Kairós
…el tiempo sucede, el tiempo siempre sucede. Lo vemos pasar mientras esperamos ese algo que el alma anhela desde su creación en la noche de los tiempos, ese algo que llevamos incrustado dentro, en lo más profundo. El tiempo pasa, el tiempo siempre pasa. Absortos asistimos a su historia mientras recordamos los momentos que hicieron confluir las estrellas.
Porque es eso el tiempo: espera y recuerdo. Lo que hay justo entre ellos es el instante, ese instante fugaz, y para siempre irrepetible, en el que querríamos instalarnos a vivir para toda la eternidad, o donde no querríamos haber estado nunca.
Los dioses, los mitos y las ninfas de una Grecia antigua han tomado tierra en estas páginas, Alicia los invoca para nosotros y hace que se acerquen para que podamos verlos de cerca. Están en el mar y en el aire y sufren el tiempo. Son como nosotros, insertados todos en el juego de Kronos, tienen el rostro de una madre y de un padre, tienen manos de abuelas que cosen, y respiran junto a nosotros al otro lado de la cama por las noches.