Vuelva usted mañana

Tsevan Rabtan: Por la melancolía que viene

El hermano mayor saca una peseta del bolsillo y le dice al pequeño, que juega con cinco duros: “te lo cambio”. Como le ve dudar, añade: “mira, no ves cómo brilla, la moneda que te doy es de oro” y se la pone delante de los ojos. La madre, que lo escucha, se ríe y no impide el intercambio. Son cosas de niños.

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6 Comentarios

  1. No entiendo nada.

  2. Spartacus

    Bienvenido a Jot Down, Toni. La revista de gente que escribe para ellos mismos.

  3. Disculpe que haya tardado en contestar su comentario; no lo había leído hasta hoy. No creía estar siendo demasiado críptico, aunque si explico el origen del artículo supongo que quedará todo más claro.

    Siempre he defendido que le dábamos demasiada cobertura a los terroristas y que eso es una victoria para ellos. Si esto era así cuando se demostraba la repulsa, imagine lo que pensé al ver la ostensible alegría de la mayoría por un comunicado en el que un grupo criminal simplemente manifestaba su intención de no seguir cometiendo crímenes. El resto del contenido de esas reacciones daba relativamente igual, ante su triunfo: ellos deciden nuestros tiempos.

    Entonces, en un comentario de café, un amigo me dijo qué le parecía la reacción de los partidos y de los opinadores sobre el comunicado de ETA. «Es como cuando era niño y engañé a mi hermana pequeña. Le enseñé una peseta [eran, algunas, doradas] y le dije que se la cambiaba por su moneda de 25 pesetas [de color grisáceo]. Para convencerla le dije: mira la mía es de oro y la tuya de plata, así que la mía vale mucho más».

    Me pareció un gran ejemplo. Sólo cambié el final. En la historia original, una tía de los dos niños reprendía al mayor. La cambié porque quería dejar constancia de que sólo a los niños se les consiente (y además me imaginé a una madre sonriendo ante la mezcla de desfachatez y pillería del niño) algo así. Cuentas y baratijas, ya sabe.

    La historia venía bien, porque en pocas palabras y sin necesidad de hacer esto que hago con este comentario (lo que demuestra que he fracasado) podía dejar constancia de mi repugnancia ante la reacción de alegría de tantos, como consecuencia del triunfo de los etarras (y de los que los apoyan) al ver a tanta gente removiendo en la basura. Eso es su comunicado, basura.

    El título recuerda la frase de Ortega: «El esfuerzo inútil conduce a la melancolía». Creo que nos aguarda mucha melancolía por los inútiles esfuerzos del pasado a la vista de la reacción de hoy.

    No pretendo ser oscuro, aunque se me ha reprochado a veces, siempre con razón, como es evidente. En ocasiones, me resulta difícil discernir entre lo demasiado evidente y lo incomprensible.

    Espero que mis aclaraciones sean suficientes. Les aseguro que aunque sí escribo para mí, tampoco pretendo que sea sólo para mí.

    • Clemente

      Para los que llegamos con retraso (temporal) son muy útiles las aclaraciones también, gracias.

      Un saludo

  4. Por si le sirve de consuelo, la fábula se entendió perfectamente (aún no siendo Tsevan Rabtan…)

    Un saludo

  5. Creo que, para quien conoce su blog, sí es entendible este post. Si no, entiendo que pueda resultar difícil por falta de contexto (con una foto, por ejemplo, habría bastado para limar cualquier ambigüedad de sentido).

    En todo caso, muy bien traído. Tanta euforia mediática a mí también me confunde. Y, claro, las que te caen por señalarlo. Ya sabe usted la cantinela: si no te alegras de que haya «estallado la paz» es porque a) eres un «facha» al que le interesa que ETA siga existiendo porque le proporciona votos; o b) un «amargao», un triste, un tipo que solo sabe vivir encabronado.

    En fin.

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