Cine y TV

Todos nacemos locos: Taxi Driver

Este texto pertenece al libro Todos nacemos locos. 50 títulos esenciales sobre el trastorno mental.

Travis Bickle nos enseña en Taxi Driver que el descenso a los infiernos puede ser una ruta circular. Un camino donde inicio y final son siempre el mismo punto, y donde todo lo aprendido queda borrado tras el paso de nuestro vehículo por el humo vomitado de unas alcantarillas que no esconden la verdadera basura de la ciudad. Una ciudad que nunca duerme. Travis tampoco duerme. Porque Travis Bickle conoce la fragilidad de nuestra memoria. Él ha estado en la guerra de Vietnam y ha visto lo que gran parte de la sociedad nunca verá y ni tan siquiera será capaz de imaginar. Y ha visto cómo los héroes de su país son olvidados y lanzados a la basura. Pero ellos, los que no han salido de sus vidas acomodadas, sí que duermen, porque están vacíos. Huecos.

Travis, por su parte, es incapaz de descansar, vive entre su taxi y los cines porno, entre prostitutas y proxenetas desalmados que son capaces de prostituir a niñas. Nueva York le observa mientras él observa a Nueva York, y solo es capaz de ver sus miserias y sentir cómo crece en su interior un odio y una ira que acabarán por ser el castigo de los pecadores. ¡Arrepentíos! Travis escribe su diario durante la película, el diario de un inadaptado, un diario que nos abre una ventana a la mente de Travis, a las emociones de Travis. Travis escribe como Paul Schrader escribió el guion de esta película, de forma frenética, dicen, catártica, sugieren, tras perder su empleo, a su pareja, su hogar y su poca dignidad; además de vivir obsesionado con las armas y la pornografía y sin hablar con nadie durante semanas. Schrader escribía porque si no lo hacía se acabaría matando, y la pistola que le acompañaba se lo recordaba durante el tecleo seguramente inconstante por los efectos del alcohol y las drogas que le mantuvieron despierto y enterrado hasta el cuello en su miseria vital.

Scorsese descubrió el guion, dicen las malas lenguas, gracias a encontrar algunas de las páginas en la basura de uno de sus camellos. Nosotros sabemos que no es cierto, pero ¡qué demonios!, esa historia antes de la historia es digna de conservarse aunque nunca haya existido. De la misma forma, Ralph Singleton contó en una entrevista televisiva que en alguna ocasión tuvo que esconder la cocaína del director ante la visita de la policía, cocaína que alimentaba a Scorsese para desaparecer más de una noche en fiestas privadas o para trabajar sin parar grabando tomas durante horas y horas con la única compañía de su operador de cámara a bordo del taxi. Esa es la esencia de Taxi Driver. Travis está en cada uno de ellos. Su soledad y su ira están inspiradas en parte en la figura de Paul Kersey, justiciero imaginado por el escritor Brian Garfield y llevado a la gran pantalla por Michael Winner, aunque Travis también bebe de obras contemporáneas, como Falso culpable, de Alfred Hitchcock, y novelas decimonónicas, como Memorias del subsuelo, de Dostoyevski. Ahora bien, Travis no hubiera sido Travis sin el trabajo de Michael Chapman en la dirección de fotografía, plasmando su descenso en unos planos brutales y a través de unas atmósferas que casan a la perfección con la música del legendario compositor Bernard Herrmann —obra póstuma—.

El blues que acompaña los pasos de Travis y sus intentos por congeniar con una sociedad solo a través de las mujeres, mujeres por las que sería capaz de todo, de pagar lo que fuera, de matar a quien debiera; los vacuos acercamientos a la sociedad; y sobre todo los rechazos conforman aquello que poco a poco, gota a gota —y es ahí donde se revela la grandeza del reflejo psicológico de Travis, ya que no se recurre al manido empleo de la locura repentina, sino que va llegando de forma gradual—, convertirá a Travis en el brazo armado de la justicia, de su justicia, en un hombre que solo quiere limpiar la suciedad de las calles, en un hombre con una misión encomendada por sí mismo y que no duda porque sabe que va a morir, y no solo no le importa, sino que lo acepta como algo natural en su misión. Una misión que se observa no solo a través de su monólogo interior, sino de su aspecto, con ese cuerpo cincelado y ese mohawk propio de los soldados que van a cumplir una misión casi suicida y que advierten a sus compañeros de que estarían mejor lejos, muy lejos de ellos. Que le dejen solo, porque Travis siempre fue un hombre solitario, él mismo lo dice: «La soledad me ha perseguido durante toda mi vida». Esa soledad es la que le da fuerzas en su cometido, un cometido casi divino si pensamos en las religiosas infancias de Scorsese y de Schrader. Porque Travis es un elegido, el elegido, el hombre asqueado, el de las ideas negras. Y qué más da si se habla de esquizofrenia, o de paranoia, o de síndrome de estrés postraumático tras la guerra; o si es un inadaptado o simplemente se trata de una persona que se ha cansado de todo y quiere arreglar a su manera lo que no está bien. Travis es un héroe, el héroe que la ciudad se merece, uno que malvive de noche y vuelve una y otra vez al origen de todo, que vuelve una y otra vez a odiar a la ciudad que ya lo ha olvidado y que le deja circular por sus calles cuando es incapaz de dormir y de olvidar lo que… lo que ya no es capaz de recordar.

9788491802846

Taxi Driver (1976)

Título original: Taxi Driver
Productora: Columbia Pictures, Bill/Phillips, Italo/Judeo Productions
Productor: Julia Phillips, Michael Phillips
Director: Martin Scorsese
Guion: Paul Schrader
Fotografía: Michael Chapman
Música: Bernard Herrmann
Montaje: Tom Rolf, Melvin Shapiro
Intérpretes: Robert De Niro, Jodie Foster, Cybill Shepherd, Albert Brooks, Harvey Keitel
País: Estados Unidos
Año: 1976
Duración: 113 minutos. Color

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5 Comentarios

  1. Burro en uber

    Película bestial.

    Travis es una bomba de relojería. Es una persona no demasiado inteligente con unos valores conservadores en una sociedad liberal que le margina y le da la espalda después de participar en una guerra que lo ha traumatizado. Él fantasea con ser el salvador de una sociedad que ha cambiado en un momento particularmente duro como era NY en aquel momento.

    La película es una pequeña ventana a los pensamientos de uno de los tantos inadaptados sociales que existen, en un entorno de violencia. Algunos de estos sociopatas cumplen sus fantasías de héroe desgraciadamente, pero la mayoría son simples infelices hasta el día de su muerte mundana, como Travis.

  2. José Antonio

    Magnífica película. Pero hoy día, más de un americano se cree otro Travis con la misión de limpiar de lo que considera escoria y ya sabemos luego lo que pasa. Lo vemos en las noticias al día siguiente, y con demasiada frecuencia. Ya no es arte cinematográfico, sino locura muy real.

  3. Jose Vinent Mestres

    Comparar Taxi Driver con cualquier situación actual es un error. Una obra de arte está por encima de la situaciones que pueda recrear. No hay épica en esas desgracias que tan frecuentemente se repiten. Jamás pienso en películas como Taxi Driver cuando se produce una, es realidad pura y dura. La belleza de la miseria de Taxi Driver es apabullante, De Niro, esa fotografia y esa música…sólo pensar en relacionarlome dan arcadas…

  4. Pingback: Jose Valenzuela: «La locura surge de una interacción entre nuestra propia biología y el entorno» - Revista Mercurio

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