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Introducción al enrevesado funcionamiento de la NBA

El desventurado Luke Ridnour (también) perteneció a los Wolves. Foto: Keith Allison (CC)
El desventurado Luke Ridnour (también) perteneció a los Wolves. Foto: Keith Allison (CC)

A finales de junio de 2015, al jugador de baloncesto Luke Ridnour le cambiaron de equipo cuatro veces ¡en una semana! De Orlando a Memphis, de Memphis a Charlotte, de Charlotte a Oklahoma City y de Oklahoma City a Toronto, para acabar finalmente cortado (es decir, despedido) en el equipo canadiense. En la NBA los jugadores pueden decir —sin que sea en sentido figurado que los «tratan como a mercancía», puesto que en general no tienen voz ni voto en muchas decisiones importantes de su carrera profesional. La liga norteamericana se rige por unos contratos redactados de acuerdo a un convenio enrevesado, difícil de comprender en ocasiones por las numerosas excepciones. ¿Preferiríamos que nuestro convenio laboral fuera como el de la NBA?

Ganan pasta gansa

La primera impresión es que no debe ser malo un convenio colectivo que permite que ganen más de diez millones de dólares al año en torno al 15% de los trabajadores (cuando hablemos de trabajadores nos referiremos únicamente a los jugadores). Por otra parte, en la NBA también existe salario mínimo, que depende del tipo de contrato y de la experiencia en la liga del jugador. Por ejemplo, si has estado diez años en la NBA, con el convenio actual (en adelante, CBA) al menos te tienen que pagar en torno a un millón y medio de dólares por temporada. El contrato de un debutante (rookie), lo que en cierto modo podría equipararse a un contrato de prácticas, como mínimo es de medio millón de dólares. No son malas cifras, no.

Pero como si de un apartado destacado del programa de un partido de izquierdas al menos moderada se tratara, los sueldos máximos también están limitados. No obstante, y esto será bastante habitual en el CBA, hay numerosas excepciones: por ejemplo, si durante tu contrato eres elegido MVP, o dentro de los mejores quintetos de la liga o eres convocado un par de veces para el All Stars (méritos profesionales objetivos, en definitiva), te pueden pagar más que ese máximo permitido. Esta cláusula en particular se denomina excepción Derrick Rose que, como imaginarán, fue el caso concreto que lo desencadenó. En cierto modo, es como aquí, que se llaman moscosos a los días libres de los funcionarios que puso en marcha el ministro Javier Moscoso.

Derrick Rose. Foto: Keith Allison (CC)
Derrick Rose. Foto: Keith Allison (CC)

Veamos más casos particulares con cifras. En la temporada 2015-2016, los diez jugadores mejor pagados cobran entre veinticinco y veinte millones de dólares por curso baloncestístico. Es decir, que en el caso más extremo, el salario del jugador que más cobra es cincuenta veces mayor que el contrato mínimo de un rookie. Puede sonar exagerado, pero si hacemos cuentas rara es la empresa multinacional (que al fin y al cabo es lo que son los equipos NBA) en la que el que más cobra no ingresa cincuenta veces el salario mínimo del sector: piensen en franquicias de comida rápida (no es un ejemplo al azar, en el concepto de franquicia incidiremos más adelante).

Aun así, las listas con los mejores pagados de la liga suelen ser insultos al valor real de los jugadores. Exceptuando la temporada 1997-1998 en la que Michael Jordan se embolsó el salario anual más alto jamás pagado en la NBA (más de treinta y tres millones de dólares de entonces, unos cincuenta millones hoy en día), unos trece millones más que el segundo clasificado (Pat Ewing), donde se hizo patente la diferencia en calidad también a nivel económico, entre los mejor pagados se encuentran con frecuencia viejas glorias expirando el contrato de su vida o segundones que se encontraron que eran agentes libres (es decir, que estaban en disposición de ser fichados) en un año de vacas flacas, con pocos jugadores fichables. Si se examina la lista de la temporada 2015-2016, es bastante dudoso que merezcan estar ahí por sus méritos actuales varios jugadores de los diez primeros: Kobe Bryant, Joe Johnson, Dwight Howard y Derrick Rose, todos ellos ganando en torno al doble de lo que se embolsa el actual MVP de la liga y gran sensación Stephen Curry.

