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Maria Llovet: «Hay mojigatería por todos lados disfrazada de progresismo»

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Nos citamos con Maria Llovet (Barcelona, 1982) en la terraza del Hotel Alma, situado en el corazón de Barcelona. Ella es una de las firmas jóvenes más interesantes del cómic actual y sus obras son capaces de erigir universos propios sin ocultar sus raíces manga. En Eros/Psique (2011) nos invitó a vivir entre las alumnas de un misterioso internado, con la fábula oscura de Porcelain (2012) nos encarceló en las entrañas de una retorcida casa de muñecas, en Heartbeat (2015) nos salpicó de sangre de adolescente, y con Insecto (2016) nos permitió espiar, a través del ojo de una cerradura, la relación amorosa entre dos hermanos. Conversamos sobre dibujo, arte y cine para acabar descubriendo que en su trabajo tiene bastante claro cómo quiere hacer las cosas: a su manera.

¿Cómo entraste en el mundo del cómic?

La verdad es que el primer contacto con el cómic ocurre de pequeña en mi casa, porque mis padres tenían Asterix y Tintín y me llevaban al Salón del Cómic. De mayor llegó el manga y las series de televisión, Bola de Dragón y todas estas. Después empecé a leer manga que ya adquiría yo, creo que Video Girl Ai fue la primera serie que me compré, un poco más adelante cuatro cosillas de comic book. Y de álbum francés la verdad es que no había leído casi nada, aparte de Asterix y Tintín.

¿Y la afición por el dibujo?

Siempre he dibujado, como todos los niños de pequeños, pero yo nunca paré. Muchos compañeros míos lo dejaron y yo siempre seguí dibujando porque me interesaba. Mi abuelo y mi madre dibujaban. No eran profesionales, eran amateurs, pero interés por lo artístico lo han tenido siempre, eso es algo que ves en casa y lo replicas. Igual que un niño coge un libro porque su padre está leyendo. Y con escribir ocurre lo mismo, siempre me ha gustado escribir cuentos o tonterías desde que era muy pequeña. Cuando llegó el manga me puse a copiar los dibujos de las cosas que leía —KatsuraAlita para aprender. Así me volví más manga, pero antes también estaba copiando libros de Disney que tenía. Digamos que esto nunca paró, no fue consecuencia de leer esos cómics lo de interesarme por el dibujo, sino que venía de atrás.

De pequeño te hacen dibujar enseguida, como un lenguaje rápido para comunicarte con los demás y expresarte. ¿Se pierde por el camino?

Sí, porque cuando eres pequeño está bien aunque hagas un perro raro, chungo, con rayas por fuera, no te importa. Pero hay un momento en el que tú mismo o los demás te dicen: «Esto no está bien, esto no es un perro, los perros no son así», y entonces ya te da vergüenza. Eso no me gusta porque no se puede juzgar así, estás cortando las alas de alguien. Hay que aprender a pasar de lo que te digan.

¿De los cánones, no?

Sí, es que es cierto. Claro que hay que aprender a dibujar «normal». Es decir: hay que aprender las reglas para romperlas. Pero a veces en el proceso de aprendizaje te olvidas de romperlas luego, ya no te atreves. O antes a lo mejor lo hacías de otra forma. Es interesante porque la sociedad te influye y, cuando hay un grupo de artistas que se crea, gente que se está formando en escuelas o en Bellas Artes, te están condicionando con todo eso que tienes a tu alrededor. Te está condicionando tener un profesor en arte, que lo que tenga más peso sea lo que te dice, pero ¿por qué? Tú tienes que encontrar qué estás haciendo. Te condiciona lo que quiere ese profesor, por ejemplo, el tener unos deberes. Tratar el arte como asignatura es obvio porque son unos estudios y es práctico hacerlo así, pero para ti como artista es absurdo. Probablemente en ese momento no te das cuenta pero, no tiene sentido, porque es tu vida artística la que están evaluando con deberes. Si yo quiero hacer ahora algo, ¿por qué tengo que hacer lo que me ha pedido el profesor? Yo no estoy diciendo que no sea válido, pero tener claro eso mientras haces los deberes sería conveniente.

Hablando de escuelas, estuviste en la Escuela de Cómic Joso pero no llegaste a terminar el curso.

Estuve un año y medio y lo que me pasó fue eso. De la Joso no tengo ninguna cosa mala que decir porque estuve muy a gusto. Sobre todo, aprendí que existía una industria del cómic y que se podía hacer. Pero no creo que lo que digo sea un problema de la Joso, creo que en cualquier escuela o sobre cualquier cosa te pueden enseñar hasta cierto punto. Hay un momento en el que tú mismo dices «Ahora no». No me fui porque no me gustara, me fui porque yo sentía que me tenía que ir y ponerme a hacer lo que me apetecía en ese momento, tenía muchas ganas de hacer muchas cosas y preferí irme.

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Intentaste hacer Bellas Artes. Si lo hubieras hecho, ¿hubieras tomado un camino diferente?

