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Cómo ser un criptolai de éxito

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Imagen: CC.

Martes, 21 de junio de 2022, Nueva York. Una cola gigantesca y serpenteante de gente se extiende a lo largo de varios cientos de metros en dirección al Palladium Times Square, en la esquina de Broadway con la 44. En el interior de dicho recinto se celebra la NFT.NYC 2022, el mayor evento sobre non-fungible tokens del mundo. Tres días de conferencias y actividades en torno al universo de los criptoactivos, unas jornadas orquestadas por la empresa Doodles, dedicada a la creación de dibujos NFT. En el exterior del teatro, los asistentes aguardan sonrientes durante la hora de espera necesaria para acceder a ese Edén de fanáticos del mundo cripto. Todos los que hacen cola son jóvenes, modernos, bien vestidos y con aspecto de poseer esa actitud emprendedora tan valiente que te hace creer que los pantalones de pitillo aún no están pasados de moda.

Entretanto, en los quioscos, las principales páginas sobre economía y negocios anuncian que el mercado de las criptomonedas acaba de recibir la hostia de su vida y camina con la misma elegancia que una jirafa recién nacida. Pero ese tipo de minucias bursátiles no empañan las miradas de ilusión de los zagales y zagalas que asisten a la NFT tras realizar un curso de trading. NYC. Algunos confiesan que han perdido cantidades de cinco cifras en las últimas horas y que eso no les impide continuar abrazando la esperanza. En los pabellones de la feria se comunica por megafonía a los asistentes que Pharrell Williams es el nuevo embajador oficial de Doodles y se anuncia una actuación sorpresa de The Chainsmokers. Pero nadie le hace ni puto caso al dúo electrónico neoyorquino, porque todos están muy ocupados pensando en monos fumando porros.

Los mortales tienden a envidiar el talante gallardo y resuelto que resplandecía en las auras de aquellos visitantes a la criptocelebración del Palladium. Pero si por algo ha destacado siempre la comunidad cripto es por su desinteresada hospitalidad con quienes desean convertirse a su credo. Y por eso mismo, lo que se ofrece a continuación es una valiosa y detallada guía titulada «Cómo ser un criptoinversor de éxito» (título provisional que podría estar sujeto a cambios de última hora) donde se exponen las principales claves para triunfar en el mundo, complejo pero fructífero, de la criptoeconomía.

1.1 Blockchain, el futuro

La blockchain es una tecnología asombrosa y fascinante que los alienígenas cedieron a la humanidad en 2008. En realidad, esta última afirmación no es del todo cierta. Porque, aunque la fecha es correcta, el principal responsable de programar los andamios de la blockchain fue un ingeniero japonés, una estirpe que tampoco anda muy alejada de los extraterrestres, llamado Satoshi Nakamoto. Para ser sinceros, este último dato tampoco es del todo veraz. Porque, aunque Nakamoto aseguraba ser un varón de casi cuarenta tacos que residía en Japón, el überfamoso programador y visionario nunca se ha dejado ver en público y siempre ha interactuado con otra gente a través de internet: comunicándose mediante un inglés sospechosamente pulido, repleto de expresiones típicas de islas británicas, y publicando en la red sus divagaciones durante momentos del día que no se correspondían con los del horario habitual de alguien que no fuera un vampiro y estuviese alojado en Japón. A día de hoy, está más o menos asumido que Satoshi Nakamoto es el seudónimo utilizado como tapadera por uno o varios desarrolladores europeos o norteamericanos. Pero resulta feo ponerse a elucubrar sobre la vida privada de los demás y, con la estupenda confianza que otorga una tecnología revolucionaria facturada por alguien con careta, vamos a concentrarnos en entender, a fondo y con todo detalle, cómo funciona y qué es exactamente una blockchain.

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Una blockchain o cadena de bloques es una base de datos distribuida, descentralizada y segura controlada por una red peer-to-peer donde se registran transacciones (representadas como bloques que contienen funciones hash criptográficas) que solo pueden ser validadas si una serie de ordenadores (representados como nodos) trabajan coordinándose en equipo, utilizando cantidades absurdas de electricidad en el proceso. Una blockchain conforma así un registro inalterable de todo el historial de transacciones realizadas sobre algo, y vendría a ser como un ticket virtual de compra gordo que no puede modificarse.