Otro ejemplo: Kevin Love cobrará en 2020 unos veinticinco millones y medio de dólares gracias a la extensión de contrato que firmó recientemente con los Cavs. No apostaría a que en esa fecha sea un jugador que esté en el top 30 de la liga, pero más factible es que sí se encuentre en el top 30 del ranking de salarios (a no ser que cuando se negocie el nuevo CBA en breve, con previsiones de riadas de millones de dólares por derechos mediáticos, las cifras se midan en GRITONES de dólares). En todas partes cuecen habas, por lo que se ve; ¿quién no se ha preguntado cómo ha llegado un determinado fulano a un puestazo de una empresa cuando sospechas que es tan tonto que baila con la música del telediario?

El salario máximo no obstante está ligado al límite salarial, una medida de control para intentar igualar la liga. No me digan que eso no suena sospechosamente a… ¡comunismo!

El límite salarial: ¿una medida capitalista o comunista?

Michael Jordan y Pat Ewing. Foto: Corbis
Michael Jordan y Pat Ewing. Foto: Corbis

Una de las grandes peculiaridades de la gestión empresarial de la NBA es el tope salarial: está estipulado un montante máximo para pagar los contratos de los jugadores. Esta cifra no es una línea roja, ya que se puede superar aunque hacerlo tiene consecuencias económicas. Es decir, si se llega a una determinada cantidad se penaliza con una «multa» denominada impuesto de lujo, que suena a casilla putada del Monopoly. El límite salarial está ligado a los ingresos de la liga, o dicho de otra forma, los salarios están ligados a los ingresos. Se trata así pues de una medida controvertida que pretende ser un instrumento para hacer económicamente sostenible la liga y que los equipos no se gasten millonadas sin sentido como en tantos equipos de otros deportes o como se descubre en muchas empresas cuando quiebran. Obviamente, la cifra porcentual que vincula ingresos y salarios fue fruto de duras negociaciones entre la NBA y el sindicato de jugadores, que provocó un cierre patronal hasta llegar a un acuerdo: es decir, una huelga de la empresa, no de los trabajadores. Esta medida resulta sorprendente porque en nuestro entorno laboral no estamos acostumbrados a que las empresas hagan huelga para presionar en la negociación de un nuevo convenio, renunciando a producir y por tanto a tener ingresos, sino que son los trabajadores los que ejercen esta medida de presión.

Hasta el cierre patronal de hace unos pocos años, la cuenta de la vieja que hacían los aficionados consistía en que había que pagar un dólar de impuesto de lujo por cada dólar que te pasaras. Pero con el nuevo CBA las condiciones se endurecieron de manera escalonada: cuanto más te pases el límite, más impuesto de lujo tienes que pagar. Desde 1.5 dólares por dólar para los primeros cinco millones, hasta 4.75 dólares por dólar si eres reincidente y te has pasado ¡veinte millones! Y si se consideran estas cifras es porque varios equipos han pecado de derrochadores a lo grande.

Para la temporada 2015-2016, por ejemplo, el límite salarial se fijó en setenta millones de dólares; si tenemos en cuenta que los mejor pagados de la liga se llevan unos veinte millones de dólares al bolsillo, a las franquicias le restan cincuenta millones para completar una plantilla competitiva. Parece complicado puesto que se necesitan como mínimo otros siete jugadores en activo (o, como máximo, doce más). Pues aquí entran de nuevo las excepciones: por ejemplo, en ciertas circunstancias el sueldo de algunos jugadores, ya sea todo o en parte, no cuenta para el límite salarial. Una de estas clausulas es tal vez la más famosa, la excepción Larry Bird que, resumiendo, permite renovar a jugadores que lleven cierto número de años en el equipo por más dinero del máximo sin que cuente para el límite salarial. En cierto modo, estas excepciones para el límite salarial son similares a las ventajas fiscales para las empresas que algunos gobiernos ponen en marcha para facilitar la incorporación al mercado laboral de ciertos sectores de población (trabajadores en prácticas, personas con minusvalía, parados de larga duración, etc.). Con la excepción Bird la NBA pretendía facilitar a las franquicias que retuvieran a sus mejores jugadores y que, a su vez, permitiera a sus aficionados sentirse más identificados con el equipo (el tan utilizado hombre-franquicia en aquella liga).

