Cine y TV

Paseo marítimo de Málaga. Exterior, atardecer

Paseo marítimo málaga
Antonio Banderas recibe la Biznaga de Oro del Festival de Málaga en 2017. Fotografía: Getty.

Este artículo está disponible en la revista Jot Down Places.

Noomi Rapace hace de Lisbeth Salander y va junto a Mikael Nyqvist, que hace de Mikael Blomkvist. Los dos caminan por el paseo marítimo de Málaga. Se está rodando la película basada en la novela Los hombres que no amaban a las mujeres, primera entrega de la exitosa serie Millenium, del escritor Stieg Larsson. En la ficción, la película se desarrolla en las islas Caimán, pero esto no es George Town, es Málaga. Los que han visto la película no notan el cambiazo, y es que damos el pego muy bien, porque tenemos un maravilloso clima, buenas localizaciones y mejores comunicaciones. Todo tiene sentido.

Además, aprovechando que la ciudad organiza un magnífico festival de cine español (solo podemos felicitarnos por su existencia), que ha dado a conocer Málaga y ha descubierto su potencial como centro de cine. Yo esto lo sé bien porque he colaborado durante un montón de años en el festival y aún sigo haciéndolo.

El Festival de Cine de Málaga empezó en 1998 bajo el mandato de quien era en aquel momento alcaldesa, Celia Villalobos, que confió a Salomón Castiel la idea de crear un evento cinematográfico dedicado exclusivamente al cine español, a lo que por cierto ahora tantos festivales de cine se están reconvirtiendo en España, sea el caso de los de Valladolid, San Sebastián o Sevilla. Castiel lo dirigió durante once años. En la actualidad, el Festival está dirigido por Juan Antonio Vigar, tras un breve periodo bajo la dirección de Carmelo Romero. Yo disfruto mucho del Festival de Cine, veo películas y, si tengo suerte, hasta puedo cruzarme con Juana Acosta.

A nuestro Festival de Cine han venido y siguen viniendo grandes actores, como José Luis López Vázquez, que me dio la impresión de ser una persona muy observadora, y, más de una vez, Pepe Sacristán. Pasé una noche de juerga con uno de los hijos de Berlanga, Jorge, y no me quiero ni acordar. También recuerdo a Javier Bardem bailando en la terraza del Club Mediterráneo. Me sorprendió la expresión de miedo en el rostro de Mario Casas cuando se disponía a salir del teatro por la puerta de atrás y vio a un grupo de chicas que lo esperaban entre gritos y llantos. Debe ser el precio de la fama, ninguna mujer ha llorado ni gritado por mí y mira que lo he intentado.

Mi padre me contó una anécdota que le ocurrió hace muchos años. Había en Málaga una pizzería —la única que existía en aquella época en la que no estaban de moda este tipo de restaurantes—, que se encontraba en el pasaje Salinas, una bocacalle de calle Larios que se comunica con la plaza del Obispo. La pizzería se llamaba Alberti. Una noche fue allí a cenar con mi madre, y se encontró a Melvyn Douglas (Ninotchka, Los Blandings ya tienen casa, Bienvenido, Mr. Chance), acompañado de unos amigos, tomando un cóctel detrás de otro —un hombre inteligente—. Me gusta recordar esta anécdota porque, ahora que parece que nuestra ciudad está de moda, resulta que, desde hace ya muchos años, la gente del cine la frecuentaba y hasta la habitaba.

He contado esta historia de Melvyn Douglas en la pizzería porque cuando estuve en Los Ángeles me sentí como en casa —y espero que Melvyn pensase lo mismo cuando estuvo aquí—. Los Ángeles me recordó mucho a Málaga: la luz, el paisaje, el tipo de construcción… Y me digo que mi ciudad puede ser igual de puntera en esto del cine, dado que lo tiene todo, además de clima y paisajes para rodar todo tipo de escenas, y creo que ganaríamos mucho. En cierta ocasión, leí que, analizada en su conjunto, la industria del cine ha sido, desde sus inicios, deficitaria, es decir, que ha costado más de lo que ha ganado. Sin embargo, a estos que piensan que dos más dos siempre son cuatro (lo que cualquier persona con dos dedos de frente sabe que no es cierto), les diría que, al hacer este análisis, no se tuvo en cuenta la plusvalía, es decir, el valor que añade el negocio en sí tanto en resultados económicos directos como indirectos. Si no, que se lo cuenten a los fabricantes de camisetas de tirantes, que hicieron el agosto cuando Marlon Brandon salió de tal guisa en Un tranvía llamado deseo. Los mismos fabricantes de camisetas que venían de una época de sequía en las ventas desde que Clark Gable apareciera con el torso desnudo en Sucedió una noche. Esto también ha ocurrido con las ciudades. Si digo que La Coruña no tiene nada que envidiar a San Francisco, donde se han rodado un montón de películas, la gente pensará que no tengo ni idea de nada o que mi devoción por los percebes me ha jugado una mala pasada, pero lo que hay que analizar es si San Francisco, con su horrible clima, tiene la fama que tiene solo por haber sido el escenario de un montón de películas, ¡quién sabe! Por lo visto, el metro cuadrado en Russian Hill vale un Congo y aquí vamos por el mismo camino, para desgracia de los oriundos.

