Sociedad

La señal de si eres o no un motero no es solo la de esos dos dedos en V

pelicula Barry Sheene bn
Sheene. © IO Films Australia and Deep Spring Pictures UK

La moto no es la ingeniería que llevas entre las piernas, sino la construcción de su imagen cultural a lo largo de décadas. Nunca le digas esto a un motero o motera, incluso si el artículo te acaba convenciendo de ello. El culto a su máquina es más que la elección de una marca, un modelo, una cilindrada, es una reivindicación de un estilo de vida que deja un margen a la libertad, a la anarquía, y a las elecciones personales. Poder decir yo tengo una moto es abstraerse de que tienes el carné, cumples el código de circulación, el de conducta, conseguiste el mejor precio para el seguro moto, y te has comprado la cazadora, los pantalones, el casco y las botas para no herirte. Abstraerse y no sustraerse, porque, aunque seas motero, estás sujeto también a las normas sociales y a las leyes, incluso cuando aceleras un poco de más. Pero cuando tu cabeza, influenciada por una cultura que se remonta un siglo atrás, te dice que estás haciendo todo lo contrario. Susurrándote fuerte al oído mientras aceleras: tú sí que eres libre.

De la cultura motera, los no especialistas se quedan con su influencia más visible, su icono más adoptado, la chupa de cuero negra con cremallera. La vistieron hasta la saciedad todos los músicos rockeros, y la mayoría de sus aficionados, hasta hacerla algo propio de la música. Cuando en realidad copiaban a Marlon Brando en The Wild One, Salvaje. Una peli regulera sobre bandas de moteros, chico malo enamorado de chica buena, pero también sobre policías, ley y orden público tradicional enfrentado a jóvenes que vivían con la rebeldía de la Generación Beat. La prenda era muy anterior a los cincuenta, diseño de 1925 para Harley-Davidson, chaqueta revolucionaria por incluir cremallera, a fin de que no se desabrochara cuando el motero tuviera un accidente y el cuero cumpliese su función de proteger el cuerpo.

El año de creación de la chupa tiene mucho que ver con el primer grupo de jóvenes que disfrutó las dos ruedas. Motos y juventud han estado unidas desde la Generación Perdida. Aquellos que alcanzaron la mayoría de edad en la Primera Guerra Mundial fueron los primeros amantes de las motocicletas. Al menos los supervivientes que no quedaron mutilados mental o físicamente. Ellos, los más afortunados, no pudieron sin embargo librarse del desencanto con la sociedad de su tiempo, ese que retrata el personaje de Nick Carraway en El gran Gatsby de Fitzgerald. El aparente brillo de los millonarios que han seguido el camino marcado hacia el éxito esconde corrupción y vileza. Una idea tan incompatible con el idealismo de juventud, como compatibles eran esas nuevas máquinas con una forma de vivir menos convencional. Moto y rebeldía, en fin, nacieron unidas.

La asociación entre cultura motera e ideas antisistema estuvo presente desde el origen. Incluso se fomentó sin pretenderlo, como hizo la marca británica Ner-A-Car, al intentar posicionar sus motos como un producto para mujeres en los años veinte. Fotos sexistas incluidas de chicas montando en bañador. La marca británica solo estaba copiando una estrategia llevada a cabo una década antes por Harley-Davidson e Indian. Pero como se mantuvo hasta los años treinta, hubo tiempo suficiente para que la sociedad viera a las mujeres en moto como tan peligrosas, rebeldes, antisistema y rechazables como a las feministas. Para 1930, unos resultados de ventas raquíticos y tozudos obligaron a abandonar estas campañas. Las mujeres no querían motocicletas, pero la idea del motero rebelde ya estaba instalada en el imaginario colectivo. Con un rasgo netamente masculino, eso sí.

