Arte y Letras Cómics

El cómic es cultura: 16 ejemplos recientes

Geografías emocionales. Viajes colectivos, de aprendizaje y aventura. Ficciones oscuras desde lo teatral y lo espectacular. Personajes repletos de secretos y deseos. La mirada hacia atrás mediante nostalgia, indagación y ensayo. El clasicismo superheroico. Urbes que conectan hiperrealismo y surrealismo. Mientras necios y prejuiciosos se empeñan en negarle su estatus de cultura y otros, al contrario, pugnan por una dignificación que siempre estuvo ahí, los cómics en España siguen recorriendo viejos y nuevos caminos, demostrando que hay mucho que contar con una miríada de voces distintas. A falta de que concluya el año, solo el primer semestre ya ha visto una gran cantidad de piezas a atesorar. En esta lista recogemos unas cuantas de ellas, para todos los gustos.


Carta blanca, de Jordi Lafebre y Clémence Sapin (Norma Editorial)

cómic es culturaEl recurso de contar una historia «hacia atrás» no es precisamente nuevo. Sin embargo, no todo el mundo lo ha practicado con tanta minuciosidad, planificación y atención al detalle como Jordi Lafebre; rasgos, por cierto, que podrían aplicarse a su estilo de dibujo. Carta blanca es la historia de un romance formulada con cierta intriga al ir retrocediendo atrás en el tiempo a través de los veinte capítulos de la obra, para reconstruir el origen de un amor muy fuera de lo común y así quizás explicarlo. Con una alternancia de narrativas que permite controlar la intensidad del relato y una aspiración platónica que permita que los elementos reales de la historia sean ideas que hablen de los protagonistas y su relación, Carta blanca se conforma como un cómic tremendamente redondo, que al concluir su lectura, tras un respiro, apetece revisitar, «hacia adelante» y «hacia atrás».


Hoops, de Genie Espinosa (Sapristi)

cómic es culturaAunque la ilustradora Genie Espinosa ha debutado este primer semestre con su primer cómic largo, muchos la veníamos siguiendo con interés en sus fanzines y obras colectivas precedentes. Su carta de presentación al gran público es este Hoops, una exultante aventura que trastea con el mito de Alicia en clave de empoderamiento feminista juvenil: el viaje contado es una experiencia colectiva con mucha agencia y abundante en sororidad. Pero, más allá de la trama, esta fábula desenfadada busca valientemente un acercamiento del cómic experimental hacia el cómic más popular y juvenil, quizás incluso al shonen de acción, liberándolo de los estilos predominantes en el mercado. El de Espinosa destaca por la exacerbación de las formas, los juegos de colores y los sinuosos cambios de ritmo que sirven para transmitir sensaciones en estado puro.


Forn de Calç, de VV.AA. (Extinció Edicions)

cómic es culturaSi hay algún sector del mundo del cómic al que la pandemia ha tocado más que al resto, ese es el de la microedición y la autoedición. En esos lares, por los que suele vagar el cómic más underground y experimental, la virtual desaparición de sus ecosistemas, los festivales, a lo largo de la península ha impedido que las obras se produjeran y movieran como lo hacían antaño. De las arriesgadas y apuradas excepciones, esta publicación de una nueva microeditorial nacida en tierras catalanas. Obra colectiva coordinada por el divulgador y crítico Marc Charles, agrupa a una pléyade de autores y autoras de distinta veteranía y voz. Con un amplio abanico de estilos que van de lo oscuro y brumoso a la línea clara y pulcra, se podrán encontrar aquí piezas que destacan por su búsqueda de la expresión emocional intensa, el gusto por la cotidianeidad extraña y el desvío hacia la fuga surrealista. Una buena forma de conocer y ponerse al día de lo que se mueve en los márgenes de la escena catalana.


