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Leeds United: A Love Story

Leeds
Escena de Take Us Home: Leeds United. Imagen: Amazon.

Hace dos años y pico, apenas sabía algo de Leeds. Que era una ciudad inglesa, que el club había estado entre los grandes de la Premier League hacía décadas. Hasta ahí llegaba. Hoy la puedo ubicar en el mapa, tengo una idea de la población, conozco más o menos la historia del equipo, sus cánticos, los hinchas más famosos, la mayoría de los jugadores actuales, y trato de no perderme casi ningún partido. No soy el único.

Mi paulatino conocimiento de los whites se inauguró un día del verano de 2018, cuando encuentro en el diario deportivo Olé la noticia de la contratación de su nuevo entrenador: Marcelo «el Loco» Bielsa. Ahí estaba en una foto, el hombre que en vida da nombre a un estadio, sonriendo delante de un escritorio, con su sempiterna ropa deportiva, y una ventana detrás rellena de verde inglés, por si quedaban dudas.

Here we go with Leeds United

We’re gonna give the boys a hand

Stand up and sing for Leeds United

They are the greatest in the land (1)

Las primeras memorias sentimentales que tengo relacionadas con el fútbol provienen de los resultados del primer club que dirigió, Newell’s Old Boys de Rosario. Todavía era un niño, pero salgo al patio de mi casa a gritar como si no hubiera mañana la clasificación a la final de la Copa Libertadores de América. No era para menos, en realidad, después de una interminable tanda de penales que terminó 10-11 frente al América de Cali. Días después, en el mismo junio de 1992, la crueldad infantil de los hinchas del equipo rival de la ciudad, Rosario Central, se manifiesta en el aula del colegio como consecuencia de la derrota del club rojinegro en la final ante el São Paulo, otra vez por tiros a once metros del arco. No son solo recuerdos. Visto en retrospectiva, era una iniciación a la experiencia de las alegrías y las amarguras derivadas de los imprevisibles trayectos del esférico. «El público solo quiere a su club. A cambio solo recibe emociones», analiza el director técnico rosarino desde la ciudad más grande del condado de West Yorkshire.

Reconozco que las últimas entradas de su currículum, antes de mudarse al norte de Inglaterra, no habían sido las mejores: dos días ligado a la Lazio y menos de un año con el Lille. Sin embargo, uno sabe a estas alturas que ese muestrario de experiencias volcadas en un papel no es más que una colección de datos sin alma. Las fechas y las actividades que describen mis pasos por almacenes, por ejemplo, omiten la precariedad de las condiciones laborales y los esfuerzos hechos para estar allí presente cada día, cada semana, cada mes. Para algunos, «la estadística» lo es todo, y esas breves estancias en ambos clubes europeos se traducen en rotundos fracasos. Pero otros optan por mirar más de cerca, y descubren que los dirigentes romanos habían prometido siete fichajes y no cumplieron con ninguno. O que Bielsa viajó a Chile mientras entrenaba a los franceses para visitar a uno de sus antiguos ayudantes, enfermo terminal de cáncer, acción que desaprobó la directiva.

Entre estos otros se ubica Víctor Orta, hoy director deportivo del Leeds United Football Club y ayer mano derecha de Monchi (2) en el Sevilla. Según él mismo relata, «estaba en el coche con Andrea y me preguntó: «¿si tuvieras todo el dinero, si pudieras elegir cualquier entrenador, ¿a quién elegirías?» Le dije que a Bielsa y me respondió: «llámalo»». Andrea (Radrizzani) no es su mujer, sino el multimillonario italiano dueño del club británico desde hace tres años. La iniciativa provocó, a los que se jactan señalando aquellos que consideran perdedores desde el sofá de su casa, una media sonrisa, viendo que el argentino iba a dirigir por primera vez a un equipo de segunda división a sus sesenta y tres años. La realidad, en cambio, era que el conjunto blanco, después de catorce años en la segunda —y tercera— división inglesa, había elegido al hombre que los llevaría de vuelta a la Premier League.

Every day, we’re all gonna say

We love you Leeds! Leeds! Leeds!

Everywhere, we’re gonna be there

We love you Leeds! Leeds! Leeds!