Pero basta ya de tecnicismos complejos que solo significan algo para los científicos de bata blanca y pelo gracioso. Lo único que realmente nos interesa es que la blockchain es una tecnología revolucionaria y la hostia en soneto, un invento que nos permite a los emprendedores amasar billetes hasta con los pies. Entender cómo funciona es opcional y poco aconsejable, porque nos hace perder un tiempo valioso y estamos aquí para ganar pasta y poder fardar de ello. Yo he ganado muchísimo dinero con estas criptomovidas sin acabar de entender de todo ese galimatías que es la blockchain. De hecho, escribo estas mismas líneas vistiendo esmoquin y chistera desde un helicóptero, contemplando a vista de pájaro mi isla privada, porque me gusta pensar que los miembros del servicio son hormiguitas que puedo aplastar entre el índice y el pulgar.

El verdadero criptoemprendedor tiene muy claro que ante la pregunta de qué coño es una blockchain solo existe una única respuesta: es el futuro, tu futuro. El buen criptoemprendedor también sabe que en este mercado no hay tiempo para explicaciones. Y por eso mismo, cuando los incrédulos insisten en conocer los entresijos de la tecnología, el criptobro utiliza un comodín imbatible: invitar a todos esos pardillos a googlear, hacerlos conscientes de su propia ineptitud disparando sobre ellos la frase «Investiga por tu cuenta, está todo en internet». Las fuentes llegaran luego si eso, cuando haya que decorar los jardines de la mansión.

La blockchain se desarrolló inicialmente para controlar las transacciones de bitcoin, una moneda virtual ideada por nuestro (abrimos comillas) ingeniero japonés (cerramos comillas) favorito: Satoshi Nakamoto. El bitcoin es un tipo de divisa intangible, descentralizada y sin supervisión paterna de ningún tipo que altruistamente pretende acabar con la hegemonía de los bancos y el pérfido dinero físico. Es el puto futuro. Un futuro del que puedes formar parte invirtiendo toda la pasta que tengas a mano en la compra de bitcoins. Por ahora, estas monedas etéreas sirven para poca cosa más que para ser compradas y vendidas, pero todo llegará. Entender los detalles específicos del mercado bitcoin, y de todas las otras criptodivisas creadas a su vera, es sencillísimo: investiga por tu cuenta, está todo en internet.

1.2 Googlea

Internet, o la biblioteca de Alejandría moderna si la biblioteca de Alejandría hubiese erigido dos edificios adyacentes dedicados en exclusiva al porno y a los gatitos descoyuntándose al calcular mal un brinco. Un manantial de sabiduría que alberga todo el conocimiento humano, la única fuente de información fiable para eruditos como Miguel Bosé o Victoria Abril, y la principal referencia de calidad a la hora de ilustrarse en el mundo cripto.

Una rápida consulta en Google del término bitcoin arrojará sobre el regazo de los curiosos decenas de valiosas páginas, nada sospechosas pese a su origen incierto, encabezando los principales resultados de la búsqueda y encumbrando las virtudes de la moneda de fantasía. Webs objetivas sin malicia alguna que fortalecen la idea de que las carreras universitarias de economía, o la formación bursátil reglada, son itinerarios innecesarios y engorrosos. En este mundo salvaje de las grandes inversiones siempre es mucho mejor dejarse aconsejar por páginas ignotas que lucen dominios como elbitcoineslapollaconcebolla punto com. O, en su defecto, tomar nota de todas las recomendaciones financieras ofrecidas por youtubers que se sientan ante el pc en la silla de un coche de rally y frente a una muralla de Funkos sin desembalar. Si esa gente tiene huevos para presentarse así en sociedad, está claro que saben lo que hacen con sus vidas.

2.1 Art Attack

El criptobroker inteligente comprende que tras invertir en bitcoin llega la hora de jugar duro: el momento de colocarse un par de ojos rojos centelleantes sobre su foto de perfil en redes sociales. Puede parecer un apaño photoshopero que no se atrevería a lucir ni el preadolescente más flipado en la época del MSM Messenger, pero en realidad se trata de una sincera declaración de intenciones. Un símbolo de estatus, un uniforme para identificar a iguales, la confirmación de que tras esa mirada seductora de semáforo se esconde el corazón de un ganador. Es posible que el ignorante pueblo llano solo vea a un gilipollas estampándose con orgullo el filtro de Snapchat más cochambroso posible. Pero eso es porque no han googleado lo suficiente.

