Cine y TV

Veinte años en Matrix

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Matrix. Imagen: Warner Bros.

Parece que no, pero hace veinte años que se estrenó Matrix. Y ese es un dato que confirma dos temores modernos: que vamos a morir todos más temprano que tarde y que el único que probablemente quede en pie en este planeta sea Keanu Reeves por todo eso de acumular genes de vampiro. Cuando las (1) hermanas Lana y Lilly Wachowski estrenaron en cines Matrix, aquello se convirtió en un bombazo que, además de exprimir taquillas, influyó sobre todas las cintas de acción (y por extensión sobre medios cercanos como los videojuegos) posteriores. La segunda película de las realizadoras afianzó el tiempo bala como parte del espectáculo, le quitó momentáneamente el polvo al rollito ciberpunk y volvió a poner de moda las coreografías al repartir tortazos o al pegar tiros entre volteretas. En la trama, un programador llamado Thomas Anderson (Keanu Reeves), que en sus ratos libres ejercía de hacker bajo el alias «Neo», descubría que el mundo que habitaba no era real sino una creación de las máquinas para mantener controlada a la humanidad y utilizarla como si fuesen pilas Duracell. ¿Esto era un spoiler enorme? Sí, pero a estas alturas el que no sepa de qué va Matrix probablemente ande demasiado desconectado de la realidad como para estar ahora mismo leyendo sobre el cumpleaños del film.

Al hablar de sus influencias, las Wachowski eran tan audaces como para señalar a básicamente todo lo que habían consumido a lo largo de su vida hasta finales de los noventa: el anime de Ghost in the Shell, Akira, Speed Racer o Ninja Scroll, el cine de Stanley Kubrick, John Huston, Billy Wilder, George Lucas, Fritz Lang, John Woo o Ridley Scott y las letras de Herman Hesse, Kevin Kelly, Homero, Lewis Carroll, Cornel West o Fyodor Dostoyevsky. Pero todo empezó con viñetas fantásticas y un libro sobre la vida y milagros de Roger Corman.

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Matrix. Imagen: Warner Bros.

Lazos ardientes entre Clive Barker y Asesinos

Tras la universidad, las hermanas Wachowski montaron un negocio de pintura y carpintería, aunque su verdadera vocación era construir mundos ficticios sobre el papel y lejos de las astillas. De algún modo, acabaron compaginando su empresa de bricolaje con encargos para guionizar un puñado de cómics de Marvel: Ectokid, Hellraiser y Razas de noche. Tebeos alejados de los superhéroes, forrados con monstruos y apadrinados por el famoso escritor de terror Clive Barker. Mientras rellenaban bocadillos para las viñetas, se merendaron la autobiografía de Roger Corman (How I Made a Hundred Movies in Hollywood and Never Lost a Dime) encontrándola tan inspiradora como para decidir que el futuro estaba en los guiones cinematográficos, y que sería bien bonito venderle alguno a las productoras. Su primer intento de elaborar un libreto para la gran pantalla fue Carnivore, una historia donde la gente sana y en forma era acosada por una tropa de caníbales. El relato nunca llegó a convertirse en película, pero consiguió que las hermanas comenzaran a llamar la atención entre los ojeadores de futuras promesas.

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Asesinos. Imagen: Warner.

