Deportes

Los guiris de La Rosaleda

La Rosaleda
La Rosaleda. Fotografía: Christian Machowski.

Este artículo está disponible en la revista Jot Down Places.

El sentimiento y fervor mostrado por los aficionados británicos, finlandeses o daneses destaca ante el bipartidismo preponderante en una ciudad marcada por la clara querencia hacia el Real Madrid y, en menor medida, el Fútbol Club Barcelona. Multitud de civilizaciones han pasado por las costas de Málaga. Ciudad abierta al Mediterráneo y con un claro carácter de madrastra para los suyos. Poco amor propio y grandes elogios de foráneos. Desde épocas inmemoriales. 

Málaga es ahora una urbe que crece. Para algunos, envuelta por la polémica de la gentrificación, los apartamentos turísticos, los rascacielos inalcanzables para la mayor parte de su clase social trabajadora y el all-in por el sector turístico, y, para otros, en plena transformación y expansión. La Málaga moderna. Las dos caras de la moneda. 

Málaga ha sido la ciudad del año para El Mundo. La modernidad absoluta para la revista Vogue o el lugar del mundo más buscado entre los usuarios del portal de viviendas turísticas Airbnb. Por delante de París, Tokio o Nueva York. El lugar donde todos quieren venir, vivir y emprender. Google y las grandes multinacionales como Amazon ponen el foco en la capital de la Costa del Sol. Un destino idóneo en el que desea instalarse cualquier inversor y amante del fútbol, aunque, paradójicamente, en el ámbito del deporte rey, el Málaga C. F. marcha cuesta abajo y sin frenos. 

En el deporte, Málaga presenta un estigma casi desde que el balón empezara a rodar, ya desde los Baños del Carmen, en décadas posteriores, con el Club Deportivo Málaga, y hasta ahora, con la actual nomenclatura. El concepto de ser malaguista siendo malagueño. Solo eso. Sin infidelidades o amantes. Casi supone encontrar una aguja en un pajar. La piedra filosofal. Un ser extraño, raro. Un ciudadano que porta, sin quererlo, la etiqueta de vivir en territorio comanche, porque el Málaga es el segundo equipo de la ciudad.

El sueño de las mil y una noches que diseñó con cimientos de arena Al-Thani sigue generando un daño presente en el club. Un Málaga intervenido judicialmente desde hace más de tres años bordea el precipicio del fútbol profesional y una masa social que desciende. El Málaga no es solo una pasión de malagueños. En un reducto de quince mil gargantas fieles y con «limpieza de sangre» o puro malaguismo destaca un pequeño núcleo de seguidores cuyo pasaporte pone Helsinki, Copenhague, Bruselas, Bremen o cualquier localidad a más de mil kilómetros de la céntrica calle Larios.  

No hay una explicación científica que calibre el amor que sienten estos guiris por los colores del conjunto blanquiazul. Flechazo, pasión, sentimiento, compromiso, coraje o quizá fe. Porque el Málaga nunca fue un caballo ganador. Al contrario, históricamente existen episodios que rozan la tragedia griega o el surrealismo en su máximo esplendor. Jugadores que nunca llegaron a debutar ni se vistieron de corto. El japonés Okazaki, el vivo ejemplo de una estampa absurda y grotesca. Otro ejemplo, el de un presidente asesinado a tiros justo antes de intentar vender a Viberti, la gran leyenda malaguista, al Real Madrid. Desaparición, refundación del primer equipo y centenares de sinsabores.

Inolvidables fases de ascenso o promoción que derramaron litros de lágrimas, fichajes que rozaron el calificativo de pufo, etc. Miles de motivos para que buena parte de una generación optase por mirar hacia otro lado. Hacia la Castellana. Fruto también de la particular herencia de padres a hijos y del legado del Madrid de Di Stéfano y las cinco Copas de Europa. El drama duele, la victoria alegra. Así fue. El foco y el punto de mira era seguir a la Quinta del Buitre (1980-1990), al Real Madrid de los Galácticos (2000) o al Barcelona de Messi y Guardiola (2007 en adelante). 

Parafraseando al papa Francisco: «No existe identidad plena sin pertenencia a un pueblo». Para muchos, su identidad, su pueblo, su patria es Málaga y, por extensión, el conjunto de Martiricos. Es el caso de Christian Machowski. No hace falta ser un lince para comprobar que su origen no es Villanueva del Rosario, Teba o Ardales. Hoy en día representa a la perfección el concepto de guiri. Ama a Málaga, vive en Málaga, profundiza en sus costumbres y «se deja» dinero por el equipo blanquiazul. Más que otros. No es una rara avis. Es algo que entiende y defiende a capa y espada. Charlamos con él para tratar de explicar cómo nace ese fervor y ese cariño por un equipo sustentado en el sufrimiento. Sin ser de aquí y pudiendo elegir otras alternativas. «Mi pasión por el Málaga nació en mi primera visita a La Rosaleda para ver el partido contra el Sevilla en la última jornada de la temporada 2002/2003. Aquella noche, todo fue especial. El ambiente, el partido, el drama. Estaba enganchado. Dos años después compré mi primer abono como un gesto simbólico, porque sabía que algún día viviría aquí», confiesa en plena charla.  