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2.2 Art Attack aplicado a empresas

El bitcoin no lo necesitaba, pero ha construido su imaginario popular a base de creativas estampas  infográficas de refinado y exquisito gusto. Imágenes donde la criptodivisa es modelada, en gloriosas tres dimensiones, como una moneda dorada resplandeciente que surca el espacio, corona podios, se apila victoriosa, viaja propulsada en jet pack, vive rodeada de gráficos y numeritos, es alzada por manos seguras que lucen gemelos caros, camina de la mano de Tony Stark o desciende de los cielos al son de las trompetas angelicales de los querubines que anuncian su venida. Estampas que en algún momento alguien considero necesario elaborar para ilustrar los artículos sobre criptodivisas porque cascar la foto de un japonés que no es japonés por alguna razón no lucía tanto. En el fondo, nada tranquiliza más a una mente sana que contemplar la representación física de aquella moneda virtual en la que ha invertido todos sus ahorros. Eso y las gráficas de fantasía.

3.1 Gráficas y visualización creativa

Las gráficas de valores, la representación de los datos de manera visual para facilitar su comprensión, es uno de los terrenos en los que el bitcoin ha propiciado las mayores innovaciones. Hasta la llegada de las criptodivisas, las gráficas financieras resultaban sistemas sencillos con los que ponderar beneficios o pérdidas. Pero los criptocreyentes han reinventado el juego al descubrir informaciones ocultas detrás de las montañas escarpadas de vectores, al añadir nuevas capas a esas montañas rusas de datos. Porque ellos ha sido capaces de convertir cualquier análisis en una tómbola cuántica, una que a menudo otorga la errónea impresión de que el feriante al mando reparte las muñecas chochonas como le sale de los cojones.

Ante una gráfica común, los ojos inexpertos tan solo son capaces de observar escaladas o descalabros. Pero la mirada entrenada de un criptobroker puede ver más allá y descubrir en dichas representaciones gráficas unos patrones y mensajes secretos sobre el futuro, datos que sorprendentemente siempre señalan hacía una tendencia alcista aunque la curva del dibujo se encuentre haciendo turismo por el subsuelo. Se trata de informaciones que los gurús de lo cripto extraen realizando trazos arcanos sobre los esquemas, uniendo cimas y simas con líneas rectas, aludiendo a pautas cíclicas fantásticas, a estructuras de nombre exóticos como «hombro-cabeza-hombro», y extrayendo finalmente conclusiones de difusa, pero optimista, base estadística.

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Arriba: gráfica del valor del bitcoin tal y como la percibe un ser humano normal y corriente. Abajo: gráfica del valor del bitcoin tal y como la interpreta la sabía mirada del criptoanalista erudito.

Los mejores criptoanalistas del medio son capaces de ir incluso más lejos, y trascender las propias matemáticas utilizando escalas creativas que retuercen y estiran nuestra anquilosada percepción de los números. Os animamos a que contempléis esta inocente gráfica sobre el valor actual del bitcoin y observéis si ocurre algo raro con los números del eje vertical. Sí, parece una escala logarítmica que por alguna razón se intenta hacer pasar por una escala lineal-lineal en el discurso. La valentía de este tipo de comunicación ambigua es realmente algo mágico, y es maravilloso que podamos ser ser testigos de ella.

4.0 La palabra que empieza por «E»

La palabra que empieza por «E» no tiene lugar en el mundo cripto. Está fa-bulosamente demostrado que el universo bitcoin es transparente y está libre de toda sospecha. Las comparativas con ingeniosas tretas que implican a Lina Morgan arrojando estampitas por la calle, estructuras egipcias o esquemas fraudulentos con apellidos italianos son totalmente injustas porque no tienen base alguna.