Otra medida económica para facilitar el espacio salarial es la amnistía: a un jugador que consideras que le estás pagando demasiado para su rendimiento actual le puedes aplicar esta cláusula de tal forma que su contrato no cuente para el límite salarial. Esta medida se pensó para beneficiar a los equipos, aunque los jugadores tampoco tienen por qué salir mal parados: puede darse el caso (como siempre, hay que leer la letra pequeña) de que al jugador amnistiado le paguen de golpe todo el salario garantizado que tenía firmado con su antiguo equipo y que, pasado un tiempo estipulado, firme un nuevo contrato como agente libre por otra franquicia. Vamos, el sueldo a tocateja en el bolsillo más un nuevo sueldo. Ojalá me amnistiaran a mí en esas condiciones.

¿Y qué pasa con el dinero que se recauda con el impuesto de lujo? Pues bien, al menos la mitad de esa cifra la utiliza la NBA para lo que le da la gana. Así como suena. En ocasiones, esa cantidad se reparte equitativamente entre las franquicias. El resto de lo recaudado se puede llegar a repartir entre aquellos equipos que no han superado el límite salarial, en lo que es una nueva forma de intentar que se iguale, aunque sea económicamente, la liga. A la vista de estas peculiaridades se podría sacar la enseñanza de que para que haya más igualdad hay que intervenir en el mercado porque este no se autorregula y/o tiende a la desigualdad. Pero la realidad es que medidas así es complicado que se puedan poner en práctica donde hay libre competencia, y solo parecen posibles en mercados cerrados o intervenidos como ocurre con la liga NBA, una competición deportiva cerrada y férreamente controlada.

Mahmoud Abdul-Rauf. Foto: Cordon Press.
Mahmoud Abdul-Rauf. Foto: Cordon Press.

Con todas estas premisas que buscan la igualdad, da la sensación de que antes de comenzar cada partido los jugadores deberían alzar el puño y cantar «La Internacional», pero en cierto modo sucede lo contrario puesto que antes de cada encuentro suena, siempre, el himno norteamericano. A finales de los noventa, el jugador Mahmoud Abdul-Rauf, llamado Chris Jackson antes de convertirse al islam, dejó de escuchar el himno en pie en la cancha, como hacían todos, porque le parecía un símbolo de opresión. La reacción de la NBA, lejos de contemporizar, fue una sanción de empleo y sueldo hasta que asistiera a la ceremonia «de forma digna», tal y como el reglamento de la liga recoge. La libertad de expresión está sobrevalorada, parece ser. Aunque posteriormente llegaron a una solución de compromiso (escucharía el himno de pie pero recitaría pasajes del Corán mentalmente), el jugador cayó en desgracia. A la NBA no le hace gracia que los jugadores se salgan del tiesto y den que hablar por motivos extradeportivos… o deportivos fuera del ámbito de la propia liga: por ejemplo, en 1990 la liga no permitió a dos de sus máximas estrellas que jugaran un uno contra uno para una cadena de pago. Así nos quedamos sin dilucidar quién ganaría en aquel partido de ensueño: Magic Johnson o Michael Jordan. Paradójicamente, la NBA no se opuso a que Dennis Rodman y Karl Malone participaran en una de las charlotadas de pressing catch a finales de los noventa junto a Hulk Hogan.

Reservado el derecho de admisión

Aunque les parezca mentira, nadie está obligado a jugar en la NBA si no quiere hacerlo: puede decirle abiertamente a una franquicia que no, gracias, sin temor a ningún tipo de represalia física o jurídica. Pregúntenle si no a Fran Vázquez. Ahora bien, una vez que entras por el aro tienes que atenerte a sus reglas, dentro de las cuales está que, en general, tus derechos pertenecen al equipo que te ficha o el que te eligió en el draft (el draft es un sorteo que se hace cada año entre los equipos para ver quién se queda con los derechos de los jugadores elegibles ese año; es decir, como cuando hacíamos equipos en el patio de colegio).