Lana y Lilli redactaron el guion original de Asesinos (1995), aquel mojón con Sylvester Stallone y Antonio Banderas de la que lo único salvable es un famosísimo meme de internet en forma de GIF animado, pero su texto no tenía demasiado que ver con lo que finalmente ocurrió en pantalla. El productor Joel Silver les había comprado el libreto por un millón de pavos, se lo había arrojado a Richard Donner para que lo dirigiera y aquel se lo había remitido al guionista Brian Helgeland con la orden de reescribirlo por completo. El resultado final les daba tanta a grima a las hermanas Wachowski como para que intentasen eliminar sus nombres de los créditos del film y evitar así los futuros linchamientos, algo que el sindicato de guionistas de Estados Unidos no les permitió hacer («Y ahora nuestros nombres están escritos ahí para siempre» lamentaban). A partir de entonces, ambas decidieron enfocar sus esfuerzos en encontrar sitio detrás de las cámaras a bordo de un guion propio. Escribieron Lazos ardientes y Dino De Laurentiis, coproductor de Asesinos, les financió la peli tras enterarse de qué iba el asunto: «Estábamos un poco nerviosas a la hora de explicarle la trama», explicaba Lana, «porque creíamos que De Laurentiis tenía esa mentalidad de viejo patriarcado italiano y no sabíamos cómo se iba a tomar el asunto de las lesbianas. Le dijimos “Vale, tenemos a una mujer, y también hay otra mujer” y nos interrumpió con un “Espera ¿esa primera mujer es lesbiana? ¿Y la otra también?”. Le contestamos con un “Uh, yeah” y entonces dio una palmada y exclamó “Vale, tenemos un trato”». Lazos ardientes se estrenó en 1996 con un reparto encabezado por Jennifer Tilly, Gina Gershon y Joe Pantoliano. Y resultó ser una ópera prima más que admirable, un thriller en donde el componente erótico era evidente, pero todo lo demás estaba bastante bien llevado.

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Lazos ardientes. Imagen: Warner Bros.

Lo bonito es que el patinazo de las realizadoras con el desastre que fue Asesinos también tuvo más consecuencias colaterales. Porque el productor Joe Silver en su momento defendió el guion original made in Wachowski (lo describió como algo «Realmente brillante, un texto ingenioso y una película de acción muy inteligente») y aquello animó a las directoras a presentarle otro libreto, el de una historia de ciencia ficción titulada Matrix que habían escrito unos cuantos años antes. Silver desembolsó otro millón de dólares para hacerse con los derechos del texto, y las Wachowski aprovecharon la inercia de la fama proporcionada por Lazos ardientes para ponerlo en marcha. O al menos así cuenta el propio Silver que ocurrió todo, porque la otra versión sobre los precalentamientos para Matrix es que Warner, y concretamente su presidente Lorenzo di Bonaventura, se habían hecho con los derechos de Lazos ardientes y Matrix mucho antes, de una tacada junto al guion de Asesinos.

Precalentando Matrix

El problema para darle luz verde a Matrix es que en Warner no tenían nada claro lo de invertir una suma importante de dinero en un guion plagado de divagaciones filosóficas, que se antojaban demasiado profundas para el devorador de palomitas medio, y en una producción apoyada en unos efectos especiales que todavía estaba por verse si podrían llevarse a cabo. Para vender el producto con más brillo, las Wachowski decidieron contratar a un par de dibujantes de cómics, Steve Skroce (Cable, X-Man, The Amazing Spider-Man, Gámbito o aquella Ectokid que guionizaron las realizadoras) y Geof Darrow (Hardboiled, The Big Guy and the Rusty Robot), a los que encargaron elaborar un storyboard de seiscientas páginas detallando plano a plano todo lo que ocurriría en el film. Aquel tochazo logró aflojar las corbatas de unos productores que en un principio no las tenían todas consigo.

Inicialmente, las realizadoras decidieron proponerle el rol principal (Neo) a Will Smith con la idea de fichar en el papel de su mentor (Morfeo) a Val Kilmer. Pero el primero se agobió un poco al leer la historia, que encontraba demasiado complicada, y se puso mucho más nervioso cuando en la reunión con las directoras le hablaron de congelarle mientras pegaba patadas en el aire para hacerle girar 360 grados. El príncipe de Bel-Air decidió rechazar el proyecto y en su lugar aceptó protagonizar Wild Wild West, esa extraordinaria hez de ciento setenta millones de dólares. El propio Will Smith contó todo esto con muchísima más gracia en su canal de YouTube (atención durante la historia al maravilloso consejo de Steven Spielberg):


El resumen: en el fondo nos hizo un favor.

