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Por qué ser periodista si puedes jugar al póker

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No seas vendedor de coches usados, ni publicitario, evita el periodismo, y, naturalmente, ni se te ocurra basar tus ingresos en el juego. Es el consejo que daría cualquier buen padre a su hija, especialmente si es una doctorada en Psicología por la Universidad de Columbia especializada en Teoría de la Decisión. Sobre todo cuando ya ha logrado ganarse la vida escribiendo en el New Yorker y el New York Times, entre otros periódicos de prestigio. Pero a qué padre se le hubiera ocurrido que la mujer que firmó piezas como «Dentro de la mente del estafador», «Las seis cosas que hacen una historia viral, molesta o asombrosa» o «Cómo Frozen sedujo al mundo entero», acabase sentada a una mesa de póker compitiendo con los mejores del mundo. Ganando un premio de cinco cifras en uno de los campeonatos internacionales más importantes. E invitada a hablar sobre toma de decisiones en el Foro de Davos. Cuando todo comenzó por una simple investigación periodística con la que solo pretendía escribir un libro, El gran farol (The biggest bluff, Penguin Press 2020).

La clave puede estar en lo que le dijo su mentor, Erik Saidel: «Cualquiera que aprenda a pensar bien y trabaje duro puede ganar al póker». Saidel no es cualquiera, tiene sesenta años y abandonó una relativamente exitosa carrera como corredor de bolsa para ganarse la vida en la mesa de juego. Es una rareza dentro del elenco de jugadores, por su edad y porque lleva más de treinta años dedicado a esto. Los viajes continuos, las partidas de diez y doce horas manteniendo la atención acaban machacándote antes de cumplir los cincuenta. Saidel tampoco reside en el «Melrose Place del póker», las Panorama Towers. En este complejo residencial de Las Vegas los grandes campeones de este juego viven como estrellas del rock. Practicando el poliamor y los baños relajantes en jacuzzis colectivos. Pero para Saidel esto es un trabajo, y vuelve a su casa con su familia cuando termina. En parte por eso conectó tan bien con la periodista neoyorquina, aceptando el reto que le planteaba. Enseñarle un juego del que ella ni siquiera sabía el aspecto de sus cartas.

El gran farol son más de ochocientas páginas donde Maria Konnikova nos cuenta su viaje personal desde su primer encuentro con el maestro. Un aprendizaje que comienza por el juego online, continúa por pequeños cafés de Hoboken, Nueva York, en continuo ascenso hasta los grandes casinos de Las Vegas, Bahamas y Macau. Incluso Monte Carlo, donde bromea con su nombre presentándose como 007, primero el apellido. Desenvolviéndose en un mundo casi exclusivamente masculino, donde llegan a pagarse hasta cuarenta mil dólares como depósito de entrada solo por participar. La periodista hizo su gran final con una tasa más modesta, solo mil seiscientos cincuenta dólares, en el PokerStars Caribbenan Adventure, el PCA, donde tras batir a doscientos noventa jugadores se alzó como campeona, embolsándose ochenta y cuatro mil seiscientos dólares. Su primer gran logro, conseguido en 2018, después de un año en el que había conseguido material como para llenar un libro tan largo como El Quijote en edición de bolsillo. Había reflexionado sobre el equilibrio entre suerte y habilidad, ganado amigos, y conocido la cara buena y mala de un mundo poco conocido fuera de su círculo. 

Podría repetirse semejante historia en el mundo actual, definido por el coronavirus. Uno de los párrafos de El gran farol nos da una buena pista:

Los casinos en general, y las mesas de póker en particular, son incubadoras de gérmenes. Probablemente sean peores incluso que una escuela infantil, ya que allí las superficies al menos se desinfectan cuando entra el equipo de limpieza. He tocado fichas que parecen haber estado en uso desde la década de 1970 sin ni siquiera enjuagarlas.

Sumando eso al problema de las aglomeraciones y los espacios cerrados, lo previsible es que los torneos de póker hubieran acabado tan vacíos como los hoteles y complejos de Las Vegas, hoy desiertos. Sin sitio para aspirantes como Konnikova, ni para los profesionales. Pero no solo ha ocurrido lo contrario, sino que además se ha producido un proceso doble en el que los torneos han terminado siendo un motor para la industria de los eSports, y las mesas de póker online un punto de reunión de amigos que no pueden verse por los confinamientos. Fue casual, pero también el resultado de una industria de entretenimiento que llevaba mucho tiempo trabajando en que la experiencia online se pareciese lo más posible a la real. La realidad virtual y sus sistemas más populares, Oculus Rift y HTC Vive, eran y son parte de la oferta habitual. Pero incluso sin estos dispositivos los jugadores pueden sentarse a la mesa de juego, definir su aspecto, vestimenta, peinados y complementos. Beber, fumar y chatear con los amigos en partidas que solo buscan el encuentro amistoso. O reunirse en un casino virtual apostando entre ellos, y con desconocidos. El fenómeno se ha replicado en todo el mundo, también en nuestro país, donde las plataformas que ofrecen juegos de realidad virtual se han convertido en un entretenimiento online más para confinados y no confinados. 

