Deportes

El triple de Andrés Nocioni que cambió la historia

El triple de Andrés Nocioni

La corona azul se contrae de manera casi imperceptible; apenas una décima de milímetro. Lo suficiente como para que la pupila se envuelva sobre toda la luz que es capaz de abrazar. Al otro lado de su mirada, Manu Ginóbili acaba de soltar el balón.

Argentina

Héctor «Pichi» Campana sonreía tras ganar a Estados Unidos en Oviedo por 74-70. Pero era una sonrisa amarga, una sonrisa cortada entre su perilla y el mullet ochentero que gastaba. Hacía menos de un mes desde que Jorge Burruchaga batiese a Schumacher por tercera vez y Diego Armando Maradona levantase la el globo dorado de la Copa Mundial de la FIFA en el Estadio Azteca de México. Diego Maradona, «el Pelusa», «el Barrilete Cósmico». «El Diez».

En 1986, Pichi Campana era lo más parecido a un ídolo que tenía el baloncesto argentino, el basquetbol; pero claro, no era Maradona. Él nunca había jugado más allá de las fronteras de su país; un país cuya afición estaba dominada de manera aplastante por el fútbol y en el que casi cualquier otra práctica deportiva –—incluidos el rugby y el baloncesto se consideraba poco menos que marginal. Además, el único éxito internacional relevante del basquetbol argentino había sido durante el primer Campeonato Mundial; el de 1950, que se celebró en el viejo Luna Park de Buenos Aires. También habían vencido a Estados Unidos, pero aquella vez fue en la final y la albiceleste se llevó la medalla de oro.

La victoria de Oviedo apenas significó un triunfo moral, pues Argentina ya estaba condenada a no pasar a la fase final del torneo. Un torneo que acabaría ganando esa selección estadounidense comandada por los todavía universitarios David Robinson, Steve Kerr o Muggsy Bogues.

Sin embargo, en 2002 y tras otro partido frente a Estados Unidos, el baloncesto argentino –—y el de todo el globo— nunca volvería a ser el mismo.

Ocurrió el cuatro de septiembre en el Conseco Fieldhouse de Indianápolis y ya no eran universitarios: Baron Davis, Reggie Miller o Paul Pierce formaban parte de una selección integrada exclusivamente por jugadores de la NBA. Enfrente estaban Juan «Pepe» Sánchez, Manu Ginóbili o Andrés Nocioni. Argentina derrotó a Estados Unidos por 87-80 y sí, el conjunto norteamericano estaba lejos de ser el mejor posible, pero, con todo, fue la primera vez que un equipo estadounidense compuesto por jugadores de la NBA caía. Y no fue la última. En ese mismo Mundial, los norteamericanos serían igualmente vencidos por Yugoslavia y por España, relegándoles así a un deshonroso sexto puesto.

Para los Juegos Olímpicos de 2004, la selección de los Estados Unidos se rearmó convenientemente. Seguía sin incluir a algunas de las estrellas más rutilantes del baloncesto profesional, pero no era una escuadra de segunda fila. El 27 de agosto, las semifinales de los Juegos de la XXVIII Olimpiada enfrentaron en el Helliniko Olympic Arena de Atenas a una selección norteamericana compuesta por nombres como Tim Duncan, Allen Iverson, Stephon Marbury, Dwyane Wade,o un veinteañero LeBron James. Al otro lado, el equipo argentino comandado por Ginóbili, Sánchez y Nocioni, pero también por Luis Scola, Carlos Delfino o Fabricio Oberto. El partido fue áspero aunque abierto y, pese a un último arreón de los estadounidenses, Argentina terminó llevándoselo por 89-81. Los jugadores sudamericanos se quitaron la camiseta y bailaron en el centro del campo. «¡La FIBA apesta!», escupió Duncan.

Al día siguiente, la albiceleste aplastaría a Italia y acabaría llevándose la medalla de oro olímpica y la corona de laurel. Se le llamó «La Generación Dorada».

El triple de Andrés Nocioni 2

Cuando la esfera naranja toca las puntas de sus dedos, todo el cuerpo de Andrés Nocioni ya está preparado. Está preparado desde antes incluso de recibir la bola. Desde antes del partido. Desde que era un niño en Santa Fe. Con el tacto rugoso del cuero, los impulsos eléctricos recorren cada filamento nervioso en el camino a una única orden. Es un gesto automático, instintivo, casi preternatural. Los pies paralelos y la cadera perpendicular a la línea de fondo, la cintura en un leve escorzo, los hombros encuadrados y la mirada fija en un aro a poco más de 6.25 metros.