El 28 de octubre de 2022, la plataforma de intercambio de criptodivisas Gate.io enseñó sus cuentas al público para demostrar que disponían de liquidez. Poco después, los usuarios descubrieron que, antes de airear sus ahorros, los chavales de Gate habían recibido una generosa transferencia de la empresa Crypto.com, otra popular plataforma de chanchullos con monedas virtuales. La transacción consistió en un conveniente chute de trescientos veinte mil ethereum, una conocida criptomoneda, equivalentes a más de cuatrocientos millones de dólares. En apariencia, aquel trasvase de panoja parecía una pérfida treta para que Gate.io pudiese mostrar unas cuentas artificialmente infladas sin que a los inversores les diese un jamacuco de los gordos. Pero el mandamás de Crypto no tardó en abordar el asunto y explicar que en realidad habían enviado por error todo aquel dinero y que los de Gate ya se lo habían devuelto en silencio por debajo de la mesa. Porque es lo que suele pasar con cuatrocientos y pico millones de dólares, a veces no sabes dónde los has puesto o no compruebas con atención a quien se los estás enviando. ¿Veis? Todo tiene siempre una explicación coherente.

5.1 NFT

NFT son las siglas de Tokens No Fungibles. O de Todo lo que No puedes Frungir. Los NFTs podrían ser cualquier tipo de elemento imaginable, pero destacan más por lo que no son: reales. Como las criptodivisas en general o los escrúpulos de la gente al mando de plataformas de intercambio de criptodivisas en particular. Y eso es un alivio, porque menos bienes tangibles siempre suponen menos problemas a la vista. Por resumir pintando con brocha gorda: los NFTs representan objetos virtuales únicos, escasos, indivisibles y transferibles que cualquiera puede poseer, dentro de la pantalla de su ordenador.

Un NFT en realidad no es el objeto en sí, sino algo mucho más gracioso: una cadena de texto encriptado que indica que el objeto (virtual) pertenece a quien conserva dicho recibo a mano. Algo en absoluto similar a aquellos papeles que aseguraban que el portador era propietario de una porción de superficie lunar. Concretamente, los NFTs son cadenas de texto que para validarse tiran de blockchain, utilizando durante cada comprobación rutinaria una cantidad de energía similar a la que necesita un país pequeño para afrontar la jornada sin convertirse en un escenario de Mad Max. O una muestra de poderío computacional que evidencia la fortaleza de toda la tecnología implicada. Los NFTs también han supuesto una revolución asombrosa para el mundo del arte, el de los videojuegos y el de las aplicaciones prácticas.

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5.2 Arte

Los NFT han revolucionado el mundo del arte moderno presentándose como una herramienta fiable con la que comerciar no ya con piezas artísticas en sí, sino con esos recibos virtuales que aseguran de verdad de la buena que alguien es el único propietario de un jpg alojado en un servidor en algún sótano oscuro de Maracaibo. Se trata de un sistema que no impide que terceros realicen copias de la obra adquirida, pero que proporciona la tranquilidad espiritual de saber que  dicho arte tiene un padre que lo aprecia, y que lo venderá al mejor postor cuando se presente la ocasión.

Porque es de pasta de lo que estamos hablando. La aparición de los NFTs ha permitido que los artistas comiencen a ganar dinero con sus obras en internet, algo que hasta entonces nunca había sucedido antes. Y lo maravilloso es que cualquier cosa puede ser convertida en NFT: un gif cochambroso, una ilustración, una canción, un vídeo de la primera comunión o un esputo escaneado. Esto ha provocado que numerosas compañías preocupadísimas por el futuro del arte hayan ideado un método exquisito para producirlo a cholón: programas informáticos que fabrican miles de ilustraciones diferentes a base de ensamblar de manera aleatoria los elementos que las componen.

La empresa Bored Ape Yatch Club descubrió una mina de diamantes al vender con muchísimo éxito cada una de las imágenes que componían sus colecciones de monos, dibujos espantosos elaborados aleatoriamente con un esfuerzo mínimo y un morro máximo. CryptoPunks es otro emporio construido a base de vender monigotes tan perezosos en su diseño como para no pasar el corte ni como gráficos de videojuego ochentero. La compañía Doodles que costeaba aquella farra en el Palladium Times Square neoyorquino se dedica a hacer exactamente lo mismo que los iluminados de los simios y los punkis mierder: dibujillos en tonos pastel que se anuncian pintados a mano, pero que en realidad son combinaciones programadas de garabatos previos.

También existen artistas consagrados que se han lanzado a comercializar con su obra empaquetándola como NFTs, claro. Aunque lo cierto es que los precios que alcanzan sus piezas caminan a años luz de los productos prefabricados por empresas como Bored Ape Yatch Club. Al mismo tiempo, creadores alarmistas como el ilustrador Simon Stålenhag se han cansado de denunciar públicamente cómo otros estaban vendiendo sin su permiso NFTs de su obra, insinuando que este mercado está regulado con lo que viene a ser el esfínter. Pero este tipo de supuestos robos son casos poco representativos del sano ecosistema NFTs.