Kamen Rider, de Shotaro Ishinomori (Ooso Comics)

cómic es culturaSi usted, lector o lectora, está pasando esta lista con el scroll ligerito para ver si el «gafapasta este» ha incluido algo de superhéroes en su selección, deténgase aquí. ¿Cómo? ¿Que se esperaba usted algo de alguna gran franquicia americana? ¿No ve en la portada que acompaña a este texto a ese magnífico superhéroe blindado de pies a cabeza, pilotando tremendo pepino a dos ruedas? El manga que surgió como un subproducto de la serie de televisión japonesa Kamen Rider es una pequeña gran obra maestra del género. Shotaro Ishinomori inundó sus páginas de villanos que acariciaron la excelencia en términos de iconicidad e hizo gala de originales composiciones dinámicas y una infinidad de recursos visuales para ilustrar el choque entre las fuerzas del bien y del mal. Más allá de su valor histórico, Kamen Rider es un cómic de superhéroes en el estado más puro posible, con una narrativa de acción que se lee hoy con la misma frescura que ayer y que más de uno querría para muchos tebeos actuales.


Anaïs Nin en un mar de mentiras, de Leonie Bischoff (Garbuix Books)

cómics culturaProbablemente una de las novelas gráficas autobiográficas de principios de este año en España, la de Anaïs Nin —premiada en Angulema— es una crónica sorprendente por muchos motivos. Leonie Bischoff es cuidadosa con la selección de los episodios de la vida de la escritora para englobar los aspectos relevantes de la misma: su paradigma literario, su relación con Henry Miller y sus contrastes entre una vida pública donde mora la cotidianidad, casta y formal, y una privada, secreta e íntima donde florece el arte y la exploración del deseo sexual. En cómic, más allá de lo contado, importa la forma en la que se cuenta. Por ello, el trazo caleidoscópico empleado se antoja idóneo para remitir a la complejidad y fluidez de la psique de esta autora legendaria. Bischoff no escatima recursos visuales y construye así una historia que en ocasiones roza el thriller psicológico, uno susurrado a los oídos del lector.


En camino, de Paco Hernández y José Ángel Ares (Ediciones La Cúpula)

cómic es culturaEl cómic en España tiene el reto de crecer acercándose a un público más amplio, aspirando a la cultura lectora de cómic que hay en países como Francia. Si el lector no viene al cómic y a sus géneros más populares, quizás es buena idea que el cómic vaya a los posibles lectores noveles con temas afines a sus realidades más cercanas y a sus rasgos locales. Esta vía se ha ido explorando desde hace un tiempo, y un buen ejemplo actual es esta novela gráfica con el Camino de Santiago entendido como paisaje tanto como paisanaje. Paco Hernández y José Ángel Ares llevan a cabo un emotivo homenaje al viaje de búsqueda en territorios patrios con un drama que trata tanto lo introspectivo como las relaciones personales. Una obra positiva y vitalista que invita a echarse la mochila a la espalda.


La isla, de Mayte Alvarado (Reservoir Books)

cómic es culturaCon la potencia de un génesis arranca esta historia de la artista Mayte Alvarado, que construye un pequeño universo de mitos insulares. La isla, como con su obra precedente, E-19, juega al contraste con el color con cierto ánimo simbólico, si bien la presente suma complejidad al ampliar dicho juego incluyendo oposiciones entre formas y texturas. Detrás de esta novela gráfica hay un profundo trabajo de síntesis que da como resultado un lenguaje visual muy puro, críptico y numinoso, articulando estampas que se quedan grabadas en la retina. Así, la autora prescinde de lo anecdótico y superfluo para canalizar la crónica de unos hechos anunciados. Y aunque La isla puede parecer una historia trágica —que lo es— quizás a causa de la misma, se invoca una fuerza de voluntad y un acto de rebeldía silencioso que pone la piel de gallina al lector.


Bradley de él, de Connor Willumsen (Alpha Comic)

cómic es culturaTan extraño como virtuoso, el de Connor Willumsen es un cómic que requiere de la máxima atención del lector. Al autor de culto en la escena del cómic experimental americano le gustan los cómics con narrativas poco convencionales, lejos de las estructuras de trama canónicas, ejecutando prácticamente antihistorias. Aquí nos trae una ficción hipercostumbrista sobre la vida en Las Vegas del actor Bradley Cooper… o eso parece ser. Bradley de él practica cierta prestidigitación, que esconde un juego de muñecas rusas difícil de exponer al completo. Todo ello sazonado con un mensaje crítico a la sociedad del consumo y el lucimiento del éxito. Al arriesgado triple mortal de la premisa no hay que obviarle el delirante desempeño gráfico que, irónicamente contrario a su argumento, se muestra con un lápiz desnudo que nos remite tanto a Moebius como a Winsor McKay capaz de ejecutar escenas que abundan tanto en el hiperrealismo, que llegan a dar la vuelta para volverse surrealismo.