No lo sé, aquello fue un «no apta». Hice la prueba de acceso, recuerdo que consulté la nota por teléfono y me dijeron «no apta». No sé si es muy difícil entrar o no, pero yo no entré. Aunque creo que estuvo bien no ir, porque en ese momento yo estaba un poco perdida y me hubieran crujido por lo que digo de encauzarte. Me puse a hacer diseño gráfico, estuve un año y también me fui porque vi que no era lo mío. Me gustaba, pero no para dedicarme a ello, porque allí recalcaban mucho que el diseño no es arte, y eso no es cierto porque también dentro del arte el diseño es muy importante. Pero lo recalcaban mucho porque tienes un cliente y hay que adecuarse a lo que te piden, eso no es lo que yo quería hacer. Entonces me puse a hacer Joyería, y me gustó mucho, pero también me piré. Hice dos años de Joyería y me quedaba el proyecto final, no lo hice porque ¿para qué quiero yo el título? No me interesaba el título porque no iba a ser joyera, pero era muy bonito, como hacer escultura en pequeñito con metal, estaba muy bien. Ya lo había mirado como segunda opción tras Bellas Artes, pero no pude entrar directamente entonces.

Esa idea de que el diseño no es arte…

Eso a todos los de la clase nos chocó.

Porque precisamente en el cómic se valora mucho el diseño, la composición, el ritmo. Una página con un diseño narrativo potente es lo primero que llama a la gente.

Sí, y las portadas, es algo muy importante realmente. En el arte es importante el diseño, pero lo que querían decir, aunque yo en ese momento no lo entendía, es que el diseño no es arte en cuanto a que, supuestamente, tú no tienes que poner parte de ti mismo sino hacer lo mejor para el cliente. Mariscal en ese momento estaba sacando un fascículo sobre diseño, todos los profesores lo ponían como ejemplo sobre cómo no hacerlo, pero al mismo tiempo todos los alumnos se estaban comprando el fascículo. Pero es cierto que Mariscal te vende un Mariscal y si tú le pides un logo esperas que te haga un Mariscal. Se supone que el diseño tiene que ser adecuado al producto y que no hable de ti, por eso no me interesó, porque yo quería decir de mí.

¿Cómo empezaste a publicar?

Pues porque mi compañero, Jesús Orellana, se metió en un foro donde Tirso Cons estaba buscando colorista. Jesús y yo hicimos juntos unas pruebas de color y lo que ocurrió es que Tirso consiguió al colorista que él quería, pero nos remitió a Eduardo Ocaña, que también buscaba un colorista. Nos pusimos de coloristas en Les Humanoïdes Associés, hicimos dos álbumes que se llamaban Messiah Complex. Fue como una casualidad rara, y en Humanoïdes también estaban haciendo en ese momento un sello de revista manga y les enviamos un proyecto para una serie en esa revista, y nos cogieron tanto a él como a mí. Pero luego no hicimos nuestra serie, sino cada uno otras series distintas con guionistas de allí, salió un tomo y luego se cortó porque la revista se fue al garete. Todo esto ocurrió entre 2006 y 2008, pero yo tenía ganas de hacer lo mío, estaba muy perdida, no sabía qué hacer y envié páginas a Image, en el 2009. Me contactó Nick Spencer e hice unas páginas de prueba con él, le gustaron a Image, íbamos a hacerlo y, entonces, dije: «¿Qué hago haciendo esto? No puedo, tengo que hacer lo mío», y me puse con mi libro Eros/Psique. Lo dejé plantado.

¿Y estás contenta con esa decisión?

No me arrepiento para nada, desde entonces me he dedicado a hacer introspección en mi obra. Ahora estoy haciendo encargos, pero es la primera vez que de verdad he querido hacerlo, porque en Francia me habían ofrecido leer guiones. Cuando moví Heartbeat, muchos me decían: «No nos encaja pero nos gusta, si quieres leerte algún guion de los que tenemos», y les decía: «No, es que estoy con lo mío».

La industria franco-belga quizás asusta un poco, ponerte a trabajar a sueldo sobre guiones de otros, algo muy mecanizado.

No lo sé. Hace tan solo unos meses que me ha interesado hacer encargos. Y ha sido a raíz de haber encontrado mi estilo, por fin siento que he encontrado una dirección en lo que hago, pero hasta el momento no me interesaba más que hacer introspección, conocerme un poco. Creo que ponerse a hacer cosas para otros cuando no te has encontrado a ti mismo es peligroso, porque entonces te formas a ti mismo sobre la base del trabajo del otro. Y me daba miedo hacer eso porque quería primero saber quién soy. Ahora creo que sé quién soy, o he encontrado un sitio que puede crear una línea de continuidad o se puede construir a partir de ahí. En el fondo es eso, yo en las obras que me gustan, en el cine y en todo, prefiero el tema de autor, me gusta la obra completa. Existe esa separación entre guionista, dibujante y colorista. A mí me gusta hacerlo todo si puedo.

¿Y trabajar con un guionista con quien tengas las mismas inquietudes?

Hay proyectos donde estás más separado, lo haces y no pasa nada, pero hay cosas donde sí estás más implicado. O donde tienes más libertad porque estás haciendo un personaje que es tuyo, en el sentido de que lo ha hecho el guionista pero lo diseñas tú. Como lo que estoy haciendo ahora de comic book, lo siento en cierto modo un poco mío. No es como si lo escribiera yo, evidentemente, pero sí que lo puedes sentir más tuyo.

Comentabas que sueles ver más películas que leer cómics.

Sí, no sé por qué. No es que no me gusten los cómics,que claro que sí, pero en el cine encuentro más aliciente y más de donde sacar para mí, aunque yo no hago cine. También me gustaría hacerlo en el futuro.

Empezamos a repasar tus obras: Eros/Psique has dicho que es la obra que querías hacer.

