Cine y TV

Invasión y victoria (o no)

Invasión. Imagen Apple TV.
Invasión. Imagen: Apple TV.

(Este artículo contiene spoilers)

Si buscamos en Wikipedia la categoría «invasión extraterrestre», nos encontraremos con más de trescientas entradas entre películas y series de televisión. Una clara indicación de que decir que es un tópico manido es quedarse corto. Por eso, que una pareja de creadores de la categoría de Simon Kinberg y David Weil decidan realizar un acercamiento al tema llama la atención por fuerza. Invasión (AppleTV, dos temporadas, 2021-23) es su propuesta y el resultado, con alguna pega menor, es extremadamente refrescante para cualquier amante del género.

Desde que Wells publicara La guerra de los mundos en 1898, la intrusión en nuestro planeta de una especie alienígena ha constituido un tema recurrente de la ciencia ficción. Los tratamientos son tantos como los autores que han emprendido la tarea de especular cómo la humanidad se las apaña para organizarse y enfrentar con mayor o menor éxito un evento de tal envergadura. Sin duda, un trasfondo óptimo para hurgar en las contradicciones propias de nuestra sociedad, su capacidad de resiliencia o el egoísmo que suele rodear las decisiones colectivas. 

Sin embargo, en su traslación al medio audiovisual, muy pocas obras han conseguido remontarse por encima de ese puñado de tópicos que Tim Burton resumió con enorme acierto en Mars Attacks! (1996): desde la decidida obsesión de los seres de otro mundo por destruir Washington hasta la épica victoria in extremis por medios, en general, bastantes inverosímiles. En la última década, títulos como Fallen Skies (2011-15) o Colony (2016-18) han intentado una aproximación algo más sofisticada, sin lograrlo por completo.

Simon Kinberg tiene mucha experiencia en la labor de contar historias en el mundo audiovisual. Ha sido guionista, productor, director y ahora, showrunner, esa figura cuasimitológica que encabeza toda serie televisiva que se precie. Es conocido esencialmente por la segunda trilogía de los X-Men (Primera generación, Días del futuro pasado y Apocalipsis) y sus epígonos (Logan, Deadpool, Dark Phoenix), pero lleva en el negocio más de dos décadas. Un tipo así no se mete en la tarea de hacer una serie con una premisa tan manoseada sin un plan, sin la intención de mostrar una perspectiva diferente.

Cuando se le pregunta sobre ello, Kinberg nos da las claves esenciales de su objetivo con Invasión, que nació inicialmente como una adaptación de la obra de Wells para HBO: «Una de las cosas que menos me gustaba en La guerra de los mundos (…) era que se centraba en un protagonista singular, pero especialmente que en la idea de una invasión global, la parte global no aparecía por ningún lado».

Finalmente, fue Apple quien compra la idea de una serie coral y planetaria —«No les asustaba tener un montón de subtítulos», comenta Kinberg—. Tras reclutar a David Weil, más joven pero que ya acumula un decidido prestigio —es responsable de Hunters, Citadel o esa pequeña joya oculta que es Solos—, la pareja nos ha entregado ya una veintena de capítulos, divididos en dos temporadas. ¿Habrán conseguido su propósito?

Cuando el ataque alienígena no te viene bien

Resumir la trama de Invasión es complicado por la cantidad de personajes implicados, que constituye su principal seña de identidad. Comienza con un inquietante prefacio, que nos presenta el que será escenario del final de la segunda temporada, pero cuyo principal gancho es la fugaz presencia de Sam Neill, a quien no hemos vuelto a ver —desconocemos si por culpa de los alienígenas o de los contables—. Después, la serie saltará entre cuatro historias paralelas, que salvo el cruce de dos de ellas al final de la primera temporada, no confluirán hasta el último capítulo de la segunda.

Así, seguiremos las tribulaciones de la acomodada familia Malik, de origen iraní, en los alrededores de Nueva York; de Mitsuki Yamato (Shioli Kutsuna), que trabaja en la agencia espacial japonesa e investiga la destrucción del cohete que tripulaba su pareja; de un grupo de adolescentes londinenses, perdidos después de que un satélite derribado impactara en el autobús en el que viajaban; y, finalmente, del soldado norteamericano Trevante Cole (Shamier Anderson), cuya unidad es masacrada en Afganistán por una entidad invisible y que pugna por regresar a casa en medio de un paisaje hostil.