Ni siquiera el mundo profesional y sus grandes torneos se ha detenido. Al contrario, el World Series of Poker 2020, donde los premios alcanzan las seis cifras, no se canceló. Fue trasladado al entorno online con naturalidad, y el espacio de los casinos, sus moquetas y virus fue sustituido por el entorno virtual. Hablamos de millones de dólares en apuestas, una importante repercusión mediática, y más de cien mil jugadores que habitualmente viajan a Las Vegas. También Maria Konnikova. Con su libro ya publicado, y unas buenas ventas del mismo, cualquiera habría pensado que era el momento de retirarse. Además del gran premio, sus ingresos totales por el resto de torneos habían ascendido a trescientos mil dólares. Incluso los líderes de Davos la habían invitado a hablar, y desde luego no le faltarían periódicos donde escribir. Pero seamos honestos, el número de periodistas que pueden ingresar tal cantidad al año pueden contarse con los dedos de una mano. Incluso en Estados Unidos. De todas formas no solo es por dinero. Su continuidad tiene mucho que ver con la modalidad a la que eligió jugar, y a su interpretación intelectual del juego.

Konnikova eligió de todas las variantes del póker el Texas Hold’em, la más popular, en su versión «sin límite», donde se puede apostar la cantidad que se desee. Empleando cualquier cantidad de fichas que tengas sobre la mesa, siempre por encima de la apuesta mínima. Y nunca superior a la cantidad que tengan los jugadores. No fue una elección casual, pues según ella es el modo de juego que más se parece a la vida real, por la libertad de elección que te otorga. Recordemos que todo esto partía de un libro basado en la teoría de la decisión. 

La dificultad del Texas Hold’em estriba en que las cartas que ven todos los jugadores, y que formarán una mano con las dos no visibles que tiene cada jugador, se reparten en tres turnos. Las primeras tres, el flop, al mismo tiempo. Luego el turn, tras la segunda ronda de apuestas. Y finalmente el river, en la última ronda, al cabo de la cual tienes cinco cartas descubiertas en la mesa más dos cartas ocultas en tu mano. Puedes intentar adivinar qué tienen tus oponentes basándote en cómo actúan, pero tendrás que hacerlo a lo largo de ocho, diez o más horas, duración habitual de los torneos con cientos de jugadores. Manteniendo además la concentración y la serenidad a lo largo de una semana, o de meses. Se trata de manejar con habilidad las propias emociones, interpretar la conducta de otras personas, reducir tus pérdidas y maximizar tus ganancias. Un espejo de nuestra vida diaria, especialmente ahora, donde sufrimos la distracción omnipresente de internet y sus ganchos. Erik Saidel le dijo una frase grandilocuente a la autora que refleja cómo ve el mundo un jugador profesional: «Tu libro no va a tratar de cómo jugar al póker, sino de cómo jugar con el mundo».

Porque detrás de toda esta aventura de final inesperado flotaba una pregunta, que la periodista desgrana minuciosamente a lo largo de su libro. ¿Ganar depende de la suerte, de la habilidad, o es una mezcla de ambas? La Konnikova principiante desecha enseguida la idea, común a los que saben de póker lo que han visto en las películas, que todo se base en la intuición. Hoy la estrategia de un jugador profesional tiene más que ver con la persona que hizo posible que existieran los ordenadores y las bombas de hidrógeno, John Von Neuman. También es el padre de la teoría de juegos y de la explicación de la conducta económica basada em ellos. La periodista eligió hacer una investigación sobre este juego porque era muy afín a su propio doctorado. Representa un escenario donde se mezcla la habilidad y al azar, donde la suerte funciona en el corto plazo y la propia capacidad en el largo. Sobre una base matemática tan simple como para ser entendida por un niño de seis años, se juega en base a la interacción humana, la psicología y cuantos engaños puedan hacerte ganar ventaja sobre los demás. ¿Es esto la vida misma? O como ella lo resume, «en el juego del póker eres un detective y un narrador, debes averiguar qué significan las acciones de tu oponente y, a veces, lo que es más importante, qué no significan». En apariencia, eso solo puede conseguirse con una interacción en directo. Pero los torneos se han jugado este año sin que sus grandes campeones hayan variado mucho, lo que significa que la tecnología facilita esta práctica tanto como la otra ocupación predominante online, el teletrabajo.

Pero y qué hay del daño a la propia reputación que supone dedicarse a ser jugadora. Incluso después de haber hablado en Davos, y explicar a su baba rusa, su abuela, que periodismo y juego no son incompatibles, nadie en la familia de Kunnikova quedó demasiado convencido. Ella es ahora una estrella más fichada por PokerStar, quizá una estrella en ascenso. ¿Una estrella del mal? La periodista defiende que ambos oficios no son incompatibles, y que el juego no es tan diferente de las inversiones. «Juzgamos al jugador de póker por apostar; respetamos al corredor de bolsa por hacer lo mismo con mucha menos información». Quizá nuestro propio filtro de la realidad haga que no respetemos a ninguno de los dos. Aunque dado su oficio no importa demasiado. Al fin y al cabo el periodismo tampoco tiene mejor fama. 

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2 Comentarios

  1. ¿Cuantos artículos van ya de promoción «encubierta», por decir algo, tan poco sutil de casas de apuestas online?
    Al menos en el resto de publiárticulos tenéis la decencia de poner al principio «Jotdown para Ferreterías Peláez».

  2. Johnny Chan

    Es Erik Seidel. S E I D E L.

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