Y fue algo superrápido, además. Tras decir a Image que no y que tenía que hacer lo mío, tardé seis meses en escribirlo y acabarlo. Supongo que en ese momento, por las influencias que tenía y las pelis que había visto, me apetecía un montón algo en este estilo, con un internado, algo extraño, no sé de dónde salió. Aunque me gustaba mucho una peli francesa que se llama Innocence de Lucile Hadzihalilovic y creo que salió un poco de ahí y de haber leído también libros similares. Muchas chicas hacen cosas centradas en internados, no sé muy bien por qué. Y yo no he ido a ningún internado, me parece que normalmente hacemos esto las que no hemos ido a internados.

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En tu obra el mundo adolescente y el mundo adulto están separados. El mundo adulto sale muy poco y cuando lo hace es una comunicación unilateral: es de donde vienen las normas y de donde vienen las broncas. Sin embargo, los adolescentes, que pueden tener conflictos entre ellos, al final se acaban comunicando.

Yo creo que esto sí viene del manga, de Utena, que me influenció un montón. Y también Evangelion y otros que pegaron muy fuerte. Pero la verdad es que me interesa mucho, se trata de ese despertar donde pasas a ser un adulto, muchas veces los adultos se olvidan de que han pasado por ello también y ningunean los problemas de los adolescentes. Y me interesa mucho separar y dejar solos a los adolescentes frente a esos problemas. Algo que cuando sean más mayores puede que les parezca una tontería, pero que en ese momento son problemas enormes. Dejarlos solos frente al peligro es mejor para la historia. En Eros /Psique directamente no hay mundo adulto, está personificado en la escuela y una sala. En cierto modo, el tema en el internado, y también en Porcelain, es algo que a veces es mental por completo. Yo me identifico mucho con esto, todos los problemas que puedes tener artísticamente a veces son bloqueos, son cosas tuyas, son paranoias. Estás luchando contra ti mismo todo el rato y eres tú el que te pones el problema y quien tiene que vencerlo.

En alguna ocasión has comentado que una de tus influencias es Kiriko Nananan.

Sí.

Es autora de manga josei. Aquí ha habido varios booms del manga y en el último ya parece que ha entrado casi todo: ha llegado el shojo, el shōnen y el seinen. Y un género a medias entre el shōnen y el seinen. Pero nosotros del josei no sabemos mucho. ¿Conoces bien el género?

La verdad es que no, tampoco se ha publicado tanto aquí y me ha pillado en un momento en el que no leo mucho. De Kiriko Nananan la verdad es que sí me gustó mucho lo que se publicó. Visualmente tenemos parecidos y en los temas que trata también tenemos similitudes… tiene una obra muy interesante. Sobre el josei como género lo que sé es que es muy triste, al menos para mí, y sonará raro que yo diga eso porque lo que hago es muy melancólico. Pero lo que he leído es muy triste, muy dramático; algunas cosas de Kiriko también, pero tiene un punto que me gusta más. Pero yo no soy conocedora, lo poco que vino me motivó tanto como para indagar más. Y también es muy interesante la obra de Kyoko Okazaki, Helter Skelter es genial.

Pasemos a Porcelain, con este libro tuviste problemas.

Es la segunda parte de mi historia americana. Yo hago las obras y luego las muevo por ahí a ver quién quiere publicarlas…

¿No las presentas como un proyecto?

No, yo las presento cuando las tengo ya terminadas, es raro porque normalmente la gente presenta unas cuantas páginas. Porcelain la envié a Estados Unidos y a Francia. Una filial de Image llamada Shadowline la cogió, y firmamos contrato y todo. Tuve que recortarla porque era más larga, pero me dijeron que habría que partirla en capítulos para editarlo como comic books. Al final querían que lo pintara, pero yo quería mantenerlo en blanco y negro, no me bajé del burro, rescindimos el contrato y ya está. Este proyecto se llamaba inicialmente Dollhouse, pero tuve que buscarle otro nombre porque allí iba a salir otro comic book de la serie de televisión Dollhouse, que no tiene nada que ver con muñecas. Buscando un nuevo nombre me gustó Porcelain y al final se lo dejé.

Y luego lo subiste a internet.

Sí, a modo de experimento. Me dije: «Voy a poner gratis una página al día y cuando lo publique como libro lo haré con unos extras de más para que haya alicientes para comprarlo». Creo que en lugar de una página al día tenía que haber subido grupos de páginas, porque como la narrativa es tan dilatada en solo una página parece que no está pasando nada. Pero estuvo bien y creo que es el que más se ha vendido de todos.

¿Y este formato de publicar en internet tiene valor? ¿La gente que quiere el libro se lo acaba comprando pese a tenerlo gratis?

Sí, Porcelain es el libro que más conocía la gente de entrada, porque lo habían visto antes, y es el que más he firmado, muchísimo en comparación con el resto. Y si lo querían leer gratis ya lo tenían gratis. Para mí la experiencia estuvo bien, un poco coñazo esto de ponerlo cada día aunque ya lo tenía hecho, porque ya había pasado lo de Estados Unidos. Contacté con Norma y les dije «voy a hacer esto, voy a ponerlo cada día y voy a ponerlo entero online, si queréis podéis luego recopilarlo y publicarlo en papel con unos extras». Y me dijeron que sí y ya está.

