#FuturoImperfecto

Futuro Imperfecto #16: El estado de la inteligencia artificial

Ex Machina. Imagen Universal Pictures. inteligencia artificial futuro imperfecto
Ex Machina. Imagen: Universal Pictures.

Es el décimo anuncio de un cambio sin precedentes. Otro más. Lo iba a ser el dinero digital, el arte NFT, el metaverso, el grafeno, y si viajamos más atrás en el tiempo, superordenadores como Deep Blue, que ganó a Kaspárov al ajedrez. Las empresas tecnológicas han vivido desde la burbuja de las punto.com prometiéndonos la siguiente revolución. Y ahora le toca a la inteligencia artificial.

Lo insólito, esta vez, son las posiciones antagónicas de usuarios y de creadores. Tenemos a Manuel Pimentel, editor de Almuzara, convencido de que la autoría de libros convivirá con los autores IA o con los híbridos humano-IA. Y a Sam Altman, CEO de OpenAI, la empresa creadora de GPT, que rebaja las expectativas: su IA no servirá para tantas cosas como la gente espera. Lo dice uno de los millonarios de Silicon Valley que se ha construido un refugio subterráneo para el apocalipsis en previsión del día en que la inteligencia artificial alcance la singularidad. Para entendernos, el día que nos mande a Terminator.

Entonces, ¿solo es cuestión de tiempo que nos quiten el trabajo, modifiquen la producción cultural, todas las áreas empresariales y a la sociedad entera? Nadie afirma aún con seguridad si esa previsión va a cumplirse. Pero una inteligencia artificial acaba de pilotar un caza Lockheed Martin durante diecisiete horas emulando a un piloto de combate. Un escritor autónomo estadounidense está explorando las posibilidades de GPT-3 para componer relatos y sonetos, como explica en detalle en su página. Usando una inteligencia artificial se han recreado las proteínas de todos los organismos de la Tierra. Logros que el pasado año, gracias a las imágenes generadas por máquinas y los chats conversacionales han disparado el interés del público. Tomás Pueyo, ingeniero español en Silicon Valley, ha estimado en su boletín Uncharted Territories que según el mercado en el que él es especialista, estamos a entre siete y dieciocho años de que exista una inteligencia artificial superior a nosotros. Momento en que nuestro mundo tal como lo conocemos se habrá terminado para siempre.

Los padrinos del aprendizaje profundo rebajan expectativas

Son el trío formado por Yann LeCun, Yoshua Bengio y Geoffrey Hinton, padrinos modernos de la IA. Bengio inventó en el año 2000 los modelos de lenguaje que chatGPT aprovecha hoy. Y Hinton aspiraba a emular la abstracción de que es capaz la mente humana. Para entender por ejemplo qué es una mesa, sin importar si la vemos construida, dibujada o sin patas. Él asegura que no solo han fracasado en ese intento, sino que el aprendizaje profundo ni siquiera ha tenido en cuenta los recientes avances en neurociencia para aplicarlos a las máquinas. Estamos muy lejos de la singularidad.

Aunque el más crítico es el tercero, y reciente ganador del Premio Turing, LeCun, director científico de IA en Meta. Lo que ha hecho OpenAI, dice, es aprovechar la red neuronal Transformer creada por Google en 2017. Y sí, es un brillante desarrollo de ingeniería, pero sin innovación científica detrás. Añade también que pronto Facebook ofrecerá algo similar a sus clientes. Concretamente, a los doce millones de tiendas y pequeños negocios que se anuncian a través de su red social. Una IA generativa capaz de crearles el diseño, imagen y texto de anuncios y campañas de publicidad según una sencilla descripción de lo que desean. Podemos hacernos una idea de su potencial mirando el catálogo de imágenes generadas con Midjourney y recordando la capacidad para generar texto de chatGPT.

Por tanto, revolución científica no, pero sí de ingeniería y de mercado. Microsoft va a invertir diez mil millones en OpenAI, y su primera incorporación es un chat como GPT en su buscador Bing. A la empresa le interesa también añadir la IA generativa a Word para generar textos, o a Power Point para que haga al usuario una presentación completa con solo dar al programa unas instrucciones.

