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El cantar de las traducciones ineptas: una invectiva pedante contra la Vulgata y la Biblia de Scio

cisneros
Biblia políglota de Cisneros: hebreo, griego, latín y arameo. Foto Ángel L. Fernández

El Cantar de los cantares es un libro bíblico que se destaca por ser una colección de poemas líricos centrados en el amor y la belleza de la relación entre un hombre y una mujer. Aunque tradicionalmente se atribuye a Salomón, no hay consenso entre los estudiosos modernos sobre su autoría o la fecha exacta de composición, sugiriendo algunos que podría haber sido escrito en cualquier momento desde el siglo X hasta el III a.C. La obra es única en el contexto bíblico debido a su enfoque en el amor sensual y terrenal, sin una referencia explícita a Dios o a la religión, lo que ha generado diversas interpretaciones a lo largo del tiempo. Algunas tradiciones lo ven como una alegoría del amor entre Dios e Israel o entre Cristo y la Iglesia, mientras que otros lo interpretan en su sentido literal como una celebración del amor humano.

La estructura del libro consiste en una serie de cantos intercambiados entre los amantes y el coro, utilizando una rica imaginería y metáforas para describir los sentimientos y paisajes naturales, lo que contribuye a su perdurable belleza y relevancia literaria. La inclusión del Cantar de los cantares en el canon bíblico ha sido objeto de debate a lo largo de la historia, pero su valor poético y teológico ha sido finalmente reconocido en las tradiciones judía y cristiana.

(ÉL) Vine a mi huerto, hermana mía, esposa;
Recolecté mi mirra con mi bálsamo,
Mi panal con mis mieles he comido
Y he bebido mi vino con mi leche.
Camaradas, comed; bebed, amados:
Saciaos.
(ELLA) Yo dormida, mas despierto
Mi corazón; voz de mi amor que llama:
«Ábreme tú, mi hermana, amiga mía,
Paloma mía, mi perfecta, ábreme:
Mi cabeza llenóse de rocío;
Mis cabellos, de escarchas de la noche».
— «Héme ya despojado de mi túnica.

La traducción del Cantar de los Cantares ha evolucionado a lo largo del tiempo, adaptándose a las diversas interpretaciones y enfoques de cada época. En un principio, el libro era considerado como un idilio semítico, un rito de esponsales fragmentado en cánticos alternos e independientes. Como decíamos al inicio, la autoría se atribuía a Salomón, aunque la crítica moderna señala que es más probable que la realizara un sofer o escriba anónimo. La obra se caracteriza por la riqueza plástica y el refinamiento de la forma, con un lenguaje vivo y lleno de figuras.

Este contexto histórico y literario preparó el escenario para las primeras traducciones significativas, como la Vulgata de Jerónimo de Estridón, que marcó un hito en la historia de la traducción bíblica. Aunque originalmente destinada a la comunidad de habla latina dentro de la Iglesia, su influencia se extendió mucho más allá, sentando las bases para futuras traducciones en otros idiomas, incluido el español. La meticulosa labor de Jerónimo para incorporar textos hebreos y su compromiso con la accesibilidad del texto sagrado reflejaron un cambio en la manera de abordar las Escrituras, poniendo énfasis en la fidelidad al mensaje original y en su comprensión por parte del público general.

La Vulgata toma su nombre de la frase en latín «editio vulgata», que significa «edición para el pueblo», indicando su intención de proveer una traducción autorizada y accesible de las Escrituras para los hablantes del latín en la Iglesia occidental. Esta versión incorporó textos hebreos para el Antiguo Testamento, en lugar de depender únicamente de la Septuaginta griega, lo cual fue innovador para la época. Con el paso de los siglos, la Vulgata se convirtió en el texto bíblico estándar de la Iglesia Católica Romana. Fue declarada como la versión oficial de la Biblia por el Concilio de Trento en el siglo XVI.

Más adelante, en el siglo XVIII, en un contexto de apertura y renovación en la traducción de textos sagrados, emerge la figura de Felipe Scio de San Miguel (P. Scio), extendiendo el legado de Jerónimo al mundo hispanohablante. Scio, apartándose de la tradicional Vulgata latina, asumió la tarea monumental de traducir la Biblia directamente de los textos originales en hebreo y griego al español. Este esfuerzo no solo enriqueció el acceso a las Escrituras entre los hablantes de español, sino que también marcó un antes y un después en la tradición de la traducción bíblica, otorgando a la «Biblia de Scio» un lugar de honor en la historia espiritual y cultural del mundo hispanohablante. Su dedicación a un trabajo tan detallado y su devoción por hacer accesible la palabra de Dios a su pueblo resonaron con la intención original de la «editio vulgata» de Jerónimo, aunque en un nuevo idioma y para un nuevo público.

En el siglo XIX, Francisco Rodríguez Marín, un abogado de primera instancia del juzgado de Osuna, decidió llevar el texto bíblico al castellano «palabra por palabra» y «sin florituras». Su traducción, publicada en 1885, se ciñó al original hebreo como un jubón de paño, evitando desviaciones y añadidos personales. Rodríguez Marín critica enérgicamente la traducción de la Vulgata y la del P. Scio. En sus notas, expresa su preocupación por la fidelidad y precisión en la traducción, destacando que evitó caer en desviaciones y añadidos personales presentes en estas versiones anteriores. Critica la falta de rima en algunas versiones, como la Vulgata, y señala que sería un grave error ofrecer al público una versión falsa del libro de Salomón. Rodríguez Marín, tras la traducción propiamente dicha del Cantar de los cantares, anota con detalle las modificaciones que ha realizado en cada uno de los versos, no ahorrando adjetivos descalificativos a sus predecesores, especialmente a P. Scio, con tanto ahínco que las notas tienen casi más relevancia literaria que la propia traducción. Dejamos aquí una pequeña muestras de los comentarios de ínclito abogado para que las disfruten*:

Versos 31 y 32. — Bthorim, que Scio y la Vulgata traducen asi como de tórtolas=sicus turturis. ¿Puede darse mayor disparate? Creyeron al beth un kaph; no sabian ni leer hebreo. Thor significa tórtola, por derivación de thur=rodear, con alusión al collar que rodea el cuello de la tórtola.