Esta obra es la que menos me gusta en realidad, porque no me atreví a hacer lo que quería con ella, quería algo más raro, de pesadilla, sexual, extraño, pero al final hice un cuento. Aunque durante mucho tiempo quise tirar Porcelain por la ventana, porque tras tanto remontar y reenviar toca defender un producto del que ya estás harto. Pero luego se pasa, esto solo dura el primer año y ahora ya me da igual, ya lo veo y hasta me hace gracia y todo, me he reconciliado y lo puedo ver sin morir.

Y con este sistema también hiciste tu propia comunidad de lectores. ¿Es un modelo de negocio?

No lo sé, no sé si tuvo tanto de comunidad. Ya te digo que es el que más he firmado. Pero esto es engañoso, porque de los que he hecho es el más normal, el más accesible para el público. Es en el que es más fácil entrar y probablemente el más satisfactorio. Porque Eros/Psique a muchos los deja sin saber muy bien qué han leído, Heartbeat es negativo y eso nunca gusta. E Insecto… a mí es el que más me gusta. El mejor escrito creo que es Heartbeat, pero el problema es que la curva es negativa dentro de la historia, eso no gusta al público y lo entiendo perfectamente, es como la precipitación al vacío del personaje.

Patrick Kindlon dijo una cosa muy interesante: «No tienes que identificarte con los personajes de una obra para leerla». Es una historia, puedes verla y aprender cosas, disfrutar con ella, aterrorizarte o lo que sea.

Estoy de acuerdo y es que parece que ahora todo tiene que ser políticamente correcto, modelo de algo educativo, y, oye, que no somos una escuela. Aquí cada uno hace lo que quiere, somos autores, hacemos tanto arte por arte como para entretener, hay mucho dentro del espectro. Y también está muy bien hacer cómic social o activismo dentro de la obra porque cada uno hace lo que quiere y para eso está. Pero me hace mucha gracia cuando dicen, el arte «debe ser social», «debe servir para». Lo de «el arte debe» es una frase que empieza muy mal, no se puede terminar bien esa frase. El arte no debe nada, el arte es libre. «El arte debe ser libre» es la única forma de terminar bien esa frase. Ahora existe una corrección porque se supone que tienes que identificarte con el personaje, pero todos hemos leído cosas o visto pelis de gente que no son un modelo de nada. No entiendo por qué se da de menos al lector pensando que todo tiene que ser perfecto para que no le influya negativamente. Donde hay que educar es en la escuela y sobre todo en casa, no en el cómic ni en el cine. Y puedes hacer tu obra social, pero no es tu deber.

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Pero a nivel comercial siempre se busca algo que pueda entender todo el mundo.

El tema es encontrar el equilibrio entre lo comercial y lo artístico; lo que pasa es que yo la balanza la tengo totalmente desequilibrada, está clarinete. Ahora mismo me gustaría ese equilibrio, no por nada, sino porque a mí también me gustan obras más comerciales y no solo lo raro, quiero intentar abrirme un poco más sin perder mi esencia. En ese sentido, tienes la dicotomía entre artista y empresa, la empresa obviamente quiere vender, pero el artista no tiene por qué querer vender, sabes que no vas a vender haciendo esto, pero lo haces igual. ¿Por qué? Porque quería hacerlo, porque estoy haciendo introspección.

¿Porque querías o porque lo necesitas?

Porque lo necesito. No es que quiera, es que no puedo evitarlo. A mí me parece bastante gracioso cuando alguien dice: «A mí me gustaría ser artista, pero, claro, ¿de esto se puede vivir?». ¿Te gustaría ser artista?… Mira, no me hables [risas]. No lo decides, es lo que hay.

Porque un artista tiene esa necesidad.

Es que es eso tal cual, no estás decidiendo hacer esto, no es tan romántica la idea del artista. Es que necesitas hacer esto y, si no puedes, no quieres hacer otra cosa. A lo mejor sería mucho más fácil hacer otra cosa, pero para mí no, desde luego.

Tu estilo va cambiando mucho de obra en obra. Hay una esencia, ves un dibujo y sabes que es de Llovet, pero a la vez existen variaciones.

Ahora mismo por fin he encontrado una dirección que creo que es recta, hasta el momento me he sentido como si estuviera yendo en círculos. Ha habido variaciones e intentos de evolución, de buscarme a mí misma y de buscar qué estoy haciendo, cuál es mi estilo. Por ejemplo, con Heartbeat lo pase muy mal, me costó muchísimo. Quería hacerlo más perfecto, empecé a hacerlo en lápiz y paré, y volví a hacerlo en tinta y repetí páginas que había hecho en lápiz. Iba con miedo, el dibujo ahí está con miedo, no me gustan los fondos. Y revisando Eros/Psique veo que en ella no tenía miedo, solo una ansiedad por hacerlo. Insecto y Eros/Psique tienen en común que las hice desde dentro y muy rápido, ver Heartbeat me da rabia. Además, me costó mucho terminarlo porque mi vida era complicada, tuve una pérdida importante, fue una época chunga. Lo siguiente fue Insecto, el punto de inflexión, donde me empiezo a encontrar. Y ahora ya sé a dónde voy.

En Heartbeat se nota mucha tensión, no sé si quizás lo personal influyó.

No te creas, porque el guion lo había hecho antes. Lo escribí en 2011 después de ver una peli japonesa en Sitges llamada Confessions (Kokuhaku) que me gustó mucho. En ella había una minisubtrama donde unas chicas se hacían fans de un asesino en serie, y eso me pareció interesante. Me pareció superguay una persona que se olvida de que eso está mal y se hace fan. La peli no es que vaya de eso, pero a raíz de ella escribí Heartbeat.