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Los más agoreros cuestionan que todas esas fabulosas ilustraciones de monos y jetas pixeladas facturadas a granel puedan categorizarse como arte, pero en el fondo ¿qué es el arte? ¿Eh? El arte es algo subjetivo, eso lo sabe todo el mundo. Porque estamos hablando de un medio donde Jackson Pollock elaboraba sus cuadros escupiendo chorretones de pintura sobre el lienzo, donde una obra de Piet Mondrian estuvo colgada del revés durante más de setenta años en las paredes de los museos sin que nadie se diese cuenta, y donde hay gente como Picasso que no dibuja mejor que tu sobrino de cinco años. El pequeño, ínfimo y minúsculo detalle de que detrás de las obras pintarrajeadas por los de Bored Ape Yatch Club, Doodles o 8bit Punks se encuentre un ordenador sin alma barajando garabatos, en lugar de un artista con una visión creativa, es lo de menos. En serio.

Y aquí es donde reside el gran secreto de los NFTs del mundo del arte: aquel que invierte en criptoarte es tan avispado como para no estar interesado en el arte, sino en lo cripto. Aquí nadie se preocupa realmente a dar de comer a los artistas, esos seres de moral disoluta. Por eso todos y cada uno de los NFTs producidos en cadena son más feos que la foto del DNI de un pez gota. Porque cuando has hipotecado tu vida para comprar una etiqueta que asegura que un mono cowboy con un porro en la boca es tuyo, lo normal es lucir en público a la simiesca criatura, admirarla en voz alta sin que se note demasiado la sonrisa nerviosa, y esperar a que alguien se ofrezca a pagarte más de lo que tú has pagado por tomarla en adopción. Algo que tarde o temprano siempre ocurre.

5.3 Videojuegos

Los NFTs también han entrado por la puerta grande del universo videolúdico, innovándolo en numerosos aspectos. En dos, concretamente. Por un lado han permitido la introducción en los videojuegos de objetos NFT, cachivaches virtuales exclusivos que uno puede poseer previo pago. Accesorios como, por ejemplo, vestimentas y complementos para engalanar al personaje principal, elementos que, atención, en el futuro uno podría reutilizar en otro juego distinto a aquel en donde los ha comprado inicialmente. Algo que con la tecnología actual de los mortales se antojaba inimaginable, casi cercano a la ciencia ficción.

Ciertas empresas cobardes como GSC Game World (S.T.A.L..K.E.R.) o Team17 (Worms) han anunciado contenido NFT en sus juegos para poco después, y tras recibir palos del público, recular y cancelarlo todo. En cambio, otras mucho más visionarias como Ubisoft se han atrevido a lanzar colecciones de accesorios virtuales tan sorprendentes como cascos y ropajes para el juego Tom Clancy’s Ghost Recon Breakpoint con diminutos números de serie exclusivos tallados en ellos. El futuro.

Por otra parte, los NFT también han revolucionado los videojuegos provocando la creación de un nuevo género: el juego NFT. Aquel que no está diseñado para que uno se divierta jugando durante horas, sino para invertir horas en él y ganar a cambio NFTs con los que especular en el mercado, lo que se ha denominado como play-to-earn. El vanguardista concepto de los juegos que no han sido creados para jugar. Que dichos entretenimientos tengan aspecto de haber sido programados por monos picando código a cabezazos, posean la pinta de los juegos para móviles de hace un porrón de años, que sus vídeos de presentación estén fabricados con los assets que trae de serie el Unreal Engine, o que den tantas ganas de jugar a ellos como de experimentar un enema de alquitrán, son nimiedades que no empañan lo fantástico de su existencia.

A principios de 2022, un grupo de aguerridos desarrolladores presentaron en sociedad, y «tras meses de duro trabajo», un videojuego bautizado Pixelmon. Una aventura que pretendía plantar cara a Pokémon  y presumía de ser «el juego más grande y de mayor calidad que el universo NFT haya visto jamás». Aquel proyecto de metaverso innovador venía de mano de un vídeo y una demo a modo de adelanto y lucía este aspecto preliminar:

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Pixelmon.