España

La selección española de baloncesto cosechó en el MundoBasket 86, celebrado en su propio país, el mismo éxito que tuvieron sus homólogas de fútbol en España 82 y México 86: eliminadas en cuartos, eliminadas en cuartos, eliminadas en cuartos. Y eso contando con que, de alguna manera y pese a que el rey seguía siendo el balompié, en los 80 el deporte de la canasta estaba experimentado una moderada relevancia dentro de sus fronteras. Relevancia que aumentaría con el comienzo de las emisiones de partidos de la NBA a finales de la década, pero que, sin duda, había comenzado a forjarse gracias al éxito –—esta vez sí que el equipo de Juan Antonio San Epifanio «Epi», Juan Antonio Corbalán y Juan Manuel López Iturriaga obtuvo en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 84, donde alcanzó la final del torneo y solo fue doblegado por la potentísima selección local, que contaba en sus filas con futuras estrellas de la talla de Pat Ewing, Chris Mullin o el mismísimo Michael Jordan.

Sin embargo, el fiasco del 86 y una nueva derrota en cuartos en Seúl 88 presagiaba la tormenta perfecta que azotaría al baloncesto español cuatro años más tarde: el angolazo.

En los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, la selección local caía en la fase clasificatoria tras una vergonzante derrota por 63 a 83 frente a Angola, que formaba junto a China el dúo de supuestas cenicientas del torneo. Una selección china que nuevamente apartaría a España de la lucha por las medallas en el Mundial de 1994.

El angolazo y el chinazo significaron el fin de la generación de Los Ángeles. El conjunto que entrenó Antonio Díaz-Miguel tocó el techo de cualquier selección española de baloncesto en el 84 y marcó el punto más bajo de cualquier selección española de baloncesto en el 92.

Lolo Sainz no pudo remontarlo en el 94 y el equipo español comenzaría un proceso de regeneración que le llevaría a la deriva durante toda una década. Ni siquiera se clasificó para los Juegos de Atlanta 96, eliminado en cuartos en el Mundial del 98, primera ronda en Sídney 2000, y un pírrico quinto puesto en Indianápolis 2002. En los Juegos de Atenas 2004, España caería –sí, lo han adivinado de nuevo en cuartos de final frente a la selección estadounidense que posteriormente sería derrotada por Argentina. Sin embargo, en la escuadra española ya figuraban unos cuantos jugadores que estaban destinados a cambiar el sino del baloncesto español.

Fue el 25 de julio de 1999 en el Pavilhão Atlântico de Lisboa. La final del Mundial sub-19 enfrentaba a una selección estadounidense recién salida del instituto pero que incluía a futuros profesionales de la NBA como Nick Collison o Keyon Dooling. En el otro lado de la cancha jugaban unos chavales de apenas 18 años y gran proyección. Se llamaban Felipe Reyes, Carlos Cabezas, Berni Rodríguez, Juan Carlos Navarro o Pau Gasol.

España venció por 94 a 87. Se les llamó «Los Juniors de Oro».

El triple de Andrés Nocioni 3

Los brazos se levantan, la muñeca derecha rota hacia delante y, en el espacio infinito de su mano, puede notar cada pequeña protuberancia que recubre la envolvente del balón, cada letra impresa en él y cada costura. Desde la base de la palma hasta el último extremo de la última yema del último dedo. En el horizonte de su periferia ve –porque lo sabe con certeza que Rudy Fernández no alcanzará al tapón. La bola está ya en el aire.

Argentina-España

El uno de septiembre de 2006, el Saitama Super Arena se llena con 17.000 espectadores para asistir a la semifinal del Campeonato Mundial de baloncesto que se celebra en Japón. En la cancha, la albiceleste de Ginóbili, Nocioni y Scola frente a la selección española de Pau, Navarro y Berni, pero también de Jorge Garbajosa y José Manuel Calderón.

El partido es físico y enormemente disputado, pues ambos equipos saben que un par de horas antes, la Grecia de Spanoulis, Diamantidis y Papaloukas ha vencido contra todo pronóstico a un conjunto estadounidense que tenía, entre otros, al futuro big three de Wade, James y Chris Bosh, a los que se habían añadido superestrellas como Carmelo Anthony, Chris Paul o Dwight Howard. La medalla de oro parece, de repente, un objetivo más asequible. Pero no nos engañemos, Argentina y España pelearían igualmente con uñas y dientes quienquiera que les esperase en la final.