Heartbeat tiene una historia que, si fueras políticamente correcta, acabaría de otra forma, porque crea una tensión de hacia dónde va el personaje, de pensar «este es el bueno, este es el malo y esto tiene que ser así».

Bueno, es que no hay nadie bueno en Heartbeat. Para mí solo hay un malo, pero el resto de personajes tienen matices y se dejan llevar por esa espiral de negatividad que él crea a su alrededor. Y todos ellos sacan lo peor de sí mismos, pero todos podrían elegir no hacer eso, todos están siendo mezquinos o chungos porque quieren, tienen opciones todo el rato y no las siguen, eso es lo más interesante para mí de la obra. Lo que pasa es que también es cierto que no se saca partido de los personajes, algunos podrían haber dado más de sí, pero, bueno.

Es la primera que decidiste hacer en color.

Sí, con el tema de la sangre estaba segura de que quería hacerla en color. Porcelain no quise pintarla porque no lo veía necesario y me gustaba que fuera un terror en blanco y negro. Pero Heartbeat necesitaba que la sangre fuese roja, y ahí no había discusión.

Insecto.

Insecto me lo pasé muy bien haciéndola. Para mí es la mejor, pero entiendo que en cuanto a guion a mucha gente la deje con cara de «¿Qué es esto?». Pero yo me lo pasé tan bien que es mi favorita, en todos los sentidos, gráficamente es indudable que es la mejor, es donde estoy con un estilo más seguro e interesante y en cuanto a guion también.

¿Tenías miedo de que el tema de la relación incestuosa fuera un tabú? ¿Que eso pudiera escandalizar?

A ver, en realidad, en cómic es muy safe. Creo que no es para nada escandaloso aunque sea incestuoso, tampoco pretendía que lo fuera. Es circunstancial que sean hermanos, pero es que me interesa este tema, me hace gracia. Y la gente se cree que todo tiene que ser autobiográfico. Me lo han preguntado, ¿eh? Tampoco va sobre el activismo ni es como decir: «Hay que visualizar el incesto». No, no es una voluntad de eso, me gusta el tema y lo veo interesante.

¿Te parece que es más seguro por el medio, porque en los cómics la gente pueda tener una mentalidad más abierta?

Es cierto, porque una imagen, aunque sea muy chunga, sangrienta o gore, siempre es menos chocante dibujada. En imagen real también puede ser muy plástico, bonito y estilizado, pero es más difícil, por lo que sí es verdad que es más seguro en el cómic. Pero en este caso no es por la imagen, sino por el contexto, en una imagen de dos personas besándose tú no sabes que son hermanos si no te lo dicen.

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En Insecto navegas más por la obra, pasas de los monólogos interiores. Enseñas al personaje y comunica lo que está pensando con sus expresiones.

Me interesó mucho hacer un juego de narrativa y pasármelo bien buscando imágenes como el plano a través de las mirillas, hacer lo que quisiera narrativamente. Y jugar con los silencios. Los silencios siempre los he puesto desde Eros/Psique, me encantan. Una de las peores cosas de cuando haces guiones de otros es no tener silencios.

Es muy cinematográfico no contar lo obvio.

Es que visualmente también se cuenta, a veces hay un pánico a la falta de diálogo, que no haya texto en una página parece peligroso. Pero estás contando cosas también, es una ofensa pensar que un cómic sin diálogos es que no tiene guion.

Jirō Taniguchi con El caminante cuenta una historia solo con un señor que se pasea por la calle.

Claro, puedes contar muchísimo y el silencio en sí —los silencios dentro de una conversación— también dice mucho, lo que me estoy callando, por qué no te contesto. En el cine se nota mucho más por qué te has callado, aquí tienes que añadir una viñeta o algo, un punto en el que notas que aquí normalmente alguien habría hablado y le habrían respondido, y es lo que más me interesa de todo, el tempo, la narrativa y cómo llevar las escenas secuencialmente. Es lo mejor de este trabajo, lo más interesante y lo que tiene más en común con el cine. Creo que muchas veces se desperdicia, el único problema es que no haya sonido o movimiento. Bueno, sí hay sonido, hay onomatopeyas, pero yo hasta el momento no les había visto la gracia, porque simplemente no sabía gestionarlas. Al principio no me gustaba hacer onomatopeyas, pero ahora le voy cogiendo el gusto, en Heartbeat fue la primera vez que me puse a hacerlas, e intenté que fueran plásticas, me esforcé por hacerlas así porque no me gustaban.

Sobre el silencio en el cómic, existe la idea de que un cómic sin texto no es un cómic, que no se entiende.

Eso lo piensa gente que no se ha molestado en comprobarlo, porque si se ponen a hacerlo verán que pasas de viñeta a viñeta y tu cerebro conecta. A lo mejor creen que es más de arte y ensayo, puede que en mi caso un poco, pero no necesariamente. Pero sí, la gente prefiere que haya bastante texto, y que todo sea en color, o eso es lo que parece.

Es como si no tuviera valor.

Sí, pero es al revés, mi próximo proyecto autoral tiene muchas partes que no tienen texto porque los personajes están en una discoteca y está la música muy alta. Hay un montón de escenas donde están pasando cosas pero no se oyen, y no hay texto en varias partes.

En cuanto a la música, has comentado que Insecto fue concebido escuchando mucho una canción.