Ahora se acaba de estrenar una serie en Netflix, La chica de nieve, que se desarrolla íntegramente en Málaga. Y lo cierto es que la ciudad da buena fotogenia. Hace un par de años se estrenó Malaka, también rodada en Málaga, y en la que actuaba Emilio Palacios, el hijo de mi amigo Emilio Palacios, muy buen actor y, además, se parece mucho a su padre, solo que con más pelo. Con esto de la visión de fuera, me pasa una cosa curiosa y es que, cuando paseo por el centro y me encuentro a los guiris haciendo fotos, me suelo poner detrás para ver qué es lo que están fotografiando, porque ellos ven cosas (torres de iglesias, balcones, portales) en las que yo no me había fijado nunca. No hay nada como la mirada ajena para ayudarnos a conocer mejor nuestra ciudad, esa mirada que te enseña a observar lo que, de tan habitual, no eres capaz de apreciar. Hay que ver la cantidad de rincones de nuestra ciudad que nos está descubriendo el cine.

Antonio Banderas, en su película El camino de los ingleses, ha sido uno de los directores que ha fotografiado Málaga con más cariño y devoción. La magnífica fotografía de la ciudad conteniendo el exceso de luz con esos tonos opacos. Antonio Banderas es nuestro más reconocido malaguita. (Inciso: un malaguita es un malagueño que se siente muy de la ciudad y que no la cambiaría por nada del mundo). Por ejemplo, Marisol, nuestra conocida exestrella infantil, es muy malaguita; Chiquito de la Calzada, nuestro surrealista más internacional (qué no hubiera dado yo por una conversación de sobremesa entre Dalí y Chiquito), también era muy malaguita. Para que se hagan una idea, ¿se acuerdan de Ortega Cano cantando aquello de «estamos tan a gustito»? Pues bien, un malaguita cantaría con la misma entonación, y no sé si el mismo arte, pero diría: «¡Qué a gustito se está en Málaga!». Lo de rodar una película en Málaga no es nuevo, un par de ejemplos más: Amanecer en puerta oscura, dirigida por el padre de Verónica Forqué, José Luis Forqué, o Los últimos de Filipinas (la de 1945), utilizando los jardines de la finca La Cónsula como si fueran la selva filipina. En La Cónsula, por cierto, conocí a Randal Kleiser, sí, el director de Grease. Resulta que vino invitado al Festival de Cine por Assumpta Serna, quien lo había conocido en el mismísimo Hollywood. Me pareció un hombre muy formalito, muy serio o nada simpático, que no es lo mismo. No paraba de grabar con una cámara de vídeo. También se rodó aquí una escena de Solo se vive dos veces, aquella en la que hay una persecución de helicópteros que despegan presuntamente en Japón, pero, en realidad, era Alhaurín de la Torre. También se rodó El puente de San Luis Rey, yo fui al rodaje en la plaza del Obispo solo para ver a Robert De Niro, quería acercarme a él para decirle: «Are you talking to me?». Pero lo cierto es que no lo vi y me quedé con las ganas. Hasta se rodó una escena de una película en el mercado de Salamanca, que simulaba ser Tánger, y en la película El bulevar del ron, el Ayuntamiento de Málaga es un casino de algún país de Centroamérica. Y otra película rodada en Málaga, aunque no me consta que se llegara a estrenar en España, es Moment of Danger, cuyo eslogan publicitario decía: «Follow the woman who followed the man all the way to Malaga». Todos los caminos conducen a Málaga, según se ve. En esta relación de películas no están las que se rodaron en la Costa del Sol, ya que daría para un par de artículos monográficos.

Contar lo que es Málaga y el cine es también contar lo que puede ser un gran escenario de rodaje. En un radio de ciento cincuenta kilómetros tenemos nieve, desierto, montañas, selva tropical, playas y mar, mucho mar. Y a ello hay que añadir unas inmejorables comunicaciones con un aeropuerto que dispone de un montón de vuelos a diferentes sitios. Eso hace que sea fácil y no especialmente caro venir a Málaga. Tampoco hemos hablado de la cantidad de rodajes de anuncios publicitarios que se hacen en Málaga. En definitiva, lo mejor que podemos decir es que se trata de una ciudad abierta a todo el mundo (y cerrada por y para unos pocos, pero de eso no vamos a hablar ahora). Me gusta reflexionar sobre la gran ductilidad de esta ciudad, habitada por gente muy animada, cuyo problema tal vez sea pensar demasiado a corto plazo. En cualquier caso, no estamos aquí para sacarnos defectos, sino virtudes: aquí puede venir todo el mundo porque todo el mundo es aceptado. Podemos celebrar el encuentro con unos espetos.

A los que vienen aquí, hay varias cosas que deben tener en cuenta. En Málaga de vez en cuando hace frío, sobre todo dentro de las casas. Somos muy abiertos con todo el mundo, pero eso no significa que la amistad vaya a durar toda la vida. Si llueve, la ciudad se colapsa, no estamos acostumbrados. Con una miajita de esto y una miajita de aquello nos conformamos, pedimos poco, vaya. Y muy importante, los espetos, solo de sardinas; los pescados grandes quedan muy secos cuando se espetan.

Por último, Málaga siempre ha sido una ciudad de encontrar huecos, encontró el hueco de los museos, encontró el hueco de las empresas tecnológicas, encontró el hueco del turismo. Vivimos de huecos, ahora toca el hueco del cine, y a este hueco le he dedicado este artículo. 

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3 Comentarios

  1. Noomi Rapace, hija de Rogelio Durán, en Málaga lo que pasa es desapercibida.

  2. Grijan Der Kaleta

    Otro más. Y van ya…

  3. Francisco Clavero Farré

    La verdad, soy de Málaga, aunque mucho que no habito allá. Me hice suscriptor de pago y no repetiré. lo mismo da Málaga que Bilbao, la Coruña, Murcia, Gijón, etc. Son ya veinte artículos en su mayoría de una absoluta banalidad. No merece la pena pagar por esto. Una y no más.

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