Si para una cosa soy malo es para las predicciones, pero sin embargo algo me decía que el fútbol veloz, casi frenético, que se practica en las islas, podía ser favorable a sus habituales planteos de juego de presión y ataque constante. Y curioso por lo que iba a deparar la temporada, agregué al equipo entre los «seguidos» en la app del teléfono.

La llegada de uno de los técnicos más admirados por Guardiola («creo que es el entrenador más auténtico de todos los tiempos») no fue como la de cualquier otro. Antes incluso del inicio de la liga, el Loco quiso saber el tiempo aproximado que tenía que trabajar un aficionado para poder pagar su entrada a Elland Road, la cancha de los peacocks. Con los datos en la mano, ordenó a sus futbolistas recoger toda la basura que encontrasen en las inmediaciones del estadio durante tres horas. Los jugadores entendieron rápidamente que si querían cambiar su manera de jugar, primero debían cambiar su mentalidad. Y la mayoría de los 34 126 asistentes al debut contra el Stoke City, agradecieron aquel domingo cada hora trabajada esa semana y el 3-1 de su equipo al final de los 90.

Leeds United Football Club
Escena de Take Us Home: Leeds United. Imagen: Amazon.

Al seguir la Championship descubrí que no le hacían falta toneladas de libras para igualar —o incluso superar— en competitividad a la Premier. No obstante, la participación del club que alguna vez fuera subcampeón de Europa (3) superó todas las expectativas. No porque alcanzasen el ansiado objetivo del ascenso, sino por protagonizar una temporada que ni un all-stars de guionistas de HBO y Netflix juntos podría haber escrito. La plataforma de vídeo de Amazon, por otro lado, sí intuyó que había ingredientes de serie documental en el recorrido que estaban por realizar los norteños, y de esa forma moldeó seis adictivos episodios con el nombre de Take Us Home: Leeds United.

Digo adictivos pero a la vez me doy cuenta de que es necesario aclarar: el show no fue ideado para los que disfrutan de discutir planteamientos tácticos o posicionales. Que estos no se ilusionen en vano, porque no encontrarán en él ningún sesudo análisis sobre si las galopadas de Luke Ayling hacia el campo rival dejan demasiado descubierta la banda derecha, o el motivo que llevó a Gareth Southgate a convocar a Kalvin Phillips a la selección de Los Tres Leones. Por no haber, no hay casi repeticiones de las jugadas ni de los goles.

El artefacto de la productora ledesiana The City Talking más bien tiene como espectadores potenciales a aquellos que extrañan Game of Thrones y aún no han encontrado un reemplazo. Al fin y al cabo, como proclamaba Tyrion en el final de la saga, lo importante son las historias. Y ellas son las que básicamente sostienen el programa, con narración de Russell «Gladiator» Crowe incluida —uno de los simpatizantes populares del club— en un tono más próximo al documental bélico que deportivo.

Fans que alternan la esperanza y la resignación anticipada, jugadores que hasta hace nada eran casi anónimos, y no están acostumbrados a la exposición mediática, abriendo las puertas de sus hogares, fichajes que se caen en el último minuto de forma inexplicable, un caso de espionaje, dejar hacer un gol al equipo contrario… Para el momento en que el último capítulo de la primera temporada llega a la increíble e inesperada eliminación en los play-offs ante el Derby County, y comienza a sonar el «Marching on Together» transformado en delicada canción pop (interpretada por los locales Shadowlark) mientras vemos la desolación reflejada en los hinchas, jugadores y cuerpo técnico presentes en Elland Road (o sea, los personajes que aprendimos a querer en cada entrega), la sensación de derrumbe colectivo nos alcanza de tal forma que se hace difícil pensar que se trata de fútbol y habrá otras oportunidades, y no que acaban de diezmar un ejército y se perdió la guerra. Para seguir con la comparación, ni la devastación de King’s Landing logra provocar semejante grado de profunda desazón y lágrimas retenidas (y eso que en ella fenece Jaime Lannister, otro hincha peacock famoso).

Marching on together

We’re gonna see you win

We are so proud

We shout it out loud

We love you Leeds! Leeds! Leeds!