Y con esa concepción cultural llegó el auge de las motos, posterior a la Segunda Guerra Mundial. El primer gran conflicto mecanizado donde tanques, camiones y, en menor medida coches y motos, tuvieron un papel fundamental. Los soldados estadounidenses, habituados a las Indian y Harleys de su país, pesadas y lentas, disfrutaron de las adaptaciones y modelos europeos, más ligeros y maniobrables. Evidentemente, más pensados para combatir y huir que para rodar. Así que cuando esa generación de soldados regresó a su país intentó hacer algo parecido picando las motos como carne. Literalmente. Las chopper adquirieron su nombre por el verbo to chop, picar. Una moto picada era una máquina que conservaba su motor, pero con modificaciones en la estructura y manillar para hacerla más ligera, manejable, y más rápida. Tratando de quitarle cualquier cosa que le aportara peso, y modificar la posición del motero para que tuviera mayor control. Son los años de la cultura Easy Rider. Esta sí, una grandísima película de 1969 con un mensaje potente, el joven rebelde fuera del sistema es un peligro, y si además se mueve en moto hay que matarlo. Pero esa es la conclusión social del orden y la ley, enfrentada a la Generación Beat, los hippies y de quienes les siguieron después, para quienes la moto representaba la libertad de la contracultura. Una idea que siguió imponiéndose a lo largo de las décadas, unida a una convicción: solo lo que puedes hacer con tus manos es lo único que verdaderamente te define y te pertenece. Como tu moto.

La idea de hacer las cosas por ti mismo, o modificarlas, en lugar de limitarte a lo que compras fabricado, fue perdiéndose en las generaciones posteriores a los años setenta. No entre los moteros más recalcitrantes. Sin llegar al extremo de fabricarse su chopper, muchos asociaron la idea de tener una moto con saber mantenerla y arreglarla. El tipo en camiseta de tirantes, pringado de grasa, y con una llave en la mano, junto a su máquina, es un icono construido culturalmente.

Y en ese momento setentero en que aún prevalecía el háztelo tú mismo, apareció uno de los libros más influyentes del momento. Un tratado filosófico, titulado, no por casualidad, Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta: una investigación sobre los valores. Usando diálogos platónicos y la excusa del viaje en moto del protagonista, acompañado de su hijo, como argumento. Desde luego no se aprende a mantener ni a reparar motos leyéndolo, pero en sus reflexiones sobre la pérdida de valores occidentales se incluye la importancia de ser capaz de hacer las cosas con tus manos, reparar, modificar. La cultura de consumo de usar y tirar de fin de siglo acabó con ello.

La moto se convirtió en un vehículo de libertad pret-a-porter. Sus poseedores la compraban hecha, eligiendo solo marca y modelo. Música, cine y marketing habían creado segmentos de mercado moteros. Para rockeros cualquier cosa basada o imitando una Harley-Davidson, ruidosa, aceitosa y maloliente. Para mods, la scooter, con el prototipo de la Vespa italiana como referencia. Más tarde, para amantes de las carreras de motociclismo, las japonesas, con el manga y especialmente Akira recreando su velocidad y potencia. Aunque si un modelo resume bien este cambio de valores de la cultura motera es el Vespino. Un icono de la sociedad española de los setenta y ochenta, la moto más alejada de la contestación y la rebeldía que pueda imaginarse. Desde luego con la capacidad de hacerte ligar más, y ser más guay, es decir, estar mejor integrado en el sistema. Pero incompatible con la idea de motero rebelde forjada durante casi un siglo.

La cultura motera no ha muerto, solo se ha transformado. Y qué ha quedado para los moteros de hoy de aquella filosofía original. ¿Rebeldía, contestación, libertad, o simple afición a las máquinas de dos ruedas, sin más complicaciones? No hay una única respuesta, pero sí la idea común de ser hermanos y camaradas sobre dos ruedas. Un motero siempre comparte algo con otro motero desconocido, y muchos lo hacen ver en la carretera, mientras ruedan. Con un gesto de saludo característico.

Extienden el brazo izquierdo, forman con el dedo índice y el medio una V y señalan apuntado a un lado o al suelo. Solo para entendidos.