Los creadores de Pixelmon lanzaron poco después una subasta pública de NFTs del juego para costear su financiación total. Y fue un éxito tremendo: en cuestión de minutos recaudaron entre los criptocreyentes unos setenta millones de dólares, en criptodivisas, con los que costear holgadamente su Behemot lúdico. Semanas después aquellos que habían aflojado la cartera, comenzaron a recibir sus recompensas en forma de criaturillas NFTs del mundo Pixelmon. Concretamente, recibieron bestiezuelas de aspecto hiperrealista como éstas:

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Pixelmojón.

Contra todo pronóstico, hubo ciertas quejas. Los que apoyaron monetariamente el producto andaban inexplicablemente mosqueados con el resultado, sin entender que el arte es subjetivo, y no veían con ojos limpios la decisión de los desarrolladores de contratar a artistas freelance externos para diseñar todas aquellas bellezas, o que los creadores del juego hubiesen fundido parte del presupuesto comprando otros NFTs populares para consumo propio. Desde entonces, Pixelmon ha intentado enmendar su imagen pública rediseñando el producto para darle un nuevo aspecto que demuestre lo bien que se está invirtiendo su desmesurado presupuesto de gran superproducción. Y así brillan sus adelantos actualmente, luciendo todos y cada uno de los setenta millones invertidos.

5.4 Otras aplicaciones

A grandes rasgos las aplicaciones de los NFT son infinitas en cualquier ámbito. Por ejemplo: es posible adquirir un NFT que nos permita acceder a un concierto y después, con ese mismo NFT, a una fiesta VIP exclusiva. Suena a brujería, a concepto marciano que transciende la propia idea de una entrada de eventos normal y corriente. Pero es totalmente real.

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6.6.6. No te panikees

El 3 de enero de 2009, nuestro japonés fake más especial, Satoshi Nakamoto, minó el bloque Génesis, conocido como #0, la semilla de lo que sería el bitcoin. Seis días después, el mismo caballero minó el bloque #1, el primero con el que, por cosas de la misteriosa ciencia informática, se podía comerciar realmente. El bitcoin acababa de nacer y aún calzaba pañales, pero con los años incrementaría su valor.

Los entusiastas del bitcoin sabemos que su hábitat es un mercado salvaje, repleto de escualos y de emociones fuertes. En 2011, el valor del bitcoin experimento un subidón bien guapo (de un dólar hasta los treinta y dos por cada bitcoin) antes de descalabrarse hasta los 0,01 dólares por moneda. En 2013, el bitcoin se cotizaba a mil dólares cuando decidió deslizarse por una cuesta abajo durante dos años hasta aterrizar en los ciento setenta dólares por bitcoin. A finales del 2017, la criptomoneda fardaba de venderse a 20 000 pavos, pero durante los doce meses posteriores se desplomó hasta los 3200 en lo que se denominó un hermoso «criptoinvierno». En 2021, el bitcoin experimentó otro sopapo al descender desde los 63 000 dólares hasta los 20 000.

Pero estos derrumbes no tenían nada que ver con la fortaleza y fiabilidad de los criptoactivos, porque fueron causados por consecuencias externas ajenas a la fortaleza de la divisa: el robo de millones de dólares en criptomonedas por culpa de sistemas poco seguros, las restricciones de ciertos mercados o las quejas sin fundamento empecinadas en asegurar que lo de fundir burradas de energía para estas timbas a lo mejor no era muy ecológico. Los cerebros más familiarizados con las matemáticas complejas se habrán dado cuenta de que en todas estas crisis de valores (económicos) existe un dato muy importante a tener en cuenta: a pesar de sus subidas y bajadas, el bitcoin siempre se ha recuperado y ha terminado aumentando su valor. Y como es lógico, esto solo puede significar que el mismo patrón seguirá repitiéndose eternamente.