Pero los mandamucho de Warner Bros tenían el control sobre el casting de la película y comenzaron a tantear actores para cubrir los puestos. Ewan McGregor rechazó el rol de Neo en favor de Star Wars: la amenaza fantasma, David Duchovny tampoco quiso convertirse en el Elegido y se fue a rodar la película de Expediente X, Russell Crowe declinó el papel de Morfeo («No pillaba de qué iba todo eso. No pasé de la página cuarenta y dos del guion. Aquel mundo simplemente no me interesaba»), Chow Yun-Fat también dijo no a lo de sujetar las pastis y Jean Reno desestimó ponerse en la piel del agente Smith porque no tenía muchas ganas de viajar a aquella Australia donde se rodaría la película. A Janet Jackson le ofrecieron interpretar a Trinity pero al no cuadrarle con la agenda de conciertos tuvo que desestimar la oferta. El mismo personaje también fue ofrecido a Sandra Bullock, a Michelle Yeoh y a Gillian Anderson, pero todas tenían mejores cosas que hacer. El caso curioso fue el del rol de Switch: Belinda McClory se presentó a las pruebas del casting pero solo para representar medio papel, porque en la historia original Switch iba a ser una mujer en el interior de Matrix y un varón en el mundo real (de ahí el nombre del personaje). Finalmente, se descartó la idea y la mujer se quedó con el pack completo.

Desde Warner, y tras tantear a Johnny Depp y Brad Pitt, finalmente propusieron a Keanu Reeves como estrella de la película, dejando algo confusas a unas Wachowski que se preguntaban si el chaval encarnaría a un buen Neo: «Se preguntaban ¿el de Las alucinantes aventuras de Bill y Ted? ¿Ese tío podrá darnos lo que necesitamos?», apuntaba un amigo cercano a las directoras. Aquel actor todavía no tenía condición de megaestrella, venía de reformularse como héroe de acción en Speed, pero también de patinar en Reacción en cadena y de protagonizar otra trama de temática ciberpunk que se escoñó en taquilla: Johnny Mnemonic. Reeves acabó acomodándose con soltura en el papel de Neo (un personaje que solo tenía ciento sesenta y cuatro líneas de diálogo en el film, de las cuales más de la mitad eran preguntas), Carrie-Anne Moss en el de Trinity, Laurence Fishburne en el de Morfeo, Hugo Weaving en el de agente Smith y Joe Pantoliano (que ya salía en Lazos ardientes) en el de Cypher.

Con el reparto en su sitio las Wachowski se pusieron exquisitas y, antes de permitir a los actores memorizar el guion, les obligaron a estudiarse el ensayo filosófico Simulacres et simulation de Jean Baudrillard, el libro Out of Control de Kevin Kelly (que versaba sobre utopías tecnológicas en la ciencia y el filosofar modernos), y los ensayos sobre psicología evolucionista de Dylan Evans. Y tras dejar el cerebro frito al casting los metieron en un gimnasio a darse de hostias: las Wachowski contactaron con Woo-Ping Yuen, un legendario coordinador de escenas de sopapos, actor y director que lleva repartiendo galletas en el cine de Hong-Kong desde los años setenta. A Yuen le gustó la historia de Matrix, pero estaba en modo vago y optó por solicitar una suma exagerada de pasta, el control total sobre las secuencias de tortas y entrenar a los actores durante cuatro meses, suponiendo que tantas demandas exigentes sería rechazadas y se libraría del curro sin tener que decir que no. Se equivocaba por completo, las Wachowski (fans de su trabajo) le dijeron que sí a todo y el hombre entró a formar parte del equipo.

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Matrix. Imagen: Warner Bros.