El origen de este gesto también cuenta con su propia leyenda, qué cosa no lo tiene en la cultura de las motos. Fue usado por primera vez por el dueño de Harley-Davidson al rebasar en una carrera al de Indian. Era el gesto de los mensajeros en moto británicos durante la Segunda Guerra Mundial. La posibilidad más creíble es que fuera fruto de una moda que impuso el súper campeón británico de 500 Barry Sheene en los años setenta. Imitaba el gesto de Winston Churchill, la famosa V de victoria, y lo hacía elevando el brazo al cielo. Como ese alzar el brazo puede desequilibrarte en la moto a menos que seas un campeón como él, en la carretera los moteros lo modificaron extendiendo el brazo hacia un lado, porque entraña mucho menos peligro. Saludos, motorista victorioso que no te has plegado a lo convencional, ir en coche familiar, que sigues siendo joven y rebelde. Es lo que significa, más o menos.  

Esa V es el signo que evidencia que la cultura motera no solo está en nuestras cabezas, colectivamente, sino en la de los poseedores de esas máquinas de dos ruedas con aura de leyenda y aroma de libertad. Quizá lo poco que queda de una cultura juvenil que no quería seguir los pasos de sus mayores, ahora que las Harley-Davidson se fabrican con versión eléctrica, o amortiguando el ruido en los modelos de gasolina, y que la chupa original de Brando, marca Schott, es una prenda de lujo a precio de millonario.

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23 Comentarios

  1. A mi me gusta mas la historia de que… el saludo en V se usaba durante la guerra de los cien años, que en realidad duró 116, entre los franceses y británicos, allá por el siglo XV. Se dice que los franceses cortaban los dedos índice y corazón de sus prisioneros británicos, antes de soltarlos, para vengar las derrotas causadas por los arqueros del rey Henry V. Para dejar claro que no eras británico, enseñabas la mano para indicar que te quedaban los dedos…

  2. Juventino

    Excelente artículo con un trasfondo y un estudio historiográfico exquisito. Lo he disfrutado leyendo de cabo a cabo.
    La verdad es que la cultura del motociclismo es LA CULTURA con todas las letras y carácteres que esta palabra representa.
    Mis dieces por el artículo y por su escritor.

  3. Lo del origen del saludo no es más que una necesidad de encontrar sentido a un gesto. No existe tal origen ni hay ninguna leyenda sobre ello. La verdad es que los motoristas se han saludado siempre, igual que lo hacían los primeros aviadores al cruzarse. Los motoristas nos saludábamos haciendo ráfagas, y de noche para no deslumbrar lo hacíamos con la mano, mostrando el pulgar. ¿De donde creéis que sale el logo de Bultaco?. Con el tiempo la guardia civil prohibió las ráfagas, porque también los enlatados las usaban pero para advertir de presencia policial. Ahí que solo la posibilidad de saludar con la mano, y el saludo en v es más rápido y seguro de hacer que el pulgar hacia arriba. Eso es todo. No le busquéis tres pues al gato. No hay más.

    • Totalmente de acuerdo David.
      Eso es realmente lo que sucedió y por eso pasamos de la ráfaga a la V.

    • Modesto Fernández

      Creo que tienes razón…pero de todos modos..me siento motero..en cuanto me subo a «la borrica»…hago kilómetros..y saludo a cuantos «hermanos»me encuentro solo pensando en que saludo a un colega..y no pienso para nada en el origen del saludo.

  4. ¿Es usted un conductor vestido con colores chillones, agarrado al manillar de un vehículo de dos ruedas, coloreado asimismo de forma estrambótica y conduciendo de forma más o menos suicida por nuestras reviradas carreteras de montaña, solo, o más probablemente, en compañía de otros? Si es así, puede calificarse de «motero». A todos los demás, llámenos motoristas. O motociclistas. Otra cosa… las cazadoras «Perfecto» de Schott, sin referirme a las que se adornan de tachuelas, solapas imposibles, cremalleras gilipollas y bolsillos inútiles (que me sospecho que son a las que usted se refiere), están diseñadas exclusivamente para conducir motocicletas y desde luego «no es una prenda de lujo a un precio millonario». Vale lo que cuesta y duran toda una vida porque son indestructibles.

