Tienda

Pulpería de un brasilero

PARA002
10.00€
Disponible
1
Información del producto

Hace semanas que Pulperíadeunbarilero.pdf me mira desde el escritorio. Nada más, un icono superpuesto a una gota de agua en alta resolución entre las carpetas Editorial y Uned. Me mira. Observa el clickeo frenético de los días previos a una publicación; lo leo otra vez. Me digo: Pulpería son las manos de ese yonki que manipula con una mezcla de temblor y cuidado un reloj robado en un mostrador del Cash Converters. Como si el mismo orfebre le hubiese encargado la sutil tarea de que tal obra de precisión entrase en la rueda del mercado, que para él supone una desviación indigna de su trabajo, no pueden sus manos sino prestar la máxima atención a los designios de la gravedad sobre los objetos, para venir a recibir de forma estoica un precio que apenas le va a cubrir los gastos del día. En su interior de bits y líneas de texto y unas tuercas nostálgicas que ofrecen sus servicios de Configuración, encuentro, sí a Parra, sí a Rimbaud. Encuentro a Vila Matas, al guitarrista muerto de Radio Futura. Encuentro más tarde a Bolaño. Encuentro un verso que me produce un escalofrío,

Me invade cierto estupor; la cagaste, macho.

Hoy en día se publica poca poesía -y esto lo digo con conocimiento de causa-. Se publican libros, panfletos, fragmentos, textos que apenas rozan la categoría de canción pop que, puestos a decir, cualquier poeta/amigo/Benjamín Prado está dispuesto a prologar por uno de doscientos que no hará que, como todos, caigamos hacia el olvido. Pero no poesía, eso es más raro.

No diré que he tenido el placer de coincidir con aquella indómita Verdad; quizá diría que he encontrado al Franz Fanon madrileño -salvando las distancias-, un autor que desde una rara ubicuidad urbana nos mira, nos escudriña, me inquiere. Como el hombre de la acera de enfrente, el del otro lado, así creo que se posiciona Jose Ilarraz frente a la literatura. En él puedo ver el grito silencioso de un Mario Santiago encapuchado, preguntando qué onda, qué tal va la represión, carnal, en esos algunos versos terribles del único poema que pudo escribir a la chica de los zapatos grises & amante de los Beatles. Pero,

Madrid es una ciudad […] (según las últimas estadísticas)

Y puede que siga siendo así. En cualquier caso Pulpería tiene un don. Un don que alcanza su máximo esplendor hacia la mitad del libro, que parece escrito en el transcurso de una sola noche. Este es el de haber conseguido crear un lenguaje interno, consecuente; un run run que nos dice yo te ofrezco esto, apréndelo y habla conmigo. Ahora,

esta noche es azul, pero de otro tipo

es una indefensión vital. No hay perdón posible, solo hay un camino: pero es otro. La palabra se convierte en la propia intangibilidad de sí misma. Parece ser inaprensible como la muerte, una calle mojada o la juventud que tantos buscan. Ahí sí está Bolaño.

Lean a Ilarraz sabiendo que vive en un piso tercero y puede hacerlo -eso- cuando quiera. Léanlo, si quieren claro, con la clara convicción de que su poesía es apenas abarcable en una primera lectura, no satisface, es compleja, es difícil. Atrévanse.

Guardar este producto para más tarde