Empaquetando Matrix

Uno de los grandes aciertos estéticos de la película fue idear la lluvia Matrix a modo de seña de identidad, un diluvio de caracteres verdosos y extraños sobre fondo negro que representaban el código informático del mundo virtual. Los segundos iniciales de Matrix mostraban los logos corporativos (sumergidos en un filtro que simulaba las pantallas de fósforo verde de los ordenadores prehistóricos), seguidos de un chaparrón de aquel código misterioso que daba paso al título del film. Un aguacero digital de símbolos diseñados por el británico Simon Whiteley a partir de versiones volteadas de letras del alfabeto latino, números girados, caracteres reducidos del silabario katakana y algo de inspiración entre las páginas de los cocinillas orientales: «Me gusta decirle a la gente que el código de Matrix está hecho a base de recetas de sushi» comentaba el propio Whiteley al explicar que muchos de aquellos signos habían sido inicialmente escaneados de un libro de cocina de su mujer japonesa.

A la hora de hablar de las pintas de los personajes ocurre una cosa curiosa: todo el mundo tiene grabada en la memoria la imagen de Neo vistiendo chulesco una chaqueta larga de cuero cuando aquello no ocurría en ningún momento. Kym Barret, encargada de vestuario, explicaba: «El look de Neo no fue nada caro. Consistía en una chaqueta de lana que compré en un rastrillo neoyorquino por unos tres dólares, pero era el material perfecto y nos vino muy bien, cumplió perfectamente su función [Los directores buscaban ropa que ondease teatralmente durante las escenas de acción]. Aun así, la gente sigue preguntándome: “¿Y qué pasa con la chaqueta de cuero de Neo?” A ver, realmente él nunca ha vestido en Matrix una chaqueta de cuero». Barret también aclaraba que de dineros iban muy justos, y que a la hora de envasar a Moss en licra optaron por tirar de los materiales más baratos. El tema de los anteojos tintados fue un caso aparte: Richard Walker, fundador de la compañía de gafas de sol Blinde, estaba tan interesado por ataviar con sus productos a los protagonistas que se presentó ante los directores con diseños exclusivos para cada personaje realizados según sus nombres. A las Wachowski aquello les robó el corazón y ficharon sus servicios por delante de Ray-Ban o Arnette. Walker viajó a Australia para tirarse los meses de rodaje fabricando a mano las gafas de sol del reparto. En la pantalla, el agente Smith no se quitaría sus gafas en ningún momento.

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Matrix. Imagen: Warner.

Rodando Matrix

Matrix se filmó entre marzo y agosto de 1998 en Sidney para abaratar costes y con el equipo rebuscando callejones que tuviesen tufo a urbe norteamericana. Aunque buena parte del rodaje aconteció en los estudios que Fox acababa de inaugurar en la ciudad australiana, colgando a los actores de cables para azotar patadas y reutilizando material que otras producciones se habían dejado tirado por ahí: la persecución inicial sobre los tejados está filmada en un set que perteneció a aquella Dark City de Alex Proyas. Reeves llegó al entrenamiento bastante cascado tras una operación, pero se dedicó a ponerse en forma a lo bruto, y Moss se desgració el tobillo durante las escenas de piñas aunque no lo comentó en voz alta por si acaso le otorgaban la baja definitiva. La leyenda dice que el estudio inicialmente solo concedió un presupuesto de diez millones de dólares, y que las Wachowski se los fundieron todos en una escena inicial que sorprendió tanto a los productores como para que desembolsaran cincuenta kilos más. Pero dicho rumor es falso: en realidad las realizadoras montaron aquella secuencia cuando los de arriba comenzaron a insinuar que a lo mejor metían mano en la producción exigiendo cambios. Tras ver que la cosa tenía pintaza, los de Warner les dejaron hacer con el resto del filme lo que les diese la gana.

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Matrix. Imagen: Warner Bros.

