Poeta Labret
Han transcurrido mil días desde aquella feliz mañana en la que compartí con Labret unas cervezas frente al mar en Los Alcázares y vimos pasar ante nosotros al inmortal bardoSoren Peñalver
Ya por entonces, Labret pasaba las noches escribiendo en la soledad de su cuarto, como un Hölderlin moderno, invocando el pasado o deslizándose como una sigilosa serpiente por el cementerio que habitamos a estas alturas del siglo bastardo que nos ha tocado vivir. Cada semana, Labret y yo nos reunimos en el mismo lugar y contemplamos las misteriosas aguas que regresan una y otra vez, a menudo compartiendo el delicioso silencio. Me he asomado al borde de cada palabra escrita por Labret como quien se asoma a un bismo. Nos precede la locura. Por eso estas palabras rebosan verdad y autenticidad y dibujan antiguos símbolos que uno nunca termina de comprender.
Los flamantes versos de Labret iluminan estas páginas, ¡disfrutemos de este espléndido momento de felicidad!