Este cómic lo hice escuchando todo el rato «California Dreaming» de The Mamas & The Papas, escuchándola en bucle. Hasta hay una frase que está sacada de la letra de la canción: «entré en una iglesia, me arrodillé y fingí rezar», porque ese concepto me flipó. La religión es un tema muy interesante, es algo muy necesario en la sociedad y no desaparecerá nunca. Nosotros los humanos necesitamos algo, y la religión ha sido ese algo que da sentido a tu existencia durante mucho tiempo. Hoy en día hay un montón de sustitutos de eso como el dinero o muchos subdioses extraños, y para un artista, al menos para mí, ese algo me lo da el arte. Pero entiendo que todo el mundo necesita sentir pasión por algo, está en nuestra naturaleza, incluso el activismo social o el feminismo puede ser eso. Y el concepto «me arrodillo y hago ver que rezo», me resultó muy interesante, por eso cogí la frase y la puse en mi historia. «Si me arrodillara y fingiera rezar, ¿qué le pediría a Dios?».

¿Siempre escuchas música cuando dibujas?

Depende del proceso y del día, cuando estoy escribiendo a veces necesito silencio total y a veces no. Lo que me pasa es que encuentro una canción y no puedo salir de ella o de ese disco en concreto.

Atraparse en una canción, ni siquiera en un disco.

En Insecto estaba escuchando solo esta de The Mamas & The Papas y una canción que dura treinta segundos de la banda sonora de Only lovers left alive, un tema llamado «Streets of Detroit». A veces encuentras una canción buena, o no tan buena, y otras veces necesito silencio. Ha habido épocas en las que me ponía audiolibros de cosas que ya había leído, porque, si no, me desconcentro bastante, pero no tengo un patrón realmente.

Te fijas mucho en los estilismos, en los diseños, los extras de tus libros incluyen galerías de las piezas de ropa.

Es que me gusta muchísimo la moda.

Teniendo en cuenta tu formación, ¿las joyas también?

Quiero hacer un guion sobre una ladrona de joyas, esto me haría gracia. Porque la asignatura de Historia de Joyería me encantó, civilizaciones que hacían piezas maravillosas. Los etruscos hacían un granulado minúsculo que ahora manualmente no se sabe hacer y me quedaron ganas de hacer algo que tuviera un poco de esa historia. Pero en general hago cosas sobre moda, me gusta muchísimo, me encantaría trabajar en algo de moda porque me parece supercreativo e interesantísimo. Lo sigo en la medida de lo posible, porque salen cosas nuevas cada pocos días, pero sí, me fijo mucho. Lo canalizo por aquí, como puedo dibujarlo, lo dibujo.

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Sobre el sector editorial, hay gente de aquí que en principio se han acercado al mercado francés para publicar y luego han vuelto. ¿Crees que ahora aquí las puertas están más abiertas que antes?

No lo sé, supongo que depende de qué hagas. Croqueta y empanadilla es de aquí y arrasa porque a la gente le encanta y está muy bien. Pero, claro, aquí el mercado no parece muy grande, yo entiendo que no sea fácil para la editorial porque no hay tanto lector.

Hay una impresión de que hay un mercado de lectores de cómic muy pequeño en España pero con mucho entusiasmo, gente leyendo todo. O lo vemos así porque estamos dentro.

Lector casual que coja un cómic y lo lea me parece que no hay mucho. Yo desde mi experiencia veo difícil que alguien que no lee nada se compre un cómic mío. Lo único que más o menos sí se puede comprar alguien que no lea cómics son adaptaciones de novela o película. Sin City, V de Vendetta, Watchmen o Hellboy, que son cojonudos, pero, claro, han visto la peli.

¿Te gustaría que tus obras se adaptaran al cine?

Sí, claro, las adaptaría yo misma. Creo que algún día me decidiré a hacer animación 2D, porque es el puente que puedo abarcar sin presupuesto. Me gustaría mucho porque es movimiento y a la vez dibujo, pero, claro, es mucho tiempo. Ya encontraré el sitio.

¿Y cuál de tus obras te gustaría convertir en película?

Ninguna de ellas, la próxima que haga. Eros/Psique a lo mejor… pero cambiándola, porque si tuviera que hacerla ahora la haría completamente diferente. Es mi primera obra, le tengo mucho cariño, y a veces me han dicho «Me siento tonto porque no lo entiendo», pero es que la obra no pretende ser entendida, tiene una voluntad surrealista no explicativa, pero es un poco torpe a la hora de hacer eso. El problema no es que no se entienda, no está mal hecha por ese motivo, el problema es que es primeriza y no ha conseguido hacer tan bien lo que se pretende. Hay gente que me pregunta por una segunda parte, tengo una idea para una secuela, pero no creo que la haga nunca. No me interesa revisar lo que ya he hecho, porque ya lo hice, he aprendido cosas, pero es el pasado. Si quiero tocar este tema otra vez, haré otra obra, porque volver atrás, no.

¿Y lo que estás haciendo con Patrick Kindlon?

Se llama There’s Nothing There y es muy chulo, es bastante gracioso y con el guion me lo estoy pasando bien. También está muy bien porque tengo libertad total a la hora de hacer los diseños. Bueno, tengo libertad y, si no la tengo, me la tomo [risas], él no se queja de nada, así que muy bien.

¿Te preocupa no tener la visión global de la obra?

Es algo que preferiría, pero entiendo también que su forma de trabajar es así. Yo creo que lo escribe sobre la marcha, pero lo que es bueno es que este proyecto lo hizo para mí y eso es lo mejor, cuando está hecho para ti estás más a gusto.