Lo más llamativo del proceso de producción fue el afianzamiento oficial del famoso «tiempo bala» (bullet time), aquellos momentos donde la acción se ralentizaba hasta casi congelarse y la cámara giraba alrededor del protagonista mientras este esquivaba balas o pegaba patadas en el aire. No era una ocurrencia totalmente novedosa: Eadweard Muybridge ya jugueteó con lo de convertir una serie de imágenes estáticas en secuencias a finales del siglo diecinueve elaborando discos de fenaquistoscopio donde la acción se movía con gracia. En los sesenta, la serie Speed Racer (unos dibujos que las Wachowski acabarían trasladando al cine) ya incluía un fugaz momento que recordaba a los efectos de Matrix cuando el protagonista saltaba del vehículo durante la cabecera. En el 80, Tim Macmillan inventó el time-slice al fabricar una cámara que podía hacer cosas tan espectaculares como estas. Y en el 81, una chusca cinta sudafricana titulada Mata y mata otra vez presentó al abuelo del bullet time, una toma donde la cámara perseguía en slow motion a una bala recién disparada. Michel Gondry dirigió en el 96 un anuncio de vodka que tiraba de un muy vistoso tiempo bala, pero también firmó un vídeo para The Rolling stones encadenando entre morphings digitales fotografías estáticas («Like a Rolling Stone») y otro para Björk («Jóga») donde utilizaba una técnica similar. Y películas como Blade, Buffalo ’66 o Perdidos en el espacio incluyeron escenas con algo parecido al tiempo bala antes siquiera de que las Wachowski inaugurasen su mundo verdoso. John Gaeta, encargado de los efectos en Matrix, cita como inspiración principal para su bullet time a las mencionadas ocurrencias de Gondry, pero también al imaginario visual de Otomo Katsuhiro, el creador de Akira.

Gaeta junto a Bill Pope, director de fotografía, inicialmente trataron de lograr aquel efecto montando la cámara sobre una dolly que se desplazase a velocidades demenciales alrededor de los actores. Pero las pruebas fueron bastante desastrosas y acabaron optando por mezclar FX digitales y fotografía clásica: colocaron un ejército de cámaras de fotos en círculo en torno a la acción, las programaron para que fotografiasen la escena en orden (dejando intervalos de tiempo muy pequeños entre una instantánea y otra) y rellenaron por ordenador los huecos necesarios para que las imágenes encajasen formando una secuencia a cámara lenta donde la cámara parecía flotar libre.

Sí, en su momento esto fue la hostia en patinete.

Desde entonces, decenas de películas y series de televisión imitaron, parodiaron, o se inspiraron en el tiempo bala: Operación Swordfish, Superman Returns, Scary Movie, Los Ángeles de Charlie, Los Ángeles de Charlie: al límite, Los Simpson, Sherlock, Deadpool, X-Men: días del futuro pasado, Kung-Pow, Returner, Shrek, FLCL, Watchmen, Piratas del Caribe: el cofre del hombre muerto,Spider-Man o el cortometraje Carousel entre muchísimos otras producciones. Entretanto, los videojuegos lo convirtieron en recurso tras ver que las cabriolas con disparos de Max Payne resultaban divertidísimas: la primera, segunda y tercera entrega de dicha saga combinaron Matrix con la cámara lenta del cine de John Woo para utilizar el tiempo bala como mecanismo. También lo hicieron otros juegos como F.E.A.R., la saga Call of Juarez, la serie Red Dead Redemption, TimeShift, My Friend Pedro, The Hong-Kong Massacre, Mirror’s Edge, las recientes entregas de Fallout, los disparos a través de la mirilla en los Sniper Elite, Strangehold, Total Overdose y básicamente cualquier cosa en la que hubiese tiroteos. Entre ellos destacaba SuperHOT por llevar el truco hasta el extremo al plantear un videojuego donde la acción se desarrollaba siempre en bullet time gracias a una ocurrencia genial: que el tiempo solo avanzase cuando se movía el jugador.