Si hacemos un paralelismo al mundo laboral normal, que un equipo tenga tus derechos en el draft es como si al enviar correos electrónicos con tu currículum una de las empresas decidiera que sí, que le pareces bien como empleado, pero que de contratarte ya hablaremos a corto o medio plazo. Es más, una vez que reciben tu currículum, durante un tiempo ya no podrías ir a trabajar a otra empresa del sector sin su visto bueno; es decir, que para dejarte marchar a la competencia ellos deberían sacar algo a cambio. En el caso de la NBA, donde los pagos en metálico están muy limitados, por lo general son los derechos de otro jugador o futuras elecciones del draft. Exceptuando casos muy concretos de estrellas como Kobe Bryant, que consiguió incluir el derecho a veto en un posible traspaso, el jugador está a disposición de lo que la franquicia que tiene sus derechos quiera hacer. Por ejemplo: Pau Gasol fue elegido en el draft por Atlanta Hawks, Juan Carlos Navarro por Washington Wizards, Marc Gasol por los Lakers, Rudy Fernández y Sergio Rodríguez por Phoenix Suns… y ninguno de ellos llegó a debutar con esos equipos puesto que sus derechos fueron traspasados a otras franquicias en diversas operaciones. Tuvo cierto morbo el traspaso de Pau a los Lakers puesto que los Grizzlies se llevaron a su hermano Marc dentro del cambio.

Las franquicias

Otro incidente con gran repercusión mediática en el que la NBA tomó cartas en el asunto ocurrió en el año 2014. Donald Sterling, propietario de Los Angeles Clippers, fue grabado realizando unos comentarios profundamente racistas, lo cual no dejaba de ser paradójico puesto que en su equipo (como en toda la liga) abundan los jugadores afroamericanos. Pues bien, la NBA le obligó a vender su participación, siendo expulsado de por vida. Para poner en contexto esta decisión, recordemos que en nuestra liga de fútbol el presidente de un club (Jesús Gil) dio un puñetazo al gerente de otro a las puertas de la propia sede de la liga y aquello no tuvo más consecuencias que la popularización del insulto «montón de mierda». Allí se toman más en serio este tipo de sucesos esperpénticos puesto que los equipos en realidad son franquicias de la NBA; son por así decirlo sucursales de la liga, y aunque compiten por llevarse el anillo, sus objetivos también son empresariales: los resultados económicos son tan importantes como los deportivos, que pueden quedar relegados a medio o largo plazo (las denominadas reconstrucciones). Entienden que un incidente como el de Sterling mancha la marca NBA, lo que acaba degenerando en pérdida de imagen, pérdidas económicas multimillonarias y gente saltando por las ventanas.

El inefable Jesús Gil. Foto: Cordon Press
El inefable Jesús Gil. Foto: Cordon Press.

En la vialidad económica de la franquicia un factor muy importante es la ubicación, por lo que los cambios de ciudad son habituales. Así, los Lakers eran originarios de Minneapolis, los Grizzlies de Vancouver, los Nets de New Jersey, etc. Llevarse un equipo de la ciudad es algo que nos sorprende y que con seguridad provocaría en nuestras latitudes manifestaciones multitudinarias. Además, nos resultaría extraño un R.C.D. Espanyol de Albacete, por ejemplo, aunque en la ACB ya tuvimos el Atlético de Madrid-Villalba de nuestro amigo Jesús Gil, que para más confusión geográfica llevaba publicidad de Marbella en la camiseta.

Por otra parte, como ya hemos dicho la NBA es una liga cerrada, sin ascensos ni descensos, pero puede aumentar su número de equipos si la propia liga lo decide. A la vista de estudios de mercado y balances económicos, pueden decidir habilitar nuevas franquicias una vez cumplan con unas determinadas condiciones (aforo de pabellón, integración en la ciudad, presupuesto, etc.) muy alejadas de lo que en Europa sería posible (adiós al sueño de una división europea a medio plazo). En este caso, las nuevas franquicias necesitarían jugadores, para lo que la liga ha dispuesto el draft de expansión: todos los equipos existentes deben colocar a parte de su plantilla a disposición de las nuevas franquicias, para que elijan. Y, como imaginarán, en esa situación los jugadores tendrán que esperar en su casa, sin poder opinar, cuál será su destino. Como el pobre Ridnour.

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21 Comentarios

  1. Pingback: Introducción al enrevesado funcionamiento de la NBA

  2. Cada vez que leo algo así recuerdo el contrado de Grant Hill. El MacManaman de la NBA.

  3. Un muy buen artículo, aunque bastante partidista.
    En primer lugar se obvia la sociedad donde está enmarcada la liga, es decir EEUU, donde el himno es un simbolo de respeto, el cual incluso los contrarios al capitalismo y a las guerras respetan en silencio y guardando la posición, aunque no lo canten.