Málaga lo cautivó. Lo marcó en su agenda. En su corazón. Finalmente, lo que fue una visita se convirtió en un modo de vida. «Tardé más de diez años en conseguirlo. Con los años, vine a Málaga con regularidad. Me enamoré de la ciudad, pero no fui lo suficientemente valiente como para mudarme aquí de inmediato, sino que viví en la costa, en Benahavís, durante unos años. Ahora no podría ser más feliz viviendo en la capital y acudiendo a La Rosaleda», explica a Jot Down Places

A muchos les surge una pregunta: ¿cómo se puede mejorar ese déficit de amor a lo propio? ¿Cómo aumentar ese concepto de cultura malagueña y malaguista que tienen en otras partes del mundo? ¿Cómo ser del Málaga si el equipo está en ruinas? El empresario, afincado en Málaga desde hace años, tiene una posible hoja de ruta: «Si la gente estuviera tan orgullosa de su club de fútbol como lo está de ser de esta magnífica ciudad, entonces La Rosaleda agotaría las entradas cada semana. Pero, sobre todo, necesitamos algún tipo de éxito sobre el terreno de juego. La buena voluntad no es suficiente». 

A modo de legión blanquiazul foránea nacen la Guiri Army, la peña danesa, la peña finlandesa, la peña noruega Oso Polar o la propia peña internacional del Málaga C. F. No son Juan, Pepe, Paco o Antonio. Son Robin, Lauri o David, extranjeros residentes en la Costa del Sol. No es un impedimento que vivan en Benalmádena, Fuengirola, Mijas o en cualquier pueblo costero. Fieles, leales y en defensa del honor del color blanquiazul. Desde su esquina del campo animan con su inmortal «Oh, Málaga is wonderful» o con el «Everywhere you go…». Más letras y cánticos en inglés. Lo importante es animar al equipo. Domingo tras domingo. Comunión semanal en La Rosaleda. 

Robin Howe, integrante de la peña Guiri Army, es otro ejemplo claro de que el malaguista se puede construir a base de amor por una patria. Se mudó en 2001 a la Costa del Sol. No tiene otra bandera más allá de los colores blanquiazules que portan el escudo del club de sus amores. Se crispa con la gente que no defiende al club de su ciudad: «Llevo a Málaga en el corazón y siempre será así. No entiendo a las personas que viven aquí y no son malaguistas. No comprendo cómo hay gente que no viene a los partidos, es una locura». 

«Vamos a La Rosaleda, que es campo internacional…» reza el himno del club. Nacionalidades no faltan en La Rosaleda. El extranjero es más malagueño y malaguista que un habitante censado en cualquier barriada de la capital. Curiosa paradoja vivida y observada desde hace muchas temporadas. ¿Todo vale? Para gustos, los colores; para pasión, cualquier equipo, pero qué bien suena y qué bien se entona la coplilla popular: «Oh, Málaga is wonderful! It’s for the beer, the girls and the guiris».

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4 Comentarios

  1. The Goose

    Aunque no tenga mucho que ver con el artículo, ¿no se va a realizar más artículos tras los torneos de Grand Slam de tenis?

  2. JOSE LUIS

    En Fuengirola hay una colonia finlandesa abundante e incluso tuene peña malaguista

  3. Recomiendo el libro La revolución pasiva de Franco. En él se cuanta como se planificó la emigración ordenada del campo a la ciudad, pero a la ciudad entendida como las dos o tres principales. Explica por qué las regiones interiores y Andalucía nos hemos quedado mirando al cielo, esperando que viniera lo que caía en otras partes y que no llegaría nunca.

  4. Málaga ciudad abierta.
    Esa es la clave en mi opinión.
    Aquí, la identidad no es un artefacto intelectual de exclusión, con destellos de pureza de raza.
    Aquí, la identidad fluye en las relaciones, en lo cotidiano sin necesidad de renunciar a otras por lejos que residan (Finlandia, Dinamarca, Noruega….), incluso son bien venidas ambas. Es la cultura de la convivencia pacífica. Y, la vida
    El rollo del futbol es un dato mas

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