«Ese horrible país llamado extranjero»: los británicos en el continente
Enamorado de la politesse a la francesa, Lord Chesterfield describe París como «refugio de las Gracias»; menos impresionado, Horace Walpole simplemente la verá como un amontonamiento de «casas sucias, calles feas, tiendas aún peores e iglesias llenas de cuadros malos». Quizá haya que tener la libertad de espíritu de un Walpole —gran presencia dieciochesca— para deplorar París en tales términos, […]