¿Y cómo nace la colaboración?

Él me contactó y me dijo si quería trabajar en comic book y le dije que sí. Volví a enviar páginas a Image otra vez, para variar, pero no sé si viene de ahí o no, porque no se lo he preguntado, la verdad.

Es el encargo que aceptaste al que te referías.

Sí, como he encontrado un poco de dirección y tal me siento capaz de hacerlo sin volverme loca. Y uno de los principales motivos que me llevó a hacer encargos es que cuando estoy haciendo lo mío siento que pierdo mucho el tiempo. El tiempo es muy limitado y pienso que no estoy haciendo lo suficiente, entonces me pongo como castigo a mí misma a hacer encargos y aprovechar ese tiempo. Me ha ido muy bien, porque me ha enseñado que también me he acabado rayando mientras hago encargos y he visto que eso no era real. Otro de los motivos para hacer encargos era que mi obra llegase a más gente, porque me gustaría hacer un ejercicio de apertura. Sin perderme a mí misma, pero sí abrirme un poco al potencial lector, aunque sea solo un poco, que ya sería mucho. No es algo impostado, es que yo también tengo ganas de hacer algo menos trascendental o más divertido, más desenfadado.

¿There’s Nothing There es una miniserie, no?

Sí, son cinco. Y también he hecho otro comic book para Ankama de Francia, y estoy acabando otro de una serie que se llama Spera que publica BOOM! en Estados Unidos, y he ilustrado un libro en RBA. Demasiadas cosas de golpe, me iba viniendo todo e iba diciendo: «Vale, sí» a todo.

¿Y con Norma qué tal?

Muy bien, la verdad es que muy majos, compraron los derechos de Eros/Psique cuando salió en Francia y lo trajeron muy rápido. De hecho, cuando en 2010 salió en Anguleme yo volvía de allí cuando me llamaron y me dijeron «Oye, que hemos comprado los derechos».

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Sobre el cómic erótico, antes tenías autores (todos varones): Milo Manara, Guido Crepax, Horacio Altuna… Y de repente todo eso ha desaparecido, parece que está todo en internet. ¿Qué ha pasado?

A mí me encanta Crepax y también me gusta mucho Manara, sobre todo en blanco y negro. Creo que el erótico ya parece que no tiene sentido porque a lo mejor en internet hay mucho porno normal, no necesitas dibujos.

¿Es posible que el cómic fuera un espacio marginal, donde acababan todas las guarradas posibles, y ahora que ha conseguido cierta respetabilidad todo eso se haya trasladado a internet?

No lo sé, es curioso, y además la gente ahora está muy mojigata. Hay como una doble tendencia de apertura al «todo es posible» y por otro lado de censura rara. A lo mejor ahora se puede volver a aquello, puede tener cierto sentido de nuevo porque la gente está tonta. Durante un tiempo eso ya no era transgresor, pero ahora parece que vuelve a ser transgresor lo que hace veinte años ya no lo era. Yo estoy oyendo todo el rato que ahora se están intentando conseguir cosas que no teníamos y creo que es al revés, estamos diciendo que no se pueden hacer cosas que antes se hacían. El otro día, paseando por el centro, entré en una librería porque vi en el aparador una especie de fanzine erótico viejo pero bien editado, y el tío de la librería me dijo: «Esto antes se hacía, pero ahora no se puede hacer». Hay demasiadas cosas que antes se podían hacer y ahora no. Todos necesitamos que se relaje la gente y que todo el mundo pueda hacer lo que quiera. En los ochenta, cuando se publicaban estas cosas, no había ningún problema y ahora hay mojigatería por todos lados disfrazada de progresismo.

También parece que un solo comentario de alguien aislado puede hacer muchísimo ruido.

En internet dicen: «La gente dice».

«Lo ha dicho uno».

Hostia, que un capullo ha venido y me ha dicho una chorrada, como toda la vida. Es que, a ver: ¿por qué damos voz a quien no debemos?

Se suele acusar de hacer apología.

¿Qué es apología? ¿Que trates un tema es apología? ¿Una película de guerra es apología de la guerra? Hombre, dependerá de la peli, porque puede ser crítica. Pero hay gente que se las tomará todas como una apología porque, claro, salen guerras. O sale maltrato y estás haciendo que haya maltrato. Por ejemplo, hubo mucha polémica por una portada con el Joker cogiendo a un personaje femenino (Batgirl) que estaba llorando, porque se dijo que la estaba agrediendo. Pero bueno, a ver, que es el Joker, que es el malo. No debería existir la censura de una obra artística, es ficción. ¿La gente no sabe reconocer qué es ficción y qué no? Pues deberíamos empezar por aprender las diferencias.

¿Alguna editorial te ha cuestionado algo de tu obra por ser polémico?

No, nada. En Norma me dijeron: «Ah, esta pareja son hermanos, ¿no?», y nada, María con sus cosas. Es un tema bastante interesante, porque la gente se suele creer que hay censura o hay problemas, pero si no te has encontrado con un problema a lo mejor eres tú mismo creyendo que lo va a haber. Y hay gente que se autocensura, que eso también es otro tema. La autocensura es peor, es horrible y ahora hay mucha autocensura porque no quieres que la gente te linche en Twitter. «No voy a decir esto, no voy a decir lo otro, voy a decir solo lo que se lleva esta semana, quedar bien con el tema que toque». Así no vamos bien, es peligroso esto y un poco distópico.