El empuje inicial es del equipo sudamericano, que abre brechas de más de 10 puntos. Sin embargo, a mediados del segundo cuarto, un jovencísimo Sergio Rodríguez revoluciona el encuentro a base de triples, penetraciones y contraataques. En el descanso del partido, el resultado es de 40-38 a favor de España.

La segunda mitad es más hosca y se llena de interrupciones y tiros libres. Cuando el balón no está en la línea de personal, Garbajosa, Ginóbili, Pepe Sánchez y Walter Herrmann bombardean desde el perímetro; Pau se pelea con Scola, Oberto y Rubén Wolkowyski en la zona; Carlos Jiménez rebotea, Rudy Fernández hace algún mate y Nocioni, como alero total que es, se convierte en una amenaza desde prácticamente cualquier punto del campo.

Cuando resta un minuto y medio para el final del encuentro, Pau Gasol se lesiona el pie izquierdo en una acción fortuita. El barbudo y greñudo Pau, que en apenas cinco años se había convertido en una estrella de la NBA y que no se parece casi nada al barbilampiño chavalote que perdió contra Estados Unidos en Atenas. El mejor jugador de la selección española no podrá finalizar el partido, aunque aún le quedan fuerzas para meter los dos tiros libres y situar a su equipo seis puntos por delante.

Un triple de Pepe Sánchez, una penetración casi imposible de Manu, dos tiros libres de Scola y otros dos de Calderón –en jugadas alternas colocan el encuentro un punto arriba para el combinado español.

A falta de 19 segundos, la bola es de Argentina y la bola, por supuesto, está en poder de Emanuel Ginóbili, el pibe de Bahía Blanca, el capitán. Busca una penetración por el centro de la zona, pero Garbajosa se interpone buscando forzar la falta en ataque. Con el camino cerrado, el 5 de la albiceleste mira a la derecha y encuentra a su compañero en la esquina de la cancha.

El iris azul de Andrés Marcelo Nocioni se contrae de manera casi imperceptible; apenas una décima de milímetro. Lo suficiente como para que la pupila se envuelva sobre toda la luz que es capaz de abrazar. Al otro lado de su mirada, Ginóbili acaba de soltar el balón. Cuando la esfera naranja toca las puntas de sus dedos, todo el cuerpo ya está preparado. Está preparado desde antes incluso de recibir la bola. Desde antes del partido. Desde que era un niño en Santa Fe. Con el tacto rugoso del cuero, los impulsos eléctricos recorren cada filamento nervioso en el camino a una única orden. Es un gesto automático, instintivo, casi preternatural. Los pies paralelos y la cadera perpendicular a la línea de fondo, la cintura en un leve escorzo, los hombros encuadrados y la mirada fija en un aro a poco más de 6.25 metros. Los brazos se levantan, la muñeca derecha rota hacia delante y, en el espacio infinito de su mano, puede notar cada pequeña protuberancia que recubre la envolvente de la bola, cada letra impresa en él y cada costura. Desde la base de la palma hasta el último extremo de la última yema del último dedo. En el horizonte de su periferia ve –porque lo sabe con certeza que Rudy Fernández no alcanzará a taponar. El balón está ya en el aire.

Y gira.

Durante menos de un segundo. Durante mil días y un cosmos. Durante mil flashes y 17.000 alientos contenidos, el balón gira. El retroefecto hace que el aire que lo envuelve genere las fuerzas de sustentación necesarias para que describa una parábola perfecta. Un arco invisible con un destino único.

A las 21:42 del uno de septiembre de 2006, en el Saitama Super Arena no hay nada más. Solo un balón de baloncesto en el aire.

Y gira.

Dentro.

La bola atraviesa limpia el aro de la selección española sin tiempo para nada más. Suena la bocina. Argentina vence a España por 77 a 75.

Dos días después, el equipo sudamericano pasará por encima de la selección griega reclamando la medalla de oro y cosechando así un doblete formidable que unía la corona del Mundial a la de los Juegos Olímpicos de 2004. La Generación Dorada era más dorada que nunca.