En mayo de 2022, una stablecoin1 llamada TerraUSD (elegida como una de las diez criptodivisas más valiosas) y su moneda hermana, Luna, se fueron al carajo por completo de la noche a la mañana. Como consecuencia de ello, el valor del bitcoin, que en marzo caminaba por los 47 000 dólares, se desplomó un 30 %. En junio, la compañía de préstamo de finanzas descentralizadas Celsius Network congeló todas sus criptotransacciones antes de declararse en bancarrota y el pánico general derrumbó el valor del bitcoin en un 39 %, hasta besar cifras por debajo de los 20 000 dólares. En noviembre de 2022, la compañía de intercambio de criptomonedas FTX, que llegó a ser el tercer mercado de criptomonedas más grande el mundo, se arruinó mientras su CEO, un simpático emprendedor llamado Sam Bankman-Fried al que la prensa apodaba «el Robin Hood de las criptos», pedía perdón en público y se fugaba de puntillas por la puerta de atrás. El mercado de NFTs de monos y punkis pixelados, tras experimentar un boom desmesurado de compradores durante 2021, ha perdido más de un 50 % de su valor en los últimos meses. En Ubisoft, se han comido sus cascos esxclusivos del Tom Clancy’s Ghost Recon Breakpoint con patatas porque no los compra ni Dios y los que trastean con ellos parece que están blanqueando dinero.

Pero todo esto es una buena señal. Porque significa que el mercado se está saneando. Los verdaderos critoemprendedores entienden que cuando la moneda imaginaria incrementa su valor es porque todo está yendo según el plan establecido. Y también que si su cotización se desploma es porque todo está yendo según el plan establecido. Aquí no hay margen de error, solo gente errada que no ha invertido todavía en bitcoins. ¿Cómo puede no ser fiable un mercado en el que aquellos que invirtieron en bitcoin en 2017 y lo vendieron todo en 2021 ahora pilotan Ferraris? ¿Cómo no entregarse a una moneda cuyo precio depende de lo que tuitee durante la merienda un hombre tan cabal como Elon Musk? ¿Cómo pueden estar equivocados youtubers que se han arriesgado a enajenar a sus espectadores prepúberes al intentar venderles animaciones NFTs protagonizadas por personajes de sus libros infantiles?

Un mundo cuya máxima es HODL! a muerte no puede ser algo nocivo. El inversor visionario sabe que cuando la moneda virtual se arrastra por el fango es el momento de chillarle al mundo que debería comprar todas las sacas de bitcoins que le permitan sus ahorros, porque si está a buen precio es que el subidón es inminente. El verdadero criptolai es el único ser que tiene derecho a fardar de yate y reírse de los escépticos del bitcoin espetando «disfruta de ser pobre», para después reclamar respeto y empatía cuando lo pierde todo durante un criptocrash y la gente hace bromas a su costa. Una criatura superior.


Notas

(1) El concepto de stablecoin es bien sencillo de entender: investiga por tu cuenta, está todo en internet.

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15 Comentarios

  1. Qué descojono ¡¡¡¡¡

    Por cierto, en algún momento te preguntas qué es el arte.
    Mi padre decía que el arte es quedarte frío en el cuarto de baño.

  2. Libre financieramente

    Que fastidio tiene que ser que otros se forren con algo que tú no crees. Por que creer en dios, bueno, cada quien que crea lo que quiera, pero en este caso, que el que creas que está equivocado tenga la vida solucionada y tu creyendo lo contrario tengas que madrugar, tiene que escocer lo suficiente como para escribir artículos como este… Te compadezco, preferiría ser alguien que no conoce bitcoin y ya

    • ¿Y qué haces tú en esta web en lugar de estar con tu yate mientras te forras con tu granja de criptomonedas?

      • Precisamente por todo el dinero que ha ganado con las cryptos, ahora se puede pasar el día rastrenado internet para comentar noticias que ataquen el origen de su fortuna mientras conduce un Ferrari, por la cubierta de un portaaviones que navega por el soleado mar caribe mientras una legión de supermodelos con escasa ropa aplauden y festejan cada acrobacia que realiza.

    • Brown Dwarft

      Has probado la satisfacción de madrugar, estudiar una carrera científica para entender lo que es un número primo, el cálculo infinitesimal o una función de onda? O pasar por la facultad de medicina para aprender bioestadística y anatomía patológica?, o magisterio? o un oficio de los muchos que hay?. Eso te permitiria hacer proyectos de I+D para crear productos o servicios útiles y dar trabajo a ti y a un puñado de compañeros. Enseñar pensamiento crítico a tus alumnos de 10 años. O incluso quien sabe, salvar alguna vida. Altruismo, solidaridad, satisfacción por el trabajo bien realizado, amor por el conocimiento…
      El verdero problema no es esta tecnología, a la que sin duda se le encontrará verdadera utilidad, el problema se encuentra en el tipo de individuo que está atrae, incapaces de rascar más allá de la superficie. Por cierto, se puede alcanzar

  3. Qué el target principal de este mercado sean jóvenes varones en edad de fardar ya debería mosquear a tanto listo.

  4. Jose Antonio Fernández

    «Cada minuto nace un primo» Mark Twain.