Inicialmente, la motivación de los protagonistas está muy lejos de la lucha contra los invasores. Los Malik, por ejemplo, se enfrentan sobre todo a la destrucción de su pareja, ya que Ahmed (Firas Nassar) pretende abandonar a su esposa Aneesha (Golshifteh Farahani) por su amante, que está embarazada. Esto constituye un ejemplo de uno de los grandes temas de la temporada: a veces, el final del mundo tal y como lo conocemos no encaja bien con tus planes…

Si con la familia Malik la serie funciona según los baremos de una historia postapocalíptica, en Reino Unido las dinámicas nos recuerdan a las de El señor de las moscas, bisabuelo de todo cuento en el que un grupo adolescente debe autogestionarse. El abusón Monty (Paddy Holland), su víctima, Caspar (Billy Barrat), quien sufre epilepsia, y su protectora, Jamila (India Brown) forman el eje de esta historia, que posteriormente será clave en la resolución, ya que Caspar es capaz de conectar con la mente colmena que parece estar detrás de los atacantes.

En Japón, el argumento es casi detectivesco y más cercano a las convenciones de una invasión canónica. Mitsuki, quien se niega a creer en la muerte de su amante, descubrirá que detrás de la destrucción del cohete hay fuerzas externas a este planeta. En su búsqueda, se enfrentará al sistema, armada solo con su convencimiento y sus conocimientos científicos —el sonido como concepto juega un papel relevante en toda su trama, maravillosamente explicitado en la música de David Bowie—. Todo ello en perfecto japonés y con una lograda ambientación muy cercana a una serie nipona original.

Y por fin, junto a Trevante Cole viviremos un road trip infernal que nos lleva a cruzar un desierto letal, rodeado de enemigos cuyo idioma no conoce —el episodio en el que comparte viaje con el pastor afgano y consigue una mínima comunicación a través de la música es especialmente conmovedor— y que recuerda a sucesos recientes. Su objetivo tampoco tiene está relacionado con la detención de la invasión: él quiere regresar con su esposa para restaurar una relación muy dañada tras la pérdida de un hijo.

En su momento, una de las críticas más furibundas a Invasión era que no aparecían los extraterrestres, que no se manifestaron hasta bien avanzada la temporada. En retrospectiva, la decisión es acertada, ya que estos episodios funcionan de modo parecido a una película en la que la revelación del monstruo cambia por completo la dinámica: la amenaza que estaba en el trasfondo se hace tangible y pasa a ocupar el primer plano. El episodio en el que la familia Malik se enfrenta al alien en la granja —uno de los mejores, con fuertes tintes de terror— marca la transición y el punto álgido de la temporada.

Completada esta transición, el ritmo se acelera y asistimos a un desarrollo más convencional: Caspar y Trevante se cruzan en Londres y el joven manifiesta su capacidad para conectar con los alienígenas y, aparentemente, detenerlos; gracias a las acciones de Mitsuki se consigue el derribo de la nave alienígena; y los Malik son perseguidos a causa de una misteriosa esquirla de material que parece ser un arma contra los invasores. En el capítulo final, la aparición de una gigantesca nave nodriza en los cielos pone de manifiesto que la invasión está lejos de ser detenida. 

Todos los caminos conducen a Oklahoma

Por suerte, la serie fue renovada para una segunda temporada incluso antes de terminar, lo cual siempre es buena señal de su recepción entre el público. En la segunda entrega se mantiene la división de las cuatro historias, con los protagonistas ya plenamente conscientes de la situación que, de una manera u otra, tratan de combatir. Han pasado cuatro meses y, lejos de rendirse, los alienígenas han redoblado sus ataques. Cada vez quedan menos sitios seguros en los que se amontonan los refugiados. Una coalición mundial coordina los esfuerzos del planeta ante el invasor.

El foco se estrecha algo más, ya que dos de las historias transcurren en Norteamérica: Aneesha ha entrado en contacto con un grupo de resistentes —el Movimiento— enfrentado a los militares. Con su ayuda, intenta localizar a la pequeña Sara, secuestrada por el ejército, con la ayuda de su otro hijo, Luke, que gracias a la esquirla ha desarrollado la capacidad para detener a los alienígenas. Mientras que la historia de los Malik sigue respondiendo a estándares postapocalípticos, la de Trevante gira por completo hacia algo que no desentonaría en Expediente X: el cuaderno en el que Caspar dibujaba sus visiones lleva al ahora exsoldado hasta la localidad que nos presentaron en el prólogo, en plena Oklahoma. Allí se han producido extrañas desapariciones que siguen un misterioso patrón y los militares han situado una base militar con intenciones desconocidas.