En aquel momento crítico, lo más fácil y tentador era señalar al máximo responsable del plantel, el que les marca el camino al otro lado de la línea de cal. Después de todo, una acusación habitual al método bielsista es que la exigencia física a sus dirigidos es tan alta que, de forma inevitable, luego de tener comienzos fulgurantes, les llega la extenuación y la consiguiente bajada de rendimiento para el último tramo de los campeonatos (las dos finales perdidas del Athletic Club Bilbao en 2012 vendrían a ser la prueba más fehaciente). Los datos de la competición parecían ser irrefutables al respecto: a la altura de la fecha 42, Leeds estaba en el segundo lugar de la tabla, y así ascendía de forma directa. Pero, de los siguientes —y últimos— cuatro partidos, pierde tres y empata uno, fatídica racha que lo deja en la tercera ubicación y lo lleva a disputar las eliminatorias.

Sin embargo, los propios seguidores del equipo vieron lo sucedido más bien como parte de su sino. De las siete veces que habían logrado subir de categoría desde que el club se fundó (1919), nunca lo consiguieron a través de play-offs, sino terminando en primera o segunda posición. Y en todos esos años, lo cierto es que tampoco era la primera vez que a un buen inicio del torneo le seguía un marcado declive. No por nada en las gradas del estadio se escucha desde hace tiempo una versión propia del hit de Joy Division, cada vez que la adversidad les vuelve a saludar desde la cancha: «Leeds, Leeds are falling apart, again».

Siempre genera una sensación especial cuando uno ve a alguien de su propio país ser reconocido en tierras extranjeras. Y si con ese alguien se comparte a su vez ciudad de origen, un poco más. Ahora, si esa persona es el ídolo máximo del club del que uno es hincha en Argentina, y la veneración se produce en Inglaterra, ya estamos hablando de un asombro inédito, descomunal. El encono entre argentinos e ingleses (pero, sobre todo, el de los primeros hacia los segundos), claro está, no es solo deportivo. «La guerra de las Malvinas en versión futbolística», titulaba El País en la previa al encuentro entre estas selecciones de México ’86, justo antes de que Maradona se inventara la Mano de Dios, picardía y venganza sintetizadas en un gesto instantáneo. Para dar una idea nomás.

Pero, a pesar de una histórica rivalidad que trasciende el campo de juego, no es menos cierto que existe a su vez una reciprocidad positiva. La producción musical del Reino, sin ir más lejos, ha ido haciendo aportes a las bandas sonoras de montones de ciudadanos australes desde el siglo pasado. Y no solo eso. El mismo Roger Waters, por ejemplo, ha intercedido para facilitar una misión humanitaria que se proponía identificar cuerpos de soldados argentinos en las islas escenario del conflicto armado del ‘82.

En las últimas décadas, por otra parte, gracias a una apertura internacional mayor de los equipos ingleses (léase un negocio cada vez más rentable), se ha producido una especie de intercambio de talentos. El Kun Agüero, con casi una década en el Manchester City, es ya el jugador con más antigüedad de la plantilla. Mauricio Pochettino (figura de la defensa del mismo Ñuls que dirigía Bielsa) se convirtió en uno de los entrenadores más pretendidos de Europa en sus cinco años con los Tottenham Hotspur, llevándolos a una final de la Champions League por primera vez en su historia. Por nombrar un par.

No obstante, la reverencia provocada por el rosarino en Leeds en su primer año en la ciudad excedió la de cualquier compatriota suyo que le haya precedido en la gran isla. Con la evidente excepción de lo que representa su figura para la Lepra (tal el seudónimo del club rojinegro); a la cual no solo lo liga su exitoso pasado y el rebautismo del estadio —además está vinculado por colaborar de forma económica— y sus simpatizantes no pierden la esperanza de que vuelva un día a sentarse en el banquillo, es sabido que su paso por algunas de las posteriores instituciones de su carrera despertó también pasiones inusitadas. Pero al parecer la idiosincrasia british ha resultado la más idónea para que su personalidad produzca una resonancia de una magnitud desconocida desde su estancia a la orilla del río Paraná.