Verde que te quiero verde

Las Wachowski también procuraron diferenciar estéticamente las escenas de la película según el mundo en donde transcurriera la acción. Las secuencias emplazadas en el universo virtual de Matrix se filmaron con objetivos de distancia focal corta, una decisión que permitía colocar a los personajes en estampas y entornos profundos. Y las escenas ubicadas en el mundo real tiraron de lentes de distancia focal larga, separando visualmente a los humanos de los escenarios, como si los primeros existiesen por derecho propio y no a causa del mundo que los rodea. El otro truco técnico para marcar diferencias implicaba jugar con las coloraciones: las luces se tiñeron de tonos verdosos cuando la historia tenía lugar en los terrenos de Matrix (una idea inspirada por los antiguos monitores de PC de fósforo verde), y de colores azules cuando los protagonistas zascandileaban por el mundo real. Aquella paleta, si bien no era especialmente sutil, funcionaba en la pantalla pero lo doloroso llegó años después, en 2008, cuando las hermanas fueron poseídas por el espíritu de George Lucas y decidieron meterle mano al metraje original para lanzar una nueva edición en DVD y Blu-ray. Y al hacerlo se pasaron en exceso con la brocha y la pintura: para acercar la estética de la original a la vista en las dos secuelas (Matrix Reloaded (2002) y Matrix Revolutions (2003)) en la reedición de Matrix optaron por acentuar a lo bestia los tonos verdes y azules, tiñéndolo todo con un aspecto muy alejado de la versión vista en cines y bastante criticado por los fans del film. El latigazo cromático era tan notable que no solo todo parecía estar sumergido en un filtro verdoso bastante molesto, sino que hasta Morpheus era más negro. Para alivio de todos los entusiastas de las aventuras de Neo, en 2018 se editó una nueva versión 4K en Blu-ray comandada por el director de fotografía de la cinta original, Bill Pope, una edición que daba marcha atrás y rebajaba el exagerado cóctel de verdes invasivos.

A la izquierda, imágenes de la edición en DVD de 1999, similar en sus colores a la versión exhibida en salas. A la derecha, la edición teñida editada en DVD y Blu-ray durante 2008.

Analizando Matrix

Durante la preproducción de la película aquel guion circuló por las oficinas de Warner con el sambenito de ser una historia sesuda y rebuscada que nadie entendía del todo. A los actores se les atragantaba (excepto a Fishburne, que lo encontró «muy inteligente») y los productores exigían meter más diálogo para que el público no se hiciese la picha un lío con tanto universo virtual y tanta divagación. En el fondo ni la historia era tan compleja ni las ínfulas filosóficas tan elevadas, el libro Simulacres et simulation que las directoras exigieron a los actores que se leyeran aparecía de manera evidente en el metraje (aunque el capítulo «On nihilism» por el que Neo lo abría estaba erróneamente colocado, porque en realidad pertenece a la parte final del tomo), pero al propio autor de la obra, Jean Baudrillard, la película le provocaba bostezos y cierta rabia. Baudrillard aseguraba que la cinta no tiene nada que ver con las ideas vertidas en su texto, que las Wachowski lo habían entendido todo mal y que en el fondo «Matrix es la película que las máquinas de Matrix hubieran producido», es decir, que en un mundo dominado por Matrix la cinta sería la propaganda ideal del enemigo mecánico para controlar a los humanos.

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Matrix. Imagen: Warner Bros.

Lo cierto es que Matrix es envidiable como blockbuster. La historia iba más allá de la clásicas excusas para balaceras, sabía encajar los logros técnicos en la trama y, sobre todo, condensaba las escenas de acción en set pieces que se sentían como consecuencia de lo que desarrollaba y no como excusa: el entrenamiento en el dojo, el tiroteo en el vestíbulo, las balas esquivadas en la azotea o el rescate de Morfeo a bordo de un helicóptero eran momentos en los que la trama desembocaba en lugar de plantarlos sin justificación. Pero al mismo tiempo es cierto que las ínfulas filosóficas que le pretendían las Wachowski tampoco iban más allá de una capa superficial, algo así como revisitar la alegoría de la caverna de Platón otorgándole un arsenal (y superpoderes) al prisionero antes de liberarlo para que salga a liarla. La cosa fue más evidente en las secuelas, donde los guiones ya no sabía qué coño hacer para justificar lo listos que se creían.

