código de descuento para poder adquirirla en este formato.
Este pack incluye el libro de Alfonso Vila Francés «En vía muerta»
Las estaciones abandonadas son el territorio del olvido. El territorio del olvido es el territorio de la naturaleza. Llevo 5 años fotografiando estaciones abandonadas. Algunas solo he podido fotografiarlas desde el tren. Otras he cogido el coche y me he ido a buscarlas. Y me he encontrado con caminos tan malos y tan complicados que me he perdido varias veces o he tenido que dejar el coche y seguir a pie. Me pregunto quién ha construido esas estaciones en medio del monte. Y para qué. Cada estación tiene su historia y es la historia de los que vivieron y trabajaron allí, pero también la historia de los miles de viajeros que cogieron un tren allí, o simplemente fueron a despedir o a esperar a alguien. La historia de los que se iban, la historia de los que volvían. La historia de los que simplemente veían pasar los trenes. Cuando se cierra una estación, se cierran todas estas historias. Y sus protagonistas desaparecen lentamente, en silencio.
Sin embargo, algo queda en estos lugares. Pequeños restos que encienden tu mente. ¿Cómo vivieron estas personas? ¿Qué hacían allí? A las huellas de los viajeros se les unen las huellas de los que vinieron después. Los grafitis, las señales de los que siempre conocieron este lugar como un lugar muerto, y no como el lugar alegre y lleno de vida que llegó a ser. Porque uno puede buscar en los archivos y ver viejas imágenes y comprender que los edificios cargados con tanta historia dan un poco de miedo y que curiosamente ese miedo es la puerta a la memoria, la puerta a la imaginación. Por eso he hecho este libro, para que el lector al ver las fotos, ponga las palabras que se perdieron.