Su influencia inmediata en el estilo de juego del equipo (con casi los mismos jugadores de la temporada anterior), sus decisiones deportivas y estructurales (como el pedir reformar zonas de las instalaciones donde entrenan), sus declaraciones pospartido, su honestidad y coherencia desde que estampó la firma en el contrato, fueron suscitando una serie de reacciones de lo más variopintas. Una estatua de bronce de unos setenta y cinco kilos que fue sorteada, tatuajes, canciones (4), bufandas, camisetas, pins, stickers, banderas, street art y hasta la recuperación y apropiación de una frase suya legendaria (5) en el ambiente del fútbol argentino: Vamos Leeds Carajo. Sí, así en castellano. De hecho, si cabe algún elemento más para el asombro ante tanta fascinación, es que el nuevo prócer de la ciudad no habla el idioma de sus vecinos. Ironías de la vida, parte de toda esta nueva iconografía, ya sea con su nombre, su imagen o la frase, está compuesta con dos de los colores del LUFC, azul y amarillo. Los cuales son justamente los distintivos de Central, el rival del club de sus amores.

El hablar de colores nos lleva a reflexionar que en definitiva es posible que el club inglés esté predestinado a las revoluciones promovidas por un solo hombre. Don Revie, que con ocho títulos como entrenador vendría a ser el equivalente de Bielsa en Newell’s; y sin lugar a dudas también daría nombre al estadio si en Inglaterra se tuviese tal costumbre (sí lo lleva, es cierto, una tribuna, y existe una estatua suya fuera de Elland Road) tuvo la suficiente ambición al tomar las riendas del equipo de cambiarles hasta la equipación. «Llevamos una vida vistiendo de azul y amarillo. ¿Qué hemos ganado desde entonces? Nada. A partir de ahora, este equipo deja de ser un perdedor, porque lo entreno yo. Y yo no soy un perdedor. ¿Saben qué equipo ha ganado más títulos en el mundo? Pues el Real Madrid. ¿Saben de qué color viste el Real Madrid? De blanco», decía en marzo de 1961 quien se convertiría en uno de los máximos ídolos de la entidad. Influenciados por el color del equipo de Di Stéfano o no, dos temporadas después volverían como campeones a la First Division (hoy Premier), y al final de la década ya sumarían otras tres copas.

El comienzo del año dos de la era Bielsa encontró a todos aliviados con la garantía de su continuidad, pero con una meta indiscutible, al menos para los fans: evitar los play-offs. Claro que una cosa es decirlo y otra hacerlo. Así y todo, convencidos de que «esta tenía que ser la última» temporada en Championship, los de Yorkshire comenzaron desplegando un juego más confiado y aceitado del visto en el pasado curso. Y llegaron al final de año mirando a todos desde arriba. Cuatro derrotas en los dos primeros meses del 2020 seguramente hicieron pensar a más de un seguidor qué tal si cambiaban la vestimenta al rojo del arrollador Liverpool de Klopp, a ver si volvía a surtir efecto el truco. En todo caso, los tropiezos no lograron bajarlos de las posiciones de ascenso. Llegados a la jornada 37, volvían a lo alto de la tabla repletos de optimismo, la adrenalina de los simpatizantes alcanzando picos. Y entonces llegó la noticia: el nuevo virus que recorre el planeta obligaba a suspender todo.

«Es la cosa más Leeds que podía pasarle al Leeds United», define con la mezcla justa de resignación y filosofía labrada con los años uno de los personajes de Take us Home en el segundo  —y final— episodio de la nueva temporada. Esta vez la serie reduce sus capítulos dado que evidentemente había menos que mostrar, uno viene ya inmerso en la realidad white, conoce cómo se originó la revolución, y encima la pandemia impidió seguir disfrutando del colorido espectáculo de cada fin de semana.

Pero las historias no podían faltar. Y así tenemos por ejemplo a un Phillips que se convierte en el Jon Snow de la temporada: joven, talentoso, humilde y leal. Primero, porque el mediocampista decide rechazar ofertas millonarias de clubes de la máxima categoría inglesa para poder seguir en el equipo de la urbe que lo vio crecer. La propia abuela del jugador, que lo acompaña junto a su madre en la firma del nuevo contrato con el LUFC, cuenta que cómo se iba a ir ella a otra ciudad —tal como le sugería su nieto en caso de ser traspasado— si allí tenía a sus veintitrés nietos y veintitrés bisnietos. Y luego, en un momento en que parece dar validez absoluta a su decisión ante el pueblo, desata el delirio de los presentes en las gradas justo el día que celebraban los cien años de existencia, al marcar el gol que le da la victoria a su equipo. Además, claro, su desempeño es vital para lograr el objetivo de la promoción.