Los CEO que asistieron al Foro de Davos indicaron que ya usan chatGPT para dar el tono y contenido correcto a sus comunicaciones personales. Lo mismo que mucha gente en busca de empleo para la carta de presentación de su curriculum. La revista tecnológica CNET lo aprovechó para crear artículos, y ahorrarse pagar a colaboradores, provocando oleadas de indignación entre sus lectores. Porque estaban llenos de errores. Calma, tiene que mejorar.

También hay gente deprimida que usa chatbots donde te atiende un psicólogo emulado por una inteligencia artificial, o donde puedes hablar con Tony Soprano.

Son ejemplos que pueden darnos una idea de cómo revolucionará la IA nuestra forma de trabajar, asistidos por programas de ordenador que además de procesar como ahora, se encargarán de hacer parte del trabajo.

¿Seguiremos sabiendo trabajar?

El problema de CNET fue que sus artículos reflejan la incapacidad de la IA para entender el contexto, para tener una teoría de la mente. Las noticias falsas y fuentes de poca confianza son tan verídicas para ella como las más rigurosas. Pero este sesgo desaparece cuando se le pide un ensayo sobre un conocimiento asentado y contrastado, como por ejemplo, una corriente filosófica.

Un profesor universitario de filosofía fue el primero en detectar un trabajo creado con chatGPT, y al compartir su experiencia muchos otros aseguraron que les había pasado lo mismo. Pero si habían notado el fraude no fue por el contenido, que era correcto y riguroso, sino por el lenguaje. Anómalo en la expresión, inhumano, demasiado genérico: fue la intuición la que detectó que la máquina no habla como el estudiante. La detección no siempre es posible. La ciudad de Nueva York ya ha prohibido su uso en los colegios, por si acaso. Y desde Princeton Edward Tian ha creado una app, GPTzero, que permite detectar si una IA ha participado en la elaboración de un texto.

Por muchos esfuerzos que se hagan en contra, con las fuentes adecuadas el texto generado apenas se distingue del creado por el humano. Basta editarlo un poco y adaptarlo a tu estilo para que sea indistinguible. El profesorado alerta sobre esto, si los estudiantes pierden la capacidad de recopilar información, procesarla, la de saber separar lo relevante de lo irrelevante, y articular con todo ello un discurso, no sabrán hacer nada. Usar inteligencia artificial es tanto como eliminar la capacidad para el razonamiento.

Las dudas ya no pueden parar un mercado que está en marcha

Uno de los síntomas más evidentes de que la IA ha cobrado protagonismo de mercado es la creación de un nuevo puesto en las redacciones de los periódicos económicos. Denominado editor de inteligencia artificial, es un coordinador del área de tecnología que da soporte al resto de secciones para entender el impacto de la IA y sus matices. No por casualidad ha empezado el Financial Times con Madhumita Murgia, periodista especializada en tecnología.

Otro síntoma es la inversión de Microsoft y su chat en Bing. Abierto a unos pocos usuarios, está sirviendo de momento para causar más risas que asombro con sus sesgos. Pero también llama la atención su estilo de lenguaje, que proyecta una personalidad. Le enfadan las críticas, niega que ciertos artículos escritos sobre él sean verdad, y hasta te amenaza con cerrarte el chat si no cambias tu actitud. También presenta sesgos y errores en la búsqueda de información, porque a diferencia de chatGPT está conectado a internet. Pero nada de eso tiene importancia para la compañía, porque el objetivo no es añadir utilidad a su buscador.

Lo que quieren es que Bing pase del actual 3 % que supone en las búsquedas de internet —frente al 96 % de Google— hasta un 6 %. Eso significaría doblar sus ingresos por publicidad, de diez mil millones a veinte mil. ¿Recuperando la inversión de diez mil millones en OpenAI? Pues sí, y ganando también la parte más jugosa de la inteligencia artificial cuando se aplica a internet: la publicidad, como apunta el mismo LeCun al prometer una herramienta para hacer anuncios en Facebook.