Entretanto, en Reino Unido, Jamila tiene visiones de Caspar, a quien dejamos comatoso al final de la temporada anterior y decide emprender un peligroso viaje para buscarlo. Por el camino reclutará a los antiguos miembros del grupo, particularmente a Monty. Logran localizar a Caspar en París, aunque su actitud es extraña. Deciden buscar a un grupo de científicos que ha reunido a varios niños que muestran la capacidad para comunicar con los alienígenas. El periplo de este grupo de adolescente parece intentar apelar a una audiencia algo más juvenil, lo que resulta en un encaje menos brillante que en el resto de historias.

El relato de Mitsuki tiene fuertes reminiscencias de la magnífica La llegada (1996) y un claro homenaje a The Abbys (1989). Nos la encontramos en pleno Amazonas, donde cayó la nave derribada al final de la anterior temporada. El visionario empresario-inventor Nikhil Kapoor ha creado una unidad de investigación alrededor de una misteriosa entidad alienígena que han descubierto en su interior, completamente distinta a las que están atacando las ciudades. Mitsuki deberá comunicarse con el ser, a sabiendas que los que lo intentaron antes han perdido completamente la memoria. 

El tono general de la serie cambia bastante en esta segunda tanda de episodios. Los conflictos que en la primera temporada daban forma a los personajes se dan por resueltos y son sustituidos por intereses románticos algo más banales (Aneesha-Clark, Trevante-Rose, Mitsuki-Maya y el triángulo Caspar-Jamila-Monty), que dan al relato un aire algo más «familiar». Se me ha hecho ver que ninguna de las relaciones propuestas es «plena» y que en algún caso rozan la toxicidad, lo que podría llevarnos a una intencionalidad aun no revelada. Este es un aspecto que ha quedado sin resolver y que ha lastrado un tanto el disfrute de la temporada.

Tras una aparente victoria de la humanidad, los extraterrestres mutan a una forma mucho más letal y redoblan su ataque. Esto hará que durante la segunda parte, los sucesos se precipiten, y que las cuatro historias confluyan al fin en los últimos episodios. Cada uno de nuestros protagonistas aportará un elemento que permitirá llevar la acción hasta la misma nave nodriza, momento en que nos detenemos en un tremendo cliffhanger, con giro final incluido. 

¿Ha conseguido Kinberg su objetivo?

Invasión es una serie lenta, lo que se le ha reprochado mucho. Sin embargo, este ritmo responde a una evidente decisión estilística y es el lógico resultado de la multiplicidad de visiones que nos ofrece. Además, se está convirtiendo en una especie de «marca de la casa» en las producciones de Apple, donde el slow burn predomina sobre la acción desenfrenada, más propia de otras plataformas —como queda patente en Severance, Las luminosas o la reciente The Changeling—, un fenómeno asociado quizá a su orientación a una audiencia más adulta. 

Sí es cierto que durante la segunda temporada se puede apreciar un cierto retroceso en cuanto a la profundidad en el tratamiento de personajes. De igual manera, aunque ciertos elementos narrativos son claramente mejorables —ese secuestro de Sara fuera de cámara—, la coherencia general de la trama sigue siendo muy sólida. Es posible que parte de estas deficiencias sean atribuibles a la huelga de guionistas durante su rodaje.

Lo que nadie puede negar es que con Invasión, Kinberg y Weil han creado una forma nueva de plantear un ataque alienígena, mucho más cercana a la realidad cotidiana y alejada de los centros de poder que usualmente acaparan los focos. Su obra nos coloca ante un complejo mosaico de personajes, localizaciones, dinámicas e incluso géneros completamente distintos, pero se las han arreglado para que todas las piezas encajen con fortuna. El resultado es una serie que solo podemos calificar de deslumbrante, a lo que contribuye no poco sus altísimos valores de producción.