Verso 34. — La Vulgata y Scio, murenulas áureas=cadenillas de oro. Pero, padre, ¿qué significa thoré? ¿La tórtola, como antes ha dicho vuesamerced? Pues provea por lo proveído y diga ahora: tórtolas de oro.

Verso 59. — La Vulgata, ordinavit in me charitatem. Creo más acertada mi traducción. Decidan los inteligentes no preocupados.

Verso 86. — Jarabe, que tanto proviene del árabe xarab como del hebreo járeb o jéreb (mezcla dulce) que es la palabra que juega en el original. Tenía Scio nuestra palabra jarabe para traducir a járeb, y dijo sin embargo: porque tu voz es dulce. El caso era huir del hebreo, que huele a azufre.

Versos 92 y 93. — Scio, hasta que sople el día. ¡Buen castellano! ¡Soplar el día! ¡Y la Academia nos ha soplado como escritor clásico al padre Scio!

Verso 134. — Por entre tus guedejas, que la Vulgata dijo absque eo, quod intrinsecus latet el P. Scio vertió sin lo que está oculto por de dentro, dejando entender aquella y este una lubricidad que ciertamente no está en el original, que dice: mi-ba’ad le tsammathek. Arrancar del Cántico esta torpe y baja alusión costó a Fr. Luís de León algunos años de encierro en los calabozos del odioso tribunal de la vela verde. iQué infamia! Xantes Pagnino traduce intra cincinnos tuos, que Arias Montano corrige diciendo intra comam tuam.

Verso 150. — La Vulgata traduce a tsbiyáh por caprecae, y Scio a capreae por de corza. ¡Y asegura que traduce la Vulgata! ¿Es que el reverendo escolapio sabía tanto latín como hebreo y como castellano? Indudablemente.

Versos 165 y 167. — Vuelven la Vulgata y Scio a hablar de los pechos, para traducir a dodayik=amores tui, ¡Qué ignorancia, o qué propensión!

Verso 182. — Quae fluunt impetu de Libano, dice la Vulgata. No hay tal impetu: el original dice nozlim=corrientes. Por lo demás, ha sonado la flauta por casualidad: he aquí que siquiera una vez el vulgato ha traducido a lbanón por Líbano. ¿Es Líbano, o es incienso? ¿En qué quedamos, padre?

Verso 206. — La Vulgata y Scio, prescinciendo de que el verso hebreo no ha terminado, sino que va a decir por dónde corría la mirra, jal cafpoth hammanjul, hacen comienzo de

otro verso a estas palabras y traducen: Pessulum ostii mei aperui dilecto meo=abri a mi amado el pestillo de mí puerta. Todo anda así. ¿A qué palabras del original corresponden las palabras ostii mei? ¿Por qué vocablo se ha traducido a jal? ¡Mentira parece que vengan pasando por traducción tales y tantos dislates!

Verso 280. — La Vulgata, anima mea conturbavit me propter quadrigas Aminadab. No hay tal Aminadab en el hebreo: lo que hay es jammí nadib=mi pueblo espontáneo. La Vulgata leyó por una las dos palabras y equivocó una vocal con otra, comiéndose el yod de la palabra nadib, pues con él nunca podría decir nadáb. No es mal recurso hacer nombres propios a cuantas palabras no entendió el traductor: así salen en la Vulgata gazafatones como aquello de Tu siccasti fluvios Ethan, en vez de tú secaste ríos perennes. Obsérvese, además, el buen castellano que gasta el P. Scio: mi alma se conturbó por los carros de Aminadab. Eso es echar por los cerros de Úbeda, por la vía de Tarifa y por los bancos de Flandes.

Verso 308. — Et odor oris tui dice la Vulgata para traducir a wréaj afpék=y olor de tu nariz. Confundir la nariz con la boca es no saber quien tal hace dónde tiene las narices.

En el siglo XX, la traducción del Cantar de los Cantares continuó evolucionando, adaptándose a los nuevos enfoques y perspectivas teológicas aunque ningún otro traductor trató a sus predecesores como lo hizo Rodríguez Marín con los suyos. La obra sigue siendo objeto de debate y análisis, con interpretaciones que abarcan desde la celebración de las bodas místicas de Yahvé con la congregación de Israel hasta una metáfora del progreso del alma humana en el amor hacia Dios. En la actualidad, la traducción del Cantar de los Cantares sigue siendo un desafío para los estudiosos y los traductores, quienes buscan conciliar la riqueza simbólica y alegórica del texto con la precisión y fidelidad al original hebreo. La evolución de la traducción refleja el compromiso continuo con el estudio y la comprensión de este libro único y singular de la Biblia.

*N.A. Todas las notas las pueden encontrar en la nueva publicación del Cantar de los cantares de Rodríguez Marín editada por WestIndies.

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