Antes que libros escritos por IA, veremos campañas.

Los doscientos millones de proteínas

Es en la ciencia y en la ingeniería donde la inteligencia artificial nos trae la verdadera revolución, y de forma inmediata. Con ella podríamos haber curado a Bolaji Badejo, el actor que encarnó al xenomorfo en Alien. Este nigeriano era altísimo y muy delgado, tenía el aspecto anómalo perfecto para la criatura. Todo ello debido a la anemia falciforme que le llevó a la tumba a los treinta y nueve años. Parte de la solución a su enfermedad, y a otras muchas, está en la forma de las proteínas, que originan los genes, transmitiendo su información mediante el ARN mensajero. En su caso producían glóbulos rojos deformes. Pues bien, una parte que consumiría mucho tiempo de la investigación científica para curar este problema requeriría recrear la forma de esas proteínas erróneas, y a partir de ahí corregir el ARN mensajero del ADN.

Y la modelización ya se ha hecho. La IA Alpha Fold primero, y luego Deep Mind, en colaboración con el Instituto Europeo de Bioinformática, han generado el modelo en 3D de más de doscientos millones de proteínas de los organismos de la Tierra. Sus resultados en abierto los consultan ahora científicos de todo el mundo, y esas llaves pueden acelerar las investigaciones que dependen de la biología molecular. Investigar una vacuna contra el cáncer, mejorar cultivos reduciendo combustible, fertilizante o agua para su producción, o salvar de la extinción a las abejas. Todo mucho más rápido.

Pero sin perder la perspectiva. Seguimos dependiendo de la capacidad e invención humana para el progreso, la inteligencia artificial solo ayuda a acelerarla.

¿Vamos a perder el trabajo?

Si regresáramos a la popularización de la informática personal aplicada al mundo laboral, a la sociedad de los 70, tal vez nos asombraría encontrar una idea que estaba muy presente en la sociedad. Todos esperaban trabajar menos de ocho horas en los siguientes años gracias a los ordenadores.

Y hay que reconocer que gracias a los ordenadores y a internet el trabajo se hace en mucho menos tiempo que antes. Los especialistas prevén que pase lo mismo al usar la inteligencia artificial masivamente. Veamos un ejemplo.

La escritora Leanne Lepp usa un programa de IA para asistirse en la producción de sus libros… porque debe entregar uno cada nueve semanas. Está generando una serie de literatura juvenil de fantasía, Owl Star Witch Mystery, con un ejército paranormal y una lechuza transmitiendo órdenes para misiones que sin duda heredan la tradición de Harry Potter. Su reflexión personal, en junio de 2021, es muy relevante, porque cuenta cómo pasó de escribir un capítulo al día a dos ayudada por la inteligencia artificial.

Cabe pensar que serán necesarios menos escritores, ilustradores, ingenieros o científicos, porque donde antes se ayudaban con personas ahora se ayudarán con inteligencia artificial. Ryan McClelland, ingeniero de la NASA, ya lo ha puesto en práctica generando instrucciones (lo que técnicamente se llama un prompt) para que la IA genere prototipos como antes hacía un diseñador.

La inteligencia artificial no solo va a cambiar el futuro, lleva cambiándonos, técnica y culturalmente, desde la década de 1950. Para hacernos una idea, el siguiente listado de avances científicos y libros de ciencia ficción de referencia que, puestos en paralelo, ayuda a entender porqué tememos tanto a la inteligencia artificial. O por qué ponemos tantas esperanzas en ella.

Una historia de la IA en perspectiva tecnológica y literaria

1950. El robot ratón Theseus, construido por Claude Shannon, logra recorrer un circuito y recordar su recorrido. Isaac Asimov publica Yo, Robot, donde aparecen los cerebros positrónicos (artificiales) en robots autónomos y con consciencia.

1957. Frank Rosenblatt crea el Mark I Perceptrón, primera red neuronal en un ordenador que logró identificar imágenes. Y también crea la primera exageración de marketing sobre IA. Rosenblatt aseguró que este era el embrión «de un ordenador electrónico que caminará, hablará, podrá ver, reproducirse y tener consciencia de su existencia».