¿Ofrece una visión auténticamente global del fenómeno? No completamente: es posible que las restricciones actuales de la industria y su foco en el mercado anglosajón impidan acercarse a este objetivo mucho más de lo que aquí vemos. Así, es una pena que en un crisol tan multicultural hayamos oído hablar tan poco en español.

En todo caso, para juzgar adecuadamente la historia, tenemos que esperar a saber cómo termina. Tras una primera temporada que funcionó como una presentación de situación y personajes, la segunda ha permitido que esos personajes se reúnan y les ha proporcionado las herramientas para enfrentarse al problema alienígena. ¿Será la tercera la hora de las tortas?

Justo antes de la emisión del episodio final, Kinberg se prodigó ante todo micrófono que se pusiera a su alcance, intentando levantar al máximo el hype. En esas entrevistas señaló que su plan para Invasión cubre cuatro temporadas, pero lo cierto es que a estas alturas, la serie sigue sin estar renovada oficialmente. Es muy probable que esto se deba a que los diversos estudios están aún rehaciendo sus agendas tras el esperado final de la huelga de actores, pero no deja de tenernos en vilo a todos los aficionados.

Así que cruzamos los dedos y mientras esperamos, todos los que habéis visto la serie entenderéis que la última palabra no puede ser otra que ¡Wajo!

SUSCRIPCIÓN MENSUAL

5mes
Ayudas a mantener Jot Down independiente
Acceso gratuito a libros y revistas en PDF
Descarga los artículos en PDF
Guarda tus artículos favoritos
Navegación rápida y sin publicidad
 
 

SUSCRIPCIÓN ANUAL

35año
Ayudas a mantener Jot Down independiente
Acceso gratuito a libros y revistas en PDF
Descarga los artículos en PDF
Guarda tus artículos favoritos
Navegación rápida y sin publicidad
 
 

SUSCRIPCIÓN ANUAL + FILMIN

85año
Ayudas a mantener Jot Down independiente
1 AÑO DE FILMIN
Acceso gratuito a libros y revistas en PDF
Descarga los artículos en PDF
Guarda tus artículos favoritos
Navegación rápida y sin publicidad
 

3 Comentarios

  1. La dejé a los dos capítulos de la segunda temporada. Demasiadas situaciones totalmente inverosímiles, personajes cero carismáticos y un ritmo que siendo de lo que se trata, no pega en absoluto. Bastante perecita, la verdad, pero habrá a quién la disfrute.

  2. Karlsterio Kovas

    Aguanté hasta el tercer capítulo de la segunda temporada. No es que sea lenta, como dicen en el artículo, es que es lentísima. Una etapa llana del Tour un día de verano a las 4 de la tarde es más emocionante que cualquier capítulo de esta serie.

    A pesar de la lentitud me tragué la primera temporada. En la segunda, la historia se vuelve absurda por momentos: no se sabe por qué los Malik siguen teniendo en su poder la pieza de metal cuando saben que les da tantos problemas con las autoridades. Les salvan unos desconocidos pseudo-rebelión-alternativos que confían en ellos sin hacer ninguna pregunta. Con la protagonista japonesa aparece un Elon Musk de Hacendado al cual, incomprensiblemente, han cedido todos los países la investigación de la nave extraterrestre derribada. Las naciones tienen la posibilidad de estudiar a fondo esa nave, y en vez de eso, se la ceden a un egoísta y ególatra magnate tecnológico.

    La serie, además, no supera 2 de los tests de coherencia de la escala Swein-Johansson:

    – Test de la voz en off de la televisión. Una serie no puede ser buena si en ella aparecen de fondo las noticias en un televisor diciendo obviedades con una entonación propia de un navegador GPS. En esta serie ocurre.

    – Test de la barbacoa. Una serie apocalíptica no puede ser buena si en ella aparecen los personajes haciendo una barbacoa tras haberse dado cuenta del suceso apocalíptico principal en el argumento. Aquí también se ponen a freir salchichas con una enorme nave extraterrestre flotando en el cielo como si fuese un fondo del Windows 95.

    Un tostón, y si encima el artículo dice que se queda en un cliffhanger brutal y que de momento no está renovada, prefiero ver otras alternativas porque por series de calidad en estos tiempos no será…

  3. Eusebio Arias

    AppleTV por fin ha confirmado que habrá una tercera temporada de Invasión. Así que podremos disfrutar (o no) del final de las aventuras de nuestros héroes.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.