    En segundo lugar, el caso de Chris Jackson, no es un tema de ideologías, puedes jugar en la liga y acudir a un acto de empresa o puedes no trabajar en esa empresa. O ¿es que todos nos sentimos plenamente identificados con todos los actos de nuestras empresas? Sin obviar, que los jugadores no dejan de ser la imagen pública de la empresa (NBA) y ella debe actuar en consecuencia con su imagen.

    En cuanto a lo de que los jugadores no elijan equipos. La realidad es que nosotros dentro de nuestras empresas (NBA), nos pueden cambiar de departamento (equipos) y muchas veces no elegimos en que departamento trabajamos. Podemos decidir si queremos trabajar o no en esa empresa con la condición de departamento, o irnos a otras empresas.

    Repito muy buen artículo, pero las entradas ideológicas lo desvirtuan un pelin

  4. Hombre, lo de cambiar de estado de los Nets…… vale que sirve para tu argumentación y tal pero, entre donde jugaban antes (Newark) y donde juegan ahora (Brooklyn) hay unos 20 kilómetros.

  5. Jaffarmilenario

    Solo una pequeña observación sobre como encaras el tema del límite salarial:

    En este caso creo que seria más interesante analizar la NBA como una sola empresa o producto, o como un lobby empresarial, dado que la NBA al final ofrece un producto de entretenimiento (su competición de baloncesto) que compite con la NFL, la NHL o hasta con la LFP (entre otras ofertas de ocio). Las franquicias las vería más como actores teatrales de la fantástica obra de la NBA o de una penícula y no como una empresa.
    En ese caso no habría duda esta seria una clara medida capitalista pues el objetivo es que tu producto sea lo más entretenido possible y fomentar la competitividad de tu competición es una buena forma de añadir valor a tu producto para que lo compre el consumidor.

    De todos modos todo depende de como lo mires, ya que si ves la NBA como un mercado en si mismo tu análisis es acertado (aunque quizás no tu punto de vista). El secreto está en la perspectiva.

  6. erwillie, la ideología no se puede obviar precisamente porque estas grandes corporaciones estadounidenses están en manos de adalides del mercado libre autorregulado que blah blah blah y que no paran de salir en medios de comunicación llenándose la boca del esfuerzo individual, el hombre hecho a sí mismo y hasta citando a Ayn Rand (véase por ejemplo Mark Cuban en el programa de televisión Shark Tank). Ahora bien, cuando se trata de construir un pabellón nuevo, que me lo pague la ciudad. Claro que sí, porque cuando se trata de que te den $500m (tirando por lo bajo, mira lo que vale un estadio de la NFL)de dinero público no hay problema en meterse la ideología y el libre mercado por sálvese la parte.

    Luego hay otros pequeños detalles, que desconozco si son así en la NBA así que hablaré de la NFL, como que son oficialmente entidades sin ánimo de lucro. Sí, así de cojonudo. La NFL paga $0 de impuestos y tiene $10b de beneficio al año. Pero por favor, dejemos la ideología de lado al discutir esto, no vaya a ser que se nos tache de comunistas peligrosos que viven en los mundos de Yupi.

    Además de ser legalmente instituciones asimilables a la beneficiencia mientras tienen esos beneficios obscenos y EXIGEN dinero público para quedarse en la ciudad (si tienes curiosidad date un paseo por google sobre los San Diego Chargers y los Oakland Raiders), tienen pequeños detalles no ideologizados como meterte el patriotismo por contrato. Sí amigo, porque cuando salen veteranos de guerra locales o se hace un homenaje al 43º regimiento de flautistas estacionados en la base militar local, o aviones de combate hacen una pasada sobre el estadio haciendo la banderita, o hacen el mes de «Salute to service» en el que se obliga a jugadores y staff técnico a llevar ropa de motivos militares, el departamento de defensa paga una buena morterada. Sobre este tema es notorio el caso de Bill Belichick, entrenador de los New England Patriots que se pasa el mes de «Salute to Service» por donde le parece oportuno porque como hijo de militar que está constantemente en programas de apoyo a los veteranos, le parece una vergüenza el circo que monta la NFL con las fuerzas armadas.