    Por lo demás, mi agradecimiento por acordarse de nosotros y nuestros mecánicos apéndices.

    • Martín Sacristán

      Discrepo en cuanto a la Perfecto, pero no porque las prendas Schott no sean para moteros y motoristas, y como prenda técnica valgan lo que cuestan, sino porque el mercado de la moda de lujo las ha posicionado como prenda de mera moda para un segmento que puede gastarse más de mil euros en una chaqueta más de entre las muchas de su vestidor.

      • gracias por su atención… la Perfecto a la que yo me refiero nunca estará de moda porque incluso, estéticamente no «cae» bien si no la vistes encima de una moto, con el cuerpo echado adelante y los brazos extendidos al manillar. Los fuelles que conectan las mangas con la chaqueta, que es la evolución decisiva en una prenda para conducir motos, quedan fatal si te paseas por un tontódromo.

    • Creo q es un gran artículo. Llevo moto desde los 9 años. Era tradición familiar (ahora tengo 60). Llevo grasa en las manos desde entonces. Mi abuelo corría con una Indian, mi padre era motorista. No había escapatoria. He llevado todo tipo de motos, aunque jamás me he comprado una nueva. Desde luego soy de bicilindricas. He tenido ducatis antiguas, Benelli, Motoguzzi, Honda… son incontables. Pero nunca he llevado una moto al taller. Actualmente llevo una bonita bmw de los 70 q salve de la chatarra y restauré. Sí, es de esas que la gente se queda mirando. Con ese inconfundible sonido caracerístico. Viajo con ella y la uso a diario. Solo puedo decir una cosa. Si veo a otro motorista en apuros lo ayudo sí o sí, pero nada me une a esas bandas de bmw 1200 trail, ataviados con sus ropas caras, sus absurdas y patéticas cajas metálicas (acaso son recolectores de conchas o venden melones por las plazas), y con sus banderitas estanqueras.
      El motero es antes un rebelde, un transgresor, que un pijo con inclinaciones totalitarias. Por mucha pasta que inviertan en sus tristes monturas.

  5. Jose Javier

    Hoy, lloro aún la muerte desde ayer de un compañero caido, un amigo, un motero o, como a mí me gusta más describirle, un moto viajero. Gran artículo periodístico, exquisitamente narrado que cuenta la diversidad de «esa» cultura motera que nos invade. No nos conocemos, pero cuando nos cruzamos por el camino, nos saludamos como amigos, porque en el fondo sabemos que ambos nos enfrentamos a los mismos peligros, ambos amamos nuestra aficion por las dos ruedas, ya sea custom, trail, chopper, moto clásica o deportiva, pero ese saludo en V nos une y nos identifica del resto de conductores. V’ SS al cielo por los caídos y Xavi, sigue recorriendo las carreteras del cielo allá donde ahora estés.

  6. Me da la risa cuando veo a los moteros de fin de semana, con su uniforme de rebelde de fin de semana, hell angel wannabe. Es que no lo puedo evitar.

    • Álvaro Fernando Torres Rico

      Cuidate de la risa que espatarrao es cosa seria. Eso se cura con el tiempo pero hay que darlo.

  7. Álvaro Torres

    Poco he leído con un carburador tan afinado y campanario bien amueblado. Y es que para mí que toda moto lleva/deja detrás una biblioteca (aunque tal vez no leída) aprendida o rechazada o olvidada.
    – La parte más importante de la moto es la biblioteca. No es el motor que la empuja es el que te hace subirte.
    -¿Que no?. Tu eso no lo has pensado bien.

    Cojonutta la parrafada. Si señor. Gracias.