Cartones Perros, de LOS AUTORES (Fandogamia)

cómic es culturaExtraño, caótico y delirante, este recopilatorio de historias de humor bizarro es el engendro producido por las mentes pensantes detrás de la cuenta de Twitter del CHOCU, célebre por sus sátira de mascotas publicitarias de cierta marca de cereales y de sus arcos de homenaje-parodia de… uh… casi cualquier cosa. Antología de esquiva categorización, Cartones Perros dinamita las convenciones del humor desde una sapiencia muy amplia de sus normas, sus lugares comunes, sus giros. A través de sus páginas, repletas de muy variados estilos, detectaremos el jugueteo con referentes de tradiciones también muy diversas, que van desde el humor de Bruguera pasan por el underground americano y llegan hasta la cultura del meme. Descaradamente autorreferencial, producto del corrillo circular autoral e hijo de la cultura fanzinera del nuevo siglo, seguramente muchos lo catalogarían dentro de los territorios del posthumor: entre historietas que provocan terror, perplejidad e incluso ternura, orbita siempre alguna carcajada.


La ballena tatuada: una historia de la vuelta al mundo, de Darío Adanti (Astiberri)

cómic es culturaDesde el cómic se están abordando diferentes formas de trasladar los hechos históricos a los lectores con variaciones interesantes que, pese a jugar con elementos ficticios de índole mitológica o sobrenatural incluso, no anulan ni el relato de lo sucedido, ni la reflexión posterior; e incluso permiten aportar perspectivas poco transitadas en los libros de texto. Es el caso de este compendio de mitos, cancioneros de ficción y crónicas de viajes que inició Darío Adanti en los noventa con el cómic de La ballena tatuada —una criatura con conexiones con la de Herman Melville y que sirve como ente testigo de la diáspora de la humanidad y su posterior reencuentro a medio trayecto de la vuelta al mundo de Magallanes y Elcano. Adanti dibuja un relato que evita la épica para poder centrarse en lo trágico. Y sin embargo, en su historia sobrevive cierto sentido de la maravilla en el que se detecta el asombro de un niño por los relatos de exploración de lo desconocido y que, al final, no se riñe con el retrato más oscuro y realista de dichos periplos.


Los grandes espacios, de Catherine Meurisse (Impedimenta)

cómic es culturaSi Catherine Meurisse ya impresionó con La levedad, obra autobiográfica en la que detalla como lidió con el síndrome postraumático vivido después de los atentados en la revista Charlie Hebdo, Los grandes espacios se constituye como una continuidad de la búsqueda del refugio y el equilibrio emocional, siempre con la propia biografía como el territorio en el que emprenderla. En este caso es un viaje a la infancia que se cuenta de tal forma que suena tan fresca como un presente. En este oasis de memorias del pasado destaca la vuelta a un sentido de la maravilla que permite que una voz infantil suene como adulta así como encontrar la trascendencia en lo cotidiano. Meurisse también busca reflejar ciertas ideas románticas que no se riñen con la realidad más inmediata, como el acceso a la cultura sin el doble peaje de lo urbano y el consumismo. ¿El pegamento de todo esto? El humor. Un humor ingenioso, inocente e irreverente que nos hace envidiar la mirada hacia la vida que tiene la autora y su forma única de contarla.


Under Ninja, de Kengo Hanazawa (Norma Editorial)

cómic es culturaCon esta nueva serie del autor de I am a Hero podemos certificar que al mangaka se le da muy bien el manejo de los subgéneros populares, llevándoselos vuelta de tuerca mediante al realismo más sucio sin perder las claves de género. Si I am a Hero era su toma de contacto con los tebeos de zombis, Under ninja hace lo propio con uno de los temas más célebres en tierras niponas y por ello de las más arriesgadas a la hora de destacar. Kengo Hanazawa plantea un Japón en el que los ninjas perviven hasta la actualidad, convirtiéndose en una rama más de su ejército que ha intervenido en sucesos históricos varios. A través de dicha premisa se planta en un hipercostumbrismo de guerreros ocultos en cualquier estrato de la sociedad japonesa, pero especialmente en los estratos más pobres, convirtiéndose en un tebeo que visibiliza la precariedad en el país. Interesante, intrigante y con una trama que se va desplegando de forma compleja sin abandonar la tragicomedia que le caracteriza, Under Ninja promete ser otra gran serie a seguir.