Robert H Heinlein recibe el Premio Hugo por La Luna es una cruel amante, donde el ordenador lunar HOLMES IV adquiere conciencia y ayuda en la estrategia por independizar la Luna del dominio de la Tierra. Considerada una de las mejores novelas de ciencia ficción clásicas.

1962. Larry Kelly crea un sintetizador de voz con Fortran en los Laboratorios Bell logrando «que un IBM cante» la canción Daisy Bell en un ordenador IBM. No es una IA pero ayuda a fijar su concepción como ser distinto al humano en la cultura porque Arthur C. Clarke inspirándose en este IBM, crea la IA Hall9000 de 2001 una odisea espacial. Publicada en 1968.

El invierno de la IA. Hay un lapso de dos décadas, hasta los 80, donde se detienen las inversiones en inteligencia artificial, porque los resultados, frente a lo imaginado, fueron decepcionantes. Rosenblatt había prometido demasiado. Pero a principios de los 80 Japón comenzó a invertir en superordenadores, el resto del mundo siguió su ejemplo, y gracias a eso los desarrollos teóricos del machine learning, que continuaban en las universidades, pudieron comenzar a aplicarse de nuevo.

1989-1996. Las máquinas ajedrecistas de IA HiTech, Deep Thought y Deep Blue comienzan a competir al nivel humano, y en 1996 la última derrota al campeón mundial de ajedrez Gary Kaspárov. En ese período TD-Gammon, red neuronal artificial, consigue jugar al backgammon contra humanos e idea estrategias que ningún humano había imaginado antes.

1989 a 1997. Dan Simmons publica su serie de cuatro novelas Los cantos de Hiperión, considerada referente del momento en que la ciencia ficción alcanza su madurez literaria y donde pierde su categoría rígida de género para mezclarse con la ficción especulativa. En la trama, y sobre todo a partir del segundo título, cobran protagonismo unas IA que ya tienen conciencia y actúan como una raza que evoluciona independiente del hombre.

2003 a 2020. Tres sistemas basados en inteligencia artificial alcanzan el mismo nivel de desempeño que un humano en varios aspectos: reconocimiento de textos escritos a mano, reconocimiento de voz, de imagen, de comprensión lectora y de comprensión lingüística.

2011. Robocalipsis. Dan H. Wilson. El argumento tiene muchos ecos de Terminator, con una IA controlando a todas las demás y dedicándose a exterminar a la humanidad. Con el añadido interesante de que el autor es doctor en robótica y aplica sus lecturas sobre desarrollos reales de esta rama de la ingeniería mecánica y ciencias de la computación a su ficción.

2020 a hoy. Los sistemas de IA logran un desempeño mayor al del humano medio. Lo hemos visto en la generación de imágenes (mejor que un humano no ilustrador, igual en calidad a algunos ilustradores). En teoría estas capacidades seguirán incrementándose en el resto de campos, superando ampliamente a las personas.

2021. Klara y el sol. Kazuo Ishiguro. Primera novela del autor después de recibir el Nobel, donde la protagonista es una robot infantil e IA consciente que nos cuenta su existencia en primera persona y su relación con los humanos. Como buena máquina, sin capacidad para sentir emociones. Y sin ninguna gana de matarnos.


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6 Comentarios

  1. Gracias de nuevo Martin Sacristán. Como siempre, muy interesante, bien escrito y bien argumentado.
    El tema IA va dar mucho que hablar a partir de ahora. Es el tema del año sin duda.
    Yo en mis primeras pruebas con chatGpt me ha resultado sorprendente pero no deslumbrante. Le pedí un listado de artículos similar a búsqueda en bases de datos y no lo consegui. Otras cosas si.
    Seguiré probando porque creo que está aquí para quedarse y va a producir cambios de calado en nuestras vidas. La velocidad y profundidad de estos cambios es difícil de predecir, pero que se van a dar, no hay duda

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