  8. Hola voy en moto desde que tenia 14 años, he tenido diferentes tipos i modelos de moto, a dia de hoy no se quien es motero, motorista o como lo quieran llamar, a mi me gusta muchisimo la moto sea la marca que sea y el tipo que sea yo disfruto muchisimo te sientes libre pues si pero tambien me siento libre cuando hago algo que me gusta , senderismo o escalada por ejemplo, comparto comparto com Abruptus lo del estilo de vida salir el finde con cabellera postiza cazadora llena de chapas que algunos parecen tombolas, y estan de lunes a viernes en una ( oficina por ejemplo) y los respeto mucho porque yo sin chapas i cola habia salido con customs, el estilo de vida es desde que naces hasta que petas y tienes que disfrutarlo lo mejor posible. Un abrazo a todas y todos los que vais y drifrutais de la moto

  9. Cómo los nuevos turistas q se hacen llamar motociclistas que saludan sacando una pierna. No matemos la vieja escuela. El saludos es en v y señalando el suelo. Si tienes miedo de dejar el manillar ve en coche.

  10. Pues yo hago la V al cruzarme y saco el pie al adelantar mostrando respeto y pidiendo cuidado y sentido común . Las únicas ráfagas son para los compañeros caídos en la carretera.

  11. Miky de Namasté, funny lleida

    Cuanto estoy aprendiendo!! Voy en moto desde los 14 tengo 54, andar en moto me segrega tal cantidad de endorfinas que no puedo pasar más de 5 días de vacaciones con la family. He de volver cerca de mi «jaca» por qué es lo único que me descontractura las cervicales. Veo a los moteros como hermanos, adictos como yo a esa sensación de libertad, que ni las muletas, puntos de sutura y meses de hospital me hacen retroceder. No sé si siempre tendré coche, pero si sé que siempre montaré y montaré.

  12. Buen artículo, interesante y documentado. Gracias.
    En mi caso, la V invertida significa: «dos ruedas en el suelo». Es decir deseas que el que te cruzas mantenga siempre los neumáticos en la carretera y sea cuidadoso y afortunado.

  13. Igual me van a caer palos.
    Lo del saludo me parece un anacronismo romántico de cuando te cruzabas con una o dos motos al día.
    Este año he estado en Alpes por tercera vez . Y he acabado harto de tanto saludo: O te dedicas a saludar o a conducir (lo de pilotar como dicen muchos, me parece echarle demasiada épica). Me he debido ganar fama de borde por aquellas tierras, qué se le va a hacer.

    No soy de tribus, ni de grupos; no me considero motero y tengo dudas sobre lo de motorista.
    Simplemente disfruto estando encima de la moto. Jamás he ido ni pienso ir a una concentración, pero respeto profundamente a aquellos a quienes la moto les une y es una razón para juntarse a pasar el tiempo.
    Si llega el momento, y surge el encuentro, disfruto echando una charla con otro tío que vaya en moto intercambiando experiencias.

    Creo que lo de las motos y la rebeldía y transgresión es un mito cultural: que si el McQueen, Easy Rider o Alberto Garcia Alix y tal. Es un cliché, atractivo, eso si, pero representa solo una parte del mundo de la moto a mi parecer. De siempre han habido tanto seres marginales como gente normal disfrutando de las dos ruedas.
    Por poner un ejemplo, el alpinismo podía contar con macarras pendencieros y bebedores como DonWhillans y también con tipos como Mallory, una persona de clase alta y gran cultura.
    Pero el cine no le dio la pátina que poseen las motos hoy.
    Por cierto, debo ser un pijo totalitarista: llevo una GS1250 trail con mis maletas metálicas llenas de conchas recolectadas y melones para vender. Eso si, con espacio para mi tienda de campaña porque me encanta. No la cambio por ningún hotel.
    Ay, qué malos son los prejuicios…
    A disfrutar de la afición, sea cual sea. Solo o en compañía de otros.

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