    Por último, lo del respeto al himno y los símbolos. Pues sí, hay mucho de respeto sincero y hay mucho de presión implícita porque la libertad de expresión es el derecho número uno de los estadounidenses…. mientras te guardes ciertas opiniones para tí. Prueba a hacer algo tan inocuo como no quitarte la gorra durante el himno en un partido cualquiera siendo público, me vale de un instituto. En ese caso verás como rebosa la libertad de expresión y el respeto.

    • Jaja,
      He vivido durante cierto tiempo en EEUU, bastante lejos de las grqndes ciudades, mas bien en la America profunda, y jamas he visto un reproche a nadie por no quitarse la gorra con el himno o no cantarlo. La pelicula que nos venden aqui de EEUU está bastante alejada de la realidad, al menos en esos temas. X supuesto locos hay en todas partes, como gente en España que todavia canta la letra de Pemán. Criticar esa sociedad generalizandola es bastante pobre, teniendo en cuenta que son como un continente de grande.
      Y si, existe mucho mamoneo como el que comentas de la NFL, pero eso esta bastante lejos de cualquier ideologia, pues estupidos hay muchos pero tanto de derechas como de izquierdas…

  7. Muy bueno el artículo y muy interesante.

    Envidio en gran parte como la NBA organiza liga. Molaría que en Europa hubiese una liga europea y siguiera ciertas reglas de la NBA, pero de fútbol, el deporte que me gusta.
    Me fascina que el jugador sea «propiedad» del club y pueda traspasarlo según su criterio, cambio de paradigma en Europa.
    Me gusta los topes salariales, eso haría que las «estrellas» estuvieran más repartidas. Molaría ver un Barcelona de Messi frente a un Valencia de Neymar o un Madrid de CR frente al Sevilla de Bale… Volver a sentir que si el Madrid empataba fuera de casa era un resultado aceptable y no un dramón… jeje
    El tema de los DRAFT, ver que un jessé o un sergi roberto empezara en equipos modestos y tuvieran minutos desde su primer año de profesional y no tuvieran que estar 3 o 4 años a la sombra hasta hacerse un hueco.
    Y todo eso a nivel EUROPEO, sería una gozada. Liga Europea y al final una especie de Final Four (futbolística)
    Hay un tema que yo creo que la NBA trata de buscar el equilibrio entre IGUALDAD y BIG TEAMS!!. La NBA por un lado busca la igualdad, pero por otro lado sabe que un LAKERS potente frente a un CELTICS o KNICKS otro equipo que arrastre muchos seguidores también POTENTE hace que la liga se «revalorice», en cambio finales con dos equipos con aficiones pequeñas en número hace disminuir el impacto. Por eso hay normas contradictorias, topes salariales, con excepciones, etc…
    Pero en fin, gran artículo. Y la NBA es genial como organiza la liga.

    • Eso ya lo están intentando con la European League esa del dueño de los Dolphins.

      A mí este sistema me gusta pero para el deporte americano, dónde no está tan arraigado el ser de un equipo porque es de la tierra, ni se forma la IIIGM porque Mijatovic fiche por el Madrid.

      El fin de Ross es convertir a los grandes en una NBA y al resto como si fuesemos equipos universitarios y que cada uno tenga dos equipos, el de su localidad y el grande del país. Yo al menos seguiría siguiendo al Betis y la camiseta del Madrid o el BarÇa que se la compre un hincha de toda la vida de Singapore.

  8. Carlos Alonso

    Dos apuntes:
    – En la LFP el salario mínimo es de 155.000 €, que cobran algunos del EIbar, por ejemplo, mientras que Messi (36 M €) o Cristiano (27 M €) cobran unas ¡200! veces más.
    http://www.mundodeportivo.com/futbol/20150325/102676826642/messi-el-mejor-pagado-del-mundo.html
    – En el baloncesto español actual hay varios casos de compra de franquicias o plazas: Girona con la del Espanyol, Sevilla y Murcia antes de subir a ACB, etc.

    • En el futbol actual hay menos megaestrellas que marquen diferencias que en la nba .