Por su parte, España no se recuperaría del varapalo de la semifinal y caería frente a la escuadra estadounidense en el partido por el bronce. En los años sucesivos, el equipo español seguiría contando con unos jugadores de gran capacidad, pero nunca llegó a tener tan cerca una final y volvería a la maldición de los cuartos. En Pekín 2008 y en Londres 2012 terminaría nuevamente fuera de las medallas; e incluso en los campeonatos europeos apenas disputó una semifinal, la del EuroBasket 2007 que se jugó en Madrid. Parecería como si esos hombres de enorme talento y sobradas aptitudes, esos hombres que despuntaban en la ACB y en la misma NBA no hubieran podido sobreponerse al peso que les significó quedarse a una distancia tan corta de la final. A la distancia de un triple.

Aunque han pasado ya siete años y mi memoria no es muy buena. Ahora que recuerdo, quizá no sucedió así….

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28 Comentarios

  1. Fue una buena mañana en España, los griegos cargandose a los yankees, todo controlado hasta que el pie de Pau hizo crack, un par de minutos tremendamente tensos y ese momento del balón volando que fue angustia en estado puro, luego el bote en el aro que fue una gran alegría, el sonido «precioso» de la bocina, grandes recuerdos los de ese día.

  2. Yo estuve en Saitama. No sucedió así, creo. Aunque la borrachera de esa noche no me permite recordarlo todo.

    Lo que NUNCA olvidaré fue la entrevista que le hizo la TV japonesa a la madre de Carlos Cabezas. Una señora eufórica, borracha de éxito de su hijo. El cámara se iba haciendo pequeño temeroso que esa energía hecha mujer la devorara. Parecía Dragon Ball.

  3. joder, estaba leyéndolo y por unos segundos quería matarte, desenchufar el server de jotdown, y qué se yo más.

    Muy bueno :)

    Como única crítica, no haber incluído a Raul López y sí a Berni o Cabezas, pero eso ya es personal.

    • Raul López era uno de los jugadores más talentosos de esa generación, sin ninguna duda, pero intentaba referenciar solo los que luego estuvieron en Saitama.

      Un saludo.

  4. Si, bueno. Si hubiese entrado la historia sería completamente distinta. Woody Allen hizo su mejor película de los últimos diez años con el mismo argumento. :)

  5. Que largo se hizo aquel triple. Y la que se hubiera liado de haber entrado, teniendo en cuenta que Manudo posiblemente hizo pasos y falta en ataque.

    Como anécdota, Nocioni se puso una foto del momento en que lanzó en su taquilla del United Center de Chicago. Un gran jugador con un gran caracter ganador, sin duda

  6. Arcimboldo

    «Lolo Sainz no pudo remontarlo en el 94 y el equipo español comenzaría un proceso de regeneración que le llevaría a la deriva durante toda una década».

    Yo no llamaría ir a la deriva lograr una medalla de plata en el Europeo de Francia 1999, donde la generación Pre Juniors de Oro, entrenada por ese mismo Lolo Sainz(Herreros, Jiménez, Nacho Rodríguez, Angulo, Dueñas, Alfonso Reyes, R. de la Fuente, de Miguel, etc) se ventiló a la Lituania de Sabonis en cuartos y una vez en el podio miraron por encima del hombro a la Yugoslavia de Divac, Danilovic y Bodiroga (bronce).

  7. R. Maitland

    Cada vez que hemos alcanzado un éxito con la selección de baloncesto desde el mundial de Japón, he recordado indefectiblemente y con íntimo desasosiego el triple de Nocioni.
    Descubro que esa pesadilla ucrónica es compartida por más gente.
    Es más, creo que ese balón sigue todavía suspendido en el aire. Sigue girando y describiendo una parábola amenazante. Y no augura nada bueno.

  8. S.C.GARCÍA

    «En Pekín 2008 y en Londres 2012 terminaría nuevamente fuera de las medallas; e incluso en los campeonatos europeos apenas disputó una semifinal, la del EuroBasket 2007 que se jugó en Madrid.» ??????????

    La selección española fue medalla de plata en Pekín y en Londres. Además de haber ganado los dos últimos EuroBasket (2009 y 2011)

  9. La gente todavía no se da cuenta del futuro paralelo que has intentado describir si Nocioni llega a meter ese triple…

    Hay que leer más y mejor, señores.

  10. Amo los articulos de baloncesto de Jot Down. Aunque tengo que reconocer que este me genero un poco de tristeza.

    Argentino y amante del baloncesto.