¿Y tú nunca te autocensuras?

Yo no. Intento no hacerlo, en Porcelain no hice lo que quería hacer, pero por miedo mío, porque yo estoy muy encerrada en mí misma realmente. Todo el mundo tenemos miedo y es lo peor, porque es lo que te bloquea, y es inútil, yo intento no tener miedo de hacer lo que de verdad quiero hacer, pero no hago autocensura en esos términos. Además, si me tienen que decir algo, que me lo digan, hablemos. O yo qué sé, se les envía a la mierda y ya está, no tengo problemas.

¿Proyectos futuros?

El próximo cómic que voy a hacer, aparte de There’s Nothing There que sale ahora en Estados Unidos, se llama Loud y estoy muy ilusionada, porque llevo tantos meses sin poder hacer lo mío que creo que va a estar muy bien, estoy muy contenta con esto y tengo muchas ganas, es una obra más desenfadada, de pasármelo bien y un poco gamberra.

Es la de la escena de la discoteca.

Sí, hay trozos donde hay diálogos y otros donde no hay textos porque no se escucha. Y hay cruces de personajes, me gustaría hacerlo como un plano secuencia, pero, claro, es un cómic y ya veremos cómo llevo esto. Es el proyecto más inmediato que tengo, también tengo varias ideas y otras cosas que quiero desarrollar, pero no sé en qué orden voy a hacerlo. Tengo un proyecto sobre un mundo fantástico y la historia es más épica, rara, grande, «el viaje del héroe». Y eso no lo he hecho nunca y creo que me va a llevar un tiempo. Hace mucho que lo estoy escribiendo pero ha mutado, no era tan grande al principio y ahora creo que voy a tardar un poco en poder ponerlo decente, entre medias seguramente haga otras cosas y seguiré compaginando con encargos.

¿Recomendaciones?

De cómics acaba de salir el recopilatorio de Alack Sinner. Precisamente estaba yo como una loca buscando la edición anterior, que es de diez años atrás y ya no sabía dónde encontrarla, estaba mirando en bibliotecas, y esta edición integral ha sido como un regalo para mí. También recomendaría La música de Marie, tenía ganas de que lo sacaran y estuve a punto de comprármelo en otros idiomas más de una vez. Lo leí hace muchos años porque me compré un libro de entrevistas a autores raros de manga y descubrí a Usamaru Furuya ahí. Entonces busqué los scans online, no suelo hacerlo, pero es que no se podía conseguir aquí ni de broma, y me encantó. También es muy buena Las flores del mal, de Shuzo Oshimi, aunque es un poco rara.

¿Y en el cine?

Me gusta mucho Wong Kar-wai. Me gustan muchas cosas, sobre todo autores: Brian De Palma me encanta. Y Park Chan-wook, La doncella (The Handmaiden) es una recomendación total. Yo creo que lo que más me atrae es que se nota una personalidad en ellos, son autores, hacen su obra aunque también hagan encargos. Y una película que vi hace poco, You and the Night (Les rencontres d’après minuit), me pareció un clásico instantáneo. Será de culto, si no lo es ya.

Y, oye, también me gusta el cine comercial más normal, una de mis pelis favoritas de todos los tiempos es Twister, la podría ver mil veces.

Maria Llovet para JD 6

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7 Comentarios

  1. Grandes fotografias, enhorabuena. Y la entrevista da gusto leer los pensamientos de alguien con libertad real de pensamiento y aire fresco ojala todos fueramos valientes para parecernos más.

  2. Gracias por este comentario, ya pensaba yo que todos vivíamos bajo la tiranía del grupo que determina que en las entrevistas lo importante es o lo que se pregunta o lo que se responde. Afortunadamente hemos conseguido huir de la vacuidad de tales conceptos ya en el segundo comentario y nos preparamos para dirigir nuestras vidas hacia un edén que nos ha sido negado hasta ahora basándonos, y ya era hora, en el uso de una lente adolescente que ponga su luz sobre las personas que responden con frases largas.
    Por favor, por su madre, por lo más sagrado, denos, Number One, usted que sabe, una lección sobre en qué cree ese entrevistador basándose en el trozo de mano, muñeca y chupa colgada de una silla que aparecen en la última foto pues ardemos en deseos de su sabiduría.

  3. «Yo estoy oyendo todo el rato que ahora se están intentando conseguir cosas que no teníamos y creo que es al revés, estamos diciendo que no se pueden hacer cosas que antes se hacían. El otro día, paseando por el centro, entré en una librería porque vi en el aparador una especie de fanzine erótico viejo pero bien editado, y el tío de la librería me dijo: «Esto antes se hacía, pero ahora no se puede hacer». Hay demasiadas cosas que antes se podían hacer y ahora no. Todos necesitamos que se relaje la gente y que todo el mundo pueda hacer lo que quiera. En los ochenta, cuando se publicaban estas cosas, no había ningún problema y ahora hay mojigatería por todos lados disfrazada de progresismo».

    En Argentina flota el mismo progresismo falso en el ambiente, hasta es posible sentir como te aprieta el cuello y te palmea las nalgas y se ríe; un progresismo protegido por la nueva censura, la nueva libertad falseada, por los nuevos moralistas que culminan en un orgasmo cuando logran censurar la imaginación a ellos les falta y a otros les sobra.
    Pronto van a convertir el arte en el próximo aburrimiento.

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