  5. Muy buen artículo, me he reído mucho!
    Mi granito de arena, creo que el «blockchain» puede ser muy útil en todo tipo de contratos compra-venta (cada bloque representa una transacción) de objetos reales (una casa, un coche…) o para controlar presupuestos públicos (cada bloque representa una adjudicación), etc. Lo de los NTFs o las criptomonedas…no lo veo, demasiado volátil para mi gusto. Debe ser la edad.

    Por último un pequeñísimo apunte, «y donde hay gente como Picasso que no dibuja mejor que tu sobrino de cinco años»,..en serio? Entiendo lo que quiere decir, pero creo que hay mejores ejemplos. Picasso pintaba de escándalo. Le dejo un par de ejemplos:
    Una serie de auto-retratos durante su vida, donde se ve la evolución de su visión como pintor. Ojo a los primeros años y la edad a la que los pintó. https://www.openculture.com/2017/08/14-self-portraits-show-the-evolution-of-pablo-picassos-style.html
    Otro ejemplo, obras de sus primeros años, https://www.nga.gov/features/slideshows/picasso-the-early-years.html

  6. A ver, invertir en criptomonedas no es diferente a invertir en la bolsa tradicional, que también tiene muchísimo de esquema de Ponzi. Si compras cuando está barato y vendes cuando está caro, pues ganas dinero. Punto.

    Obviamente el bitcoin es extremadamente volátil, como algo que está hecho de puro humo, pero eso es lo que hace las posibles ganancias atractivas. Si la deuda venezolana paga muchos más intereses que la alemana es porque hay mucho más riesgo en invertir en Venezuela que en Alemania… pero también más a ganar (o a perder). Y la comparativa con el mercado del arte me parece acertadísima, más allá de que Picasso, igual que todos los grandes artistas, sabía pintar magistralmente. Si uno acaba pintando rayitas o puntitos o mierdecitas en un cuadro es porque pintar como el Greco, Velázquez o Rubens ya se ha hecho, y no tiene mercado. Por eso mismo los músicos modernos componen hip-hop o reggeaton, pero no twist o polka. Pero el 90% de la gente que compra arte lo hace para revenderlo más caro a otra gente con aún menos idea de arte que ellos. Y lo que es peor, les funciona.

    • Jose Antonio Fernández

      Pero en la bolsa tradicional cotizan empresas que han emitido acciones respaldadas por un patrimonio reflejado en unas cuentas auditadas por organismos independientes, que (en teoría, pero normalmente en la práctica) dan fe de la solvencia de esas empresas. Así, el inversor puede juzgar con una cierta objetividad donde pone su dinero. En las criptomonedas eso no existe.

      • Puesto que la cotización de cualquier empresa en bolsa es varias órdenes de magnitud superior al valor real del patrimonio que se puede liquidar, cuando una empresa quiebra el valor de sus acciones cae a cero casi instantáneamente. La señora aquella que se quejaba en una sucursal del Popular que había perdido de la noche a la mañana un millón de euros en acciones que le dejó su difunto marido no creo que aprecie mucho la supuesta mayor solidez de esas empresas que cotizan en bolsa, especialmente porque en muchos casos una de las primeras acciones que se toman cuando una empresa empieza a ir mal es iniciar la «contabilidad creativa» y falsear las cuentas de la empresa, con lo que en muchos casos, o el inversor cuenta con información interna de primera mano o la hostia te la llevas sin saber de dónde ha venido.

  7. Es tan difuso el tema cripto que cada ponzi ahora se escuda en ello. «No es estafa, es treidinc (sic) de criptomonedas»

    «Allá tú si quieres seguir siendo esclavo del sistema»

    Googleen por IM Mastery, Generación Zoe, OmegaPro y IXInversors, estafas que están asolando hispanoamérica.

  8. Pingback: El patrocinio deportivo después de la debacle de las criptomonedas - Revista Mercurio

  9. Pingback: Este libro te cambiará la vida y otras exageraciones de la autoayuda editorial - Jot Down Cultural Magazine

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