    PD: Como soportan a esos relatores?

    • Entiendo que el artículo es un poco amargo para un argentino. No obstante, créame que considero que la corona olímpica es lo máximo que se puede conseguir en el baloncesto y eso no se lo va a quitar nadie.

      En cuanto al relator, se trataba de Andrés Montes, que fue una figura de la comunicación televisiva, precisamente por el estilo desenfadado y «gritón». Tenía muchos seguidores y también bastantes detractores.
      A mí no me gustaba demasiado, pero me entristecí como el que más cuando falleció hace un par de años.

      Un saludo.

  11. Jimbojones

    Me vi todos los santos partidos del mundial, mi padre y mi tío son fanaticos del basket, y yo otro tanto, sobre todo de la selección, y de muy niño de los Bulls de Jordan Pippen y Grant (que me hacia gracia por sus gafas)
    Recuerdo mas las circunstancias en las que vi aquel partido, que la propia final.
    Acabábamos de volver de las vacaciones, y yo estaba estudiando aun, mi padre se fue a trabajar y las semis fueron a medio día, todo el mundo retraso el café en su trabajo para ver los últimos minutos.
    Yo estaba viendolo solo pegando brincos como un demente, y poco antes de que se lesionara Pau, llego un amigo, cuando Pau se lesiono yo sali del salón porque no podía más.
    De la final recuerdo poco solo un mensaje de mi tio «la vida puede ser maravillosa!» Que conserve en el movil hasta 2011.

  12. Ha quedado feo eso de omitir interesadamente la plata de Francia 99 y el bronce de Turquía 01 para cuadrar mejor el articulo al contexto que interesaba…

    Por lo demás un fantástico articulo, que mañanas (y madrugadas en ocasiones) mas buenas nos pegamos ese verano de 2006. Enhorabuena al autor.

    • Bien visto :)

    • Domingogo

      A las medallas del 99 y 2001, hay que sumar la plata en 2003, contra la Lituania de Macijauskas. Además de la gran actuación de España en Atenas, solo frenada porque Marbury hizo el partido de su vida -que, por supuesto, no repitió en semifinales.
      Por lo demás enhorabuena por el artículo. Me encanta recordar ese partido. Lo vi en el trabajo, encerrado en el despacho con otros dos compañeros.
      Eso sí, creo que el triple de Nocioni no hubiese cambiado la historia. Esta generación de genios no hubiese caído en cuartos de forma reiterada.

  13. Genial artículo, gracias.

  14. Pingback: Quemar después de leer… #1 | PELM

  15. No sabemos lo que hubiese pasado si el triple de Nocioni entra…

    Es lo bonito del deporte, esos momentos del todo o nada, que pueden marcar la carrera de un deportista. Hubiera pasado a los fracasos del deporte patrio, como el penalty de Raúl en el 2000, el «trata de arrancarlo Carlos» o la final de waterpolo 92.

    Y sí me centro en esta última porque tuvo un final feliz, tras el 92 llegó el 96. Y la selección española, con la base»junior de oro» era un bloque ganador. 2006 fue el estallido, pero se venian de jugar 3 semifinales de eurobasket consecutivas (plata y bronce ncluidas) de unos Juegos 2004 donde pecamos de pardillos y ganamos en la fase previa todo para acabar jugandonoslo ante unos americanos que venían de paseo. Aprendizaje, seguro que Navarro o Pau lo recordaron antes del partido ante Brasil en Londres.

    No tengo dudas de que a este bloque le hubiese ido bien

  16. Siempre noto a faltar, cuando se recuerda 2004, la mención de que España venció al oro y a la plata.

  17. Aquel balón está suspendido en el aire y los jugadores no han vuelto todavía de Japón. Yo sigo delante del ordenador de la oficina y todavía se puede evitar que el jeque Pérez se haga con los mandos del RM…si el Dr Bishop me ayuda, claro.

  18. Pepe Moreno

    Aun tengo escalofríos al pensar que Pepu puso a Navarro a defender a Ginobili. Tácticamente, error enorme, al igual que la ayuda en lado fuerte de Garbajosa. ¿Qué pasó?. ORO.

  19. Pepu y Luis Aragonés, los que encaminaro la senda del triunfo (lo siento, platas y bronces no lo son) de nuestras dos selecciones mas importantes, ex entrenadores de equipos ninguneados por la prepotencia madridista…eso tiene que doler…

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