      • Correccion: en el futbol se generan menos supermegaestrellas, pero jugadores que marcan diferencia hay muchisimos mas que en la nba. La nba necesita crear estrellas porque su sistema se basa en eso, hacer equipos basados en un jugador que destaque, tanto en juego como en popularidad. El equipo de futbol necesita mas de un jugador clave, y por logica, si cuentas que todo equipo intenta tener mas de 4 jugadores clave, no puede haber tantas supermegaestrellas a lo Cristiano y Messi, terminan peleando en un escalon por debajo de estos (ej. neymar, bale, ibrahimovic). La nba, al ser cerrada, puede crear estrellas mas facil que el futbol, porque en el futbol hay mas muchisimos mas equipos y por ende mas jugadores talentosos compitiendo por ser el #1 o el #2, generando una mayor distribucion de contratos publicitarios, por ejemplo.

  9. Solo un apunte antes de acabar el artículo:
    un cierre patronal no es una huelga de la empresa, es un cierre patronal o lock out. En España era normal antes del franquismo. De hecho después de la huelga de la canadiense (esta sí que es una huelga) hubo un lock out muy importante en Cataluña.

    Una página sobre el cierre (o paro dicen ahí) patronal: http://www.enciclopedia-juridica.biz14.com/d/lock-out/lock-out.htm

  10. El artículo mola mucho, pero me da mucha pereza todo comentario que repite el mantra de que «a la ideología hay que dejarla de lado». Por definición, eso es una afirmación muy marcada ideológicamente.

    El deporte profesional es, como cualquier cosa profesional cuyos flujos monetarios no poseen injerencia estatal (sanidad privada, educación privada, industria del cine…) un mecanismo cuya principal prioridad es el beneficio económico. Esto es algo lícito, pero debemos tenerlo en cuenta a la hora de hacer siquiera medio análisis de este ámbito. La NBA es una empresa y los equipos son las tiendas que esa empresa ha abierto. Esa empresa fija unas políticas financieras y de fiscalización interna que, si fuesen fruto de un gobierno estatal, serían intervencionistas ad stalinistum. Como son decisiones impuestas por comités ejecutivos no electos, es «política de empresa».

    Decir esto no es ser un bolchevique, sino dejarse de tonterías y resumir una estructura empresarial brutal (que funciona mejor que bien). La hipocresía -véanse casos reseñados sobre pabellones estatales pagados con dinero público- es tratar de ignorar que la mercadotecnia importa tanto o más que el deporte en sí. Y si no nos lo parece, vamos a plantearnos cuántos entrenamientos tácticos, por ejemplo, pudo hacer Luke Ridnour en toda la temporada reseñada.

    Saludos

  11. Muy buen artículo y bien documentado, Arturo. Un saludo!

  12. Ramón Mendoza

    El verdadero protagonista de este artículo es Jesús Gil

  13. estudiantil75

    Por polemizar un poco.

    Despues (perdon por la ortografia, pero el teclado…) de esta descripcion, alguien se cree las noticias que aparecen, cada cierto tiempo, sobre la posibilidad de que Madrid pase a formar parte de la NBA?

    Alguien se cree que es posible crear una Conferencia Europea que compita con esos presupuestos en esas condiciones? De hecho, teniendo en cuenta nuestro ordenamiento legal, dudo que sea posible en Europa.

    Por ultimo, seria posible que en Europa (y considero a Espagna parte de ella), hubiera competiciones deportivas que busquen la competitividad de todos los participantes y la alternancia en pos de un buen product?

    Por estas y otras razones, el major deporte profesional se ve al otro lado del charco (y creo que sera asi durante muchisimo tiempo).

  14. Parte de ese dinero que se recauda por impuesto de lujo debería ir al partido de las estrellas, y entre otras cosas, repartir en ese partido, unos dos millones de dólares, 1,5 al equipo ganador para que lo repartan sus jugadores a asociaciones benéficas.

  15. Cuántos legalismos para una competición en declibe, por lo menos en Europa. Hace 30 años, los aficionados al baloncesto nos desvivíamos por poder ver a Thomas, Erving, Bird, Blackman, Aguirre, Abdul-Jabbar, Malone, que eran jugadores maravillosos, que no sólo jugaban muy bien, sino que además entendían el juego. Hoy la NBA es un montón de jugadores hipermusculados, ya sean saltimbanquis o armarios, que son muy rápidos o tienen mucha fuerza, pero que juegan de forma mediocre. Como decía Biriukov en esta misma revista, la NBA hoy es un coñazo.

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