Tito Andrónico, de Marcos Prior y Gustavo Rico (Astiberri)

cómic es culturaEl mundo del cómic se está convirtiendo en un interesantísimo lugar en el que muchas adaptaciones de obras de otros medios (literatura y teatro, especialmente) se facturan de una forma que no se queda en la mera translación cinemática a viñetas, formulando cómics que, con voz propia, destilan las esencias de los originales. Es el caso de este Tito Andrónico, una de las piezas teatrales de Shakespeare más crudas. Esta adaptación de Marcos Prior y Gustavo Rico, pese a ser bastante canónica respecto al libreto, respira con una personalidad única al vincular su estética al heavy metal y al hardcore. Túnicas negras, accesorios punzantes, sombra de ojos y mucho rojo sangre demuestran que los autores han sabido conectar lo clásico con lo moderno. Más allá, también han sabido construir unos recursos y una imaginería que aportan sentido teatral al cómic, recreando un mundo que funciona con la viveza y la energía de un escenario, respetando los orígenes de esta descarnada historia.


Superman contra el Klan, de Gene Luen Yang y Gurihiru (Editorial Hidra)

cómic es culturaInspirada en un serial radiofónico de 1946 (El Clan de la Cruz Ignea) nace esta historia del último hijo de Krypton, muy alejada de la sobreexplotación de la ciencia ficción, las variantes multiversales malvadas o el culebrón familiar. Gene Luen Yang rebaja los poderes del personaje a los de su concepción, así como le devuelve a sus aventuras su función original de lucha contra las injusticias sociales. Construye así una historia que mantiene aspectos campy, resonando con la ambientación de época, pero que no riñen con un elaborado desarrollo de la trama; una que pone de relieve no solamente como se organizan los grupúsculos racistas, sino que otros intereses menos obvios hay tras ellos. Las dibujantes japonesas bajo el seudónimo Gurihiru trasladan al papel este relato desde ese estilo suyo tan característico reconocible por su estética sólida, elegante y con un punto naif. Probablemente, uno de los tebeos de Superman más puros y con función social que hemos visto en años. ¿Para qué queríamos superhéroes si no?


Romeo Muerto, de Santiago Sequeiros (ReservoirBooks)

cómic es culturaEl esperado regreso de Santiago Sequeiros se ha producido por fin, tras años de silencio. Su vuelta es también un regreso a las calles de La Mala Pena, aquella ciudad ficticia, abismo del alma en la que conviven pecado y penitencia, que con un accidentado atino simbólico se fundó en el páramo que fue la industria del cómic español en los noventa. En Romeo Muerto Sequeiros practica un siniestro tour por dicha urbe por la que reaparecen sus habitantes más célebres —Ambigú, Simónide, Circe— y en cuya retorcida trama se despliega el exhibicionismo desatado en lo público, alternándolo con la mirada voyeur hacia lo privado. Alejándose de las convenciones argumentales, el único camino que sigue la obra es el de una lírica oscura, visual y textual, que evoca tanto deseo como desesperanza. Un maelstrom en papel y tinta que se nos presenta en un formato gigante e inmersivo, seguramente el que merecía un gran autor a reivindicar.


Todo bajo el sol, de Ana Penyas (Salamandra Graphic)

cómic es culturaMedio siglo de la historia de una familia es también, en Todo bajo el sol, medio siglo de la historia del levante español. Camuflada bajo el retrato costumbrista y la crónica familiar a lo largo del tiempo, Ana Penyas practica un ensayo sociológico sobre cómo el capitalismo sin frenos destruyó el medio rural, desposeyendo la tierra de las personas en favor de la masificación urbana y la precariedad laboral, para armar un modelo de negocio alimentado por y para el turismo. La autora, con visión holística, conecta épocas, intereses, causas y consecuencias para entender los cómos y los porqués. Practica aquí, además, un grafismo valiente e inaudito que mezcla dibujo y fotografía a modo de collage para crear disonancias significativas que sostienen simbólicamente la tesis de fondo la obra. Tras Estamos todas bien, galardonada con el Premio Nacional, esta nueva obra de Penyas confirma a la autora como una de las cronistas visuales más avispadas y críticas de nuestra historia.

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