El show, por su parte, también se ocupa de remarcar el drama de la incertidumbre de los meses de inactividad —no se sabía qué pasaría con el torneo— con las noticias de los fallecimientos de dos importantes exjugadores: Trevor Cherry y Norman Hunter. Y más adelante, con la partida del legendario Jack Charlton, hermano mayor de Bobby.

We’ve been through it all together

And we’ve had our ups and downs

We’re gonna stay with you forever

At least until the world stops going round

Pero finalmente llega junio y, a pesar de que el mundo ya no es como antes, se decide reanudar la competición. Eso sí, sin público. Un detalle no trivial para un equipo con una notable asistencia promedio por encuentro. El mismísimo sir Alex Ferguson declaró en alguna ocasión que Elland Road cuenta con una de las atmósferas más intimidantes del fútbol europeo.

La vuelta a las canchas, pese a producirse con ambientes tipo entrenamiento, exhibe a un Leeds United versión veraniega al que el confinamiento parece haberle eliminado toda vacilación: gana siete de los nueve partidos restantes, y se consagra campeón incluso dos fechas antes del final (6). Aquel día, los hinchas se congregan espontáneamente fuera del estadio haciendo caso omiso a todas las restricciones covid-19. Bengalas, banderas, abrazos, llantos, alegría y sobre todo un desahogo general derivado de dieciséis años de espera formaron un todo indivisible.

El hombre llegado desde el otro lado del mundo para materializar el sueño de todos ellos alcanzaba prácticamente el estatus de deidad. A esas alturas, ya no eran solo los futboleros de la localidad los que expresaban simpatía y agradecimiento hacia el arquitecto de la gesta. Mientras se pintaba un gran mural con su imagen en un edificio, las autoridades municipales decidían elevar la recompensa al paroxismo urbano, agregando la «Marcelo Bielsa Way» al callejero ledesiano. Todo un acierto, se podría decir, el haber nombrado el tramo way y no street, como apunta el periodista Ricardo Uribarri en un artículo para CTXT. Porque así el homenaje termina resultando extensivo a una manera de trabajar, interpretar, y vivir con intensidad en definitiva este deporte, que va mucho más allá del ejercicio físico y el entretenimiento.

Bielsa
Escena de Take Us Home: Leeds United. Imagen: Amazon.

La Premier League, el hogar más acorde con la historia del Leeds United, recibe ahora al equipo con una expectación fuera de lo habitual. La misma de casi cualquier seguidor que no solo se interesa por su club, sino por las vicisitudes del balompié en general. Con un loco suelto y un grupo bajo su tutela, una vez más, cualquier cosa puede pasar.


Notas

1 «Marching On Together», también conocida como «Leeds! Leeds! Leeds!» es el himno que corean los aficionados del equipo antes y durante los partidos. Se trata de una composición original de Les Reed y Barry Mason, grabada en el año 1972 junto a jugadores e hinchas.

2 A los que no les suene mucho el apodo de Ramón Rodríguez Verdejo, decir simplemente que es uno de los principales artífices —por no decir el principal— de la colección de copas del equipo andaluz desde que transitamos este milenio.

3 Al parecer lo de quedar subcampeón fue prácticamente una decisión arbitral, ya que en aquella final del ’75 contra el Bayern München —después de dejar atrás al Barça de Cruyff— al Leeds le anularon un gol que ya le habían convalidado y no le pitaron dos penales, como se suele decir, grandes como una casa. Otra decisión posterior certifica que las opiniones sobre las jugadas no eran parciales: el réferi no volvió a dirigir en Europa.

4 Los integrantes de un podcast local llamado The Phat Chants han transformado clásicos de Queen y Oasis, por ejemplo, renombrándolos «Bielsa Rhapsody» o «Don’t Look Back In Anger (Bielsa’s Ace)».

5 Tras la obtención del primer campeonato con Ñuls y aún sobre el campo, un Loco eufórico celebra a hombros de un hincha agitando una camiseta rojinegra al grito de «¡Newell’s, carajo!».

6  Sin jugar, porque al caer derrotado el West Bromwich Albion, su seguidor inmediato, obtiene el título de forma matemática. El plantel y los directivos, no obstante, vieron por televisión el partido en Elland Road, y festejaron luego allí mismo, y a la distancia con la afición que se acercó.

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