Secuelas de Matrix

En la industria, las secuelas de Matrix se manifestaron con un bonito montón de productos jugando a imitar la estética y maneras de las aventuras de Neo (Equilibrium, Underworld, El único) y un montón de videojuegos transformándose en extensiones de las escenas de acción. Pero lo peor de todo fueron las verdaderas secuelas que generó la cinta: Matrix Reloaded, pese a fallida, todavía resultaba medianamente entretenida, pero Matrix Revolutions fue un mojón considerable. Además, ambas pecaban de rebozarse en monsergas filosóficas que ni estaban bien hiladas ni nadie había pedido. Al final, lo más destacable de la expansión del universo Matrix tras la primera película fue una antología de cortometrajes animados convenientemente titulada Animatrix .  

La carrera posterior de las directoras también ha sido bastante desastrosa: tras dirigir la disparatada Speed Racer (una cosa tan loca que o se ama o se odia), se pegaron un costalazo considerable en taquilla con El atlas de las nubes y filmaron una El destino de Júpiter que no había por dónde cogerla. El año pasado Netflix les canceló su serie Sense8 tras dos temporadas a pesar de que se había ganado un grupo de fans fieles, y unos meses más tarde las hermanas le echaron el cierre a sus oficinas en Chicago al no tener producciones en marcha. A día de hoy, los rumores sobre una cuarta entrega de Matrix no paran de saltar de tanto en tanto y los estudios siguen preguntándose si lo virtual no sería el talento que demostraron inicialmente quienes firmaron Lazos ardientes y Matrix hace ya veinte años. Wake up, Neo.

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Matrix. Imagen: Warner Bros.

(1) A estas alturas todo el mundo sabe que Lana y Lilli Wachowski nacieron como Larry y Andy Wachowski y completaron su transición al género opuesto durante los dos mil. Dedicarle más líneas a ese detalle o ir saltando a lo largo del texto entre determinantes masculinos y femeninos sería amarillista e irrespetuoso teniendo en cuenta el celo con el que las realizadoras protegen su intimidad. Da hasta rabia escribir una nota al pie para recordarle a los posibles futuros listillos de los comentarios que sí, que estamos hablando de dos mujeres.

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5 Comentarios

  1. Gran artículo, pero se te ha escapado una de las influencias principales de las directoras en esta película: INVISIBLES de Grant Morrison.

  2. Falta mencionar ‘V de Vendetta’, la adaptación de la novela gráfica de Moore y Lloyd, oficialmente dirigida por James McTeigue pero que principalmente es obra de las Wachowski, tanto a nivel estético como narrativo.

  3. Esta peli en su día, y al día siguiente, y al siguiente etc.. me dejó con el culo torcido en una era en la que internet no era esto, Youtube no existía y todavía llegabas al cine sin tener ni puta idea de lo que te encontrarías.xuando Morfeo le explica a Neo desde dentro qué es Matrix todo el cine no pudimos más que contener la respiración…..

    Como bien dices, lo mejor que salió de Matrix fue animatrix, y me hace gracia que la peor historia de las que lo componen sea la que da pie a la segunda y tercera partes. De esas secuelas decir que los efectos «a lo Matrix» envejecieron muy bien, escena del hall con las espadas, persecución en autopista… Lo que no envejeció tan bien fue (como siempre) el Chi y ese puñetazo a cámara lenta a Mr Smith.

    Por último. Lo gracioso de inspirar a tantos juegos, basarse en una simulación etc..y nunca hubo un juego basado en las pelis (no sé si Entre the Matrix llegó a existir o es algo que soñamos, creo que por aquí no llego)

    Pd. El empalmazo de gritar POR SIOOOON y ametrallar calamares en la tercera, que pasada jajja

    • Entiéndase por Chi el CGI, a mi móvil le gusta cambiar palabras. . . Y el juego era Enter the Matrix, no entre..

  4. Sin dudarlo la fuente principal de la que surgió Matrix es Ghost in the Shell. Como ejemplo claro, la persecución de los agentes a Neo en el mercado es muy parecida a una escena de la película de animación.

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